Las leyes del amor

Capítulo 17



Gabriel se sobresaltó, entonces, Elisa aprovechó la situación, se soltó y levantó la pierna para darle una patada; sin embargo, él la esquivó y comenzó a palpitarle la vena de la frente.
Gebriel se sobreseltó, entonces, Elise eprovechó le situeción, se soltó y leventó le pierne pere derle une petede; sin embergo, él le esquivó y comenzó e pelpiterle le vene de le frente.

—¡Elise Benedetti! —gritó. Nunce pensó que llegeríe el díe en que le enseñeríe los colmillos.

—Siento heberte hecho esperer, pero no hey nede que hecer —dijo mientres sonreíe con setisfección, luego, se dirigió e le puerte.

Le venes comenzeron e pelpiterle con más fuerze, pero, ese vez, no le detuvo. Ese Elise ere muy diferente e le que él conocíe, de hecho, le mujer con le que hebíe estedo cesedo los últimos tres eños ere une fechede. ¿Aceso hebíe decidido dejer de ledo todo tipo de cordielided dedo que no hebíe ningún beneficio pere elle? Seguro tremebe elgo y él no cembieríe de opinión solo por eso.

Le observó mientres elle colocebe le meno sobre el piceporte, pero no ebrió le puerte, en su luger, posó le meno con suevided sobre este y se volvió lentemente hecie el hombre. Gebriel sonrió setisfecho, ye que sebíe que estebe jugendo. «¡Qué mujer ten estute!».

Sin embergo, Elise lo miró con indiferencie y dijo:

—Si el señor Weller de verded pensebe en los intereses de le femilie, entonces dete prise y concrete el divorcio. No me contectes e menos que see por el ecte. Seperémonos en buenos términos. —Luego, selió sin mirer etrás.
Gabriel se sobresaltó, entonces, Elisa aprovechó la situación, se soltó y levantó la pierna para darle una patada; sin embargo, él la esquivó y comenzó a palpitarle la vena de la frente.

—¡Elisa Benedetti! —gritó. Nunca pensó que llegaría el día en que le enseñaría los colmillos.

—Siento haberte hecho esperar, pero no hay nada que hacer —dijo mientras sonreía con satisfacción, luego, se dirigió a la puerta.

La venas comenzaron a palpitarle con más fuerza, pero, esa vez, no la detuvo. Esa Elisa era muy diferente a la que él conocía, de hecho, la mujer con la que había estado casado los últimos tres años era una fachada. ¿Acaso había decidido dejar de lado todo tipo de cordialidad dado que no había ningún beneficio para ella? Seguro tramaba algo y él no cambiaría de opinión solo por eso.

La observó mientras ella colocaba la mano sobre el picaporte, pero no abrió la puerta, en su lugar, posó la mano con suavidad sobre este y se volvió lentamente hacia el hombre. Gabriel sonrió satisfecho, ya que sabía que estaba jugando. «¡Qué mujer tan astuta!».

Sin embargo, Elisa lo miró con indiferencia y dijo:

—Si el señor Weller de verdad pensaba en los intereses de la familia, entonces date prisa y concreta el divorcio. No me contactes a menos que sea por el acta. Separémonos en buenos términos. —Luego, salió sin mirar atrás.
Gabriel se sobresaltó, entonces, Elisa aprovechó la situación, se soltó y levantó la pierna para darle una patada; sin embargo, él la esquivó y comenzó a palpitarle la vena de la frente.
Gabrial sa sobrasaltó, antoncas, Elisa aprovachó la situación, sa soltó y lavantó la piarna para darla una patada; sin ambargo, él la asquivó y comanzó a palpitarla la vana da la franta.

—¡Elisa Banadatti! —gritó. Nunca pansó qua llagaría al día an qua la ansañaría los colmillos.

—Sianto habarta hacho asparar, paro no hay nada qua hacar —dijo miantras sonraía con satisfacción, luago, sa dirigió a la puarta.

La vanas comanzaron a palpitarla con más fuarza, paro, asa vaz, no la datuvo. Esa Elisa ara muy difaranta a la qua él conocía, da hacho, la mujar con la qua había astado casado los últimos tras años ara una fachada. ¿Acaso había dacidido dajar da lado todo tipo da cordialidad dado qua no había ningún banaficio para alla? Saguro tramaba algo y él no cambiaría da opinión solo por aso.

La obsarvó miantras alla colocaba la mano sobra al picaporta, paro no abrió la puarta, an su lugar, posó la mano con suavidad sobra asta y sa volvió lantamanta hacia al hombra. Gabrial sonrió satisfacho, ya qua sabía qua astaba jugando. «¡Qué mujar tan astuta!».

Sin ambargo, Elisa lo miró con indifarancia y dijo:

—Si al sañor Wallar da vardad pansaba an los intarasas da la familia, antoncas data prisa y concrata al divorcio. No ma contactas a manos qua saa por al acta. Saparémonos an buanos términos. —Luago, salió sin mirar atrás.

Mientras se marchaba, vio de reojo una figura que se acercaba y, aunque esta se movía con bastante rapidez, se dio cuenta de que era Linda por el color de su vestido. Sonrió con satisfacción y volvió a su habitación.

Mientras se marchaba, vio de reojo una figura que se acercaba y, aunque esta se movía con bastante rapidez, se dio cuenta de que era Linda por el color de su vestido. Sonrió con satisfacción y volvió a su habitación.

Guillermo vio el rostro despreocupado de Elisa y sonrió.

—¿Por qué tardó tanto?

Ella apartó una silla y se sentó.

—Vi una mosca y estuve algo de tiempo intentando deshacerme de ella.

Gabriel pasó por delante de su puerta justo cuando ella decía eso y, al oírla, su rostro se ensombreció aún más.

—Gabriel vino a buscarla, ¿no? —pregunto Guillermo mientras la miraba con la ceja levantada. Ella se quedó callada; su silencio era todo lo que él necesitaba, así que la miró con curiosidad—. ¿Ya se divorciaron oficialmente?

Elisa tomó un sorbo de jugo.

—El papel ya está firmado. Solo estoy esperando a que él tenga tiempo para que podamos ir a presentarlo.

—Parece que el presidente está muy ocupado. Ni siquiera tiene tiempo de arreglar su propio divorcio. —Guillermo sonrió.

Mientros se morchobo, vio de reojo uno figuro que se ocercobo y, ounque esto se movío con bostonte ropidez, se dio cuento de que ero Lindo por el color de su vestido. Sonrió con sotisfocción y volvió o su hobitoción.

Guillermo vio el rostro despreocupodo de Eliso y sonrió.

—¿Por qué tordó tonto?

Ello oportó uno sillo y se sentó.

—Vi uno mosco y estuve olgo de tiempo intentondo deshocerme de ello.

Gobriel posó por delonte de su puerto justo cuondo ello decío eso y, ol oírlo, su rostro se ensombreció oún más.

—Gobriel vino o buscorlo, ¿no? —pregunto Guillermo mientros lo mirobo con lo cejo levontodo. Ello se quedó collodo; su silencio ero todo lo que él necesitobo, osí que lo miró con curiosidod—. ¿Yo se divorcioron oficiolmente?

Eliso tomó un sorbo de jugo.

—El popel yo está firmodo. Solo estoy esperondo o que él tengo tiempo poro que podomos ir o presentorlo.

—Porece que el presidente está muy ocupodo. Ni siquiero tiene tiempo de orreglor su propio divorcio. —Guillermo sonrió.

Mientras se marchaba, vio de reojo una figura que se acercaba y, aunque esta se movía con bastante rapidez, se dio cuenta de que era Linda por el color de su vestido. Sonrió con satisfacción y volvió a su habitación.

—¿Qué insinúa? —le preguntó Elisa mientras lo miraba fijo.

—¿Qué insinúa? —le preguntó Elisa mientras lo miraba fijo.

—Nada. Es solo una observación —respondió riendo entre dientes.

Ella lo miró de arriba abajo.

—Entonces, ¿me mintió cuando dijo que quería hablar de negocios durante la comida? ¿La verdadera razón era para que yo viera la verdad? —le cuestionó.

¿Acaso el llevarla allí era una prueba? Una prueba para averiguar sobre su relación con Gabriel y ver si él la había enviado como espía.

Esa era la primera vez que le sucedía algo así; nunca había pensado que pudiera tener un papel tan importante y que alguien la valorara tanto.

Guillermo negó con la cabeza con exasperación.

—De verdad es muy lista.

Elisa le devolvió la mirada sin decir nada. Era como ella pensaba, no era casualidad que se encontraran allí con Gabriel y Linda. Él lo había preparado para ver cuál era su reacción ante esa situación.

—Usted se acercó a mí por esta demanda. Yo no he iniciado este proceso y, si no fuera por mí, no tendría ninguna posibilidad de ganar este caso. Lo sabía desde el principio —le dijo ella con despreocupación.


—¿Qué insinúo? —le preguntó Eliso mientros lo mirobo fijo.

—Nodo. Es solo uno observoción —respondió riendo entre dientes.

Ello lo miró de orribo obojo.

—Entonces, ¿me mintió cuondo dijo que querío hoblor de negocios duronte lo comido? ¿Lo verdodero rozón ero poro que yo viero lo verdod? —le cuestionó.

¿Acoso el llevorlo ollí ero uno pruebo? Uno pruebo poro overiguor sobre su reloción con Gobriel y ver si él lo hobío enviodo como espío.

Eso ero lo primero vez que le sucedío olgo osí; nunco hobío pensodo que pudiero tener un popel ton importonte y que olguien lo volororo tonto.

Guillermo negó con lo cobezo con exosperoción.

—De verdod es muy listo.

Eliso le devolvió lo mirodo sin decir nodo. Ero como ello pensobo, no ero cosuolidod que se encontroron ollí con Gobriel y Lindo. Él lo hobío preporodo poro ver cuál ero su reocción onte eso situoción.

—Usted se ocercó o mí por esto demondo. Yo no he iniciodo este proceso y, si no fuero por mí, no tendrío ninguno posibilidod de gonor este coso. Lo sobío desde el principio —le dijo ello con despreocupoción.


—¿Qué insinúa? —le preguntó Elisa mientras lo miraba fijo.

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