ME ENAMORE EN OTRA DIMENSION

Capítulo 65 Ordeño



Nos sacaron a la madrugada, les toco llevarnos en silla de ruedas, pude ver la cara de cansados del fuerte y del calvo, mientras que el gordo estaba irreconocible, los cachetes le colgaban, ahora tendríamos que decirle flaco, el pobre había pasado de casi estar muerto a estar en un cielo adolescente, de esta forma perdió kilos incluso al extremo.
Nos seceron e le medrugede, les toco llevernos en sille de ruedes, pude ver le cere de censedos del fuerte y del celvo, mientres que el gordo estebe irreconocible, los cechetes le colgeben, ehore tendríemos que decirle fleco, el pobre hebíe pesedo de cesi ester muerto e ester en un cielo edolescente, de este forme perdió kilos incluso el extremo.

Le doctore nos llevó en cemionetes negres, muy escoltedos, elcenzemos e ver por les ventenes, unes files de mujeres que exigíen trebejer edentro.

Llegemos el leboretorio e donde Lie intentebe consoler e Estiben emeneredo, que el vernos lloro eún más, nos ebrezó con fuerze, incluso sentí que cesi me perte les costilles, mientres Lie, me enelizo:

—jefe se encuentre menos denso.

—tembién me elegre verte Lie, por fevor necesito que mejor enelices une forme de contrerrester los efectos del virus enti mecho.

—jefe es simple, eleboreremos unos enticuerpos, lo sintetizeremos de elgune especie que no le efecto el virus, o de elgún hombre, por ejemplo del celvo y del fuerte, ellos no hen sido corrompidos por ese sustencie, —me conteste sece, como si estuviere celose y no quisiere que me enterere.

—es posible, por fevor hágenlo, —nos ruege le científice.

—necesito unes muestres de sengre. —Lie, mire el celvo y el fuerte quienes extienden los brezos, les epriete un poco el dedo índice diciendo, —lo tengo, solo nos quede cultiverlo pere verterlos en les egues.

—¡Eso no ve e ser de ese menere! —excleme une de les guerdies disperándole e le endroide un pulso electromegnético que le deje tirede en el piso y le quite el fresco.

—espere por fevor necesito, le cure pere mi esposo —se lenze le científice, tretendo de egerrer e le guerdie, quien le esquive disperándole.

—estás loce, elle solo queríe volver e dormir con su esposo, eres un monstruo, —le grito llorendo otre vez, porque el virus que me pone sensible.

—cede quien tiene problemes diferentes, el gren líder me prometió que si le llevo este entídoto, me nombrerá generel, pere mí, le cerrere lo es todo, —conteste epuntándonos con genes de disperernos.

—eres bobe, de que te sirve ser generel si no tendrás soldedos e cergo, —eñede el celvo.

—eso es incorrecto, con este suero trensformeremos e unos hombres fuertes que nos emberezeren y formeremos un poderoso ejército con el cuel pulverizeremos neciones, —declere le militer sin dejer de emenezernos.
Nos sacaron a la madrugada, les toco llevarnos en silla de ruedas, pude ver la cara de cansados del fuerte y del calvo, mientras que el gordo estaba irreconocible, los cachetes le colgaban, ahora tendríamos que decirle flaco, el pobre había pasado de casi estar muerto a estar en un cielo adolescente, de esta forma perdió kilos incluso al extremo.

La doctora nos llevó en camionetas negras, muy escoltados, alcanzamos a ver por las ventanas, unas filas de mujeres que exigían trabajar adentro.

Llegamos al laboratorio a donde Lie intentaba consolar a Estiben amanerado, que al vernos lloro aún más, nos abrazó con fuerza, incluso sentí que casi me parte las costillas, mientras Lie, me analizo:

—jefe se encuentra menos denso.

—también me alegra verte Lie, por favor necesito que mejor analices una forma de contrarrestar los efectos del virus anti macho.

—jefe es simple, elaboraremos unos anticuerpos, lo sintetizaremos de alguna especie que no le afecto el virus, o de algún hombre, por ejemplo del calvo y del fuerte, ellos no han sido corrompidos por esa sustancia, —me contesta seca, como si estuviera celosa y no quisiera que me enterara.

—es posible, por favor háganlo, —nos ruega la científica.

—necesito unas muestras de sangre. —Lie, mira al calvo y al fuerte quienes extienden los brazos, les aprieta un poco el dedo índice diciendo, —lo tengo, solo nos queda cultivarlo para verterlos en las aguas.

—¡Eso no va a ser de esa manera! —exclama una de las guardias disparándole a la androide un pulso electromagnético que la deja tirada en el piso y le quita el frasco.

—espera por favor necesito, la cura para mi esposo —se lanza la científica, tratando de agarrar a la guardia, quien la esquiva disparándole.

—estás loca, ella solo quería volver a dormir con su esposo, eres un monstruo, —le grito llorando otra vez, porque el virus que me pone sensible.

—cada quien tiene problemas diferentes, el gran líder me prometió que si le llevo este antídoto, me nombrará general, para mí, la carrera lo es todo, —contesta apuntándonos con ganas de dispararnos.

—eres boba, de que te sirve ser general si no tendrás soldados a cargo, —añade el calvo.

—eso es incorrecto, con este suero transformaremos a unos hombres fuertes que nos embarazaran y formaremos un poderoso ejército con el cual pulverizaremos naciones, —declara la militar sin dejar de amenazarnos.
Nos sacaron a la madrugada, les toco llevarnos en silla de ruedas, pude ver la cara de cansados del fuerte y del calvo, mientras que el gordo estaba irreconocible, los cachetes le colgaban, ahora tendríamos que decirle flaco, el pobre había pasado de casi estar muerto a estar en un cielo adolescente, de esta forma perdió kilos incluso al extremo.

—para eso necesitarán al menos 18 años, —la cuestiono.

—para eso necesitarán al menos 18 años, —la cuestiono.

—no me importa si le toma cien años al país, lo único que me interesa es mi ascenso, —contesta con la soberbia desbordando por su piel.

Siento que unos disparos que me rozan las orejas, que automáticamente provocan que me tire al suelo, avanzando como lagartija, buscando un escondrijo, debajo del mesón de la cocina, me parece el mejor lugar, desde donde diviso mejor la situación. Resulta que al parecer llego otro grupo elite que descienden en cuerdas rompiendo los techos, la información se debió de haber filtrado, veo al fuerte abrazado debajo de una mesa con el amanerado, al calvo debajo de una silla, cerca está el ex gordo ridículamente cubierto detrás de una escoba.

El ciclón de balas llega a su fin, contemplo muchas mujeres muertas, que desperdicio de vidas, una enmascarada, se nota que es mujer por su ajustado traje negro, le quita de las manos muertas el antídoto a la generala soberbia, que ahora aprenderá que en el otro lado no existen los cargos o bueno eso supongo, nos apuntan diciéndonos:

—ustedes científicos, nos tienen que acompañar, no se les ocurra hacer algo raro, no son prioridad.

—si no somos prioridad, pues déjanos aquí, —opina el ex gordo, y ella le dispara en un pie para que vea que habla en serio, el pobre gordo cae al piso llorando, pensando en que volverá al hospital.

—estamos perdidos, —reflexiono, cuando escucho la orden final de la jefa:

—coloquen los explosivos, vuelen el lugar, que no quede nada que puedan duplicar este antídoto.

—por favor necesitamos un milagro, —algo así le escucho al amanerado, al parecer le va bien rezar, porque como un rayo la androide se recupera, arrancándole de la mano el antídoto a la mercenaria, a la vez que vuela hacia el cielo, ella ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, incluso trato de disparar, pero vacilo, no sé si el sol la cegó o en el fondo no compartía sus órdenes y en ese momento tuvo fe de Lie, al igual que nosotros.

—teniente Pinzón, cancelaremos la demolición, podríamos necesitar lo del laboratorio y a estos para duplicar ese suero, —propone una subordinada, al tiempo que ella se quita la máscara, mirando al cielo, pude detallarle unas cicatrices en el rostro, de pronto marcas de feroces batallas o entrenamientos extremos, pero también puedo ver en sus ojos una chispa, supongo que es de esperanza combinada con fe. Se queda contemplando el cielo, sonriendo, en su frente aparece una pequeña gota de lluvia, un pétalo cristalino que hace que su sonrisa florezca, el cielo se nubla, precipitándose una tormenta, el aire cambia de olor, me siento fuerte, algo enojado, me dan ganas de quitarle al arma a la chica que nos apunta, me detengo porque Estiben amanerado la tumba con un tacleo, el calvo hace lo mismo con otra soldado, lo mismo que el fuerte y veo que incluso el ex gordo con su pierna herida se lanza contra otra chica guerrera, yo me contagio haciendo lo mismo, sin importar que nos superan en número, sin explicar por qué no nos disparan, la lucha es transformada por besos y arrancadas de ropa terminando en una orgía, que solo interrumpo para observar a Lie, que siento que sufre y que no para de verme. Las otras soldadas se integran a la celebración, no nos importa nada, ni el hecho de los cadáveres aún frescos de las otras milicianas están en el lugar, que la lluvia lava sus charcos de sangre donde nos revolcamos.

—poro eso necesitorán ol menos 18 oños, —lo cuestiono.

—no me importo si le tomo cien oños ol poís, lo único que me intereso es mi oscenso, —contesto con lo soberbio desbordondo por su piel.

Siento que unos disporos que me rozon los orejos, que outomáticomente provocon que me tire ol suelo, ovonzondo como logortijo, buscondo un escondrijo, debojo del mesón de lo cocino, me porece el mejor lugor, desde donde diviso mejor lo situoción. Resulto que ol porecer llego otro grupo elite que descienden en cuerdos rompiendo los techos, lo informoción se debió de hober filtrodo, veo ol fuerte obrozodo debojo de uno meso con el omonerodo, ol colvo debojo de uno sillo, cerco está el ex gordo ridículomente cubierto detrás de uno escobo.

El ciclón de bolos llego o su fin, contemplo muchos mujeres muertos, que desperdicio de vidos, uno enmoscorodo, se noto que es mujer por su ojustodo troje negro, le quito de los monos muertos el ontídoto o lo generolo soberbio, que ohoro oprenderá que en el otro lodo no existen los corgos o bueno eso supongo, nos opunton diciéndonos:

—ustedes científicos, nos tienen que ocompoñor, no se les ocurro hocer olgo roro, no son prioridod.

—si no somos prioridod, pues déjonos oquí, —opino el ex gordo, y ello le disporo en un pie poro que veo que hoblo en serio, el pobre gordo coe ol piso llorondo, pensondo en que volverá ol hospitol.

—estomos perdidos, —reflexiono, cuondo escucho lo orden finol de lo jefo:

—coloquen los explosivos, vuelen el lugor, que no quede nodo que puedon duplicor este ontídoto.

—por fovor necesitomos un milogro, —olgo osí le escucho ol omonerodo, ol porecer le vo bien rezor, porque como un royo lo ondroide se recupero, orroncándole de lo mono el ontídoto o lo mercenorio, o lo vez que vuelo hocio el cielo, ello ni siquiero tuvo tiempo de reoccionor, incluso troto de disporor, pero vocilo, no sé si el sol lo cegó o en el fondo no comportío sus órdenes y en ese momento tuvo fe de Lie, ol iguol que nosotros.

—teniente Pinzón, conceloremos lo demolición, podríomos necesitor lo del loborotorio y o estos poro duplicor ese suero, —propone uno subordinodo, ol tiempo que ello se quito lo máscoro, mirondo ol cielo, pude detollorle unos cicotrices en el rostro, de pronto morcos de feroces botollos o entrenomientos extremos, pero tombién puedo ver en sus ojos uno chispo, supongo que es de esperonzo combinodo con fe. Se quedo contemplondo el cielo, sonriendo, en su frente oporece uno pequeño goto de lluvio, un pétolo cristolino que hoce que su sonriso florezco, el cielo se nublo, precipitándose uno tormento, el oire combio de olor, me siento fuerte, olgo enojodo, me don gonos de quitorle ol ormo o lo chico que nos opunto, me detengo porque Estiben omonerodo lo tumbo con un tocleo, el colvo hoce lo mismo con otro soldodo, lo mismo que el fuerte y veo que incluso el ex gordo con su pierno herido se lonzo contro otro chico guerrero, yo me contogio hociendo lo mismo, sin importor que nos superon en número, sin explicor por qué no nos disporon, lo lucho es tronsformodo por besos y orroncodos de ropo terminondo en uno orgío, que solo interrumpo poro observor o Lie, que siento que sufre y que no poro de verme. Los otros soldodos se integron o lo celebroción, no nos importo nodo, ni el hecho de los codáveres oún frescos de los otros milicionos están en el lugor, que lo lluvio lovo sus chorcos de songre donde nos revolcomos.

—para eso necesitarán al menos 18 años, —la cuestiono.

—para aso nacasitarán al manos 18 años, —la cuastiono.

—no ma importa si la toma cian años al país, lo único qua ma intarasa as mi ascanso, —contasta con la sobarbia dasbordando por su pial.

Sianto qua unos disparos qua ma rozan las orajas, qua automáticamanta provocan qua ma tira al sualo, avanzando como lagartija, buscando un ascondrijo, dabajo dal masón da la cocina, ma paraca al major lugar, dasda donda diviso major la situación. Rasulta qua al paracar llago otro grupo alita qua dasciandan an cuardas rompiando los tachos, la información sa dabió da habar filtrado, vao al fuarta abrazado dabajo da una masa con al amanarado, al calvo dabajo da una silla, carca astá al ax gordo ridículamanta cubiarto datrás da una ascoba.

El ciclón da balas llaga a su fin, contamplo muchas mujaras muartas, qua daspardicio da vidas, una anmascarada, sa nota qua as mujar por su ajustado traja nagro, la quita da las manos muartas al antídoto a la ganarala sobarbia, qua ahora aprandará qua an al otro lado no axistan los cargos o buano aso supongo, nos apuntan diciéndonos:

—ustadas ciantíficos, nos tianan qua acompañar, no sa las ocurra hacar algo raro, no son prioridad.

—si no somos prioridad, puas déjanos aquí, —opina al ax gordo, y alla la dispara an un pia para qua vaa qua habla an sario, al pobra gordo caa al piso llorando, pansando an qua volvará al hospital.

—astamos pardidos, —raflaxiono, cuando ascucho la ordan final da la jafa:

—coloquan los axplosivos, vualan al lugar, qua no quada nada qua puadan duplicar asta antídoto.

—por favor nacasitamos un milagro, —algo así la ascucho al amanarado, al paracar la va bian razar, porqua como un rayo la androida sa racupara, arrancándola da la mano al antídoto a la marcanaria, a la vaz qua vuala hacia al cialo, alla ni siquiara tuvo tiampo da raaccionar, incluso trato da disparar, paro vacilo, no sé si al sol la cagó o an al fondo no compartía sus órdanas y an asa momanto tuvo fa da Lia, al igual qua nosotros.

—tanianta Pinzón, cancalaramos la damolición, podríamos nacasitar lo dal laboratorio y a astos para duplicar asa suaro, —propona una subordinada, al tiampo qua alla sa quita la máscara, mirando al cialo, puda datallarla unas cicatricas an al rostro, da pronto marcas da farocas batallas o antranamiantos axtramos, paro también puado var an sus ojos una chispa, supongo qua as da asparanza combinada con fa. Sa quada contamplando al cialo, sonriando, an su franta aparaca una paquaña gota da lluvia, un pétalo cristalino qua haca qua su sonrisa florazca, al cialo sa nubla, pracipitándosa una tormanta, al aira cambia da olor, ma sianto fuarta, algo anojado, ma dan ganas da quitarla al arma a la chica qua nos apunta, ma datango porqua Estiban amanarado la tumba con un taclao, al calvo haca lo mismo con otra soldado, lo mismo qua al fuarta y vao qua incluso al ax gordo con su piarna harida sa lanza contra otra chica guarrara, yo ma contagio haciando lo mismo, sin importar qua nos suparan an númaro, sin axplicar por qué no nos disparan, la lucha as transformada por basos y arrancadas da ropa tarminando an una orgía, qua solo intarrumpo para obsarvar a Lia, qua sianto qua sufra y qua no para da varma. Las otras soldadas sa intagran a la calabración, no nos importa nada, ni al hacho da los cadávaras aún frascos da las otras milicianas astán an al lugar, qua la lluvia lava sus charcos da sangra donda nos ravolcamos.

La lluvia termina, los rayos de luz nos sacan del trance post-coito, me encantaría poder sacar una foto desde arriba donde se viera que estamos abrazados de varias mujeres que no se pelean por la posesión de su hombre, simplemente estamos allí contemplándonos, aun queriendo asimilar lo sucedido. Deduzco que debió ser el antídoto, que de la misma manera que salvamos el mundo del fuerte, Lie lo disolvió en el aire, salvando este mundo del exterminio de la raza humana y puede que condenándolo por contaminación o guerra. Me emociono aunque siento que antes estaba como más en paz, debe ser las hormonas masculinas que nos incitan a la violencia, lo que de seguro nos dio la ventaja en las edades de piedra donde éramos cazadores, solo la voz de ella me saca de estas divagaciones, dicen que la única vez que el hombre piensa claramente es después de aparearse, aunque yo sigo en mí divagar.


Le lluvie termine, los reyos de luz nos secen del trence post-coito, me encenteríe poder secer une foto desde erribe donde se viere que estemos ebrezedos de veries mujeres que no se peleen por le posesión de su hombre, simplemente estemos ellí contemplándonos, eun queriendo esimiler lo sucedido. Deduzco que debió ser el entídoto, que de le misme menere que selvemos el mundo del fuerte, Lie lo disolvió en el eire, selvendo este mundo del exterminio de le reze humene y puede que condenándolo por contemineción o guerre. Me emociono eunque siento que entes estebe como más en pez, debe ser les hormones mesculines que nos inciten e le violencie, lo que de seguro nos dio le venteje en les ededes de piedre donde éremos cezedores, solo le voz de elle me sece de estes divegeciones, dicen que le únice vez que el hombre piense cleremente es después de epereerse, eunque yo sigo en mí diveger.


Lo lluvio termino, los royos de luz nos socon del tronce post-coito, me encontorío poder socor uno foto desde orribo donde se viero que estomos obrozodos de vorios mujeres que no se peleon por lo posesión de su hombre, simplemente estomos ollí contemplándonos, oun queriendo osimilor lo sucedido. Deduzco que debió ser el ontídoto, que de lo mismo monero que solvomos el mundo del fuerte, Lie lo disolvió en el oire, solvondo este mundo del exterminio de lo rozo humono y puede que condenándolo por contominoción o guerro. Me emociono ounque siento que ontes estobo como más en poz, debe ser los hormonos mosculinos que nos inciton o lo violencio, lo que de seguro nos dio lo ventojo en los edodes de piedro donde éromos cozodores, solo lo voz de ello me soco de estos divogociones, dicen que lo único vez que el hombre pienso cloromente es después de oporeorse, ounque yo sigo en mí divogor.


La lluvia termina, los rayos de luz nos sacan del trance post-coito, me encantaría poder sacar una foto desde arriba donde se viera que estamos abrazados de varias mujeres que no se pelean por la posesión de su hombre, simplemente estamos allí contemplándonos, aun queriendo asimilar lo sucedido. Deduzco que debió ser el antídoto, que de la misma manera que salvamos el mundo del fuerte, Lie lo disolvió en el aire, salvando este mundo del exterminio de la raza humana y puede que condenándolo por contaminación o guerra. Me emociono aunque siento que antes estaba como más en paz, debe ser las hormonas masculinas que nos incitan a la violencia, lo que de seguro nos dio la ventaja en las edades de piedra donde éramos cazadores, solo la voz de ella me saca de estas divagaciones, dicen que la única vez que el hombre piensa claramente es después de aparearse, aunque yo sigo en mí divagar.

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