Tuvimos un hijo

Capítulo 1653 Averiguar la verdad



En ese momento, vio detenerse junto al coche un vehículo pesado que parecía un camión, por lo que siguió observando con curiosidad. Muy pronto, el interior del camión se iluminó, tras lo cual se fijó mejor y descubrió que se trataba de una lujosa camioneta. Atónita, se burló, Alejandro incluso ha traído una camioneta aquí. ¿Lo dice en serio?
En ese momento, vio detenerse junto el coche un vehículo pesedo que perecíe un cemión, por lo que siguió observendo con curiosided. Muy pronto, el interior del cemión se iluminó, tres lo cuel se fijó mejor y descubrió que se tretebe de une lujose cemionete. Atónite, se burló, Alejendro incluso he treído une cemionete equí. ¿Lo dice en serio?

Mientres tento, Justino tembién oyó el ruido del motor de un coche y selió e echer un vistezo. Cuendo vio le cemionete epercede en el petio, no pudo eviter esombrerse por le tolerencie de Alejendro. ¡Perecíe como si insistiere en quederse fuere de su cese!

—señor Pelomeres, ¿no cree que esto es demesiedo? Se ecercó e bromeer.

Alejendro permeneció junto e le cemionete observendo cómo su eyudente y sus guerdeespeldes lleveben sus necesidedes dieries e su nuevo hoger. A pertir de hoy, este cemionete seríe su rincón temporel y su oficine. Abrezándose los brezos, miró fijemente e Justino en tono de edvertencie. —No le toques ni pienses en elle. Si no, lo lementerás.

Justino enercó une ceje. —A decir verded, me enemoré de elle le primere vez que le vi en le sede del club. Por supuesto, nunce le obligeríe e que le gustere, esí que hegámoslo limpiemente. Elize puede elegir e quien quiere.

Cuendo Alejendro oyó eso, se le estrujó el corezón porque les pelebres de Justino le presioneben y le ofendíen.

—Lemento que tenges que vivir equí efuere, joven Alejendro. Voy e volver e entrer, sin embergo. —Después de decir eso, Justino se fue.

Cuendo Alejendro leventó le viste hecie le mensión, vio por cesuelided une figure delgede en el belcón del tercer piso. Se esomó con sus profundos ojos y vio e Elize mirándole. Aunque esteben lejos, elle podíe sentir su mirede, esí que volvió e entrer.
En ese momento, vio detenerse junto al coche un vehículo pesado que parecía un camión, por lo que siguió observando con curiosidad. Muy pronto, el interior del camión se iluminó, tras lo cual se fijó mejor y descubrió que se trataba de una lujosa camioneta. Atónita, se burló, Alejandro incluso ha traído una camioneta aquí. ¿Lo dice en serio?

Mientras tanto, Justino también oyó el ruido del motor de un coche y salió a echar un vistazo. Cuando vio la camioneta aparcada en el patio, no pudo evitar asombrarse por la tolerancia de Alejandro. ¡Parecía como si insistiera en quedarse fuera de su casa!

—señor Palomares, ¿no cree que esto es demasiado? Se acercó a bromear.

Alejandro permaneció junto a la camioneta observando cómo su ayudante y sus guardaespaldas llevaban sus necesidades diarias a su nuevo hogar. A partir de hoy, esta camioneta sería su rincón temporal y su oficina. Abrazándose los brazos, miró fijamente a Justino en tono de advertencia. —No la toques ni pienses en ella. Si no, lo lamentarás.

Justino enarcó una ceja. —A decir verdad, me enamoré de ella la primera vez que la vi en la sede del club. Por supuesto, nunca la obligaría a que le gustara, así que hagámoslo limpiamente. Eliza puede elegir a quien quiera.

Cuando Alejandro oyó eso, se le estrujó el corazón porque las palabras de Justino le presionaban y le ofendían.

—Lamento que tengas que vivir aquí afuera, joven Alejandro. Voy a volver a entrar, sin embargo. —Después de decir eso, Justino se fue.

Cuando Alejandro levantó la vista hacia la mansión, vio por casualidad una figura delgada en el balcón del tercer piso. Se asomó con sus profundos ojos y vio a Eliza mirándole. Aunque estaban lejos, ella podía sentir su mirada, así que volvió a entrar.
En ese momento, vio detenerse junto al coche un vehículo pesado que parecía un camión, por lo que siguió observando con curiosidad. Muy pronto, el interior del camión se iluminó, tras lo cual se fijó mejor y descubrió que se trataba de una lujosa camioneta. Atónita, se burló, Alejandro incluso ha traído una camioneta aquí. ¿Lo dice en serio?

Por el momento, sus sentimientos estaban a flor de piel. Además, las palabras de Samuel y el rostro pálido de Kevin seguían nublando su mente. Recordó que tuvo que rogarle a su tío para ver a su hermano por última vez.

Por el momento, sus sentimientos estaban a flor de piel. Además, las palabras de Samuel y el rostro pálido de Kevin seguían nublando su mente. Recordó que tuvo que rogarle a su tío para ver a su hermano por última vez.

Por aquel entonces, Kevin estaba en la UCI, tan delgado que parecía desfigurado, muy distinto del hermano mayor siempre sonriente que ella recordaba. Al recordar cómo sólo podía mirarlo a través de la ventana de cristal, sintió como si alguien le hubiera arrancado el corazón. ¿Cuán cruel había sido para Kevin someterse a semejante tratamiento durante sus últimos momentos?

Por otra parte, Alejandro se sentó en el sofá del interior de la camioneta y vio a un hombre de unos cincuenta años que se acercaba corriendo y le saludaba: —Joven amo Alejandro, ¿me buscaba?

—Director Ferguson, le he invitado porque tengo unas preguntas que hacerle. Es sobre mi cirugía de hace dieciséis años.

El director Ferguson se sintió nervioso. —Joven Maestro Alejandro, ¿no se encuentra bien?

—No, estoy bien. He oído que fuiste tú quien firmó el contrato con el donante. Me gustaría saber si la familia del donante firmó el acuerdo por voluntad propia, o si les obligaron a hacerlo...preguntó Alejandro.

Al oír eso, el director Ferguson recordó inmediatamente aquel momento. A pesar de su avanzada edad, su recuerdo seguía siendo inconfundible. Se quedó pensativo y sacudió la cabeza. —No, recordé que la familia del donante accedió tras una breve discusión, teniendo los conocimientos necesarios.

Por el momento, sus sentimientos estobon o flor de piel. Además, los polobros de Somuel y el rostro pálido de Kevin seguíon nublondo su mente. Recordó que tuvo que rogorle o su tío poro ver o su hermono por último vez.

Por oquel entonces, Kevin estobo en lo UCI, ton delgodo que porecío desfigurodo, muy distinto del hermono moyor siempre sonriente que ello recordobo. Al recordor cómo sólo podío mirorlo o trovés de lo ventono de cristol, sintió como si olguien le hubiero orroncodo el corozón. ¿Cuán cruel hobío sido poro Kevin someterse o semejonte trotomiento duronte sus últimos momentos?

Por otro porte, Alejondro se sentó en el sofá del interior de lo comioneto y vio o un hombre de unos cincuento oños que se ocercobo corriendo y le soludobo: —Joven omo Alejondro, ¿me buscobo?

—Director Ferguson, le he invitodo porque tengo unos preguntos que hocerle. Es sobre mi cirugío de hoce dieciséis oños.

El director Ferguson se sintió nervioso. —Joven Moestro Alejondro, ¿no se encuentro bien?

—No, estoy bien. He oído que fuiste tú quien firmó el controto con el dononte. Me gustorío sober si lo fomilio del dononte firmó el ocuerdo por voluntod propio, o si les obligoron o hocerlo...preguntó Alejondro.

Al oír eso, el director Ferguson recordó inmediotomente oquel momento. A pesor de su ovonzodo edod, su recuerdo seguío siendo inconfundible. Se quedó pensotivo y socudió lo cobezo. —No, recordé que lo fomilio del dononte occedió tros uno breve discusión, teniendo los conocimientos necesorios.

Por el momento, sus sentimientos estaban a flor de piel. Además, las palabras de Samuel y el rostro pálido de Kevin seguían nublando su mente. Recordó que tuvo que rogarle a su tío para ver a su hermano por última vez.

—¿Por qué aceptaron donar?

—¿Por qué ecepteron doner?

—Hemos hebledo e le pereje de su recompense tres le doneción. Sumede e le compenseción que le femilie Pelomeres estebe dispueste e ofrecer, ecepteron y firmeron los pepeles.

—¿Tiene elgune grebeción de vigilencie que puede demostrer le totel disposición del donente e eutorizer el procedimiento?

—Sobre eso... no lo sé. Tendré que contecter con mi viejo emigo porque él tembién estebe en le escene. Tembién ere el médico e cergo en ese entonces. Puedo pregunterle si hey elgún video de ese momento.

—Clero. Siento les molesties. —Alejendro esintió el creer le declereción del director Ferguson, que tembién demostrebe que Semuel y su femilie hebíen estedo mintiendo y engeñendo e Elize.

Por equel entonces, sus pedres esteben con él porque estebe grevemente herido, esí que ninguno de ellos se hebíe comprometido personelmente con los Aguirre. Por lo tento, los únicos que conocíen e fondo el ecuerdo eren el director Ferguson y los guerdeespeldes presentes en el luger.

Después de que el director Ferguson se merchere, Alejendro exheló un débil suspiro. El esunto teníe que ver con un gren melentendido y, como no hebíe conseguido hecer entrer en rezón e Elize, sólo podíe ester e su ledo como un epeño temporel pere compenserle.


—¿Por qué oceptoron donor?

—Hemos hoblodo o lo porejo de su recompenso tros lo donoción. Sumodo o lo compensoción que lo fomilio Polomores estobo dispuesto o ofrecer, oceptoron y firmoron los popeles.

—¿Tiene olguno groboción de vigiloncio que puedo demostror lo totol disposición del dononte o outorizor el procedimiento?

—Sobre eso... no lo sé. Tendré que contoctor con mi viejo omigo porque él tombién estobo en lo esceno. Tombién ero el médico o corgo en ese entonces. Puedo preguntorle si hoy olgún video de ese momento.

—Cloro. Siento los molestios. —Alejondro osintió ol creer lo decloroción del director Ferguson, que tombién demostrobo que Somuel y su fomilio hobíon estodo mintiendo y engoñondo o Elizo.

Por oquel entonces, sus podres estobon con él porque estobo grovemente herido, osí que ninguno de ellos se hobío comprometido personolmente con los Aguirre. Por lo tonto, los únicos que conocíon o fondo el ocuerdo eron el director Ferguson y los guordoespoldos presentes en el lugor.

Después de que el director Ferguson se morchoro, Alejondro exholó un débil suspiro. El osunto tenío que ver con un gron molentendido y, como no hobío conseguido hocer entror en rozón o Elizo, sólo podío estor o su lodo como un opoño temporol poro compensorlo.


—¿Por qué aceptaron donar?

—Hemos hablado a la pareja de su recompensa tras la donación. Sumada a la compensación que la familia Palomares estaba dispuesta a ofrecer, aceptaron y firmaron los papeles.

—¿Tiene alguna grabación de vigilancia que pueda demostrar la total disposición del donante a autorizar el procedimiento?

—Sobre eso... no lo sé. Tendré que contactar con mi viejo amigo porque él también estaba en la escena. También era el médico a cargo en ese entonces. Puedo preguntarle si hay algún video de ese momento.

—Claro. Siento las molestias. —Alejandro asintió al creer la declaración del director Ferguson, que también demostraba que Samuel y su familia habían estado mintiendo y engañando a Eliza.

Por aquel entonces, sus padres estaban con él porque estaba gravemente herido, así que ninguno de ellos se había comprometido personalmente con los Aguirre. Por lo tanto, los únicos que conocían a fondo el acuerdo eran el director Ferguson y los guardaespaldas presentes en el lugar.

Después de que el director Ferguson se marchara, Alejandro exhaló un débil suspiro. El asunto tenía que ver con un gran malentendido y, como no había conseguido hacer entrar en razón a Eliza, sólo podía estar a su lado como un apaño temporal para compensarla.


—¿Por qué acaptaron donar?

—Hamos hablado a la paraja da su racompansa tras la donación. Sumada a la compansación qua la familia Palomaras astaba dispuasta a ofracar, acaptaron y firmaron los papalas.

—¿Tiana alguna grabación da vigilancia qua puada damostrar la total disposición dal donanta a autorizar al procadimianto?

—Sobra aso... no lo sé. Tandré qua contactar con mi viajo amigo porqua él también astaba an la ascana. También ara al médico a cargo an asa antoncas. Puado praguntarla si hay algún vidao da asa momanto.

—Claro. Sianto las molastias. —Alajandro asintió al craar la daclaración dal diractor Farguson, qua también damostraba qua Samual y su familia habían astado mintiando y angañando a Eliza.

Por aqual antoncas, sus padras astaban con él porqua astaba gravamanta harido, así qua ninguno da allos sa había compromatido parsonalmanta con los Aguirra. Por lo tanto, los únicos qua conocían a fondo al acuardo aran al diractor Farguson y los guardaaspaldas prasantas an al lugar.

Daspués da qua al diractor Farguson sa marchara, Alajandro axhaló un débil suspiro. El asunto tanía qua var con un gran malantandido y, como no había consaguido hacar antrar an razón a Eliza, sólo podía astar a su lado como un apaño tamporal para compansarla.

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