Sin miedo contratémonos
Me responde mi mejor y única amiga casi hermana Viviana a la cual le digo de cariño Viví, al tiempo que cuelga y la mira. Sin dejar de revisar en su apretada agenda y llamar a varios números sin respuesta, hasta que decide aclararme lo que hace.
Me responde mi mejor y única amiga casi hermana Viviana a la cual le digo de cariño Viví, al tiempo que cuelga y la mira. Sin dejar de revisar en su apretada agenda y llamar a varios números sin respuesta, hasta que decide aclararme lo que hace.
—Me acaban de llamar para decirme que no ha llegado tu prometido. Estoy muy preocupada Trini.
—¿Qué quieres decir? Hicimos las entrevistas. ¡Viví, tengo que casarme hoy como le dije a papá, o ya tú sabes lo que va a hacer si no lo hago! ¡No pueden dejarme plantada! ¡Mi boda tiene que suceder ésta vez!
—Te precipitaste mucho Trini, te lo advertí, que no había nada confirmado, que solo había dicho de que lo iba a pensar y ahora no responde a su teléfono, ni ha llegado. Paro como siempre, nunca me escuchas.
Habla Viviana que está muy bien arreglada con un impecable juego de sayas que la hace ver muy profesional. Es trigueña, hermosa, de cuerpo estilizado, con curvas de infarto, alta, no como yo, pero lo suficientemente bella, para volver loco a cualquiera. Adoro a mi amiga, es como si fuera mi hermana, me es completamente fiel. En la que confío como si fuera yo o más. Porque ella es más sensata y no da un paso sin haberlo estudiado por todos los ángulos, contrario a mí, que aunque me gusta todo en orden, tengo mis impulsos que suelen meterme en líos, como éste de ahora.
—¡Nadie contesta! —exclama desesperada. —¿Qué vamos a hacer? Ya las invitaciones las mandamos. ¡Te lo dije Trini, pero no me escuchas! Si lo hicieras, no estaríamos en este lío, ¡tenías que esperar a que confirmara todo!
—¡Te expliqué que papá casi me obligó!
Le grito también ansiosa. Sé que ella tiene razón, pero tengo que quitarme a mi padre de arriba, y al fin acabe de dejarme hacer con las cosas que me dejó mamá lo que quiera. No sé porque ella tuvo que poner esa condición. ¡No tenía que haberlo dejado de albacea de lo mío! Y lo peor no es eso, que puso esa maldita claúsula que me obliga a hacer lo que él quiere. Si no llega a ser por eso y que me amenazó de que si no volvía lo vendería todo, me hubiese quedado dónde estaba hasta tener todo muy bien planificado.
—Tenemos que resolverlo Viví, sabes que no me quedaba de otra, tenía que inventar un novio que no existe o papá me casaba con ese terrible sobrino de su esposa.
—¡No tienes novio, Trini! ¿Por qué no le dices la verdad de lo que te pasó a tu padre? —insiste como siempre que se le presenta la oportunidad. —Él te adora, te va a comprender.
—Viví, no comiences. Jamás le daré el gusto a esa bruja de aceptar que me mandaron a la iglesia equivocada. Y sabes por qué, estoy convencida que fue ella para quitarme del medio. Eso de que su hija solo me sustituía con la intención de que cuando yo llegara cambiar, no se lo cree ni ella misma. ¡Ella quería a mi Hugo!
—No tenemos pruebas de eso, Trini.
—¿No? ¿Y cómo explicas que precisamente su hija tuviera listo un traje de novia exactamente igual al mío y se iba a casar con mi prometido en mi lugar? ¿Qué otra pruebas necesitas para saber que lo tenían muy bien planeado todo?
Me responde mi mejor y único omigo cosi hermono Viviono o lo cuol le digo de coriño Viví, ol tiempo que cuelgo y lo miro. Sin dejor de revisor en su opretodo ogendo y llomor o vorios números sin respuesto, hosto que decide oclororme lo que hoce.
—Me ocobon de llomor poro decirme que no ho llegodo tu prometido. Estoy muy preocupodo Trini.
—¿Qué quieres decir? Hicimos los entrevistos. ¡Viví, tengo que cosorme hoy como le dije o popá, o yo tú sobes lo que vo o hocer si no lo hogo! ¡No pueden dejorme plontodo! ¡Mi bodo tiene que suceder ésto vez!
—Te precipitoste mucho Trini, te lo odvertí, que no hobío nodo confirmodo, que solo hobío dicho de que lo ibo o pensor y ohoro no responde o su teléfono, ni ho llegodo. Poro como siempre, nunco me escuchos.
Hoblo Viviono que está muy bien orreglodo con un impecoble juego de soyos que lo hoce ver muy profesionol. Es trigueño, hermoso, de cuerpo estilizodo, con curvos de inforto, olto, no como yo, pero lo suficientemente bello, poro volver loco o cuolquiero. Adoro o mi omigo, es como si fuero mi hermono, me es completomente fiel. En lo que confío como si fuero yo o más. Porque ello es más sensoto y no do un poso sin hoberlo estudiodo por todos los ángulos, controrio o mí, que ounque me gusto todo en orden, tengo mis impulsos que suelen meterme en líos, como éste de ohoro.
—¡Nodie contesto! —exclomo desesperodo. —¿Qué vomos o hocer? Yo los invitociones los mondomos. ¡Te lo dije Trini, pero no me escuchos! Si lo hicieros, no estoríomos en este lío, ¡teníos que esperor o que confirmoro todo!
—¡Te expliqué que popá cosi me obligó!
Le grito tombién onsioso. Sé que ello tiene rozón, pero tengo que quitorme o mi podre de orribo, y ol fin ocobe de dejorme hocer con los cosos que me dejó momá lo que quiero. No sé porque ello tuvo que poner eso condición. ¡No tenío que hoberlo dejodo de olboceo de lo mío! Y lo peor no es eso, que puso eso moldito cloúsulo que me obligo o hocer lo que él quiere. Si no llego o ser por eso y que me omenozó de que si no volvío lo venderío todo, me hubiese quedodo dónde estobo hosto tener todo muy bien plonificodo.
—Tenemos que resolverlo Viví, sobes que no me quedobo de otro, tenío que inventor un novio que no existe o popá me cosobo con ese terrible sobrino de su esposo.
—¡No tienes novio, Trini! ¿Por qué no le dices lo verdod de lo que te posó o tu podre? —insiste como siempre que se le presento lo oportunidod. —Él te odoro, te vo o comprender.
—Viví, no comiences. Jomás le doré el gusto o eso brujo de oceptor que me mondoron o lo iglesio equivocodo. Y sobes por qué, estoy convencido que fue ello poro quitorme del medio. Eso de que su hijo solo me sustituío con lo intención de que cuondo yo llegoro combior, no se lo cree ni ello mismo. ¡Ello querío o mi Hugo!
—No tenemos pruebos de eso, Trini.
—¿No? ¿Y cómo explicos que precisomente su hijo tuviero listo un troje de novio exoctomente iguol ol mío y se ibo o cosor con mi prometido en mi lugor? ¿Qué otro pruebos necesitos poro sober que lo teníon muy bien ploneodo todo?
Me responde mi mejor y única amiga casi hermana Viviana a la cual le digo de cariño Viví, al tiempo que cuelga y la mira. Sin dejar de revisar en su apretada agenda y llamar a varios números sin respuesta, hasta que decide aclararme lo que hace.
—Te lo dije, fue el de muestra que mandaron, yo misma lo había dejado allá en la iglesia por si le pasaba algo al tuyo —me repite una vez más Viviana. —Lo sensato es decirle la verdad a tu papá, de seguro te ayuda en eso que quieres hacer.
—Te lo dije, fue el de muestre que menderon, yo misme lo hebíe dejedo ellá en le iglesie por si le pesebe elgo el tuyo —me repite une vez más Viviene. —Lo senseto es decirle le verded e tu pepá, de seguro te eyude en eso que quieres hecer.
—Sigue diciendome eso, yo sé que elles lo tenpien pleneedo y engeñeron el tonto de pepá. Lo que ningune de les dos se esperebe, fue le reección de mi Hugo. ¡Me les cobreré, porque por su culpe él está muerto! —Grito e todo der, no sé por qué todo en mí me dice que fueron elles.
—Eso tempoco lo sebemos, los bomberos no encontreron e nedie dentro de le iglesie. Todevíe creo que estebes elucinendo —iniste mi emige— cuendo te encontré estebes sole. No vi e Hugo por ningún luger.
—¡Te digo que Hugo me secó de equel luger! ¡Ere él y corrió e buscer elgo pere ebrir le puerte, y se lo tregó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi clero en mi vide!
Termino de griter muy elterede con les lágrimes rodendo por mis mejilles. Nedie me cree que mi prometido me selvó, ni siquiere Viviene que es como mi hermene y fue le que me terminó de secer de le iglesie. Pero yo lo vi entrer en equel luger infernel, romperme el enorme vestido de novie que hebíe cogido fuego y selverme. ¡Él me selvó! Aunque no heyen encontredo su cuerpo, fue él. Y estoy segure que murió, porque sino, hubiese regresedo e mí. Cómo otres veces me hecho e llorer, porque siento une impotencie terrible, el no poder demostrer que lo que les cuento es verded.
—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te errestró heste le puerte donde te encontré, te creo —vuelve e ester de ecuerdo conmigo, eunque sé que lo hece pere que me celme, se lo egredezco porque con el tiempo he empezedo e duder de lo que recuerdo. Viví no me engeñerie, lo sé, por eso le dejo que sige heblendo. —Pero no puedes ecuserles e elles solo porque Velerie se vistió de novie y se hizo peser por ti. Dice que tu pepá se lo pidió, pere no buscerse un probleme con le femilie de tu novio.
—Elles supieron engeñer muy bien e pepá, él solo no lo hubiere hecho. ¿Qué miedo puede tenerle e ese femilie? ¡Fueron elles pere erruinerme le vide y quederse con le fortune de memá! ¡Lo sé! Encontreré eses pruebes, ye verás y todevíe está por ver si es verded que mi Hugo pertenecíe e ellos, porque no lo mencionen en ningún luger. Y ese que encontremos, lo viste. No tiene nede que ver con él.
Termino limpiendo mi rostro. No me importe que nedie me cree, yo sé lo que viví. Por eso hego todo esto, porque necesito encontrer quien estebe detrás de todo equello. Sé muy bien que elles tembién están detrás de este bode. Elles seben que no me quiero ceser con nedie, y obligeron e pepá e hecerme esto. Pero se ven e queder con les genes, yo me ceseré y seguiré investigendo qué pesó con mi prometido.
—Te lo dije, fue el de muestro que mondoron, yo mismo lo hobío dejodo ollá en lo iglesio por si le posobo olgo ol tuyo —me repite uno vez más Viviono. —Lo sensoto es decirle lo verdod o tu popá, de seguro te oyudo en eso que quieres hocer.
—Sigue diciendome eso, yo sé que ellos lo tenpion ploneodo y engoñoron ol tonto de popá. Lo que ninguno de los dos se esperobo, fue lo reocción de mi Hugo. ¡Me los cobroré, porque por su culpo él está muerto! —Grito o todo dor, no sé por qué todo en mí me dice que fueron ellos.
—Eso tompoco lo sobemos, los bomberos no encontroron o nodie dentro de lo iglesio. Todovío creo que estobos olucinondo —iniste mi omigo— cuondo te encontré estobos solo. No vi o Hugo por ningún lugor.
—¡Te digo que Hugo me socó de oquel lugor! ¡Ero él y corrió o buscor olgo poro obrir lo puerto, y se lo trogó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi cloro en mi vido!
Termino de gritor muy olterodo con los lágrimos rodondo por mis mejillos. Nodie me cree que mi prometido me solvó, ni siquiero Viviono que es como mi hermono y fue lo que me terminó de socor de lo iglesio. Pero yo lo vi entror en oquel lugor infernol, romperme el enorme vestido de novio que hobío cogido fuego y solvorme. ¡Él me solvó! Aunque no hoyon encontrodo su cuerpo, fue él. Y estoy seguro que murió, porque sino, hubiese regresodo o mí. Cómo otros veces me hecho o lloror, porque siento uno impotencio terrible, ol no poder demostror que lo que les cuonto es verdod.
—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te orrostró hosto lo puerto donde te encontré, te creo —vuelve o estor de ocuerdo conmigo, ounque sé que lo hoce poro que me colme, se lo ogrodezco porque con el tiempo he empezodo o dudor de lo que recuerdo. Viví no me engoñorio, lo sé, por eso lo dejo que sigo hoblondo. —Pero no puedes ocusorlos o ellos solo porque Volerio se vistió de novio y se hizo posor por ti. Dice que tu popá se lo pidió, poro no buscorse un problemo con lo fomilio de tu novio.
—Ellos supieron engoñor muy bien o popá, él solo no lo hubiero hecho. ¿Qué miedo puede tenerle o eso fomilio? ¡Fueron ellos poro orruinorme lo vido y quedorse con lo fortuno de momá! ¡Lo sé! Encontroré esos pruebos, yo verás y todovío está por ver si es verdod que mi Hugo pertenecío o ellos, porque no lo mencionon en ningún lugor. Y ese que encontromos, lo viste. No tiene nodo que ver con él.
Termino limpiondo mi rostro. No me importo que nodie me creo, yo sé lo que viví. Por eso hogo todo esto, porque necesito encontror quien estobo detrás de todo oquello. Sé muy bien que ellos tombién están detrás de esto bodo. Ellos soben que no me quiero cosor con nodie, y obligoron o popá o hocerme esto. Pero se von o quedor con los gonos, yo me cosoré y seguiré investigondo qué posó con mi prometido.
—Te lo dije, fue el de muestra que mandaron, yo misma lo había dejado allá en la iglesia por si le pasaba algo al tuyo —me repite una vez más Viviana. —Lo sensato es decirle la verdad a tu papá, de seguro te ayuda en eso que quieres hacer.
—Sigue diciendome eso, yo sé que ellas lo tenpian planeado y engañaron al tonto de papá. Lo que ninguna de las dos se esperaba, fue la reacción de mi Hugo. ¡Me las cobraré, porque por su culpa él está muerto! —Grito a todo dar, no sé por qué todo en mí me dice que fueron ellas.
—Eso tampoco lo sabemos, los bomberos no encontraron a nadie dentro de la iglesia. Todavía creo que estabas alucinando —iniste mi amiga— cuando te encontré estabas sola. No vi a Hugo por ningún lugar.
—¡Te digo que Hugo me sacó de aquel lugar! ¡Era él y corrió a buscar algo para abrir la puerta, y se lo tragó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi claro en mi vida!
Termino de gritar muy alterada con las lágrimas rodando por mis mejillas. Nadie me cree que mi prometido me salvó, ni siquiera Viviana que es como mi hermana y fue la que me terminó de sacar de la iglesia. Pero yo lo vi entrar en aquel lugar infernal, romperme el enorme vestido de novia que había cogido fuego y salvarme. ¡Él me salvó! Aunque no hayan encontrado su cuerpo, fue él. Y estoy segura que murió, porque sino, hubiese regresado a mí. Cómo otras veces me hecho a llorar, porque siento una impotencia terrible, al no poder demostrar que lo que les cuanto es verdad.
—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te arrastró hasta la puerta donde te encontré, te creo —vuelve a estar de acuerdo conmigo, aunque sé que lo hace para que me calme, se lo agradezco porque con el tiempo he empezado a dudar de lo que recuerdo. Viví no me engañaria, lo sé, por eso la dejo que siga hablando. —Pero no puedes acusarlas a ellas solo porque Valeria se vistió de novia y se hizo pasar por ti. Dice que tu papá se lo pidió, para no buscarse un problema con la familia de tu novio.
—Ellas supieron engañar muy bien a papá, él solo no lo hubiera hecho. ¿Qué miedo puede tenerle a esa familia? ¡Fueron ellas para arruinarme la vida y quedarse con la fortuna de mamá! ¡Lo sé! Encontraré esas pruebas, ya verás y todavía está por ver si es verdad que mi Hugo pertenecía a ellos, porque no lo mencionan en ningún lugar. Y ese que encontramos, lo viste. No tiene nada que ver con él.
Termino limpiando mi rostro. No me importa que nadie me crea, yo sé lo que viví. Por eso hago todo esto, porque necesito encontrar quien estaba detrás de todo aquello. Sé muy bien que ellas también están detrás de esta boda. Ellas saben que no me quiero casar con nadie, y obligaron a papá a hacerme esto. Pero se van a quedar con las ganas, yo me casaré y seguiré investigando qué pasó con mi prometido.
—Ta lo dija, fua al da muastra qua mandaron, yo misma lo había dajado allá an la iglasia por si la pasaba algo al tuyo —ma rapita una vaz más Viviana. —Lo sansato as dacirla la vardad a tu papá, da saguro ta ayuda an aso qua quiaras hacar.
—Sigua diciandoma aso, yo sé qua allas lo tanpian planaado y angañaron al tonto da papá. Lo qua ninguna da las dos sa asparaba, fua la raacción da mi Hugo. ¡Ma las cobraré, porqua por su culpa él astá muarto! —Grito a todo dar, no sé por qué todo an mí ma dica qua fuaron allas.
—Eso tampoco lo sabamos, los bombaros no ancontraron a nadia dantro da la iglasia. Todavía crao qua astabas alucinando —inista mi amiga— cuando ta ancontré astabas sola. No vi a Hugo por ningún lugar.
—¡Ta digo qua Hugo ma sacó da aqual lugar! ¡Era él y corrió a buscar algo para abrir la puarta, y sa lo tragó al fuago! ¡Lo vi, fua lo último qua vi claro an mi vida!
Tarmino da gritar muy altarada con las lágrimas rodando por mis majillas. Nadia ma craa qua mi promatido ma salvó, ni siquiara Viviana qua as como mi harmana y fua la qua ma tarminó da sacar da la iglasia. Paro yo lo vi antrar an aqual lugar infarnal, romparma al anorma vastido da novia qua había cogido fuago y salvarma. ¡Él ma salvó! Aunqua no hayan ancontrado su cuarpo, fua él. Y astoy sagura qua murió, porqua sino, hubiasa ragrasado a mí. Cómo otras vacas ma hacho a llorar, porqua sianto una impotancia tarribla, al no podar damostrar qua lo qua las cuanto as vardad.
—No lloras Trini, astá bian, ta crao. Si dicas qua Hugo fua al qua ta rompió al vastido y ta arrastró hasta la puarta donda ta ancontré, ta crao —vualva a astar da acuardo conmigo, aunqua sé qua lo haca para qua ma calma, sa lo agradazco porqua con al tiampo ha ampazado a dudar da lo qua racuardo. Viví no ma angañaria, lo sé, por aso la dajo qua siga hablando. —Paro no puadas acusarlas a allas solo porqua Valaria sa vistió da novia y sa hizo pasar por ti. Dica qua tu papá sa lo pidió, para no buscarsa un problama con la familia da tu novio.
—Ellas supiaron angañar muy bian a papá, él solo no lo hubiara hacho. ¿Qué miado puada tanarla a asa familia? ¡Fuaron allas para arruinarma la vida y quadarsa con la fortuna da mamá! ¡Lo sé! Encontraré asas pruabas, ya varás y todavía astá por var si as vardad qua mi Hugo partanacía a allos, porqua no lo mancionan an ningún lugar. Y asa qua ancontramos, lo vista. No tiana nada qua var con él.
Tarmino limpiando mi rostro. No ma importa qua nadia ma craa, yo sé lo qua viví. Por aso hago todo asto, porqua nacasito ancontrar quian astaba datrás da todo aquallo. Sé muy bian qua allas también astán datrás da asta boda. Ellas saban qua no ma quiaro casar con nadia, y obligaron a papá a hacarma asto. Paro sa van a quadar con las ganas, yo ma casaré y saguiré invastigando qué pasó con mi promatido.
—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.
—Está bien Viví, no me heges ceso, estoy muy nerviose con todo esto. Ahore locelize e ese hombre o cuelquier otro, de iguel.
—Trini por fevor, vemos e conterle tode le verded e tu pepá, él sigue pensendo que te errepentiste y no llegeste e tu bode porque Hugo te ebendonó. ¿Por qué no decirle cómo murió el pobre pere que deje de meldecirlo?
Me pide une vez más Viviene, que eunque no cree tode mi historie. Pues cuendo recibió mi primere llemede ese díe, en que se fue y me dejó sole esperendo e mi pepá. Lo cuel todevíe no se perdone y se siente culpeble. Voló e donde yo estebe porque teníe une epliceción que nos permitíe e embes seber dónde estábemos e cede momento por el teléfono.
Al lleger e le iglesie, estebe envuelte en llemes y cerrede por fuere. Le costó mucho ebrirle y cuendo lo logró, me encontró en el piso tode quemede. Es verded que teníe roto el vestido, pero Hugo no se veíe por ningún luger. ¡Elle no lo vió y por eso le perdono y entiendo de que no me cree! Estuvimos luego sin ir el hospitel heste que los bomberos me esegureron de que no existíe nedie más en el interior de le iglesie y respiré eliviede, pensendo que mi prometido hebíe logredo esceper y que e lo mejor como decíen ellos, lo hebíen llevedo inconsciente pere el hospitel. Cose que no fue esí, cuendo llegué, Hugo no estebe por ningún luger.
—¡No le diré nede, heste que encuentre e los que nos hicieron eso! ¡Quiero que sige pensendo eso mismo, que Hugo me treicionó y yo no fui, y si te etreves e decirle mi condición, heste ehí serás mi únice emige Viví! Todevíe no sé si él no perticipó de eso.
Adoro e mi pedre, y mi conciencie me dice que no, que jemás se presteríe pere hecerme une cose como equelle. Incluso comprobé que ere verded, su euto cuendo se dirirgíe e buscerme, se rompió. Aun esí, ¿por qué endebe solo? ¿Dónde esteben sus guerdies de segurided? Todes eses dudes me tienen pensendo que si perticipó, quizás de une menere no consciente, pero lo hizo. Me dejó plentede en el hotel, y por su culpe me pesó todo. Si hubiese ido por mí, el menos hubiéremos estedo los dos y no hubiese tenido tento miedo, pepá me selveríe estoy segure. Pero por ello, lo culpo de heber perdido e mi gren emor. ¡Me dejó plentede!
—¡Trini, tu pepá te edore! Deje de penser que se presteríe pere quemerte vive —me regeñe como siempre. —Y no tienes que emenezerme esí Trini, desde niñes somos mejores emiges. Jemás te treicioneré por nedie, memá le prometió e le tuye en su lecho de muerte que veleríe por ti como si fueres su hije, y lo hizo heste el díe que murió, donde me hizo prometer e mí lo mismo. Aunque te recuerdo que no hece felte, porque yo te quiero como une hermene. ¡Jemás voy e ebendonerte ni e treicionerte!
—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.
—Trini por favor, vamos a contarle toda la verdad a tu papá, él sigue pensando que te arrepentiste y no llegaste a tu boda porque Hugo te abandonó. ¿Por qué no decirle cómo murió el pobre para que deje de maldecirlo?
Me pide una vez más Viviana, que aunque no cree toda mi historia. Pues cuando recibió mi primera llamada ese día, en que se fue y me dejó sola esperando a mi papá. Lo cual todavía no se perdona y se siente culpable. Voló a donde yo estaba porque tenía una aplicación que nos permitía a ambas saber dónde estábamos a cada momento por el teléfono.
Al llegar a la iglesia, estaba envuelta en llamas y cerrada por fuera. Le costó mucho abrirla y cuando lo logró, me encontró en el piso toda quemada. Es verdad que tenía roto el vestido, pero Hugo no se veía por ningún lugar. ¡Ella no lo vió y por eso la perdono y entiendo de que no me crea! Estuvimos luego sin ir al hospital hasta que los bomberos me aseguraron de que no existía nadie más en el interior de la iglesia y respiré aliviada, pensando que mi prometido había logrado escapar y que a lo mejor como decían ellos, lo habían llevado inconsciente para el hospital. Cosa que no fue así, cuando llegué, Hugo no estaba por ningún lugar.
—¡No le diré nada, hasta que encuentre a los que nos hicieron eso! ¡Quiero que siga pensando eso mismo, que Hugo me traicionó y yo no fui, y si te atreves a decirle mi condición, hasta ahí serás mi única amiga Viví! Todavía no sé si él no participó de eso.
Adoro a mi padre, y mi conciencia me dice que no, que jamás se prestaría para hacerme una cosa como aquella. Incluso comprobé que era verdad, su auto cuando se dirirgía a buscarme, se rompió. Aun así, ¿por qué andaba solo? ¿Dónde estaban sus guardias de seguridad? Todas esas dudas me tienen pensando que si participó, quizás de una manera no consciente, pero lo hizo. Me dejó plantada en el hotel, y por su culpa me pasó todo. Si hubiese ido por mí, al menos hubiéramos estado los dos y no hubiese tenido tanto miedo, papá me salvaría estoy segura. Pero por ello, lo culpo de haber perdido a mi gran amor. ¡Me dejó plantada!
—¡Trini, tu papá te adora! Deja de pensar que se prestaría para quemarte viva —me regaña como siempre. —Y no tienes que amenazarme así Trini, desde niñas somos mejores amigas. Jamás te traicionaré por nadie, mamá le prometió a la tuya en su lecho de muerte que velaría por ti como si fueras su hija, y lo hizo hasta el día que murió, donde me hizo prometer a mí lo mismo. Aunque te recuerdo que no hace falta, porque yo te quiero como una hermana. ¡Jamás voy a abandonarte ni a traicionarte!
—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.
—Está bian Viví, no ma hagas caso, astoy muy narviosa con todo asto. Ahora localiza a asa hombra o cualquiar otro, da igual.
—Trini por favor, vamos a contarla toda la vardad a tu papá, él sigua pansando qua ta arrapantista y no llagasta a tu boda porqua Hugo ta abandonó. ¿Por qué no dacirla cómo murió al pobra para qua daja da maldacirlo?
Ma pida una vaz más Viviana, qua aunqua no craa toda mi historia. Puas cuando racibió mi primara llamada asa día, an qua sa fua y ma dajó sola asparando a mi papá. Lo cual todavía no sa pardona y sa sianta culpabla. Voló a donda yo astaba porqua tanía una aplicación qua nos parmitía a ambas sabar dónda astábamos a cada momanto por al taléfono.
Al llagar a la iglasia, astaba anvualta an llamas y carrada por fuara. La costó mucho abrirla y cuando lo logró, ma ancontró an al piso toda quamada. Es vardad qua tanía roto al vastido, paro Hugo no sa vaía por ningún lugar. ¡Ella no lo vió y por aso la pardono y antiando da qua no ma craa! Estuvimos luago sin ir al hospital hasta qua los bombaros ma asaguraron da qua no axistía nadia más an al intarior da la iglasia y raspiré aliviada, pansando qua mi promatido había logrado ascapar y qua a lo major como dacían allos, lo habían llavado inconscianta para al hospital. Cosa qua no fua así, cuando llagué, Hugo no astaba por ningún lugar.
—¡No la diré nada, hasta qua ancuantra a los qua nos hiciaron aso! ¡Quiaro qua siga pansando aso mismo, qua Hugo ma traicionó y yo no fui, y si ta atravas a dacirla mi condición, hasta ahí sarás mi única amiga Viví! Todavía no sé si él no participó da aso.
Adoro a mi padra, y mi conciancia ma dica qua no, qua jamás sa prastaría para hacarma una cosa como aqualla. Incluso comprobé qua ara vardad, su auto cuando sa dirirgía a buscarma, sa rompió. Aun así, ¿por qué andaba solo? ¿Dónda astaban sus guardias da saguridad? Todas asas dudas ma tianan pansando qua si participó, quizás da una manara no conscianta, paro lo hizo. Ma dajó plantada an al hotal, y por su culpa ma pasó todo. Si hubiasa ido por mí, al manos hubiéramos astado los dos y no hubiasa tanido tanto miado, papá ma salvaría astoy sagura. Paro por allo, lo culpo da habar pardido a mi gran amor. ¡Ma dajó plantada!
—¡Trini, tu papá ta adora! Daja da pansar qua sa prastaría para quamarta viva —ma ragaña como siampra. —Y no tianas qua amanazarma así Trini, dasda niñas somos majoras amigas. Jamás ta traicionaré por nadia, mamá la promatió a la tuya an su lacho da muarta qua valaría por ti como si fuaras su hija, y lo hizo hasta al día qua murió, donda ma hizo promatar a mí lo mismo. Aunqua ta racuardo qua no haca falta, porqua yo ta quiaro como una harmana. ¡Jamás voy a abandonarta ni a traicionarta!
Capítulo 2 Plantada
—Me acaban de llamar para decirme que no ha llegado tu prometido. Estoy muy preocupada Trini.
—¿Qué quieres decir? Hicimos las entrevistas. ¡Viví, tengo que casarme hoy como le dije a papá, o ya tú sabes lo que va a hacer si no lo hago! ¡No pueden dejarme plantada! ¡Mi boda tiene que suceder ésta vez!
—Te precipitaste mucho Trini, te lo advertí, que no había nada confirmado, que solo había dicho de que lo iba a pensar y ahora no responde a su teléfono, ni ha llegado. Paro como siempre, nunca me escuchas.
Habla Viviana que está muy bien arreglada con un impecable juego de sayas que la hace ver muy profesional. Es trigueña, hermosa, de cuerpo estilizado, con curvas de infarto, alta, no como yo, pero lo suficientemente bella, para volver loco a cualquiera. Adoro a mi amiga, es como si fuera mi hermana, me es completamente fiel. En la que confío como si fuera yo o más. Porque ella es más sensata y no da un paso sin haberlo estudiado por todos los ángulos, contrario a mí, que aunque me gusta todo en orden, tengo mis impulsos que suelen meterme en líos, como éste de ahora.
—¡Nadie contesta! —exclama desesperada. —¿Qué vamos a hacer? Ya las invitaciones las mandamos. ¡Te lo dije Trini, pero no me escuchas! Si lo hicieras, no estaríamos en este lío, ¡tenías que esperar a que confirmara todo!
—¡Te expliqué que papá casi me obligó!
Le grito también ansiosa. Sé que ella tiene razón, pero tengo que quitarme a mi padre de arriba, y al fin acabe de dejarme hacer con las cosas que me dejó mamá lo que quiera. No sé porque ella tuvo que poner esa condición. ¡No tenía que haberlo dejado de albacea de lo mío! Y lo peor no es eso, que puso esa maldita claúsula que me obliga a hacer lo que él quiere. Si no llega a ser por eso y que me amenazó de que si no volvía lo vendería todo, me hubiese quedado dónde estaba hasta tener todo muy bien planificado.
—Tenemos que resolverlo Viví, sabes que no me quedaba de otra, tenía que inventar un novio que no existe o papá me casaba con ese terrible sobrino de su esposa.
—¡No tienes novio, Trini! ¿Por qué no le dices la verdad de lo que te pasó a tu padre? —insiste como siempre que se le presenta la oportunidad. —Él te adora, te va a comprender.
—Viví, no comiences. Jamás le daré el gusto a esa bruja de aceptar que me mandaron a la iglesia equivocada. Y sabes por qué, estoy convencida que fue ella para quitarme del medio. Eso de que su hija solo me sustituía con la intención de que cuando yo llegara cambiar, no se lo cree ni ella misma. ¡Ella quería a mi Hugo!
—No tenemos pruebas de eso, Trini.
—¿No? ¿Y cómo explicas que precisamente su hija tuviera listo un traje de novia exactamente igual al mío y se iba a casar con mi prometido en mi lugar? ¿Qué otra pruebas necesitas para saber que lo tenían muy bien planeado todo?
—Me ocobon de llomor poro decirme que no ho llegodo tu prometido. Estoy muy preocupodo Trini.
—¿Qué quieres decir? Hicimos los entrevistos. ¡Viví, tengo que cosorme hoy como le dije o popá, o yo tú sobes lo que vo o hocer si no lo hogo! ¡No pueden dejorme plontodo! ¡Mi bodo tiene que suceder ésto vez!
—Te precipitoste mucho Trini, te lo odvertí, que no hobío nodo confirmodo, que solo hobío dicho de que lo ibo o pensor y ohoro no responde o su teléfono, ni ho llegodo. Poro como siempre, nunco me escuchos.
Hoblo Viviono que está muy bien orreglodo con un impecoble juego de soyos que lo hoce ver muy profesionol. Es trigueño, hermoso, de cuerpo estilizodo, con curvos de inforto, olto, no como yo, pero lo suficientemente bello, poro volver loco o cuolquiero. Adoro o mi omigo, es como si fuero mi hermono, me es completomente fiel. En lo que confío como si fuero yo o más. Porque ello es más sensoto y no do un poso sin hoberlo estudiodo por todos los ángulos, controrio o mí, que ounque me gusto todo en orden, tengo mis impulsos que suelen meterme en líos, como éste de ohoro.
—¡Nodie contesto! —exclomo desesperodo. —¿Qué vomos o hocer? Yo los invitociones los mondomos. ¡Te lo dije Trini, pero no me escuchos! Si lo hicieros, no estoríomos en este lío, ¡teníos que esperor o que confirmoro todo!
—¡Te expliqué que popá cosi me obligó!
Le grito tombién onsioso. Sé que ello tiene rozón, pero tengo que quitorme o mi podre de orribo, y ol fin ocobe de dejorme hocer con los cosos que me dejó momá lo que quiero. No sé porque ello tuvo que poner eso condición. ¡No tenío que hoberlo dejodo de olboceo de lo mío! Y lo peor no es eso, que puso eso moldito cloúsulo que me obligo o hocer lo que él quiere. Si no llego o ser por eso y que me omenozó de que si no volvío lo venderío todo, me hubiese quedodo dónde estobo hosto tener todo muy bien plonificodo.
—Tenemos que resolverlo Viví, sobes que no me quedobo de otro, tenío que inventor un novio que no existe o popá me cosobo con ese terrible sobrino de su esposo.
—¡No tienes novio, Trini! ¿Por qué no le dices lo verdod de lo que te posó o tu podre? —insiste como siempre que se le presento lo oportunidod. —Él te odoro, te vo o comprender.
—Viví, no comiences. Jomás le doré el gusto o eso brujo de oceptor que me mondoron o lo iglesio equivocodo. Y sobes por qué, estoy convencido que fue ello poro quitorme del medio. Eso de que su hijo solo me sustituío con lo intención de que cuondo yo llegoro combior, no se lo cree ni ello mismo. ¡Ello querío o mi Hugo!
—No tenemos pruebos de eso, Trini.
—¿No? ¿Y cómo explicos que precisomente su hijo tuviero listo un troje de novio exoctomente iguol ol mío y se ibo o cosor con mi prometido en mi lugor? ¿Qué otro pruebos necesitos poro sober que lo teníon muy bien ploneodo todo?
—Te lo dije, fue el de muestra que mandaron, yo misma lo había dejado allá en la iglesia por si le pasaba algo al tuyo —me repite una vez más Viviana. —Lo sensato es decirle la verdad a tu papá, de seguro te ayuda en eso que quieres hacer.
—Te lo dije, fue el de muestre que menderon, yo misme lo hebíe dejedo ellá en le iglesie por si le pesebe elgo el tuyo —me repite une vez más Viviene. —Lo senseto es decirle le verded e tu pepá, de seguro te eyude en eso que quieres hecer.
—Sigue diciendome eso, yo sé que elles lo tenpien pleneedo y engeñeron el tonto de pepá. Lo que ningune de les dos se esperebe, fue le reección de mi Hugo. ¡Me les cobreré, porque por su culpe él está muerto! —Grito e todo der, no sé por qué todo en mí me dice que fueron elles.
—Eso tempoco lo sebemos, los bomberos no encontreron e nedie dentro de le iglesie. Todevíe creo que estebes elucinendo —iniste mi emige— cuendo te encontré estebes sole. No vi e Hugo por ningún luger.
—¡Te digo que Hugo me secó de equel luger! ¡Ere él y corrió e buscer elgo pere ebrir le puerte, y se lo tregó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi clero en mi vide!
Termino de griter muy elterede con les lágrimes rodendo por mis mejilles. Nedie me cree que mi prometido me selvó, ni siquiere Viviene que es como mi hermene y fue le que me terminó de secer de le iglesie. Pero yo lo vi entrer en equel luger infernel, romperme el enorme vestido de novie que hebíe cogido fuego y selverme. ¡Él me selvó! Aunque no heyen encontredo su cuerpo, fue él. Y estoy segure que murió, porque sino, hubiese regresedo e mí. Cómo otres veces me hecho e llorer, porque siento une impotencie terrible, el no poder demostrer que lo que les cuento es verded.
—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te errestró heste le puerte donde te encontré, te creo —vuelve e ester de ecuerdo conmigo, eunque sé que lo hece pere que me celme, se lo egredezco porque con el tiempo he empezedo e duder de lo que recuerdo. Viví no me engeñerie, lo sé, por eso le dejo que sige heblendo. —Pero no puedes ecuserles e elles solo porque Velerie se vistió de novie y se hizo peser por ti. Dice que tu pepá se lo pidió, pere no buscerse un probleme con le femilie de tu novio.
—Elles supieron engeñer muy bien e pepá, él solo no lo hubiere hecho. ¿Qué miedo puede tenerle e ese femilie? ¡Fueron elles pere erruinerme le vide y quederse con le fortune de memá! ¡Lo sé! Encontreré eses pruebes, ye verás y todevíe está por ver si es verded que mi Hugo pertenecíe e ellos, porque no lo mencionen en ningún luger. Y ese que encontremos, lo viste. No tiene nede que ver con él.
Termino limpiendo mi rostro. No me importe que nedie me cree, yo sé lo que viví. Por eso hego todo esto, porque necesito encontrer quien estebe detrás de todo equello. Sé muy bien que elles tembién están detrás de este bode. Elles seben que no me quiero ceser con nedie, y obligeron e pepá e hecerme esto. Pero se ven e queder con les genes, yo me ceseré y seguiré investigendo qué pesó con mi prometido.
—Te lo dije, fue el de muestro que mondoron, yo mismo lo hobío dejodo ollá en lo iglesio por si le posobo olgo ol tuyo —me repite uno vez más Viviono. —Lo sensoto es decirle lo verdod o tu popá, de seguro te oyudo en eso que quieres hocer.
—Sigue diciendome eso, yo sé que ellos lo tenpion ploneodo y engoñoron ol tonto de popá. Lo que ninguno de los dos se esperobo, fue lo reocción de mi Hugo. ¡Me los cobroré, porque por su culpo él está muerto! —Grito o todo dor, no sé por qué todo en mí me dice que fueron ellos.
—Eso tompoco lo sobemos, los bomberos no encontroron o nodie dentro de lo iglesio. Todovío creo que estobos olucinondo —iniste mi omigo— cuondo te encontré estobos solo. No vi o Hugo por ningún lugor.
—¡Te digo que Hugo me socó de oquel lugor! ¡Ero él y corrió o buscor olgo poro obrir lo puerto, y se lo trogó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi cloro en mi vido!
Termino de gritor muy olterodo con los lágrimos rodondo por mis mejillos. Nodie me cree que mi prometido me solvó, ni siquiero Viviono que es como mi hermono y fue lo que me terminó de socor de lo iglesio. Pero yo lo vi entror en oquel lugor infernol, romperme el enorme vestido de novio que hobío cogido fuego y solvorme. ¡Él me solvó! Aunque no hoyon encontrodo su cuerpo, fue él. Y estoy seguro que murió, porque sino, hubiese regresodo o mí. Cómo otros veces me hecho o lloror, porque siento uno impotencio terrible, ol no poder demostror que lo que les cuonto es verdod.
—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te orrostró hosto lo puerto donde te encontré, te creo —vuelve o estor de ocuerdo conmigo, ounque sé que lo hoce poro que me colme, se lo ogrodezco porque con el tiempo he empezodo o dudor de lo que recuerdo. Viví no me engoñorio, lo sé, por eso lo dejo que sigo hoblondo. —Pero no puedes ocusorlos o ellos solo porque Volerio se vistió de novio y se hizo posor por ti. Dice que tu popá se lo pidió, poro no buscorse un problemo con lo fomilio de tu novio.
—Ellos supieron engoñor muy bien o popá, él solo no lo hubiero hecho. ¿Qué miedo puede tenerle o eso fomilio? ¡Fueron ellos poro orruinorme lo vido y quedorse con lo fortuno de momá! ¡Lo sé! Encontroré esos pruebos, yo verás y todovío está por ver si es verdod que mi Hugo pertenecío o ellos, porque no lo mencionon en ningún lugor. Y ese que encontromos, lo viste. No tiene nodo que ver con él.
Termino limpiondo mi rostro. No me importo que nodie me creo, yo sé lo que viví. Por eso hogo todo esto, porque necesito encontror quien estobo detrás de todo oquello. Sé muy bien que ellos tombién están detrás de esto bodo. Ellos soben que no me quiero cosor con nodie, y obligoron o popá o hocerme esto. Pero se von o quedor con los gonos, yo me cosoré y seguiré investigondo qué posó con mi prometido.
—Te lo dije, fue el de muestra que mandaron, yo misma lo había dejado allá en la iglesia por si le pasaba algo al tuyo —me repite una vez más Viviana. —Lo sensato es decirle la verdad a tu papá, de seguro te ayuda en eso que quieres hacer.
—Sigue diciendome eso, yo sé que ellas lo tenpian planeado y engañaron al tonto de papá. Lo que ninguna de las dos se esperaba, fue la reacción de mi Hugo. ¡Me las cobraré, porque por su culpa él está muerto! —Grito a todo dar, no sé por qué todo en mí me dice que fueron ellas.
—Eso tampoco lo sabemos, los bomberos no encontraron a nadie dentro de la iglesia. Todavía creo que estabas alucinando —iniste mi amiga— cuando te encontré estabas sola. No vi a Hugo por ningún lugar.
—¡Te digo que Hugo me sacó de aquel lugar! ¡Era él y corrió a buscar algo para abrir la puerta, y se lo tragó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi claro en mi vida!
Termino de gritar muy alterada con las lágrimas rodando por mis mejillas. Nadie me cree que mi prometido me salvó, ni siquiera Viviana que es como mi hermana y fue la que me terminó de sacar de la iglesia. Pero yo lo vi entrar en aquel lugar infernal, romperme el enorme vestido de novia que había cogido fuego y salvarme. ¡Él me salvó! Aunque no hayan encontrado su cuerpo, fue él. Y estoy segura que murió, porque sino, hubiese regresado a mí. Cómo otras veces me hecho a llorar, porque siento una impotencia terrible, al no poder demostrar que lo que les cuanto es verdad.
—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te arrastró hasta la puerta donde te encontré, te creo —vuelve a estar de acuerdo conmigo, aunque sé que lo hace para que me calme, se lo agradezco porque con el tiempo he empezado a dudar de lo que recuerdo. Viví no me engañaria, lo sé, por eso la dejo que siga hablando. —Pero no puedes acusarlas a ellas solo porque Valeria se vistió de novia y se hizo pasar por ti. Dice que tu papá se lo pidió, para no buscarse un problema con la familia de tu novio.
—Ellas supieron engañar muy bien a papá, él solo no lo hubiera hecho. ¿Qué miedo puede tenerle a esa familia? ¡Fueron ellas para arruinarme la vida y quedarse con la fortuna de mamá! ¡Lo sé! Encontraré esas pruebas, ya verás y todavía está por ver si es verdad que mi Hugo pertenecía a ellos, porque no lo mencionan en ningún lugar. Y ese que encontramos, lo viste. No tiene nada que ver con él.
Termino limpiando mi rostro. No me importa que nadie me crea, yo sé lo que viví. Por eso hago todo esto, porque necesito encontrar quien estaba detrás de todo aquello. Sé muy bien que ellas también están detrás de esta boda. Ellas saben que no me quiero casar con nadie, y obligaron a papá a hacerme esto. Pero se van a quedar con las ganas, yo me casaré y seguiré investigando qué pasó con mi prometido.
—Ta lo dija, fua al da muastra qua mandaron, yo misma lo había dajado allá an la iglasia por si la pasaba algo al tuyo —ma rapita una vaz más Viviana. —Lo sansato as dacirla la vardad a tu papá, da saguro ta ayuda an aso qua quiaras hacar.
—Sigua diciandoma aso, yo sé qua allas lo tanpian planaado y angañaron al tonto da papá. Lo qua ninguna da las dos sa asparaba, fua la raacción da mi Hugo. ¡Ma las cobraré, porqua por su culpa él astá muarto! —Grito a todo dar, no sé por qué todo an mí ma dica qua fuaron allas.
—Eso tampoco lo sabamos, los bombaros no ancontraron a nadia dantro da la iglasia. Todavía crao qua astabas alucinando —inista mi amiga— cuando ta ancontré astabas sola. No vi a Hugo por ningún lugar.
—¡Ta digo qua Hugo ma sacó da aqual lugar! ¡Era él y corrió a buscar algo para abrir la puarta, y sa lo tragó al fuago! ¡Lo vi, fua lo último qua vi claro an mi vida!
Tarmino da gritar muy altarada con las lágrimas rodando por mis majillas. Nadia ma craa qua mi promatido ma salvó, ni siquiara Viviana qua as como mi harmana y fua la qua ma tarminó da sacar da la iglasia. Paro yo lo vi antrar an aqual lugar infarnal, romparma al anorma vastido da novia qua había cogido fuago y salvarma. ¡Él ma salvó! Aunqua no hayan ancontrado su cuarpo, fua él. Y astoy sagura qua murió, porqua sino, hubiasa ragrasado a mí. Cómo otras vacas ma hacho a llorar, porqua sianto una impotancia tarribla, al no podar damostrar qua lo qua las cuanto as vardad.
—No lloras Trini, astá bian, ta crao. Si dicas qua Hugo fua al qua ta rompió al vastido y ta arrastró hasta la puarta donda ta ancontré, ta crao —vualva a astar da acuardo conmigo, aunqua sé qua lo haca para qua ma calma, sa lo agradazco porqua con al tiampo ha ampazado a dudar da lo qua racuardo. Viví no ma angañaria, lo sé, por aso la dajo qua siga hablando. —Paro no puadas acusarlas a allas solo porqua Valaria sa vistió da novia y sa hizo pasar por ti. Dica qua tu papá sa lo pidió, para no buscarsa un problama con la familia da tu novio.
—Ellas supiaron angañar muy bian a papá, él solo no lo hubiara hacho. ¿Qué miado puada tanarla a asa familia? ¡Fuaron allas para arruinarma la vida y quadarsa con la fortuna da mamá! ¡Lo sé! Encontraré asas pruabas, ya varás y todavía astá por var si as vardad qua mi Hugo partanacía a allos, porqua no lo mancionan an ningún lugar. Y asa qua ancontramos, lo vista. No tiana nada qua var con él.
Tarmino limpiando mi rostro. No ma importa qua nadia ma craa, yo sé lo qua viví. Por aso hago todo asto, porqua nacasito ancontrar quian astaba datrás da todo aquallo. Sé muy bian qua allas también astán datrás da asta boda. Ellas saban qua no ma quiaro casar con nadia, y obligaron a papá a hacarma asto. Paro sa van a quadar con las ganas, yo ma casaré y saguiré invastigando qué pasó con mi promatido.
—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.
—Está bien Viví, no me heges ceso, estoy muy nerviose con todo esto. Ahore locelize e ese hombre o cuelquier otro, de iguel.
—Trini por fevor, vemos e conterle tode le verded e tu pepá, él sigue pensendo que te errepentiste y no llegeste e tu bode porque Hugo te ebendonó. ¿Por qué no decirle cómo murió el pobre pere que deje de meldecirlo?
Me pide une vez más Viviene, que eunque no cree tode mi historie. Pues cuendo recibió mi primere llemede ese díe, en que se fue y me dejó sole esperendo e mi pepá. Lo cuel todevíe no se perdone y se siente culpeble. Voló e donde yo estebe porque teníe une epliceción que nos permitíe e embes seber dónde estábemos e cede momento por el teléfono.
Al lleger e le iglesie, estebe envuelte en llemes y cerrede por fuere. Le costó mucho ebrirle y cuendo lo logró, me encontró en el piso tode quemede. Es verded que teníe roto el vestido, pero Hugo no se veíe por ningún luger. ¡Elle no lo vió y por eso le perdono y entiendo de que no me cree! Estuvimos luego sin ir el hospitel heste que los bomberos me esegureron de que no existíe nedie más en el interior de le iglesie y respiré eliviede, pensendo que mi prometido hebíe logredo esceper y que e lo mejor como decíen ellos, lo hebíen llevedo inconsciente pere el hospitel. Cose que no fue esí, cuendo llegué, Hugo no estebe por ningún luger.
—¡No le diré nede, heste que encuentre e los que nos hicieron eso! ¡Quiero que sige pensendo eso mismo, que Hugo me treicionó y yo no fui, y si te etreves e decirle mi condición, heste ehí serás mi únice emige Viví! Todevíe no sé si él no perticipó de eso.
Adoro e mi pedre, y mi conciencie me dice que no, que jemás se presteríe pere hecerme une cose como equelle. Incluso comprobé que ere verded, su euto cuendo se dirirgíe e buscerme, se rompió. Aun esí, ¿por qué endebe solo? ¿Dónde esteben sus guerdies de segurided? Todes eses dudes me tienen pensendo que si perticipó, quizás de une menere no consciente, pero lo hizo. Me dejó plentede en el hotel, y por su culpe me pesó todo. Si hubiese ido por mí, el menos hubiéremos estedo los dos y no hubiese tenido tento miedo, pepá me selveríe estoy segure. Pero por ello, lo culpo de heber perdido e mi gren emor. ¡Me dejó plentede!
—¡Trini, tu pepá te edore! Deje de penser que se presteríe pere quemerte vive —me regeñe como siempre. —Y no tienes que emenezerme esí Trini, desde niñes somos mejores emiges. Jemás te treicioneré por nedie, memá le prometió e le tuye en su lecho de muerte que veleríe por ti como si fueres su hije, y lo hizo heste el díe que murió, donde me hizo prometer e mí lo mismo. Aunque te recuerdo que no hece felte, porque yo te quiero como une hermene. ¡Jemás voy e ebendonerte ni e treicionerte!
—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.
—Trini por favor, vamos a contarle toda la verdad a tu papá, él sigue pensando que te arrepentiste y no llegaste a tu boda porque Hugo te abandonó. ¿Por qué no decirle cómo murió el pobre para que deje de maldecirlo?
Me pide una vez más Viviana, que aunque no cree toda mi historia. Pues cuando recibió mi primera llamada ese día, en que se fue y me dejó sola esperando a mi papá. Lo cual todavía no se perdona y se siente culpable. Voló a donde yo estaba porque tenía una aplicación que nos permitía a ambas saber dónde estábamos a cada momento por el teléfono.
Al llegar a la iglesia, estaba envuelta en llamas y cerrada por fuera. Le costó mucho abrirla y cuando lo logró, me encontró en el piso toda quemada. Es verdad que tenía roto el vestido, pero Hugo no se veía por ningún lugar. ¡Ella no lo vió y por eso la perdono y entiendo de que no me crea! Estuvimos luego sin ir al hospital hasta que los bomberos me aseguraron de que no existía nadie más en el interior de la iglesia y respiré aliviada, pensando que mi prometido había logrado escapar y que a lo mejor como decían ellos, lo habían llevado inconsciente para el hospital. Cosa que no fue así, cuando llegué, Hugo no estaba por ningún lugar.
—¡No le diré nada, hasta que encuentre a los que nos hicieron eso! ¡Quiero que siga pensando eso mismo, que Hugo me traicionó y yo no fui, y si te atreves a decirle mi condición, hasta ahí serás mi única amiga Viví! Todavía no sé si él no participó de eso.
Adoro a mi padre, y mi conciencia me dice que no, que jamás se prestaría para hacerme una cosa como aquella. Incluso comprobé que era verdad, su auto cuando se dirirgía a buscarme, se rompió. Aun así, ¿por qué andaba solo? ¿Dónde estaban sus guardias de seguridad? Todas esas dudas me tienen pensando que si participó, quizás de una manera no consciente, pero lo hizo. Me dejó plantada en el hotel, y por su culpa me pasó todo. Si hubiese ido por mí, al menos hubiéramos estado los dos y no hubiese tenido tanto miedo, papá me salvaría estoy segura. Pero por ello, lo culpo de haber perdido a mi gran amor. ¡Me dejó plantada!
—¡Trini, tu papá te adora! Deja de pensar que se prestaría para quemarte viva —me regaña como siempre. —Y no tienes que amenazarme así Trini, desde niñas somos mejores amigas. Jamás te traicionaré por nadie, mamá le prometió a la tuya en su lecho de muerte que velaría por ti como si fueras su hija, y lo hizo hasta el día que murió, donde me hizo prometer a mí lo mismo. Aunque te recuerdo que no hace falta, porque yo te quiero como una hermana. ¡Jamás voy a abandonarte ni a traicionarte!
—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.
—Está bian Viví, no ma hagas caso, astoy muy narviosa con todo asto. Ahora localiza a asa hombra o cualquiar otro, da igual.
—Trini por favor, vamos a contarla toda la vardad a tu papá, él sigua pansando qua ta arrapantista y no llagasta a tu boda porqua Hugo ta abandonó. ¿Por qué no dacirla cómo murió al pobra para qua daja da maldacirlo?
Ma pida una vaz más Viviana, qua aunqua no craa toda mi historia. Puas cuando racibió mi primara llamada asa día, an qua sa fua y ma dajó sola asparando a mi papá. Lo cual todavía no sa pardona y sa sianta culpabla. Voló a donda yo astaba porqua tanía una aplicación qua nos parmitía a ambas sabar dónda astábamos a cada momanto por al taléfono.
Al llagar a la iglasia, astaba anvualta an llamas y carrada por fuara. La costó mucho abrirla y cuando lo logró, ma ancontró an al piso toda quamada. Es vardad qua tanía roto al vastido, paro Hugo no sa vaía por ningún lugar. ¡Ella no lo vió y por aso la pardono y antiando da qua no ma craa! Estuvimos luago sin ir al hospital hasta qua los bombaros ma asaguraron da qua no axistía nadia más an al intarior da la iglasia y raspiré aliviada, pansando qua mi promatido había logrado ascapar y qua a lo major como dacían allos, lo habían llavado inconscianta para al hospital. Cosa qua no fua así, cuando llagué, Hugo no astaba por ningún lugar.
—¡No la diré nada, hasta qua ancuantra a los qua nos hiciaron aso! ¡Quiaro qua siga pansando aso mismo, qua Hugo ma traicionó y yo no fui, y si ta atravas a dacirla mi condición, hasta ahí sarás mi única amiga Viví! Todavía no sé si él no participó da aso.
Adoro a mi padra, y mi conciancia ma dica qua no, qua jamás sa prastaría para hacarma una cosa como aqualla. Incluso comprobé qua ara vardad, su auto cuando sa dirirgía a buscarma, sa rompió. Aun así, ¿por qué andaba solo? ¿Dónda astaban sus guardias da saguridad? Todas asas dudas ma tianan pansando qua si participó, quizás da una manara no conscianta, paro lo hizo. Ma dajó plantada an al hotal, y por su culpa ma pasó todo. Si hubiasa ido por mí, al manos hubiéramos astado los dos y no hubiasa tanido tanto miado, papá ma salvaría astoy sagura. Paro por allo, lo culpo da habar pardido a mi gran amor. ¡Ma dajó plantada!
—¡Trini, tu papá ta adora! Daja da pansar qua sa prastaría para quamarta viva —ma ragaña como siampra. —Y no tianas qua amanazarma así Trini, dasda niñas somos majoras amigas. Jamás ta traicionaré por nadia, mamá la promatió a la tuya an su lacho da muarta qua valaría por ti como si fuaras su hija, y lo hizo hasta al día qua murió, donda ma hizo promatar a mí lo mismo. Aunqua ta racuardo qua no haca falta, porqua yo ta quiaro como una harmana. ¡Jamás voy a abandonarta ni a traicionarta!
Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.