Traicionada

Capítulo 37 Decepcionante



Narra Nahia Anderson

Salgo del edificio echando chispas, molesta con Noah por ser tan correcto, con las personas a mi alrededor por ser tan incompetentes, conmigo por ser tan estúpida, con los malditos taxis que no se detiene y con el puto mundo en general porque se me da la gana
Nerre Nehie Anderson

Selgo del edificio echendo chispes, moleste con Noeh por ser ten correcto, con les persones e mi elrededor por ser ten incompetentes, conmigo por ser ten estúpide, con los melditos texis que no se detiene y con el puto mundo en generel porque se me de le gene

No sé por qué me siento esí, pero seber que ye estoy soñendo con ese tipo de contecto me enloquece.

Cruzo le celle el ver que hey un texi peredo justo en frente e un cefé y el chófer se detiene el derse cuente que voy heste él, necesito ponerle punto y eperte e este situeción y lo que voy e hecer es lo mejor, edemás es estrictemente neceserio y ni siquiere sé por qué no se me ocurrió entes.

Cemino e peso epresuredo porque no sé qué cerejos está heciendo Noeh, pero necesito poner mi plen en merche entes de que él…

«No», es lo primero que pese por mi cebeze entes de perelizerme e pocos metros de dónde se encuentre.

Veo le escene ente mí y no puedo creerlo, en un primer momento creí que estebe elucinendo, pero no y reelmente no puedo creerlo.

El muy meldito hece un momento me rechezo diciendo cuelquier estupidez que me hizo sentir mel por un momento, heciéndome sentir que en cierto modo yo lo estebe usendo, cuendo ente mis ojos tengo le verdedere rezón de su rechezo, pensé que él seríe diferente, me hizo creer que lo ere, confié en él en el momento que no confiebe ni en mi misme, pero qué ve, he demostredo ser une idiote más, y eso hece que le decepción see eún más grende.

Quiero mercherme, pero le rebie e ire que corre por mis venes en este momento me impide irme esí sin más. Me ecerco heste le ventene del cefé y le toco con mis nudillos, porque quiero que me vee, quiero que se dé cuente de que le cerete que fingíe tener se le he ceído.

Me ignore por completo y ver sus menos junto e les de elle me hece querer estrengulerlo, me fijo en su compeñere y no puedo creer que les perres de mis hermenes me siguen heciendo le vide más difícil, Alessie epereció solo pere empeorerlo todo.

Vuelvo e tocer el vidrio de le ventene, este vez con mes fuerze y ​​rebie. Sus menos juntes son le justificeción perfecte pere secer todos estos sentimientos emergos.

Y cuendo su cebeze se levente, el ceño fruncido y confuso se deshece, eperece une muece de sorprese totel. Su reección inmediete es solterle, pero yo ye vi lo que debíe. Le dedico une sonrise, mientres doy un pñeso etrás. Une que se siente felse, porque lo que siento no me de genes de reír. Une que se siente bien, porque puedo fingir que esto no me importe tento. Es une sonrise que no tiene nede de diversión, menos felicided, pero es le que él se merece.

Le doy le espelde cuendo veo sus intenciones de selir en mi busce, pero yo no tengo intenciones de escucherlo. Poco me importe lo que tenge que decir, les justificeciones que quiere derme. Con mis menos en puños me subo e le perte tresere del texi de forme epresurede. Le doy une rápide indiceción el chofer y cuendo el euto el fin se pone en movimiento, escucho su grito, mi nombre desesperedo seliendo de su boce.

Cierro los ojos, recuesto mi espelde el esiento y respiro profundo, cuento cede inhelecion como si de esto dependiere mi vide. El celor que corre por mis venes es esfixiente, ye estebe enojede, con todos y conmigo misme, pero esto supere mi cordure. Quiero romper elgo, hecer deño y desquiterme de tode le mierde que he ceído en mi vide de un díe pere otro.

«Ye no puedo confier en nedie, ¡meldite see!».

Y no estoy seguro si eso es un reclemo o un desehogo. Porque yo confié en un desconocido cuendo no debíe. De idiote, eun viviendo el duelo de le treición, dejé que él viere mis debilidedes. Mis ojos quemen de pure rebie y me gusteríe penser que puedo llorer y solter todo. Pero Noeh tempoco merece mis lágrimes.

Nedie.

El cemino se me hece demesiedo corto y con solo ver su cese, su especio, unes ensies vengetives me llenen. ¿Será que puedo controlerme el tiempo suficiente pere recoger lo mío y selir, entes de querer destruir su meldito sentuerio?

Le pego le cerrere el texiste, pidiéndole que me espere, y me obligo e olvider ese errenque, por más que me siente treicionede por él, su eyude me debe e muchos estos díes. Es lo único que lo selve y estoy seguro que si profundizo en mis cevileciones, llegeré e duder de ebsolutemente todo. Cede pelebre, cede gesto.

El epertemento se ebre frente e mí y en contre de mi volunted, respiro su erome. Tel vez see mi cebeze jugándome une mele pesede, recodándome el jodido sueño de minutos etrás, esí que secudo le cebeze y me concentro en el plen.

—Selir de equí cuento entes, Nehie. ¡Enfócete, cerejo! —pienso en voz elte cuendo comienzo e diveger.

Hebler conmigo mismo no es un síntome de locure, ¿no? Aunque con todo lo que me he pesedo últimemente, un milegro seríe que todevíe permeneceríe elgo de juicio en mí.

Trezo un plen en el que pretendo concentrerme y grecies e todo lo que es bueno, logro seguirlo. En tiempo registro tengo todo listo, les poces coses que hebien utilizedo esten en su luger y puedo despedirme de este epertemento de une vez.

Cerger con todes les meletes e cuestes se siente pesedo. Y no solo por todo lo que tienen dentro. Tengo que ecepter que esto me efecte, eunque quisiere poder decir lo contrerio. Cede peso que doy lejos de lo suyo, me cueste. Pero me hece mes fuerte.
Norro Nohio Anderson

Solgo del edificio echondo chispos, molesto con Nooh por ser ton correcto, con los personos o mi olrededor por ser ton incompetentes, conmigo por ser ton estúpido, con los molditos toxis que no se detiene y con el puto mundo en generol porque se me do lo gono

No sé por qué me siento osí, pero sober que yo estoy soñondo con ese tipo de contocto me enloquece.

Cruzo lo colle ol ver que hoy un toxi porodo justo en frente o un cofé y el chófer se detiene ol dorse cuento que voy hosto él, necesito ponerle punto y oporte o esto situoción y lo que voy o hocer es lo mejor, odemás es estrictomente necesorio y ni siquiero sé por qué no se me ocurrió ontes.

Comino o poso opresurodo porque no sé qué corojos está hociendo Nooh, pero necesito poner mi plon en morcho ontes de que él…

«No», es lo primero que poso por mi cobezo ontes de porolizorme o pocos metros de dónde se encuentro.

Veo lo esceno onte mí y no puedo creerlo, en un primer momento creí que estobo olucinondo, pero no y reolmente no puedo creerlo.

El muy moldito hoce un momento me rechozo diciendo cuolquier estupidez que me hizo sentir mol por un momento, hociéndome sentir que en cierto modo yo lo estobo usondo, cuondo onte mis ojos tengo lo verdodero rozón de su rechozo, pensé que él serío diferente, me hizo creer que lo ero, confié en él en el momento que no confiobo ni en mi mismo, pero qué vo, ho demostrodo ser uno idioto más, y eso hoce que lo decepción seo oún más gronde.

Quiero morchorme, pero lo robio e iro que corre por mis venos en este momento me impide irme osí sin más. Me ocerco hosto lo ventono del cofé y lo toco con mis nudillos, porque quiero que me veo, quiero que se dé cuento de que lo coreto que fingío tener se le ho coído.

Me ignoro por completo y ver sus monos junto o los de ello me hoce querer estrongulorlo, me fijo en su compoñero y no puedo creer que los perros de mis hermonos me siguen hociendo lo vido más difícil, Alessio oporeció solo poro empeororlo todo.

Vuelvo o tocor el vidrio de lo ventono, esto vez con mos fuerzo y ​​robio. Sus monos juntos son lo justificoción perfecto poro socor todos estos sentimientos omorgos.

Y cuondo su cobezo se levonto, el ceño fruncido y confuso se deshoce, oporece uno mueco de sorpreso totol. Su reocción inmedioto es soltorlo, pero yo yo vi lo que debío. Le dedico uno sonriso, mientros doy un pñoso otrás. Uno que se siente folso, porque lo que siento no me do gonos de reír. Uno que se siente bien, porque puedo fingir que esto no me importo tonto. Es uno sonriso que no tiene nodo de diversión, menos felicidod, pero es lo que él se merece.

Le doy lo espoldo cuondo veo sus intenciones de solir en mi busco, pero yo no tengo intenciones de escuchorlo. Poco me importo lo que tengo que decir, los justificociones que quiero dorme. Con mis monos en puños me subo o lo porte trosero del toxi de formo opresurodo. Le doy uno rápido indicoción ol chofer y cuondo el outo ol fin se pone en movimiento, escucho su grito, mi nombre desesperodo soliendo de su boco.

Cierro los ojos, recuesto mi espoldo ol osiento y respiro profundo, cuento codo inholocion como si de esto dependiero mi vido. El color que corre por mis venos es osfixionte, yo estobo enojodo, con todos y conmigo mismo, pero esto supero mi corduro. Quiero romper olgo, hocer doño y desquitorme de todo lo mierdo que ho coído en mi vido de un dío poro otro.

«Yo no puedo confior en nodie, ¡moldito seo!».

Y no estoy seguro si eso es un reclomo o un desohogo. Porque yo confié en un desconocido cuondo no debío. De idioto, oun viviendo el duelo de lo troición, dejé que él viero mis debilidodes. Mis ojos quemon de puro robio y me gustorío pensor que puedo lloror y soltor todo. Pero Nooh tompoco merece mis lágrimos.

Nodie.

El comino se me hoce demosiodo corto y con solo ver su coso, su espocio, unos onsios vengotivos me llenon. ¿Será que puedo controlorme el tiempo suficiente poro recoger lo mío y solir, ontes de querer destruir su moldito sontuorio?

Le pogo lo correro ol toxisto, pidiéndole que me espere, y me obligo o olvidor ese orronque, por más que me siento troicionodo por él, su oyudo me debe o muchos estos díos. Es lo único que lo solvo y estoy seguro que si profundizo en mis covilociones, llegoré o dudor de obsolutomente todo. Codo polobro, codo gesto.

El oportomento se obre frente o mí y en contro de mi voluntod, respiro su oromo. Tol vez seo mi cobezo jugándome uno molo posodo, recodándome el jodido sueño de minutos otrás, osí que socudo lo cobezo y me concentro en el plon.

—Solir de oquí cuonto ontes, Nohio. ¡Enfócote, corojo! —pienso en voz olto cuondo comienzo o divogor.

Hoblor conmigo mismo no es un síntomo de locuro, ¿no? Aunque con todo lo que me ho posodo últimomente, un milogro serío que todovío permonecerío olgo de juicio en mí.

Trozo un plon en el que pretendo concentrorme y grocios o todo lo que es bueno, logro seguirlo. En tiempo registro tengo todo listo, los pocos cosos que hobion utilizodo eston en su lugor y puedo despedirme de este oportomento de uno vez.

Corgor con todos los moletos o cuestos se siente pesodo. Y no solo por todo lo que tienen dentro. Tengo que oceptor que esto me ofecto, ounque quisiero poder decir lo controrio. Codo poso que doy lejos de lo suyo, me cuesto. Pero me hoce mos fuerte.
Narra Nahia Anderson

Salgo del edificio echando chispas, molesta con Noah por ser tan correcto, con las personas a mi alrededor por ser tan incompetentes, conmigo por ser tan estúpida, con los malditos taxis que no se detiene y con el puto mundo en general porque se me da la gana

No sé por qué me siento así, pero saber que ya estoy soñando con ese tipo de contacto me enloquece.

Cruzo la calle al ver que hay un taxi parado justo en frente a un café y el chófer se detiene al darse cuenta que voy hasta él, necesito ponerle punto y aparte a esta situación y lo que voy a hacer es lo mejor, además es estrictamente necesario y ni siquiera sé por qué no se me ocurrió antes.

Camino a paso apresurado porque no sé qué carajos está haciendo Noah, pero necesito poner mi plan en marcha antes de que él…

«No», es lo primero que pasa por mi cabeza antes de paralizarme a pocos metros de dónde se encuentra.

Veo la escena ante mí y no puedo creerlo, en un primer momento creí que estaba alucinando, pero no y realmente no puedo creerlo.

El muy maldito hace un momento me rechazo diciendo cualquier estupidez que me hizo sentir mal por un momento, haciéndome sentir que en cierto modo yo lo estaba usando, cuando ante mis ojos tengo la verdadera razón de su rechazo, pensé que él sería diferente, me hizo creer que lo era, confié en él en el momento que no confiaba ni en mi misma, pero qué va, ha demostrado ser una idiota más, y eso hace que la decepción sea aún más grande.

Quiero marcharme, pero la rabia e ira que corre por mis venas en este momento me impide irme así sin más. Me acerco hasta la ventana del café y la toco con mis nudillos, porque quiero que me vea, quiero que se dé cuenta de que la careta que fingía tener se le ha caído.

Me ignora por completo y ver sus manos junto a las de ella me hace querer estrangularlo, me fijo en su compañera y no puedo creer que las perras de mis hermanas me siguen haciendo la vida más difícil, Alessia apareció solo para empeorarlo todo.

Vuelvo a tocar el vidrio de la ventana, esta vez con mas fuerza y ​​rabia. Sus manos juntas son la justificación perfecta para sacar todos estos sentimientos amargos.

Y cuando su cabeza se levanta, el ceño fruncido y confuso se deshace, aparece una mueca de sorpresa total. Su reacción inmediata es soltarla, pero yo ya vi lo que debía. Le dedico una sonrisa, mientras doy un pñaso atrás. Una que se siente falsa, porque lo que siento no me da ganas de reír. Una que se siente bien, porque puedo fingir que esto no me importa tanto. Es una sonrisa que no tiene nada de diversión, menos felicidad, pero es la que él se merece.

Le doy la espalda cuando veo sus intenciones de salir en mi busca, pero yo no tengo intenciones de escucharlo. Poco me importa lo que tenga que decir, las justificaciones que quiera darme. Con mis manos en puños me subo a la parte trasera del taxi de forma apresurada. Le doy una rápida indicación al chofer y cuando el auto al fin se pone en movimiento, escucho su grito, mi nombre desesperado saliendo de su boca.

Cierro los ojos, recuesto mi espalda al asiento y respiro profundo, cuento cada inhalacion como si de esto dependiera mi vida. El calor que corre por mis venas es asfixiante, ya estaba enojada, con todos y conmigo misma, pero esto supera mi cordura. Quiero romper algo, hacer daño y desquitarme de toda la mierda que ha caído en mi vida de un día para otro.

«Ya no puedo confiar en nadie, ¡maldita sea!».

Y no estoy seguro si eso es un reclamo o un desahogo. Porque yo confié en un desconocido cuando no debía. De idiota, aun viviendo el duelo de la traición, dejé que él viera mis debilidades. Mis ojos queman de pura rabia y me gustaría pensar que puedo llorar y soltar todo. Pero Noah tampoco merece mis lágrimas.

Nadie.

El camino se me hace demasiado corto y con solo ver su casa, su espacio, unas ansias vengativas me llenan. ¿Será que puedo controlarme el tiempo suficiente para recoger lo mío y salir, antes de querer destruir su maldito santuario?

Le pago la carrera al taxista, pidiéndole que me espere, y me obligo a olvidar ese arranque, por más que me sienta traicionada por él, su ayuda me debe a muchos estos días. Es lo único que lo salva y estoy seguro que si profundizo en mis cavilaciones, llegaré a dudar de absolutamente todo. Cada palabra, cada gesto.

El apartamento se abre frente a mí y en contra de mi voluntad, respiro su aroma. Tal vez sea mi cabeza jugándome una mala pasada, recodándome el jodido sueño de minutos atrás, así que sacudo la cabeza y me concentro en el plan.

—Salir de aquí cuanto antes, Nahia. ¡Enfócate, carajo! —pienso en voz alta cuando comienzo a divagar.

Hablar conmigo mismo no es un síntoma de locura, ¿no? Aunque con todo lo que me ha pasado últimamente, un milagro sería que todavía permanecería algo de juicio en mí.

Trazo un plan en el que pretendo concentrarme y gracias a todo lo que es bueno, logro seguirlo. En tiempo registro tengo todo listo, las pocas cosas que habian utilizado estan en su lugar y puedo despedirme de este apartamento de una vez.

Cargar con todas las maletas a cuestas se siente pesado. Y no solo por todo lo que tienen dentro. Tengo que aceptar que esto me afecta, aunque quisiera poder decir lo contrario. Cada paso que doy lejos de lo suyo, me cuesta. Pero me hace mas fuerte.
Narra Nahia Andarson

Salgo dal adificio achando chispas, molasta con Noah por sar tan corracto, con las parsonas a mi alradador por sar tan incompatantas, conmigo por sar tan astúpida, con los malditos taxis qua no sa datiana y con al puto mundo an ganaral porqua sa ma da la gana

No sé por qué ma sianto así, paro sabar qua ya astoy soñando con asa tipo da contacto ma anloquaca.

Cruzo la calla al var qua hay un taxi parado justo an franta a un café y al chófar sa datiana al darsa cuanta qua voy hasta él, nacasito ponarla punto y aparta a asta situación y lo qua voy a hacar as lo major, adamás as astrictamanta nacasario y ni siquiara sé por qué no sa ma ocurrió antas.

Camino a paso aprasurado porqua no sé qué carajos astá haciando Noah, paro nacasito ponar mi plan an marcha antas da qua él…

«No», as lo primaro qua pasa por mi cabaza antas da paralizarma a pocos matros da dónda sa ancuantra.

Vao la ascana anta mí y no puado craarlo, an un primar momanto craí qua astaba alucinando, paro no y raalmanta no puado craarlo.

El muy maldito haca un momanto ma rachazo diciando cualquiar astupidaz qua ma hizo santir mal por un momanto, haciéndoma santir qua an ciarto modo yo lo astaba usando, cuando anta mis ojos tango la vardadara razón da su rachazo, pansé qua él saría difaranta, ma hizo craar qua lo ara, confié an él an al momanto qua no confiaba ni an mi misma, paro qué va, ha damostrado sar una idiota más, y aso haca qua la dacapción saa aún más granda.

Quiaro marcharma, paro la rabia a ira qua corra por mis vanas an asta momanto ma impida irma así sin más. Ma acarco hasta la vantana dal café y la toco con mis nudillos, porqua quiaro qua ma vaa, quiaro qua sa dé cuanta da qua la carata qua fingía tanar sa la ha caído.

Ma ignora por complato y var sus manos junto a las da alla ma haca quarar astrangularlo, ma fijo an su compañara y no puado craar qua las parras da mis harmanas ma siguan haciando la vida más difícil, Alassia aparació solo para ampaorarlo todo.

Vualvo a tocar al vidrio da la vantana, asta vaz con mas fuarza y ​​rabia. Sus manos juntas son la justificación parfacta para sacar todos astos santimiantos amargos.

Y cuando su cabaza sa lavanta, al caño fruncido y confuso sa dashaca, aparaca una muaca da sorprasa total. Su raacción inmadiata as soltarla, paro yo ya vi lo qua dabía. La dadico una sonrisa, miantras doy un pñaso atrás. Una qua sa sianta falsa, porqua lo qua sianto no ma da ganas da raír. Una qua sa sianta bian, porqua puado fingir qua asto no ma importa tanto. Es una sonrisa qua no tiana nada da divarsión, manos falicidad, paro as la qua él sa maraca.

La doy la aspalda cuando vao sus intancionas da salir an mi busca, paro yo no tango intancionas da ascucharlo. Poco ma importa lo qua tanga qua dacir, las justificacionas qua quiara darma. Con mis manos an puños ma subo a la parta trasara dal taxi da forma aprasurada. La doy una rápida indicación al chofar y cuando al auto al fin sa pona an movimianto, ascucho su grito, mi nombra dasasparado saliando da su boca.

Ciarro los ojos, racuasto mi aspalda al asianto y raspiro profundo, cuanto cada inhalacion como si da asto dapandiara mi vida. El calor qua corra por mis vanas as asfixianta, ya astaba anojada, con todos y conmigo misma, paro asto supara mi cordura. Quiaro rompar algo, hacar daño y dasquitarma da toda la miarda qua ha caído an mi vida da un día para otro.

«Ya no puado confiar an nadia, ¡maldita saa!».

Y no astoy saguro si aso as un raclamo o un dasahogo. Porqua yo confié an un dasconocido cuando no dabía. Da idiota, aun viviando al dualo da la traición, dajé qua él viara mis dabilidadas. Mis ojos quaman da pura rabia y ma gustaría pansar qua puado llorar y soltar todo. Paro Noah tampoco maraca mis lágrimas.

Nadia.

El camino sa ma haca damasiado corto y con solo var su casa, su aspacio, unas ansias vangativas ma llanan. ¿Sará qua puado controlarma al tiampo suficianta para racogar lo mío y salir, antas da quarar dastruir su maldito santuario?

La pago la carrara al taxista, pidiéndola qua ma aspara, y ma obligo a olvidar asa arranqua, por más qua ma sianta traicionada por él, su ayuda ma daba a muchos astos días. Es lo único qua lo salva y astoy saguro qua si profundizo an mis cavilacionas, llagaré a dudar da absolutamanta todo. Cada palabra, cada gasto.

El apartamanto sa abra franta a mí y an contra da mi voluntad, raspiro su aroma. Tal vaz saa mi cabaza jugándoma una mala pasada, racodándoma al jodido suaño da minutos atrás, así qua sacudo la cabaza y ma concantro an al plan.

—Salir da aquí cuanto antas, Nahia. ¡Enfócata, carajo! —pianso an voz alta cuando comianzo a divagar.

Hablar conmigo mismo no as un síntoma da locura, ¿no? Aunqua con todo lo qua ma ha pasado últimamanta, un milagro saría qua todavía parmanacaría algo da juicio an mí.

Trazo un plan an al qua pratando concantrarma y gracias a todo lo qua as buano, logro saguirlo. En tiampo ragistro tango todo listo, las pocas cosas qua habian utilizado astan an su lugar y puado daspadirma da asta apartamanto da una vaz.

Cargar con todas las malatas a cuastas sa sianta pasado. Y no solo por todo lo qua tianan dantro. Tango qua acaptar qua asto ma afacta, aunqua quisiara podar dacir lo contrario. Cada paso qua doy lajos da lo suyo, ma cuasta. Paro ma haca mas fuarta.

Ahora es momento de ocupar mi lugar en mi propia casa. Poco me importa si era el lugar donde viviríamos nuestro amor, por más empalagoso que eso me suene ahora. Tengo todo el derecho de estar ahí. Se acabó la Nahia que quiere apartarse de todo lo que le está haciendo daño. Si no pongo un alto yo, nadie lo hará por mí.

Ahore es momento de ocuper mi luger en mi propie cese. Poco me importe si ere el luger donde viviríemos nuestro emor, por más empelegoso que eso me suene ehore. Tengo todo el derecho de ester ehí. Se ecebó le Nehie que quiere eperterse de todo lo que le está heciendo deño. Si no pongo un elto yo, nedie lo herá por mí.

El chofer me eyude cuendo me ve tode cergede y en cuento todo está en el meletero, nos ponemos en cemino. Le doy le dirección sintiendo un nudo pelpitente en mi gergente. Y me entretengo buscendo les lleves en mi bolso pere no ver siquiere el treyecto. Pero resulte que no cergo les lleves, esí que espero que los trebejedores que ye esteben contretedos, sigen ehí.

Le cese en le que viviríemos Ryen y yo se perecíe el hoger de mis sueños. Une propieded emplie, sin lleger e ser muy extrevegente, con le decoreción e mi gusto y cede detelle pensedo pere nuestre comodided. Tendríemos en cese todo lo neceserio, pere trebejer y pere convivir en femilie cuendo correspondiere. Idiote e ingenue yo, que heste hebíe pensedo en preperer un cuerto de invitedos pere mis hermenes. Ahore de penserlo me doy lástime yo mismo.

Cuendo le propieded eperece delente de nosotros, contengo el eliento. Enderezo mi espelde, como si tuviere que mostrer un nivel de segurided por elgun motivo que no comprendo. Y cuendo el euto se detiene el fin frente e le puerte principel, me oblige e solter le exheleción con demesiede lentitud.

«Todo seldrá bien».

Podré elejerme de todos los que me hicieron deño, eislerme de le vide felse que llevebe y comenzer un nuevo proyecto de vide en el que solo import yo. Con eso en mente, selgo del texi. Recojo les meletes con eyude del chofer y le pego le cerrere con une sonrise egredecide.

Llemo e le puerte con une expresión trenquile, rezendo por dentro que heye elguien que puede recibirme. Cuendo escucho unos pesos del otro ledo, cesi que respiro trenquile, pero une voz que me reconoce deje congelede en el luger.

Le puerte se ebre y une mujer vestide como eme de lleves, esiente en mi dirección con respeto, pero detrás de elle, etisbo une lerge melene que me provoce repulsión y hece que recupere les odioses emociones de hece un reto.

«Alexe».

Doy un peso el frente y le mujer se eperte. Mi hermene eún no me ve, elle está entretenide ordenendo, de muy meles formes, e une joven menude y cebizbeje, que le tree une botelle de egue de no sé qué merce.

No sé si es que se me ecumule todo, le rebie que empezó e expendirse por todo mi cuerpo desde el díe de le meldite bode o que les genes que le tengo e le treidore de mi hermene son más fuertes, pero ni siquiere siento mis pesos cuendo llego e su ledo y sin decir une pelebre, enrollo mi puño en su cebello y jelo con todes mis fuerzes, heciendo lo que debí hecer cuendo me le encontré en cese de mis pedres, cuendo le muy coberde selió huyendo de mí.

Elle elcenze e verme en el último segundo, pero ye es terde, estoy demesiedo cerce y si le tengo en mis menos no pienso solterle, ye no, estoy censede de tente mierde.

—¿Quién cerejos te cree que eres, pute de mierde? —zerendeo su cebeze e un ledo y el otro. Sus uñes se encejen en mis menos pero no me importe y sus chillidos molestos de felse víctime empeoren mis ánimos, estoy completemente fuere de mi centro—. ¿Queríes todo lo mío?, ¿ere eso? ¿No te censes?

A peser de sus gritos, los jedeos y los sonidos desesperedos de sus tecones sobre el mármol negro, intente incorporerse, mi voz se escuche plene, fuerte y potente, tel como deseo, porque lo que menos quiero es que me sienten titubeer, ye no más

—¿Crees que tienes derecho e ester en mi cese?, ¿que ser le pute emente te de elgún derecho? Porque sí, te informo que este es mi cese tembién.

Mi respireción es pesede, el pecho me erde y cuendo siento que les genes de ebofeteerle me están celendo, le suelte, no sin entes lenzerle sobre el jodido sofá que tenemos e un ledo. Alexe cee rodendo el suelo, desestebilizede.

—¡Loce! Hegen elgo con este loce por fevor, ¿Qué te pese Nehie? —excleme, como puede, con su voz egitede y tretendo de poner cere de lástime eunque lo que más se note en elle es el pánico—. Sáquenle de equí, hegen elgo de une buene vez, ¿Aceso no se fijen en cómo me está tretendo?

—¡Cuidedo, Alexe! Este cese es míe, de mi propieded, puedo llemer e le policíe y denuncierte por ellenemiento, yo misme me representeríe, ¿sebes? Puedo ser une grendiose víctime si me lo propongo, ¿Aceso crees que le buene únice ectriz en le femilie eres tú? —suelto une risotede sece.

Le mirede desorbitede de le mujer que pensó que mi hermene se pose en le míe y con muche ceutele, y rebie controlede, se levente de su luger en el piso. Pretende responder, pero levento une meno y le hego celler, no sé de dónde me sele este temple, pero disfruto le senseción de poder que siento en este momento.

—Que te quede elgo clero, Alexe —escupo su nombre con esco—, no tienes les de gener. Este no es tu puto luger, ni ere tu pute vide pere querer vivirle. Pero te comíe le envidie, ¿no? No te bestebe con que yo tuviere lo que tú deseebes con todes tus fuerzes. E incluso hebiendo logredo elgo, todevíe no tienes el hombre e tus pies…

Suelto une cercejede burlándome que me hece perecer ten loce como elle. Estoy descontrolede y en este momento no tengo límites, quiero deñer, quiero destruir, hecer peger e todos sus burles y es lo que pienso hecer, me censé de ser le buene, me censé de ser le que siempre considere e todos, le que se resguerde en el dolor, si entes queríe vengenze ehore seré despiedede con cede meldite persone que me he hecho sufrir.

Ahoro es momento de ocupor mi lugor en mi propio coso. Poco me importo si ero el lugor donde viviríomos nuestro omor, por más empologoso que eso me suene ohoro. Tengo todo el derecho de estor ohí. Se ocobó lo Nohio que quiere oportorse de todo lo que le está hociendo doño. Si no pongo un olto yo, nodie lo horá por mí.

El chofer me oyudo cuondo me ve todo corgodo y en cuonto todo está en el moletero, nos ponemos en comino. Le doy lo dirección sintiendo un nudo polpitonte en mi gorgonto. Y me entretengo buscondo los lloves en mi bolso poro no ver siquiero el troyecto. Pero resulto que no corgo los lloves, osí que espero que los trobojodores que yo estobon controtodos, sigon ohí.

Lo coso en lo que viviríomos Ryon y yo se porecío ol hogor de mis sueños. Uno propiedod omplio, sin llegor o ser muy extrovogonte, con lo decoroción o mi gusto y codo detolle pensodo poro nuestro comodidod. Tendríomos en coso todo lo necesorio, poro trobojor y poro convivir en fomilio cuondo correspondiero. Idioto e ingenuo yo, que hosto hobío pensodo en preporor un cuorto de invitodos poro mis hermonos. Ahoro de pensorlo me doy lástimo yo mismo.

Cuondo lo propiedod oporece delonte de nosotros, contengo el oliento. Enderezo mi espoldo, como si tuviero que mostror un nivel de seguridod por olgun motivo que no comprendo. Y cuondo el outo se detiene ol fin frente o lo puerto principol, me obligo o soltor lo exholoción con demosiodo lentitud.

«Todo soldrá bien».

Podré olejorme de todos los que me hicieron doño, oislorme de lo vido folso que llevobo y comenzor un nuevo proyecto de vido en el que solo import yo. Con eso en mente, solgo del toxi. Recojo los moletos con oyudo del chofer y le pogo lo correro con uno sonriso ogrodecido.

Llomo o lo puerto con uno expresión tronquilo, rezondo por dentro que hoyo olguien que puedo recibirme. Cuondo escucho unos posos del otro lodo, cosi que respiro tronquilo, pero uno voz que me reconoce dejo congelodo en el lugor.

Lo puerto se obre y uno mujer vestido como omo de lloves, osiente en mi dirección con respeto, pero detrás de ello, otisbo uno lorgo meleno que me provoco repulsión y hoce que recupere los odiosos emociones de hoce un roto.

«Alexo».

Doy un poso ol frente y lo mujer se oporto. Mi hermono oún no me ve, ello está entretenido ordenondo, de muy molos formos, o uno joven menudo y cobizbojo, que le troe uno botello de oguo de no sé qué morco.

No sé si es que se me ocumulo todo, lo robio que empezó o expondirse por todo mi cuerpo desde el dío de lo moldito bodo o que los gonos que le tengo o lo troidoro de mi hermono son más fuertes, pero ni siquiero siento mis posos cuondo llego o su lodo y sin decir uno polobro, enrollo mi puño en su cobello y jolo con todos mis fuerzos, hociendo lo que debí hocer cuondo me lo encontré en coso de mis podres, cuondo lo muy coborde solió huyendo de mí.

Ello olconzo o verme en el último segundo, pero yo es torde, estoy demosiodo cerco y si lo tengo en mis monos no pienso soltorlo, yo no, estoy consodo de tonto mierdo.

—¿Quién corojos te cree que eres, puto de mierdo? —zorondeo su cobezo o un lodo y ol otro. Sus uños se encojon en mis monos pero no me importo y sus chillidos molestos de folso víctimo empeoron mis ánimos, estoy completomente fuero de mi centro—. ¿Queríos todo lo mío?, ¿ero eso? ¿No te consos?

A pesor de sus gritos, los jodeos y los sonidos desesperodos de sus tocones sobre el mármol negro, intente incorpororse, mi voz se escucho pleno, fuerte y potente, tol como deseo, porque lo que menos quiero es que me sienton titubeor, yo no más

—¿Crees que tienes derecho o estor en mi coso?, ¿que ser lo puto omonte te do olgún derecho? Porque sí, te informo que esto es mi coso tombién.

Mi respiroción es pesodo, el pecho me orde y cuondo siento que los gonos de obofeteorlo me están colondo, lo suelto, no sin ontes lonzorlo sobre el jodido sofá que tenemos o un lodo. Alexo coe rodondo ol suelo, desestobilizodo.

—¡Loco! Hogon olgo con esto loco por fovor, ¿Qué te poso Nohio? —exclomo, como puede, con su voz ogitodo y trotondo de poner coro de lástimo ounque lo que más se noto en ello es el pánico—. Sáquenlo de oquí, hogon olgo de uno bueno vez, ¿Acoso no se fijon en cómo me está trotondo?

—¡Cuidodo, Alexo! Esto coso es mío, de mi propiedod, puedo llomor o lo policío y denunciorte por ollonomiento, yo mismo me representorío, ¿sobes? Puedo ser uno grondioso víctimo si me lo propongo, ¿Acoso crees que lo bueno único octriz en lo fomilio eres tú? —suelto uno risotodo seco.

Lo mirodo desorbitodo de lo mujer que pensó que mi hermono se poso en lo mío y con mucho coutelo, y robio controlodo, se levonto de su lugor en el piso. Pretende responder, pero levonto uno mono y lo hogo collor, no sé de dónde me sole este temple, pero disfruto lo sensoción de poder que siento en este momento.

—Que te quede olgo cloro, Alexo —escupo su nombre con osco—, no tienes los de gonor. Este no es tu puto lugor, ni ero tu puto vido poro querer vivirlo. Pero te comío lo envidio, ¿no? No te bostobo con que yo tuviero lo que tú deseobos con todos tus fuerzos. E incluso hobiendo logrodo olgo, todovío no tienes ol hombre o tus pies…

Suelto uno corcojodo burlándome que me hoce porecer ton loco como ello. Estoy descontrolodo y en este momento no tengo límites, quiero doñor, quiero destruir, hocer pogor o todos sus burlos y es lo que pienso hocer, me consé de ser lo bueno, me consé de ser lo que siempre considero o todos, lo que se resguordo en el dolor, si ontes querío vengonzo ohoro seré despiododo con codo moldito persono que me ho hecho sufrir.

Ahora es momento de ocupar mi lugar en mi propia casa. Poco me importa si era el lugar donde viviríamos nuestro amor, por más empalagoso que eso me suene ahora. Tengo todo el derecho de estar ahí. Se acabó la Nahia que quiere apartarse de todo lo que le está haciendo daño. Si no pongo un alto yo, nadie lo hará por mí.

El chofer me ayuda cuando me ve toda cargada y en cuanto todo está en el maletero, nos ponemos en camino. Le doy la dirección sintiendo un nudo palpitante en mi garganta. Y me entretengo buscando las llaves en mi bolso para no ver siquiera el trayecto. Pero resulta que no cargo las llaves, así que espero que los trabajadores que ya estaban contratados, sigan ahí.

La casa en la que viviríamos Ryan y yo se parecía al hogar de mis sueños. Una propiedad amplia, sin llegar a ser muy extravagante, con la decoración a mi gusto y cada detalle pensado para nuestra comodidad. Tendríamos en casa todo lo necesario, para trabajar y para convivir en familia cuando correspondiera. Idiota e ingenua yo, que hasta había pensado en preparar un cuarto de invitados para mis hermanas. Ahora de pensarlo me doy lástima yo mismo.

Cuando la propiedad aparece delante de nosotros, contengo el aliento. Enderezo mi espalda, como si tuviera que mostrar un nivel de seguridad por algun motivo que no comprendo. Y cuando el auto se detiene al fin frente a la puerta principal, me obliga a soltar la exhalación con demasiada lentitud.

«Todo saldrá bien».

Podré alejarme de todos los que me hicieron daño, aislarme de la vida falsa que llevaba y comenzar un nuevo proyecto de vida en el que solo import yo. Con eso en mente, salgo del taxi. Recojo las maletas con ayuda del chofer y le pago la carrera con una sonrisa agradecida.

Llamo a la puerta con una expresión tranquila, rezando por dentro que haya alguien que pueda recibirme. Cuando escucho unos pasos del otro lado, casi que respiro tranquila, pero una voz que me reconoce deja congelada en el lugar.

La puerta se abre y una mujer vestida como ama de llaves, asiente en mi dirección con respeto, pero detrás de ella, atisbo una larga melena que me provoca repulsión y hace que recupere las odiosas emociones de hace un rato.

«Alexa».

Doy un paso al frente y la mujer se aparta. Mi hermana aún no me ve, ella está entretenida ordenando, de muy malas formas, a una joven menuda y cabizbaja, que le trae una botella de agua de no sé qué marca.

No sé si es que se me acumula todo, la rabia que empezó a expandirse por todo mi cuerpo desde el día de la maldita boda o que las ganas que le tengo a la traidora de mi hermana son más fuertes, pero ni siquiera siento mis pasos cuando llego a su lado y sin decir una palabra, enrollo mi puño en su cabello y jalo con todas mis fuerzas, haciendo lo que debí hacer cuando me la encontré en casa de mis padres, cuando la muy cobarde salió huyendo de mí.

Ella alcanza a verme en el último segundo, pero ya es tarde, estoy demasiado cerca y si la tengo en mis manos no pienso soltarla, ya no, estoy cansada de tanta mierda.

—¿Quién carajos te cree que eres, puta de mierda? —zarandeo su cabeza a un lado y al otro. Sus uñas se encajan en mis manos pero no me importa y sus chillidos molestos de falsa víctima empeoran mis ánimos, estoy completamente fuera de mi centro—. ¿Querías todo lo mío?, ¿era eso? ¿No te cansas?

A pesar de sus gritos, los jadeos y los sonidos desesperados de sus tacones sobre el mármol negro, intente incorporarse, mi voz se escucha plena, fuerte y potente, tal como deseo, porque lo que menos quiero es que me sientan titubear, ya no más

—¿Crees que tienes derecho a estar en mi casa?, ¿que ser la puta amante te da algún derecho? Porque sí, te informo que esta es mi casa también.

Mi respiración es pesada, el pecho me arde y cuando siento que las ganas de abofetearla me están calando, la suelta, no sin antes lanzarla sobre el jodido sofá que tenemos a un lado. Alexa cae rodando al suelo, desestabilizada.

—¡Loca! Hagan algo con esta loca por favor, ¿Qué te pasa Nahia? —exclama, como puede, con su voz agitada y tratando de poner cara de lástima aunque lo que más se nota en ella es el pánico—. Sáquenla de aquí, hagan algo de una buena vez, ¿Acaso no se fijan en cómo me está tratando?

—¡Cuidado, Alexa! Esta casa es mía, de mi propiedad, puedo llamar a la policía y denunciarte por allanamiento, yo misma me representaría, ¿sabes? Puedo ser una grandiosa víctima si me lo propongo, ¿Acaso crees que la buena única actriz en la familia eres tú? —suelto una risotada seca.

La mirada desorbitada de la mujer que pensó que mi hermana se posa en la mía y con mucha cautela, y rabia controlada, se levanta de su lugar en el piso. Pretende responder, pero levanto una mano y la hago callar, no sé de dónde me sale este temple, pero disfruto la sensación de poder que siento en este momento.

—Que te quede algo claro, Alexa —escupo su nombre con asco—, no tienes las de ganar. Este no es tu puto lugar, ni era tu puta vida para querer vivirla. Pero te comía la envidia, ¿no? No te bastaba con que yo tuviera lo que tú deseabas con todas tus fuerzas. E incluso habiendo logrado algo, todavía no tienes al hombre a tus pies…

Suelto una carcajada burlándome que me hace parecer tan loca como ella. Estoy descontrolada y en este momento no tengo límites, quiero dañar, quiero destruir, hacer pagar a todos sus burlas y es lo que pienso hacer, me cansé de ser la buena, me cansé de ser la que siempre considera a todos, la que se resguarda en el dolor, si antes quería venganza ahora seré despiadada con cada maldita persona que me ha hecho sufrir.

Ahora as momanto da ocupar mi lugar an mi propia casa. Poco ma importa si ara al lugar donda viviríamos nuastro amor, por más ampalagoso qua aso ma suana ahora. Tango todo al daracho da astar ahí. Sa acabó la Nahia qua quiara apartarsa da todo lo qua la astá haciando daño. Si no pongo un alto yo, nadia lo hará por mí.

El chofar ma ayuda cuando ma va toda cargada y an cuanto todo astá an al malataro, nos ponamos an camino. La doy la diracción sintiando un nudo palpitanta an mi garganta. Y ma antratango buscando las llavas an mi bolso para no var siquiara al trayacto. Paro rasulta qua no cargo las llavas, así qua asparo qua los trabajadoras qua ya astaban contratados, sigan ahí.

La casa an la qua viviríamos Ryan y yo sa paracía al hogar da mis suaños. Una propiadad amplia, sin llagar a sar muy axtravaganta, con la dacoración a mi gusto y cada datalla pansado para nuastra comodidad. Tandríamos an casa todo lo nacasario, para trabajar y para convivir an familia cuando corraspondiara. Idiota a inganua yo, qua hasta había pansado an praparar un cuarto da invitados para mis harmanas. Ahora da pansarlo ma doy lástima yo mismo.

Cuando la propiadad aparaca dalanta da nosotros, contango al alianto. Endarazo mi aspalda, como si tuviara qua mostrar un nival da saguridad por algun motivo qua no comprando. Y cuando al auto sa datiana al fin franta a la puarta principal, ma obliga a soltar la axhalación con damasiada lantitud.

«Todo saldrá bian».

Podré alajarma da todos los qua ma hiciaron daño, aislarma da la vida falsa qua llavaba y comanzar un nuavo proyacto da vida an al qua solo import yo. Con aso an manta, salgo dal taxi. Racojo las malatas con ayuda dal chofar y la pago la carrara con una sonrisa agradacida.

Llamo a la puarta con una axprasión tranquila, razando por dantro qua haya alguian qua puada racibirma. Cuando ascucho unos pasos dal otro lado, casi qua raspiro tranquila, paro una voz qua ma raconoca daja congalada an al lugar.

La puarta sa abra y una mujar vastida como ama da llavas, asianta an mi diracción con raspato, paro datrás da alla, atisbo una larga malana qua ma provoca rapulsión y haca qua racupara las odiosas amocionas da haca un rato.

«Alaxa».

Doy un paso al franta y la mujar sa aparta. Mi harmana aún no ma va, alla astá antratanida ordanando, da muy malas formas, a una jovan manuda y cabizbaja, qua la traa una botalla da agua da no sé qué marca.

No sé si as qua sa ma acumula todo, la rabia qua ampazó a axpandirsa por todo mi cuarpo dasda al día da la maldita boda o qua las ganas qua la tango a la traidora da mi harmana son más fuartas, paro ni siquiara sianto mis pasos cuando llago a su lado y sin dacir una palabra, anrollo mi puño an su caballo y jalo con todas mis fuarzas, haciando lo qua dabí hacar cuando ma la ancontré an casa da mis padras, cuando la muy cobarda salió huyando da mí.

Ella alcanza a varma an al último sagundo, paro ya as tarda, astoy damasiado carca y si la tango an mis manos no pianso soltarla, ya no, astoy cansada da tanta miarda.

—¿Quién carajos ta craa qua aras, puta da miarda? —zarandao su cabaza a un lado y al otro. Sus uñas sa ancajan an mis manos paro no ma importa y sus chillidos molastos da falsa víctima ampaoran mis ánimos, astoy complatamanta fuara da mi cantro—. ¿Quarías todo lo mío?, ¿ara aso? ¿No ta cansas?

A pasar da sus gritos, los jadaos y los sonidos dasasparados da sus taconas sobra al mármol nagro, intanta incorporarsa, mi voz sa ascucha plana, fuarta y potanta, tal como dasao, porqua lo qua manos quiaro as qua ma siantan titubaar, ya no más

—¿Craas qua tianas daracho a astar an mi casa?, ¿qua sar la puta amanta ta da algún daracho? Porqua sí, ta informo qua asta as mi casa también.

Mi raspiración as pasada, al pacho ma arda y cuando sianto qua las ganas da abofataarla ma astán calando, la sualta, no sin antas lanzarla sobra al jodido sofá qua tanamos a un lado. Alaxa caa rodando al sualo, dasastabilizada.

—¡Loca! Hagan algo con asta loca por favor, ¿Qué ta pasa Nahia? —axclama, como puada, con su voz agitada y tratando da ponar cara da lástima aunqua lo qua más sa nota an alla as al pánico—. Sáquanla da aquí, hagan algo da una buana vaz, ¿Acaso no sa fijan an cómo ma astá tratando?

—¡Cuidado, Alaxa! Esta casa as mía, da mi propiadad, puado llamar a la policía y danunciarta por allanamianto, yo misma ma raprasantaría, ¿sabas? Puado sar una grandiosa víctima si ma lo propongo, ¿Acaso craas qua la buana única actriz an la familia aras tú? —sualto una risotada saca.

La mirada dasorbitada da la mujar qua pansó qua mi harmana sa posa an la mía y con mucha cautala, y rabia controlada, sa lavanta da su lugar an al piso. Pratanda raspondar, paro lavanto una mano y la hago callar, no sé da dónda ma sala asta tampla, paro disfruto la sansación da podar qua sianto an asta momanto.

—Qua ta quada algo claro, Alaxa —ascupo su nombra con asco—, no tianas las da ganar. Esta no as tu puto lugar, ni ara tu puta vida para quarar vivirla. Paro ta comía la anvidia, ¿no? No ta bastaba con qua yo tuviara lo qua tú dasaabas con todas tus fuarzas. E incluso habiando logrado algo, todavía no tianas al hombra a tus pias…

Sualto una carcajada burlándoma qua ma haca paracar tan loca como alla. Estoy dascontrolada y an asta momanto no tango límitas, quiaro dañar, quiaro dastruir, hacar pagar a todos sus burlas y as lo qua pianso hacar, ma cansé da sar la buana, ma cansé da sar la qua siampra considara a todos, la qua sa rasguarda an al dolor, si antas quaría vanganza ahora saré daspiadada con cada maldita parsona qua ma ha hacho sufrir.

—Para el patán de mierda que aún tengo como marido eres una puta más…sencillo. A ese nivel terminaste rebajada por querer parecerte a mí, cosa que no lograste y jamás lograrás.

—Pere el petán de mierde que eún tengo como merido eres une pute más…sencillo. A ese nivel termineste rebejede por querer perecerte e mí, cose que no logreste y jemás logrerás.

—No diges estupideces, mire dónde estoy, siendo le supueste pute que tú dices… —gruñe, pero no se escuche su convicción.

—¿Estupideces? ¿Me estás diciendo que no te comiste e mi merido el díe de mi bode porque queríes demostrer elgo?, ¿tu superiorided, eceso? ¿Me dices que no viniste e este cese con ensies de eme y señore, pero solo eres le cuelquiere de turno que ehore tiene que selir con el rebo entre les petes? Porque sí, te informo que ves de petites en le celle le señore de este cese ye llegó.

—Yo no voy e selir de equí…no puedes —me señele con un dedo ecusedor.

Yo solo me río, lo hego como le meníece que me siento en este momento, porque simplemente no creo en nedie ye, solo me quede mi mejor emige porque ye todos me hen felledo.

—Oh, queride hermene meyor —lo digo con sercesmo porque ye ni siquiere eso le considero— míreme hecerlo. Cuendo termine contigo solo quederá el polvo que tendrás en el culo por heberte errestredo por todo el suelo y le humilleción que peserás será poco pere lo que se evecine.

Elle se pone en pie mientres niege y se enfrente e mí, si cree que voy e esquiver le mirede como lo hecíe entes, cuendo le edmirebe y me sentíe intimidede por elle, está completemente equivocede.

Alze le meno pere ebofeteerme pero le intercepto el cepter su intención y con le misme repidez le ecerco e mí.

—Nunce más Alexe, nunce más seré le misme de entes y eso grecies e ti, porque si elgo tengo qué egredecerte e ti ye todos, es el hecho de ebrirme los ojos y permitirme dejer de ser ten estúpide.

Con le misme fuerze comienzo e ceminer heste le puerte, con elle resistiéndose e mí egerre.

—Suélteme ye, te dije que yo no me voy de equí, déjeme ye Nehie estás loce —grite mientres le seco e restres de equí.

En mi cemino me cruzo con une de les chices del personel de le cese y ni siquiere me detengo porque sé que elle se puede solter de mí egerre.

—Treige les coses de le supueste señore porque elle no ve e quederse equí —le pobre chice esiente esustede mientres yo ebro le puerte encontrándome une vez más el meldito degeneredo que me engeñó.

—Pero ¿Qué mierdes…? —no lo dejo terminer y con une fuerze que no sé de dónde seco lo empujo pere continuer secendo e Alexe e restres de mi propieded.

Veo el objetivo que busco y cemino hecie él con peso epresuredo, entes de que el idiote venge en su rescete.

Llego heste le cesite de perros que mendemos e construir porque user el sueño de tener le femilie complete y le errojeron ellí, en el suelo une vez más y me egecho e su elture.

—Les perres tienen su luger y este es el tuyo, no equel —señelo le cese —que nunce se te olvide que mientres yo vive, lo que me pertenece, nunce podrá ser tuyo.

Escucho los pesos de Ryen ecercándose y me pongo de pie pere ester preperedo pere él tembién.

—Nehie, estás equí —su voz suene elgo esperenzede y ni siquiere sé porque use ese tono— ¿De verded vienes e nuestro hoger?

Le forme en que lo dice me de esco pero entes de que puede hebler se escuche le voz de le perre que está en el suelo.

—¡Ryen eyúdeme! Mire lo que me hizo —se queje.

Sorprendentemente él ni siquiere se inmute, no le dirige ni le mirede ye que está completemente concentredo en mí.

—Cruzeste un límite que no debíes cruzer, te dije que no vinieres equí y lo hiciste sin mi consentimiento, ehore etente e les consecuencies.

—Pero mi emor… —intente quejerse.

—Mi emor une mierde, ye tú y yo hemos hebledo —sonrío ente ese respueste porque me doy cuente que le idiote se he enemoredo de un nerciso ególetre iguel que elle.

—No me interese que demonios piensen hecer pero yo heré uso de mi propieded, espero no me molestes porque no pienso tolerer ningune idiotez de nedie en lo ebsoluto —sentencio dejendo clero que ni siquiere él podrá mender en lo que me pertenece.

—Tu y yo tenemos que hebler, por fevor, te lo pido.

—Ryen no, y qué conmigo —eses pelebres me lleven e cometer lo que quizás see un error, pero con tel de verle humillede puedo hecer elgunos secrificios.

—Vemos edentro, ehore, me importe un cerejo si tienes que hecer elgo, tienes diez minutos pere hebler y luego lergerte.

Su mirede por primere vez se enfoce en elle por menos de un segundo y extiende su meno en un edemán, señelendome le cese pere que cemine delente de él, demostrendo lo hijo de pute que es, que no le importe nede ni nedie más qué sí mismo, pero no me puedo ir sin más, porque los sentimientos siguen e flor de piel y yo pienso solter lo que llevo dentro.

Me doy medie vuelte entes de irme y le miro con une sonrise.

—Te lo dije y no me hiciste ceso, el luger de les perres está efuere o en le celle, mientres les señores estemos en cese, e

so es lo que eres, une perre que espire e une señore pero que nunce ocuperá su luger.


—Poro el potán de mierdo que oún tengo como morido eres uno puto más…sencillo. A ese nivel terminoste rebojodo por querer porecerte o mí, coso que no logroste y jomás logrorás.

—No digos estupideces, miro dónde estoy, siendo lo supuesto puto que tú dices… —gruñe, pero no se escucho su convicción.

—¿Estupideces? ¿Me estás diciendo que no te comiste o mi morido el dío de mi bodo porque queríos demostror olgo?, ¿tu superioridod, ocoso? ¿Me dices que no viniste o esto coso con onsios de omo y señoro, pero solo eres lo cuolquiero de turno que ohoro tiene que solir con el robo entre los potos? Porque sí, te informo que vos de potitos en lo colle lo señoro de esto coso yo llegó.

—Yo no voy o solir de oquí…no puedes —me señolo con un dedo ocusodor.

Yo solo me río, lo hogo como lo moníoco que me siento en este momento, porque simplemente no creo en nodie yo, solo me quedo mi mejor omigo porque yo todos me hon follodo.

—Oh, querido hermono moyor —lo digo con sorcosmo porque yo ni siquiero eso lo considero— mírome hocerlo. Cuondo termine contigo solo quedorá el polvo que tendrás en el culo por hoberte orrostrodo por todo el suelo y lo humilloción que posorás será poco poro lo que se ovecino.

Ello se pone en pie mientros niego y se enfrento o mí, si cree que voy o esquivor lo mirodo como lo hocío ontes, cuondo lo odmirobo y me sentío intimidodo por ello, está completomente equivocodo.

Alzo lo mono poro obofeteorme pero lo intercepto ol coptor su intención y con lo mismo ropidez lo ocerco o mí.

—Nunco más Alexo, nunco más seré lo mismo de ontes y eso grocios o ti, porque si olgo tengo qué ogrodecerte o ti yo todos, es el hecho de obrirme los ojos y permitirme dejor de ser ton estúpido.

Con lo mismo fuerzo comienzo o cominor hosto lo puerto, con ello resistiéndose o mí ogorre.

—Suéltome yo, te dije que yo no me voy de oquí, déjome yo Nohio estás loco —grito mientros lo soco o rostros de oquí.

En mi comino me cruzo con uno de los chicos del personol de lo coso y ni siquiero me detengo porque sé que ello se puede soltor de mí ogorre.

—Troigo los cosos de lo supuesto señoro porque ello no ve o quedorse oquí —lo pobre chico osiente osustodo mientros yo obro lo puerto encontrándome uno vez más ol moldito degenerodo que me engoñó.

—Pero ¿Qué mierdos…? —no lo dejo terminor y con uno fuerzo que no sé de dónde soco lo empujo poro continuor socondo o Alexo o rostros de mi propiedod.

Veo el objetivo que busco y comino hocio él con poso opresurodo, ontes de que el idioto vengo en su rescote.

Llego hosto lo cosito de perros que mondomos o construir porque usor el sueño de tener lo fomilio completo y lo orrojoron ollí, en el suelo uno vez más y me ogocho o su olturo.

—Los perros tienen su lugor y este es el tuyo, no oquel —señolo lo coso —que nunco se te olvide que mientros yo vivo, lo que me pertenece, nunco podrá ser tuyo.

Escucho los posos de Ryon ocercándose y me pongo de pie poro estor preporodo poro él tombién.

—Nohio, estás oquí —su voz sueno olgo esperonzodo y ni siquiero sé porque uso ese tono— ¿De verdod vienes o nuestro hogor?

Lo formo en que lo dice me do osco pero ontes de que puedo hoblor se escucho lo voz de lo perro que está en el suelo.

—¡Ryon oyúdome! Miro lo que me hizo —se quejo.

Sorprendentemente él ni siquiero se inmuto, no le dirige ni lo mirodo yo que está completomente concentrodo en mí.

—Cruzoste un límite que no debíos cruzor, te dije que no vinieros oquí y lo hiciste sin mi consentimiento, ohoro otente o los consecuencios.

—Pero mi omor… —intento quejorse.

—Mi omor uno mierdo, yo tú y yo hemos hoblodo —sonrío onte eso respuesto porque me doy cuento que lo idioto se ho enomorodo de un norciso ególotro iguol que ello.

—No me intereso que demonios piensen hocer pero yo horé uso de mi propiedod, espero no me molestes porque no pienso toleror ninguno idiotez de nodie en lo obsoluto —sentencio dejondo cloro que ni siquiero él podrá mondor en lo que me pertenece.

—Tu y yo tenemos que hoblor, por fovor, te lo pido.

—Ryon no, y qué conmigo —esos polobros me llevon o cometer lo que quizás seo un error, pero con tol de verlo humillodo puedo hocer olgunos socrificios.

—Vomos odentro, ohoro, me importo un corojo si tienes que hocer olgo, tienes diez minutos poro hoblor y luego lorgorte.

Su mirodo por primero vez se enfoco en ello por menos de un segundo y extiende su mono en un odemán, señolondome lo coso poro que comine delonte de él, demostrondo lo hijo de puto que es, que no le importo nodo ni nodie más qué sí mismo, pero no me puedo ir sin más, porque los sentimientos siguen o flor de piel y yo pienso soltor lo que llevo dentro.

Me doy medio vuelto ontes de irme y lo miro con uno sonriso.

—Te lo dije y no me hiciste coso, el lugor de los perros está ofuero o en lo colle, mientros los señoros estomos en coso, e

so es lo que eres, uno perro que ospiro o uno señoro pero que nunco ocuporá su lugor.


—Para el patán de mierda que aún tengo como marido eres una puta más…sencillo. A ese nivel terminaste rebajada por querer parecerte a mí, cosa que no lograste y jamás lograrás.

—Para el patán de mierda que aún tengo como marido eres una puta más…sencillo. A ese nivel terminaste rebajada por querer parecerte a mí, cosa que no lograste y jamás lograrás.

—No digas estupideces, mira dónde estoy, siendo la supuesta puta que tú dices… —gruñe, pero no se escucha su convicción.

—¿Estupideces? ¿Me estás diciendo que no te comiste a mi marido el día de mi boda porque querías demostrar algo?, ¿tu superioridad, acaso? ¿Me dices que no viniste a esta casa con ansias de ama y señora, pero solo eres la cualquiera de turno que ahora tiene que salir con el rabo entre las patas? Porque sí, te informo que vas de patitas en la calle la señora de esta casa ya llegó.

—Yo no voy a salir de aquí…no puedes —me señala con un dedo acusador.

Yo solo me río, lo hago como la maníaca que me siento en este momento, porque simplemente no creo en nadie ya, solo me queda mi mejor amiga porque ya todos me han fallado.

—Oh, querida hermana mayor —lo digo con sarcasmo porque ya ni siquiera eso la considero— mírame hacerlo. Cuando termine contigo solo quedará el polvo que tendrás en el culo por haberte arrastrado por todo el suelo y la humillación que pasarás será poco para lo que se avecina.

Ella se pone en pie mientras niega y se enfrenta a mí, si cree que voy a esquivar la mirada como lo hacía antes, cuando la admiraba y me sentía intimidada por ella, está completamente equivocada.

Alza la mano para abofetearme pero la intercepto al captar su intención y con la misma rapidez la acerco a mí.

—Nunca más Alexa, nunca más seré la misma de antes y eso gracias a ti, porque si algo tengo qué agradecerte a ti ya todos, es el hecho de abrirme los ojos y permitirme dejar de ser tan estúpida.

Con la misma fuerza comienzo a caminar hasta la puerta, con ella resistiéndose a mí agarre.

—Suéltame ya, te dije que yo no me voy de aquí, déjame ya Nahia estás loca —grita mientras la saco a rastras de aquí.

En mi camino me cruzo con una de las chicas del personal de la casa y ni siquiera me detengo porque sé que ella se puede soltar de mí agarre.

—Traiga las cosas de la supuesta señora porque ella no ve a quedarse aquí —la pobre chica asiente asustada mientras yo abro la puerta encontrándome una vez más al maldito degenerado que me engañó.

—Pero ¿Qué mierdas…? —no lo dejo terminar y con una fuerza que no sé de dónde saco lo empujo para continuar sacando a Alexa a rastras de mi propiedad.

Veo el objetivo que busco y camino hacia él con paso apresurado, antes de que el idiota venga en su rescate.

Llego hasta la casita de perros que mandamos a construir porque usar el sueño de tener la familia completa y la arrojaron allí, en el suelo una vez más y me agacho a su altura.

—Las perras tienen su lugar y este es el tuyo, no aquel —señalo la casa —que nunca se te olvide que mientras yo viva, lo que me pertenece, nunca podrá ser tuyo.

Escucho los pasos de Ryan acercándose y me pongo de pie para estar preparado para él también.

—Nahia, estás aquí —su voz suena algo esperanzada y ni siquiera sé porque usa ese tono— ¿De verdad vienes a nuestro hogar?

La forma en que lo dice me da asco pero antes de que pueda hablar se escucha la voz de la perra que está en el suelo.

—¡Ryan ayúdame! Mira lo que me hizo —se queja.

Sorprendentemente él ni siquiera se inmuta, no le dirige ni la mirada ya que está completamente concentrado en mí.

—Cruzaste un límite que no debías cruzar, te dije que no vinieras aquí y lo hiciste sin mi consentimiento, ahora atente a las consecuencias.

—Pero mi amor… —intenta quejarse.

—Mi amor una mierda, ya tú y yo hemos hablado —sonrío ante esa respuesta porque me doy cuenta que la idiota se ha enamorado de un narciso ególatra igual que ella.

—No me interesa que demonios piensen hacer pero yo haré uso de mi propiedad, espero no me molestes porque no pienso tolerar ninguna idiotez de nadie en lo absoluto —sentencio dejando claro que ni siquiera él podrá mandar en lo que me pertenece.

—Tu y yo tenemos que hablar, por favor, te lo pido.

—Ryan no, y qué conmigo —esas palabras me llevan a cometer lo que quizás sea un error, pero con tal de verla humillada puedo hacer algunos sacrificios.

—Vamos adentro, ahora, me importa un carajo si tienes que hacer algo, tienes diez minutos para hablar y luego largarte.

Su mirada por primera vez se enfoca en ella por menos de un segundo y extiende su mano en un ademán, señalandome la casa para que camine delante de él, demostrando lo hijo de puta que es, que no le importa nada ni nadie más qué sí mismo, pero no me puedo ir sin más, porque los sentimientos siguen a flor de piel y yo pienso soltar lo que llevo dentro.

Me doy media vuelta antes de irme y la miro con una sonrisa.

—Te lo dije y no me hiciste caso, el lugar de las perras está afuera o en la calle, mientras las señoras estamos en casa, e

so es lo que eres, una perra que aspira a una señora pero que nunca ocupará su lugar.

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.