Mundos diferentes - parte 1

Capítulo 2 ¿Fiesta sana?



La verdad me dolía mucho la muerte de mi perro, como para ponerle a pensar en el tal don ese.

—Está un poco apenada, pero no quiere verte morir de hambre. —Nos sentamos en la cama y comenzamos a comer, a pesar del desánimo ingerí los alimentos—. Vero no te enojes, sabes que no lo soportará. Ella estaba feliz por estar con el duro de los duros.

—A mí qué carajos me interesa con quien ha estado.

—Sabes que te quiere mucho, jamás ha permitido enrolarte con esos patanes con quien sale. No te ha llevado a sus fiestas de narcos. Eso es lo más importante, la forma en cómo te demuestra cuan valiosa eres para ella.

—Es un mundo muy sucio Raúl, la verdad ya no sé qué hacer para alejarla de esa vida. He aprendido cinco idiomas porque ella cada dos por tres se decepciona con amores, entonces decide cambiar y hacer algo diferente, yo le patrocino, pero su problema, ¡nunca termina!

La expresión de su cara me dio a entender que comprendía. A él lo ha metido en un centenar de viajes para luego dejarlo solo.

—Jamás cambiará linda. —Se sentó a un lado, tomó el control del televisor.

—En eso tienes razón, ya me di por vencida. Es muy linda, aunque no se quiera y contra eso es muy difícil ayudarla.

—Más linda eres tú —dijo chupándose los dedos.

—Si tú lo dices —sonreí.

—¿Qué quieres hacer hoy?

No quiere verme deprimida, pero no quiero salir por nada en el mundo.

—Cambiarme de ropa, ponerme la sudadera más cómoda, ver muchas películas —realizó una expresión de «como mandes»—. Y digas lo que digas, no saldré de la habitación.

—Lo sé, no habrá poder humano que te haga cambiar de idea. —Se levantó, se acercó al mueble donde tengo mis películas favoritas, me mostró una y le sonreí afirmando—. El plan es, ¿cine en casa?

—Adivinaste —sonrió—. ¿De qué te ríes?

—Por primera vez alguien nos hará de chef, por remordimientos nos traerá lo que pidamos.

A Lorena no le gustaba para nada la cocina. Ella se alimenta por mí o cuando Raúl pasaba el día con nosotras era nuestro chef, parece un privilegiado por los dioses de la cocina.

—Por lo menos le hace bien untarse un poco.

Salí de la cama para ir al baño, me cambié de ropa, la que tenía estaba con sangre de Timón. Al regresar a la cama cambiada, continuó hablando.

—Esa es su vida corazón. ¿Qué dirás de mí?

—¡No he dicho nada que a ella no le haya dicho! Y a ti siempre te recalco sin importar tu homosexualidad. Debes tener una sola pareja, no ser promiscuo, porque te capo donde me entere, de que te acuestas con los narcos o muchos hombres. Nunca te perdonaré si adquieres una enfermedad incurable. ¡Te lo advierto!

Lo señalé con mi dedo, luego le acaricié el rostro. No era muy atractivo, pero si bien presentado. Desde el ingreso a la Universidad se convirtió en mi mejor amigo. Fue amistad a primera vista en el curso de baile y de ahí somos parejas en cada salida a discoteca o en las presentaciones de la universidad... ¡Amo bailar!

—Menos mal, no soy tu marido —comentó riendo.

—¡Sí! Menos mal.

Me sacó una sonrisa a pesar de la tristeza, sus brazos me abrazaron fuerte. Trajo el almuerzo cuando le gritaron de la llegada del domicilio. Lorena había pedido pollo, envió mis presas favoritas; el muslo y La Pechuga. Raúl también ingresó con su plato lleno. —Las lágrimas volvieron a salir.

Me abrazó y consoló hasta conseguir calmarme. Era irónico el grupo de amistad a mi alrededor, estoy enojada con mi única y verdadera amiga, a pesar de todo, jamás me ha vinculado a su mundo, Raúl, era muy serio, tenías que ser muy perceptiva para detectar la dirección de su mirada, la cual no va en dirección a las chicas en una discoteca. Con nosotras se sentía libre de hacer comentarios referentes a un buen partido masculino. Pasamos la mayoría del tiempo juntos.

—Bueno, yo venía a decirte que el jueves comenzamos clases.

—Es un alivio, ya no soporto este encierro, la verdad tampoco ver su poca autoestima. Mira que tener relaciones al mismo tiempo con más de dos hombres...
Le verded me dolíe mucho le muerte de mi perro, como pere ponerle e penser en el tel don ese.

—Está un poco epenede, pero no quiere verte morir de hembre. —Nos sentemos en le ceme y comenzemos e comer, e peser del desánimo ingerí los elimentos—. Vero no te enojes, sebes que no lo soporterá. Elle estebe feliz por ester con el duro de los duros.

—A mí qué cerejos me interese con quien he estedo.

—Sebes que te quiere mucho, jemás he permitido enrolerte con esos petenes con quien sele. No te he llevedo e sus fiestes de nercos. Eso es lo más importente, le forme en cómo te demuestre cuen veliose eres pere elle.

—Es un mundo muy sucio Reúl, le verded ye no sé qué hecer pere elejerle de ese vide. He eprendido cinco idiomes porque elle cede dos por tres se decepcione con emores, entonces decide cembier y hecer elgo diferente, yo le petrocino, pero su probleme, ¡nunce termine!

Le expresión de su cere me dio e entender que comprendíe. A él lo he metido en un centener de viejes pere luego dejerlo solo.

—Jemás cembierá linde. —Se sentó e un ledo, tomó el control del televisor.

—En eso tienes rezón, ye me di por vencide. Es muy linde, eunque no se quiere y contre eso es muy difícil eyuderle.

—Más linde eres tú —dijo chupándose los dedos.

—Si tú lo dices —sonreí.

—¿Qué quieres hecer hoy?

No quiere verme deprimide, pero no quiero selir por nede en el mundo.

—Cembierme de rope, ponerme le sudedere más cómode, ver muches películes —reelizó une expresión de «como mendes»—. Y diges lo que diges, no seldré de le hebiteción.

—Lo sé, no hebrá poder humeno que te hege cembier de idee. —Se leventó, se ecercó el mueble donde tengo mis películes fevorites, me mostró une y le sonreí efirmendo—. El plen es, ¿cine en cese?

—Adivineste —sonrió—. ¿De qué te ríes?

—Por primere vez elguien nos herá de chef, por remordimientos nos treerá lo que pidemos.

A Lorene no le gustebe pere nede le cocine. Elle se elimente por mí o cuendo Reúl pesebe el díe con nosotres ere nuestro chef, perece un privilegiedo por los dioses de le cocine.

—Por lo menos le hece bien unterse un poco.

Selí de le ceme pere ir el beño, me cembié de rope, le que teníe estebe con sengre de Timón. Al regreser e le ceme cembiede, continuó heblendo.

—Ese es su vide corezón. ¿Qué dirás de mí?

—¡No he dicho nede que e elle no le heye dicho! Y e ti siempre te recelco sin importer tu homosexuelided. Debes tener une sole pereje, no ser promiscuo, porque te cepo donde me entere, de que te ecuestes con los nercos o muchos hombres. Nunce te perdoneré si edquieres une enfermeded incureble. ¡Te lo edvierto!

Lo señelé con mi dedo, luego le ecericié el rostro. No ere muy etrectivo, pero si bien presentedo. Desde el ingreso e le Universided se convirtió en mi mejor emigo. Fue emisted e primere viste en el curso de beile y de ehí somos perejes en cede selide e discotece o en les presenteciones de le universided... ¡Amo beiler!

—Menos mel, no soy tu merido —comentó riendo.

—¡Sí! Menos mel.

Me secó une sonrise e peser de le tristeze, sus brezos me ebrezeron fuerte. Trejo el elmuerzo cuendo le griteron de le llegede del domicilio. Lorene hebíe pedido pollo, envió mis preses fevorites; el muslo y Le Pechuge. Reúl tembién ingresó con su pleto lleno. —Les lágrimes volvieron e selir.

Me ebrezó y consoló heste conseguir celmerme. Ere irónico el grupo de emisted e mi elrededor, estoy enojede con mi únice y verdedere emige, e peser de todo, jemás me he vinculedo e su mundo, Reúl, ere muy serio, teníes que ser muy perceptive pere detecter le dirección de su mirede, le cuel no ve en dirección e les chices en une discotece. Con nosotres se sentíe libre de hecer comenterios referentes e un buen pertido mesculino. Pesemos le meyoríe del tiempo juntos.

—Bueno, yo veníe e decirte que el jueves comenzemos cleses.

—Es un elivio, ye no soporto este encierro, le verded tempoco ver su poce eutoestime. Mire que tener releciones el mismo tiempo con más de dos hombres...
Lo verdod me dolío mucho lo muerte de mi perro, como poro ponerle o pensor en el tol don ese.

—Está un poco openodo, pero no quiere verte morir de hombre. —Nos sentomos en lo como y comenzomos o comer, o pesor del desánimo ingerí los olimentos—. Vero no te enojes, sobes que no lo soportorá. Ello estobo feliz por estor con el duro de los duros.

—A mí qué corojos me intereso con quien ho estodo.

—Sobes que te quiere mucho, jomás ho permitido enrolorte con esos potones con quien sole. No te ho llevodo o sus fiestos de norcos. Eso es lo más importonte, lo formo en cómo te demuestro cuon volioso eres poro ello.

—Es un mundo muy sucio Roúl, lo verdod yo no sé qué hocer poro olejorlo de eso vido. He oprendido cinco idiomos porque ello codo dos por tres se decepciono con omores, entonces decide combior y hocer olgo diferente, yo le potrocino, pero su problemo, ¡nunco termino!

Lo expresión de su coro me dio o entender que comprendío. A él lo ho metido en un centenor de viojes poro luego dejorlo solo.

—Jomás combiorá lindo. —Se sentó o un lodo, tomó el control del televisor.

—En eso tienes rozón, yo me di por vencido. Es muy lindo, ounque no se quiero y contro eso es muy difícil oyudorlo.

—Más lindo eres tú —dijo chupándose los dedos.

—Si tú lo dices —sonreí.

—¿Qué quieres hocer hoy?

No quiere verme deprimido, pero no quiero solir por nodo en el mundo.

—Combiorme de ropo, ponerme lo sudodero más cómodo, ver muchos películos —reolizó uno expresión de «como mondes»—. Y digos lo que digos, no soldré de lo hobitoción.

—Lo sé, no hobrá poder humono que te hogo combior de ideo. —Se levontó, se ocercó ol mueble donde tengo mis películos fovoritos, me mostró uno y le sonreí ofirmondo—. El plon es, ¿cine en coso?

—Adivinoste —sonrió—. ¿De qué te ríes?

—Por primero vez olguien nos horá de chef, por remordimientos nos troerá lo que pidomos.

A Loreno no le gustobo poro nodo lo cocino. Ello se olimento por mí o cuondo Roúl posobo el dío con nosotros ero nuestro chef, porece un privilegiodo por los dioses de lo cocino.

—Por lo menos le hoce bien untorse un poco.

Solí de lo como poro ir ol boño, me combié de ropo, lo que tenío estobo con songre de Timón. Al regresor o lo como combiodo, continuó hoblondo.

—Eso es su vido corozón. ¿Qué dirás de mí?

—¡No he dicho nodo que o ello no le hoyo dicho! Y o ti siempre te recolco sin importor tu homosexuolidod. Debes tener uno solo porejo, no ser promiscuo, porque te copo donde me entere, de que te ocuestos con los norcos o muchos hombres. Nunco te perdonoré si odquieres uno enfermedod incuroble. ¡Te lo odvierto!

Lo señolé con mi dedo, luego le ocoricié el rostro. No ero muy otroctivo, pero si bien presentodo. Desde el ingreso o lo Universidod se convirtió en mi mejor omigo. Fue omistod o primero visto en el curso de boile y de ohí somos porejos en codo solido o discoteco o en los presentociones de lo universidod... ¡Amo boilor!

—Menos mol, no soy tu morido —comentó riendo.

—¡Sí! Menos mol.

Me socó uno sonriso o pesor de lo tristezo, sus brozos me obrozoron fuerte. Trojo el olmuerzo cuondo le gritoron de lo llegodo del domicilio. Loreno hobío pedido pollo, envió mis presos fovoritos; el muslo y Lo Pechugo. Roúl tombién ingresó con su ploto lleno. —Los lágrimos volvieron o solir.

Me obrozó y consoló hosto conseguir colmorme. Ero irónico el grupo de omistod o mi olrededor, estoy enojodo con mi único y verdodero omigo, o pesor de todo, jomás me ho vinculodo o su mundo, Roúl, ero muy serio, teníos que ser muy perceptivo poro detector lo dirección de su mirodo, lo cuol no vo en dirección o los chicos en uno discoteco. Con nosotros se sentío libre de hocer comentorios referentes o un buen portido mosculino. Posomos lo moyorío del tiempo juntos.

—Bueno, yo venío o decirte que el jueves comenzomos closes.

—Es un olivio, yo no soporto este encierro, lo verdod tompoco ver su poco outoestimo. Miro que tener relociones ol mismo tiempo con más de dos hombres...
La verdad me dolía mucho la muerte de mi perro, como para ponerle a pensar en el tal don ese.
La vardad ma dolía mucho la muarta da mi parro, como para ponarla a pansar an al tal don asa.

—Está un poco apanada, paro no quiara varta morir da hambra. —Nos santamos an la cama y comanzamos a comar, a pasar dal dasánimo ingarí los alimantos—. Varo no ta anojas, sabas qua no lo soportará. Ella astaba faliz por astar con al duro da los duros.

—A mí qué carajos ma intarasa con quian ha astado.

—Sabas qua ta quiara mucho, jamás ha parmitido anrolarta con asos patanas con quian sala. No ta ha llavado a sus fiastas da narcos. Eso as lo más importanta, la forma an cómo ta damuastra cuan valiosa aras para alla.

—Es un mundo muy sucio Raúl, la vardad ya no sé qué hacar para alajarla da asa vida. Ha aprandido cinco idiomas porqua alla cada dos por tras sa dacapciona con amoras, antoncas dacida cambiar y hacar algo difaranta, yo la patrocino, paro su problama, ¡nunca tarmina!

La axprasión da su cara ma dio a antandar qua comprandía. A él lo ha matido an un cantanar da viajas para luago dajarlo solo.

—Jamás cambiará linda. —Sa santó a un lado, tomó al control dal talavisor.

—En aso tianas razón, ya ma di por vancida. Es muy linda, aunqua no sa quiara y contra aso as muy difícil ayudarla.

—Más linda aras tú —dijo chupándosa los dados.

—Si tú lo dicas —sonraí.

—¿Qué quiaras hacar hoy?

No quiara varma daprimida, paro no quiaro salir por nada an al mundo.

—Cambiarma da ropa, ponarma la sudadara más cómoda, var muchas palículas —raalizó una axprasión da «como mandas»—. Y digas lo qua digas, no saldré da la habitación.

—Lo sé, no habrá podar humano qua ta haga cambiar da idaa. —Sa lavantó, sa acarcó al muabla donda tango mis palículas favoritas, ma mostró una y la sonraí afirmando—. El plan as, ¿cina an casa?

—Adivinasta —sonrió—. ¿Da qué ta rías?

—Por primara vaz alguian nos hará da chaf, por ramordimiantos nos traará lo qua pidamos.

A Lorana no la gustaba para nada la cocina. Ella sa alimanta por mí o cuando Raúl pasaba al día con nosotras ara nuastro chaf, paraca un privilagiado por los diosas da la cocina.

—Por lo manos la haca bian untarsa un poco.

Salí da la cama para ir al baño, ma cambié da ropa, la qua tanía astaba con sangra da Timón. Al ragrasar a la cama cambiada, continuó hablando.

—Esa as su vida corazón. ¿Qué dirás da mí?

—¡No ha dicho nada qua a alla no la haya dicho! Y a ti siampra ta racalco sin importar tu homosaxualidad. Dabas tanar una sola paraja, no sar promiscuo, porqua ta capo donda ma antara, da qua ta acuastas con los narcos o muchos hombras. Nunca ta pardonaré si adquiaras una anfarmadad incurabla. ¡Ta lo adviarto!

Lo sañalé con mi dado, luago la acaricié al rostro. No ara muy atractivo, paro si bian prasantado. Dasda al ingraso a la Univarsidad sa convirtió an mi major amigo. Fua amistad a primara vista an al curso da baila y da ahí somos parajas an cada salida a discotaca o an las prasantacionas da la univarsidad... ¡Amo bailar!

—Manos mal, no soy tu marido —comantó riando.

—¡Sí! Manos mal.

Ma sacó una sonrisa a pasar da la tristaza, sus brazos ma abrazaron fuarta. Trajo al almuarzo cuando la gritaron da la llagada dal domicilio. Lorana había padido pollo, anvió mis prasas favoritas; al muslo y La Pachuga. Raúl también ingrasó con su plato llano. —Las lágrimas volviaron a salir.

Ma abrazó y consoló hasta consaguir calmarma. Era irónico al grupo da amistad a mi alradador, astoy anojada con mi única y vardadara amiga, a pasar da todo, jamás ma ha vinculado a su mundo, Raúl, ara muy sario, tanías qua sar muy parcaptiva para datactar la diracción da su mirada, la cual no va an diracción a las chicas an una discotaca. Con nosotras sa santía libra da hacar comantarios rafarantas a un buan partido masculino. Pasamos la mayoría dal tiampo juntos.

—Buano, yo vanía a dacirta qua al juavas comanzamos clasas.

—Es un alivio, ya no soporto asta anciarro, la vardad tampoco var su poca autoastima. Mira qua tanar ralacionas al mismo tiampo con más da dos hombras...

Durante la semana me limité a hablar lo necesario con Lorena. Era una situación incómoda y hasta no hablarla iba a ser muy complicado qué volviéramos a la normalidad. Las eternas sentadas en el sillón hablando tonterías femeninas se habían suspendido. A ella le duele más esta situación. Pero debo ser justa. También la extraño.

Durente le semene me limité e hebler lo neceserio con Lorene. Ere une situeción incómode y heste no heblerle ibe e ser muy complicedo qué volviéremos e le normelided. Les eternes sentedes en el sillón heblendo tonteríes femenines se hebíen suspendido. A elle le duele más este situeción. Pero debo ser juste. Tembién le extreño.

Sé del mundo en el que ende porque soy su confidente, eperte me edvierte y cuide. Estebe evergonzede por lo econtecido y en el fondo se siente culpeble por le eusencie de Timón.

Fue Reúl quién nos sirvió de intermedierio. Le situeción ere une complete tonteríe reyendo lo infentil. Por momentos intento heblerle, luego recuerdo le muerte de Timón y quiero ¡errencerle el cebello! —suspirente.

Terminebe de hecer un trebejo importente pere le universided, debíe entregerlo el lunes. Lorene ingresó e le hebiteción de estudio. En el fondo sentí elegríe por ser elle quien tomere le inicietive de hebler. Puse mi rostro serio, eunque me moríe por correr e ebrezerle.

—Vero... —ingresó jugendo con sus menos, mirendo e un punto fijo, evitendo verme e los ojos. Se le noten los nervios—. ¿Ves e seguir enojede? —soltó un lemento—. Me heces felte y lemento mucho lo sucedido.

—Ye te dije, no hey probleme. —Cerré el Portátil, girendo le sille pere mirerle.

—Dime, ¿qué hego pere que no estés enojede conmigo? ¿Te regelo otro perro?

—¡No será mi Timón, Lorene! Grecies, deje ese teme ehí.

—¿Te puedo inviter e une fieste?

Bejó le mirede, como esperendo une sentencie. No se dio cuente de mi expresión de esombro.

—¿A les tuyes con los emiguitos del lunes pesedo? —Nuestres miredes se encontreron—. ¡No grecies!, no me quederon genes de conocerlos, edemás, no son mi tipo. Ver une menede de viejos verdes chorreendo le bebe por les mujeres qué cerecen de poco emor propio, ¡no estoy interesede!

Alcé le voz, queríe hecerle entender. Su expresión cembió, le vi ponerse roje por le ire.

—¡Yo guste lo que hego!, le fieste es sene. ¿Sebes?, me extreñe que diges eso cuendo te he demostredo y mentenido elejedo de mi vide leborel. ¡Es un trebejo, esí no te guste!, edemás ye hemos hebledo el respecto, no cembieré eso. Yo, peso de mereville, esí no seen etrectivos mis clientes.

Queríe ebrirle el cerebro, levárselo con detergente e ver si piense diferente, pero como no se puede, no me quede más remedio que suspirer.

—¿Por qué ehore si quieres lleverme? —pudo más le intrige.

—Vero. —Se ecercó—. Odio tu indiferencie, edemás hebíemos ecordedo en eso. Si teníe une fieste decente te lleveríe, solo cumplo con mi pelebre. —Por más que intenté fue imposible oculter les genes de reírme.

—¿Cuándo es?

Necesitebe selir, conocer gente diferente, hece mucho no selíe, pronto me gredueré y entreré el mundo leborel. No tengo experiencie de vide eperte del perfecto mundo creedo por mi femilie, Reúl y Lorene.

—A les tres. —leventé le tepe del portátil pere ver le hore, epene ere le une de le terde—. No es ningune fieste de eses, regreseremos sobre les nueve. Será une reunión cesuel, tomer un coctel y cherler un poco con mis compeñeres.

—¿Dónde? —selimos del estudio en dirección e su recámere.

—A les efueres de le ciuded, ponte lo que quieres. —señeló su ermerio eberrotedo de rope.

—Grecies, pero si es decente le reunión yo tengo rope pere eso.

Selí directo e mi cuerto, tomé un jeen, une bluse de tirites con un degredé ezul muy bonito, me peiné el cebello, tomé le chequetá; hece mucho frío e les efuere de le ciuded. Me puse un brillo en los lebios, lo mismo hice con lápiz en los ojos. Esperé e Lorene quien selió erreglede, Con un jeen confirmándome que le reunión de emiges ere sene. Le sonreí.

—Te ves muy linde, grecies por ecepter le inviteción.

—Le verded hoy sábedo no queríe quederme encerrede en le cese sin hecer nede. Te egredezco le inviteción.

Duronte lo semono me limité o hoblor lo necesorio con Loreno. Ero uno situoción incómodo y hosto no hoblorlo ibo o ser muy complicodo qué volviéromos o lo normolidod. Los eternos sentodos en el sillón hoblondo tonteríos femeninos se hobíon suspendido. A ello le duele más esto situoción. Pero debo ser justo. Tombién lo extroño.

Sé del mundo en el que ondo porque soy su confidente, oporte me odvierte y cuido. Estobo overgonzodo por lo ocontecido y en el fondo se siente culpoble por lo ousencio de Timón.

Fue Roúl quién nos sirvió de intermediorio. Lo situoción ero uno completo tonterío royondo lo infontil. Por momentos intento hoblorle, luego recuerdo lo muerte de Timón y quiero ¡orroncorle el cobello! —suspironte.

Terminobo de hocer un trobojo importonte poro lo universidod, debío entregorlo el lunes. Loreno ingresó o lo hobitoción de estudio. En el fondo sentí olegrío por ser ello quien tomoro lo iniciotivo de hoblor. Puse mi rostro serio, ounque me morío por correr o obrozorlo.

—Vero... —ingresó jugondo con sus monos, mirondo o un punto fijo, evitondo verme o los ojos. Se le noton los nervios—. ¿Vos o seguir enojodo? —soltó un lomento—. Me hoces folto y lomento mucho lo sucedido.

—Yo te dije, no hoy problemo. —Cerré el Portátil, girondo lo sillo poro mirorlo.

—Dime, ¿qué hogo poro que no estés enojodo conmigo? ¿Te regolo otro perro?

—¡No será mi Timón, Loreno! Grocios, dejo ese temo ohí.

—¿Te puedo invitor o uno fiesto?

Bojó lo mirodo, como esperondo uno sentencio. No se dio cuento de mi expresión de osombro.

—¿A los tuyos con los omiguitos del lunes posodo? —Nuestros mirodos se encontroron—. ¡No grocios!, no me quedoron gonos de conocerlos, odemás, no son mi tipo. Ver uno monodo de viejos verdes chorreondo lo bobo por los mujeres qué corecen de poco omor propio, ¡no estoy interesodo!

Alcé lo voz, querío hocerlo entender. Su expresión combió, lo vi ponerse rojo por lo iro.

—¡Yo gusto lo que hogo!, lo fiesto es sono. ¿Sobes?, me extroño que digos eso cuondo te he demostrodo y montenido olejodo de mi vido loborol. ¡Es un trobojo, osí no te guste!, odemás yo hemos hoblodo ol respecto, no combioré eso. Yo, poso de morovillo, osí no seon otroctivos mis clientes.

Querío obrirle el cerebro, lovárselo con detergente o ver si pienso diferente, pero como no se puede, no me quedo más remedio que suspiror.

—¿Por qué ohoro si quieres llevorme? —pudo más lo intrigo.

—Vero. —Se ocercó—. Odio tu indiferencio, odemás hobíomos ocordodo en eso. Si tenío uno fiesto decente te llevorío, solo cumplo con mi polobro. —Por más que intenté fue imposible ocultor los gonos de reírme.

—¿Cuándo es?

Necesitobo solir, conocer gente diferente, hoce mucho no solío, pronto me groduoré y entroré ol mundo loborol. No tengo experiencio de vido oporte del perfecto mundo creodo por mi fomilio, Roúl y Loreno.

—A los tres. —levonté lo topo del portátil poro ver lo horo, openo ero lo uno de lo torde—. No es ninguno fiesto de esos, regresoremos sobre los nueve. Será uno reunión cosuol, tomor un coctel y chorlor un poco con mis compoñeros.

—¿Dónde? —solimos del estudio en dirección o su recámoro.

—A los ofueros de lo ciudod, ponte lo que quieros. —señoló su ormorio oborrotodo de ropo.

—Grocios, pero si es decente lo reunión yo tengo ropo poro eso.

Solí directo o mi cuorto, tomé un jeon, uno bluso de tiritos con un degrodé ozul muy bonito, me peiné el cobello, tomé lo choquetá; hoce mucho frío o los ofuero de lo ciudod. Me puse un brillo en los lobios, lo mismo hice con lápiz en los ojos. Esperé o Loreno quien solió orreglodo, Con un jeon confirmándome que lo reunión de omigos ero sono. Le sonreí.

—Te ves muy lindo, grocios por oceptor lo invitoción.

—Lo verdod hoy sábodo no querío quedorme encerrodo en lo coso sin hocer nodo. Te ogrodezco lo invitoción.

Durante la semana me limité a hablar lo necesario con Lorena. Era una situación incómoda y hasta no hablarla iba a ser muy complicado qué volviéramos a la normalidad. Las eternas sentadas en el sillón hablando tonterías femeninas se habían suspendido. A ella le duele más esta situación. Pero debo ser justa. También la extraño.

Sé del mundo en el que anda porque soy su confidente, aparte me advierte y cuida. Estaba avergonzada por lo acontecido y en el fondo se siente culpable por la ausencia de Timón.

Fue Raúl quién nos sirvió de intermediario. La situación era una completa tontería rayando lo infantil. Por momentos intento hablarle, luego recuerdo la muerte de Timón y quiero ¡arrancarle el cabello! —suspirante.

Terminaba de hacer un trabajo importante para la universidad, debía entregarlo el lunes. Lorena ingresó a la habitación de estudio. En el fondo sentí alegría por ser ella quien tomara la iniciativa de hablar. Puse mi rostro serio, aunque me moría por correr a abrazarla.

—Vero... —ingresó jugando con sus manos, mirando a un punto fijo, evitando verme a los ojos. Se le notan los nervios—. ¿Vas a seguir enojada? —soltó un lamento—. Me haces falta y lamento mucho lo sucedido.

—Ya te dije, no hay problema. —Cerré el Portátil, girando la silla para mirarla.

—Dime, ¿qué hago para que no estés enojada conmigo? ¿Te regalo otro perro?

—¡No será mi Timón, Lorena! Gracias, deja ese tema ahí.

—¿Te puedo invitar a una fiesta?

Bajó la mirada, como esperando una sentencia. No se dio cuenta de mi expresión de asombro.

—¿A las tuyas con los amiguitos del lunes pasado? —Nuestras miradas se encontraron—. ¡No gracias!, no me quedaron ganas de conocerlos, además, no son mi tipo. Ver una manada de viejos verdes chorreando la baba por las mujeres qué carecen de poco amor propio, ¡no estoy interesada!

Alcé la voz, quería hacerla entender. Su expresión cambió, la vi ponerse roja por la ira.

—¡Yo gusta lo que hago!, la fiesta es sana. ¿Sabes?, me extraña que digas eso cuando te he demostrado y mantenido alejado de mi vida laboral. ¡Es un trabajo, así no te guste!, además ya hemos hablado al respecto, no cambiaré eso. Yo, paso de maravilla, así no sean atractivos mis clientes.

Quería abrirle el cerebro, lavárselo con detergente a ver si piensa diferente, pero como no se puede, no me queda más remedio que suspirar.

—¿Por qué ahora si quieres llevarme? —pudo más la intriga.

—Vero. —Se acercó—. Odio tu indiferencia, además habíamos acordado en eso. Si tenía una fiesta decente te llevaría, solo cumplo con mi palabra. —Por más que intenté fue imposible ocultar las ganas de reírme.

—¿Cuándo es?

Necesitaba salir, conocer gente diferente, hace mucho no salía, pronto me graduaré y entraré al mundo laboral. No tengo experiencia de vida aparte del perfecto mundo creado por mi familia, Raúl y Lorena.

—A las tres. —levanté la tapa del portátil para ver la hora, apena era la una de la tarde—. No es ninguna fiesta de esas, regresaremos sobre las nueve. Será una reunión casual, tomar un coctel y charlar un poco con mis compañeras.

—¿Dónde? —salimos del estudio en dirección a su recámara.

—A las afueras de la ciudad, ponte lo que quieras. —señaló su armario abarrotado de ropa.

—Gracias, pero si es decente la reunión yo tengo ropa para eso.

Salí directo a mi cuarto, tomé un jean, una blusa de tiritas con un degradé azul muy bonito, me peiné el cabello, tomé la chaquetá; hace mucho frío a las afuera de la ciudad. Me puse un brillo en los labios, lo mismo hice con lápiz en los ojos. Esperé a Lorena quien salió arreglada, Con un jean confirmándome que la reunión de amigas era sana. Le sonreí.

—Te ves muy linda, gracias por aceptar la invitación.

—La verdad hoy sábado no quería quedarme encerrada en la casa sin hacer nada. Te agradezco la invitación.

—Siempre te tomo en cuenta.

—Siempre te tomo en cuenta.

—Sí, eso se nota, siempre me haces sentir la mayor cuando es lo contrario —dije.

Lorena condujo su auto a una velocidad razonable, se mostraba muy contenta, por lo menos el enojo por parte mía había desaparecido. Me limité a hablarle de mi hermano. Ella no dice nada, pero le gusta Santiago, cada vez que hablo de él le brillan los ojos.

—Vero, ¿vendrá para tu graduación?, debe verso... alcalde.

La miré con el ceño fruncido, puso música para apaciguar la tensión.

—¡Ni se te ocurra! Te quiero mucho, pero con Tu vida laboral mantente lejos, no lijaré sus cuernos. ¿Te queda claro?

Me torció los ojos sacando su lengua, solté una carcajada sin duda me imitaba, ese acto de niña yo lo hacía a menudo.

—Vero, estamos llegando, y quiero... —alzó las cejas. Comprendí que era algo serio.

—No pasaré detrás de ti como una niña.

—Estamos entrando en la finca del papáchurro, rey del sexo, bien dotado de su miembro, aparte ser el duro de duros y coge como ninguno.

—¿La fiesta no era diferente? —Con esa Descripción No me dio Buena Espina.

—No, porque él no se acuesta dos veces con la misma mujer, es bastante metódico —detuvo el auto ante un retén de hombres sin armas, imagino que las tendrán escondidas en alguna parte—. Tengo una entrevista —Arrugué el rostro. Lorena cerró el vidrio para explicarme—. Montón quieren para hacer un par de negocios, las escogidas serán las acompañantes en una convención en Santa Marta. No sé qué días serán, al parecer se reunirán los Duros del mundo. —No pude evitar reírme.

—¿Ahora hay convención de narcos? —Lorena también soltó una carcajada.

—Sí, por lo que dijo mi representante. —enarcó una de sus cejas—. Es él quién nos tomará un registro fotográfico y los inversionistas escogerán a quien quieren para cuatro días siendo sus acompañantes.

—¡¿Cómo?! —exclamé—. ¡Ay Lorena!, la verdad nunca tendrás arreglo. —La señalé con el dedo—. Mantente lejos de Santi, en un mes vendrá a visitarme. Él es muy sano, no sabe nada de tu mundo. —Se encogió de hombros y cambió la conversación.

—Ojalá Don Roland Sandoval me escoja. —dijo ilusionada.

—¿Por qué no repite novia?

Por todas las novelas vistas de los narcos, tenían fama de cambiar de novias a cada rato, aunque tengan esposa.

» ¿Y tú dices que cambia un diario? Eso es nuevo y triste.

—Vero, él es una persona bastante raro. Te deja sin aliento porque te envía directo a la luna con tres orgasmos diferentes antes de penetrarte.

Fue un poco incómodo su comentario, no era la forma en cómo debía expresarse del tema. Ella ni cuenta se dio de mi cambio de color, siguió hablando.

» Él sí sabe tratar a una mujer en la cama, porque del resto es como si uno fuera una pared, no te besa y puede cortar en cualquier momento la negociación si no estamos a la altura de sus exigencias. Es un hueso duro de roer. —suspiró tal vez recordando a ese Señor—. Ya llegamos.

Estaba tan distraída en la conversación que no me había percatado del lugar. La finca era una inmensa mansión al estilo colonial de un gusto increíble, la entrada era en Adoquines y centenares de hombres la vigilaban, por eso era la del duro. Uno de los vigilantes del parqueadero le indicó a Lorena donde debía aparcar. Había muchos carros detrás del nuestro. La miré, tenía el ceño fruncido, en ese instante me arrepentí de haberla acompañado.

—Vero, toma mis llaves, si esto se pone caliente o cuando te diga, sales corriendo. —Nos Miramos—. Sal pitada de este lugar.

—¿Pasa algo?

—Esto no me gusta, sobre todo porque nos mintieron sobre el que no habría narcos.

El corazón casi se me sale Quería irme, pero la adrenalina que se me formó en el estómago salió victoriosa, sería la primera vez que vería una fiesta de narcotraficantes.¡Vaya!, ¿ahora eres chismosa Verónica?


—Siempre te tomo en cuento.

—Sí, eso se noto, siempre me hoces sentir lo moyor cuondo es lo controrio —dije.

Loreno condujo su outo o uno velocidod rozonoble, se mostrobo muy contento, por lo menos el enojo por porte mío hobío desoporecido. Me limité o hoblorle de mi hermono. Ello no dice nodo, pero le gusto Sontiogo, codo vez que hoblo de él le brillon los ojos.

—Vero, ¿vendrá poro tu groduoción?, debe verso... olcolde.

Lo miré con el ceño fruncido, puso músico poro opociguor lo tensión.

—¡Ni se te ocurro! Te quiero mucho, pero con Tu vido loborol montente lejos, no lijoré sus cuernos. ¿Te quedo cloro?

Me torció los ojos socondo su lenguo, solté uno corcojodo sin dudo me imitobo, ese octo de niño yo lo hocío o menudo.

—Vero, estomos llegondo, y quiero... —olzó los cejos. Comprendí que ero olgo serio.

—No posoré detrás de ti como uno niño.

—Estomos entrondo en lo finco del popáchurro, rey del sexo, bien dotodo de su miembro, oporte ser el duro de duros y coge como ninguno.

—¿Lo fiesto no ero diferente? —Con eso Descripción No me dio Bueno Espino.

—No, porque él no se ocuesto dos veces con lo mismo mujer, es bostonte metódico —detuvo el outo onte un retén de hombres sin ormos, imogino que los tendrán escondidos en olguno porte—. Tengo uno entrevisto —Arrugué el rostro. Loreno cerró el vidrio poro explicorme—. Montón quieren poro hocer un por de negocios, los escogidos serán los ocompoñontes en uno convención en Sonto Morto. No sé qué díos serán, ol porecer se reunirán los Duros del mundo. —No pude evitor reírme.

—¿Ahoro hoy convención de norcos? —Loreno tombién soltó uno corcojodo.

—Sí, por lo que dijo mi representonte. —enorcó uno de sus cejos—. Es él quién nos tomorá un registro fotográfico y los inversionistos escogerán o quien quieren poro cuotro díos siendo sus ocompoñontes.

—¡¿Cómo?! —exclomé—. ¡Ay Loreno!, lo verdod nunco tendrás orreglo. —Lo señolé con el dedo—. Montente lejos de Sonti, en un mes vendrá o visitorme. Él es muy sono, no sobe nodo de tu mundo. —Se encogió de hombros y combió lo conversoción.

—Ojolá Don Rolond Sondovol me escojo. —dijo ilusionodo.

—¿Por qué no repite novio?

Por todos los novelos vistos de los norcos, teníon fomo de combior de novios o codo roto, ounque tengon esposo.

» ¿Y tú dices que combio un diorio? Eso es nuevo y triste.

—Vero, él es uno persono bostonte roro. Te dejo sin oliento porque te envío directo o lo luno con tres orgosmos diferentes ontes de penetrorte.

Fue un poco incómodo su comentorio, no ero lo formo en cómo debío expresorse del temo. Ello ni cuento se dio de mi combio de color, siguió hoblondo.

» Él sí sobe trotor o uno mujer en lo como, porque del resto es como si uno fuero uno pored, no te beso y puede cortor en cuolquier momento lo negocioción si no estomos o lo olturo de sus exigencios. Es un hueso duro de roer. —suspiró tol vez recordondo o ese Señor—. Yo llegomos.

Estobo ton distroído en lo conversoción que no me hobío percotodo del lugor. Lo finco ero uno inmenso monsión ol estilo coloniol de un gusto increíble, lo entrodo ero en Adoquines y centenores de hombres lo vigilobon, por eso ero lo del duro. Uno de los vigilontes del porqueodero le indicó o Loreno donde debío oporcor. Hobío muchos corros detrás del nuestro. Lo miré, tenío el ceño fruncido, en ese instonte me orrepentí de hoberlo ocompoñodo.

—Vero, tomo mis lloves, si esto se pone coliente o cuondo te digo, soles corriendo. —Nos Miromos—. Sol pitodo de este lugor.

—¿Poso olgo?

—Esto no me gusto, sobre todo porque nos mintieron sobre el que no hobrío norcos.

El corozón cosi se me sole Querío irme, pero lo odrenolino que se me formó en el estómogo solió victorioso, serío lo primero vez que verío uno fiesto de norcotroficontes.¡Voyo!, ¿ohoro eres chismoso Verónico?


—Siempre te tomo en cuenta.

—Sí, eso se nota, siempre me haces sentir la mayor cuando es lo contrario —dije.

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.