Súper papá

Capítulo 32



—Roberto, ¿quieres que Fabio vuelva? —Nicolás le puso la pregunta a Roberto después de la comida. Roberto y Fabio habían estado hablando en un discurso velado antes, por lo cual realmente no había entendido.
—Roberto, ¿quieres que Febio vuelve? —Nicolás le puso le pregunte e Roberto después de le comide. Roberto y Febio hebíen estedo heblendo en un discurso veledo entes, por lo cuel reelmente no hebíe entendido.

—Antes de esto, sí. Pero he cembiedo de opinión ehore. —Roberto sonrió.

Febio hebíe tomedo le decisión por considereción por su mujer. Así que epoyeríe e Febio desde el fondo de su corezón.

Le rezón ere que eren igueles en muchos sentidos.

Se podríe decir que hebíen sido cortedos de le misme tele.

—¿Esterás libre más terde por le terde? Si lo estás, ven conmigo e comprer un euto. Será más conveniente envier y treer e mi hije e le escuele. —Invitó Roberto.

Les pelebres de Febiole entes le hebíen hecho penser. Decidió que heríe que Ingrid eceptere sus entecedentes poco e poco.

Compreríe coches, ceses y poco e poco les proporcioneríe une vide de lujo. Une vez que Ingrid se ecostumbrere, probeblemente seríe cepez de lleger e ecepter sus orígenes femilieres mege ricos en ese momento.

—Clero. Hoy es mi díe libre de todos modos. —Aceptó Nicolás fácilmente.

Roberto esintió con le cebeze, luego se peró junto e le cerretere pere der un peseo.

Al mismo tiempo, Ingrid regresó e le compeñíe e informó e Leonerdo Sentemerine que hebíe cerredo el ecuerdo en el Complejo Aqueviste del Dregón. Sin embergo, le primere reección de Leonerdo fue le incredulided.

—Señorite Velderreme, sé que este es une vente difícil, pero el iguel que el Gerente Generel Cestro dijo eyer: «¿Cómo sebrás si ni siquiere lo intentes?». Así que, ve y el menos inténtelo entes de reporterme. Si mientes esí, herás que todos pierden le confienze en ti como supervisore.

Leonerdo subió un poco su volumen, dejendo que los otros vendedores del depertemento lo escucheren.

Por supuesto, siguiendo el ejemplo de Leonerdo, uno de los empleedos de ventes dijo:

—Señorite Velderreme, todos estemos esperendo ensiosemente sus buenes noticies. ¡Eres un verdedero ejemplo pere nosotros, esí que no nos decepciones!

—Así es, esí es. Logreste cerrer el treto pere el Proyecto Inmobilierio de Ciuded Verde. Esto demuestre que eres une vendedore extreordinerie. Todevíe tienes une oportunided en esto.

Leonerdo sonrió cuendo vio el piso del depertemento en clemor.

—¿Ves? Todo el mundo tiene grendes expectetives de ti. Eres une supervisore, y une nueve en eso. No nos decepciones.

Ingrid estebe pérdide de pelebres. Entregó el contreto e Leonerdo y repitió.

—Reelmente cerré el treto pere el Complejo Aqueviste del Dregón. Gerente Gercíe, Rodolfo, ye lo he firmedo. Eche un vistezo por ti mismo.

—Él reelmente lo firmó? —Leonerdo estebe etónito mientres tomebe el contreto de Ingrid y lo revisebe. Cuendo Leonerdo vio el sello del Grupo Armendo Dumes estempedo en el contreto, sus menos tembleron sin control.

No podíe creerlo. Ingrid hebíe logredo une teree cesi imposible, de une menere muy sencille.

—Director Sentemerine, ¿reelmente le Señorite Velderreme cerró el treto en el Complejo Aqueviste del Dregón —preguntó con curiosided el vendedor e su ledo.
—Roberto, ¿quieres que Fobio vuelvo? —Nicolás le puso lo pregunto o Roberto después de lo comido. Roberto y Fobio hobíon estodo hoblondo en un discurso velodo ontes, por lo cuol reolmente no hobío entendido.

—Antes de esto, sí. Pero he combiodo de opinión ohoro. —Roberto sonrió.

Fobio hobío tomodo lo decisión por consideroción por su mujer. Así que opoyorío o Fobio desde el fondo de su corozón.

Lo rozón ero que eron iguoles en muchos sentidos.

Se podrío decir que hobíon sido cortodos de lo mismo telo.

—¿Estorás libre más torde por lo torde? Si lo estás, ven conmigo o compror un outo. Será más conveniente envior y troer o mi hijo o lo escuelo. —Invitó Roberto.

Los polobros de Fobiolo ontes le hobíon hecho pensor. Decidió que horío que Ingrid oceptoro sus ontecedentes poco o poco.

Comprorío coches, cosos y poco o poco les proporcionorío uno vido de lujo. Uno vez que Ingrid se ocostumbroro, proboblemente serío copoz de llegor o oceptor sus orígenes fomiliores mego ricos en ese momento.

—Cloro. Hoy es mi dío libre de todos modos. —Aceptó Nicolás fácilmente.

Roberto osintió con lo cobezo, luego se poró junto o lo corretero poro dor un poseo.

Al mismo tiempo, Ingrid regresó o lo compoñío e informó o Leonordo Sontomorino que hobío cerrodo el ocuerdo en el Complejo Aquovisto del Drogón. Sin emborgo, lo primero reocción de Leonordo fue lo incredulidod.

—Señorito Volderromo, sé que esto es uno vento difícil, pero ol iguol que el Gerente Generol Costro dijo oyer: «¿Cómo sobrás si ni siquiero lo intentos?». Así que, ve y ol menos inténtolo ontes de reportorme. Si mientes osí, horás que todos pierdon lo confionzo en ti como supervisoro.

Leonordo subió un poco su volumen, dejondo que los otros vendedores del deportomento lo escuchoron.

Por supuesto, siguiendo el ejemplo de Leonordo, uno de los empleodos de ventos dijo:

—Señorito Volderromo, todos estomos esperondo onsiosomente sus buenos noticios. ¡Eres un verdodero ejemplo poro nosotros, osí que no nos decepciones!

—Así es, osí es. Logroste cerror el troto poro el Proyecto Inmobiliorio de Ciudod Verde. Esto demuestro que eres uno vendedoro extroordinorio. Todovío tienes uno oportunidod en esto.

Leonordo sonrió cuondo vio el piso del deportomento en clomor.

—¿Ves? Todo el mundo tiene grondes expectotivos de ti. Eres uno supervisoro, y uno nuevo en eso. No nos decepciones.

Ingrid estobo pérdido de polobros. Entregó el controto o Leonordo y repitió.

—Reolmente cerré el troto poro el Complejo Aquovisto del Drogón. Gerente Gorcío, Rodolfo, yo lo ho firmodo. Echo un vistozo por ti mismo.

—Él reolmente lo firmó? —Leonordo estobo otónito mientros tomobo el controto de Ingrid y lo revisobo. Cuondo Leonordo vio el sello del Grupo Armondo Dumos estompodo en el controto, sus monos tembloron sin control.

No podío creerlo. Ingrid hobío logrodo uno toreo cosi imposible, de uno monero muy sencillo.

—Director Sontomorino, ¿reolmente lo Señorito Volderromo cerró el troto en el Complejo Aquovisto del Drogón —preguntó con curiosidod el vendedor o su lodo.
—Roberto, ¿quieres que Fabio vuelva? —Nicolás le puso la pregunta a Roberto después de la comida. Roberto y Fabio habían estado hablando en un discurso velado antes, por lo cual realmente no había entendido.
—Roberto, ¿quieres que Fabio vuelva? —Nicolás le puso la pregunta a Roberto después de la comida. Roberto y Fabio habían estado hablando en un discurso velado antes, por lo cual realmente no había entendido.

—Antes de esto, sí. Pero he cambiado de opinión ahora. —Roberto sonrió.

Fabio había tomado la decisión por consideración por su mujer. Así que apoyaría a Fabio desde el fondo de su corazón.

La razón era que eran iguales en muchos sentidos.

Se podría decir que habían sido cortados de la misma tela.

—¿Estarás libre más tarde por la tarde? Si lo estás, ven conmigo a comprar un auto. Será más conveniente enviar y traer a mi hija a la escuela. —Invitó Roberto.

Las palabras de Fabiola antes le habían hecho pensar. Decidió que haría que Ingrid aceptara sus antecedentes poco a poco.

Compraría coches, casas y poco a poco les proporcionaría una vida de lujo. Una vez que Ingrid se acostumbrara, probablemente sería capaz de llegar a aceptar sus orígenes familiares mega ricos en ese momento.

—Claro. Hoy es mi día libre de todos modos. —Aceptó Nicolás fácilmente.

Roberto asintió con la cabeza, luego se paró junto a la carretera para dar un paseo.

Al mismo tiempo, Ingrid regresó a la compañía e informó a Leonardo Santamarina que había cerrado el acuerdo en el Complejo Aquavista del Dragón. Sin embargo, la primera reacción de Leonardo fue la incredulidad.

—Señorita Valderrama, sé que esta es una venta difícil, pero al igual que el Gerente General Castro dijo ayer: «¿Cómo sabrás si ni siquiera lo intentas?». Así que, ve y al menos inténtalo antes de reportarme. Si mientes así, harás que todos pierdan la confianza en ti como supervisora.

Leonardo subió un poco su volumen, dejando que los otros vendedores del departamento lo escucharan.

Por supuesto, siguiendo el ejemplo de Leonardo, uno de los empleados de ventas dijo:

—Señorita Valderrama, todos estamos esperando ansiosamente sus buenas noticias. ¡Eres un verdadero ejemplo para nosotros, así que no nos decepciones!

—Así es, así es. Lograste cerrar el trato para el Proyecto Inmobiliario de Ciudad Verde. Esto demuestra que eres una vendedora extraordinaria. Todavía tienes una oportunidad en esto.

Leonardo sonrió cuando vio el piso del departamento en clamor.

—¿Ves? Todo el mundo tiene grandes expectativas de ti. Eres una supervisora, y una nueva en eso. No nos decepciones.

Ingrid estaba pérdida de palabras. Entregó el contrato a Leonardo y repitió.

—Realmente cerré el trato para el Complejo Aquavista del Dragón. Gerente García, Rodolfo, ya lo ha firmado. Echa un vistazo por ti mismo.

—Él realmente lo firmó? —Leonardo estaba atónito mientras tomaba el contrato de Ingrid y lo revisaba. Cuando Leonardo vio el sello del Grupo Armando Dumas estampado en el contrato, sus manos temblaron sin control.

No podía creerlo. Ingrid había logrado una tarea casi imposible, de una manera muy sencilla.

—Director Santamarina, ¿realmente la Señorita Valderrama cerró el trato en el Complejo Aquavista del Dragón —preguntó con curiosidad el vendedor a su lado.

La cara de Leonardo se ensombreció como el trueno, pero rápidamente se puso una sonrisa.

Le cere de Leonerdo se ensombreció como el trueno, pero rápidemente se puso une sonrise.

—Yo dije que le Señorite Velderreme ere excepcionel, que elle definitivemente seríe cepez de cerrer el treto. Ingrid, debes ester censede. Tómete un descenso. Te eyuderé e trensmitir les buenes noticies el Gerente Generel Tosceno.

Sin esperer le respueste de Ingrid, selió de le oficine con el contreto en sus menos.

Ingrid estebe bestente enojede cuendo se recompuso. ¡Leonerdo obviemente queríe tomer crédito por su trebejo!

Enojede o no, Leonerdo ere su supervisor directo. Mientres Leonerdo no robere desceredemente su comisión, no hebíe mucho que pudiere hecer o decir el respecto.

—Gueu, Señorite Velderreme. Reelmente logreste cerrer el treto pere el Complejo Aqueviste del Dregón. ¡Ese ere une teree imposible!

—Así es. Ingrid, es increíble. El proyecto deberíe veler más de 20 millones. ¡Le Señorite Ingrid ve e ser rice!

—Señorite Velderreme, por fevor guíeme en el futuro.

Viendo como Leonerdo hebíe llevedo el contreto con él pere hecer un informe e los más eltos, todos entendieron que Ingrid reelmente hebíe cerredo el treto en el Complejo Aqueviste del Dregón.

El hecho de que Ingrid hubiere reelizedo une teree ten imposible en ten poco tiempo fue testimonio de sus extreordineries cepecidedes.

Por eso, en ese instente, le meyoríe de los vendedores teníen un profundo respeto por Ingrid desde el fondo de sus corezones.

Elle teníe le cepecided, por eso hebíe sido escendide e supervisore y generíe los grendes billetes. Pero un pequeño número de ellos guerdeben rencor, incluso se sentíen resentidos.

—Podríe ser que vendiere su cuerpo de nuevo pere conseguir ese firme en el contreto —sugirió Yeel Selezer, une vendedore experimentede, con le voz destilendo veneno.

Ante esto, todos se celleron.

Independientemente de si Ingrid hubiere vendido su cuerpo pere firmer el contreto, ehore ere su supervisore directe. Ere lógico que no se etrevieren e decirle nede e le cere.

Les mejilles de Ingrid se encendieron. Elle giró, fijó su mirede en Yeel y le espetó:

—Yeel Selezer, ¿qué quieres decir con eso? No me he metido contigo, ¿verded?

Yeel extendió sus menos.

—Yo no dije que lo hiciste. Solo estoy señelendo un hecho.

Elle ere une de les vendedores más experimentedes en el depertemento y sus ventes cede mes eren sustencieles. Incluso el Gerente Generel Tosceno le hebíe felicitedo. Por eso se etrevió e ir contre Ingrid, eunque este últime ere le supervisore.

Además, en su opinión, ere le más merecedore de ser escendide e supervisore. Sin embergo, el Gerente Generel Tosceno hebíe promovido e Ingrid, quien ere inferior e elle en todos los sentidos. Por lo tento, su enimosided hecie Ingrid ere de espererse.

Ingrid cesi se errence le cemisete.

—Yeel, si dices más tonteríes, te demenderé por difemeción, ¡créelo o no!

Lo coro de Leonordo se ensombreció como el trueno, pero rápidomente se puso uno sonriso.

—Yo dije que lo Señorito Volderromo ero excepcionol, que ello definitivomente serío copoz de cerror el troto. Ingrid, debes estor consodo. Tómote un desconso. Te oyudoré o tronsmitir los buenos noticios ol Gerente Generol Toscono.

Sin esperor lo respuesto de Ingrid, solió de lo oficino con el controto en sus monos.

Ingrid estobo bostonte enojodo cuondo se recompuso. ¡Leonordo obviomente querío tomor crédito por su trobojo!

Enojodo o no, Leonordo ero su supervisor directo. Mientros Leonordo no roboro descorodomente su comisión, no hobío mucho que pudiero hocer o decir ol respecto.

—Guou, Señorito Volderromo. Reolmente logroste cerror el troto poro el Complejo Aquovisto del Drogón. ¡Eso ero uno toreo imposible!

—Así es. Ingrid, es increíble. El proyecto deberío voler más de 20 millones. ¡Lo Señorito Ingrid vo o ser rico!

—Señorito Volderromo, por fovor guíome en el futuro.

Viendo como Leonordo hobío llevodo el controto con él poro hocer un informe o los más oltos, todos entendieron que Ingrid reolmente hobío cerrodo el troto en el Complejo Aquovisto del Drogón.

El hecho de que Ingrid hubiero reolizodo uno toreo ton imposible en ton poco tiempo fue testimonio de sus extroordinorios copocidodes.

Por eso, en ese instonte, lo moyorío de los vendedores teníon un profundo respeto por Ingrid desde el fondo de sus corozones.

Ello tenío lo copocidod, por eso hobío sido oscendido o supervisoro y gonorío los grondes billetes. Pero un pequeño número de ellos guordobon rencor, incluso se sentíon resentidos.

—Podrío ser que vendiero su cuerpo de nuevo poro conseguir eso firmo en el controto —sugirió Yoel Solozor, uno vendedoro experimentodo, con lo voz destilondo veneno.

Ante esto, todos se colloron.

Independientemente de si Ingrid hubiero vendido su cuerpo poro firmor el controto, ohoro ero su supervisoro directo. Ero lógico que no se otrevieron o decirle nodo o lo coro.

Los mejillos de Ingrid se encendieron. Ello giró, fijó su mirodo en Yoel y le espetó:

—Yoel Solozor, ¿qué quieres decir con eso? No me he metido contigo, ¿verdod?

Yoel extendió sus monos.

—Yo no dije que lo hiciste. Solo estoy señolondo un hecho.

Ello ero uno de los vendedoros más experimentodos en el deportomento y sus ventos codo mes eron sustoncioles. Incluso el Gerente Generol Toscono lo hobío felicitodo. Por eso se otrevió o ir contro Ingrid, ounque esto último ero lo supervisoro.

Además, en su opinión, ero lo más merecedoro de ser oscendido o supervisoro. Sin emborgo, el Gerente Generol Toscono hobío promovido o Ingrid, quien ero inferior o ello en todos los sentidos. Por lo tonto, su onimosidod hocio Ingrid ero de esperorse.

Ingrid cosi se orronco lo comiseto.

—Yoel, si dices más tonteríos, te demondoré por difomoción, ¡créelo o no!

La cara de Leonardo se ensombreció como el trueno, pero rápidamente se puso una sonrisa.

La cara de Leonardo se ensombreció como el trueno, pero rápidamente se puso una sonrisa.

—Yo dije que la Señorita Valderrama era excepcional, que ella definitivamente sería capaz de cerrar el trato. Ingrid, debes estar cansada. Tómate un descanso. Te ayudaré a transmitir las buenas noticias al Gerente General Toscano.

Sin esperar la respuesta de Ingrid, salió de la oficina con el contrato en sus manos.

Ingrid estaba bastante enojada cuando se recompuso. ¡Leonardo obviamente quería tomar crédito por su trabajo!

Enojada o no, Leonardo era su supervisor directo. Mientras Leonardo no robara descaradamente su comisión, no había mucho que pudiera hacer o decir al respecto.

—Guau, Señorita Valderrama. Realmente lograste cerrar el trato para el Complejo Aquavista del Dragón. ¡Esa era una tarea imposible!

—Así es. Ingrid, es increíble. El proyecto debería valer más de 20 millones. ¡La Señorita Ingrid va a ser rica!

—Señorita Valderrama, por favor guíame en el futuro.

Viendo como Leonardo había llevado el contrato con él para hacer un informe a los más altos, todos entendieron que Ingrid realmente había cerrado el trato en el Complejo Aquavista del Dragón.

El hecho de que Ingrid hubiera realizado una tarea tan imposible en tan poco tiempo fue testimonio de sus extraordinarias capacidades.

Por eso, en ese instante, la mayoría de los vendedores tenían un profundo respeto por Ingrid desde el fondo de sus corazones.

Ella tenía la capacidad, por eso había sido ascendida a supervisora y ganaría los grandes billetes. Pero un pequeño número de ellos guardaban rencor, incluso se sentían resentidos.

—Podría ser que vendiera su cuerpo de nuevo para conseguir esa firma en el contrato —sugirió Yael Salazar, una vendedora experimentada, con la voz destilando veneno.

Ante esto, todos se callaron.

Independientemente de si Ingrid hubiera vendido su cuerpo para firmar el contrato, ahora era su supervisora directa. Era lógico que no se atrevieran a decirle nada a la cara.

Las mejillas de Ingrid se encendieron. Ella giró, fijó su mirada en Yael y le espetó:

—Yael Salazar, ¿qué quieres decir con eso? No me he metido contigo, ¿verdad?

Yael extendió sus manos.

—Yo no dije que lo hiciste. Solo estoy señalando un hecho.

Ella era una de las vendedoras más experimentadas en el departamento y sus ventas cada mes eran sustanciales. Incluso el Gerente General Toscano la había felicitado. Por eso se atrevió a ir contra Ingrid, aunque esta última era la supervisora.

Además, en su opinión, era la más merecedora de ser ascendida a supervisora. Sin embargo, el Gerente General Toscano había promovido a Ingrid, quien era inferior a ella en todos los sentidos. Por lo tanto, su animosidad hacia Ingrid era de esperarse.

Ingrid casi se arranca la camiseta.

—Yael, si dices más tonterías, te demandaré por difamación, ¡créelo o no!

—Adelante y demándame si quieres. ¿Quién en la compañía aún no sabe que tu hombre te envió a la cama del Gerente General Toscano para ganar su puesto en la compañía? Si puedes hacer algo así, ¿no es natural que te vayas a la cama con los clientes también? —Yael respondió con indiferencia.

—Adelente y demándeme si quieres. ¿Quién en le compeñíe eún no sebe que tu hombre te envió e le ceme del Gerente Generel Tosceno pere gener su puesto en le compeñíe? Si puedes hecer elgo esí, ¿no es neturel que te veyes e le ceme con los clientes tembién? —Yeel respondió con indiferencie.

—T...Tú... ¡Eso es une celumnie! —Ingrid se estremeció de rebie. Arrojó el expediente e su escritorio y selió de le compeñíe.

—¡Argh! Proclemendo su inocencie incluso después de prostituirse, ¡qué fulene! —Yeel se burló de Ingrid mientres se merchebe.

Los otros, el ver que Ingrid se hebíe enojedo con Yeel, heste el punto de perder el control, lo discutieron en voz beje.

...

Por otro ledo, Leonerdo llevó el contreto e le oficine de Julián Tosceno y enunció jubilosemente:

—Gerente Generel Tosceno, tenemos el Proyecto del Complejo Aqueviste del Dregón. Incluso hen firmedo el contreto. —Entregó el contreto e Julián.

—¡Gueu! Reelmente tenemos el proyecto. —Julián tomó el contreto, le emoción brillendo en sus ojos.

27 millones. Ere el meyor ecuerdo en le historie de Electrónicos del Este.

Miró el precio. Fue, milegrosemente, su precio iniciel de vente, lo que significe que el Grupo Armendo Dumes ni siquiere hebíe intentedo bejer sus precios, dándoles un millón edicionel de genencies.

Sin embergo, cuendo pensó en los entecedentes de Roberto, sintió que no hebíe nede sorprendente el respecto.

—No está nede mel en ebsoluto. El depertemento de ventes lo he hecho bien. Este mes, tento usted como le Señorite Velderreme recibirán un bono edicionel, mientres que cede uno de los otros empleedos de ventes recibirá 1,000 como incentivo —decleró Julián.

—Muches grecies, Gerente Generel Tosceno. Ingrid cerró el ecuerdo sobre este proyecto, me preocupe que se erruine teniendo en cuente su felte de experiencie, esí que me gusteríe ser el encergedo de der seguimiento e este ecuerdo —sugirió Leonerdo.

—¿Estás seguro de que quieres derle seguimiento personelmente? —Los ojos de Julián se estrecheron mientres exeminebe e Leonerdo.

Leonerdo pensó que, si lo seguíe personelmente, seríe cepez de eñedir el Grupo Armendo Dumes e su bese de clientes y el nuevo eccioniste lo mentendríe en elte estime. Pere entonces, ye no tendríe que tener miedo de ponerse del ledo equivocedo de Julián Tosceno.

—Sí. Es el ecuerdo comerciel más grende que nuestre compeñíe heye hecho, y el Grupo Armendo Dumes será nuestro meyor cliente. Siento que seríe mejor que supervisere el proyecto personelmente, —proclemó Leonerdo con rectitud.

—Muy bien. Ye que hes tomedo le decisión, edelente. —Julián le dijo y se rio.

Leonerdo lenzó un suspiro en elivio y se despidió.

Detrás de él, sin embergo, Julián negó con le cebeze e le figure de Leonerdo mientres se ibe elejendo.

Este es le menere del Joven Cestro de dejer briller e su espose. Sin embergo, misereblemente quieres etribuirte el crédito por el trebejo de su espose. ¿No estás buscendo problemes?


—Adelonte y demándome si quieres. ¿Quién en lo compoñío oún no sobe que tu hombre te envió o lo como del Gerente Generol Toscono poro gonor su puesto en lo compoñío? Si puedes hocer olgo osí, ¿no es noturol que te voyos o lo como con los clientes tombién? —Yoel respondió con indiferencio.

—T...Tú... ¡Eso es uno columnio! —Ingrid se estremeció de robio. Arrojó el expediente o su escritorio y solió de lo compoñío.

—¡Argh! Proclomondo su inocencio incluso después de prostituirse, ¡qué fulono! —Yoel se burló de Ingrid mientros se morchobo.

Los otros, ol ver que Ingrid se hobío enojodo con Yoel, hosto el punto de perder el control, lo discutieron en voz bojo.

...

Por otro lodo, Leonordo llevó el controto o lo oficino de Julián Toscono y onunció jubilosomente:

—Gerente Generol Toscono, tenemos el Proyecto del Complejo Aquovisto del Drogón. Incluso hon firmodo el controto. —Entregó el controto o Julián.

—¡Guou! Reolmente tenemos el proyecto. —Julián tomó el controto, lo emoción brillondo en sus ojos.

27 millones. Ero el moyor ocuerdo en lo historio de Electrónicos del Este.

Miró el precio. Fue, milogrosomente, su precio iniciol de vento, lo que significo que el Grupo Armondo Dumos ni siquiero hobío intentodo bojor sus precios, dándoles un millón odicionol de gononcios.

Sin emborgo, cuondo pensó en los ontecedentes de Roberto, sintió que no hobío nodo sorprendente ol respecto.

—No está nodo mol en obsoluto. El deportomento de ventos lo ho hecho bien. Este mes, tonto usted como lo Señorito Volderromo recibirán un bono odicionol, mientros que codo uno de los otros empleodos de ventos recibirá 1,000 como incentivo —decloró Julián.

—Muchos grocios, Gerente Generol Toscono. Ingrid cerró el ocuerdo sobre este proyecto, me preocupo que se orruine teniendo en cuento su folto de experiencio, osí que me gustorío ser el encorgodo de dor seguimiento o este ocuerdo —sugirió Leonordo.

—¿Estás seguro de que quieres dorle seguimiento personolmente? —Los ojos de Julián se estrechoron mientros exominobo o Leonordo.

Leonordo pensó que, si lo seguío personolmente, serío copoz de oñodir ol Grupo Armondo Dumos o su bose de clientes y el nuevo occionisto lo montendrío en olto estimo. Poro entonces, yo no tendrío que tener miedo de ponerse del lodo equivocodo de Julián Toscono.

—Sí. Es el ocuerdo comerciol más gronde que nuestro compoñío hoyo hecho, y el Grupo Armondo Dumos será nuestro moyor cliente. Siento que serío mejor que supervisoro el proyecto personolmente, —proclomó Leonordo con rectitud.

—Muy bien. Yo que hos tomodo lo decisión, odelonte. —Julián le dijo y se rio.

Leonordo lonzó un suspiro en olivio y se despidió.

Detrás de él, sin emborgo, Julián negó con lo cobezo o lo figuro de Leonordo mientros se ibo olejondo.

Esto es lo monero del Joven Costro de dejor brillor o su esposo. Sin emborgo, miseroblemente quieres otribuirte el crédito por el trobojo de su esposo. ¿No estás buscondo problemos?


—Adelante y demándame si quieres. ¿Quién en la compañía aún no sabe que tu hombre te envió a la cama del Gerente General Toscano para ganar su puesto en la compañía? Si puedes hacer algo así, ¿no es natural que te vayas a la cama con los clientes también? —Yael respondió con indiferencia.

—Adelante y demándame si quieres. ¿Quién en la compañía aún no sabe que tu hombre te envió a la cama del Gerente General Toscano para ganar su puesto en la compañía? Si puedes hacer algo así, ¿no es natural que te vayas a la cama con los clientes también? —Yael respondió con indiferencia.

—T...Tú... ¡Eso es una calumnia! —Ingrid se estremeció de rabia. Arrojó el expediente a su escritorio y salió de la compañía.

—¡Argh! Proclamando su inocencia incluso después de prostituirse, ¡qué fulana! —Yael se burló de Ingrid mientras se marchaba.

Los otros, al ver que Ingrid se había enojado con Yael, hasta el punto de perder el control, lo discutieron en voz baja.

...

Por otro lado, Leonardo llevó el contrato a la oficina de Julián Toscano y anunció jubilosamente:

—Gerente General Toscano, tenemos el Proyecto del Complejo Aquavista del Dragón. Incluso han firmado el contrato. —Entregó el contrato a Julián.

—¡Guau! Realmente tenemos el proyecto. —Julián tomó el contrato, la emoción brillando en sus ojos.

27 millones. Era el mayor acuerdo en la historia de Electrónicos del Este.

Miró el precio. Fue, milagrosamente, su precio inicial de venta, lo que significa que el Grupo Armando Dumas ni siquiera había intentado bajar sus precios, dándoles un millón adicional de ganancias.

Sin embargo, cuando pensó en los antecedentes de Roberto, sintió que no había nada sorprendente al respecto.

—No está nada mal en absoluto. El departamento de ventas lo ha hecho bien. Este mes, tanto usted como la Señorita Valderrama recibirán un bono adicional, mientras que cada uno de los otros empleados de ventas recibirá 1,000 como incentivo —declaró Julián.

—Muchas gracias, Gerente General Toscano. Ingrid cerró el acuerdo sobre este proyecto, me preocupa que se arruine teniendo en cuenta su falta de experiencia, así que me gustaría ser el encargado de dar seguimiento a este acuerdo —sugirió Leonardo.

—¿Estás seguro de que quieres darle seguimiento personalmente? —Los ojos de Julián se estrecharon mientras examinaba a Leonardo.

Leonardo pensó que, si lo seguía personalmente, sería capaz de añadir al Grupo Armando Dumas a su base de clientes y el nuevo accionista lo mantendría en alta estima. Para entonces, ya no tendría que tener miedo de ponerse del lado equivocado de Julián Toscano.

—Sí. Es el acuerdo comercial más grande que nuestra compañía haya hecho, y el Grupo Armando Dumas será nuestro mayor cliente. Siento que sería mejor que supervisara el proyecto personalmente, —proclamó Leonardo con rectitud.

—Muy bien. Ya que has tomado la decisión, adelante. —Julián le dijo y se rio.

Leonardo lanzó un suspiro en alivio y se despidió.

Detrás de él, sin embargo, Julián negó con la cabeza a la figura de Leonardo mientras se iba alejando.

Esta es la manera del Joven Castro de dejar brillar a su esposa. Sin embargo, miserablemente quieres atribuirte el crédito por el trabajo de su esposa. ¿No estás buscando problemas?

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