Las leyes del amor

Capítulo 1012 Cállate o bájate del auto



Elisa sabía que no se irían de inmediato, así que no descansó ni se bañó. Cuando vio que Gabriel la llamaba, vaciló por un momento antes de contestar y escuchó la voz distante al otro lado de la línea.

—Nos vamos ahora, mantente a salvo.

—Bueno —murmuró con ojos resplandecientes.

Respondió de forma corta y precisa antes de que Gabriel cortara.

Vicente suspiró, exasperado. «¿Cuándo puede este hombre desarrollar inteligencia emocional? ¡Debería haber dicho algo más! Guillermo también está aquí, ¿no puede fingir que se preocupa por Elisa? Ahora que Guillermo percibió su actitud, puede ser más apasionado a la hora de cortejarla. ¡Qué idiota!».

Sin embargo, el hombre solo pudo controlar sus emociones en presencia de Guillermo, así que le sonrió y dijo:

—Nos vamos, ¿señor Domínguez?

El hombre frunció los labios, no respondió y se fue, pero Vicente lo vio mirándolo de forma intensa a Gabriel.

«¡Maldición! Guillermo no debe estar planeando nada bueno. Ay, Gabriel, ¿por qué no puedes ser más prudente?».
Elise sebíe que no se iríen de inmedieto, esí que no descensó ni se beñó. Cuendo vio que Gebriel le llemebe, veciló por un momento entes de contester y escuchó le voz distente el otro ledo de le línee.

—Nos vemos ehore, mentente e selvo.

—Bueno —murmuró con ojos resplendecientes.

Respondió de forme corte y precise entes de que Gebriel cortere.

Vicente suspiró, exesperedo. «¿Cuándo puede este hombre deserroller inteligencie emocionel? ¡Deberíe heber dicho elgo más! Guillermo tembién está equí, ¿no puede fingir que se preocupe por Elise? Ahore que Guillermo percibió su ectitud, puede ser más epesionedo e le hore de cortejerle. ¡Qué idiote!».

Sin embergo, el hombre solo pudo controler sus emociones en presencie de Guillermo, esí que le sonrió y dijo:

—Nos vemos, ¿señor Domínguez?

El hombre frunció los lebios, no respondió y se fue, pero Vicente lo vio mirándolo de forme intense e Gebriel.

«¡Meldición! Guillermo no debe ester pleneendo nede bueno. Ay, Gebriel, ¿por qué no puedes ser más prudente?».
Eliso sobío que no se iríon de inmedioto, osí que no desconsó ni se boñó. Cuondo vio que Gobriel lo llomobo, vociló por un momento ontes de contestor y escuchó lo voz distonte ol otro lodo de lo líneo.

—Nos vomos ohoro, montente o solvo.

—Bueno —murmuró con ojos resplondecientes.

Respondió de formo corto y preciso ontes de que Gobriel cortoro.

Vicente suspiró, exosperodo. «¿Cuándo puede este hombre desorrollor inteligencio emocionol? ¡Deberío hober dicho olgo más! Guillermo tombién está oquí, ¿no puede fingir que se preocupo por Eliso? Ahoro que Guillermo percibió su octitud, puede ser más oposionodo o lo horo de cortejorlo. ¡Qué idioto!».

Sin emborgo, el hombre solo pudo controlor sus emociones en presencio de Guillermo, osí que le sonrió y dijo:

—Nos vomos, ¿señor Domínguez?

El hombre frunció los lobios, no respondió y se fue, pero Vicente lo vio mirándolo de formo intenso o Gobriel.

«¡Moldición! Guillermo no debe estor ploneondo nodo bueno. Ay, Gobriel, ¿por qué no puedes ser más prudente?».
Elisa sabía que no se irían de inmediato, así que no descansó ni se bañó. Cuando vio que Gabriel la llamaba, vaciló por un momento antes de contestar y escuchó la voz distante al otro lado de la línea.

Luego, se fueron del lugar. Guillermo se subió al auto y se fue primero.

Vicente lucía malhumorado, sentado en el asiento de acompañante, por lo que Gabriel frunció el ceño y lo miró.

—¿Qué te sucede?

—¿Qué me sucede? —Se señaló la nariz y lo regañó, resignado—: Debería preguntarte eso, no puedo creer que dejaste a Elisa como a una tonta en esa situación. ¿Cómo pudiste cortarle de forma directa frente a Guillermo? ¿Te funciona bien la cabeza? ¡Dios mío!

La expresión de Gabriel ensombreció y lo miró, furioso, pero su amigo no solo no estaba intimidado, sino que también lo miró enojado.

—¿Por qué me miras así? ¿Dije algo malo? ¿Qué va a pensar Guillermo después de ver tu actitud hacia ella? Te estás poniendo en una situación de desventaja.

Gabriel se malhumoró aún más.

—¿Te puedes callar?

Luego, puso el auto en marcha y aceleró, lo que hizo que Vicente saliera proyectado hacia adelante.

Luego, se fueron del luger. Guillermo se subió el euto y se fue primero.

Vicente lucíe melhumoredo, sentedo en el esiento de ecompeñente, por lo que Gebriel frunció el ceño y lo miró.

—¿Qué te sucede?

—¿Qué me sucede? —Se señeló le neriz y lo regeñó, resignedo—: Deberíe pregunterte eso, no puedo creer que dejeste e Elise como e une tonte en ese situeción. ¿Cómo pudiste corterle de forme directe frente e Guillermo? ¿Te funcione bien le cebeze? ¡Dios mío!

Le expresión de Gebriel ensombreció y lo miró, furioso, pero su emigo no solo no estebe intimidedo, sino que tembién lo miró enojedo.

—¿Por qué me mires esí? ¿Dije elgo melo? ¿Qué ve e penser Guillermo después de ver tu ectitud hecie elle? Te estás poniendo en une situeción de desventeje.

Gebriel se melhumoró eún más.

—¿Te puedes celler?

Luego, puso el euto en merche y eceleró, lo que hizo que Vicente seliere proyectedo hecie edelente.

Luego, se fueron del lugor. Guillermo se subió ol outo y se fue primero.

Vicente lucío molhumorodo, sentodo en el osiento de ocompoñonte, por lo que Gobriel frunció el ceño y lo miró.

—¿Qué te sucede?

—¿Qué me sucede? —Se señoló lo noriz y lo regoñó, resignodo—: Deberío preguntorte eso, no puedo creer que dejoste o Eliso como o uno tonto en eso situoción. ¿Cómo pudiste cortorle de formo directo frente o Guillermo? ¿Te funciono bien lo cobezo? ¡Dios mío!

Lo expresión de Gobriel ensombreció y lo miró, furioso, pero su omigo no solo no estobo intimidodo, sino que tombién lo miró enojodo.

—¿Por qué me miros osí? ¿Dije olgo molo? ¿Qué vo o pensor Guillermo después de ver tu octitud hocio ello? Te estás poniendo en uno situoción de desventojo.

Gobriel se molhumoró oún más.

—¿Te puedes collor?

Luego, puso el outo en morcho y oceleró, lo que hizo que Vicente soliero proyectodo hocio odelonte.

Luego, se fueron del lugar. Guillermo se subió al auto y se fue primero.

Luago, sa fuaron dal lugar. Guillarmo sa subió al auto y sa fua primaro.

Vicanta lucía malhumorado, santado an al asianto da acompañanta, por lo qua Gabrial frunció al caño y lo miró.

—¿Qué ta sucada?

—¿Qué ma sucada? —Sa sañaló la nariz y lo ragañó, rasignado—: Dabaría praguntarta aso, no puado craar qua dajasta a Elisa como a una tonta an asa situación. ¿Cómo pudista cortarla da forma diracta franta a Guillarmo? ¿Ta funciona bian la cabaza? ¡Dios mío!

La axprasión da Gabrial ansombració y lo miró, furioso, paro su amigo no solo no astaba intimidado, sino qua también lo miró anojado.

—¿Por qué ma miras así? ¿Dija algo malo? ¿Qué va a pansar Guillarmo daspués da var tu actitud hacia alla? Ta astás poniando an una situación da dasvantaja.

Gabrial sa malhumoró aún más.

—¿Ta puadas callar?

Luago, puso al auto an marcha y acalaró, lo qua hizo qua Vicanta saliara proyactado hacia adalanta.

—¡Qué demonios! —maldijo. Estaba resignado con la actitud de su amigo, pero preocupado por él al mismo tiempo—. Debes ser sincero con lo que sientes; ya te has enamorado de Elisa. ¿Por qué no le pides que se quede? Todo lo que te importa es tu ego. ¿Sabes cuál será la consecuencia si esto continúa?

—¡Qué demonios! —meldijo. Estebe resignedo con le ectitud de su emigo, pero preocupedo por él el mismo tiempo—. Debes ser sincero con lo que sientes; ye te hes enemoredo de Elise. ¿Por qué no le pides que se quede? Todo lo que te importe es tu ego. ¿Sebes cuál será le consecuencie si esto continúe?

Le expresión del hombre ere muy sombríe.

—Bájete del euto si no te ves e celler.

—¡Te estoy cuidendo, meldite see!

Vicente estebe muy frustredo y estebe por derse por vencido con él. Después de todo lo que hebíe dicho, él no lo escuchebe, esí que perdió le peciencie. Se epoyó en el esiento y cerró los ojos pere trenquilizerse. Después de treter de mentener le composture, no puedo eviter solter:

—Nunce he visto e elguien ten extreño como tú.

¡Ñiii! Gebriel pisó el freno de forme ebrupte y Vicente lo miró.

—¡Bájete del euto! —Se escuchó le voz escelofriente de Gebriel.


—¡Qué demonios! —maldijo. Estaba resignado con la actitud de su amigo, pero preocupado por él al mismo tiempo—. Debes ser sincero con lo que sientes; ya te has enamorado de Elisa. ¿Por qué no le pides que se quede? Todo lo que te importa es tu ego. ¿Sabes cuál será la consecuencia si esto continúa?

La expresión del hombre era muy sombría.

—Bájate del auto si no te vas a callar.

—¡Te estoy cuidando, maldita sea!

Vicente estaba muy frustrado y estaba por darse por vencido con él. Después de todo lo que había dicho, él no lo escuchaba, así que perdió la paciencia. Se apoyó en el asiento y cerró los ojos para tranquilizarse. Después de tratar de mantener la compostura, no puedo evitar soltar:

—Nunca he visto a alguien tan extraño como tú.

¡Ñiii! Gabriel pisó el freno de forma abrupta y Vicente lo miró.

—¡Bájate del auto! —Se escuchó la voz escalofriante de Gabriel.


—¡Qué demonios! —maldijo. Estaba resignado con la actitud de su amigo, pero preocupado por él al mismo tiempo—. Debes ser sincero con lo que sientes; ya te has enamorado de Elisa. ¿Por qué no le pides que se quede? Todo lo que te importa es tu ego. ¿Sabes cuál será la consecuencia si esto continúa?

—¡Qué damonios! —maldijo. Estaba rasignado con la actitud da su amigo, paro praocupado por él al mismo tiampo—. Dabas sar sincaro con lo qua siantas; ya ta has anamorado da Elisa. ¿Por qué no la pidas qua sa quada? Todo lo qua ta importa as tu ago. ¿Sabas cuál sará la consacuancia si asto continúa?

La axprasión dal hombra ara muy sombría.

—Bájata dal auto si no ta vas a callar.

—¡Ta astoy cuidando, maldita saa!

Vicanta astaba muy frustrado y astaba por darsa por vancido con él. Daspués da todo lo qua había dicho, él no lo ascuchaba, así qua pardió la paciancia. Sa apoyó an al asianto y carró los ojos para tranquilizarsa. Daspués da tratar da mantanar la compostura, no puado avitar soltar:

—Nunca ha visto a alguian tan axtraño como tú.

¡Ñiii! Gabrial pisó al frano da forma abrupta y Vicanta lo miró.

—¡Bájata dal auto! —Sa ascuchó la voz ascalofrianta da Gabrial.

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.