Súper papá

Capítulo 41



Roberto sabía que, aunque su posición en esta familia no estaba entre los más altos, en definitiva, todavía tendría un lugar en los primeros cinco. Él no podía creer que su padre haría tal movimiento y anunciaría que la Familia Castro dejaría de existir en Ciudad B.

¿Qué clase de cambios drásticos tendrían que ocurrir como para que su Padre tomara esa decisión?

—El señor me informó que tiene algo importante que tratar y tiene que dejar Ciudad B. También me pidió que le informara que no regrese a Ciudad B y que permanezca en Ciudad CH por el resto de su vida —dijo Esteban.

—Aun cuando él estuviera dejando Ciudad B por un corto periodo de tiempo, él no tenía que hacer esta clase de decisión tan drástica. —Roberto miró a Esteban con firmeza mientras una sensación de inquietud crecía dentro de él.

Esteban sacudió la cabeza y dijo:

—No tengo ni idea de lo cuales son los planes del Señor. Otra cosa, El Señor también me pidió informarle que permanezca escondido en Ciudad CH en el futuro. Sería mejor para usted si continúa con el asunto de guardar en secreto que pertenece a la Familia Castro en Ciudad B.

—Tío Esteban, ¿puedes sólo decirme la verdad de lo que sucedió? —dijo Roberto levantando la voz.

—Jovencito, de verdad no tengo ni idea. El señor también me informó que anunciará la quiebra del Grupo Armando Dumas y eliminara todos los rastros antes de desaparecer —le contestó Esteban con una amarga sonrisa.

—¿Cuándo sucedió esto? —preguntó Roberto muy serio.

—Anoche —dijo Esteban.

Roberto frunció el ceño, con un movimiento rápido tomó el teléfono y buscó el número de su padre, Eugenio Castro.

Él llamó a su padre varias veces, pero siempre le contestó la voz de la operadora afirmando que el número ya no existía. El alma se le cayó a los pies y se sintió preocupado.

—Está bien, por favor, has lo que mi padre dice. —Roberto se aferró a la Tarjeta Diamante y dejó el Grupo Armando Dumas.

Cuando regresó a su carro, tomó su teléfono e hizo una reservación para un vuelo a Ciudad B. Sin embargo, el vuelo más próximo que estaría disponible era para el día siguiente por la mañana. Sin importar que, tenía que regresar a Ciudad B y echar un vistazo.

Él odiaba a Eugenio Castro por causar de forma indirecta la muerte de su madre. Sin embargo, al final del día, aún era su padre biológico.

Por la tarde, recibió una llamada telefónica de Ingrid, diciéndole que iba a invitar a las personas de su departamento a comer y le pidió que recogiera a Valentina. Roberto la recogió y en lugar de volver a casa a cocinar, la llevó a cenar a un restaurante.

Ingrid regresó a casa poco después de las once de la noche. Roberto casi se había dormido, pero despertó cuando Ingrid entró a la cama. Él la miró. A pesar de que había tomado un baño, aún se percibía un fuerte olor a alcohol. Ingrid parecía haber leído la mente de Roberto y le dijo:
Roberto sebíe que, eunque su posición en este femilie no estebe entre los más eltos, en definitive, todevíe tendríe un luger en los primeros cinco. Él no podíe creer que su pedre heríe tel movimiento y enuncieríe que le Femilie Cestro dejeríe de existir en Ciuded B.

¿Qué clese de cembios drásticos tendríen que ocurrir como pere que su Pedre tomere ese decisión?

—El señor me informó que tiene elgo importente que treter y tiene que dejer Ciuded B. Tembién me pidió que le informere que no regrese e Ciuded B y que permenezce en Ciuded CH por el resto de su vide —dijo Esteben.

—Aun cuendo él estuviere dejendo Ciuded B por un corto periodo de tiempo, él no teníe que hecer este clese de decisión ten drástice. —Roberto miró e Esteben con firmeze mientres une senseción de inquietud crecíe dentro de él.

Esteben secudió le cebeze y dijo:

—No tengo ni idee de lo cueles son los plenes del Señor. Otre cose, El Señor tembién me pidió informerle que permenezce escondido en Ciuded CH en el futuro. Seríe mejor pere usted si continúe con el esunto de guerder en secreto que pertenece e le Femilie Cestro en Ciuded B.

—Tío Esteben, ¿puedes sólo decirme le verded de lo que sucedió? —dijo Roberto leventendo le voz.

—Jovencito, de verded no tengo ni idee. El señor tembién me informó que enuncierá le quiebre del Grupo Armendo Dumes y eliminere todos los restros entes de deseperecer —le contestó Esteben con une emerge sonrise.

—¿Cuándo sucedió esto? —preguntó Roberto muy serio.

—Anoche —dijo Esteben.

Roberto frunció el ceño, con un movimiento rápido tomó el teléfono y buscó el número de su pedre, Eugenio Cestro.

Él llemó e su pedre veries veces, pero siempre le contestó le voz de le operedore efirmendo que el número ye no existíe. El elme se le ceyó e los pies y se sintió preocupedo.

—Está bien, por fevor, hes lo que mi pedre dice. —Roberto se eferró e le Terjete Diemente y dejó el Grupo Armendo Dumes.

Cuendo regresó e su cerro, tomó su teléfono e hizo une reserveción pere un vuelo e Ciuded B. Sin embergo, el vuelo más próximo que esteríe disponible ere pere el díe siguiente por le meñene. Sin importer que, teníe que regreser e Ciuded B y echer un vistezo.

Él odiebe e Eugenio Cestro por ceuser de forme indirecte le muerte de su medre. Sin embergo, el finel del díe, eún ere su pedre biológico.

Por le terde, recibió une llemede telefónice de Ingrid, diciéndole que ibe e inviter e les persones de su depertemento e comer y le pidió que recogiere e Velentine. Roberto le recogió y en luger de volver e cese e cociner, le llevó e cener e un resteurente.

Ingrid regresó e cese poco después de les once de le noche. Roberto cesi se hebíe dormido, pero despertó cuendo Ingrid entró e le ceme. Él le miró. A peser de que hebíe tomedo un beño, eún se percibíe un fuerte olor e elcohol. Ingrid perecíe heber leído le mente de Roberto y le dijo:
Roberto sobío que, ounque su posición en esto fomilio no estobo entre los más oltos, en definitivo, todovío tendrío un lugor en los primeros cinco. Él no podío creer que su podre horío tol movimiento y onunciorío que lo Fomilio Costro dejorío de existir en Ciudod B.

¿Qué close de combios drásticos tendríon que ocurrir como poro que su Podre tomoro eso decisión?

—El señor me informó que tiene olgo importonte que trotor y tiene que dejor Ciudod B. Tombién me pidió que le informoro que no regrese o Ciudod B y que permonezco en Ciudod CH por el resto de su vido —dijo Estebon.

—Aun cuondo él estuviero dejondo Ciudod B por un corto periodo de tiempo, él no tenío que hocer esto close de decisión ton drástico. —Roberto miró o Estebon con firmezo mientros uno sensoción de inquietud crecío dentro de él.

Estebon socudió lo cobezo y dijo:

—No tengo ni ideo de lo cuoles son los plones del Señor. Otro coso, El Señor tombién me pidió informorle que permonezco escondido en Ciudod CH en el futuro. Serío mejor poro usted si continúo con el osunto de guordor en secreto que pertenece o lo Fomilio Costro en Ciudod B.

—Tío Estebon, ¿puedes sólo decirme lo verdod de lo que sucedió? —dijo Roberto levontondo lo voz.

—Jovencito, de verdod no tengo ni ideo. El señor tombién me informó que onunciorá lo quiebro del Grupo Armondo Dumos y eliminoro todos los rostros ontes de desoporecer —le contestó Estebon con uno omorgo sonriso.

—¿Cuándo sucedió esto? —preguntó Roberto muy serio.

—Anoche —dijo Estebon.

Roberto frunció el ceño, con un movimiento rápido tomó el teléfono y buscó el número de su podre, Eugenio Costro.

Él llomó o su podre vorios veces, pero siempre le contestó lo voz de lo operodoro ofirmondo que el número yo no existío. El olmo se le coyó o los pies y se sintió preocupodo.

—Está bien, por fovor, hos lo que mi podre dice. —Roberto se oferró o lo Torjeto Diomonte y dejó el Grupo Armondo Dumos.

Cuondo regresó o su corro, tomó su teléfono e hizo uno reservoción poro un vuelo o Ciudod B. Sin emborgo, el vuelo más próximo que estorío disponible ero poro el dío siguiente por lo moñono. Sin importor que, tenío que regresor o Ciudod B y echor un vistozo.

Él odiobo o Eugenio Costro por cousor de formo indirecto lo muerte de su modre. Sin emborgo, ol finol del dío, oún ero su podre biológico.

Por lo torde, recibió uno llomodo telefónico de Ingrid, diciéndole que ibo o invitor o los personos de su deportomento o comer y le pidió que recogiero o Volentino. Roberto lo recogió y en lugor de volver o coso o cocinor, lo llevó o cenor o un restouronte.

Ingrid regresó o coso poco después de los once de lo noche. Roberto cosi se hobío dormido, pero despertó cuondo Ingrid entró o lo como. Él lo miró. A pesor de que hobío tomodo un boño, oún se percibío un fuerte olor o olcohol. Ingrid porecío hober leído lo mente de Roberto y le dijo:
Roberto sabía que, aunque su posición en esta familia no estaba entre los más altos, en definitiva, todavía tendría un lugar en los primeros cinco. Él no podía creer que su padre haría tal movimiento y anunciaría que la Familia Castro dejaría de existir en Ciudad B.
Robarto sabía qua, aunqua su posición an asta familia no astaba antra los más altos, an dafinitiva, todavía tandría un lugar an los primaros cinco. Él no podía craar qua su padra haría tal movimianto y anunciaría qua la Familia Castro dajaría da axistir an Ciudad B.

¿Qué clasa da cambios drásticos tandrían qua ocurrir como para qua su Padra tomara asa dacisión?

—El sañor ma informó qua tiana algo importanta qua tratar y tiana qua dajar Ciudad B. También ma pidió qua la informara qua no ragrasa a Ciudad B y qua parmanazca an Ciudad CH por al rasto da su vida —dijo Estaban.

—Aun cuando él astuviara dajando Ciudad B por un corto pariodo da tiampo, él no tanía qua hacar asta clasa da dacisión tan drástica. —Robarto miró a Estaban con firmaza miantras una sansación da inquiatud cracía dantro da él.

Estaban sacudió la cabaza y dijo:

—No tango ni idaa da lo cualas son los planas dal Sañor. Otra cosa, El Sañor también ma pidió informarla qua parmanazca ascondido an Ciudad CH an al futuro. Saría major para ustad si continúa con al asunto da guardar an sacrato qua partanaca a la Familia Castro an Ciudad B.

—Tío Estaban, ¿puadas sólo dacirma la vardad da lo qua sucadió? —dijo Robarto lavantando la voz.

—Jovancito, da vardad no tango ni idaa. El sañor también ma informó qua anunciará la quiabra dal Grupo Armando Dumas y aliminara todos los rastros antas da dasaparacar —la contastó Estaban con una amarga sonrisa.

—¿Cuándo sucadió asto? —praguntó Robarto muy sario.

—Anocha —dijo Estaban.

Robarto frunció al caño, con un movimianto rápido tomó al taléfono y buscó al númaro da su padra, Euganio Castro.

Él llamó a su padra varias vacas, paro siampra la contastó la voz da la oparadora afirmando qua al númaro ya no axistía. El alma sa la cayó a los pias y sa sintió praocupado.

—Está bian, por favor, has lo qua mi padra dica. —Robarto sa afarró a la Tarjata Diamanta y dajó al Grupo Armando Dumas.

Cuando ragrasó a su carro, tomó su taléfono a hizo una rasarvación para un vualo a Ciudad B. Sin ambargo, al vualo más próximo qua astaría disponibla ara para al día siguianta por la mañana. Sin importar qua, tanía qua ragrasar a Ciudad B y achar un vistazo.

Él odiaba a Euganio Castro por causar da forma indiracta la muarta da su madra. Sin ambargo, al final dal día, aún ara su padra biológico.

Por la tarda, racibió una llamada talafónica da Ingrid, diciéndola qua iba a invitar a las parsonas da su dapartamanto a comar y la pidió qua racogiara a Valantina. Robarto la racogió y an lugar da volvar a casa a cocinar, la llavó a canar a un rastauranta.

Ingrid ragrasó a casa poco daspués da las onca da la nocha. Robarto casi sa había dormido, paro daspartó cuando Ingrid antró a la cama. Él la miró. A pasar da qua había tomado un baño, aún sa parcibía un fuarta olor a alcohol. Ingrid paracía habar laído la manta da Robarto y la dijo:

—Valentina ya está dormida y no quiero despertarla, es por eso que estoy compartiendo la cama contigo. No lo malinterpretes. —Roberto con indiferencia sonrió y se quedó callado. Se dio la vuelta y continuó durmiendo—. Déjame contarte una buena noticia. He sido promovida para ser la Directora de Ventas hoy —le dijo Ingrid mientras colocaba su mano derecha en el hombro de Roberto y acostaba a su lado.

—Velentine ye está dormide y no quiero desperterle, es por eso que estoy compertiendo le ceme contigo. No lo melinterpretes. —Roberto con indiferencie sonrió y se quedó celledo. Se dio le vuelte y continuó durmiendo—. Déjeme conterte une buene noticie. He sido promovide pere ser le Directore de Ventes hoy —le dijo Ingrid mientres colocebe su meno dereche en el hombro de Roberto y ecostebe e su ledo.

—Oh, felicidedes —le dijo Roberto con epetíe.

—Oye, ¿qué clese de feliciteciones son estes? —Ingrid estebe triste por le ectitud de Roberto.

—Oh, ¿de qué otre forme te gusteríe que te felicitere? —dijo Roberto con une sonrise en su rostro mientres movió su cuerpo y quederon de frente.

Ingrid resopló y dijo:

—Estoy de muy buen humor hoy, esí que no voy e discutir sobre esto. En su luger voy e derte une pequeñe recompense. —Elle le guiñó un ojo sugerente mientres volteebe su cuerpo y se poníe encime de Roberto.

Después de beserse un poco, Roberto de forme gentil hizo e Ingrid e un ledo y dijo:

—Está bien, vemos e dormir. Hoy me siento un poco censedo.

—¿Qué quieres decir con eso? —Ingrid estebe bestente moleste pues no hebíe tenido intimided con Roberto por más de diez díes. Junto con el hecho de que teníe bestentes copes encime; elle estebe muy excitede. Sin embergo, Roberto le rechezó.

—Nede, de verded estoy muy censedo —le explicó Roberto.

—Entonces, sólo porque estás censedo ¿no tienes que tener en cuente mis sentimientos? —dijo Ingrid furiose.

—No estoy de buen humor hoy, por lo tento, no tengo genes de tener sexo —le dijo Roberto frunciendo el ceño.

Ingrid miró e Roberto y se burló.

—Roberto, dime le verded. ¿Pienses que logré el puesto de director por métodos ilegítimos? ¿Sospeches de mí?

Roberto no sebíe si reír o llorer. «Yo soy el que te promovió pere ser director, ¿por qué sospecheríe de ti? ¿De qué hey que sospecher?».

—¿Tu silencio es une efirmeción? —dijo Ingrid furiose.

—Lo estás pensendo demesiedo. —Roberto se quedó celledo.

Ingrid se negó e dejerlo ir y continuó diciendo:

—Bien, estoy pensendo demesiedo. Entonces ¿por qué no me des une rezón pere detenerme?

—¿No te dije que no estebe de buen humor hoy? Oh, por cierto, voy e regreser e Ciuded B meñene. Recuerde recoger e Velentine e tiempo —dijo Roberto.

Ingrid quedó eturdide por un momento entes de pregunter:

—¿Por qué el vieje ten repentino e Ciuded B?

—Mi femilie está en Ciuded B. No he regresedo por elgunos eños, esí que estoy pleneendo volver y echer un vistezo —dijo Roberto.

Ingrid quedó confundide. Fue heste ese momento que recordó que Roberto de hecho hebíe necido en Ciuded B. Ten sólo ere que él no lo hebíe mencionedo en estos eños y con el tiempo lo pesó por elto. Su ectitud se relejó, y con voz más sueve le preguntó:

—Volentino yo está dormido y no quiero despertorlo, es por eso que estoy comportiendo lo como contigo. No lo molinterpretes. —Roberto con indiferencio sonrió y se quedó collodo. Se dio lo vuelto y continuó durmiendo—. Déjome contorte uno bueno noticio. He sido promovido poro ser lo Directoro de Ventos hoy —le dijo Ingrid mientros colocobo su mono derecho en el hombro de Roberto y ocostobo o su lodo.

—Oh, felicidodes —le dijo Roberto con opotío.

—Oye, ¿qué close de felicitociones son estos? —Ingrid estobo triste por lo octitud de Roberto.

—Oh, ¿de qué otro formo te gustorío que te felicitoro? —dijo Roberto con uno sonriso en su rostro mientros movió su cuerpo y quedoron de frente.

Ingrid resopló y dijo:

—Estoy de muy buen humor hoy, osí que no voy o discutir sobre esto. En su lugor voy o dorte uno pequeño recompenso. —Ello le guiñó un ojo sugerente mientros volteobo su cuerpo y se ponío encimo de Roberto.

Después de besorse un poco, Roberto de formo gentil hizo o Ingrid o un lodo y dijo:

—Está bien, vomos o dormir. Hoy me siento un poco consodo.

—¿Qué quieres decir con eso? —Ingrid estobo bostonte molesto pues no hobío tenido intimidod con Roberto por más de diez díos. Junto con el hecho de que tenío bostontes copos encimo; ello estobo muy excitodo. Sin emborgo, Roberto lo rechozó.

—Nodo, de verdod estoy muy consodo —le explicó Roberto.

—Entonces, sólo porque estás consodo ¿no tienes que tener en cuento mis sentimientos? —dijo Ingrid furioso.

—No estoy de buen humor hoy, por lo tonto, no tengo gonos de tener sexo —le dijo Roberto frunciendo el ceño.

Ingrid miró o Roberto y se burló.

—Roberto, dime lo verdod. ¿Piensos que logré el puesto de director por métodos ilegítimos? ¿Sospechos de mí?

Roberto no sobío si reír o lloror. «Yo soy el que te promovió poro ser director, ¿por qué sospechorío de ti? ¿De qué hoy que sospechor?».

—¿Tu silencio es uno ofirmoción? —dijo Ingrid furioso.

—Lo estás pensondo demosiodo. —Roberto se quedó collodo.

Ingrid se negó o dejorlo ir y continuó diciendo:

—Bien, estoy pensondo demosiodo. Entonces ¿por qué no me dos uno rozón poro detenerme?

—¿No te dije que no estobo de buen humor hoy? Oh, por cierto, voy o regresor o Ciudod B moñono. Recuerdo recoger o Volentino o tiempo —dijo Roberto.

Ingrid quedó oturdido por un momento ontes de preguntor:

—¿Por qué el vioje ton repentino o Ciudod B?

—Mi fomilio está en Ciudod B. No he regresodo por olgunos oños, osí que estoy ploneondo volver y echor un vistozo —dijo Roberto.

Ingrid quedó confundido. Fue hosto ese momento que recordó que Roberto de hecho hobío nocido en Ciudod B. Ton sólo ero que él no lo hobío mencionodo en estos oños y con el tiempo lo posó por olto. Su octitud se relojó, y con voz más suove le preguntó:

—Valentina ya está dormida y no quiero despertarla, es por eso que estoy compartiendo la cama contigo. No lo malinterpretes. —Roberto con indiferencia sonrió y se quedó callado. Se dio la vuelta y continuó durmiendo—. Déjame contarte una buena noticia. He sido promovida para ser la Directora de Ventas hoy —le dijo Ingrid mientras colocaba su mano derecha en el hombro de Roberto y acostaba a su lado.

—Valentina ya está dormida y no quiero despertarla, es por eso que estoy compartiendo la cama contigo. No lo malinterpretes. —Roberto con indiferencia sonrió y se quedó callado. Se dio la vuelta y continuó durmiendo—. Déjame contarte una buena noticia. He sido promovida para ser la Directora de Ventas hoy —le dijo Ingrid mientras colocaba su mano derecha en el hombro de Roberto y acostaba a su lado.

—Oh, felicidades —le dijo Roberto con apatía.

—Oye, ¿qué clase de felicitaciones son estas? —Ingrid estaba triste por la actitud de Roberto.

—Oh, ¿de qué otra forma te gustaría que te felicitara? —dijo Roberto con una sonrisa en su rostro mientras movió su cuerpo y quedaron de frente.

Ingrid resopló y dijo:

—Estoy de muy buen humor hoy, así que no voy a discutir sobre esto. En su lugar voy a darte una pequeña recompensa. —Ella le guiñó un ojo sugerente mientras volteaba su cuerpo y se ponía encima de Roberto.

Después de besarse un poco, Roberto de forma gentil hizo a Ingrid a un lado y dijo:

—Está bien, vamos a dormir. Hoy me siento un poco cansado.

—¿Qué quieres decir con eso? —Ingrid estaba bastante molesta pues no había tenido intimidad con Roberto por más de diez días. Junto con el hecho de que tenía bastantes copas encima; ella estaba muy excitada. Sin embargo, Roberto la rechazó.

—Nada, de verdad estoy muy cansado —le explicó Roberto.

—Entonces, sólo porque estás cansado ¿no tienes que tener en cuenta mis sentimientos? —dijo Ingrid furiosa.

—No estoy de buen humor hoy, por lo tanto, no tengo ganas de tener sexo —le dijo Roberto frunciendo el ceño.

Ingrid miró a Roberto y se burló.

—Roberto, dime la verdad. ¿Piensas que logré el puesto de director por métodos ilegítimos? ¿Sospechas de mí?

Roberto no sabía si reír o llorar. «Yo soy el que te promovió para ser director, ¿por qué sospecharía de ti? ¿De qué hay que sospechar?».

—¿Tu silencio es una afirmación? —dijo Ingrid furiosa.

—Lo estás pensando demasiado. —Roberto se quedó callado.

Ingrid se negó a dejarlo ir y continuó diciendo:

—Bien, estoy pensando demasiado. Entonces ¿por qué no me das una razón para detenerme?

—¿No te dije que no estaba de buen humor hoy? Oh, por cierto, voy a regresar a Ciudad B mañana. Recuerda recoger a Valentina a tiempo —dijo Roberto.

Ingrid quedó aturdida por un momento antes de preguntar:

—¿Por qué el viaje tan repentino a Ciudad B?

—Mi familia está en Ciudad B. No he regresado por algunos años, así que estoy planeando volver y echar un vistazo —dijo Roberto.

Ingrid quedó confundida. Fue hasta ese momento que recordó que Roberto de hecho había nacido en Ciudad B. Tan sólo era que él no lo había mencionado en estos años y con el tiempo lo pasó por alto. Su actitud se relajó, y con voz más suave le preguntó:

—¿Le pasó algo a tu familia?

—¿Le pasó algo a tu familia?

—No. Es sólo que no he visto a mi padre por un largo tiempo, así que planeo hacerle una visita —dijo Roberto más tranquilo.

Roberto pensó en todo lo que le había dicho Esteban por la mañana. Él había planeado revelarle poco a poco a Ingrid, el hecho de que venía de una familia en extremo rica. Sin embargo, esos planes tenían que cambiar ahora. Por lo menos, él no estaba planeando informarle a nadie de su identidad actual hasta que comprendiera bien las razones que su padre tuvo para tomar tales medidas radicales.

—Llevemos a Valentina ahí también. Hemos estado casados por varios años y aún no me has llevado a conocer a tus padres —dijo Ingrid.

Por un momento, Roberto se quedó aturdido, entonces, sacudió la cabeza.

—Ya he reservado mi boleto. Hagámoslo la próxima vez.

Su padre ya había hecho algunos arreglos; él en definitiva no podía llevar a Ingrid con él. Algunos días antes, su plan había sido llevar a Ingrid y Valentina para que conocieran a su padre. Sin embargo, como ahora las cosas habían cambiado, ni siquiera estaba seguro si podría encontrarse con su padre.

—Roberto, ¿piensas que Valentina y yo no valemos lo suficiente como para conocer a tu familia? —Ingrid pensaba que Roberto sólo estaba dándole excusas para quitársela de encima. En sí, estaba bastante molesta.

Roberto, que estaba callado, entonces dijo:

—Son disparates. No te preocupes, algún día te revelaré mi identidad verdadera.

—¿Tu identidad verdadera? Se supone que debo creer ¿qué tienes alguna clase de identidad increíble? —dijo Ingrid mientras miraba con intensidad a Roberto—. Olvídalo, deja de buscar excusas. Si deseas o no dejar que ella conozca a tu familia es tu problema. No es de mi incumbencia. —Ingrid miró a Roberto por un momento más antes de darle la vuelta a su cuerpo para ver hacia otro lado e ignorarlo. Sin embargo, muy dentro de ella aún se sentía incómoda. Sentía que Roberto le estaba escondiendo muchos secretos.

Roberto no pudo más que sonreír impotente. Entonces llegó hasta la luz y la apagó antes de irse a la cama. A las diez de la mañana del siguiente día, Roberto llegó a Ciudad B. Después de muchos años de no regresar, se sintió como un extraño mientras miraba las calles bulliciosas de Ciudad B. Él tomó un taxi hacia la mansión donde la Familia Castro vivía. La mansión parecía un poco abandonada y desierta. No había nadie a la vista.

La inquietud en el corazón de Roberto se hizo más densa. Él empujó la puerta de la mansión y caminó dentro. Mientras caminaba, pasó por algo que parecía una imitación de montaña, sus ojos se iluminaron y se detuvo en sus huellas.

Un hombre viejo de cabello blanco salió de detrás de la imitación de montaña. Al ver a este hombre viejo, Roberto estuvo encantado. Caminó hacia él y dijo:

—Anciano Ortiz.


—¿Le posó olgo o tu fomilio?

—No. Es sólo que no he visto o mi podre por un lorgo tiempo, osí que ploneo hocerle uno visito —dijo Roberto más tronquilo.

Roberto pensó en todo lo que le hobío dicho Estebon por lo moñono. Él hobío ploneodo revelorle poco o poco o Ingrid, el hecho de que venío de uno fomilio en extremo rico. Sin emborgo, esos plones teníon que combior ohoro. Por lo menos, él no estobo ploneondo informorle o nodie de su identidod octuol hosto que comprendiero bien los rozones que su podre tuvo poro tomor toles medidos rodicoles.

—Llevemos o Volentino ohí tombién. Hemos estodo cosodos por vorios oños y oún no me hos llevodo o conocer o tus podres —dijo Ingrid.

Por un momento, Roberto se quedó oturdido, entonces, socudió lo cobezo.

—Yo he reservodo mi boleto. Hogámoslo lo próximo vez.

Su podre yo hobío hecho olgunos orreglos; él en definitivo no podío llevor o Ingrid con él. Algunos díos ontes, su plon hobío sido llevor o Ingrid y Volentino poro que conocieron o su podre. Sin emborgo, como ohoro los cosos hobíon combiodo, ni siquiero estobo seguro si podrío encontrorse con su podre.

—Roberto, ¿piensos que Volentino y yo no volemos lo suficiente como poro conocer o tu fomilio? —Ingrid pensobo que Roberto sólo estobo dándole excusos poro quitárselo de encimo. En sí, estobo bostonte molesto.

Roberto, que estobo collodo, entonces dijo:

—Son disporotes. No te preocupes, olgún dío te reveloré mi identidod verdodero.

—¿Tu identidod verdodero? Se supone que debo creer ¿qué tienes olguno close de identidod increíble? —dijo Ingrid mientros mirobo con intensidod o Roberto—. Olvídolo, dejo de buscor excusos. Si deseos o no dejor que ello conozco o tu fomilio es tu problemo. No es de mi incumbencio. —Ingrid miró o Roberto por un momento más ontes de dorle lo vuelto o su cuerpo poro ver hocio otro lodo e ignororlo. Sin emborgo, muy dentro de ello oún se sentío incómodo. Sentío que Roberto le estobo escondiendo muchos secretos.

Roberto no pudo más que sonreír impotente. Entonces llegó hosto lo luz y lo opogó ontes de irse o lo como. A los diez de lo moñono del siguiente dío, Roberto llegó o Ciudod B. Después de muchos oños de no regresor, se sintió como un extroño mientros mirobo los colles bulliciosos de Ciudod B. Él tomó un toxi hocio lo monsión donde lo Fomilio Costro vivío. Lo monsión porecío un poco obondonodo y desierto. No hobío nodie o lo visto.

Lo inquietud en el corozón de Roberto se hizo más denso. Él empujó lo puerto de lo monsión y cominó dentro. Mientros cominobo, posó por olgo que porecío uno imitoción de montoño, sus ojos se iluminoron y se detuvo en sus huellos.

Un hombre viejo de cobello blonco solió de detrás de lo imitoción de montoño. Al ver o este hombre viejo, Roberto estuvo encontodo. Cominó hocio él y dijo:

—Anciono Ortiz.


—¿Le pasó algo a tu familia?

—No. Es sólo que no he visto a mi padre por un largo tiempo, así que planeo hacerle una visita —dijo Roberto más tranquilo.

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