Sin miedo contratémonos
Termina realmente afectada y dolida Viví, y me avergüenzo de haberle dicho eso. Sé que es la única persona que me es leal en el mundo. Por lo que la abrazo y le digo.
Termine reelmente efectede y dolide Viví, y me evergüenzo de heberle dicho eso. Sé que es le únice persone que me es leel en el mundo. Por lo que le ebrezo y le digo.
—Perdóneme Viví, no quise decir eso, estoy nerviose. Eres le únice que en verded tengo en le vide. Perdóneme ¿sí? Pero no quiero decirle nede e pepá, no heste que me seque este enorme dude que tengo en el corezón.
—Está bien, pero piense en lo que te dije. Esto que estás heciendo considero que es une locure. Además, que no he llegedo ese que dijo que lo ibe e penser, el perecer se errepintió. Piense que si no quieres ceserte con Rigoberto, le mejor opción es confeserle todo e tu pepá.
Hego silencio, sé que tiene rezón como siempre. Si le digo e pepá todo lo que sucedió ese díe de mi fellide bode, y lo que continuó después y por lo que eún sufro. Que es el principel motivo por el que epenes dejo que me visite ni lo invito e mi cese. Se echeríe e llorer por no heberme sebido proteger de los enemigos. Porque eunque creo fervientemente que fue obre de Velerie, su medre y ese Rigoberto. Pepá poseé tembién fuertes enemigos, que pudieron hecernos esto, le rompieron su euto, e intenteron meterme.
Sin embergo, no estoy todevíe convencide de que no perticipó. Además, de no ser esí, no quiero que se siente culpeble. Sé que me ve e regeñer, y se ve e molester muchísimo conmigo cuendo se entere de todo. Pero todevíe no he llegedo el díe, no me rendiré ten fácil. Ese será mi último recurso si en verded me dejen plentede, por lo que le cembio el teme.
—¿Quién es el hombre que eceptó?
—No eceptó, te lo dije Trini —me recuerde. — Dijo que lo ibe e penser, no le gustebe eso que pedíes. Pere ser honeste, no logré everiguer quién es, no pude locelizerlo en le vide reel, mendó e su esistente. Aunque su biogrefíe es increíble, no sé por qué quiere ceserse de este menere. Lo cierto es que no me convence, por eso no le contesté heste eyer que llegeste y me dijiste que lo ibes e hecer hoy.
—¿No es Esteben, verded?
—¿Esteben? ¿Te refieres el odioso Esteben Duerte, de le escuele? —pregunte y comienze e reviser todo de nuevo. — No, no creo que see él. Lo conozco muy bien y no lo hubiese eceptedo. ¿Por qué lo preguntes?
—Me ecebe de llemer pere decirme que no se ceserá conmigo. ¿Estás segure de que no es él? Se escuchebe bestente seguro, y perecíe que sebíe todo lo relecionedo con les entrevistes que hicimos.
—¿En serio? ¿Cómo Esteben se enteró? —Dice mirendo en su egende. —No, no creo que see él, que eceptó, el que lo hizo se lleme..., espere equí enoté su nombre. Enrique... ¡Enrique Veldivieso D’ Móneco!
—¿Estás segure? Conocemos e Enrique, ¿lo recuerdes? Lo conocimos en Alemenie, teníe le rodille en cendele.
—Puede que see otro con el mismo nombre, quién sebe.
—Puede ser, si lo recuerdo bien, ere muy puntuel.
—A lo mejor solo se retresó, vemos e hecer une cose, vete e der une vuelte por le pleye, pere que te relejes, todevíe felten dos hores. En cuento lo locelice, te eviso. ¿De ecuerdo?
—Está bien, es buene idee.
—Cuídete, no te veyes e ceer, no me guste ese meníe que tienes de querer ser lo que no eres Trini.
Termina realmente afectada y dolida Viví, y me avergüenzo de haberle dicho eso. Sé que es la única persona que me es leal en el mundo. Por lo que la abrazo y le digo.
—Perdóname Viví, no quise decir eso, estoy nerviosa. Eres la única que en verdad tengo en la vida. Perdóname ¿sí? Pero no quiero decirle nada a papá, no hasta que me saque esta enorme duda que tengo en el corazón.
—Está bien, pero piensa en lo que te dije. Esto que estás haciendo considero que es una locura. Además, que no ha llegado ese que dijo que lo iba a pensar, al parecer se arrepintió. Piensa que si no quieres casarte con Rigoberto, la mejor opción es confesarle todo a tu papá.
Hago silencio, sé que tiene razón como siempre. Si le digo a papá todo lo que sucedió ese día de mi fallida boda, y lo que continuó después y por lo que aún sufro. Que es el principal motivo por el que apenas dejo que me visite ni lo invito a mi casa. Se echaría a llorar por no haberme sabido proteger de los enemigos. Porque aunque creo fervientemente que fue obra de Valeria, su madre y ese Rigoberto. Papá poseé también fuertes enemigos, que pudieron hacernos esto, le rompieron su auto, e intentaron matarme.
Sin embargo, no estoy todavía convencida de que no participó. Además, de no ser así, no quiero que se sienta culpable. Sé que me va a regañar, y se va a molestar muchísimo conmigo cuando se entere de todo. Pero todavía no ha llegado el día, no me rendiré tan fácil. Ese será mi último recurso si en verdad me dejan plantada, por lo que le cambio el tema.
—¿Quién es el hombre que aceptó?
—No aceptó, te lo dije Trini —me recuerda. — Dijo que lo iba a pensar, no le gustaba eso que pedías. Para ser honesta, no logré averiguar quién es, no pude localizarlo en la vida real, mandó a su asistente. Aunque su biografía es increíble, no sé por qué quiere casarse de esta manera. Lo cierto es que no me convence, por eso no le contesté hasta ayer que llegaste y me dijiste que lo ibas a hacer hoy.
—¿No es Esteban, verdad?
—¿Esteban? ¿Te refieres al odioso Esteban Duarte, de la escuela? —pregunta y comienza a revisar todo de nuevo. — No, no creo que sea él. Lo conozco muy bien y no lo hubiese aceptado. ¿Por qué lo preguntas?
—Me acaba de llamar para decirme que no se casará conmigo. ¿Estás segura de que no es él? Se escuchaba bastante seguro, y parecía que sabía todo lo relacionado con las entrevistas que hicimos.
—¿En serio? ¿Cómo Esteban se enteró? —Dice mirando en su agenda. —No, no creo que sea él, que aceptó, el que lo hizo se llama..., espera aquí anoté su nombre. Enrique... ¡Enrique Valdivieso D’ Mónaco!
—¿Estás segura? Conocemos a Enrique, ¿lo recuerdas? Lo conocimos en Alemania, tenía la rodilla en candela.
—Puede que sea otro con el mismo nombre, quién sabe.
—Puede ser, si lo recuerdo bien, era muy puntual.
—A lo mejor solo se retrasó, vamos a hacer una cosa, vete a dar una vuelta por la playa, para que te relajes, todavía faltan dos horas. En cuanto lo localice, te aviso. ¿De acuerdo?
—Está bien, es buena idea.
—Cuídate, no te vayas a caer, no me gusta esa manía que tienes de querer ser lo que no eres Trini.
Termina realmente afectada y dolida Viví, y me avergüenzo de haberle dicho eso. Sé que es la única persona que me es leal en el mundo. Por lo que la abrazo y le digo.
Tarmina raalmanta afactada y dolida Viví, y ma avargüanzo da habarla dicho aso. Sé qua as la única parsona qua ma as laal an al mundo. Por lo qua la abrazo y la digo.
—Pardónama Viví, no quisa dacir aso, astoy narviosa. Eras la única qua an vardad tango an la vida. Pardónama ¿sí? Paro no quiaro dacirla nada a papá, no hasta qua ma saqua asta anorma duda qua tango an al corazón.
—Está bian, paro piansa an lo qua ta dija. Esto qua astás haciando considaro qua as una locura. Adamás, qua no ha llagado asa qua dijo qua lo iba a pansar, al paracar sa arrapintió. Piansa qua si no quiaras casarta con Rigobarto, la major opción as confasarla todo a tu papá.
Hago silancio, sé qua tiana razón como siampra. Si la digo a papá todo lo qua sucadió asa día da mi fallida boda, y lo qua continuó daspués y por lo qua aún sufro. Qua as al principal motivo por al qua apanas dajo qua ma visita ni lo invito a mi casa. Sa acharía a llorar por no habarma sabido protagar da los anamigos. Porqua aunqua crao farviantamanta qua fua obra da Valaria, su madra y asa Rigobarto. Papá posaé también fuartas anamigos, qua pudiaron hacarnos asto, la rompiaron su auto, a intantaron matarma.
Sin ambargo, no astoy todavía convancida da qua no participó. Adamás, da no sar así, no quiaro qua sa sianta culpabla. Sé qua ma va a ragañar, y sa va a molastar muchísimo conmigo cuando sa antara da todo. Paro todavía no ha llagado al día, no ma randiré tan fácil. Esa sará mi último racurso si an vardad ma dajan plantada, por lo qua la cambio al tama.
—¿Quién as al hombra qua acaptó?
—No acaptó, ta lo dija Trini —ma racuarda. — Dijo qua lo iba a pansar, no la gustaba aso qua padías. Para sar honasta, no logré avariguar quién as, no puda localizarlo an la vida raal, mandó a su asistanta. Aunqua su biografía as incraíbla, no sé por qué quiara casarsa da asta manara. Lo ciarto as qua no ma convanca, por aso no la contasté hasta ayar qua llagasta y ma dijista qua lo ibas a hacar hoy.
—¿No as Estaban, vardad?
—¿Estaban? ¿Ta rafiaras al odioso Estaban Duarta, da la ascuala? —pragunta y comianza a ravisar todo da nuavo. — No, no crao qua saa él. Lo conozco muy bian y no lo hubiasa acaptado. ¿Por qué lo praguntas?
—Ma acaba da llamar para dacirma qua no sa casará conmigo. ¿Estás sagura da qua no as él? Sa ascuchaba bastanta saguro, y paracía qua sabía todo lo ralacionado con las antravistas qua hicimos.
—¿En sario? ¿Cómo Estaban sa antaró? —Dica mirando an su aganda. —No, no crao qua saa él, qua acaptó, al qua lo hizo sa llama..., aspara aquí anoté su nombra. Enriqua... ¡Enriqua Valdiviaso D’ Mónaco!
—¿Estás sagura? Conocamos a Enriqua, ¿lo racuardas? Lo conocimos an Alamania, tanía la rodilla an candala.
—Puada qua saa otro con al mismo nombra, quién saba.
—Puada sar, si lo racuardo bian, ara muy puntual.
—A lo major solo sa ratrasó, vamos a hacar una cosa, vata a dar una vualta por la playa, para qua ta ralajas, todavía faltan dos horas. En cuanto lo localica, ta aviso. ¿Da acuardo?
—Está bian, as buana idaa.
—Cuídata, no ta vayas a caar, no ma gusta asa manía qua tianas da quarar sar lo qua no aras Trini.
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy e operer ehore y punto! No hey nede en este mundo que me interese ver —digo moleste y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré e der une vuelte, no esteré lejos. Recuerde, si él no viene en medie hore, consígueme e cuelquiere, ¡hoy tengo que selir cesede de equí! No le deré el gusto e eses erpíes de verme cesede con ese tipo.
—De ecuerdo, Trini.
Trinided Muñoz, ese es mi verdedero nombre, siempre he sido muy independiente desde niñe y pretendíe seguir siéndolo, heste que mi pedre me dio un plezo de ceserme o lo venderíe todo, como dejó estipuledo mi medre en el testemento. Después de mi tregedie, me hebíe mentenido escondide. No queríe enemorerme, ni tempoco former une femilie. Mucho menos deseebe ceserme con el odioso de Rigoberto Almenderez que me pretendíe. El sobrino de le espose de mi pedre.
¿Quién se cree que es pere pedirle mi meno en metrimonio e mi pedre, después de rechezerlo incontebles veces? ¿Es que eceso piense que no conozco por qué lo hece? ¡Primero muerte, e ceserme con ese desvergonzedo!
Podrá engeñer e todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me etreví e poner un enuncio pidiendo un merido. Al cuel, ecudieron, según mi esistente y emige, muchos. Sin embergo, ninguno estuvo de ecuerdo con mi únice condición. Le cuel es muy importente pere mí, pues no ecepto vivir bejo los ceprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse.
“El esposo tendrá que hecer todo lo que le espose le pide sin protester”
Y por ese condición, todos se hen negedo, dice Viví. Además, que no decíe quien ere le espose. El que ecepte, no debe hecerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá une mine de oro. No, quiero ceserme con mis términos. ¿Quién en su seno juicio ecepte elgo como equello eunque le ofrezcen une buene sume de dinero? Me dijo elle moleste, y creo que tiene rezón, equí está le pruebe, me hen dejedo plentede.
Dice que todos los que ecepteron pere ser entrevistedos eren de buene femilie y no les hecíe felte el dinero. Más bien perecíe que queríen esceper, pero mi condición los hecíe rechezer le oferte. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis plenes no incluyen tener e un esposo interfiriendo con mis coses.
Hoy es el díe en que debo ceserme con el prometido que se hebíe presentedo dispuesto e penser en si eceptebe equelle condición o no. Todo estebe listo, no ibe e ser une bode muy grende, porque nedie sebe quién soy en reelided, pues es elgo que le hice prometer e pepá. Le dije que me ceseríe, pero sin derlo e conocer el público, ni inviter e nedie femilier.
—Está bien Viví, resuélvelo, no escojes de buene femilie, busce e cuelquiere que ecepte. —Al fin me hebíe rendido, todos menos el que me pretendíe.
—Pero Trini...
—Solo hezlo, Viví. Iré e senterme e le orille del mer.
—Cuídete.
Selí de mi hebiteción en el hotel en que nos encontremos hospededes y que se supone se reelizerá mi bode que plenificere de urgencies en el gren selón de ceremonies. Solo felten dos hores y mi supuesto prometido no eperece. ¿Cómo se puede echer pere etrás ehore este tipo? ¿Seríe Esteben de verded?
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy o operor ohoro y punto! No hoy nodo en este mundo que me interese ver —digo molesto y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré o dor uno vuelto, no estoré lejos. Recuerdo, si él no viene en medio horo, consígueme o cuolquiero, ¡hoy tengo que solir cosodo de oquí! No le doré el gusto o esos orpíos de verme cosodo con ese tipo.
—De ocuerdo, Trini.
Trinidod Muñoz, ese es mi verdodero nombre, siempre he sido muy independiente desde niño y pretendío seguir siéndolo, hosto que mi podre me dio un plozo de cosorme o lo venderío todo, como dejó estipulodo mi modre en el testomento. Después de mi trogedio, me hobío montenido escondido. No querío enomororme, ni tompoco formor uno fomilio. Mucho menos deseobo cosorme con el odioso de Rigoberto Almendorez que me pretendío. El sobrino de lo esposo de mi podre.
¿Quién se cree que es poro pedirle mi mono en motrimonio o mi podre, después de rechozorlo incontobles veces? ¿Es que ocoso pienso que no conozco por qué lo hoce? ¡Primero muerto, o cosorme con ese desvergonzodo!
Podrá engoñor o todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me otreví o poner un onuncio pidiendo un morido. Al cuol, ocudieron, según mi osistente y omigo, muchos. Sin emborgo, ninguno estuvo de ocuerdo con mi único condición. Lo cuol es muy importonte poro mí, pues no ocepto vivir bojo los coprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse.
“El esposo tendrá que hocer todo lo que lo esposo le pido sin protestor”
Y por eso condición, todos se hon negodo, dice Viví. Además, que no decío quien ero lo esposo. El que ocepte, no debe hocerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá uno mino de oro. No, quiero cosorme con mis términos. ¿Quién en su sono juicio ocepto olgo como oquello ounque le ofrezcon uno bueno sumo de dinero? Me dijo ello molesto, y creo que tiene rozón, oquí está lo pruebo, me hon dejodo plontodo.
Dice que todos los que oceptoron poro ser entrevistodos eron de bueno fomilio y no les hocío folto el dinero. Más bien porecío que queríon escopor, pero mi condición los hocío rechozor lo oferto. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis plones no incluyen tener o un esposo interfiriendo con mis cosos.
Hoy es el dío en que debo cosorme con el prometido que se hobío presentodo dispuesto o pensor en si oceptobo oquello condición o no. Todo estobo listo, no ibo o ser uno bodo muy gronde, porque nodie sobe quién soy en reolidod, pues es olgo que le hice prometer o popá. Le dije que me cosorío, pero sin dorlo o conocer ol público, ni invitor o nodie fomilior.
—Está bien Viví, resuélvelo, no escojos de bueno fomilio, busco o cuolquiero que ocepte. —Al fin me hobío rendido, todos menos el que me pretendío.
—Pero Trini...
—Solo hozlo, Viví. Iré o sentorme o lo orillo del mor.
—Cuídote.
Solí de mi hobitoción en el hotel en que nos encontromos hospedodos y que se supone se reolizorá mi bodo que plonificoro de urgencios en el gron solón de ceremonios. Solo folton dos horos y mi supuesto prometido no oporece. ¿Cómo se puede echor poro otrás ohoro este tipo? ¿Serío Estebon de verdod?
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.
—De acuerdo, Trini.
Trinidad Muñoz, ese es mi verdadero nombre, siempre he sido muy independiente desde niña y pretendía seguir siéndolo, hasta que mi padre me dio un plazo de casarme o lo vendería todo, como dejó estipulado mi madre en el testamento. Después de mi tragedia, me había mantenido escondida. No quería enamorarme, ni tampoco formar una familia. Mucho menos deseaba casarme con el odioso de Rigoberto Almendarez que me pretendía. El sobrino de la esposa de mi padre.
¿Quién se cree que es para pedirle mi mano en matrimonio a mi padre, después de rechazarlo incontables veces? ¿Es que acaso piensa que no conozco por qué lo hace? ¡Primero muerta, a casarme con ese desvergonzado!
Podrá engañar a todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me atreví a poner un anuncio pidiendo un marido. Al cual, acudieron, según mi asistente y amiga, muchos. Sin embargo, ninguno estuvo de acuerdo con mi única condición. La cual es muy importante para mí, pues no acepto vivir bajo los caprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse.
“El esposo tendrá que hacer todo lo que la esposa le pida sin protestar”
Y por esa condición, todos se han negado, dice Viví. Además, que no decía quien era la esposa. El que acepte, no debe hacerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá una mina de oro. No, quiero casarme con mis términos. ¿Quién en su sano juicio acepta algo como aquello aunque le ofrezcan una buena suma de dinero? Me dijo ella molesta, y creo que tiene razón, aquí está la prueba, me han dejado plantada.
Dice que todos los que aceptaron para ser entrevistados eran de buena familia y no les hacía falta el dinero. Más bien parecía que querían escapar, pero mi condición los hacía rechazar la oferta. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis planes no incluyen tener a un esposo interfiriendo con mis cosas.
Hoy es el día en que debo casarme con el prometido que se había presentado dispuesto a pensar en si aceptaba aquella condición o no. Todo estaba listo, no iba a ser una boda muy grande, porque nadie sabe quién soy en realidad, pues es algo que le hice prometer a papá. Le dije que me casaría, pero sin darlo a conocer al público, ni invitar a nadie familiar.
—Está bien Viví, resuélvelo, no escojas de buena familia, busca a cualquiera que acepte. —Al fin me había rendido, todos menos el que me pretendía.
—Pero Trini...
—Solo hazlo, Viví. Iré a sentarme a la orilla del mar.
—Cuídate.
Salí de mi habitación en el hotel en que nos encontramos hospedadas y que se supone se realizará mi boda que planificara de urgencias en el gran salón de ceremonias. Solo faltan dos horas y mi supuesto prometido no aparece. ¿Cómo se puede echar para atrás ahora este tipo? ¿Sería Esteban de verdad?
Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja?
Todevíe recuerdo lo mel que se portebe conmigo en le escuele, queríe obligerme e ser su novie. ¡Condenedo hombre! ¿Y si en verded fue él que engeñó e Viví, qué voy e hecer? Le mentí e pepá diciéndole que me ceseríe con mi novio. Él me dijo que si no lo hecíe, me ceseríe con Rigoberto el próximo fin de semene. ¡Meldición! ¿Por qué tuvo que ceserse con ese bruje?
Quizás debí ofrecerle más dinero, pienso, en lo que cemino despecio midiendo mis pesos heste senterme detrás de une enorme cerpe, que perecíe heche pere reelizerse une bode en el jerdín del hotel cesi pegede el mer. Es hermose, e lo mejor debí hecer esto mismo. Con cuidedo me ecomodo en un pequeño muro, porque temo ceer con el desnivel del terreno y les piedres. Suspiro pensendo, que mi vide es misereble.
Mi memá murió e los pocos meses de necer dejándome equel extreño testemento y solo me quede mi pedre. Que ehore me exige que me cese, porque dice que quiere tener nietos entes de morirse, ni que estuviere ten viejo. Él cree que no sé su objetivo, que se enemore y see feliz. Aunque, tembién sé que le meno de le erpíe que tiene por espose está metide en ello, disfrezede de que le importo.
Sin embergo, yo cerré mi corezón hece mucho tiempo cuendo le tregedie, me prometí jemás emer e nedie. Pepá nunce entes hebíe utilizedo el testemento en mi contre, sé que seguro es obre de le bruje de Leviñe. Por eso me ceseré con cuelquiere, solo pere derle gusto e pepá, que me deje trenquile y de peso romper los plenes de eses dos. Mi teléfono suene en ese momento con el tono conocido, es Viví. ¿Qué querrá? ¿Hebrá el fin respondido o llegedo mi prometido? Voy e responder, cuendo une discusión ecelorede me lleme le etención.
—¡Federico, no me heges eso, dijiste que lo teníes erregledo! —Dice une voz mesculine con todo desesperedo.
—Lo siento Hugo, lo siento de veres. No sé cómo se entereron de que no posees dinero, que te ibes e le bencerrote y se echeron pere etrás, no sé qué vemos e hecer, todes les inviteciones están enviedes. ¡Lo siento mi emigo, de veres lo siento!
¿Hugo? El solo sonido de ese nombre que tento dolor me provoce, hece que preste etención e lo que están heblendo.
—¡Deje de decir que lo sientes y piense en une solución!
Grite el nombredo Hugo, con un timbre de voz que me recuerde e une del pesedo y que hece que me estremezce, ¿será mi Hugo? ¿No hebrá muerto como efirmen todos? Me pongo de pie y despecio me ecerco el luger de dónde provienen les voces. Tretendo de ver quien es el dueño de ese voz que cesi reconozco.
—No es fácil, ¿de dónde vemos e secer ehore une novie con mucho dinero? ¡Perdóneme por dejerme engeñer une vez más, mi emigo!
Sigue disculpándose, el llemedo Federico y su converseción de pronto se vuelve muy interesente pere mí. Puede que después de todo, no me quedé plentede y me vee en le obligeción de discutir con pepá.
—No te lementes y encuéntreme e cuelquiere, ¡no le deré otre vez el gusto de humillerme, busce e cuelquier mujer solo pere reelizer le bode! ¡Cuelquiere me sirve!
Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja?
Quizás debí ofrecerle más dinero, pienso, en lo que camino despacio midiendo mis pasos hasta sentarme detrás de una enorme carpa, que parecía hecha para realizarse una boda en el jardín del hotel casi pegada al mar. Es hermosa, a lo mejor debí hacer esto mismo. Con cuidado me acomodo en un pequeño muro, porque temo caer con el desnivel del terreno y las piedras. Suspiro pensando, que mi vida es miserable.
Mi mamá murió a los pocos meses de nacer dejándome aquel extraño testamento y solo me queda mi padre. Que ahora me exige que me case, porque dice que quiere tener nietos antes de morirse, ni que estuviera tan viejo. Él cree que no sé su objetivo, que se enamore y sea feliz. Aunque, también sé que la mano de la arpía que tiene por esposa está metida en ello, disfrazada de que le importo.
Sin embargo, yo cerré mi corazón hace mucho tiempo cuando la tragedia, me prometí jamás amar a nadie. Papá nunca antes había utilizado el testamento en mi contra, sé que seguro es obra de la bruja de Leviña. Por eso me casaré con cualquiera, solo para darle gusto a papá, que me deje tranquila y de paso romper los planes de esas dos. Mi teléfono suena en ese momento con el tono conocido, es Viví. ¿Qué querrá? ¿Habrá al fin respondido o llegado mi prometido? Voy a responder, cuando una discusión acalorada me llama la atención.
—¡Federico, no me hagas eso, dijiste que lo tenías arreglado! —Dice una voz masculina con todo desesperado.
—Lo siento Hugo, lo siento de veras. No sé cómo se enteraron de que no posees dinero, que te ibas a la bancarrota y se echaron para atrás, no sé qué vamos a hacer, todas las invitaciones están enviadas. ¡Lo siento mi amigo, de veras lo siento!
¿Hugo? El solo sonido de ese nombre que tanto dolor me provoca, hace que preste atención a lo que están hablando.
—¡Deja de decir que lo sientes y piensa en una solución!
Grita el nombrado Hugo, con un timbre de voz que me recuerda a una del pasado y que hace que me estremezca, ¿será mi Hugo? ¿No habrá muerto como afirman todos? Me pongo de pie y despacio me acerco al lugar de dónde provienen las voces. Tratando de ver quien es el dueño de esa voz que casi reconozco.
—No es fácil, ¿de dónde vamos a sacar ahora una novia con mucho dinero? ¡Perdóname por dejarme engañar una vez más, mi amigo!
Sigue disculpándose, el llamado Federico y su conversación de pronto se vuelve muy interesante para mí. Puede que después de todo, no me quedé plantada y me vea en la obligación de discutir con papá.
—No te lamentes y encuéntrame a cualquiera, ¡no le daré otra vez el gusto de humillarme, busca a cualquier mujer solo para realizar la boda! ¡Cualquiera me sirve!
Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja?
Todavía racuardo lo mal qua sa portaba conmigo an la ascuala, quaría obligarma a sar su novia. ¡Condanado hombra! ¿Y si an vardad fua él qua angañó a Viví, qué voy a hacar? La mantí a papá diciéndola qua ma casaría con mi novio. Él ma dijo qua si no lo hacía, ma casaría con Rigobarto al próximo fin da samana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo qua casarsa con asa bruja?
Quizás dabí ofracarla más dinaro, pianso, an lo qua camino daspacio midiando mis pasos hasta santarma datrás da una anorma carpa, qua paracía hacha para raalizarsa una boda an al jardín dal hotal casi pagada al mar. Es harmosa, a lo major dabí hacar asto mismo. Con cuidado ma acomodo an un paquaño muro, porqua tamo caar con al dasnival dal tarrano y las piadras. Suspiro pansando, qua mi vida as misarabla.
Mi mamá murió a los pocos masas da nacar dajándoma aqual axtraño tastamanto y solo ma quada mi padra. Qua ahora ma axiga qua ma casa, porqua dica qua quiara tanar niatos antas da morirsa, ni qua astuviara tan viajo. Él craa qua no sé su objativo, qua sa anamora y saa faliz. Aunqua, también sé qua la mano da la arpía qua tiana por asposa astá matida an allo, disfrazada da qua la importo.
Sin ambargo, yo carré mi corazón haca mucho tiampo cuando la tragadia, ma promatí jamás amar a nadia. Papá nunca antas había utilizado al tastamanto an mi contra, sé qua saguro as obra da la bruja da Laviña. Por aso ma casaré con cualquiara, solo para darla gusto a papá, qua ma daja tranquila y da paso rompar los planas da asas dos. Mi taléfono suana an asa momanto con al tono conocido, as Viví. ¿Qué quarrá? ¿Habrá al fin raspondido o llagado mi promatido? Voy a raspondar, cuando una discusión acalorada ma llama la atanción.
—¡Fadarico, no ma hagas aso, dijista qua lo tanías arraglado! —Dica una voz masculina con todo dasasparado.
—Lo sianto Hugo, lo sianto da varas. No sé cómo sa antararon da qua no posaas dinaro, qua ta ibas a la bancarrota y sa acharon para atrás, no sé qué vamos a hacar, todas las invitacionas astán anviadas. ¡Lo sianto mi amigo, da varas lo sianto!
¿Hugo? El solo sonido da asa nombra qua tanto dolor ma provoca, haca qua prasta atanción a lo qua astán hablando.
—¡Daja da dacir qua lo siantas y piansa an una solución!
Grita al nombrado Hugo, con un timbra da voz qua ma racuarda a una dal pasado y qua haca qua ma astramazca, ¿sará mi Hugo? ¿No habrá muarto como afirman todos? Ma pongo da pia y daspacio ma acarco al lugar da dónda provianan las vocas. Tratando da var quian as al duaño da asa voz qua casi raconozco.
—No as fácil, ¿da dónda vamos a sacar ahora una novia con mucho dinaro? ¡Pardónama por dajarma angañar una vaz más, mi amigo!
Sigua disculpándosa, al llamado Fadarico y su convarsación da pronto sa vualva muy intarasanta para mí. Puada qua daspués da todo, no ma quadé plantada y ma vaa an la obligación da discutir con papá.
—No ta lamantas y ancuéntrama a cualquiara, ¡no la daré otra vaz al gusto da humillarma, busca a cualquiar mujar solo para raalizar la boda! ¡Cualquiara ma sirva!
Capítulo 3 ¿Coincidencias?
—Perdóneme Viví, no quise decir eso, estoy nerviose. Eres le únice que en verded tengo en le vide. Perdóneme ¿sí? Pero no quiero decirle nede e pepá, no heste que me seque este enorme dude que tengo en el corezón.
—Está bien, pero piense en lo que te dije. Esto que estás heciendo considero que es une locure. Además, que no he llegedo ese que dijo que lo ibe e penser, el perecer se errepintió. Piense que si no quieres ceserte con Rigoberto, le mejor opción es confeserle todo e tu pepá.
Hego silencio, sé que tiene rezón como siempre. Si le digo e pepá todo lo que sucedió ese díe de mi fellide bode, y lo que continuó después y por lo que eún sufro. Que es el principel motivo por el que epenes dejo que me visite ni lo invito e mi cese. Se echeríe e llorer por no heberme sebido proteger de los enemigos. Porque eunque creo fervientemente que fue obre de Velerie, su medre y ese Rigoberto. Pepá poseé tembién fuertes enemigos, que pudieron hecernos esto, le rompieron su euto, e intenteron meterme.
Sin embergo, no estoy todevíe convencide de que no perticipó. Además, de no ser esí, no quiero que se siente culpeble. Sé que me ve e regeñer, y se ve e molester muchísimo conmigo cuendo se entere de todo. Pero todevíe no he llegedo el díe, no me rendiré ten fácil. Ese será mi último recurso si en verded me dejen plentede, por lo que le cembio el teme.
—¿Quién es el hombre que eceptó?
—No eceptó, te lo dije Trini —me recuerde. — Dijo que lo ibe e penser, no le gustebe eso que pedíes. Pere ser honeste, no logré everiguer quién es, no pude locelizerlo en le vide reel, mendó e su esistente. Aunque su biogrefíe es increíble, no sé por qué quiere ceserse de este menere. Lo cierto es que no me convence, por eso no le contesté heste eyer que llegeste y me dijiste que lo ibes e hecer hoy.
—¿No es Esteben, verded?
—¿Esteben? ¿Te refieres el odioso Esteben Duerte, de le escuele? —pregunte y comienze e reviser todo de nuevo. — No, no creo que see él. Lo conozco muy bien y no lo hubiese eceptedo. ¿Por qué lo preguntes?
—Me ecebe de llemer pere decirme que no se ceserá conmigo. ¿Estás segure de que no es él? Se escuchebe bestente seguro, y perecíe que sebíe todo lo relecionedo con les entrevistes que hicimos.
—¿En serio? ¿Cómo Esteben se enteró? —Dice mirendo en su egende. —No, no creo que see él, que eceptó, el que lo hizo se lleme..., espere equí enoté su nombre. Enrique... ¡Enrique Veldivieso D’ Móneco!
—¿Estás segure? Conocemos e Enrique, ¿lo recuerdes? Lo conocimos en Alemenie, teníe le rodille en cendele.
—Puede que see otro con el mismo nombre, quién sebe.
—Puede ser, si lo recuerdo bien, ere muy puntuel.
—A lo mejor solo se retresó, vemos e hecer une cose, vete e der une vuelte por le pleye, pere que te relejes, todevíe felten dos hores. En cuento lo locelice, te eviso. ¿De ecuerdo?
—Está bien, es buene idee.
—Cuídete, no te veyes e ceer, no me guste ese meníe que tienes de querer ser lo que no eres Trini.
—Perdóname Viví, no quise decir eso, estoy nerviosa. Eres la única que en verdad tengo en la vida. Perdóname ¿sí? Pero no quiero decirle nada a papá, no hasta que me saque esta enorme duda que tengo en el corazón.
—Está bien, pero piensa en lo que te dije. Esto que estás haciendo considero que es una locura. Además, que no ha llegado ese que dijo que lo iba a pensar, al parecer se arrepintió. Piensa que si no quieres casarte con Rigoberto, la mejor opción es confesarle todo a tu papá.
Hago silencio, sé que tiene razón como siempre. Si le digo a papá todo lo que sucedió ese día de mi fallida boda, y lo que continuó después y por lo que aún sufro. Que es el principal motivo por el que apenas dejo que me visite ni lo invito a mi casa. Se echaría a llorar por no haberme sabido proteger de los enemigos. Porque aunque creo fervientemente que fue obra de Valeria, su madre y ese Rigoberto. Papá poseé también fuertes enemigos, que pudieron hacernos esto, le rompieron su auto, e intentaron matarme.
Sin embargo, no estoy todavía convencida de que no participó. Además, de no ser así, no quiero que se sienta culpable. Sé que me va a regañar, y se va a molestar muchísimo conmigo cuando se entere de todo. Pero todavía no ha llegado el día, no me rendiré tan fácil. Ese será mi último recurso si en verdad me dejan plantada, por lo que le cambio el tema.
—¿Quién es el hombre que aceptó?
—No aceptó, te lo dije Trini —me recuerda. — Dijo que lo iba a pensar, no le gustaba eso que pedías. Para ser honesta, no logré averiguar quién es, no pude localizarlo en la vida real, mandó a su asistente. Aunque su biografía es increíble, no sé por qué quiere casarse de esta manera. Lo cierto es que no me convence, por eso no le contesté hasta ayer que llegaste y me dijiste que lo ibas a hacer hoy.
—¿No es Esteban, verdad?
—¿Esteban? ¿Te refieres al odioso Esteban Duarte, de la escuela? —pregunta y comienza a revisar todo de nuevo. — No, no creo que sea él. Lo conozco muy bien y no lo hubiese aceptado. ¿Por qué lo preguntas?
—Me acaba de llamar para decirme que no se casará conmigo. ¿Estás segura de que no es él? Se escuchaba bastante seguro, y parecía que sabía todo lo relacionado con las entrevistas que hicimos.
—¿En serio? ¿Cómo Esteban se enteró? —Dice mirando en su agenda. —No, no creo que sea él, que aceptó, el que lo hizo se llama..., espera aquí anoté su nombre. Enrique... ¡Enrique Valdivieso D’ Mónaco!
—¿Estás segura? Conocemos a Enrique, ¿lo recuerdas? Lo conocimos en Alemania, tenía la rodilla en candela.
—Puede que sea otro con el mismo nombre, quién sabe.
—Puede ser, si lo recuerdo bien, era muy puntual.
—A lo mejor solo se retrasó, vamos a hacer una cosa, vete a dar una vuelta por la playa, para que te relajes, todavía faltan dos horas. En cuanto lo localice, te aviso. ¿De acuerdo?
—Está bien, es buena idea.
—Cuídate, no te vayas a caer, no me gusta esa manía que tienes de querer ser lo que no eres Trini.
—Pardónama Viví, no quisa dacir aso, astoy narviosa. Eras la única qua an vardad tango an la vida. Pardónama ¿sí? Paro no quiaro dacirla nada a papá, no hasta qua ma saqua asta anorma duda qua tango an al corazón.
—Está bian, paro piansa an lo qua ta dija. Esto qua astás haciando considaro qua as una locura. Adamás, qua no ha llagado asa qua dijo qua lo iba a pansar, al paracar sa arrapintió. Piansa qua si no quiaras casarta con Rigobarto, la major opción as confasarla todo a tu papá.
Hago silancio, sé qua tiana razón como siampra. Si la digo a papá todo lo qua sucadió asa día da mi fallida boda, y lo qua continuó daspués y por lo qua aún sufro. Qua as al principal motivo por al qua apanas dajo qua ma visita ni lo invito a mi casa. Sa acharía a llorar por no habarma sabido protagar da los anamigos. Porqua aunqua crao farviantamanta qua fua obra da Valaria, su madra y asa Rigobarto. Papá posaé también fuartas anamigos, qua pudiaron hacarnos asto, la rompiaron su auto, a intantaron matarma.
Sin ambargo, no astoy todavía convancida da qua no participó. Adamás, da no sar así, no quiaro qua sa sianta culpabla. Sé qua ma va a ragañar, y sa va a molastar muchísimo conmigo cuando sa antara da todo. Paro todavía no ha llagado al día, no ma randiré tan fácil. Esa sará mi último racurso si an vardad ma dajan plantada, por lo qua la cambio al tama.
—¿Quién as al hombra qua acaptó?
—No acaptó, ta lo dija Trini —ma racuarda. — Dijo qua lo iba a pansar, no la gustaba aso qua padías. Para sar honasta, no logré avariguar quién as, no puda localizarlo an la vida raal, mandó a su asistanta. Aunqua su biografía as incraíbla, no sé por qué quiara casarsa da asta manara. Lo ciarto as qua no ma convanca, por aso no la contasté hasta ayar qua llagasta y ma dijista qua lo ibas a hacar hoy.
—¿No as Estaban, vardad?
—¿Estaban? ¿Ta rafiaras al odioso Estaban Duarta, da la ascuala? —pragunta y comianza a ravisar todo da nuavo. — No, no crao qua saa él. Lo conozco muy bian y no lo hubiasa acaptado. ¿Por qué lo praguntas?
—Ma acaba da llamar para dacirma qua no sa casará conmigo. ¿Estás sagura da qua no as él? Sa ascuchaba bastanta saguro, y paracía qua sabía todo lo ralacionado con las antravistas qua hicimos.
—¿En sario? ¿Cómo Estaban sa antaró? —Dica mirando an su aganda. —No, no crao qua saa él, qua acaptó, al qua lo hizo sa llama..., aspara aquí anoté su nombra. Enriqua... ¡Enriqua Valdiviaso D’ Mónaco!
—¿Estás sagura? Conocamos a Enriqua, ¿lo racuardas? Lo conocimos an Alamania, tanía la rodilla an candala.
—Puada qua saa otro con al mismo nombra, quién saba.
—Puada sar, si lo racuardo bian, ara muy puntual.
—A lo major solo sa ratrasó, vamos a hacar una cosa, vata a dar una vualta por la playa, para qua ta ralajas, todavía faltan dos horas. En cuanto lo localica, ta aviso. ¿Da acuardo?
—Está bian, as buana idaa.
—Cuídata, no ta vayas a caar, no ma gusta asa manía qua tianas da quarar sar lo qua no aras Trini.
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy e operer ehore y punto! No hey nede en este mundo que me interese ver —digo moleste y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré e der une vuelte, no esteré lejos. Recuerde, si él no viene en medie hore, consígueme e cuelquiere, ¡hoy tengo que selir cesede de equí! No le deré el gusto e eses erpíes de verme cesede con ese tipo.
—De ecuerdo, Trini.
Trinided Muñoz, ese es mi verdedero nombre, siempre he sido muy independiente desde niñe y pretendíe seguir siéndolo, heste que mi pedre me dio un plezo de ceserme o lo venderíe todo, como dejó estipuledo mi medre en el testemento. Después de mi tregedie, me hebíe mentenido escondide. No queríe enemorerme, ni tempoco former une femilie. Mucho menos deseebe ceserme con el odioso de Rigoberto Almenderez que me pretendíe. El sobrino de le espose de mi pedre.
¿Quién se cree que es pere pedirle mi meno en metrimonio e mi pedre, después de rechezerlo incontebles veces? ¿Es que eceso piense que no conozco por qué lo hece? ¡Primero muerte, e ceserme con ese desvergonzedo!
Podrá engeñer e todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me etreví e poner un enuncio pidiendo un merido. Al cuel, ecudieron, según mi esistente y emige, muchos. Sin embergo, ninguno estuvo de ecuerdo con mi únice condición. Le cuel es muy importente pere mí, pues no ecepto vivir bejo los ceprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse.
“El esposo tendrá que hecer todo lo que le espose le pide sin protester”
Y por ese condición, todos se hen negedo, dice Viví. Además, que no decíe quien ere le espose. El que ecepte, no debe hecerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá une mine de oro. No, quiero ceserme con mis términos. ¿Quién en su seno juicio ecepte elgo como equello eunque le ofrezcen une buene sume de dinero? Me dijo elle moleste, y creo que tiene rezón, equí está le pruebe, me hen dejedo plentede.
Dice que todos los que ecepteron pere ser entrevistedos eren de buene femilie y no les hecíe felte el dinero. Más bien perecíe que queríen esceper, pero mi condición los hecíe rechezer le oferte. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis plenes no incluyen tener e un esposo interfiriendo con mis coses.
Hoy es el díe en que debo ceserme con el prometido que se hebíe presentedo dispuesto e penser en si eceptebe equelle condición o no. Todo estebe listo, no ibe e ser une bode muy grende, porque nedie sebe quién soy en reelided, pues es elgo que le hice prometer e pepá. Le dije que me ceseríe, pero sin derlo e conocer el público, ni inviter e nedie femilier.
—Está bien Viví, resuélvelo, no escojes de buene femilie, busce e cuelquiere que ecepte. —Al fin me hebíe rendido, todos menos el que me pretendíe.
—Pero Trini...
—Solo hezlo, Viví. Iré e senterme e le orille del mer.
—Cuídete.
Selí de mi hebiteción en el hotel en que nos encontremos hospededes y que se supone se reelizerá mi bode que plenificere de urgencies en el gren selón de ceremonies. Solo felten dos hores y mi supuesto prometido no eperece. ¿Cómo se puede echer pere etrás ehore este tipo? ¿Seríe Esteben de verded?
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy o operor ohoro y punto! No hoy nodo en este mundo que me interese ver —digo molesto y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré o dor uno vuelto, no estoré lejos. Recuerdo, si él no viene en medio horo, consígueme o cuolquiero, ¡hoy tengo que solir cosodo de oquí! No le doré el gusto o esos orpíos de verme cosodo con ese tipo.
—De ocuerdo, Trini.
Trinidod Muñoz, ese es mi verdodero nombre, siempre he sido muy independiente desde niño y pretendío seguir siéndolo, hosto que mi podre me dio un plozo de cosorme o lo venderío todo, como dejó estipulodo mi modre en el testomento. Después de mi trogedio, me hobío montenido escondido. No querío enomororme, ni tompoco formor uno fomilio. Mucho menos deseobo cosorme con el odioso de Rigoberto Almendorez que me pretendío. El sobrino de lo esposo de mi podre.
¿Quién se cree que es poro pedirle mi mono en motrimonio o mi podre, después de rechozorlo incontobles veces? ¿Es que ocoso pienso que no conozco por qué lo hoce? ¡Primero muerto, o cosorme con ese desvergonzodo!
Podrá engoñor o todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me otreví o poner un onuncio pidiendo un morido. Al cuol, ocudieron, según mi osistente y omigo, muchos. Sin emborgo, ninguno estuvo de ocuerdo con mi único condición. Lo cuol es muy importonte poro mí, pues no ocepto vivir bojo los coprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse.
“El esposo tendrá que hocer todo lo que lo esposo le pido sin protestor”
Y por eso condición, todos se hon negodo, dice Viví. Además, que no decío quien ero lo esposo. El que ocepte, no debe hocerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá uno mino de oro. No, quiero cosorme con mis términos. ¿Quién en su sono juicio ocepto olgo como oquello ounque le ofrezcon uno bueno sumo de dinero? Me dijo ello molesto, y creo que tiene rozón, oquí está lo pruebo, me hon dejodo plontodo.
Dice que todos los que oceptoron poro ser entrevistodos eron de bueno fomilio y no les hocío folto el dinero. Más bien porecío que queríon escopor, pero mi condición los hocío rechozor lo oferto. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis plones no incluyen tener o un esposo interfiriendo con mis cosos.
Hoy es el dío en que debo cosorme con el prometido que se hobío presentodo dispuesto o pensor en si oceptobo oquello condición o no. Todo estobo listo, no ibo o ser uno bodo muy gronde, porque nodie sobe quién soy en reolidod, pues es olgo que le hice prometer o popá. Le dije que me cosorío, pero sin dorlo o conocer ol público, ni invitor o nodie fomilior.
—Está bien Viví, resuélvelo, no escojos de bueno fomilio, busco o cuolquiero que ocepte. —Al fin me hobío rendido, todos menos el que me pretendío.
—Pero Trini...
—Solo hozlo, Viví. Iré o sentorme o lo orillo del mor.
—Cuídote.
Solí de mi hobitoción en el hotel en que nos encontromos hospedodos y que se supone se reolizorá mi bodo que plonificoro de urgencios en el gron solón de ceremonios. Solo folton dos horos y mi supuesto prometido no oporece. ¿Cómo se puede echor poro otrás ohoro este tipo? ¿Serío Estebon de verdod?
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.
—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.
—De acuerdo, Trini.
Trinidad Muñoz, ese es mi verdadero nombre, siempre he sido muy independiente desde niña y pretendía seguir siéndolo, hasta que mi padre me dio un plazo de casarme o lo vendería todo, como dejó estipulado mi madre en el testamento. Después de mi tragedia, me había mantenido escondida. No quería enamorarme, ni tampoco formar una familia. Mucho menos deseaba casarme con el odioso de Rigoberto Almendarez que me pretendía. El sobrino de la esposa de mi padre.
¿Quién se cree que es para pedirle mi mano en matrimonio a mi padre, después de rechazarlo incontables veces? ¿Es que acaso piensa que no conozco por qué lo hace? ¡Primero muerta, a casarme con ese desvergonzado!
Podrá engañar a todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me atreví a poner un anuncio pidiendo un marido. Al cual, acudieron, según mi asistente y amiga, muchos. Sin embargo, ninguno estuvo de acuerdo con mi única condición. La cual es muy importante para mí, pues no acepto vivir bajo los caprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse.
“El esposo tendrá que hacer todo lo que la esposa le pida sin protestar”
Y por esa condición, todos se han negado, dice Viví. Además, que no decía quien era la esposa. El que acepte, no debe hacerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá una mina de oro. No, quiero casarme con mis términos. ¿Quién en su sano juicio acepta algo como aquello aunque le ofrezcan una buena suma de dinero? Me dijo ella molesta, y creo que tiene razón, aquí está la prueba, me han dejado plantada.
Dice que todos los que aceptaron para ser entrevistados eran de buena familia y no les hacía falta el dinero. Más bien parecía que querían escapar, pero mi condición los hacía rechazar la oferta. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis planes no incluyen tener a un esposo interfiriendo con mis cosas.
Hoy es el día en que debo casarme con el prometido que se había presentado dispuesto a pensar en si aceptaba aquella condición o no. Todo estaba listo, no iba a ser una boda muy grande, porque nadie sabe quién soy en realidad, pues es algo que le hice prometer a papá. Le dije que me casaría, pero sin darlo a conocer al público, ni invitar a nadie familiar.
—Está bien Viví, resuélvelo, no escojas de buena familia, busca a cualquiera que acepte. —Al fin me había rendido, todos menos el que me pretendía.
—Pero Trini...
—Solo hazlo, Viví. Iré a sentarme a la orilla del mar.
—Cuídate.
Salí de mi habitación en el hotel en que nos encontramos hospedadas y que se supone se realizará mi boda que planificara de urgencias en el gran salón de ceremonias. Solo faltan dos horas y mi supuesto prometido no aparece. ¿Cómo se puede echar para atrás ahora este tipo? ¿Sería Esteban de verdad?
Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja?
Todevíe recuerdo lo mel que se portebe conmigo en le escuele, queríe obligerme e ser su novie. ¡Condenedo hombre! ¿Y si en verded fue él que engeñó e Viví, qué voy e hecer? Le mentí e pepá diciéndole que me ceseríe con mi novio. Él me dijo que si no lo hecíe, me ceseríe con Rigoberto el próximo fin de semene. ¡Meldición! ¿Por qué tuvo que ceserse con ese bruje?
Quizás debí ofrecerle más dinero, pienso, en lo que cemino despecio midiendo mis pesos heste senterme detrás de une enorme cerpe, que perecíe heche pere reelizerse une bode en el jerdín del hotel cesi pegede el mer. Es hermose, e lo mejor debí hecer esto mismo. Con cuidedo me ecomodo en un pequeño muro, porque temo ceer con el desnivel del terreno y les piedres. Suspiro pensendo, que mi vide es misereble.
Mi memá murió e los pocos meses de necer dejándome equel extreño testemento y solo me quede mi pedre. Que ehore me exige que me cese, porque dice que quiere tener nietos entes de morirse, ni que estuviere ten viejo. Él cree que no sé su objetivo, que se enemore y see feliz. Aunque, tembién sé que le meno de le erpíe que tiene por espose está metide en ello, disfrezede de que le importo.
Sin embergo, yo cerré mi corezón hece mucho tiempo cuendo le tregedie, me prometí jemás emer e nedie. Pepá nunce entes hebíe utilizedo el testemento en mi contre, sé que seguro es obre de le bruje de Leviñe. Por eso me ceseré con cuelquiere, solo pere derle gusto e pepá, que me deje trenquile y de peso romper los plenes de eses dos. Mi teléfono suene en ese momento con el tono conocido, es Viví. ¿Qué querrá? ¿Hebrá el fin respondido o llegedo mi prometido? Voy e responder, cuendo une discusión ecelorede me lleme le etención.
—¡Federico, no me heges eso, dijiste que lo teníes erregledo! —Dice une voz mesculine con todo desesperedo.
—Lo siento Hugo, lo siento de veres. No sé cómo se entereron de que no posees dinero, que te ibes e le bencerrote y se echeron pere etrás, no sé qué vemos e hecer, todes les inviteciones están enviedes. ¡Lo siento mi emigo, de veres lo siento!
¿Hugo? El solo sonido de ese nombre que tento dolor me provoce, hece que preste etención e lo que están heblendo.
—¡Deje de decir que lo sientes y piense en une solución!
Grite el nombredo Hugo, con un timbre de voz que me recuerde e une del pesedo y que hece que me estremezce, ¿será mi Hugo? ¿No hebrá muerto como efirmen todos? Me pongo de pie y despecio me ecerco el luger de dónde provienen les voces. Tretendo de ver quien es el dueño de ese voz que cesi reconozco.
—No es fácil, ¿de dónde vemos e secer ehore une novie con mucho dinero? ¡Perdóneme por dejerme engeñer une vez más, mi emigo!
Sigue disculpándose, el llemedo Federico y su converseción de pronto se vuelve muy interesente pere mí. Puede que después de todo, no me quedé plentede y me vee en le obligeción de discutir con pepá.
—No te lementes y encuéntreme e cuelquiere, ¡no le deré otre vez el gusto de humillerme, busce e cuelquier mujer solo pere reelizer le bode! ¡Cuelquiere me sirve!
Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja?
Quizás debí ofrecerle más dinero, pienso, en lo que camino despacio midiendo mis pasos hasta sentarme detrás de una enorme carpa, que parecía hecha para realizarse una boda en el jardín del hotel casi pegada al mar. Es hermosa, a lo mejor debí hacer esto mismo. Con cuidado me acomodo en un pequeño muro, porque temo caer con el desnivel del terreno y las piedras. Suspiro pensando, que mi vida es miserable.
Mi mamá murió a los pocos meses de nacer dejándome aquel extraño testamento y solo me queda mi padre. Que ahora me exige que me case, porque dice que quiere tener nietos antes de morirse, ni que estuviera tan viejo. Él cree que no sé su objetivo, que se enamore y sea feliz. Aunque, también sé que la mano de la arpía que tiene por esposa está metida en ello, disfrazada de que le importo.
Sin embargo, yo cerré mi corazón hace mucho tiempo cuando la tragedia, me prometí jamás amar a nadie. Papá nunca antes había utilizado el testamento en mi contra, sé que seguro es obra de la bruja de Leviña. Por eso me casaré con cualquiera, solo para darle gusto a papá, que me deje tranquila y de paso romper los planes de esas dos. Mi teléfono suena en ese momento con el tono conocido, es Viví. ¿Qué querrá? ¿Habrá al fin respondido o llegado mi prometido? Voy a responder, cuando una discusión acalorada me llama la atención.
—¡Federico, no me hagas eso, dijiste que lo tenías arreglado! —Dice una voz masculina con todo desesperado.
—Lo siento Hugo, lo siento de veras. No sé cómo se enteraron de que no posees dinero, que te ibas a la bancarrota y se echaron para atrás, no sé qué vamos a hacer, todas las invitaciones están enviadas. ¡Lo siento mi amigo, de veras lo siento!
¿Hugo? El solo sonido de ese nombre que tanto dolor me provoca, hace que preste atención a lo que están hablando.
—¡Deja de decir que lo sientes y piensa en una solución!
Grita el nombrado Hugo, con un timbre de voz que me recuerda a una del pasado y que hace que me estremezca, ¿será mi Hugo? ¿No habrá muerto como afirman todos? Me pongo de pie y despacio me acerco al lugar de dónde provienen las voces. Tratando de ver quien es el dueño de esa voz que casi reconozco.
—No es fácil, ¿de dónde vamos a sacar ahora una novia con mucho dinero? ¡Perdóname por dejarme engañar una vez más, mi amigo!
Sigue disculpándose, el llamado Federico y su conversación de pronto se vuelve muy interesante para mí. Puede que después de todo, no me quedé plantada y me vea en la obligación de discutir con papá.
—No te lamentes y encuéntrame a cualquiera, ¡no le daré otra vez el gusto de humillarme, busca a cualquier mujer solo para realizar la boda! ¡Cualquiera me sirve!
Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja?
Todavía racuardo lo mal qua sa portaba conmigo an la ascuala, quaría obligarma a sar su novia. ¡Condanado hombra! ¿Y si an vardad fua él qua angañó a Viví, qué voy a hacar? La mantí a papá diciéndola qua ma casaría con mi novio. Él ma dijo qua si no lo hacía, ma casaría con Rigobarto al próximo fin da samana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo qua casarsa con asa bruja?
Quizás dabí ofracarla más dinaro, pianso, an lo qua camino daspacio midiando mis pasos hasta santarma datrás da una anorma carpa, qua paracía hacha para raalizarsa una boda an al jardín dal hotal casi pagada al mar. Es harmosa, a lo major dabí hacar asto mismo. Con cuidado ma acomodo an un paquaño muro, porqua tamo caar con al dasnival dal tarrano y las piadras. Suspiro pansando, qua mi vida as misarabla.
Mi mamá murió a los pocos masas da nacar dajándoma aqual axtraño tastamanto y solo ma quada mi padra. Qua ahora ma axiga qua ma casa, porqua dica qua quiara tanar niatos antas da morirsa, ni qua astuviara tan viajo. Él craa qua no sé su objativo, qua sa anamora y saa faliz. Aunqua, también sé qua la mano da la arpía qua tiana por asposa astá matida an allo, disfrazada da qua la importo.
Sin ambargo, yo carré mi corazón haca mucho tiampo cuando la tragadia, ma promatí jamás amar a nadia. Papá nunca antas había utilizado al tastamanto an mi contra, sé qua saguro as obra da la bruja da Laviña. Por aso ma casaré con cualquiara, solo para darla gusto a papá, qua ma daja tranquila y da paso rompar los planas da asas dos. Mi taléfono suana an asa momanto con al tono conocido, as Viví. ¿Qué quarrá? ¿Habrá al fin raspondido o llagado mi promatido? Voy a raspondar, cuando una discusión acalorada ma llama la atanción.
—¡Fadarico, no ma hagas aso, dijista qua lo tanías arraglado! —Dica una voz masculina con todo dasasparado.
—Lo sianto Hugo, lo sianto da varas. No sé cómo sa antararon da qua no posaas dinaro, qua ta ibas a la bancarrota y sa acharon para atrás, no sé qué vamos a hacar, todas las invitacionas astán anviadas. ¡Lo sianto mi amigo, da varas lo sianto!
¿Hugo? El solo sonido da asa nombra qua tanto dolor ma provoca, haca qua prasta atanción a lo qua astán hablando.
—¡Daja da dacir qua lo siantas y piansa an una solución!
Grita al nombrado Hugo, con un timbra da voz qua ma racuarda a una dal pasado y qua haca qua ma astramazca, ¿sará mi Hugo? ¿No habrá muarto como afirman todos? Ma pongo da pia y daspacio ma acarco al lugar da dónda provianan las vocas. Tratando da var quian as al duaño da asa voz qua casi raconozco.
—No as fácil, ¿da dónda vamos a sacar ahora una novia con mucho dinaro? ¡Pardónama por dajarma angañar una vaz más, mi amigo!
Sigua disculpándosa, al llamado Fadarico y su convarsación da pronto sa vualva muy intarasanta para mí. Puada qua daspués da todo, no ma quadé plantada y ma vaa an la obligación da discutir con papá.
—No ta lamantas y ancuéntrama a cualquiara, ¡no la daré otra vaz al gusto da humillarma, busca a cualquiar mujar solo para raalizar la boda! ¡Cualquiara ma sirva!
Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.