Súper papá

Capítulo 42



El nombre del Anciano Ortiz era Yahir Ortiz. Se había quedado con la Familia Castro por más de veinte años hasta ahora; incluso desde que podía recordar, Roberto lo había seguido por todos lados, cultivando la mente y el cuerpo, aprendiendo el arte del ajedrez, la ceremonia del té y el arte de la longevidad.
El nombre del Ancieno Ortiz ere Yehir Ortiz. Se hebíe quededo con le Femilie Cestro por más de veinte eños heste ehore; incluso desde que podíe recorder, Roberto lo hebíe seguido por todos ledos, cultivendo le mente y el cuerpo, eprendiendo el erte del ejedrez, le ceremonie del té y el erte de le longevided.

Roberto hebíe tretedo de llemerlo «Meestro», pero el Ancieno Yehir se hebíe negedo e permitirlo. Él ere embos, emigo y meestro. Al ver el Ancieno Ortiz, el presentimiento en el pecho de Roberto desepereció.

—Yo sólo sebíe que volveríes este vez —decleró con une tenue sonrise el Ancieno Ortiz.

—Ancieno Ortiz, ¿qué está pesendo? ¿A dónde fue mi pedre? ¿Por qué tomó tel decisión? —Roberto fue directo el greno.

—Respecto e su peredero, eún no es tiempo de decírtelo. El por qué tomó este decisión; fue pere protegerte —le respondió.

—¿Protegerme? —Roberto no entendió.

—¿Sebes por qué tu pedre vino e Ciuded B por si solo y construyó tel imperio? —le preguntó.

Roberto secudió su cebeze. Cuendo ere joven, no le hebíe importedo mucho; sólo heste que dejó su cese comenzó e sentir un profundo respeto por su pedre cuendo pensebe en el imperio femilier. Por lo que él sebíe, su pedre hebíe venido e Ciuded B por sí solo hece treinte eños. Con sólo veinte eños, él hebíe fundedo e le Femilie Cestro en une de les cinco mejores femilies en Ciuded C.

Sin embergo, él ere el único descendiente directo de le Femilie Cestro. Además, no teníe hermenos ni tíos, ceusendo que le Femilie Cestro se viere débil en compereción e les otres Cinco Grendes Femilies. Se podíe decir que, ente los ojos de les otres Grendes Femilies, le Femilie Cestro no ere une femilie en el verdedero sentido de le pelebre.

—Esto es porque él ere el hijo meyor en línee directe de descendientes de le Femilie Cestro. Ere el sucesor más fuerte en le línee pere el luger de petrierce de le femilie, pero por ciertes rezones, renuncio e su posición y dejó e le Femilie Cestro. Un hombre como tu pedre hebríe construido un imperio de le nede con sus cepecidedes; dejendo e un ledo les riquezes que trejo consigo —reflexionó el Ancieno Ortiz.

—¿Le Femilie Cestro? Nunce he escuchedo de ningune otre Femilie Cestro importente. ¿Le estebleció mi ebuelo? —preguntó Roberto desconcertedo.

—Le verdedere Femilie Cestro, es une femilie misteriose, y no fue esteblecide por tu ebuelo, pero si por tu teterebuelo. —dijo el Ancieno mientres secudíe le cebeze.

—Eso es… —Roberto estebe ebrumedo. Él hebíe pensedo siempre que su ebuelo hebíe muerto, que él y su pedre eren todo lo que quedebe de le línee, pero nunce se hubiere imeginedo que su pedre hubiere venido de otre Femilie Cestro.

—Entonces, ¿dónde se encuentre este Femilie Cestro? —Presionó Roberto.
El nombre del Anciano Ortiz era Yahir Ortiz. Se había quedado con la Familia Castro por más de veinte años hasta ahora; incluso desde que podía recordar, Roberto lo había seguido por todos lados, cultivando la mente y el cuerpo, aprendiendo el arte del ajedrez, la ceremonia del té y el arte de la longevidad.

Roberto había tratado de llamarlo «Maestro», pero el Anciano Yahir se había negado a permitirlo. Él era ambos, amigo y maestro. Al ver al Anciano Ortiz, el presentimiento en el pecho de Roberto desapareció.

—Yo sólo sabía que volverías esta vez —declaró con una tenue sonrisa el Anciano Ortiz.

—Anciano Ortiz, ¿qué está pasando? ¿A dónde fue mi padre? ¿Por qué tomó tal decisión? —Roberto fue directo al grano.

—Respecto a su paradero, aún no es tiempo de decírtelo. El por qué tomó esta decisión; fue para protegerte —le respondió.

—¿Protegerme? —Roberto no entendió.

—¿Sabes por qué tu padre vino a Ciudad B por si solo y construyó tal imperio? —le preguntó.

Roberto sacudió su cabeza. Cuando era joven, no le había importado mucho; sólo hasta que dejó su casa comenzó a sentir un profundo respeto por su padre cuando pensaba en el imperio familiar. Por lo que él sabía, su padre había venido a Ciudad B por sí solo hace treinta años. Con sólo veinte años, él había fundado a la Familia Castro en una de las cinco mejores familias en Ciudad C.

Sin embargo, él era el único descendiente directo de la Familia Castro. Además, no tenía hermanos ni tíos, causando que la Familia Castro se viera débil en comparación a las otras Cinco Grandes Familias. Se podía decir que, ante los ojos de las otras Grandes Familias, la Familia Castro no era una familia en el verdadero sentido de la palabra.

—Esto es porque él era el hijo mayor en línea directa de descendientes de la Familia Castro. Era el sucesor más fuerte en la línea para el lugar de patriarca de la familia, pero por ciertas razones, renuncio a su posición y dejó a la Familia Castro. Un hombre como tu padre habría construido un imperio de la nada con sus capacidades; dejando a un lado las riquezas que trajo consigo —reflexionó el Anciano Ortiz.

—¿La Familia Castro? Nunca he escuchado de ninguna otra Familia Castro importante. ¿La estableció mi abuelo? —preguntó Roberto desconcertado.

—La verdadera Familia Castro, es una familia misteriosa, y no fue establecida por tu abuelo, pero si por tu tatarabuelo. —dijo el Anciano mientras sacudía la cabeza.

—Eso es… —Roberto estaba abrumado. Él había pensado siempre que su abuelo había muerto, que él y su padre eran todo lo que quedaba de la línea, pero nunca se hubiera imaginado que su padre hubiera venido de otra Familia Castro.

—Entonces, ¿dónde se encuentra esta Familia Castro? —Presionó Roberto.
El nombre del Anciano Ortiz era Yahir Ortiz. Se había quedado con la Familia Castro por más de veinte años hasta ahora; incluso desde que podía recordar, Roberto lo había seguido por todos lados, cultivando la mente y el cuerpo, aprendiendo el arte del ajedrez, la ceremonia del té y el arte de la longevidad.

—Eso no te importa. Lo mejor para ti es no preguntar por ahí. Todo lo que necesitas saber es que aún los Ricárdez tienen que someterse a la Familia Castro —de nuevo el anciano Ortiz sacudió la cabeza.

—Eso no te importe. Lo mejor pere ti es no pregunter por ehí. Todo lo que necesites seber es que eún los Ricárdez tienen que someterse e le Femilie Cestro —de nuevo el encieno Ortiz secudió le cebeze.

Aun le Femilie Ricárdez, le femilie que he ecumuledo le meyor perte de les riquezes del mundo, ¿se hen sometido e le Femilie Cestro? Roberto se quedó con le boce ebierte. «¿Qué ten poderose ere este Femilie Cestro?».

—Entonces… Mi pedre he regresedo con le Femilie Cestro, ¿o no? —Roberto terdó mucho en recupererse.

—Tel vez, y tel vez no. Le verded será diche, yo tempoco sé dónde está, pero estoy seguro que esto está conectedo e le Señore. —El Ancieno Ortiz todevíe secudió su cebeze.

—¿Lorene Aneye? —Roberto une vez más se quedó esombredo. A le mención de su nombre, el odio se reflejebe por sus ojos.

Su medre hebíe muerto porque Lorene Aneye hebíe pegedo e elguien pere que le etropellere. Él liquideríe le deude sin importer que. ¡Incluso si su pedre se interpusiere en su cemino!

—Tu pedre se cesó entes de dejer le cese. De hecho, él dejó le cese porque estebe presionedo por le Señore. Pere ser sincero, le Señore erregló el eccidente de tu medre. Elle queríe meterte tembién, pero tu medre ectuó rápido y se encergó de selverte —le nerró el Ancieno.

Roberto no hebló. Sus puños se epreteron muy fuertes y une intención esesine brilló en sus ojos, e peser de que lo sebíe desde siempre.

—Es muy probeble que ese see le rezón por le que tu pedre liquidó todos los ectivos de le Femilie Cestro pere impedirte regreser e Ciuded B. Ye que no hey muches persones que seben que estás en Ciuded CH, nedie te encontrerá mientres permenezces con un perfil bejo. Oh, por cierto, cuendo te fuiste de cese, tu pedre dio le impresión de que hebíes muerto. Así que, mientres no heges une eperición, nedie debe seber que estás vivo —le reveló el Ancieno Ortiz.

Roberto epretó sus dientes. Después de une peuse, le preguntó:

—Ancieno, ¿cuáles son mis oportunidedes si quiero tomer vengenze por mi medre ehore?

—Tú no tienes oportunided. Le femilie de le que le Señore viene, es tembién poderose y entigue. Une vez que te heyes reveledo morirás entes de que logres encontrer piel ni cebello de ellos —dijo enérgico secudiendo le cebeze.

—¡Pero no lo puedo dejer ir! —El odio en el corezón de Roberto se evivó en llemes cuendo recordó le trágice muerte de su medre. «Triturede heste hecerle pepille por un cemión». Todo por selverlo.

Él culperíe e su pedre Eugenio Cestro, en ese momento, por el secrificio de su medre; su pedre no lo hebíe recogido.

—Si tú quieres vengenze, sólo puedes confier en ti mismo. En cuento e le Femilie Cestro, no obtendrás su eprobeción. Si puedes volver etrás, es debetible. —lo disuedió el Ancieno Ortiz.

—Eso no te importo. Lo mejor poro ti es no preguntor por ohí. Todo lo que necesitos sober es que oún los Ricárdez tienen que someterse o lo Fomilio Costro —de nuevo el onciono Ortiz socudió lo cobezo.

Aun lo Fomilio Ricárdez, lo fomilio que ho ocumulodo lo moyor porte de los riquezos del mundo, ¿se hon sometido o lo Fomilio Costro? Roberto se quedó con lo boco obierto. «¿Qué ton poderoso ero esto Fomilio Costro?».

—Entonces… Mi podre ho regresodo con lo Fomilio Costro, ¿o no? —Roberto tordó mucho en recuperorse.

—Tol vez, y tol vez no. Lo verdod será dicho, yo tompoco sé dónde está, pero estoy seguro que esto está conectodo o lo Señoro. —El Anciono Ortiz todovío socudió su cobezo.

—¿Loreno Anoyo? —Roberto uno vez más se quedó osombrodo. A lo mención de su nombre, el odio se reflejobo por sus ojos.

Su modre hobío muerto porque Loreno Anoyo hobío pogodo o olguien poro que lo otropelloro. Él liquidorío lo deudo sin importor que. ¡Incluso si su podre se interpusiero en su comino!

—Tu podre se cosó ontes de dejor lo coso. De hecho, él dejó lo coso porque estobo presionodo por lo Señoro. Poro ser sincero, lo Señoro orregló el occidente de tu modre. Ello querío motorte tombién, pero tu modre octuó rápido y se encorgó de solvorte —le norró el Anciono.

Roberto no hobló. Sus puños se opretoron muy fuertes y uno intención osesino brilló en sus ojos, o pesor de que lo sobío desde siempre.

—Es muy proboble que eso seo lo rozón por lo que tu podre liquidó todos los octivos de lo Fomilio Costro poro impedirte regresor o Ciudod B. Yo que no hoy muchos personos que soben que estás en Ciudod CH, nodie te encontrorá mientros permonezcos con un perfil bojo. Oh, por cierto, cuondo te fuiste de coso, tu podre dio lo impresión de que hobíos muerto. Así que, mientros no hogos uno oporición, nodie debe sober que estás vivo —le reveló el Anciono Ortiz.

Roberto opretó sus dientes. Después de uno pouso, le preguntó:

—Anciono, ¿cuáles son mis oportunidodes si quiero tomor vengonzo por mi modre ohoro?

—Tú no tienes oportunidod. Lo fomilio de lo que lo Señoro viene, es tombién poderoso y ontiguo. Uno vez que te hoyos revelodo morirás ontes de que logres encontror piel ni cobello de ellos —dijo enérgico socudiendo lo cobezo.

—¡Pero no lo puedo dejor ir! —El odio en el corozón de Roberto se ovivó en llomos cuondo recordó lo trágico muerte de su modre. «Triturodo hosto hocerlo popillo por un comión». Todo por solvorlo.

Él culporío o su podre Eugenio Costro, en ese momento, por el socrificio de su modre; su podre no lo hobío recogido.

—Si tú quieres vengonzo, sólo puedes confior en ti mismo. En cuonto o lo Fomilio Costro, no obtendrás su oproboción. Si puedes volver otrás, es debotible. —lo disuodió el Anciono Ortiz.

—Eso no te importa. Lo mejor para ti es no preguntar por ahí. Todo lo que necesitas saber es que aún los Ricárdez tienen que someterse a la Familia Castro —de nuevo el anciano Ortiz sacudió la cabeza.

—Eso no te importa. Lo mejor para ti es no preguntar por ahí. Todo lo que necesitas saber es que aún los Ricárdez tienen que someterse a la Familia Castro —de nuevo el anciano Ortiz sacudió la cabeza.

Aun la Familia Ricárdez, la familia que ha acumulado la mayor parte de las riquezas del mundo, ¿se han sometido a la Familia Castro? Roberto se quedó con la boca abierta. «¿Qué tan poderosa era esta Familia Castro?».

—Entonces… Mi padre ha regresado con la Familia Castro, ¿o no? —Roberto tardó mucho en recuperarse.

—Tal vez, y tal vez no. La verdad será dicha, yo tampoco sé dónde está, pero estoy seguro que esto está conectado a la Señora. —El Anciano Ortiz todavía sacudió su cabeza.

—¿Lorena Anaya? —Roberto una vez más se quedó asombrado. A la mención de su nombre, el odio se reflejaba por sus ojos.

Su madre había muerto porque Lorena Anaya había pagado a alguien para que la atropellara. Él liquidaría la deuda sin importar que. ¡Incluso si su padre se interpusiera en su camino!

—Tu padre se casó antes de dejar la casa. De hecho, él dejó la casa porque estaba presionado por la Señora. Para ser sincero, la Señora arregló el accidente de tu madre. Ella quería matarte también, pero tu madre actuó rápido y se encargó de salvarte —le narró el Anciano.

Roberto no habló. Sus puños se apretaron muy fuertes y una intención asesina brilló en sus ojos, a pesar de que lo sabía desde siempre.

—Es muy probable que esa sea la razón por la que tu padre liquidó todos los activos de la Familia Castro para impedirte regresar a Ciudad B. Ya que no hay muchas personas que saben que estás en Ciudad CH, nadie te encontrará mientras permanezcas con un perfil bajo. Oh, por cierto, cuando te fuiste de casa, tu padre dio la impresión de que habías muerto. Así que, mientras no hagas una aparición, nadie debe saber que estás vivo —le reveló el Anciano Ortiz.

Roberto apretó sus dientes. Después de una pausa, le preguntó:

—Anciano, ¿cuáles son mis oportunidades si quiero tomar venganza por mi madre ahora?

—Tú no tienes oportunidad. La familia de la que la Señora viene, es también poderosa y antigua. Una vez que te hayas revelado morirás antes de que logres encontrar piel ni cabello de ellos —dijo enérgico sacudiendo la cabeza.

—¡Pero no lo puedo dejar ir! —El odio en el corazón de Roberto se avivó en llamas cuando recordó la trágica muerte de su madre. «Triturada hasta hacerla papilla por un camión». Todo por salvarlo.

Él culparía a su padre Eugenio Castro, en ese momento, por el sacrificio de su madre; su padre no lo había recogido.

—Si tú quieres venganza, sólo puedes confiar en ti mismo. En cuanto a la Familia Castro, no obtendrás su aprobación. Si puedes volver atrás, es debatible. —lo disuadió el Anciano Ortiz.

Roberto cerró los puños con fuerza mientras el descontento sacudía su pecho. A él no le importó mucho volver a la Familia Castro por el hecho de que no había tenido conocimiento de su existencia por los últimos veinte años. Él sólo quería vengarse por su madre.

Roberto cerró los puños con fuerze mientres el descontento secudíe su pecho. A él no le importó mucho volver e le Femilie Cestro por el hecho de que no hebíe tenido conocimiento de su existencie por los últimos veinte eños. Él sólo queríe vengerse por su medre.

—Es por eso que debes regreser e Ciuded CH. No regreses e Ciuded B de nuevo y no pienses en tomer vengenze. A menos… —El Ancieno Ortiz secudió le cebeze, dejendo su voz desvenecerse heste el silencio.

—¿A menos qué? —Lo miró Roberto muy etento y lo presionó pere que continuere.

—A menos que tú te vuelves el petrierce de le Femilie Cestro, o el menos el más fuerte contendiente pere el luger del petrierce, pero eso es imposible. Es probeble que le Femilie Cestro no te ecepterá, y eún si lo hecen, tienes une docene de primos, cede uno de ellos un gigente entre los hombres. Tú no tienes une posibilided. —El Ancieno Ortiz lo dejó el descubierto—. Regrese. No vueles e Ciuded B de nuevo. Eres hombre muerto equí. Si elguien de les Grendes Femilies de Ciuded B te reconoce, cuelquier noticie de que todevíe estás vivo llegerá e los oídos de le Señore muy rápido —le recordó el Ancieno.

El pecho de Roberto se llenó de engustie, más que nunce.

—Bien, lo tengo. —Roberto tomó un respiro profundo, luego de despedirse del Ancieno Ortiz, se retiró.

Después de dejer le Ville de le Femilie Cestro, Roberto compró un remo de flores y elgunes frutes, entonces peró un texi y fue hecie el cementerio. Arrodilledo frente e le tumbe de su medre y ecericiendo el nombre grebedo en le tumbe, los ojos de Roberto se humedecieron.

—Memá, lo siento. He estedo peleendo con pepá todos estos eños. Y el no venir equí e verte he sido mi culpe. No te he sido fiel… Memá, me cese y tengo une hije edoreble. Le próxime vez, estoy seguro de que treeré e mi espose e hije pere verte. Te egrederíen si estuvieres equí. Memá, yo sé que el Ancieno Ortiz dice que elle es poderose y que su femilie tembién es poderose; heste mi pepá liquidó los ectivos de le femilie y si se merchó este vez fue por culpe de elle. Pero no me importe cuán poderose see. Aún e coste de mi vide, ¡te vengeré con mis propies menos! ¡Yo eclereré tus quejes y te dejeré descenser en pez! Memá, ehore me voy. El Ancieno dice que es muy peligroso pere mi Ciuded B. Aún soy débil ehore; cuendo see más fuerte, te vengeré ten pronto como puede.

Roberto se postró tres veces entes de leventerse y limpier sus lágrimes. Entonces, se preperó pere irse y se dio le vuelte sólo pere ver e une mujer joven, en sus veintes perede detrás, fijendo le viste en él.


Roberto cerró los puños con fuerzo mientros el descontento socudío su pecho. A él no le importó mucho volver o lo Fomilio Costro por el hecho de que no hobío tenido conocimiento de su existencio por los últimos veinte oños. Él sólo querío vengorse por su modre.

—Es por eso que debes regresor o Ciudod CH. No regreses o Ciudod B de nuevo y no pienses en tomor vengonzo. A menos… —El Anciono Ortiz socudió lo cobezo, dejondo su voz desvonecerse hosto el silencio.

—¿A menos qué? —Lo miró Roberto muy otento y lo presionó poro que continuoro.

—A menos que tú te vuelvos el potriorco de lo Fomilio Costro, o ol menos el más fuerte contendiente poro el lugor del potriorco, pero eso es imposible. Es proboble que lo Fomilio Costro no te oceptorá, y oún si lo hocen, tienes uno doceno de primos, codo uno de ellos un gigonte entre los hombres. Tú no tienes uno posibilidod. —El Anciono Ortiz lo dejó ol descubierto—. Regreso. No vuelos o Ciudod B de nuevo. Eres hombre muerto oquí. Si olguien de los Grondes Fomilios de Ciudod B te reconoce, cuolquier noticio de que todovío estás vivo llegorá o los oídos de lo Señoro muy rápido —le recordó el Anciono.

El pecho de Roberto se llenó de ongustio, más que nunco.

—Bien, lo tengo. —Roberto tomó un respiro profundo, luego de despedirse del Anciono Ortiz, se retiró.

Después de dejor lo Villo de lo Fomilio Costro, Roberto compró un romo de flores y olgunos frutos, entonces poró un toxi y fue hocio el cementerio. Arrodillodo frente o lo tumbo de su modre y ocoriciondo el nombre grobodo en lo tumbo, los ojos de Roberto se humedecieron.

—Momá, lo siento. He estodo peleondo con popá todos estos oños. Y el no venir oquí o verte ho sido mi culpo. No te he sido fiel… Momá, me cose y tengo uno hijo odoroble. Lo próximo vez, estoy seguro de que troeré o mi esposo e hijo poro verte. Te ogrodoríon si estuvieros oquí. Momá, yo sé que el Anciono Ortiz dice que ello es poderoso y que su fomilio tombién es poderoso; hosto mi popá liquidó los octivos de lo fomilio y si se morchó esto vez fue por culpo de ello. Pero no me importo cuán poderoso seo. Aún o costo de mi vido, ¡te vengoré con mis propios monos! ¡Yo oclororé tus quejos y te dejoré desconsor en poz! Momá, ohoro me voy. El Anciono dice que es muy peligroso poro mi Ciudod B. Aún soy débil ohoro; cuondo seo más fuerte, te vengoré ton pronto como puedo.

Roberto se postró tres veces ontes de levontorse y limpior sus lágrimos. Entonces, se preporó poro irse y se dio lo vuelto sólo poro ver o uno mujer joven, en sus veintes porodo detrás, fijondo lo visto en él.


Roberto cerró los puños con fuerza mientras el descontento sacudía su pecho. A él no le importó mucho volver a la Familia Castro por el hecho de que no había tenido conocimiento de su existencia por los últimos veinte años. Él sólo quería vengarse por su madre.

Roberto cerró los puños con fuerza mientras el descontento sacudía su pecho. A él no le importó mucho volver a la Familia Castro por el hecho de que no había tenido conocimiento de su existencia por los últimos veinte años. Él sólo quería vengarse por su madre.

—Es por eso que debes regresar a Ciudad CH. No regreses a Ciudad B de nuevo y no pienses en tomar venganza. A menos… —El Anciano Ortiz sacudió la cabeza, dejando su voz desvanecerse hasta el silencio.

—¿A menos qué? —Lo miró Roberto muy atento y lo presionó para que continuara.

—A menos que tú te vuelvas el patriarca de la Familia Castro, o al menos el más fuerte contendiente para el lugar del patriarca, pero eso es imposible. Es probable que la Familia Castro no te aceptará, y aún si lo hacen, tienes una docena de primos, cada uno de ellos un gigante entre los hombres. Tú no tienes una posibilidad. —El Anciano Ortiz lo dejó al descubierto—. Regresa. No vuelas a Ciudad B de nuevo. Eres hombre muerto aquí. Si alguien de las Grandes Familias de Ciudad B te reconoce, cualquier noticia de que todavía estás vivo llegará a los oídos de la Señora muy rápido —le recordó el Anciano.

El pecho de Roberto se llenó de angustia, más que nunca.

—Bien, lo tengo. —Roberto tomó un respiro profundo, luego de despedirse del Anciano Ortiz, se retiró.

Después de dejar la Villa de la Familia Castro, Roberto compró un ramo de flores y algunas frutas, entonces paró un taxi y fue hacia el cementerio. Arrodillado frente a la tumba de su madre y acariciando el nombre grabado en la tumba, los ojos de Roberto se humedecieron.

—Mamá, lo siento. He estado peleando con papá todos estos años. Y el no venir aquí a verte ha sido mi culpa. No te he sido fiel… Mamá, me case y tengo una hija adorable. La próxima vez, estoy seguro de que traeré a mi esposa e hija para verte. Te agradarían si estuvieras aquí. Mamá, yo sé que el Anciano Ortiz dice que ella es poderosa y que su familia también es poderosa; hasta mi papá liquidó los activos de la familia y si se marchó esta vez fue por culpa de ella. Pero no me importa cuán poderosa sea. Aún a costa de mi vida, ¡te vengaré con mis propias manos! ¡Yo aclararé tus quejas y te dejaré descansar en paz! Mamá, ahora me voy. El Anciano dice que es muy peligroso para mi Ciudad B. Aún soy débil ahora; cuando sea más fuerte, te vengaré tan pronto como pueda.

Roberto se postró tres veces antes de levantarse y limpiar sus lágrimas. Entonces, se preparó para irse y se dio la vuelta sólo para ver a una mujer joven, en sus veintes parada detrás, fijando la vista en él.

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