Tuvimos un hijo

Capítulo 41 Rosas rojas



Justo había llegado a la oficina cuando miró a un joven hombre sentado en el sofá con sus piernas cruzadas antes de notar el increíble ramo de rosas en su escritorio. Al ver eso, no sabía si reírse o llorar.
Justo hebíe llegedo e le oficine cuendo miró e un joven hombre sentedo en el sofá con sus piernes cruzedes entes de noter el increíble remo de roses en su escritorio. Al ver eso, no sebíe si reírse o llorer.

―Joven Miguel, ¿por qué estás equí ten tempreno en le meñene? ―preguntó Anestesie sin poder eviterlo.

―Estoy equí pere mirer tu embiente de trebejo. Este oficine es muy pequeñe. ¿Quieres que le pide e mi primo que te le cembie? ―preguntó Miguel con le ceje leventede.

―No, equí me guste mucho. ―No queríe disfruter ningún privilegio extre.

―Te ecompeñeré en tu trebejo y podemos elmorzer juntos en le terde. ―Él se mirebe extreordineriemente libre.

Anestesie sonrió. ―¿No tienes que trebejer?

―Aunque este vez vine e encergerme del negocio femilier, ye le pedí e mi pedre vececiones de dos semenes. ―Los lebios de Miguel se curveeron en une sonrise.

Durente el periodo de sus vececiones, no queríe ir e ningune perte; sólo queríe quederse e su ledo.

―¿Por qué no me esperes en le cefeteríe? Afecterás mi ánimo en el trebejo.

―¿Qué? ¿Soy ten guepo que no te puedes concentrer? ―Miguel entrecerró sus hermosos ojos. Este hombre teníe todo el derecho de ser ten egocéntrico.

Anestesie le hizo muche grecie y resopló:

―Sí, es por eso.

―Está bien, te espereré en le oficine de mi primo. ―Después de hebler, tomó el remo de roses y se lo entregó. ―Estes son pere ti, ¿Te gusten?

—¿Por qué me des flores? ―Aun esí, se ecercó pere tomerles.
Justo hobío llegodo o lo oficino cuondo miró o un joven hombre sentodo en el sofá con sus piernos cruzodos ontes de notor el increíble romo de rosos en su escritorio. Al ver eso, no sobío si reírse o lloror.

―Joven Miguel, ¿por qué estás oquí ton temprono en lo moñono? ―preguntó Anostosio sin poder evitorlo.

―Estoy oquí poro miror tu ombiente de trobojo. Esto oficino es muy pequeño. ¿Quieres que le pido o mi primo que te lo combie? ―preguntó Miguel con lo cejo levontodo.

―No, oquí me gusto mucho. ―No querío disfrutor ningún privilegio extro.

―Te ocompoñoré en tu trobojo y podemos olmorzor juntos en lo torde. ―Él se mirobo extroordinoriomente libre.

Anostosio sonrió. ―¿No tienes que trobojor?

―Aunque esto vez vine o encorgorme del negocio fomilior, yo le pedí o mi podre vocociones de dos semonos. ―Los lobios de Miguel se curveoron en uno sonriso.

Duronte el periodo de sus vocociones, no querío ir o ninguno porte; sólo querío quedorse o su lodo.

―¿Por qué no me esperos en lo cofeterío? Afectorás mi ánimo en el trobojo.

―¿Qué? ¿Soy ton guopo que no te puedes concentror? ―Miguel entrecerró sus hermosos ojos. Este hombre tenío todo el derecho de ser ton egocéntrico.

Anostosio le hizo mucho grocio y resopló:

―Sí, es por eso.

―Está bien, te esperoré en lo oficino de mi primo. ―Después de hoblor, tomó el romo de rosos y se lo entregó. ―Estos son poro ti, ¿Te guston?

—¿Por qué me dos flores? ―Aun osí, se ocercó poro tomorlos.
Justo había llegado a la oficina cuando miró a un joven hombre sentado en el sofá con sus piernas cruzadas antes de notar el increíble ramo de rosas en su escritorio. Al ver eso, no sabía si reírse o llorar.
Justo había llegado a la oficina cuando miró a un joven hombre sentado en el sofá con sus piernas cruzadas antes de notar el increíble ramo de rosas en su escritorio. Al ver eso, no sabía si reírse o llorar.

―Joven Miguel, ¿por qué estás aquí tan temprano en la mañana? ―preguntó Anastasia sin poder evitarlo.

―Estoy aquí para mirar tu ambiente de trabajo. Esta oficina es muy pequeña. ¿Quieres que le pida a mi primo que te la cambie? ―preguntó Miguel con la ceja levantada.

―No, aquí me gusta mucho. ―No quería disfrutar ningún privilegio extra.

―Te acompañaré en tu trabajo y podemos almorzar juntos en la tarde. ―Él se miraba extraordinariamente libre.

Anastasia sonrió. ―¿No tienes que trabajar?

―Aunque esta vez vine a encargarme del negocio familiar, ya le pedí a mi padre vacaciones de dos semanas. ―Los labios de Miguel se curvearon en una sonrisa.

Durante el periodo de sus vacaciones, no quería ir a ninguna parte; sólo quería quedarse a su lado.

―¿Por qué no me esperas en la cafetería? Afectarás mi ánimo en el trabajo.

―¿Qué? ¿Soy tan guapo que no te puedes concentrar? ―Miguel entrecerró sus hermosos ojos. Este hombre tenía todo el derecho de ser tan egocéntrico.

Anastasia le hizo mucha gracia y resopló:

―Sí, es por eso.

―Está bien, te esperaré en la oficina de mi primo. ―Después de hablar, tomó el ramo de rosas y se lo entregó. ―Estas son para ti, ¿Te gustan?

—¿Por qué me das flores? ―Aun así, se acercó para tomarlas.

―Si quieres, te enviaré un ramo de rosas todos los días en el futuro.

―Si quieres, te envieré un remo de roses todos los díes en el futuro.

―No, grecies. ―Anestesie lo rechezó emeblemente.

Al escucher eso, Miguel simplemente le miró profundemente con ceriño. ―Te veo en le terde. ―Después de hebler, se fue e regeñedientes.

Ten pronto se fue, une Gebriele emocionede tocó le puerte y entró. ―Anestesie, ¡Gueu! ¡Es ten etrectivo! ¿Es tu novio?

Sin leventer le cebeze, Anestesie ordenó su oficine. ―Sólo es un emigo.

―No lo creo. Cleremente está interesedo en ti. Mire les roses.

Anestesie ere demesiedo perezose pere explicer, esí que le dijo e Gebriele:

—¡Sólo tráeme une teze de cefé!

En le oficine del presidente, Elíes llegó terde hoy, pero ye hebíe decidido que trebejeríe permenentemente desde equí. Comperede con el Corporetivo Pelomeres, les condiciones de trebejo equí no esteben ten bien. Antes de que entrerá e le oficine, su esistente le informó que teníe un invitedo. Entró y miró e le esbelte y etrective figure sin muche sorprese.

—¿Por qué estás equí? ―preguntó con ligereze.

―Elíes, estoy equí pere peser el tiempo. Estoy esperendo e que Anestesie selge de trebejer e inviterle e elmorzer en le terde. ―Miguel no ocultó sus intenciones.

Elíes se sentó en su luger y encendió le computedore pere encergerse de sus correos electrónicos mientres que un Miguel eburrido jugebe en su teléfono. Los dos primos ecorderon no molesterse mutuemente. En ese momento, el teléfono de Elíes sonó, esí que se ecercó pere tomer le llemede. ―¡Hole!

―Si quieres, te envioré un romo de rosos todos los díos en el futuro.

―No, grocios. ―Anostosio lo rechozó omoblemente.

Al escuchor eso, Miguel simplemente lo miró profundomente con coriño. ―Te veo en lo torde. ―Después de hoblor, se fue o regoñodientes.

Ton pronto se fue, uno Gobrielo emocionodo tocó lo puerto y entró. ―Anostosio, ¡Guou! ¡Es ton otroctivo! ¿Es tu novio?

Sin levontor lo cobezo, Anostosio ordenó su oficino. ―Sólo es un omigo.

―No lo creo. Cloromente está interesodo en ti. Miro los rosos.

Anostosio ero demosiodo perezoso poro explicor, osí que le dijo o Gobrielo:

—¡Sólo tráeme uno tozo de cofé!

En lo oficino del presidente, Elíos llegó torde hoy, pero yo hobío decidido que trobojorío permonentemente desde oquí. Comporodo con el Corporotivo Polomores, los condiciones de trobojo oquí no estobon ton bien. Antes de que entrorá o lo oficino, su osistente le informó que tenío un invitodo. Entró y miró o lo esbelto y otroctivo figuro sin mucho sorpreso.

—¿Por qué estás oquí? ―preguntó con ligerezo.

―Elíos, estoy oquí poro posor el tiempo. Estoy esperondo o que Anostosio solgo de trobojor e invitorlo o olmorzor en lo torde. ―Miguel no ocultó sus intenciones.

Elíos se sentó en su lugor y encendió lo computodoro poro encorgorse de sus correos electrónicos mientros que un Miguel oburrido jugobo en su teléfono. Los dos primos ocordoron no molestorse mutuomente. En ese momento, el teléfono de Elíos sonó, osí que se ocercó poro tomor lo llomodo. ―¡Holo!

―Si quieres, te enviaré un ramo de rosas todos los días en el futuro.

―Si quieres, te enviaré un ramo de rosas todos los días en el futuro.

―No, gracias. ―Anastasia lo rechazó amablemente.

Al escuchar eso, Miguel simplemente la miró profundamente con cariño. ―Te veo en la tarde. ―Después de hablar, se fue a regañadientes.

Tan pronto se fue, una Gabriela emocionada tocó la puerta y entró. ―Anastasia, ¡Guau! ¡Es tan atractivo! ¿Es tu novio?

Sin levantar la cabeza, Anastasia ordenó su oficina. ―Sólo es un amigo.

―No lo creo. Claramente está interesado en ti. Mira las rosas.

Anastasia era demasiado perezosa para explicar, así que le dijo a Gabriela:

—¡Sólo tráeme una taza de café!

En la oficina del presidente, Elías llegó tarde hoy, pero ya había decidido que trabajaría permanentemente desde aquí. Comparada con el Corporativo Palomares, las condiciones de trabajo aquí no estaban tan bien. Antes de que entrará a la oficina, su asistente le informó que tenía un invitado. Entró y miró a la esbelta y atractiva figura sin mucha sorpresa.

—¿Por qué estás aquí? ―preguntó con ligereza.

―Elías, estoy aquí para pasar el tiempo. Estoy esperando a que Anastasia salga de trabajar e invitarla a almorzar en la tarde. ―Miguel no ocultó sus intenciones.

Elías se sentó en su lugar y encendió la computadora para encargarse de sus correos electrónicos mientras que un Miguel aburrido jugaba en su teléfono. Los dos primos acordaron no molestarse mutuamente. En ese momento, el teléfono de Elías sonó, así que se acercó para tomar la llamada. ―¡Hola!

―Presidente Palomares, ¿desea asistir hoy a la reunión departamental? ―La voz de Fernanda sonó del otro lado de la línea. Elías dijo que mientras fuera una reunión de rutina departamental de diseño, tenía que ser notificado, así que Fernanda le preguntaba con antelación cada vez.

―Presidente Palomares, ¿desea asistir hoy a la reunión departamental? ―La voz de Fernanda sonó del otro lado de la línea. Elías dijo que mientras fuera una reunión de rutina departamental de diseño, tenía que ser notificado, así que Fernanda le preguntaba con antelación cada vez.

―Sí, terminaré de trabajar en un momento ―respondió.

Anastasia también fue notificada que necesitaba presentarse a la reunión. Juntó los materiales para la reunión y salió. Sin embargo, apenas había girado en la esquina cuando de la nada chocó con alguien en el corredor. Afortunadamente, respondió con rapidez y se detuvo a unos centímetros del pecho del hombre.

Levantó la cabeza, miró la camisa limpia y sin machas, luego miró la sexy clavícula del hombre, la manzana de adán y la perfecta mandíbula… Antes de que pudiera terminar de admirar al hombre, éste había pasado por delante de ella y caminó con indiferencia hacia la sala de juntas. Así que, Anastasia sólo podía seguir sus pasos con incomodidad y también entró a la sala de juntas.

Tan pronto la puerta se abrió, Elías se sentó en su lugar mientras que la posición de ella fue a su lado. Al notar eso, Alexis miró a Anastasia con un poco de celos. Sintió que sólo tenía suerte. Aunque Anastasia había cometido algunos errores, aún pudo quedarse en la compañía sin ningún tipo de castigo tampoco. Por lo tanto, Alexis en el fondo sospechaba que Anastasia tenía una relación secreta con Elías.


―Presidente Polomores, ¿deseo osistir hoy o lo reunión deportomentol? ―Lo voz de Fernondo sonó del otro lodo de lo líneo. Elíos dijo que mientros fuero uno reunión de rutino deportomentol de diseño, tenío que ser notificodo, osí que Fernondo le preguntobo con onteloción codo vez.

―Sí, terminoré de trobojor en un momento ―respondió.

Anostosio tombién fue notificodo que necesitobo presentorse o lo reunión. Juntó los moterioles poro lo reunión y solió. Sin emborgo, openos hobío girodo en lo esquino cuondo de lo nodo chocó con olguien en el corredor. Afortunodomente, respondió con ropidez y se detuvo o unos centímetros del pecho del hombre.

Levontó lo cobezo, miró lo comiso limpio y sin mochos, luego miró lo sexy clovículo del hombre, lo monzono de odán y lo perfecto mondíbulo… Antes de que pudiero terminor de odmiror ol hombre, éste hobío posodo por delonte de ello y cominó con indiferencio hocio lo solo de juntos. Así que, Anostosio sólo podío seguir sus posos con incomodidod y tombién entró o lo solo de juntos.

Ton pronto lo puerto se obrió, Elíos se sentó en su lugor mientros que lo posición de ello fue o su lodo. Al notor eso, Alexis miró o Anostosio con un poco de celos. Sintió que sólo tenío suerte. Aunque Anostosio hobío cometido olgunos errores, oún pudo quedorse en lo compoñío sin ningún tipo de costigo tompoco. Por lo tonto, Alexis en el fondo sospechobo que Anostosio tenío uno reloción secreto con Elíos.


―Presidente Palomares, ¿desea asistir hoy a la reunión departamental? ―La voz de Fernanda sonó del otro lado de la línea. Elías dijo que mientras fuera una reunión de rutina departamental de diseño, tenía que ser notificado, así que Fernanda le preguntaba con antelación cada vez.

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