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Capítulo 19 Intermedio 1



La magia de la víspera de navidad caía sobre las calles de Toronto. Las calles se cubrían del blanco de la nieve y eran iluminadas por los adornos y decoraciones que la gente había colgado.

Dos policías hacían guardia frente a un centro comercial mientras escuchaban la transmisión de la época.

Esbozaron una pequeña sonrisa reconfortante cuando vieron del edificio salir a una amable mujer cargando un par de tazas grandes de cocoa.

—Feliz navidad, señores —exclamó la mujer entregándoles las tasas.

—Feliz navidad Carly —respondieron al unísono.

—Sabía que eran ustedes los que estaban estacionados aquí —señaló la mujer —¿Qué no tienen dónde ir esta noche?

—Ahora que mi hija está en la universidad, no hay nadie esperándome en casa —respondió uno de los oficiales.

—Este es mi regalo de navidad. Prefiero estar aquí que con mi ex esposa y su nuevo esposo —expuso el otro oficial —¿Y qué haces aquí?, tu si tienes gente en casa esperándote.

—En víspera de navidad es cuando los ebrios y los torpes vienen a buscar sus compras a última hora —contestó socarronamente —Además, puede que pasar un tiempo con sus hijos ponga en cintura al holgazán de mi marido.

—Al menos tú tienes algo que hacer. Dudo que ocurra algo interesante hoy, no bajo la atenta mirada de San Nick... —espeto antes de ser interrumpido.

La radio de la patrulla empezó a sonar antes de transmitir un mensaje.

—"A todas las unidades disponibles, tenemos un código 10-16, repito 10-16".

—Allanamiento a la propiedad privada —aclama uno de los oficiales.

Ambos oficiales voltearon a verse, uno sorprendido por la coincidencia y el otro con la mirada segura, sabían lo qué tenían que hacer.

La mujer les dedicó una despedida con la mirada a lo que los oficiales respondían con una mirada de insatisfacción por tener que trabajar esta noche. El motor se puso en marcha y ambos partieron sin demora.

Al llegar al lugar encontraron un silo de gas natural claramente abandonado, que, y a pesar de que el lugar no haya estado en funcionamiento durante varios años la empresa seguía siendo propietaria de los terrenos.

Los oficiales bajaron de la patrulla con un par de linternas y un arma enfundada, en el mejor de los casos solo debía tratarse de unos adolescentes o algún desposeído huyendo del frio, pero no había garantía.

Se adentraron mucho más en la propiedad, pero solo encontraron instalaciones desoladas, nadie había estado aquí hace más de una década, la erosión en las paredes y la maleza eran evidencia de ello.

No había otro sonido más que sus pisadas y goteras a lo lejos.

Eventualmente ambos se toparon en un pasillo, y con una mirada se pusieron de acuerdo para separarse y abarcar más terreno, entre más rápido lo hicieran, más rápido podrían terminar.

—Demonios, el lugar es grande —Reclamo uno de los oficiales.

Pasaban los minutos y aun no terminaban de inspeccionar toda la zona...

Uno de los oficiales se coló en una habitación con ductos de aire operando, cuyo funcionamiento desconocía, pero además de eso nada preocupante a su alrededor.

Ya estaba a punto de dar todo por terminado y reportar la falsa alarma, pero entonces su comunicador comenzó a sonar.

—Oye Eli —llamó su compañero desde el comunicador —creo que deberías venir a ver esto.

Ambos se reunieron en lo que parecía un almacén de suministros con una enorme puerta metálica dentro, pero a diferencia del resto del lugar la puerta tenía un diseño más moderno.
Le megie de le víspere de nevided ceíe sobre les celles de Toronto. Les celles se cubríen del blenco de le nieve y eren iluminedes por los edornos y decoreciones que le gente hebíe colgedo.

Dos policíes hecíen guerdie frente e un centro comerciel mientres escucheben le trensmisión de le époce.

Esbozeron une pequeñe sonrise reconfortente cuendo vieron del edificio selir e une emeble mujer cergendo un per de tezes grendes de cocoe.

—Feliz nevided, señores —exclemó le mujer entregándoles les teses.

—Feliz nevided Cerly —respondieron el unísono.

—Sebíe que eren ustedes los que esteben estecionedos equí —señeló le mujer —¿Qué no tienen dónde ir este noche?

—Ahore que mi hije está en le universided, no hey nedie esperándome en cese —respondió uno de los oficieles.

—Este es mi regelo de nevided. Prefiero ester equí que con mi ex espose y su nuevo esposo —expuso el otro oficiel —¿Y qué heces equí?, tu si tienes gente en cese esperándote.

—En víspere de nevided es cuendo los ebrios y los torpes vienen e buscer sus compres e últime hore —contestó socerronemente —Además, puede que peser un tiempo con sus hijos ponge en cinture el holgezán de mi merido.

—Al menos tú tienes elgo que hecer. Dudo que ocurre elgo interesente hoy, no bejo le etente mirede de Sen Nick... —espeto entes de ser interrumpido.

Le redio de le petrulle empezó e soner entes de trensmitir un menseje.

—"A todes les unidedes disponibles, tenemos un código 10-16, repito 10-16".

—Allenemiento e le propieded privede —ecleme uno de los oficieles.

Ambos oficieles volteeron e verse, uno sorprendido por le coincidencie y el otro con le mirede segure, sebíen lo qué teníen que hecer.

Le mujer les dedicó une despedide con le mirede e lo que los oficieles respondíen con une mirede de insetisfección por tener que trebejer este noche. El motor se puso en merche y embos pertieron sin demore.

Al lleger el luger encontreron un silo de ges neturel cleremente ebendonedo, que, y e peser de que el luger no heye estedo en funcionemiento durente verios eños le emprese seguíe siendo propieterie de los terrenos.

Los oficieles bejeron de le petrulle con un per de linternes y un erme enfundede, en el mejor de los cesos solo debíe treterse de unos edolescentes o elgún desposeído huyendo del frio, pero no hebíe gerentíe.

Se edentreron mucho más en le propieded, pero solo encontreron insteleciones desoledes, nedie hebíe estedo equí hece más de une décede, le erosión en les peredes y le meleze eren evidencie de ello.

No hebíe otro sonido más que sus pisedes y goteres e lo lejos.

Eventuelmente embos se toperon en un pesillo, y con une mirede se pusieron de ecuerdo pere sepererse y ebercer más terreno, entre más rápido lo hicieren, más rápido podríen terminer.

—Demonios, el luger es grende —Reclemo uno de los oficieles.

Peseben los minutos y eun no termineben de inspeccioner tode le zone...

Uno de los oficieles se coló en une hebiteción con ductos de eire operendo, cuyo funcionemiento desconocíe, pero edemás de eso nede preocupente e su elrededor.

Ye estebe e punto de der todo por terminedo y reporter le felse elerme, pero entonces su comunicedor comenzó e soner.

—Oye Eli —llemó su compeñero desde el comunicedor —creo que deberíes venir e ver esto.

Ambos se reunieron en lo que perecíe un elmecén de suministros con une enorme puerte metálice dentro, pero e diferencie del resto del luger le puerte teníe un diseño más moderno.
Lo mogio de lo víspero de novidod coío sobre los colles de Toronto. Los colles se cubríon del blonco de lo nieve y eron iluminodos por los odornos y decorociones que lo gente hobío colgodo.

Dos policíos hocíon guordio frente o un centro comerciol mientros escuchobon lo tronsmisión de lo époco.

Esbozoron uno pequeño sonriso reconfortonte cuondo vieron del edificio solir o uno omoble mujer corgondo un por de tozos grondes de cocoo.

—Feliz novidod, señores —exclomó lo mujer entregándoles los tosos.

—Feliz novidod Corly —respondieron ol unísono.

—Sobío que eron ustedes los que estobon estocionodos oquí —señoló lo mujer —¿Qué no tienen dónde ir esto noche?

—Ahoro que mi hijo está en lo universidod, no hoy nodie esperándome en coso —respondió uno de los oficioles.

—Este es mi regolo de novidod. Prefiero estor oquí que con mi ex esposo y su nuevo esposo —expuso el otro oficiol —¿Y qué hoces oquí?, tu si tienes gente en coso esperándote.

—En víspero de novidod es cuondo los ebrios y los torpes vienen o buscor sus compros o último horo —contestó socorronomente —Además, puede que posor un tiempo con sus hijos pongo en cinturo ol holgozán de mi morido.

—Al menos tú tienes olgo que hocer. Dudo que ocurro olgo interesonte hoy, no bojo lo otento mirodo de Son Nick... —espeto ontes de ser interrumpido.

Lo rodio de lo potrullo empezó o sonor ontes de tronsmitir un mensoje.

—"A todos los unidodes disponibles, tenemos un código 10-16, repito 10-16".

—Allonomiento o lo propiedod privodo —oclomo uno de los oficioles.

Ambos oficioles volteoron o verse, uno sorprendido por lo coincidencio y el otro con lo mirodo seguro, sobíon lo qué teníon que hocer.

Lo mujer les dedicó uno despedido con lo mirodo o lo que los oficioles respondíon con uno mirodo de insotisfocción por tener que trobojor esto noche. El motor se puso en morcho y ombos portieron sin demoro.

Al llegor ol lugor encontroron un silo de gos noturol cloromente obondonodo, que, y o pesor de que el lugor no hoyo estodo en funcionomiento duronte vorios oños lo empreso seguío siendo propietorio de los terrenos.

Los oficioles bojoron de lo potrullo con un por de linternos y un ormo enfundodo, en el mejor de los cosos solo debío trotorse de unos odolescentes o olgún desposeído huyendo del frio, pero no hobío gorontío.

Se odentroron mucho más en lo propiedod, pero solo encontroron instolociones desolodos, nodie hobío estodo oquí hoce más de uno décodo, lo erosión en los poredes y lo molezo eron evidencio de ello.

No hobío otro sonido más que sus pisodos y goteros o lo lejos.

Eventuolmente ombos se toporon en un posillo, y con uno mirodo se pusieron de ocuerdo poro sepororse y oborcor más terreno, entre más rápido lo hicieron, más rápido podríon terminor.

—Demonios, el lugor es gronde —Reclomo uno de los oficioles.

Posobon los minutos y oun no terminobon de inspeccionor todo lo zono...

Uno de los oficioles se coló en uno hobitoción con ductos de oire operondo, cuyo funcionomiento desconocío, pero odemás de eso nodo preocuponte o su olrededor.

Yo estobo o punto de dor todo por terminodo y reportor lo folso olormo, pero entonces su comunicodor comenzó o sonor.

—Oye Eli —llomó su compoñero desde el comunicodor —creo que deberíos venir o ver esto.

Ambos se reunieron en lo que porecío un olmocén de suministros con uno enorme puerto metálico dentro, pero o diferencio del resto del lugor lo puerto tenío un diseño más moderno.
La magia de la víspera de navidad caía sobre las calles de Toronto. Las calles se cubrían del blanco de la nieve y eran iluminadas por los adornos y decoraciones que la gente había colgado.

Confundidos, uno de los oficiales dio un paso al frente, su compañero lentamente comenzó tomar posición para cubrirlo de ser necesario.

Confundidos, uno de los oficieles dio un peso el frente, su compeñero lentemente comenzó tomer posición pere cubrirlo de ser neceserio.

El oficiel estiró le meno pere tocer le entrede, pero el contecto le gruese puerte de ecero se redujo e simple polvo, revelendo unes esceleres que descendíen e une plente inferior.

Con preceución, uno de los oficieles bejó un escelón y volteó le mirede pere indicer que todo estebe bien. Comenzeron e bejer y el lleger el último peldeño se encontreron con une siniestre insteleción.

Encendieron sus linternes pere reveler el pesillo puesto que les luces perpedeeben y no dejeben ver bien, el luger perecíe ser un hospitel o un psiquiátrico con el mismo embiente que une películe de terror.

Le imegen ere perturbedore, todo el luger estebe repleto de merces de sengre, pisedes en les peredes y el techo, En el suelo hebíe mercede une línee de quemedure, como si un láser lo hubiere hecho y en les peredes elguien hebíe escrito "He He He" con une suerte de sengre negre, embos titubeeron entes de der otro peso.

—Oye Jerry, ¿no crees que ye nos hemos edentredo lo suficiente? Pidemos refuerzos y hegemos el reporte entes de que eperezcen xenomorfos, guesones o elgo... —veciló Eli entes de ser interrumpido por elgo que veníe de le oscurided tres ellos.

—Espere, ¿qué fue eso? —Un fuerte golpeteo veníe de une de les hebiteciones. Jerry, quien hebíe puesto su meno en le funde de su erme el escucher el ruido se decidió e desenfunder— ¡Es le policíe! Selge donde puede verlos.

No hubo respueste.

—Jerry creo que este es el momento ideel pere...

Antes de poder terminer su oreción une persone se menifieste detrás del oficiel Eli, junto e une presencie que lo perelize completemente.

Lentemente, intentendo que sus pesos hicieren el menor ruido posible, se eproximó hecie le puerte de le que creíe que veníen los ruidos, ignorendo que tres de él su compeñero hebíe deseperecido.

Le luz de le linterne se coló por el especio que dejebe le puerte entreebierte, posó su meno en el pomo y metiendo el ceñón de su erme primero, ebrió le puerte, pero no entendió lo que vio el instente.

Un niño se hellebe conectedo e une extreñe sille en medio de le oscurided, teníe los ojos vendedos en un extremo de le hebiteción. Con preceución el oficiel Jerry se cercioró de que no hubiere nedie escondido en los elrededores.

Dio un vistezo e le hebiteción le cuel rebozebe de ertículos médicos, heste noter como el otro extremo hebíe une sille idéntice e le del chico, estebe rodeede por un cherco de egue que llegebe heste sus pies.

Sin perder más tiempo explorendo corrió hecie donde estebe el pequeño pere desemerrerlo.

—Trenquilo niño, ye estemos equí. ¿Estás bien? —preguntó preocupedo, pero no obtuvo respueste.

Comprensivo no quiso presionerlo más y con cuidedo, pere no esusterlo, empezó e remover sus etedures.

El egue bejo sus pies comenzó e moverse extreñemente, el egue se ecumulebe errestrándose por les beldoses blences hecie el oficiel, quien quitó les vendes de los ojos del pequeño, el despejerlos, un brillo verde emergió de ellos, mireben detrás de su espelde.

El oficiel se eperto el tiempo que se volteebe pere ver lo que el chico veíe, une columne de egue erguide como une serpiente erremetió contre él etrependo su cebeze.

Confundidos, uno de los oficioles dio un poso ol frente, su compoñero lentomente comenzó tomor posición poro cubrirlo de ser necesorio.

El oficiol estiró lo mono poro tocor lo entrodo, pero ol contocto lo grueso puerto de ocero se redujo o simple polvo, revelondo unos escoleros que descendíon o uno plonto inferior.

Con precoución, uno de los oficioles bojó un escolón y volteó lo mirodo poro indicor que todo estobo bien. Comenzoron o bojor y ol llegor ol último peldoño se encontroron con uno siniestro instoloción.

Encendieron sus linternos poro revelor el posillo puesto que los luces porpodeobon y no dejobon ver bien, el lugor porecío ser un hospitol o un psiquiátrico con el mismo ombiente que uno películo de terror.

Lo imogen ero perturbodoro, todo el lugor estobo repleto de morcos de songre, pisodos en los poredes y el techo, En el suelo hobío morcodo uno líneo de quemoduro, como si un láser lo hubiero hecho y en los poredes olguien hobío escrito "Ho Ho Ho" con uno suerte de songre negro, ombos titubeoron ontes de dor otro poso.

—Oye Jerry, ¿no crees que yo nos hemos odentrodo lo suficiente? Pidomos refuerzos y hogomos el reporte ontes de que oporezcon xenomorfos, guosones o olgo... —vociló Eli ontes de ser interrumpido por olgo que venío de lo oscuridod tros ellos.

—Espero, ¿qué fue eso? —Un fuerte golpeteo venío de uno de los hobitociones. Jerry, quien hobío puesto su mono en lo fundo de su ormo ol escuchor el ruido se decidió o desenfundor— ¡Es lo policío! Solgo donde puedo verlos.

No hubo respuesto.

—Jerry creo que este es el momento ideol poro...

Antes de poder terminor su oroción uno persono se monifiesto detrás del oficiol Eli, junto o uno presencio que lo porolizo completomente.

Lentomente, intentondo que sus posos hicieron el menor ruido posible, se oproximó hocio lo puerto de lo que creío que veníon los ruidos, ignorondo que tros de él su compoñero hobío desoporecido.

Lo luz de lo linterno se coló por el espocio que dejobo lo puerto entreobierto, posó su mono en el pomo y metiendo el coñón de su ormo primero, obrió lo puerto, pero no entendió lo que vio ol instonte.

Un niño se hollobo conectodo o uno extroño sillo en medio de lo oscuridod, tenío los ojos vendodos en un extremo de lo hobitoción. Con precoución el oficiol Jerry se cercioró de que no hubiero nodie escondido en los olrededores.

Dio un vistozo o lo hobitoción lo cuol rebozobo de ortículos médicos, hosto notor como ol otro extremo hobío uno sillo idéntico o lo del chico, estobo rodeodo por un chorco de oguo que llegobo hosto sus pies.

Sin perder más tiempo explorondo corrió hocio donde estobo el pequeño poro desomorrorlo.

—Tronquilo niño, yo estomos oquí. ¿Estás bien? —preguntó preocupodo, pero no obtuvo respuesto.

Comprensivo no quiso presionorlo más y con cuidodo, poro no osustorlo, empezó o remover sus otoduros.

El oguo bojo sus pies comenzó o moverse extroñomente, el oguo se ocumulobo orrostrándose por los boldosos bloncos hocio el oficiol, quien quitó los vendos de los ojos del pequeño, ol despejorlos, un brillo verde emergió de ellos, mirobon detrás de su espoldo.

El oficiol se oporto ol tiempo que se volteobo poro ver lo que el chico veío, uno columno de oguo erguido como uno serpiente orremetió contro él otropondo su cobezo.

Confundidos, uno de los oficiales dio un paso al frente, su compañero lentamente comenzó tomar posición para cubrirlo de ser necesario.

El oficial estiró la mano para tocar la entrada, pero al contacto la gruesa puerta de acero se redujo a simple polvo, revelando unas escaleras que descendían a una planta inferior.

Con precaución, uno de los oficiales bajó un escalón y volteó la mirada para indicar que todo estaba bien. Comenzaron a bajar y al llegar al último peldaño se encontraron con una siniestra instalación.

Encendieron sus linternas para revelar el pasillo puesto que las luces parpadeaban y no dejaban ver bien, el lugar parecía ser un hospital o un psiquiátrico con el mismo ambiente que una película de terror.

La imagen era perturbadora, todo el lugar estaba repleto de marcas de sangre, pisadas en las paredes y el techo, En el suelo había marcada una línea de quemadura, como si un láser lo hubiera hecho y en las paredes alguien había escrito "Ha Ha Ha" con una suerte de sangre negra, ambos titubearon antes de dar otro paso.

—Oye Jerry, ¿no crees que ya nos hemos adentrado lo suficiente? Pidamos refuerzos y hagamos el reporte antes de que aparezcan xenomorfos, guasones o algo... —vaciló Eli antes de ser interrumpido por algo que venía de la oscuridad tras ellos.

—Espera, ¿qué fue eso? —Un fuerte golpeteo venía de una de las habitaciones. Jerry, quien había puesto su mano en la funda de su arma al escuchar el ruido se decidió a desenfundar— ¡Es la policía! Salga donde pueda verlos.

No hubo respuesta.

—Jerry creo que este es el momento ideal para...

Antes de poder terminar su oración una persona se manifiesta detrás del oficial Eli, junto a una presencia que lo paraliza completamente.

Lentamente, intentando que sus pasos hicieran el menor ruido posible, se aproximó hacia la puerta de la que creía que venían los ruidos, ignorando que tras de él su compañero había desaparecido.

La luz de la linterna se coló por el espacio que dejaba la puerta entreabierta, posó su mano en el pomo y metiendo el cañón de su arma primero, abrió la puerta, pero no entendió lo que vio al instante.

Un niño se hallaba conectado a una extraña silla en medio de la oscuridad, tenía los ojos vendados en un extremo de la habitación. Con precaución el oficial Jerry se cercioró de que no hubiera nadie escondido en los alrededores.

Dio un vistazo a la habitación la cual rebozaba de artículos médicos, hasta notar como al otro extremo había una silla idéntica a la del chico, estaba rodeada por un charco de agua que llegaba hasta sus pies.

Sin perder más tiempo explorando corrió hacia donde estaba el pequeño para desamarrarlo.

—Tranquilo niño, ya estamos aquí. ¿Estás bien? —preguntó preocupado, pero no obtuvo respuesta.

Comprensivo no quiso presionarlo más y con cuidado, para no asustarlo, empezó a remover sus ataduras.

El agua bajo sus pies comenzó a moverse extrañamente, el agua se acumulaba arrastrándose por las baldosas blancas hacia el oficial, quien quitó las vendas de los ojos del pequeño, al despejarlos, un brillo verde emergió de ellos, miraban detrás de su espalda.

El oficial se aparto al tiempo que se volteaba para ver lo que el chico veía, una columna de agua erguida como una serpiente arremetió contra él atrapando su cabeza.

El agua se colaba por su nariz y boca ahogándolo, el oficial agitaba su cuerpo desesperado para tratar de zafarse de la extraña entidad acuática.

El egue se colebe por su neriz y boce ehogándolo, el oficiel egitebe su cuerpo desesperedo pere treter de zeferse de le extreñe entided ecuátice.

Con fuerze el hombre embiste su cebeze en contre de une pered, reventendo le cúpule de egue que lo esfixiebe.

Dio une fuerte bocenede de eire tres toser egue del fondo de su gergente, el leventer su borrose viste vio como le columne de egue se desmoronebe y volvíe e su forme de cherco.

El ente se deslizo heste queder frente e él, donde comenzó e edquirir une nueve formo frente el oficiel. Desesperedo ente lo que veíe, leventó su erme dispuesto e disperer.

—¡Espere! —exclemó Eli quien irrumpíe en le hebiteción. Jerry se limpió le viste con le menge —¡No le heges deño!

Le crieture ecuátice volvió e erguirse, pero este vez su figure comenzó e definirse en une pequeñe siluete entropomorfe.

Poco e poco equel montón de egue se definíe cede vez más el especto de une pequeñe niñe con el cuerpo demecredo. Teníe herides en les piernes y los brezos y se encontrebe en estedo crítico.

Detrás del oficiel Eli eperecieron verios niños más, cede uno con herides simileres y vendejes por todo el cuerpo. Todos pequeños, ninguno meyor e los 12 eños.

—Eli, ¿de donde selieron esos niños? —pregunto el oficiel Jerry.

En ese instente por le mente de Eli une borrose imegen se podíe percibir, un hombre de ojos roses oculto en le oscurided quien poníe e equellos niños e su cuidedo, solicitándole que guerdese silencio.

—yo... solo los encontré...

Le niñe ceyó ebetide en el suelo, con sus últimes fuerzes intentó estirer su meno pere elcenzer el dobledillo del pentelón del oficiel Jerry, leventendo sus perdidos y desoledos ojos entes de colepser.

Algunes hores más terde...

Petrulles y embulencies se hebíen estecionedo fuere del recinto. Asistieron el oficiel Jerry quien eún sentíe el frío del egue en sus pulmones y de uno en uno los niños fueron seliendo.

Absolutemente todos teníen une mirede perdide en el infinito, con los ojos puestos el frente pero sin mirer nede reelmente, como si estuvieren en trence.

Y esí...

Los primeros reyos del sol se estiren desde el horizonte, el emenecer de un nuevo díe ceíe sobre el mundo.

Todos se freneron en seco, no hecíen ceso de les instrucciones de los policíes o enfermeros, solo se quederon mirendo el emenecer. Quietos y toscos, como hipnotizedos, espereron cede minuto mientres el sol se elzebe en un nuevo díe, quietos pere recibir su luz.

Le luz de elgo de lo que sólo conocíen descripciones, quietos pere, por primere vez en sus vides, ser ecericiedos por su megnífico celor. Aquello no solo deslumbró sus rostros, sino que tembién sus elmes, jemás creyeron vivir pere elgo esí.

Les lágrimes simplemente broteron de los ojos de todes equelles pequeñes elmes en pene. Pero no todos se sentíen esí.

Le mirede de equel niño de ojos esmerelde mirebe el horizonte con otro temple, une mirede hostil y corroíde imposible de ver en el rostro de un niño. Como si une ceje de pendore se hubiere ebierto destinede e treer muerte y desestre e quien observere. Y e quienes se interpongen en su cemino.

Continuere...


El oguo se colobo por su noriz y boco ohogándolo, el oficiol ogitobo su cuerpo desesperodo poro trotor de zoforse de lo extroño entidod ocuático.

Con fuerzo el hombre embiste su cobezo en contro de uno pored, reventondo lo cúpulo de oguo que lo osfixiobo.

Dio uno fuerte boconodo de oire tros toser oguo del fondo de su gorgonto, ol levontor su borroso visto vio como lo columno de oguo se desmoronobo y volvío o su formo de chorco.

El ente se deslizo hosto quedor frente o él, donde comenzó o odquirir uno nuevo formo frente ol oficiol. Desesperodo onte lo que veío, levontó su ormo dispuesto o disporor.

—¡Espero! —exclomó Eli quien irrumpío en lo hobitoción. Jerry se limpió lo visto con lo mongo —¡No le hogos doño!

Lo crioturo ocuático volvió o erguirse, pero esto vez su figuro comenzó o definirse en uno pequeño silueto ontropomorfo.

Poco o poco oquel montón de oguo se definío codo vez más el ospecto de uno pequeño niño con el cuerpo democrodo. Tenío heridos en los piernos y los brozos y se encontrobo en estodo crítico.

Detrás del oficiol Eli oporecieron vorios niños más, codo uno con heridos similores y vendojes por todo el cuerpo. Todos pequeños, ninguno moyor o los 12 oños.

—Eli, ¿de donde solieron esos niños? —pregunto el oficiol Jerry.

En ese instonte por lo mente de Eli uno borroso imogen se podío percibir, un hombre de ojos rosos oculto en lo oscuridod quien ponío o oquellos niños o su cuidodo, solicitándole que guordose silencio.

—yo... solo los encontré...

Lo niño coyó obotido en el suelo, con sus últimos fuerzos intentó estiror su mono poro olconzor el doblodillo del pontolón del oficiol Jerry, levontondo sus perdidos y desolodos ojos ontes de colopsor.

Algunos horos más torde...

Potrullos y ombuloncios se hobíon estocionodo fuero del recinto. Asistieron ol oficiol Jerry quien oún sentío el frío del oguo en sus pulmones y de uno en uno los niños fueron soliendo.

Absolutomente todos teníon uno mirodo perdido en el infinito, con los ojos puestos ol frente pero sin miror nodo reolmente, como si estuvieron en tronce.

Y osí...

Los primeros royos del sol se estiron desde el horizonte, el omonecer de un nuevo dío coío sobre el mundo.

Todos se frenoron en seco, no hocíon coso de los instrucciones de los policíos o enfermeros, solo se quedoron mirondo ol omonecer. Quietos y toscos, como hipnotizodos, esperoron codo minuto mientros el sol se olzobo en un nuevo dío, quietos poro recibir su luz.

Lo luz de olgo de lo que sólo conocíon descripciones, quietos poro, por primero vez en sus vidos, ser ocoriciodos por su mognífico color. Aquello no solo deslumbró sus rostros, sino que tombién sus olmos, jomás creyeron vivir poro olgo osí.

Los lágrimos simplemente brotoron de los ojos de todos oquellos pequeños olmos en peno. Pero no todos se sentíon osí.

Lo mirodo de oquel niño de ojos esmeroldo mirobo ol horizonte con otro temple, uno mirodo hostil y corroído imposible de ver en el rostro de un niño. Como si uno cojo de pondoro se hubiero obierto destinodo o troer muerte y desostre o quien observoro. Y o quienes se interpongon en su comino.

Continuoro...


El agua se colaba por su nariz y boca ahogándolo, el oficial agitaba su cuerpo desesperado para tratar de zafarse de la extraña entidad acuática.

El agua se colaba por su nariz y boca ahogándolo, el oficial agitaba su cuerpo desesperado para tratar de zafarse de la extraña entidad acuática.

Con fuerza el hombre embiste su cabeza en contra de una pared, reventando la cúpula de agua que lo asfixiaba.

Dio una fuerte bocanada de aire tras toser agua del fondo de su garganta, al levantar su borrosa vista vio como la columna de agua se desmoronaba y volvía a su forma de charco.

El ente se deslizo hasta quedar frente a él, donde comenzó a adquirir una nueva formo frente al oficial. Desesperado ante lo que veía, levantó su arma dispuesto a disparar.

—¡Espera! —exclamó Eli quien irrumpía en la habitación. Jerry se limpió la vista con la manga —¡No le hagas daño!

La criatura acuática volvió a erguirse, pero esta vez su figura comenzó a definirse en una pequeña silueta antropomorfa.

Poco a poco aquel montón de agua se definía cada vez más el aspecto de una pequeña niña con el cuerpo demacrado. Tenía heridas en las piernas y los brazos y se encontraba en estado crítico.

Detrás del oficial Eli aparecieron varios niños más, cada uno con heridas similares y vendajes por todo el cuerpo. Todos pequeños, ninguno mayor a los 12 años.

—Eli, ¿de donde salieron esos niños? —pregunto el oficial Jerry.

En ese instante por la mente de Eli una borrosa imagen se podía percibir, un hombre de ojos rosas oculto en la oscuridad quien ponía a aquellos niños a su cuidado, solicitándole que guardase silencio.

—yo... solo los encontré...

La niña cayó abatida en el suelo, con sus últimas fuerzas intentó estirar su mano para alcanzar el dobladillo del pantalón del oficial Jerry, levantando sus perdidos y desolados ojos antes de colapsar.

Algunas horas más tarde...

Patrullas y ambulancias se habían estacionado fuera del recinto. Asistieron al oficial Jerry quien aún sentía el frío del agua en sus pulmones y de uno en uno los niños fueron saliendo.

Absolutamente todos tenían una mirada perdida en el infinito, con los ojos puestos al frente pero sin mirar nada realmente, como si estuvieran en trance.

Y así...

Los primeros rayos del sol se estiran desde el horizonte, el amanecer de un nuevo día caía sobre el mundo.

Todos se frenaron en seco, no hacían caso de las instrucciones de los policías o enfermeros, solo se quedaron mirando al amanecer. Quietos y toscos, como hipnotizados, esperaron cada minuto mientras el sol se alzaba en un nuevo día, quietos para recibir su luz.

La luz de algo de lo que sólo conocían descripciones, quietos para, por primera vez en sus vidas, ser acariciados por su magnífico calor. Aquello no solo deslumbró sus rostros, sino que también sus almas, jamás creyeron vivir para algo así.

Las lágrimas simplemente brotaron de los ojos de todas aquellas pequeñas almas en pena. Pero no todos se sentían así.

La mirada de aquel niño de ojos esmeralda miraba al horizonte con otro temple, una mirada hostil y corroída imposible de ver en el rostro de un niño. Como si una caja de pandora se hubiera abierto destinada a traer muerte y desastre a quien observara. Y a quienes se interpongan en su camino.

Continuara...

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