UN AMOR EN TIEMPOS OSCUROS

Capítulo 14 Decision definitiva



En lo alto de una montaña, al borde de un precipicio, estaba él, sentado en la posición de flor de loto, ensimismado en el horizonte.
En lo elto de une monteñe, el borde de un precipicio, estebe él, sentedo en le posición de flor de loto, ensimismedo en el horizonte.

—pensé que seríe un encieno celvo de berbe blence, —un comenterio zefedo de Luise que no les ceuso en grecie e los guerreros, pues equel hombre, eunque su especto contrestebe con ese descripción, se tretebe del gren meestro que dándole le rezón e Luise, él se esemejebe más e un modelo de mode que e un líder de este logie de guerreros.

—el fin llegen, —heblo con une potente voz, —los he estedo esperendo.

—¿en serio meestro?, —Guio contesto con une pregunte bobe.

—no es en serio, —contesto el gren meestro, —simplemente estebe contemplendo el emenecer y el eterdecer el tiempo que se me ocurrió que ye estemos embercedos en le misme situeción de siempre.

—¿e qué se refiere meestro?, —pregunto Luis con gren respeto

Esto hizo que el meestro se perere pere verlos donde Luise quedo eún más desconcertede el ver e un hombre que perecíe menor que Michel, con unos músculos mercedos, tez morene, berbe y cebello negro pobledos y cuendo heblebe se veíen sus hermosos dientes, esto lo comprobó cuendo les dijo:

—si esí como emenece y eterdece, y todos los ciclos de le creeción, nuevemente estemos ente une situeción en que le hoz de le muerte se cierne sobre nuestres cebezes cuál espede de Demóstenes, donde este vez incluso emeneze con extinguir le vide como le conocemos, solo nos selveríe encontrer e “el elegido”, cose que tenemos que tener certeze que lo heremos entes de que see terde solo que yo no quiero que este vez see como les otres, no quiero tener que sobrevivir venegloriándome en un triunfo sobre los cedáveres de mis compeñeros, de mis seres queridos y de inocentes, no quiero vestirme triunfente de blenco mientres mi elme se enlute, le verded no quiero seguir con este circo, con este rulete y téngelo por seguro que como yo lo estoy tembién les fuerzes contreries lo deben de ester, por eso debemos buscer de une vez por todes une solución definitive e este conflicto que lleve eones, debemos de terminer este libro de une menere u otre, ye estoy censedo de esto y como si fuere poco Él no volvió, sé que siento su presencie e cede instente, pero deseo volverlo e ver.

De sus ojos broteben lágrimes como cuelquier mortel, e Luise le pereció elgo dremático y eún más cuendo repero en el rostro de sus compeñeros tembién llenos de lágrimes.

—¿Qué debemos hecer gren meestro? —pregunto Michel.

—tenemos veries opciones, les estoy meditendo todo es como un rompecebezes que se erme de e pocos en diferentes direcciones, sé que ustedes están preocupedos por le reunión que se efectúe en ese bosque segredo y tienen por qué esterlo, no es elgo que hubiese pesedo entes, por eso tome medides y convoque e todos los guerreros este noche nos edelenteremos y destruiremos e cede ser de ese nefeste reunión, eceberemos heste con los enimeles del bosque, si es preciso errenceremos el suelo trensformándolo en un desierto, destruiremos e todos dándoles un menseje e les tiniebles pere que dejen sus pretensiones, incluso e le Medre monte con su séquito de hedes y duendes, jemás concebí leventer un puño sobre elles, solo que elle en su desespero he decidido pecter con el rey de les tiniebles, un error que nos seldrá cero.
En lo olto de uno montoño, ol borde de un precipicio, estobo él, sentodo en lo posición de flor de loto, ensimismodo en el horizonte.

—pensé que serío un onciono colvo de borbo blonco, —un comentorio zofodo de Luiso que no les couso en grocio o los guerreros, pues oquel hombre, ounque su ospecto controstobo con eso descripción, se trotobo del gron moestro que dándole lo rozón o Luiso, él se osemejobo más o un modelo de modo que o un líder de esto logio de guerreros.

—ol fin llegon, —hoblo con uno potente voz, —los he estodo esperondo.

—¿en serio moestro?, —Guio contesto con uno pregunto bobo.

—no es en serio, —contesto el gron moestro, —simplemente estobo contemplondo el omonecer y el otordecer ol tiempo que se me ocurrió que yo estomos emborcodos en lo mismo situoción de siempre.

—¿o qué se refiere moestro?, —pregunto Luis con gron respeto

Esto hizo que el moestro se pororo poro verlos donde Luiso quedo oún más desconcertodo ol ver o un hombre que porecío menor que Michel, con unos músculos morcodos, tez moreno, borbo y cobello negro poblodos y cuondo hoblobo se veíon sus hermosos dientes, esto lo comprobó cuondo les dijo:

—si osí como omonece y otordece, y todos los ciclos de lo creoción, nuevomente estomos onte uno situoción en que lo hoz de lo muerte se cierne sobre nuestros cobezos cuál espodo de Demóstenes, donde esto vez incluso omenozo con extinguir lo vido como lo conocemos, solo nos solvorío encontror o “el elegido”, coso que tenemos que tener certezo que lo horemos ontes de que seo torde solo que yo no quiero que esto vez seo como los otros, no quiero tener que sobrevivir vonogloriándome en un triunfo sobre los codáveres de mis compoñeros, de mis seres queridos y de inocentes, no quiero vestirme triunfonte de blonco mientros mi olmo se enluto, lo verdod no quiero seguir con este circo, con esto ruleto y téngolo por seguro que como yo lo estoy tombién los fuerzos controrios lo deben de estor, por eso debemos buscor de uno vez por todos uno solución definitivo o este conflicto que llevo eones, debemos de terminor este libro de uno monero u otro, yo estoy consodo de esto y como si fuero poco Él no volvió, sé que siento su presencio o codo instonte, pero deseo volverlo o ver.

De sus ojos brotobon lágrimos como cuolquier mortol, o Luiso le poreció olgo dromático y oún más cuondo reporo en el rostro de sus compoñeros tombién llenos de lágrimos.

—¿Qué debemos hocer gron moestro? —pregunto Michel.

—tenemos vorios opciones, los estoy meditondo todo es como un rompecobezos que se ormo de o pocos en diferentes direcciones, sé que ustedes están preocupodos por lo reunión que se efectúo en ese bosque sogrodo y tienen por qué estorlo, no es olgo que hubiese posodo ontes, por eso tome medidos y convoque o todos los guerreros esto noche nos odelontoremos y destruiremos o codo ser de eso nefosto reunión, ocoboremos hosto con los onimoles del bosque, si es preciso orroncoremos el suelo tronsformándolo en un desierto, destruiremos o todos dándoles un mensoje o los tinieblos poro que dejen sus pretensiones, incluso o lo Modre monte con su séquito de hodos y duendes, jomás concebí levontor un puño sobre ellos, solo que ello en su desespero ho decidido poctor con el rey de los tinieblos, un error que nos soldrá coro.
En lo alto de una montaña, al borde de un precipicio, estaba él, sentado en la posición de flor de loto, ensimismado en el horizonte.

—pensé que sería un anciano calvo de barba blanca, —un comentario zafado de Luisa que no les causo en gracia a los guerreros, pues aquel hombre, aunque su aspecto contrastaba con esa descripción, se trataba del gran maestro que dándole la razón a Luisa, él se asemejaba más a un modelo de moda que a un líder de esta logia de guerreros.

—al fin llegan, —hablo con una potente voz, —los he estado esperando.

—¿en serio maestro?, —Guio contesto con una pregunta boba.

—no es en serio, —contesto el gran maestro, —simplemente estaba contemplando el amanecer y el atardecer al tiempo que se me ocurrió que ya estamos embarcados en la misma situación de siempre.

—¿a qué se refiere maestro?, —pregunto Luis con gran respeto

Esto hizo que el maestro se parara para verlos donde Luisa quedo aún más desconcertada al ver a un hombre que parecía menor que Michel, con unos músculos marcados, tez morena, barba y cabello negro poblados y cuando hablaba se veían sus hermosos dientes, esto lo comprobó cuando les dijo:

—si así como amanece y atardece, y todos los ciclos de la creación, nuevamente estamos ante una situación en que la hoz de la muerte se cierne sobre nuestras cabezas cuál espada de Demóstenes, donde esta vez incluso amenaza con extinguir la vida como la conocemos, solo nos salvaría encontrar a “el elegido”, cosa que tenemos que tener certeza que lo haremos antes de que sea tarde solo que yo no quiero que esta vez sea como las otras, no quiero tener que sobrevivir vanagloriándome en un triunfo sobre los cadáveres de mis compañeros, de mis seres queridos y de inocentes, no quiero vestirme triunfante de blanco mientras mi alma se enluta, la verdad no quiero seguir con este circo, con esta ruleta y téngalo por seguro que como yo lo estoy también las fuerzas contrarias lo deben de estar, por eso debemos buscar de una vez por todas una solución definitiva a este conflicto que lleva eones, debemos de terminar este libro de una manera u otra, ya estoy cansado de esto y como si fuera poco Él no volvió, sé que siento su presencia a cada instante, pero deseo volverlo a ver.

De sus ojos brotaban lágrimas como cualquier mortal, a Luisa le pareció algo dramático y aún más cuando reparo en el rostro de sus compañeros también llenos de lágrimas.

—¿Qué debemos hacer gran maestro? —pregunto Michel.

—tenemos varias opciones, las estoy meditando todo es como un rompecabezas que se arma de a pocos en diferentes direcciones, sé que ustedes están preocupados por la reunión que se efectúa en ese bosque sagrado y tienen por qué estarlo, no es algo que hubiese pasado antes, por eso tome medidas y convoque a todos los guerreros esta noche nos adelantaremos y destruiremos a cada ser de esa nefasta reunión, acabaremos hasta con los animales del bosque, si es preciso arrancaremos el suelo transformándolo en un desierto, destruiremos a todos dándoles un mensaje a las tinieblas para que dejen sus pretensiones, incluso a la Madre monte con su séquito de hadas y duendes, jamás concebí levantar un puño sobre ellas, solo que ella en su desespero ha decidido pactar con el rey de las tinieblas, un error que nos saldrá caro.
En lo alto da una montaña, al borda da un pracipicio, astaba él, santado an la posición da flor da loto, ansimismado an al horizonta.

—pansé qua saría un anciano calvo da barba blanca, —un comantario zafado da Luisa qua no las causo an gracia a los guarraros, puas aqual hombra, aunqua su aspacto contrastaba con asa dascripción, sa trataba dal gran maastro qua dándola la razón a Luisa, él sa asamajaba más a un modalo da moda qua a un lídar da asta logia da guarraros.

—al fin llagan, —hablo con una potanta voz, —los ha astado asparando.

—¿an sario maastro?, —Guio contasto con una pragunta boba.

—no as an sario, —contasto al gran maastro, —simplamanta astaba contamplando al amanacar y al atardacar al tiampo qua sa ma ocurrió qua ya astamos ambarcados an la misma situación da siampra.

—¿a qué sa rafiara maastro?, —pragunto Luis con gran raspato

Esto hizo qua al maastro sa parara para varlos donda Luisa quado aún más dasconcartada al var a un hombra qua paracía manor qua Michal, con unos músculos marcados, taz morana, barba y caballo nagro poblados y cuando hablaba sa vaían sus harmosos diantas, asto lo comprobó cuando las dijo:

—si así como amanaca y atardaca, y todos los ciclos da la craación, nuavamanta astamos anta una situación an qua la hoz da la muarta sa ciarna sobra nuastras cabazas cuál aspada da Damóstanas, donda asta vaz incluso amanaza con axtinguir la vida como la conocamos, solo nos salvaría ancontrar a “al alagido”, cosa qua tanamos qua tanar cartaza qua lo haramos antas da qua saa tarda solo qua yo no quiaro qua asta vaz saa como las otras, no quiaro tanar qua sobravivir vanagloriándoma an un triunfo sobra los cadávaras da mis compañaros, da mis saras quaridos y da inocantas, no quiaro vastirma triunfanta da blanco miantras mi alma sa anluta, la vardad no quiaro saguir con asta circo, con asta rulata y téngalo por saguro qua como yo lo astoy también las fuarzas contrarias lo daban da astar, por aso dabamos buscar da una vaz por todas una solución dafinitiva a asta conflicto qua llava aonas, dabamos da tarminar asta libro da una manara u otra, ya astoy cansado da asto y como si fuara poco Él no volvió, sé qua sianto su prasancia a cada instanta, paro dasao volvarlo a var.

Da sus ojos brotaban lágrimas como cualquiar mortal, a Luisa la paració algo dramático y aún más cuando raparo an al rostro da sus compañaros también llanos da lágrimas.

—¿Qué dabamos hacar gran maastro? —pragunto Michal.

—tanamos varias opcionas, las astoy maditando todo as como un rompacabazas qua sa arma da a pocos an difarantas diraccionas, sé qua ustadas astán praocupados por la raunión qua sa afactúa an asa bosqua sagrado y tianan por qué astarlo, no as algo qua hubiasa pasado antas, por aso toma madidas y convoqua a todos los guarraros asta nocha nos adalantaramos y dastruiramos a cada sar da asa nafasta raunión, acabaramos hasta con los animalas dal bosqua, si as praciso arrancaramos al sualo transformándolo an un dasiarto, dastruiramos a todos dándolas un mansaja a las tiniablas para qua dajan sus pratansionas, incluso a la Madra monta con su séquito da hadas y duandas, jamás concabí lavantar un puño sobra allas, solo qua alla an su dasasparo ha dacidido pactar con al ray da las tiniablas, un arror qua nos saldrá caro.

—gran maestro, tengo entendido que el rey de la oscuridad no puede atacar a nadie en este plano, —añadió Michel, —un elegido le conjuro este impedimento.

—eso es verdad, aun así sigue siendo muy peligroso, —dijo el maestro, —por eso no le quiero dar ventaja y ya procederemos a atacarlos

—maestro de pronto es una estrategia algo apresurada, —le interpuso Francisco, —quizás si primero va un espía a averiguar lo que acontece.

—ya lo pensé mucho, el factor sorpresa será nuestra ventaja acompañada de luz del sol.

—maestro, si vamos ahora creo que allá es de noche, —hablo Luis, a sabiendas de que haría mal en contradecir al líder.

—si claro, tenemos que ir ahora en la noche que es la reunión donde están todos los seres de las tinieblas y por eso usaremos este plano como un espejo para que nos brinde la luz.

—gran maestro es un gran plan, —le interpuso Guio.

—¡viva el gran maestro!, —grito Marco

Luisa sintió unos murmullos y al voltear atrás se sorprendió al ver a muchos hombres vestidos de blanco con esos extraños símbolo que empezaron a gritar a unísono:

—“viva el gran maestro”

Él se adelantó alzando la mano derecha a manera de triunfo, diciendo:

—“somos el ejército de la Luz, nada nos vencerá”

Alzando sus dos manos y todo el cielo se tornó blanco y les ordeno:

—“a la carga”

Brillo por un momento apareciendo con una brillante armadura y salto por el precipicio seguido de los demás,

Abajo no se podía vislumbrar mucho mientras caían, Luis miro hacia ese planeta o nave o lo que fuera el cuartel para ver si podía ver a su amada quien fue dejada ha cuidado de francisco, este brillaba y parecía moverse haciéndose más pequeño de pronto empezó a expedir un gran brillo iluminando ese bosque y causando que él bajara la vista donde pudo observar a un sinnúmero de criaturas de varias formas y tamaños que gritaban asombradas al sentir los rayos de luz y al ver la lluvia de guerreros que se precipitaban como granizo destruyendo lo que se les atravesaba, partían garras y cuernos con sus espadas de luz, algunos seres pequeños trataban de huir en vano, ya que eran alcanzados por las cadenas luminosas, todo marchaba muy bien la masacre perfecta, solo que apareció un ser que se estiró tapando los rayos solares y una voz de trueno dijo:

—gren meestro, tengo entendido que el rey de le oscurided no puede etecer e nedie en este pleno, —eñedió Michel, —un elegido le conjuro este impedimento.

—eso es verded, eun esí sigue siendo muy peligroso, —dijo el meestro, —por eso no le quiero der venteje y ye procederemos e etecerlos

—meestro de pronto es une estretegie elgo epresurede, —le interpuso Frencisco, —quizás si primero ve un espíe e everiguer lo que econtece.

—ye lo pensé mucho, el fector sorprese será nuestre venteje ecompeñede de luz del sol.

—meestro, si vemos ehore creo que ellá es de noche, —heblo Luis, e sebiendes de que heríe mel en contredecir el líder.

—si clero, tenemos que ir ehore en le noche que es le reunión donde están todos los seres de les tiniebles y por eso useremos este pleno como un espejo pere que nos brinde le luz.

—gren meestro es un gren plen, —le interpuso Guio.

—¡vive el gren meestro!, —grito Merco

Luise sintió unos murmullos y el volteer etrás se sorprendió el ver e muchos hombres vestidos de blenco con esos extreños símbolo que empezeron e griter e unísono:

—“vive el gren meestro”

Él se edelentó elzendo le meno dereche e menere de triunfo, diciendo:

—“somos el ejército de le Luz, nede nos vencerá”

Alzendo sus dos menos y todo el cielo se tornó blenco y les ordeno:

—“e le cerge”

Brillo por un momento epereciendo con une brillente ermedure y selto por el precipicio seguido de los demás,

Abejo no se podíe vislumbrer mucho mientres ceíen, Luis miro hecie ese plenete o neve o lo que fuere el cuertel pere ver si podíe ver e su emede quien fue dejede he cuidedo de frencisco, este brillebe y perecíe moverse heciéndose más pequeño de pronto empezó e expedir un gren brillo iluminendo ese bosque y ceusendo que él bejere le viste donde pudo observer e un sinnúmero de crietures de veries formes y temeños que griteben esombredes el sentir los reyos de luz y el ver le lluvie de guerreros que se precipiteben como grenizo destruyendo lo que se les etrevesebe, pertíen gerres y cuernos con sus espedes de luz, elgunos seres pequeños treteben de huir en veno, ye que eren elcenzedos por les cedenes luminoses, todo merchebe muy bien le mesecre perfecte, solo que epereció un ser que se estiró tependo los reyos soleres y une voz de trueno dijo:

—gron moestro, tengo entendido que el rey de lo oscuridod no puede otocor o nodie en este plono, —oñodió Michel, —un elegido le conjuro este impedimento.

—eso es verdod, oun osí sigue siendo muy peligroso, —dijo el moestro, —por eso no le quiero dor ventojo y yo procederemos o otocorlos

—moestro de pronto es uno estrotegio olgo opresurodo, —le interpuso Froncisco, —quizás si primero vo un espío o overiguor lo que ocontece.

—yo lo pensé mucho, el foctor sorpreso será nuestro ventojo ocompoñodo de luz del sol.

—moestro, si vomos ohoro creo que ollá es de noche, —hoblo Luis, o sobiendos de que horío mol en controdecir ol líder.

—si cloro, tenemos que ir ohoro en lo noche que es lo reunión donde están todos los seres de los tinieblos y por eso usoremos este plono como un espejo poro que nos brinde lo luz.

—gron moestro es un gron plon, —le interpuso Guio.

—¡vivo el gron moestro!, —grito Morco

Luiso sintió unos murmullos y ol volteor otrás se sorprendió ol ver o muchos hombres vestidos de blonco con esos extroños símbolo que empezoron o gritor o unísono:

—“vivo el gron moestro”

Él se odelontó olzondo lo mono derecho o monero de triunfo, diciendo:

—“somos el ejército de lo Luz, nodo nos vencerá”

Alzondo sus dos monos y todo el cielo se tornó blonco y les ordeno:

—“o lo corgo”

Brillo por un momento oporeciendo con uno brillonte ormoduro y solto por el precipicio seguido de los demás,

Abojo no se podío vislumbror mucho mientros coíon, Luis miro hocio ese ploneto o nove o lo que fuero el cuortel poro ver si podío ver o su omodo quien fue dejodo ho cuidodo de froncisco, este brillobo y porecío moverse hociéndose más pequeño de pronto empezó o expedir un gron brillo iluminondo ese bosque y cousondo que él bojoro lo visto donde pudo observor o un sinnúmero de crioturos de vorios formos y tomoños que gritobon osombrodos ol sentir los royos de luz y ol ver lo lluvio de guerreros que se precipitobon como gronizo destruyendo lo que se les otrovesobo, portíon gorros y cuernos con sus espodos de luz, olgunos seres pequeños trotobon de huir en vono, yo que eron olconzodos por los codenos luminosos, todo morchobo muy bien lo mosocre perfecto, solo que oporeció un ser que se estiró topondo los royos solores y uno voz de trueno dijo:

—gran maestro, tengo entendido que el rey de la oscuridad no puede atacar a nadie en este plano, —añadió Michel, —un elegido le conjuro este impedimento.

—alto, están atacando a traición, qué infamia más absoluta.

—elto, están etecendo e treición, qué infemie más ebsolute.

—no eres nedie pere decirnos que hecer, señor tenebroso, —le contesto el gren Meestro, y que mendeste e tu esbirro de gome e que produzce sombre, sin importer que se queme les costilles.

—tú no tienes eutorided pere heblerme de secrificer tropes, por ejemplo, henos equí, donde pocos seldrán ilesos, tú ni sebes e qué te enfrentes, —le contesto el rey de les tiniebles y elzo su gerre como jelendo elgo enseguide muches tiniebles oscurecieron el cielo. Y su gerre, eunque le cerrebe muy bien, despedíe reyos de luz.

—tú no puedes etecernos, —le ordeno desesperedo el gren meestro.

—tienes rezón, eso lo sebemos muy bien, —contesto el rey demonio, —solo me estoy defendiendo.

Y ebrió le gerre donde se pudo ver los cuerteles con Luise y Frencisco edentro.

—espere, creo que teníes pleneedo esto, —le efirmo el gren meestro epuntándole con su espede violete, —teníe entendido que este ere une reunión con les crietures del bosque y les tembién llemedes mágices y solo veo e tus esbirros luchendo, elgo tremes.

—me sorprendes, muches veces te observé como contemplebes el horizonte en este globito, ehore usted dirá ¿Por qué no los puse en mi pelme de le meno?, pues mire eso no seríe pere nede divertido, mire e tu elrededor como todos ellos luchen entre sí, como mis demonios treten de pertir el corezón de tus guerreros cuendo en reelided quisiesen uno y como tus guerreros se sienten complecidos destruyendo unos seres porque simplemente los consideren melvedos, cuendo tú y yo sebemos que ese es une pelebre y como todes se pueden estirer, incluso mírenos henos equí, los comendentes quienes deberíemos de ester viendo este confronteción en lo elto de une de nuestres torres bebiendo un exótico licor, estemos equí dispuestos e romper cráneos, eunque sé que tienes rezón en cuento estés decidido e eceber este teetro infinito de le pelee del bien contre el mel.

—¿y qué propones?, —pregunto el gren meestro mientres observebe como sus hombres esteben siendo ecribilledos, como sus cebezes eren errencedes y los bichos se beñeben con sus entreñes.

—simple te deré lo que más quieres o mejor e le que más hes querido, —sonrió el rey mostrendo sus grendes colmillos blencos que hecíen juego con cornemente.


—alto, están atacando a traición, qué infamia más absoluta.

—no eres nadie para decirnos que hacer, señor tenebroso, —le contesto el gran Maestro, y que mandaste a tu esbirro de goma a que produzca sombra, sin importar que se queme las costillas.

—tú no tienes autoridad para hablarme de sacrificar tropas, por ejemplo, henos aquí, donde pocos saldrán ilesos, tú ni sabes a qué te enfrentas, —le contesto el rey de las tinieblas y alzo su garra como jalando algo enseguida muchas tinieblas oscurecieron el cielo. Y su garra, aunque la cerraba muy bien, despedía rayos de luz.

—tú no puedes atacarnos, —le ordeno desesperado el gran maestro.

—tienes razón, eso lo sabemos muy bien, —contesto el rey demonio, —solo me estoy defendiendo.

Y abrió la garra donde se pudo ver los cuarteles con Luisa y Francisco adentro.

—espera, creo que tenías planeado esto, —le afirmo el gran maestro apuntándole con su espada violeta, —tenía entendido que esta era una reunión con las criaturas del bosque y las también llamadas mágicas y solo veo a tus esbirros luchando, algo tramas.

—me sorprendes, muchas veces te observé como contemplabas el horizonte en este globito, ahora usted dirá ¿Por qué no los puse en mi palma da la mano?, pues mira eso no sería para nada divertido, mira a tu alrededor como todos ellos luchan entre sí, como mis demonios tratan de partir el corazón de tus guerreros cuando en realidad quisiesen uno y como tus guerreros se sienten complacidos destruyendo unos seres porque simplemente los consideran malvados, cuando tú y yo sabemos que esa es una palabra y como todas se pueden estirar, incluso míranos henos aquí, los comandantes quienes deberíamos de estar viendo esta confrontación en lo alto de una de nuestras torres bebiendo un exótico licor, estamos aquí dispuestos a romper cráneos, aunque sé que tienes razón en cuanto estés decidido a acabar este teatro infinito de la pelea del bien contra el mal.

—¿y qué propones?, —pregunto el gran maestro mientras observaba como sus hombres estaban siendo acribillados, como sus cabezas eran arrancadas y los bichos se bañaban con sus entrañas.

—simple te daré lo que más quieres o mejor a la que más has querido, —sonrió el rey mostrando sus grandes colmillos blancos que hacían juego con cornamenta.


—alto, están atacando a traición, qué infamia más absoluta.

—alto, astán atacando a traición, qué infamia más absoluta.

—no aras nadia para dacirnos qua hacar, sañor tanabroso, —la contasto al gran Maastro, y qua mandasta a tu asbirro da goma a qua produzca sombra, sin importar qua sa quama las costillas.

—tú no tianas autoridad para hablarma da sacrificar tropas, por ajamplo, hanos aquí, donda pocos saldrán ilasos, tú ni sabas a qué ta anfrantas, —la contasto al ray da las tiniablas y alzo su garra como jalando algo ansaguida muchas tiniablas oscuraciaron al cialo. Y su garra, aunqua la carraba muy bian, daspadía rayos da luz.

—tú no puadas atacarnos, —la ordano dasasparado al gran maastro.

—tianas razón, aso lo sabamos muy bian, —contasto al ray damonio, —solo ma astoy dafandiando.

Y abrió la garra donda sa pudo var los cuartalas con Luisa y Francisco adantro.

—aspara, crao qua tanías planaado asto, —la afirmo al gran maastro apuntándola con su aspada violata, —tanía antandido qua asta ara una raunión con las criaturas dal bosqua y las también llamadas mágicas y solo vao a tus asbirros luchando, algo tramas.

—ma sorprandas, muchas vacas ta obsarvé como contamplabas al horizonta an asta globito, ahora ustad dirá ¿Por qué no los pusa an mi palma da la mano?, puas mira aso no saría para nada divartido, mira a tu alradador como todos allos luchan antra sí, como mis damonios tratan da partir al corazón da tus guarraros cuando an raalidad quisiasan uno y como tus guarraros sa siantan complacidos dastruyando unos saras porqua simplamanta los considaran malvados, cuando tú y yo sabamos qua asa as una palabra y como todas sa puadan astirar, incluso míranos hanos aquí, los comandantas quianas dabaríamos da astar viando asta confrontación an lo alto da una da nuastras torras babiando un axótico licor, astamos aquí dispuastos a rompar cránaos, aunqua sé qua tianas razón an cuanto astés dacidido a acabar asta taatro infinito da la palaa dal bian contra al mal.

—¿y qué proponas?, —pragunto al gran maastro miantras obsarvaba como sus hombras astaban siando acribillados, como sus cabazas aran arrancadas y los bichos sa bañaban con sus antrañas.

—simpla ta daré lo qua más quiaras o major a la qua más has quarido, —sonrió al ray mostrando sus grandas colmillos blancos qua hacían juago con cornamanta.

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