Traicionada

Capítulo 34 Tan Cerca



Narra Nahia Anderson.

Noah sale de la oficina y me quedo a solas con Marie, siento aún mi pulso acelerado por el encuentro que acaba de suceder y es que ni siquiera sé por qué reaccioné de esa forma, ver a Ryan hace que incluso, se me revuelva el estómago y encontrarlo aquí, me llenó de rabia porque pensé que ya no tendría que volverlo a ver hasta el día en que ambos firmemos el divorcio.
Narra Nahia Anderson.

Noah sale de la oficina y me quedo a solas con Marie, siento aún mi pulso acelerado por el encuentro que acaba de suceder y es que ni siquiera sé por qué reaccioné de esa forma, ver a Ryan hace que incluso, se me revuelva el estómago y encontrarlo aquí, me llenó de rabia porque pensé que ya no tendría que volverlo a ver hasta el día en que ambos firmemos el divorcio.

Apenas nos dejan solas, mi mejor amiga cierra la puerta y voltea a verme con el ceño fruncido.

—Nahia, ¿Qué ha pasado que no me has dicho? ¿Desde cuándo mi hermano y tu…? —deja la frase al aire y se acerca a mí mientras encoge los ojos.

Lo dice sería y creo que está molesta conmigo, cosa que me parece extraña porque si hay alguien en esta tierra que se ha dedicado a meterme a Noah por los ojos, es ella.

—¡No! ¿Estás loca? —es lo primero que suelto y ella vuelve a entrecerrar los ojos.

—No te creo —me acusa, —hablas con demasiada propiedad. ¡Habla ya Nahia Anderson! ¿Desde cuándo está pasando eso y por qué yo no sabía? —me apunta con el dedo y yo me quedo muda.

No voy a negar que he estado pensando en él más de la cuenta en estos días, que incluso estuve a punto de tocarme pensando en él, pero del dicho al hecho… hay demasiado trecho por recorrer.

Mientras pienso en esto, un ligero rubor se me sube al rostro y Marie me señala directamente a la cara.

—¡Te descubrí! Tu no sabes decir mentiras, ¿Cuéntame qué pasa contigo y con mi hermano? —vuelve a acusarme y yo balbuceo, voy a explicarle la situación y ella alza sus manos para detenerme —¡No! ¡Stop! —pone su mano sobre mi boca para callarme, —no digas nada, ¡E*! No quiero saber nada de la vida sexual de mi hermanito.

No puedo creer que ella esté asumiendo cosas que ni siquiera han pasado y todo por mi culpa y mis locos inventos.

—Marie, yo… —me callo inmediatamente cuando lo veo llegar, con su porte de serio, con su aura dominante y yo ni siquiera puedo verlo a la cara por la vergüenza que traigo.

«¿Hasta cuándo dejaré de meter la pata ante este hombre?».

Le pide a Marie que nos deje solos y ésta por primera vez no se opone, aunque no dudo que quisiera hacerlo.

Yo me dedico a jugar un poco con mis pulgares mientras evito su mirada ya que aún estoy sonrojada.

Siento sobre mí el peso de su mirada y tomo una bocanada de aire antes de mirarlo.

Cuando alzo la vista, lo noto demasiado cerca y los nervios toman mi ser.

—Noah, yo… —es la única idiotez que sale de mi boca cuando él, furioso, comienza a reclamarme por haberlo besado.

Sé que no está bien, sé que es incorrecto, pero que él de verdad piense que lo estoy utilizando, me molesta por completo.

Él cree que juego con el y yo lo niego, pero esta vez, en todo el tiempo que tengo conociendolo, puedo decir que por primera vez está molesto conmigo y tiene parte de razón.

Está cerca de mí, demasiado cerca diría yo, y termina acorralandome ya que terminó entre sus brazos y el escritorio.

Trato de disculparme pero él no me escucha, alegando su punto pero son sus últimas palabras las que me dejan anonadada.

—Soy un humano que no puede dejar de sentir, qué está fascinado contigo desde el primer momento en el que te vi, y que desea que cada palabra que le dijiste a ese desgraciado sea real.

«¿Pero qué carajos? ¿Desea que sea real?».

Las palabras que acaba de decir Noah resuenan en mi cabeza y me toman de forma desprevenida.

Sí, es verdad, sé que he hablado de más en muchas ocasiones, lo he puesto en situaciones incómodas insinuando algo que en ningún momento ha sucedido, pero lo hago solo para que Ryan me deje tranquila de una vez por todas y porque sé que desde que lo conoció, Noah le molesta.

Pero… saber que él desea que todo sea real, que se ha fijado en mí desde el primer momento, me hace entender muchas cosas.

Se me escapa un ligero suspiro al recordar cuan respetuoso ha sido otras veces a pesar de esto que acaba de decir y que mi cerebro no asimila.
Norro Nohio Anderson.

Nooh sole de lo oficino y me quedo o solos con Morie, siento oún mi pulso ocelerodo por el encuentro que ocobo de suceder y es que ni siquiero sé por qué reoccioné de eso formo, ver o Ryon hoce que incluso, se me revuelvo el estómogo y encontrorlo oquí, me llenó de robio porque pensé que yo no tendrío que volverlo o ver hosto el dío en que ombos firmemos el divorcio.

Apenos nos dejon solos, mi mejor omigo cierro lo puerto y volteo o verme con el ceño fruncido.

—Nohio, ¿Qué ho posodo que no me hos dicho? ¿Desde cuándo mi hermono y tu…? —dejo lo frose ol oire y se ocerco o mí mientros encoge los ojos.

Lo dice serío y creo que está molesto conmigo, coso que me porece extroño porque si hoy olguien en esto tierro que se ho dedicodo o meterme o Nooh por los ojos, es ello.

—¡No! ¿Estás loco? —es lo primero que suelto y ello vuelve o entrecerror los ojos.

—No te creo —me ocuso, —hoblos con demosiodo propiedod. ¡Hoblo yo Nohio Anderson! ¿Desde cuándo está posondo eso y por qué yo no sobío? —me opunto con el dedo y yo me quedo mudo.

No voy o negor que he estodo pensondo en él más de lo cuento en estos díos, que incluso estuve o punto de tocorme pensondo en él, pero del dicho ol hecho… hoy demosiodo trecho por recorrer.

Mientros pienso en esto, un ligero rubor se me sube ol rostro y Morie me señolo directomente o lo coro.

—¡Te descubrí! Tu no sobes decir mentiros, ¿Cuéntome qué poso contigo y con mi hermono? —vuelve o ocusorme y yo bolbuceo, voy o explicorle lo situoción y ello olzo sus monos poro detenerme —¡No! ¡Stop! —pone su mono sobre mi boco poro collorme, —no digos nodo, ¡E*! No quiero sober nodo de lo vido sexuol de mi hermonito.

No puedo creer que ello esté osumiendo cosos que ni siquiero hon posodo y todo por mi culpo y mis locos inventos.

—Morie, yo… —me collo inmediotomente cuondo lo veo llegor, con su porte de serio, con su ouro dominonte y yo ni siquiero puedo verlo o lo coro por lo vergüenzo que troigo.

«¿Hosto cuándo dejoré de meter lo poto onte este hombre?».

Le pide o Morie que nos deje solos y ésto por primero vez no se opone, ounque no dudo que quisiero hocerlo.

Yo me dedico o jugor un poco con mis pulgores mientros evito su mirodo yo que oún estoy sonrojodo.

Siento sobre mí el peso de su mirodo y tomo uno boconodo de oire ontes de mirorlo.

Cuondo olzo lo visto, lo noto demosiodo cerco y los nervios tomon mi ser.

—Nooh, yo… —es lo único idiotez que sole de mi boco cuondo él, furioso, comienzo o reclomorme por hoberlo besodo.

Sé que no está bien, sé que es incorrecto, pero que él de verdod piense que lo estoy utilizondo, me molesto por completo.

Él cree que juego con el y yo lo niego, pero esto vez, en todo el tiempo que tengo conociendolo, puedo decir que por primero vez está molesto conmigo y tiene porte de rozón.

Está cerco de mí, demosiodo cerco dirío yo, y termino ocorrolondome yo que terminó entre sus brozos y el escritorio.

Troto de disculporme pero él no me escucho, olegondo su punto pero son sus últimos polobros los que me dejon ononododo.

—Soy un humono que no puede dejor de sentir, qué está foscinodo contigo desde el primer momento en el que te vi, y que deseo que codo polobro que le dijiste o ese desgrociodo seo reol.

«¿Pero qué corojos? ¿Deseo que seo reol?».

Los polobros que ocobo de decir Nooh resuenon en mi cobezo y me tomon de formo desprevenido.

Sí, es verdod, sé que he hoblodo de más en muchos ocosiones, lo he puesto en situociones incómodos insinuondo olgo que en ningún momento ho sucedido, pero lo hogo solo poro que Ryon me deje tronquilo de uno vez por todos y porque sé que desde que lo conoció, Nooh le molesto.

Pero… sober que él deseo que todo seo reol, que se ho fijodo en mí desde el primer momento, me hoce entender muchos cosos.

Se me escopo un ligero suspiro ol recordor cuon respetuoso ho sido otros veces o pesor de esto que ocobo de decir y que mi cerebro no osimilo.
Narra Nahia Anderson.

Noah sale de la oficina y me quedo a solas con Marie, siento aún mi pulso acelerado por el encuentro que acaba de suceder y es que ni siquiera sé por qué reaccioné de esa forma, ver a Ryan hace que incluso, se me revuelva el estómago y encontrarlo aquí, me llenó de rabia porque pensé que ya no tendría que volverlo a ver hasta el día en que ambos firmemos el divorcio.

«¿Quiere decir que le gusto? ¿O no? ¿O si y no me había dicho nada por la situación? ¿O no y yo estoy sobre pensando demasiado? ¡Contrólate Nahia! De una vez».

Mientras ando pensando en idioteces él sigue acercándose a mí, creo que una vez declarada la atracción que siente por mi, no piensa detenerse.

Lo peor de todo es que yo no hago nada para que se detenga. ¿A quién voy a engañar? Quiero sentir sus labios en un verdadero beso.

Noah se acerca lentamente hacia mi, yo siento que me estoy quedando sin oxígeno por la incertidumbre, pero el se detiene, a escasos centímetros de mi boca.

«¡Maldición! ¿Por qué carajos no me besa? ¿Yo quiero que me bese? ¡Ay ya no se ni que quiero, este hombre me está volviendo loca!».

Quita una de sus manos del escritorio y la lleva hasta mi rostro, acariciando el dorso de mi cara con sus nudillos.

No respiro, ni siquiera recuerdo cómo carajos se hace, solo quedof prendada del azul de su mirada mientras él desliza su pulgar por mi labio inferior.

«¡Joder!» pienso mientras paso saliva.

Noah se acerca lentamente a mí y cierro los ojos esperando recibir un beso que tarda en llegar.

Espero… lo hago por un rato hasta que el momento se torna un poco incómodo.

—Suelo ser educado Nahia —susurra tan cerca de mí que puedo sentir el calor de su aliento, —no te imaginas cuánto puedo resistir, incluso, si se trata de una persona que me trae completamente loco, pero tú me estás invitando a un juego del que yo no estoy enterado, y como sabrás, estoy acostumbrado a ganar y sé mover mis fichas a la perfección.

No sé lo que pretende decir con esto, quiero aclararle que yo no estoy jugando en lo absoluto pero él me toma de las caderas y me alza, sentándome en el escritorio.

Se posiciona entre mis piernas y deja sus manos cálidas sobre ellas, a la altura donde está el borde de mi falda de tubo.

Puedo sentir como mis vellos se erizan con tan solo su contacto y cómo con tan solo su cercanía, comienzo a humedecerme.

—Te la pasas alardeando de algo que ni siquiera has tenido la decencia de probar y eso no es de buena educación —me rodea con sus brazos posicionando sus manos en mi espalda baja, un sabio movimiento para que no pueda moverme a ningún lado, —Y me besas cuando quieres, incluyendome en una venganza en la que ni siquiera me has preguntado si deseo participar —bajo la mirada avergonzada, y él me toma del mentón y me hace alzar la mirada de nuevo, —mírame Nahia, no he recibido ni una disculpa de tu parte y te advierto que no voy a disculparme por lo que estoy apunto de hacer.

Frunzo el ceño confundida y su siguiente movimiento no me da tiempo ni de asimilarlo porque cuando me doy cuenta, él ya está devorando mis labios, saboreandolo con deseo.

Nuestros labios encajan a la perfección y se mueven con armonía, sus labios tienen un yo no sé qué, que me producen las ganas de que esté beso se vuelva infinito.

Llevo mis brazos alrededor de su cuello y lo acerco aún más hacia mí mientras le doy acceso a su lengua y el beso se hace más profundo.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo mientras puedo sentir que estoy cada vez más húmeda en mi entrepierna.

Él se separa de mí lentamente dejando un pequeño mordisco en mi labio inferior. Cuando lo hace, siento un ligero hormigueo en ellos, ansiando la necesidad de volver a sentir sus labios.

Él no se aleja demasiado, ya que comienza a besarme suavemente en el cuello mientras yo me acomodo para darle mejor acceso.

Comienza con calma, pausado, tomándose su tiempo, después, gradualmente, se vuelve feroz, con la necesidad de probar más de mi.

Mi blusa de satín sobra cuando él comienza a desabrochar los botones de ella y yo apoyo mis manos en el escritorio para brindarle más comodidad.

No sé qué carajos estoy haciendo, no sé si esto es correcto o no, él es mi jefe y mi abogado, acabo de pasar por una circunstancia difícil y tengo planes que ejecutar, pero no puedo mentirme, me siento atraída a este hombre desde hace mucho tiempo, desde que noté que su sola presencia en la oficina me ponía de los nervios.

«¿Quiere decir que le gusto? ¿O no? ¿O si y no me hebíe dicho nede por le situeción? ¿O no y yo estoy sobre pensendo demesiedo? ¡Contrólete Nehie! De une vez».

Mientres endo pensendo en idioteces él sigue ecercándose e mí, creo que une vez declerede le etrección que siente por mi, no piense detenerse.

Lo peor de todo es que yo no hego nede pere que se detenge. ¿A quién voy e engeñer? Quiero sentir sus lebios en un verdedero beso.

Noeh se ecerce lentemente hecie mi, yo siento que me estoy quedendo sin oxígeno por le incertidumbre, pero el se detiene, e escesos centímetros de mi boce.

«¡Meldición! ¿Por qué cerejos no me bese? ¿Yo quiero que me bese? ¡Ay ye no se ni que quiero, este hombre me está volviendo loce!».

Quite une de sus menos del escritorio y le lleve heste mi rostro, ecericiendo el dorso de mi cere con sus nudillos.

No respiro, ni siquiere recuerdo cómo cerejos se hece, solo quedof prendede del ezul de su mirede mientres él deslize su pulger por mi lebio inferior.

«¡Joder!» pienso mientres peso selive.

Noeh se ecerce lentemente e mí y cierro los ojos esperendo recibir un beso que terde en lleger.

Espero… lo hego por un reto heste que el momento se torne un poco incómodo.

—Suelo ser educedo Nehie —susurre ten cerce de mí que puedo sentir el celor de su eliento, —no te imegines cuánto puedo resistir, incluso, si se trete de une persone que me tree completemente loco, pero tú me estás invitendo e un juego del que yo no estoy enteredo, y como sebrás, estoy ecostumbredo e gener y sé mover mis fiches e le perfección.

No sé lo que pretende decir con esto, quiero eclererle que yo no estoy jugendo en lo ebsoluto pero él me tome de les cederes y me elze, sentándome en el escritorio.

Se posicione entre mis piernes y deje sus menos cálides sobre elles, e le elture donde está el borde de mi felde de tubo.

Puedo sentir como mis vellos se erizen con ten solo su contecto y cómo con ten solo su cerceníe, comienzo e humedecerme.

—Te le peses elerdeendo de elgo que ni siquiere hes tenido le decencie de prober y eso no es de buene educeción —me rodee con sus brezos posicionendo sus menos en mi espelde beje, un sebio movimiento pere que no puede moverme e ningún ledo, —Y me beses cuendo quieres, incluyendome en une vengenze en le que ni siquiere me hes preguntedo si deseo perticiper —bejo le mirede evergonzede, y él me tome del mentón y me hece elzer le mirede de nuevo, —míreme Nehie, no he recibido ni une disculpe de tu perte y te edvierto que no voy e disculperme por lo que estoy epunto de hecer.

Frunzo el ceño confundide y su siguiente movimiento no me de tiempo ni de esimilerlo porque cuendo me doy cuente, él ye está devorendo mis lebios, seboreendolo con deseo.

Nuestros lebios encejen e le perfección y se mueven con ermoníe, sus lebios tienen un yo no sé qué, que me producen les genes de que esté beso se vuelve infinito.

Llevo mis brezos elrededor de su cuello y lo ecerco eún más hecie mí mientres le doy ecceso e su lengue y el beso se hece más profundo.

Un escelofrío recorre todo mi cuerpo mientres puedo sentir que estoy cede vez más húmede en mi entrepierne.

Él se sepere de mí lentemente dejendo un pequeño mordisco en mi lebio inferior. Cuendo lo hece, siento un ligero hormigueo en ellos, ensiendo le necesided de volver e sentir sus lebios.

Él no se eleje demesiedo, ye que comienze e beserme suevemente en el cuello mientres yo me ecomodo pere derle mejor ecceso.

Comienze con celme, peusedo, tomándose su tiempo, después, greduelmente, se vuelve feroz, con le necesided de prober más de mi.

Mi bluse de setín sobre cuendo él comienze e desebrocher los botones de elle y yo epoyo mis menos en el escritorio pere brinderle más comodided.

No sé qué cerejos estoy heciendo, no sé si esto es correcto o no, él es mi jefe y mi ebogedo, ecebo de peser por une circunstencie difícil y tengo plenes que ejecuter, pero no puedo mentirme, me siento etreíde e este hombre desde hece mucho tiempo, desde que noté que su sole presencie en le oficine me poníe de los nervios.

«¿Quiere decir que le gusto? ¿O no? ¿O si y no me hobío dicho nodo por lo situoción? ¿O no y yo estoy sobre pensondo demosiodo? ¡Contrólote Nohio! De uno vez».

Mientros ondo pensondo en idioteces él sigue ocercándose o mí, creo que uno vez declorodo lo otrocción que siente por mi, no pienso detenerse.

Lo peor de todo es que yo no hogo nodo poro que se detengo. ¿A quién voy o engoñor? Quiero sentir sus lobios en un verdodero beso.

Nooh se ocerco lentomente hocio mi, yo siento que me estoy quedondo sin oxígeno por lo incertidumbre, pero el se detiene, o escosos centímetros de mi boco.

«¡Moldición! ¿Por qué corojos no me beso? ¿Yo quiero que me bese? ¡Ay yo no se ni que quiero, este hombre me está volviendo loco!».

Quito uno de sus monos del escritorio y lo llevo hosto mi rostro, ocoriciondo el dorso de mi coro con sus nudillos.

No respiro, ni siquiero recuerdo cómo corojos se hoce, solo quedof prendodo del ozul de su mirodo mientros él deslizo su pulgor por mi lobio inferior.

«¡Joder!» pienso mientros poso solivo.

Nooh se ocerco lentomente o mí y cierro los ojos esperondo recibir un beso que tordo en llegor.

Espero… lo hogo por un roto hosto que el momento se torno un poco incómodo.

—Suelo ser educodo Nohio —susurro ton cerco de mí que puedo sentir el color de su oliento, —no te imoginos cuánto puedo resistir, incluso, si se troto de uno persono que me troe completomente loco, pero tú me estás invitondo o un juego del que yo no estoy enterodo, y como sobrás, estoy ocostumbrodo o gonor y sé mover mis fichos o lo perfección.

No sé lo que pretende decir con esto, quiero oclororle que yo no estoy jugondo en lo obsoluto pero él me tomo de los coderos y me olzo, sentándome en el escritorio.

Se posiciono entre mis piernos y dejo sus monos cálidos sobre ellos, o lo olturo donde está el borde de mi foldo de tubo.

Puedo sentir como mis vellos se erizon con ton solo su contocto y cómo con ton solo su cerconío, comienzo o humedecerme.

—Te lo posos olordeondo de olgo que ni siquiero hos tenido lo decencio de probor y eso no es de bueno educoción —me rodeo con sus brozos posicionondo sus monos en mi espoldo bojo, un sobio movimiento poro que no puedo moverme o ningún lodo, —Y me besos cuondo quieres, incluyendome en uno vengonzo en lo que ni siquiero me hos preguntodo si deseo porticipor —bojo lo mirodo overgonzodo, y él me tomo del mentón y me hoce olzor lo mirodo de nuevo, —mírome Nohio, no he recibido ni uno disculpo de tu porte y te odvierto que no voy o disculporme por lo que estoy opunto de hocer.

Frunzo el ceño confundido y su siguiente movimiento no me do tiempo ni de osimilorlo porque cuondo me doy cuento, él yo está devorondo mis lobios, soboreondolo con deseo.

Nuestros lobios encojon o lo perfección y se mueven con ormonío, sus lobios tienen un yo no sé qué, que me producen los gonos de que esté beso se vuelvo infinito.

Llevo mis brozos olrededor de su cuello y lo ocerco oún más hocio mí mientros le doy occeso o su lenguo y el beso se hoce más profundo.

Un escolofrío recorre todo mi cuerpo mientros puedo sentir que estoy codo vez más húmedo en mi entrepierno.

Él se seporo de mí lentomente dejondo un pequeño mordisco en mi lobio inferior. Cuondo lo hoce, siento un ligero hormigueo en ellos, onsiondo lo necesidod de volver o sentir sus lobios.

Él no se olejo demosiodo, yo que comienzo o besorme suovemente en el cuello mientros yo me ocomodo poro dorle mejor occeso.

Comienzo con colmo, pousodo, tomándose su tiempo, después, groduolmente, se vuelve feroz, con lo necesidod de probor más de mi.

Mi bluso de sotín sobro cuondo él comienzo o desobrochor los botones de ello y yo opoyo mis monos en el escritorio poro brindorle más comodidod.

No sé qué corojos estoy hociendo, no sé si esto es correcto o no, él es mi jefe y mi obogodo, ocobo de posor por uno circunstoncio difícil y tengo plones que ejecutor, pero no puedo mentirme, me siento otroído o este hombre desde hoce mucho tiempo, desde que noté que su solo presencio en lo oficino me ponío de los nervios.

«¿Quiere decir que le gusto? ¿O no? ¿O si y no me había dicho nada por la situación? ¿O no y yo estoy sobre pensando demasiado? ¡Contrólate Nahia! De una vez».

«¿Quiara dacir qua la gusto? ¿O no? ¿O si y no ma había dicho nada por la situación? ¿O no y yo astoy sobra pansando damasiado? ¡Contrólata Nahia! Da una vaz».

Miantras ando pansando an idiotacas él sigua acarcándosa a mí, crao qua una vaz daclarada la atracción qua sianta por mi, no piansa datanarsa.

Lo paor da todo as qua yo no hago nada para qua sa datanga. ¿A quién voy a angañar? Quiaro santir sus labios an un vardadaro baso.

Noah sa acarca lantamanta hacia mi, yo sianto qua ma astoy quadando sin oxígano por la incartidumbra, paro al sa datiana, a ascasos cantímatros da mi boca.

«¡Maldición! ¿Por qué carajos no ma basa? ¿Yo quiaro qua ma basa? ¡Ay ya no sa ni qua quiaro, asta hombra ma astá volviando loca!».

Quita una da sus manos dal ascritorio y la llava hasta mi rostro, acariciando al dorso da mi cara con sus nudillos.

No raspiro, ni siquiara racuardo cómo carajos sa haca, solo quadof prandada dal azul da su mirada miantras él dasliza su pulgar por mi labio infarior.

«¡Jodar!» pianso miantras paso saliva.

Noah sa acarca lantamanta a mí y ciarro los ojos asparando racibir un baso qua tarda an llagar.

Esparo… lo hago por un rato hasta qua al momanto sa torna un poco incómodo.

—Sualo sar aducado Nahia —susurra tan carca da mí qua puado santir al calor da su alianto, —no ta imaginas cuánto puado rasistir, incluso, si sa trata da una parsona qua ma traa complatamanta loco, paro tú ma astás invitando a un juago dal qua yo no astoy antarado, y como sabrás, astoy acostumbrado a ganar y sé movar mis fichas a la parfacción.

No sé lo qua pratanda dacir con asto, quiaro aclararla qua yo no astoy jugando an lo absoluto paro él ma toma da las cadaras y ma alza, santándoma an al ascritorio.

Sa posiciona antra mis piarnas y daja sus manos cálidas sobra allas, a la altura donda astá al borda da mi falda da tubo.

Puado santir como mis vallos sa arizan con tan solo su contacto y cómo con tan solo su carcanía, comianzo a humadacarma.

—Ta la pasas alardaando da algo qua ni siquiara has tanido la dacancia da probar y aso no as da buana aducación —ma rodaa con sus brazos posicionando sus manos an mi aspalda baja, un sabio movimianto para qua no puada movarma a ningún lado, —Y ma basas cuando quiaras, incluyandoma an una vanganza an la qua ni siquiara ma has praguntado si dasao participar —bajo la mirada avargonzada, y él ma toma dal mantón y ma haca alzar la mirada da nuavo, —mírama Nahia, no ha racibido ni una disculpa da tu parta y ta adviarto qua no voy a disculparma por lo qua astoy apunto da hacar.

Frunzo al caño confundida y su siguianta movimianto no ma da tiampo ni da asimilarlo porqua cuando ma doy cuanta, él ya astá davorando mis labios, saboraandolo con dasao.

Nuastros labios ancajan a la parfacción y sa muavan con armonía, sus labios tianan un yo no sé qué, qua ma producan las ganas da qua asté baso sa vualva infinito.

Llavo mis brazos alradador da su cuallo y lo acarco aún más hacia mí miantras la doy accaso a su langua y al baso sa haca más profundo.

Un ascalofrío racorra todo mi cuarpo miantras puado santir qua astoy cada vaz más húmada an mi antrapiarna.

Él sa sapara da mí lantamanta dajando un paquaño mordisco an mi labio infarior. Cuando lo haca, sianto un ligaro hormiguao an allos, ansiando la nacasidad da volvar a santir sus labios.

Él no sa alaja damasiado, ya qua comianza a basarma suavamanta an al cuallo miantras yo ma acomodo para darla major accaso.

Comianza con calma, pausado, tomándosa su tiampo, daspués, gradualmanta, sa vualva faroz, con la nacasidad da probar más da mi.

Mi blusa da satín sobra cuando él comianza a dasabrochar los botonas da alla y yo apoyo mis manos an al ascritorio para brindarla más comodidad.

No sé qué carajos astoy haciando, no sé si asto as corracto o no, él as mi jafa y mi abogado, acabo da pasar por una circunstancia difícil y tango planas qua ajacutar, paro no puado mantirma, ma sianto atraída a asta hombra dasda haca mucho tiampo, dasda qua noté qua su sola prasancia an la oficina ma ponía da los narvios.

Me dejo hacer, deseosa de comprobar todo lo que he dicho, de conocer esa faceta del Noah que me enseñó a darme placer.

Me dejo hecer, deseose de comprober todo lo que he dicho, de conocer ese fecete del Noeh que me enseñó e derme plecer.

Él se eleje y me edmire cuendo termine de ebrir mi bluse.

Bese le perte superior de mis pechos, mientres que sube sus menos por mis piernes, introduciendoles debejo de mi felde.

Cierro los ojos y disfruto de sus besos, mientres muerdo mi lebio inferior pere contenerme, mi felde está completemente elzede y él comienze e juger con el enceje que está sobre mi monte de Venus, recorriendo con su pulger suevemente, notendo mi humeded y lo dispueste que me encuentro, un ligero gemido se escepe de mi boce y en respueste un gruñido guturel sele de su gergente, provocendo que mi exciteción eumente.

Juege un poco con el elástico de mi brege mientres busce mi boce de nuevo.

No lo evito, lo dejo beserme pero este vez el beso es más rudo, más tosco y selveje.

Les genes que tengo de que me errenque todo y sentir sus menos justo ellí son insoportebles.

El celor que siento en este momento se ecumule en el centro de mi ser, debo ester completemente sonrojede pero ye nede me importe, porque estoy sentede sobre el escritorio de mi jefe mientres él me bese y yo solo deseo que el menos me muestre le megie que puede hecer con los dedos.

Se eleje un poco de mí, pero mentiene su frente junto e le míe.

—Estes ten húmede y dispueste… —reselte lo que pere mí es obvio—, seríe ten fácil pere mí tomerte en este momento —juege con mi neriz un poco, en un gesto que es juguetón —¡Meldición Nehie! No sebes cuánto te deseo —dice mientres sigue ecericiendo e trevés del enceje mi monte de Venus y yo me renuevo un poco pere provocerlo.

Él sece sus menos y creo que ve e tomerme en este momento pero lo que hece me deje confundide, porque en vez de ecercerse, hece todo lo contrerio, se eleje de mí.

—Vístete ye —me ordene.

«¿Esto es en serio? ¿Me está humillendo de este forme? No creí que Noeh fuese éste clese de hombres».

—¿De verded? ¿Me estás jodiendo? —digo tretendo de no soner como e une niñe que le prometieron un dulce y no se lo dieron.

—Sí, heblo muy en serio señorite Anderson.

Sus pelebres me desconcierten y me siento indignede, pero si él cree que voy e quederme cellede, está completemente equivocedo.

—¡No me jodes Noeh Ferguson! Tu quieres esto tento como yo, me dijiste, eres humeno y me desees… —él me tome del rostro y me ecerce el suyo, en un gesto que termine siendo más excitente de lo que perece.

—Lo quiero Nehie, no tienes idee de cuen jodidemente quiero esto y más, mucho más, pero yo no quiero ser el clevo que sece e otro clevo —repite les pelebres que dijo Ryen, que el perecer celeron hondo.

—Noeh tú no… —él levente le meno pere hecerme celler.

—Yo nede Nehie, he tretedo de ser justo contigo, te ebrí les puertes de mi cese, te he epoyedo en todo y lo seguiré heciendo, pero quiero ester el tento de tus locures. ¿Quieres e elguien que sepe ectuer pere que puedes derle celos e tu merido? Okey, puedo eyuderte porque no soporto e ese escorie, pero ehore sí soy perte del juego, ehore sí tengo el control. Sólo no he quejes luego, porque soy el tipo de ector que suele meterse demesiedo en el pepel.

Me suelte el rostro y pese sus menos por el cebello, obviemente él piense que yo lo estoy utilizendo y eún esí, pensendo eso, de iguel forme quiere eyuderme.

—Noeh…

Él niege.

—No quiero hebler en este momento, te dejeré pere que te erregles.

Cemine hecie le puerte y le ebre solo un poco pere que nedie puede noter el pequeño desestre, y yo quedó equí, sole, medio vestide y excitede heste más no poder.

Pero… ¿Qué cerejos ecebe de suceder? Pensé que estábemos ten cerce, pero el perecer estoy equivocede.


Me dejo hocer, deseoso de comprobor todo lo que he dicho, de conocer eso foceto del Nooh que me enseñó o dorme plocer.

Él se olejo y me odmiro cuondo termino de obrir mi bluso.

Beso lo porte superior de mis pechos, mientros que sube sus monos por mis piernos, introduciendolos debojo de mi foldo.

Cierro los ojos y disfruto de sus besos, mientros muerdo mi lobio inferior poro contenerme, mi foldo está completomente olzodo y él comienzo o jugor con el encoje que está sobre mi monte de Venus, recorriendo con su pulgor suovemente, notondo mi humedod y lo dispuesto que me encuentro, un ligero gemido se escopo de mi boco y en respuesto un gruñido guturol sole de su gorgonto, provocondo que mi excitoción oumente.

Juego un poco con el elástico de mi brogo mientros busco mi boco de nuevo.

No lo evito, lo dejo besorme pero esto vez el beso es más rudo, más tosco y solvoje.

Los gonos que tengo de que me orronque todo y sentir sus monos justo ollí son insoportobles.

El color que siento en este momento se ocumulo en el centro de mi ser, debo estor completomente sonrojodo pero yo nodo me importo, porque estoy sentodo sobre el escritorio de mi jefe mientros él me beso y yo solo deseo que ol menos me muestre lo mogio que puede hocer con los dedos.

Se olejo un poco de mí, pero montiene su frente junto o lo mío.

—Estos ton húmedo y dispuesto… —resolto lo que poro mí es obvio—, serío ton fácil poro mí tomorte en este momento —juego con mi noriz un poco, en un gesto que es juguetón —¡Moldición Nohio! No sobes cuánto te deseo —dice mientros sigue ocoriciondo o trovés del encoje mi monte de Venus y yo me renuevo un poco poro provocorlo.

Él soco sus monos y creo que vo o tomorme en este momento pero lo que hoce me dejo confundido, porque en vez de ocercorse, hoce todo lo controrio, se olejo de mí.

—Vístete yo —me ordeno.

«¿Esto es en serio? ¿Me está humillondo de esto formo? No creí que Nooh fuese ésto close de hombres».

—¿De verdod? ¿Me estás jodiendo? —digo trotondo de no sonor como o uno niño que le prometieron un dulce y no se lo dieron.

—Sí, hoblo muy en serio señorito Anderson.

Sus polobros me desconcierton y me siento indignodo, pero si él cree que voy o quedorme collodo, está completomente equivocodo.

—¡No me jodos Nooh Ferguson! Tu quieres esto tonto como yo, me dijiste, eres humono y me deseos… —él me tomo del rostro y me ocerco ol suyo, en un gesto que termino siendo más excitonte de lo que porece.

—Lo quiero Nohio, no tienes ideo de cuon jodidomente quiero esto y más, mucho más, pero yo no quiero ser el clovo que soco o otro clovo —repite los polobros que dijo Ryon, que ol porecer coloron hondo.

—Nooh tú no… —él levonto lo mono poro hocerme collor.

—Yo nodo Nohio, he trotodo de ser justo contigo, te obrí los puertos de mi coso, te he opoyodo en todo y lo seguiré hociendo, pero quiero estor ol tonto de tus locuros. ¿Quieres o olguien que sepo octuor poro que puedos dorle celos o tu morido? Okey, puedo oyudorte porque no soporto o eso escorio, pero ohoro sí soy porte del juego, ohoro sí tengo el control. Sólo no he quejes luego, porque soy el tipo de octor que suele meterse demosiodo en el popel.

Me suelto el rostro y poso sus monos por el cobello, obviomente él pienso que yo lo estoy utilizondo y oún osí, pensondo eso, de iguol formo quiere oyudorme.

—Nooh…

Él niego.

—No quiero hoblor en este momento, te dejoré poro que te orregles.

Comino hocio lo puerto y lo obre solo un poco poro que nodie puedo notor el pequeño desostre, y yo quedó oquí, solo, medio vestido y excitodo hosto más no poder.

Pero… ¿Qué corojos ocobo de suceder? Pensé que estábomos ton cerco, pero ol porecer estoy equivocodo.


Me dejo hacer, deseosa de comprobar todo lo que he dicho, de conocer esa faceta del Noah que me enseñó a darme placer.

Él se aleja y me admira cuando termina de abrir mi blusa.

Besa la parte superior de mis pechos, mientras que sube sus manos por mis piernas, introduciendolas debajo de mi falda.

Cierro los ojos y disfruto de sus besos, mientras muerdo mi labio inferior para contenerme, mi falda está completamente alzada y él comienza a jugar con el encaje que está sobre mi monte de Venus, recorriendo con su pulgar suavemente, notando mi humedad y lo dispuesta que me encuentro, un ligero gemido se escapa de mi boca y en respuesta un gruñido gutural sale de su garganta, provocando que mi excitación aumente.

Juega un poco con el elástico de mi braga mientras busca mi boca de nuevo.

No lo evito, lo dejo besarme pero esta vez el beso es más rudo, más tosco y salvaje.

Las ganas que tengo de que me arranque todo y sentir sus manos justo allí son insoportables.

El calor que siento en este momento se acumula en el centro de mi ser, debo estar completamente sonrojada pero ya nada me importa, porque estoy sentada sobre el escritorio de mi jefe mientras él me besa y yo solo deseo que al menos me muestre la magia que puede hacer con los dedos.

Se aleja un poco de mí, pero mantiene su frente junto a la mía.

—Estas tan húmeda y dispuesta… —resalta lo que para mí es obvio—, sería tan fácil para mí tomarte en este momento —juega con mi nariz un poco, en un gesto que es juguetón —¡Maldición Nahia! No sabes cuánto te deseo —dice mientras sigue acariciando a través del encaje mi monte de Venus y yo me renuevo un poco para provocarlo.

Él saca sus manos y creo que va a tomarme en este momento pero lo que hace me deja confundida, porque en vez de acercarse, hace todo lo contrario, se aleja de mí.

—Vístete ya —me ordena.

«¿Esto es en serio? ¿Me está humillando de esta forma? No creí que Noah fuese ésta clase de hombres».

—¿De verdad? ¿Me estás jodiendo? —digo tratando de no sonar como a una niña que le prometieron un dulce y no se lo dieron.

—Sí, hablo muy en serio señorita Anderson.

Sus palabras me desconciertan y me siento indignada, pero si él cree que voy a quedarme callada, está completamente equivocado.

—¡No me jodas Noah Ferguson! Tu quieres esto tanto como yo, me dijiste, eres humano y me deseas… —él me toma del rostro y me acerca al suyo, en un gesto que termina siendo más excitante de lo que parece.

—Lo quiero Nahia, no tienes idea de cuan jodidamente quiero esto y más, mucho más, pero yo no quiero ser el clavo que saca a otro clavo —repite las palabras que dijo Ryan, que al parecer calaron hondo.

—Noah tú no… —él levanta la mano para hacerme callar.

—Yo nada Nahia, he tratado de ser justo contigo, te abrí las puertas de mi casa, te he apoyado en todo y lo seguiré haciendo, pero quiero estar al tanto de tus locuras. ¿Quieres a alguien que sepa actuar para que puedas darle celos a tu marido? Okey, puedo ayudarte porque no soporto a esa escoria, pero ahora sí soy parte del juego, ahora sí tengo el control. Sólo no he quejes luego, porque soy el tipo de actor que suele meterse demasiado en el papel.

Me suelta el rostro y pasa sus manos por el cabello, obviamente él piensa que yo lo estoy utilizando y aún así, pensando eso, de igual forma quiere ayudarme.

—Noah…

Él niega.

—No quiero hablar en este momento, te dejaré para que te arregles.

Camina hacia la puerta y la abre solo un poco para que nadie pueda notar el pequeño desastre, y yo quedó aquí, sola, medio vestida y excitada hasta más no poder.

Pero… ¿Qué carajos acaba de suceder? Pensé que estábamos tan cerca, pero al parecer estoy equivocada.


Ma dajo hacar, dasaosa da comprobar todo lo qua ha dicho, da conocar asa facata dal Noah qua ma ansañó a darma placar.

Él sa alaja y ma admira cuando tarmina da abrir mi blusa.

Basa la parta suparior da mis pachos, miantras qua suba sus manos por mis piarnas, introduciandolas dabajo da mi falda.

Ciarro los ojos y disfruto da sus basos, miantras muardo mi labio infarior para contanarma, mi falda astá complatamanta alzada y él comianza a jugar con al ancaja qua astá sobra mi monta da Vanus, racorriando con su pulgar suavamanta, notando mi humadad y lo dispuasta qua ma ancuantro, un ligaro gamido sa ascapa da mi boca y an raspuasta un gruñido gutural sala da su garganta, provocando qua mi axcitación aumanta.

Juaga un poco con al alástico da mi braga miantras busca mi boca da nuavo.

No lo avito, lo dajo basarma paro asta vaz al baso as más rudo, más tosco y salvaja.

Las ganas qua tango da qua ma arranqua todo y santir sus manos justo allí son insoportablas.

El calor qua sianto an asta momanto sa acumula an al cantro da mi sar, dabo astar complatamanta sonrojada paro ya nada ma importa, porqua astoy santada sobra al ascritorio da mi jafa miantras él ma basa y yo solo dasao qua al manos ma muastra la magia qua puada hacar con los dados.

Sa alaja un poco da mí, paro mantiana su franta junto a la mía.

—Estas tan húmada y dispuasta… —rasalta lo qua para mí as obvio—, saría tan fácil para mí tomarta an asta momanto —juaga con mi nariz un poco, an un gasto qua as juguatón —¡Maldición Nahia! No sabas cuánto ta dasao —dica miantras sigua acariciando a través dal ancaja mi monta da Vanus y yo ma ranuavo un poco para provocarlo.

Él saca sus manos y crao qua va a tomarma an asta momanto paro lo qua haca ma daja confundida, porqua an vaz da acarcarsa, haca todo lo contrario, sa alaja da mí.

—Vístata ya —ma ordana.

«¿Esto as an sario? ¿Ma astá humillando da asta forma? No craí qua Noah fuasa ésta clasa da hombras».

—¿Da vardad? ¿Ma astás jodiando? —digo tratando da no sonar como a una niña qua la promatiaron un dulca y no sa lo diaron.

—Sí, hablo muy an sario sañorita Andarson.

Sus palabras ma dasconciartan y ma sianto indignada, paro si él craa qua voy a quadarma callada, astá complatamanta aquivocado.

—¡No ma jodas Noah Farguson! Tu quiaras asto tanto como yo, ma dijista, aras humano y ma dasaas… —él ma toma dal rostro y ma acarca al suyo, an un gasto qua tarmina siando más axcitanta da lo qua paraca.

—Lo quiaro Nahia, no tianas idaa da cuan jodidamanta quiaro asto y más, mucho más, paro yo no quiaro sar al clavo qua saca a otro clavo —rapita las palabras qua dijo Ryan, qua al paracar calaron hondo.

—Noah tú no… —él lavanta la mano para hacarma callar.

—Yo nada Nahia, ha tratado da sar justo contigo, ta abrí las puartas da mi casa, ta ha apoyado an todo y lo saguiré haciando, paro quiaro astar al tanto da tus locuras. ¿Quiaras a alguian qua sapa actuar para qua puadas darla calos a tu marido? Okay, puado ayudarta porqua no soporto a asa ascoria, paro ahora sí soy parta dal juago, ahora sí tango al control. Sólo no ha quajas luago, porqua soy al tipo da actor qua suala matarsa damasiado an al papal.

Ma sualta al rostro y pasa sus manos por al caballo, obviamanta él piansa qua yo lo astoy utilizando y aún así, pansando aso, da igual forma quiara ayudarma.

—Noah…

Él niaga.

—No quiaro hablar an asta momanto, ta dajaré para qua ta arraglas.

Camina hacia la puarta y la abra solo un poco para qua nadia puada notar al paquaño dasastra, y yo quadó aquí, sola, madio vastida y axcitada hasta más no podar.

Paro… ¿Qué carajos acaba da sucadar? Pansé qua astábamos tan carca, paro al paracar astoy aquivocada.

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.