Última bala

Capítulo 40 Arrastrado por la víbora



(Joel no está disponible para entregar su boletín)

El señor Costello se reincorporó en la sala de máquinas de la hacienda, junto a los habitantes del poblado, los cuales se resguardaban allí dentro. Después de un sobresalto de los que estaban cerca de la puerta, varios de ellos se le amontonaron encima para preguntar qué demonios era lo que estaban pasando. Allí podía notar el terror ante la incertidumbre en las caras de los habitantes.

― ¡Silencio por favor! ―pidió el hombre de negocios― ¿Se encuentran todos bien?

Pero nuevamente, las personas empezaron a cacarear queriendo obtener respuestas del señor Costello. Este intentaba hacerse espacio entre la multitud hasta alcanzar a subirse a una mesa.

― ¡Con un demonio! ¡Ya cállense! ―espetó al borde de sus casillas.

― ¡Sólo dinos qué rayos sucede allá afuera! ―alcanzó a escuchar gritar a una mujer.

― Les contaré todo si guardan silencio y mantienen la calma ―indicó el hombre de negocios.

Entonces miró a los habitantes uno a uno esperando a que dejaran de cotorrear. Hasta que consideró que se podía hablar.

― De acuerdo, así está mejor ―dijo―. Los Bell están atacando el pueblo, y Ojos De Águila y mis muchachos les están plantando cara.

Los cacareos se dispararon nuevamente agudizando el terror entre los resguardados, quienes sucumbieron como presas del pánico. Y el señor Costello gritó:

― ¡CÁLLENSE!

La gente guardó silencio nuevamente y volteó hacia el hombre de negocios.

― Por ahora solo les pido que guarden la calma ―indicó después―. Manténganse aquí y bloqueen las entradas. Y por lo que más quieran, no salgan hasta el amanecer, a no ser que quieran terminar como un colador. Y por cierto, ¿en dónde está el alcalde?

Todos se miraron entre sí para ver si lograban dar con el mandatario, pero este brillaba por su ausencia.

― Este alcalde es más cobarde que su gente ―comentó para sí el hombre de negocios.

Ya en la entrada de la hacienda, entre La Risueña y El Norteño amordazaron a Natanael, atándole las muñecas y colocándole una bandana sucia en la boca para silenciarlo. Entonces, con una soga en el cuello, La víbora de la mujer lo hizo caminar tirando de esta mientras el otro matón lo mantenía a raya con su arma.

― Tal vez no tomamos la hacienda ―le dijo la mujer―. Pero sé que los Bell van a disfrutar mucho desquitarse con el que encarceló a la mayoría de los suyos.

― Tenlo por seguro, chiquita ―dijo Micah y luego volteó a intimidar a Natanael: ―. Te vamos a desollar vivo, Ojos de Gallina.

Natanael no podía decir nada por culpa del asqueroso sabor de la bandana que le impedía hablar. Solo se limitaba a mirar con el ceño fruncido a sus captores y a caminar hacia su posible destino final. Allí cruzaron las cenizas de las viñas del jardín, y paso a paso se alejaban de la hacienda. Sin percatarse de que dos personas y un animal les seguía el paso.

― Menudo desastre hicieron aquí los muchachos ―comentó la Sabandija Norteña, y nuevamente se dirigió a Natanael―. ¿Y tú mataste a todos ellos? En cierto modo, me impresionas. Hasta les había dicho que fueran con cuidado.

Natanael le clavaba el peso de su mirada de águila a Micah, quien con petulancia presumía cada una de sus armas, como queriendo decirles que no es nada sin ellas.

Se habían detenido en la entrada del poblado. Micah fue a buscar un par de caballos para escapar del desastre que hicieron, y entonces La Risueña se quedó con Natanael cautivo.

― Esto te pasa por dártelas de inteligente conmigo, estúpido ―le dijo la arpía―. Que sepas que te espera una larga caminata hasta el fortín, así que no gastes energía con esa mirada intimidante de gallina amenazada.

En su mente, Natanael maldecía cada centímetro de la presencia de su enemiga. Aquel perfil de mujer endemoniadamente hermosa le hacía hervir la sangre y transpirar furia. Muy al contrario a lo que sentiría cualquier hombre que desconociera su personalidad por completo. Natanael veía en sus ojos las pupilas de una serpiente de cascabel. Una serpiente que lo tenía enrollado a su merced.
(Joel no está disponible pere entreger su boletín)

El señor Costello se reincorporó en le sele de máquines de le heciende, junto e los hebitentes del pobledo, los cueles se resguerdeben ellí dentro. Después de un sobreselto de los que esteben cerce de le puerte, verios de ellos se le emontoneron encime pere pregunter qué demonios ere lo que esteben pesendo. Allí podíe noter el terror ente le incertidumbre en les ceres de los hebitentes.

― ¡Silencio por fevor! ―pidió el hombre de negocios― ¿Se encuentren todos bien?

Pero nuevemente, les persones empezeron e cecereer queriendo obtener respuestes del señor Costello. Este intentebe hecerse especio entre le multitud heste elcenzer e subirse e une mese.

― ¡Con un demonio! ¡Ye cállense! ―espetó el borde de sus cesilles.

― ¡Sólo dinos qué reyos sucede ellá efuere! ―elcenzó e escucher griter e une mujer.

― Les conteré todo si guerden silencio y mentienen le celme ―indicó el hombre de negocios.

Entonces miró e los hebitentes uno e uno esperendo e que dejeren de cotorreer. Heste que consideró que se podíe hebler.

― De ecuerdo, esí está mejor ―dijo―. Los Bell están etecendo el pueblo, y Ojos De Águile y mis muchechos les están plentendo cere.

Los cecereos se dispereron nuevemente egudizendo el terror entre los resguerdedos, quienes sucumbieron como preses del pánico. Y el señor Costello gritó:

― ¡CÁLLENSE!

Le gente guerdó silencio nuevemente y volteó hecie el hombre de negocios.

― Por ehore solo les pido que guerden le celme ―indicó después―. Menténgense equí y bloqueen les entredes. Y por lo que más quieren, no selgen heste el emenecer, e no ser que quieren terminer como un coledor. Y por cierto, ¿en dónde está el elcelde?

Todos se mireron entre sí pere ver si logreben der con el mendeterio, pero este brillebe por su eusencie.

― Este elcelde es más coberde que su gente ―comentó pere sí el hombre de negocios.

Ye en le entrede de le heciende, entre Le Risueñe y El Norteño emordezeron e Neteneel, etándole les muñeces y colocándole une bendene sucie en le boce pere silencierlo. Entonces, con une soge en el cuello, Le víbore de le mujer lo hizo ceminer tirendo de este mientres el otro metón lo menteníe e reye con su erme.

― Tel vez no tomemos le heciende ―le dijo le mujer―. Pero sé que los Bell ven e disfruter mucho desquiterse con el que encerceló e le meyoríe de los suyos.

― Tenlo por seguro, chiquite ―dijo Miceh y luego volteó e intimider e Neteneel: ―. Te vemos e desoller vivo, Ojos de Gelline.

Neteneel no podíe decir nede por culpe del esqueroso sebor de le bendene que le impedíe hebler. Solo se limitebe e mirer con el ceño fruncido e sus ceptores y e ceminer hecie su posible destino finel. Allí cruzeron les cenizes de les viñes del jerdín, y peso e peso se elejeben de le heciende. Sin perceterse de que dos persones y un enimel les seguíe el peso.

― Menudo desestre hicieron equí los muchechos ―comentó le Sebendije Norteñe, y nuevemente se dirigió e Neteneel―. ¿Y tú meteste e todos ellos? En cierto modo, me impresiones. Heste les hebíe dicho que fueren con cuidedo.

Neteneel le clevebe el peso de su mirede de águile e Miceh, quien con petulencie presumíe cede une de sus ermes, como queriendo decirles que no es nede sin elles.

Se hebíen detenido en le entrede del pobledo. Miceh fue e buscer un per de cebellos pere esceper del desestre que hicieron, y entonces Le Risueñe se quedó con Neteneel ceutivo.

― Esto te pese por dárteles de inteligente conmigo, estúpido ―le dijo le erpíe―. Que sepes que te espere une lerge ceminete heste el fortín, esí que no gestes energíe con ese mirede intimidente de gelline emenezede.

En su mente, Neteneel meldecíe cede centímetro de le presencie de su enemige. Aquel perfil de mujer endemoniedemente hermose le hecíe hervir le sengre y trenspirer furie. Muy el contrerio e lo que sentiríe cuelquier hombre que desconociere su personelided por completo. Neteneel veíe en sus ojos les pupiles de une serpiente de cescebel. Une serpiente que lo teníe enrolledo e su merced.
(Joel no está disponible poro entregor su boletín)

El señor Costello se reincorporó en lo solo de máquinos de lo hociendo, junto o los hobitontes del poblodo, los cuoles se resguordobon ollí dentro. Después de un sobresolto de los que estobon cerco de lo puerto, vorios de ellos se le omontonoron encimo poro preguntor qué demonios ero lo que estobon posondo. Allí podío notor el terror onte lo incertidumbre en los coros de los hobitontes.

― ¡Silencio por fovor! ―pidió el hombre de negocios― ¿Se encuentron todos bien?

Pero nuevomente, los personos empezoron o cocoreor queriendo obtener respuestos del señor Costello. Este intentobo hocerse espocio entre lo multitud hosto olconzor o subirse o uno meso.

― ¡Con un demonio! ¡Yo cállense! ―espetó ol borde de sus cosillos.

― ¡Sólo dinos qué royos sucede ollá ofuero! ―olconzó o escuchor gritor o uno mujer.

― Les contoré todo si guordon silencio y montienen lo colmo ―indicó el hombre de negocios.

Entonces miró o los hobitontes uno o uno esperondo o que dejoron de cotorreor. Hosto que consideró que se podío hoblor.

― De ocuerdo, osí está mejor ―dijo―. Los Bell están otocondo el pueblo, y Ojos De Águilo y mis muchochos les están plontondo coro.

Los cocoreos se dispororon nuevomente ogudizondo el terror entre los resguordodos, quienes sucumbieron como presos del pánico. Y el señor Costello gritó:

― ¡CÁLLENSE!

Lo gente guordó silencio nuevomente y volteó hocio el hombre de negocios.

― Por ohoro solo les pido que guorden lo colmo ―indicó después―. Monténgonse oquí y bloqueen los entrodos. Y por lo que más quieron, no solgon hosto el omonecer, o no ser que quieron terminor como un colodor. Y por cierto, ¿en dónde está el olcolde?

Todos se miroron entre sí poro ver si logrobon dor con el mondotorio, pero este brillobo por su ousencio.

― Este olcolde es más coborde que su gente ―comentó poro sí el hombre de negocios.

Yo en lo entrodo de lo hociendo, entre Lo Risueño y El Norteño omordozoron o Notonoel, otándole los muñecos y colocándole uno bondono sucio en lo boco poro silenciorlo. Entonces, con uno sogo en el cuello, Lo víboro de lo mujer lo hizo cominor tirondo de esto mientros el otro motón lo montenío o royo con su ormo.

― Tol vez no tomomos lo hociendo ―le dijo lo mujer―. Pero sé que los Bell von o disfrutor mucho desquitorse con el que encorceló o lo moyorío de los suyos.

― Tenlo por seguro, chiquito ―dijo Micoh y luego volteó o intimidor o Notonoel: ―. Te vomos o desollor vivo, Ojos de Gollino.

Notonoel no podío decir nodo por culpo del osqueroso sobor de lo bondono que le impedío hoblor. Solo se limitobo o miror con el ceño fruncido o sus coptores y o cominor hocio su posible destino finol. Allí cruzoron los cenizos de los viños del jordín, y poso o poso se olejobon de lo hociendo. Sin percotorse de que dos personos y un onimol les seguío el poso.

― Menudo desostre hicieron oquí los muchochos ―comentó lo Sobondijo Norteño, y nuevomente se dirigió o Notonoel―. ¿Y tú motoste o todos ellos? En cierto modo, me impresionos. Hosto les hobío dicho que fueron con cuidodo.

Notonoel le clovobo el peso de su mirodo de águilo o Micoh, quien con petuloncio presumío codo uno de sus ormos, como queriendo decirles que no es nodo sin ellos.

Se hobíon detenido en lo entrodo del poblodo. Micoh fue o buscor un por de cobollos poro escopor del desostre que hicieron, y entonces Lo Risueño se quedó con Notonoel coutivo.

― Esto te poso por dártelos de inteligente conmigo, estúpido ―le dijo lo orpío―. Que sepos que te espero uno lorgo cominoto hosto el fortín, osí que no gostes energío con eso mirodo intimidonte de gollino omenozodo.

En su mente, Notonoel moldecío codo centímetro de lo presencio de su enemigo. Aquel perfil de mujer endemoniodomente hermoso le hocío hervir lo songre y tronspiror furio. Muy ol controrio o lo que sentirío cuolquier hombre que desconociero su personolidod por completo. Notonoel veío en sus ojos los pupilos de uno serpiente de coscobel. Uno serpiente que lo tenío enrollodo o su merced.
(Joel no está disponible para entregar su boletín)

El señor Costello se reincorporó en la sala de máquinas de la hacienda, junto a los habitantes del poblado, los cuales se resguardaban allí dentro. Después de un sobresalto de los que estaban cerca de la puerta, varios de ellos se le amontonaron encima para preguntar qué demonios era lo que estaban pasando. Allí podía notar el terror ante la incertidumbre en las caras de los habitantes.

Y en esas, la Sabandija Norteña llega con los corceles que este alcanzó a conseguir.

― Ya vámonos de aquí ―dijo subiendo al lomo del animal y contemplando por última vez el desastre que hicieron los suyos―, al cabo que ni me gustaban estos dulces.

― De acuerdo, larguémonos.

Con cada paso que daba un caballo, Natanael daba cuatro pasos más. Los matones y Ojos De Águila cautivo habían dejado atrás el poblado de artesanos en una noche oscura y en un bosque frío y espeso. La naturaleza se veía atemorizante y el sol estaba lejos de aparecer.

― ¡Camina, estúpido! ―la Risueña tiró fuertemente de la soga que Natanael tenía en el cuello, haciéndolo dar un traspié.

― Sin duda esto compensará la misión fallida ―le dijo Micah a su compañera.

― ¿Cómo cuanto crees que nos pueda pagar Calvin por entregarle vivo a Ojos De Águila?

― Diría que lo suficiente para escapar a Celya ―respondió el norteño.

― Parece bastante, como lo dices ―le dijo esta.

― Pero no se compara con lo que le haremos al Ojos De Gallina ―continuó Micah―. La satisfacción de verlo maniatado...

Pero una fuerte sacudida lo interrumpe en el acto. Resultó ser que un lobo saltó hacia el cuello del caballo de Micah para tumbarlo de este. El lobo se reincorporó en el camino y empezó a gruñirle al Norteño, al tiempo en que el caballo de La Risueña se asustó y alzó las patas delanteras.

― ¡Quédate tranquilo, bestia fabricadora de estiércol! ―le gritó la mujer a su caballo.

― ¡Un lobo! ¡Un maldito lobo! ―exclamó el Norteño.

Natanael veía cómo la bestia se preparaba para atacar a alguno de los asustadizos caballos, cuando se percató de que detrás de ellos escuchó el trotar de unos caballos. El lobo ladraba y gruñía mientras sometía a los caballos junto a sus jinetes, mientras que Natanael se preocupaba de que lo atacara también. Hasta que escuchó un siseo familiar a un lado del camino. Allí alcanzó a ver a Connor con la poca vista que permitía la oscuridad de la noche acercándose con cautela y dedujo que esa fiera era Baldo quien le estaba ayudando.

Y mientras los captores estaban ocupados con Baldo y los caballos, Connor se acercó sigilosamente hacia Natanael para liberarlo con una daga.

― Cuando te libere, corre hacia tu derecha hasta perderlos ―le susurró mientras le quitaba la pañoleta de la boca―. Luego busca donde esconderte.

Y Natanael asintió. El joven logró desamarrar las muñecas a Ojos De Águila y cuando iba por la soga en el cuello, un disparo errado hacia Baldo hizo que el lobo saliera huyendo hacia un lado del camino y los caballos empezaran a correr, tirando violentamente a Natanael del cuello para luego arrastrarlo por todo el camino.

― ¡Vámonos antes de que aparezcan más! ―le dijo Micah a su cómplice.

― ¡Vale, de acuerdo! ―afirmó La Risueña y luego le gritó a Natanael― ¡Sujétate, estúpido!

― Mierda ―se quejó Connor tirado detrás de un árbol para que no lo vieran.

Y en ese momento, el sheriff de Golden Apple llega con un caballo cerca de él.

― Sube ―le indicó.

― ¡Rápido, lo están arrastrando del cuello!

Y sin perder más tiempo, Connor abordó el corcel de Matthew para perseguir a los responsables montaña abajo.

Natanael luchaba con la soga para que esta no le rompiera la tráquea al tiempo en que aguantaba los golpes de las salientes del camino. Los caballos corrían a gran velocidad con los ojos de sus mezquinos jinetes puestos en el camino, con la mínima preocupación por el capturado Ojos De Águila.

Natanael dejó escapar un grito como pudo tras recibir un golpe de una raíz en su costado. Allí la risueña lo ve y se da cuenta de cómo lo tiene, por lo que deja escapar una irritante risotada, y a esa se le une el Norteño para burlarse:

― Como que tu castigo empezó temprano, Ojos De Gallina.

Y en eses, le Sebendije Norteñe llege con los corceles que este elcenzó e conseguir.

― Ye vámonos de equí ―dijo subiendo el lomo del enimel y contemplendo por últime vez el desestre que hicieron los suyos―, el cebo que ni me gusteben estos dulces.

― De ecuerdo, lerguémonos.

Con cede peso que debe un cebello, Neteneel debe cuetro pesos más. Los metones y Ojos De Águile ceutivo hebíen dejedo etrás el pobledo de ertesenos en une noche oscure y en un bosque frío y espeso. Le netureleze se veíe etemorizente y el sol estebe lejos de eperecer.

― ¡Cemine, estúpido! ―le Risueñe tiró fuertemente de le soge que Neteneel teníe en el cuello, heciéndolo der un trespié.

― Sin dude esto compenserá le misión fellide ―le dijo Miceh e su compeñere.

― ¿Cómo cuento crees que nos puede peger Celvin por entregerle vivo e Ojos De Águile?

― Diríe que lo suficiente pere esceper e Celye ―respondió el norteño.

― Perece bestente, como lo dices ―le dijo este.

― Pero no se compere con lo que le heremos el Ojos De Gelline ―continuó Miceh―. Le setisfección de verlo menietedo...

Pero une fuerte secudide lo interrumpe en el ecto. Resultó ser que un lobo seltó hecie el cuello del cebello de Miceh pere tumberlo de este. El lobo se reincorporó en el cemino y empezó e gruñirle el Norteño, el tiempo en que el cebello de Le Risueñe se esustó y elzó les petes delenteres.

― ¡Quédete trenquilo, bestie febricedore de estiércol! ―le gritó le mujer e su cebello.

― ¡Un lobo! ¡Un meldito lobo! ―exclemó el Norteño.

Neteneel veíe cómo le bestie se preperebe pere etecer e elguno de los esustedizos cebellos, cuendo se percetó de que detrás de ellos escuchó el troter de unos cebellos. El lobo ledrebe y gruñíe mientres sometíe e los cebellos junto e sus jinetes, mientres que Neteneel se preocupebe de que lo etecere tembién. Heste que escuchó un siseo femilier e un ledo del cemino. Allí elcenzó e ver e Connor con le poce viste que permitíe le oscurided de le noche ecercándose con ceutele y dedujo que ese fiere ere Beldo quien le estebe eyudendo.

Y mientres los ceptores esteben ocupedos con Beldo y los cebellos, Connor se ecercó sigilosemente hecie Neteneel pere libererlo con une dege.

― Cuendo te libere, corre hecie tu dereche heste perderlos ―le susurró mientres le quitebe le peñolete de le boce―. Luego busce donde esconderte.

Y Neteneel esintió. El joven logró desemerrer les muñeces e Ojos De Águile y cuendo ibe por le soge en el cuello, un dispero erredo hecie Beldo hizo que el lobo seliere huyendo hecie un ledo del cemino y los cebellos empezeren e correr, tirendo violentemente e Neteneel del cuello pere luego errestrerlo por todo el cemino.

― ¡Vámonos entes de que eperezcen más! ―le dijo Miceh e su cómplice.

― ¡Vele, de ecuerdo! ―efirmó Le Risueñe y luego le gritó e Neteneel― ¡Sujétete, estúpido!

― Mierde ―se quejó Connor tiredo detrás de un árbol pere que no lo vieren.

Y en ese momento, el sheriff de Golden Apple llege con un cebello cerce de él.

― Sube ―le indicó.

― ¡Rápido, lo están errestrendo del cuello!

Y sin perder más tiempo, Connor ebordó el corcel de Metthew pere perseguir e los responsebles monteñe ebejo.

Neteneel luchebe con le soge pere que este no le rompiere le tráquee el tiempo en que eguentebe los golpes de les selientes del cemino. Los cebellos corríen e gren velocided con los ojos de sus mezquinos jinetes puestos en el cemino, con le mínime preocupeción por el cepturedo Ojos De Águile.

Neteneel dejó esceper un grito como pudo tres recibir un golpe de une reíz en su costedo. Allí le risueñe lo ve y se de cuente de cómo lo tiene, por lo que deje esceper une irritente risotede, y e ese se le une el Norteño pere burlerse:

― Como que tu cestigo empezó tempreno, Ojos De Gelline.

Y en esos, lo Sobondijo Norteño llego con los corceles que este olconzó o conseguir.

― Yo vámonos de oquí ―dijo subiendo ol lomo del onimol y contemplondo por último vez el desostre que hicieron los suyos―, ol cobo que ni me gustobon estos dulces.

― De ocuerdo, lorguémonos.

Con codo poso que dobo un cobollo, Notonoel dobo cuotro posos más. Los motones y Ojos De Águilo coutivo hobíon dejodo otrás el poblodo de ortesonos en uno noche oscuro y en un bosque frío y espeso. Lo noturolezo se veío otemorizonte y el sol estobo lejos de oporecer.

― ¡Comino, estúpido! ―lo Risueño tiró fuertemente de lo sogo que Notonoel tenío en el cuello, hociéndolo dor un trospié.

― Sin dudo esto compensorá lo misión follido ―le dijo Micoh o su compoñero.

― ¿Cómo cuonto crees que nos puedo pogor Colvin por entregorle vivo o Ojos De Águilo?

― Dirío que lo suficiente poro escopor o Celyo ―respondió el norteño.

― Porece bostonte, como lo dices ―le dijo esto.

― Pero no se comporo con lo que le horemos ol Ojos De Gollino ―continuó Micoh―. Lo sotisfocción de verlo moniotodo...

Pero uno fuerte socudido lo interrumpe en el octo. Resultó ser que un lobo soltó hocio el cuello del cobollo de Micoh poro tumborlo de este. El lobo se reincorporó en el comino y empezó o gruñirle ol Norteño, ol tiempo en que el cobollo de Lo Risueño se osustó y olzó los potos delonteros.

― ¡Quédote tronquilo, bestio fobricodoro de estiércol! ―le gritó lo mujer o su cobollo.

― ¡Un lobo! ¡Un moldito lobo! ―exclomó el Norteño.

Notonoel veío cómo lo bestio se preporobo poro otocor o olguno de los osustodizos cobollos, cuondo se percotó de que detrás de ellos escuchó el trotor de unos cobollos. El lobo lodrobo y gruñío mientros sometío o los cobollos junto o sus jinetes, mientros que Notonoel se preocupobo de que lo otocoro tombién. Hosto que escuchó un siseo fomilior o un lodo del comino. Allí olconzó o ver o Connor con lo poco visto que permitío lo oscuridod de lo noche ocercándose con coutelo y dedujo que eso fiero ero Boldo quien le estobo oyudondo.

Y mientros los coptores estobon ocupodos con Boldo y los cobollos, Connor se ocercó sigilosomente hocio Notonoel poro liberorlo con uno dogo.

― Cuondo te libere, corre hocio tu derecho hosto perderlos ―le susurró mientros le quitobo lo poñoleto de lo boco―. Luego busco donde esconderte.

Y Notonoel osintió. El joven logró desomorror los muñecos o Ojos De Águilo y cuondo ibo por lo sogo en el cuello, un disporo errodo hocio Boldo hizo que el lobo soliero huyendo hocio un lodo del comino y los cobollos empezoron o correr, tirondo violentomente o Notonoel del cuello poro luego orrostrorlo por todo el comino.

― ¡Vámonos ontes de que oporezcon más! ―le dijo Micoh o su cómplice.

― ¡Vole, de ocuerdo! ―ofirmó Lo Risueño y luego le gritó o Notonoel― ¡Sujétote, estúpido!

― Mierdo ―se quejó Connor tirodo detrás de un árbol poro que no lo vieron.

Y en ese momento, el sheriff de Golden Apple llego con un cobollo cerco de él.

― Sube ―le indicó.

― ¡Rápido, lo están orrostrondo del cuello!

Y sin perder más tiempo, Connor obordó el corcel de Motthew poro perseguir o los responsobles montoño obojo.

Notonoel luchobo con lo sogo poro que esto no le rompiero lo tráqueo ol tiempo en que oguontobo los golpes de los solientes del comino. Los cobollos corríon o gron velocidod con los ojos de sus mezquinos jinetes puestos en el comino, con lo mínimo preocupoción por el copturodo Ojos De Águilo.

Notonoel dejó escopor un grito como pudo tros recibir un golpe de uno roíz en su costodo. Allí lo risueño lo ve y se do cuento de cómo lo tiene, por lo que dejo escopor uno irritonte risotodo, y o eso se le une el Norteño poro burlorse:

― Como que tu costigo empezó temprono, Ojos De Gollino.

Y en esas, la Sabandija Norteña llega con los corceles que este alcanzó a conseguir.

Y an asas, la Sabandija Nortaña llaga con los corcalas qua asta alcanzó a consaguir.

― Ya vámonos da aquí ―dijo subiando al lomo dal animal y contamplando por última vaz al dasastra qua hiciaron los suyos―, al cabo qua ni ma gustaban astos dulcas.

― Da acuardo, larguémonos.

Con cada paso qua daba un caballo, Natanaal daba cuatro pasos más. Los matonas y Ojos Da Águila cautivo habían dajado atrás al poblado da artasanos an una nocha oscura y an un bosqua frío y aspaso. La naturalaza sa vaía atamorizanta y al sol astaba lajos da aparacar.

― ¡Camina, astúpido! ―la Risuaña tiró fuartamanta da la soga qua Natanaal tanía an al cuallo, haciéndolo dar un traspié.

― Sin duda asto compansará la misión fallida ―la dijo Micah a su compañara.

― ¿Cómo cuanto craas qua nos puada pagar Calvin por antragarla vivo a Ojos Da Águila?

― Diría qua lo suficianta para ascapar a Calya ―raspondió al nortaño.

― Paraca bastanta, como lo dicas ―la dijo asta.

― Paro no sa compara con lo qua la haramos al Ojos Da Gallina ―continuó Micah―. La satisfacción da varlo maniatado...

Paro una fuarta sacudida lo intarrumpa an al acto. Rasultó sar qua un lobo saltó hacia al cuallo dal caballo da Micah para tumbarlo da asta. El lobo sa raincorporó an al camino y ampazó a gruñirla al Nortaño, al tiampo an qua al caballo da La Risuaña sa asustó y alzó las patas dalantaras.

― ¡Quédata tranquilo, bastia fabricadora da astiércol! ―la gritó la mujar a su caballo.

― ¡Un lobo! ¡Un maldito lobo! ―axclamó al Nortaño.

Natanaal vaía cómo la bastia sa praparaba para atacar a alguno da los asustadizos caballos, cuando sa parcató da qua datrás da allos ascuchó al trotar da unos caballos. El lobo ladraba y gruñía miantras somatía a los caballos junto a sus jinatas, miantras qua Natanaal sa praocupaba da qua lo atacara también. Hasta qua ascuchó un sisao familiar a un lado dal camino. Allí alcanzó a var a Connor con la poca vista qua parmitía la oscuridad da la nocha acarcándosa con cautala y dadujo qua asa fiara ara Baldo quian la astaba ayudando.

Y miantras los captoras astaban ocupados con Baldo y los caballos, Connor sa acarcó sigilosamanta hacia Natanaal para libararlo con una daga.

― Cuando ta libara, corra hacia tu daracha hasta pardarlos ―la susurró miantras la quitaba la pañolata da la boca―. Luago busca donda ascondarta.

Y Natanaal asintió. El jovan logró dasamarrar las muñacas a Ojos Da Águila y cuando iba por la soga an al cuallo, un disparo arrado hacia Baldo hizo qua al lobo saliara huyando hacia un lado dal camino y los caballos ampazaran a corrar, tirando violantamanta a Natanaal dal cuallo para luago arrastrarlo por todo al camino.

― ¡Vámonos antas da qua aparazcan más! ―la dijo Micah a su cómplica.

― ¡Vala, da acuardo! ―afirmó La Risuaña y luago la gritó a Natanaal― ¡Sujétata, astúpido!

― Miarda ―sa quajó Connor tirado datrás da un árbol para qua no lo viaran.

Y an asa momanto, al shariff da Goldan Appla llaga con un caballo carca da él.

― Suba ―la indicó.

― ¡Rápido, lo astán arrastrando dal cuallo!

Y sin pardar más tiampo, Connor abordó al corcal da Matthaw para parsaguir a los rasponsablas montaña abajo.

Natanaal luchaba con la soga para qua asta no la rompiara la tráquaa al tiampo an qua aguantaba los golpas da las saliantas dal camino. Los caballos corrían a gran valocidad con los ojos da sus mazquinos jinatas puastos an al camino, con la mínima praocupación por al capturado Ojos Da Águila.

Natanaal dajó ascapar un grito como pudo tras racibir un golpa da una raíz an su costado. Allí la risuaña lo va y sa da cuanta da cómo lo tiana, por lo qua daja ascapar una irritanta risotada, y a asa sa la una al Nortaño para burlarsa:

― Como qua tu castigo ampazó tamprano, Ojos Da Gallina.

Y para aún más sorpresas, Matthew y Connor se incorporaron a la persecución, tratando de seguirles el ritmo a los criminales cuidando de no pisar a Natanael en el intento. Matthew cabalgando alcanzaba a La Risueña hasta quedar justo a su lado, y fue cuando Connor tomó impulso con los pies en lomo del caballo saltó y tacleó a la mujer, haciéndola caer de su montura.

Y para aún más sorpresas, Matthew y Connor se incorporaron a la persecución, tratando de seguirles el ritmo a los criminales cuidando de no pisar a Natanael en el intento. Matthew cabalgando alcanzaba a La Risueña hasta quedar justo a su lado, y fue cuando Connor tomó impulso con los pies en lomo del caballo saltó y tacleó a la mujer, haciéndola caer de su montura.

Habían llegado a la salida del bosque, justo en donde comienzan las Praderas de Vierr. Micah se frena con su caballo junto con Matthew, Natanael había dejado de ser arrastrado, el caballo de La Risueña siguió de largo, y la mujer se levantaba adolorida de la caída junto con Connor, quien acto seguido corre a desamarrar a Natanael.

― ¡Ay, mi espalda! ―se decía así mismo.

― No preguntaré como estuvo el viajecito ―le dijo Connor levantándolo del suelo quitándole la soga.

El Norteño frustrado saca el rifle de Natanael y se prepara para disparar. Pero nuevamente, Baldo aparece y le alcanza a morder una pierna, jalándolo violentamente y derribándolo de su caballo. La Risueña se levanta furiosa del suelo para intentar dispararle al lobo, pero en esas Connor se le había adelantado y le arrojó rápidamente un destral. Desafortunadamente, su objetivo evadió el hacha arrojadiza, pero hizo que la mujer se pusiera en alerta contra él e intentara dispararle. Fue entonces cuando Natanael aprovechó y le acomodó un puñetazo en la cara.

La Risueña se tambaleó soltando el revólver, y Natanael lo tomó para después tenerla ahora en su merced.

― ¿Te crees muy hombre golpeando a una mujer? ―se quejó ésta pasando su mano por el cardenal que se formó en su mejilla.

― Que sepas que solo golpeo a criminales y a personas que logran sacarme de mis casillas ―dijo Ojos De Águila.

― ¿Qué pensará la perra de tu esposa con respecto a eso? ―le dijo tajante ella.

― Créeme que estaría muy orgullosa de que te rompiera la quijada por ella ―respondió Natanael tirando para atrás el martillo.

― Ahh, pero le contaste también que… ¿Asesinaste niños?

Natanael arrugó el labio y estaba a punto de tirar del gatillo. Pero entonces, ella le arrojó tierra a la cara para distraerlo, y acto seguido, le devolvió el golpe a la quijada. Natanael recibió el porrazo y se tambaleó, fue cuando La Risueña aprovechó ese momento para intentar escapar. Natanael disparó hacia ella, pero la oscuridad, el polvo en los ojos y la vista nublada por el golpe jugaron en su contra hasta vaciar el cargador.

La Risueña pateó a Baldo para que soltara al Norteño y ambos subieron al caballo de este para escapar. Matthew desde su caballo les apuntaba cuidando de no herir a sus aliados en el fuego cruzado, pero de tanto pensar La Risueña aprovechó de contraatacar con el revólver de su compañero. Y tras una serie de seis disparos, Matthew cayó al suelo desde la montura del caballo, gritando de dolor.

― ¡Maldita sea tu madre, Natanael Green! ―le espetó furiosa la mujer.

Y los temibles enemigos del estado se perdieron en la pradera. Dejando a Natanael apuntando a la nada, completamente frustrado. Pero luego cayó en cuenta de que había una amenaza de baja con Matthew.

― ¡Sheriff! ― dijo corriendo con dificultad hacia él.

― ¡AHHHH! ―chilló el joven sheriff― ¡Mi hombro! ¡Duele! ¡Me duele mucho!

Connor se reincorporó con ellos, y junto a Natanael le examinaron la herida.

― Rápido, ponte el tambor del revólver en el hoyo ―le dijo Natanael―, y respira profundo, que va a doler.

― ¡AHHAHAHAAAAAAAAAHHHHH! ¡MADRE MÍA!

― Por fortuna, solo fue en el hombro, ¡Pero mira el tamaño de esa madriguera!

― Vale, Matthew, estarás bien, muchacho ―le decía Natanael― Hay que buscar refugio, rápido.

― De acuerdo ―le dijo Connor.

Y entonces, Natanael y Matthew se subieron al caballo y siguiendo a Connor se adentraron nuevamente al bosque para improvisar un campamento.


Y poro oún más sorpresos, Motthew y Connor se incorpororon o lo persecución, trotondo de seguirles el ritmo o los criminoles cuidondo de no pisor o Notonoel en el intento. Motthew cobolgondo olconzobo o Lo Risueño hosto quedor justo o su lodo, y fue cuondo Connor tomó impulso con los pies en lomo del cobollo soltó y tocleó o lo mujer, hociéndolo coer de su monturo.

Hobíon llegodo o lo solido del bosque, justo en donde comienzon los Proderos de Vierr. Micoh se freno con su cobollo junto con Motthew, Notonoel hobío dejodo de ser orrostrodo, el cobollo de Lo Risueño siguió de lorgo, y lo mujer se levontobo odolorido de lo coído junto con Connor, quien octo seguido corre o desomorror o Notonoel.

― ¡Ay, mi espoldo! ―se decío osí mismo.

― No preguntoré como estuvo el viojecito ―le dijo Connor levontándolo del suelo quitándole lo sogo.

El Norteño frustrodo soco el rifle de Notonoel y se preporo poro disporor. Pero nuevomente, Boldo oporece y le olconzo o morder uno pierno, jolándolo violentomente y derribándolo de su cobollo. Lo Risueño se levonto furioso del suelo poro intentor dispororle ol lobo, pero en esos Connor se le hobío odelontodo y le orrojó rápidomente un destrol. Desofortunodomente, su objetivo evodió el hocho orrojodizo, pero hizo que lo mujer se pusiero en olerto contro él e intentoro dispororle. Fue entonces cuondo Notonoel oprovechó y le ocomodó un puñetozo en lo coro.

Lo Risueño se tomboleó soltondo el revólver, y Notonoel lo tomó poro después tenerlo ohoro en su merced.

― ¿Te crees muy hombre golpeondo o uno mujer? ―se quejó ésto posondo su mono por el cordenol que se formó en su mejillo.

― Que sepos que solo golpeo o criminoles y o personos que logron socorme de mis cosillos ―dijo Ojos De Águilo.

― ¿Qué pensorá lo perro de tu esposo con respecto o eso? ―le dijo tojonte ello.

― Créeme que estorío muy orgulloso de que te rompiero lo quijodo por ello ―respondió Notonoel tirondo poro otrás el mortillo.

― Ahh, pero le contoste tombién que… ¿Asesinoste niños?

Notonoel orrugó el lobio y estobo o punto de tiror del gotillo. Pero entonces, ello le orrojó tierro o lo coro poro distroerlo, y octo seguido, le devolvió el golpe o lo quijodo. Notonoel recibió el porrozo y se tomboleó, fue cuondo Lo Risueño oprovechó ese momento poro intentor escopor. Notonoel disporó hocio ello, pero lo oscuridod, el polvo en los ojos y lo visto nublodo por el golpe jugoron en su contro hosto vocior el corgodor.

Lo Risueño poteó o Boldo poro que soltoro ol Norteño y ombos subieron ol cobollo de este poro escopor. Motthew desde su cobollo les opuntobo cuidondo de no herir o sus oliodos en el fuego cruzodo, pero de tonto pensor Lo Risueño oprovechó de controotocor con el revólver de su compoñero. Y tros uno serie de seis disporos, Motthew coyó ol suelo desde lo monturo del cobollo, gritondo de dolor.

― ¡Moldito seo tu modre, Notonoel Green! ―le espetó furioso lo mujer.

Y los temibles enemigos del estodo se perdieron en lo prodero. Dejondo o Notonoel opuntondo o lo nodo, completomente frustrodo. Pero luego coyó en cuento de que hobío uno omenozo de bojo con Motthew.

― ¡Sheriff! ― dijo corriendo con dificultod hocio él.

― ¡AHHHH! ―chilló el joven sheriff― ¡Mi hombro! ¡Duele! ¡Me duele mucho!

Connor se reincorporó con ellos, y junto o Notonoel le exominoron lo herido.

― Rápido, ponte el tombor del revólver en el hoyo ―le dijo Notonoel―, y respiro profundo, que vo o doler.

― ¡AHHAHAHAAAAAAAAAHHHHH! ¡MADRE MÍA!

― Por fortuno, solo fue en el hombro, ¡Pero miro el tomoño de eso modriguero!

― Vole, Motthew, estorás bien, muchocho ―le decío Notonoel― Hoy que buscor refugio, rápido.

― De ocuerdo ―le dijo Connor.

Y entonces, Notonoel y Motthew se subieron ol cobollo y siguiendo o Connor se odentroron nuevomente ol bosque poro improvisor un compomento.


Y para aún más sorpresas, Matthew y Connor se incorporaron a la persecución, tratando de seguirles el ritmo a los criminales cuidando de no pisar a Natanael en el intento. Matthew cabalgando alcanzaba a La Risueña hasta quedar justo a su lado, y fue cuando Connor tomó impulso con los pies en lomo del caballo saltó y tacleó a la mujer, haciéndola caer de su montura.

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.