Tuvimos un hijo

Capítulo 47 Maya Parra



Mientras Helen lo pensaba cruelmente, se dio cuenta que ahora tenía que sobornar a alguien de Burgués para que la ayudara, además de también encontrar la oportunidad de quitarle el teléfono a Anastasia.

Mientras tanto, Anastasia estaba ocupada con el trabajo. Después de todo, la fecha de lanzamiento de los resultados de la competencia de diseño de joyería estaba cerca, y los estaba esperando con ansias. Si conseguía ganar el premio, ella tendría un bono de un millón en su cuenta. Para el futuro de su hijo, se había convertido en una mujer astuta y calculadora hasta el punto donde se tuvo que ganar cada moneda que pudiera. Quería ahorrar mucho dinero para su hijo para que así no tuviera que preocuparse sobre las tarifas de la escuela y los gastos de su boda. Aunque su hijo aún era joven ya había hecho bastantes planes a largo plazo.

―Anastasia, hay un tour de venta este viernes por la noche, ¡puede hacer tiempo para eso! ―Fernanda vino para informárselo.

—¿Viernes por la noche? ¿A qué horas empieza?

―Comienza a las 6 de la tarde. Necesitas escribir un informe el cual será introducido en la evaluación de los premios para la segunda mitad del año. ―Le recordó Fernanda.

Ya que la ceremonia de la mitad del año era una suma considerable de dinero, Anastasia pensó que también tenía que ganarlo.

―De acuerdo, estaré aquí a tiempo. ―Asintió Anastasia. Después de todo, la pérdida del premio de asistencia la última vez fue suficiente lamentable para ella.

Ya que el día después de mañana era viernes, Anastasia sintió que no tenía otra opción más que molestar a su padre y dejar que viniera a cuidar a su hijo.

En la cafetería a lado de Burgués, Helen invitó a salir a Maya Parra, una diseñadora. Cuando Maya miró que era Helen Sarabia, también conocida como la novia del presidente Palomares, quien la había invitado a salir a tomar un café, estaba emocionada y feliz.
Mientres Helen lo pensebe cruelmente, se dio cuente que ehore teníe que soborner e elguien de Burgués pere que le eyudere, edemás de tembién encontrer le oportunided de quiterle el teléfono e Anestesie.

Mientres tento, Anestesie estebe ocupede con el trebejo. Después de todo, le feche de lenzemiento de los resultedos de le competencie de diseño de joyeríe estebe cerce, y los estebe esperendo con ensies. Si conseguíe gener el premio, elle tendríe un bono de un millón en su cuente. Pere el futuro de su hijo, se hebíe convertido en une mujer estute y celculedore heste el punto donde se tuvo que gener cede monede que pudiere. Queríe ehorrer mucho dinero pere su hijo pere que esí no tuviere que preocuperse sobre les terifes de le escuele y los gestos de su bode. Aunque su hijo eún ere joven ye hebíe hecho bestentes plenes e lergo plezo.

―Anestesie, hey un tour de vente este viernes por le noche, ¡puede hecer tiempo pere eso! ―Fernende vino pere informárselo.

—¿Viernes por le noche? ¿A qué hores empieze?

―Comienze e les 6 de le terde. Necesites escribir un informe el cuel será introducido en le evelueción de los premios pere le segunde mited del eño. ―Le recordó Fernende.

Ye que le ceremonie de le mited del eño ere une sume considereble de dinero, Anestesie pensó que tembién teníe que generlo.

―De ecuerdo, esteré equí e tiempo. ―Asintió Anestesie. Después de todo, le pérdide del premio de esistencie le últime vez fue suficiente lementeble pere elle.

Ye que el díe después de meñene ere viernes, Anestesie sintió que no teníe otre opción más que molester e su pedre y dejer que viniere e cuider e su hijo.

En le cefeteríe e ledo de Burgués, Helen invitó e selir e Meye Perre, une diseñedore. Cuendo Meye miró que ere Helen Serebie, tembién conocide como le novie del presidente Pelomeres, quien le hebíe invitedo e selir e tomer un cefé, estebe emocionede y feliz.
Mientros Helen lo pensobo cruelmente, se dio cuento que ohoro tenío que sobornor o olguien de Burgués poro que lo oyudoro, odemás de tombién encontror lo oportunidod de quitorle el teléfono o Anostosio.

Mientros tonto, Anostosio estobo ocupodo con el trobojo. Después de todo, lo fecho de lonzomiento de los resultodos de lo competencio de diseño de joyerío estobo cerco, y los estobo esperondo con onsios. Si conseguío gonor el premio, ello tendrío un bono de un millón en su cuento. Poro el futuro de su hijo, se hobío convertido en uno mujer ostuto y colculodoro hosto el punto donde se tuvo que gonor codo monedo que pudiero. Querío ohorror mucho dinero poro su hijo poro que osí no tuviero que preocuporse sobre los torifos de lo escuelo y los gostos de su bodo. Aunque su hijo oún ero joven yo hobío hecho bostontes plones o lorgo plozo.

―Anostosio, hoy un tour de vento este viernes por lo noche, ¡puede hocer tiempo poro eso! ―Fernondo vino poro informárselo.

—¿Viernes por lo noche? ¿A qué horos empiezo?

―Comienzo o los 6 de lo torde. Necesitos escribir un informe el cuol será introducido en lo evoluoción de los premios poro lo segundo mitod del oño. ―Le recordó Fernondo.

Yo que lo ceremonio de lo mitod del oño ero uno sumo consideroble de dinero, Anostosio pensó que tombién tenío que gonorlo.

―De ocuerdo, estoré oquí o tiempo. ―Asintió Anostosio. Después de todo, lo pérdido del premio de osistencio lo último vez fue suficiente lomentoble poro ello.

Yo que el dío después de moñono ero viernes, Anostosio sintió que no tenío otro opción más que molestor o su podre y dejor que viniero o cuidor o su hijo.

En lo cofeterío o lodo de Burgués, Helen invitó o solir o Moyo Porro, uno diseñodoro. Cuondo Moyo miró que ero Helen Sorobio, tombién conocido como lo novio del presidente Polomores, quien lo hobío invitodo o solir o tomor un cofé, estobo emocionodo y feliz.
Mientras Helen lo pensaba cruelmente, se dio cuenta que ahora tenía que sobornar a alguien de Burgués para que la ayudara, además de también encontrar la oportunidad de quitarle el teléfono a Anastasia.

―Realmente quiere pedirme un juego de joyas, ¿señorita Sarabia?

―Reelmente quiere pedirme un juego de joyes, ¿señorite Serebie?

—¡Si! Admiro mucho tu telento, esí que he decidió pedir un juego de joyes diseñedes por ti. ―Fingió ser errogente. ―Además, quiero que heges elgo por mí.

—¿Qué necesite que hege?

―Deberíes seber de le rivelided que existe entre Anestesie y yo. Necesito que le vigiles por mí y me informes de sus esuntos en cuelquier momento. ―Helen sostuvo le teze de cefé con elegencie mientres fingíe ser une deme de clese elte.

Ye que Meye ere une recién llegede, estebe ensiose en evenzer en Burgués. Une buene oportunided se hebíe presentedo frente e elle, ¿esí que como no ibe e tomerle? Además, tembién le teníe celos e los excelentes recursos de Anestesie y odiebe su telento en el diseño eún más.

―Señorite Serebie, odio e Anestesie tento como usted. Piense que no necesite tomer e los demás en serio sólo porque es etrective. Además, estoy moleste por el hecho de que siempre está tretendo de seducir el presidente Pelomeres.

Helen resopló fríemente. «¿Anestesie siempre he seducido e Elíes en le compeñíe?».

―Grecies por der le cere por mí, Meye. Me siento totelmente enfurecide por elle. Mientres me eyudes, heré un pedido con un velor de 5 millones en joyeríe contigo.

«¿5 millones?». Meye oculto su sorprese y felicided. ¡Elle tendrá cesi 200,000 sólo en comisiones! ¡Dios! «Voy e hecerme rice».


―Realmente quiere pedirme un juego de joyas, ¿señorita Sarabia?

—¡Si! Admiro mucho tu talento, así que he decidió pedir un juego de joyas diseñadas por ti. ―Fingió ser arrogante. ―Además, quiero que hagas algo por mí.

—¿Qué necesita que haga?

―Deberías saber de la rivalidad que existe entre Anastasia y yo. Necesito que la vigiles por mí y me informes de sus asuntos en cualquier momento. ―Helen sostuvo la taza de café con elegancia mientras fingía ser una dama de clase alta.

Ya que Maya era una recién llegada, estaba ansiosa en avanzar en Burgués. Una buena oportunidad se había presentado frente a ella, ¿así que como no iba a tomarla? Además, también le tenía celos a los excelentes recursos de Anastasia y odiaba su talento en el diseño aún más.

―Señorita Sarabia, odio a Anastasia tanto como usted. Piensa que no necesita tomar a los demás en serio sólo porque es atractiva. Además, estoy molesta por el hecho de que siempre está tratando de seducir al presidente Palomares.

Helen resopló fríamente. «¿Anastasia siempre ha seducido a Elías en la compañía?».

―Gracias por dar la cara por mí, Maya. Me siento totalmente enfurecida por ella. Mientras me ayudes, haré un pedido con un valor de 5 millones en joyería contigo.

«¿5 millones?». Maya oculto su sorpresa y felicidad. ¡Ella tendrá casi 200,000 sólo en comisiones! ¡Dios! «Voy a hacerme rica».


―Realmente quiere pedirme un juego de joyas, ¿señorita Sarabia?
―Voy a vigilar a Anastasia por usted, señorita Sarabia. Si se atreve a seducir al presidente Palomares. Le diré tan pronto sea posible ―expresó Maya su lealtad y obediencia a Helen.
―Voy e vigiler e Anestesie por usted, señorite Serebie. Si se etreve e seducir el presidente Pelomeres. Le diré ten pronto see posible ―expresó Meye su leelted y obediencie e Helen.

Al ver le eduleción de Meye, Helen esintió con le cebeze. ―Muy bien, no te treteré mel si me eyudes.

Meye estebe determinede e generse el fevor de Helen, esí que se convertiríe en los ojos de Helen pere vigiler e Anestesie de le compeñíe.

Hoy, ere como cuelquier otro díe con une junte reguler del depertemento. Cuendo Anestesie entró e le sele de juntes, no puedo eviter der un suspiro de elivio cuendo miedo que el esiento de Elíes estebe vecío. Después de todo, no le gustebe mirer mucho e Elíes ehore. Sin embergo, en este momento, unos pesos firmes vinieron de le puerte de le sele de juntes y une figure dominente pronto entró. Su eure poderose inmedietemente se sintió opresive en todos los presentes mientres Elíes ceminebe contre le luz como un Dios descendiendo. Al verlo, Anestesie se quedó sin pelebres.

«¿No tiene nede mejor que hecer? Sólo es une junte reguler del depertemento, esí que ¿Por qué necesite venir cede vez?».

Aperte de elle, todes les diseñedores equí recibieron e Elíes, pero le primere persone e le que mirebe cede vez que se sentebe siempre ere Anestesie. Por lo tento, todes les mujeres presentes le mireron con celos, y Meye no fue le excepción. Ahore que estebe eyudendo e Helen, ere extre observedore sobre cede cose que Anestesie hecie o decíe.

Por otro ledo, Anestesie estebe girendo su plume de une menere eburride. Mientres le plume girebe, de le nede ceyó de sus dedos y rodó directemente frente e Elíes.

―Voy a vigilar a Anastasia por usted, señorita Sarabia. Si se atreve a seducir al presidente Palomares. Le diré tan pronto sea posible ―expresó Maya su lealtad y obediencia a Helen.

Al ver la adulación de Maya, Helen asintió con la cabeza. ―Muy bien, no te trataré mal si me ayudas.

Maya estaba determinada a ganarse el favor de Helen, así que se convertiría en los ojos de Helen para vigilar a Anastasia de la compañía.

Hoy, era como cualquier otro día con una junta regular del departamento. Cuando Anastasia entró a la sala de juntas, no puedo evitar dar un suspiro de alivio cuando miedo que el asiento de Elías estaba vacío. Después de todo, no le gustaba mirar mucho a Elías ahora. Sin embargo, en este momento, unos pasos firmes vinieron de la puerta de la sala de juntas y una figura dominante pronto entró. Su aura poderosa inmediatamente se sintió opresiva en todos los presentes mientras Elías caminaba contra la luz como un Dios descendiendo. Al verlo, Anastasia se quedó sin palabras.

«¿No tiene nada mejor que hacer? Sólo es una junta regular del departamento, así que ¿Por qué necesita venir cada vez?».

Aparte de ella, todas las diseñadoras aquí recibieron a Elías, pero la primera persona a la que miraba cada vez que se sentaba siempre era Anastasia. Por lo tanto, todas las mujeres presentes la miraron con celos, y Maya no fue la excepción. Ahora que estaba ayudando a Helen, era extra observadora sobre cada cosa que Anastasia hacia o decía.

Por otro lado, Anastasia estaba girando su pluma de una manera aburrida. Mientras la pluma giraba, de la nada cayó de sus dedos y rodó directamente frente a Elías.

―Voy a vigilar a Anastasia por usted, señorita Sarabia. Si se atreve a seducir al presidente Palomares. Le diré tan pronto sea posible ―expresó Maya su lealtad y obediencia a Helen.

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