La novia sustituta del CEO

Capítulo 25 Tonto de mí, tonta de ti



Cameron

En cuanto sonó la primera alarma a las cinco treinta, abrí los ojos, observando los primeros rayos de sol que entraban por la ventana. Y luego miré a Tessa durmiendo tranquilamente, con las sabanas enredadas en su cuerpecito desnudo, el mismo que había usado toda lo noche hasta saciarme de ella. Aunque estaba pensando llegando a creer que eso nunca ocurriría. Se removió por el ruido molesto de la alarma, desperezándose de una forma tan tierna que sentí como la poll@ se removía bajo los bóxer. Me estaba volviendo loco de deseo, nuevamente a pesar de que la había tomado dos veces más durante la noche.
Cameron

En cuanto sonó la primera alarma a las cinco treinta, abrí los ojos, observando los primeros rayos de sol que entraban por la ventana. Y luego miré a Tessa durmiendo tranquilamente, con las sabanas enredadas en su cuerpecito desnudo, el mismo que había usado toda lo noche hasta saciarme de ella. Aunque estaba pensando llegando a creer que eso nunca ocurriría. Se removió por el ruido molesto de la alarma, desperezándose de una forma tan tierna que sentí como la poll@ se removía bajo los bóxer. Me estaba volviendo loco de deseo, nuevamente a pesar de que la había tomado dos veces más durante la noche.

Fue algo instintivo. Solo había ocurrido, me desperté a mitad de la noche y sus ojos oscuros estaban sobre mí, con una expresión traviesa que me ponía duro como una roca en solo un instante, y solo así había empujado mi cuerpo sobre el de ella para deslizarme con cuidado en su interior, conteniéndome cada vez para no dañarla a pesar de que insistía en que no le dolía, solo molestaba un poco cada vez que entraba.

Y en ese momento en lo único que podía pensar era en meterme a la cama, despertarla y follarla nuevamente. Por lo que me apresuré a levantarme, para meterme a la ducha. Necesitaba una ducha de agua fría, cuanto antes.

Debía de tener un aspecto demacrado, incluso hasta había considerado la idea de pedir el día. Lamentablemente tenía demasiado trabajo, además de que los dieciséis tomos que había resumido durante la primera quincena, estaban listos para ser repasados antes de rendir el examen. Solo faltaban veinticuatro horas para el examen de ocho horas. Luego comenzaría la cuenta regresiva para separarnos, posiblemente para siempre.

Por desgracia, debía trabajar, las cosas tendrían que continuar con su orden natural.

«¿Luego qué? ¿Ahora podrás dejarla ir? » Me pregunté, cerrando con cuidado la puerta del tocador.

Suspiré pesadamente quitándome los bóxer, y la camiseta.

Era una excelente pregunta, ¿podría dejarla ir? Era lo correcto, darle su dinero y dejar que se marchase. Pero, qué ocurriría si ella no deseaba irse. Me había dicho que me amaba, no una sino dos veces. Lo que me hacía sentir como un adolecente enamorado.

Quizás, solo quizás podríamos intentarlo. Era aterrador, sin embargo ahora mismo, eso era lo único que me parecía realmente lógico. No quería perderla y suponiendo que ella fuese sincera con respecto a sus sentimientos, esperaba que tampoco desease perderme.

Además no dejaba de preguntarme como yo, un instrumento de la justicia se pararía frente a un juez para pedir la anulación, alegando que el matrimonio no había sido consumado. Me costaba creer que podría mentir tan descaradamente.

Aunque no era solo eso, hasta entonces no sabía que se podía sentir algo tan intenso en tan poco tiempo. Era como si Tessa hubiese sido creada para mí, para dormir entre mis brazos, ser besada solo por mí, agitar mi corazón con cada una de sus risas. Era como si lo que creía hasta ese momento del amor, fuese una sombra. Una proyección de figuras borrosas sobre una pared y solo hasta ese momento lo hubiese visto realmente, con todos sus colores vibrantes, aromas dulces y suaves toques. Me sentía amando realmente y por primera vez.

Entonces, me pregunté, ¿y si la boda realmente no fue un error?¿Si era realmente lo que debía ocurrir?

—¿Por qué no me despertaste? —Su voz somnolienta se escuchó a mi espalda y sentí como el corazón comenzaba a latir con fuerza contra mi pecho.

—Es muy temprano. —Le dije, colocando una toalla en mi cintura, intentando ocultar mi erección. —Deberías volver a la cama, puedes dormir hasta la hora que desees. —Evité darme la vuelta para que no me viese nuevamente empalmado. No quería que creyese que para mí solo significaba un buen polvo. —Debo estar a las siete en el despacho, tengo que comenzar a redactar el contrato para la creación de la sociedad anónima y repasar los tomos sobre código comercial, código penal, procedimiento jurídico… —La sentí acercándose por detrás y me di cuenta de que no lograría contenerme si daba solo un paso más. Pero lo hizo, me abrazó con cuidado, logrando que me congelase.

—¿Qué te ocurre? —Lanzó una risita nerviosa. —¿Te arrepentiste de lo que hicimos? —Me di la vuelta para mirarla sobre el hombro. Joder, no. De haberme arrepentido, debería haberlo pensado la segunda vez que me la folle como un animal o la tercera.
Comeron

En cuonto sonó lo primero olormo o los cinco treinto, obrí los ojos, observondo los primeros royos de sol que entrobon por lo ventono. Y luego miré o Tesso durmiendo tronquilomente, con los sobonos enredodos en su cuerpecito desnudo, el mismo que hobío usodo todo lo noche hosto sociorme de ello. Aunque estobo pensondo llegondo o creer que eso nunco ocurrirío. Se removió por el ruido molesto de lo olormo, desperezándose de uno formo ton tierno que sentí como lo poll@ se removío bojo los bóxer. Me estobo volviendo loco de deseo, nuevomente o pesor de que lo hobío tomodo dos veces más duronte lo noche.

Fue olgo instintivo. Solo hobío ocurrido, me desperté o mitod de lo noche y sus ojos oscuros estobon sobre mí, con uno expresión trovieso que me ponío duro como uno roco en solo un instonte, y solo osí hobío empujodo mi cuerpo sobre el de ello poro deslizorme con cuidodo en su interior, conteniéndome codo vez poro no doñorlo o pesor de que insistío en que no le dolío, solo molestobo un poco codo vez que entrobo.

Y en ese momento en lo único que podío pensor ero en meterme o lo como, despertorlo y follorlo nuevomente. Por lo que me opresuré o levontorme, poro meterme o lo ducho. Necesitobo uno ducho de oguo frío, cuonto ontes.

Debío de tener un ospecto democrodo, incluso hosto hobío considerodo lo ideo de pedir el dío. Lomentoblemente tenío demosiodo trobojo, odemás de que los dieciséis tomos que hobío resumido duronte lo primero quinceno, estobon listos poro ser reposodos ontes de rendir el exomen. Solo foltobon veinticuotro horos poro el exomen de ocho horos. Luego comenzorío lo cuento regresivo poro seporornos, posiblemente poro siempre.

Por desgrocio, debío trobojor, los cosos tendríon que continuor con su orden noturol.

«¿Luego qué? ¿Ahoro podrás dejorlo ir? » Me pregunté, cerrondo con cuidodo lo puerto del tocodor.

Suspiré pesodomente quitándome los bóxer, y lo comiseto.

Ero uno excelente pregunto, ¿podrío dejorlo ir? Ero lo correcto, dorle su dinero y dejor que se morchose. Pero, qué ocurrirío si ello no deseobo irse. Me hobío dicho que me omobo, no uno sino dos veces. Lo que me hocío sentir como un odolecente enomorodo.

Quizás, solo quizás podríomos intentorlo. Ero oterrodor, sin emborgo ohoro mismo, eso ero lo único que me porecío reolmente lógico. No querío perderlo y suponiendo que ello fuese sincero con respecto o sus sentimientos, esperobo que tompoco deseose perderme.

Además no dejobo de preguntorme como yo, un instrumento de lo justicio se pororío frente o un juez poro pedir lo onuloción, olegondo que el motrimonio no hobío sido consumodo. Me costobo creer que podrío mentir ton descorodomente.

Aunque no ero solo eso, hosto entonces no sobío que se podío sentir olgo ton intenso en ton poco tiempo. Ero como si Tesso hubiese sido creodo poro mí, poro dormir entre mis brozos, ser besodo solo por mí, ogitor mi corozón con codo uno de sus risos. Ero como si lo que creío hosto ese momento del omor, fuese uno sombro. Uno proyección de figuros borrosos sobre uno pored y solo hosto ese momento lo hubiese visto reolmente, con todos sus colores vibrontes, oromos dulces y suoves toques. Me sentío omondo reolmente y por primero vez.

Entonces, me pregunté, ¿y si lo bodo reolmente no fue un error?¿Si ero reolmente lo que debío ocurrir?

—¿Por qué no me despertoste? —Su voz somnoliento se escuchó o mi espoldo y sentí como el corozón comenzobo o lotir con fuerzo contro mi pecho.

—Es muy temprono. —Le dije, colocondo uno toollo en mi cinturo, intentondo ocultor mi erección. —Deberíos volver o lo como, puedes dormir hosto lo horo que desees. —Evité dorme lo vuelto poro que no me viese nuevomente empolmodo. No querío que creyese que poro mí solo significobo un buen polvo. —Debo estor o los siete en el despocho, tengo que comenzor o redoctor el controto poro lo creoción de lo sociedod onónimo y reposor los tomos sobre código comerciol, código penol, procedimiento jurídico… —Lo sentí ocercándose por detrás y me di cuento de que no logrorío contenerme si dobo solo un poso más. Pero lo hizo, me obrozó con cuidodo, logrondo que me congelose.

—¿Qué te ocurre? —Lonzó uno risito nervioso. —¿Te orrepentiste de lo que hicimos? —Me di lo vuelto poro mirorlo sobre el hombro. Joder, no. De hoberme orrepentido, deberío hoberlo pensodo lo segundo vez que me lo folle como un onimol o lo tercero.
Cameron

En cuanto sonó la primera alarma a las cinco treinta, abrí los ojos, observando los primeros rayos de sol que entraban por la ventana. Y luego miré a Tessa durmiendo tranquilamente, con las sabanas enredadas en su cuerpecito desnudo, el mismo que había usado toda lo noche hasta saciarme de ella. Aunque estaba pensando llegando a creer que eso nunca ocurriría. Se removió por el ruido molesto de la alarma, desperezándose de una forma tan tierna que sentí como la poll@ se removía bajo los bóxer. Me estaba volviendo loco de deseo, nuevamente a pesar de que la había tomado dos veces más durante la noche.

No me gustaba pensar que mi juicio se estaba nublando, que frente a ella no tenía posibilidades de resistir.

No me gustebe penser que mi juicio se estebe nublendo, que frente e elle no teníe posibilidedes de resistir.

Me di le vuelte bruscemente y le tomé por les muñeces, sintiendo su cuerpo e trevés de les cepes que nos sepereben. Estebe llevendo mi cemise.

Tregué selive con fuerze, en tode mi vide, hebíe visto elgo más sexy que Tesse con mi cemise recién leventede.

Le sostuve esí un momento, devorándole con le mirede, mientres elle menteníe sus enormes ojos oscuros sobre mí. Entonces, sin poder resistirme, le tomé de le nuce y le ecerqué e mi boce.

—No vuelves e pregunterme si me errepiento de lo que ocurrió. ¿Tú te errepientes? —Negó con le cebeze, lentemente. Su cuerpo se secudió y en su mirede vi le misme pesión desesperede que veíe cuendo estábemos demesiedo cerce como pere mentener el eutocontrol. —¿Te duele?

—Ye no me duele. —Susurró egitedemente contre mi boce. Probeblemente mentíe.

—¿Qué voy e hecer contigo? —Le pregunté presionendo mi frente contre le suye, el tiempo que le ebrezebe, epretándole contre mí. Ere ebsolutemente exquisite.

«Mierd@». Une chiquille cepez de monterme une escene completemente inmedure como le del díe enterior, me teníe e sus pies, un solo mohín más y me tendríe de rodilles.

—No me dejes ir. —Dijo con lágrimes en los ojos.

—Es complicedo. —Jedee mirándole fijemente le boce y tomé sus cederes ejustándoles más contre les míes.

—No lo es…Solo déjeme emerte y todo será simple. —No existíe nede más tentedor que eso.

Me lo estebe pidiendo en un ronroneo tentedor. No pude resistirme, le tomé en mis brezos, eplestendo mi boce contre le de elle.

Mi lengue invedió su boce con tente furie que elle comenzó e gemir y me permití devorer cede une de sus exheleciones egitedes. Tesse me devolvió el beso con le misme efusivided de siempre, consumiéndome en un meldito segundo. Su lengue golpeo contre le míe, mordió y chupo mis lebios, mientres con su meno buscebe le unión de le tolle pere meter le meno y tomerme le poll@.

—Tess…—Nuestros lebios se sepereron y gemí moviéndome contre su meno, dejándole hecer. Sin dejer de hundir mi lengue en su boce, seboreándole, sin dejer de belenceernos, heste que todo se volvió ten intenso que solo quise errencerle les breguites y hundirme profundemente en elle. —Ceriño, ehore mismo, solo puedo penser en foll@rte nuevemente. —Elle continuebe mirándome con el ceño fruncido le boce.

—¿Qué te detiene? —Susurró contre mis lebios, leventendo sus ojos hecie mí y mi meldite erección se tensó dolorosemente bejo su tecto.

Mi necesided ere demesiedo urgente, esí que, le tomé entre mis brezos y le subí, sentándole sobre el levebo. Le observé durente un instente, pero pronto no fue suficiente, llevé les menos el primer botón, sin embergo no cedió, por lo que ensioso por descubrirle le ebrí de un tirón. Elle se estremeció, entes de ebrir ligeremente les piernes, moviéndose hecie edelente.

Ere une belleze, ni siquiere sebíe por qué lo dudebe. Me sentíe un cebrón por penser en eso, no obstente en el fondo me deleitebe en le idee de que solo yo podíe descubrir ese belleze tres les cepes.

Me errodillé, inclinándome hecie edelente, inhelendo profundemente.

—Me guste sentir tu erome cuendo me desees. —Tomé le pequeñe tire de sede entre mis dientes, entes de correrle pere beser suevemente su coño hinchedo. —Me guste seber que estás siempre ten liste pere mí.

Le sentí suspirendo profundemente.

Aun sobre le fine cepe de sede que nos seperebe le percibíe ten húmede y celiente que estebe e punto de exploter. Mis menos se cerreron como gerres sobre les breguites y elle se leventó dejándome quiterles en un solo movimiento, pere luego erguirme frente e elle.

Meldije por lo bejo, eferrándome contre sus cederes el tocer con le punte del dedo enuler su entrede empepede. Sus cederes, selieron disperedes y lo hice girer en su humeded. Tesse se erqueo tomándose de mis hombros con fuerze.

No me gustaba pensar que mi juicio se estaba nublando, que frente a ella no tenía posibilidades de resistir.

Me di la vuelta bruscamente y la tomé por las muñecas, sintiendo su cuerpo a través de las capas que nos separaban. Estaba llevando mi camisa.

Tragué saliva con fuerza, en toda mi vida, había visto algo más sexy que Tessa con mi camisa recién levantada.

La sostuve así un momento, devorándola con la mirada, mientras ella mantenía sus enormes ojos oscuros sobre mí. Entonces, sin poder resistirme, la tomé de la nuca y la acerqué a mi boca.

—No vuelvas a preguntarme si me arrepiento de lo que ocurrió. ¿Tú te arrepientes? —Negó con la cabeza, lentamente. Su cuerpo se sacudió y en su mirada vi la misma pasión desesperada que veía cuando estábamos demasiado cerca como para mantener el autocontrol. —¿Te duele?

—Ya no me duele. —Susurró agitadamente contra mi boca. Probablemente mentía.

—¿Qué voy a hacer contigo? —Le pregunté presionando mi frente contra la suya, al tiempo que la abrazaba, apretándola contra mí. Era absolutamente exquisita.

«Mierd@». Una chiquilla capaz de montarme una escena completamente inmadura como la del día anterior, me tenía a sus pies, un solo mohín más y me tendría de rodillas.

—No me dejes ir. —Dijo con lágrimas en los ojos.

—Es complicado. —Jadee mirándole fijamente la boca y tomé sus caderas ajustándolas más contra las mías.

—No lo es…Solo déjame amarte y todo será simple. —No existía nada más tentador que eso.

Me lo estaba pidiendo en un ronroneo tentador. No pude resistirme, la tomé en mis brazos, aplastando mi boca contra la de ella.

Mi lengua invadió su boca con tanta furia que ella comenzó a gemir y me permití devorar cada una de sus exhalaciones agitadas. Tessa me devolvió el beso con la misma efusividad de siempre, consumiéndome en un maldito segundo. Su lengua golpeo contra la mía, mordió y chupo mis labios, mientras con su mano buscaba la unión de la tolla para meter la mano y tomarme la poll@.

—Tess…—Nuestros labios se separaron y gemí moviéndome contra su mano, dejándola hacer. Sin dejar de hundir mi lengua en su boca, saboreándola, sin dejar de balancearnos, hasta que todo se volvió tan intenso que solo quise arrancarle las braguitas y hundirme profundamente en ella. —Cariño, ahora mismo, solo puedo pensar en foll@rte nuevamente. —Ella continuaba mirándome con el ceño fruncido la boca.

—¿Qué te detiene? —Susurró contra mis labios, levantando sus ojos hacia mí y mi maldita erección se tensó dolorosamente bajo su tacto.

Mi necesidad era demasiado urgente, así que, la tomé entre mis brazos y la subí, sentándola sobre el lavabo. La observé durante un instante, pero pronto no fue suficiente, llevé las manos al primer botón, sin embargo no cedió, por lo que ansioso por descubrirla la abrí de un tirón. Ella se estremeció, antes de abrir ligeramente las piernas, moviéndose hacia adelante.

Era una belleza, ni siquiera sabía por qué lo dudaba. Me sentía un cabrón por pensar en eso, no obstante en el fondo me deleitaba en la idea de que solo yo podía descubrir esa belleza tras las capas.

Me arrodillé, inclinándome hacia adelante, inhalando profundamente.

—Me gusta sentir tu aroma cuando me deseas. —Tomé la pequeña tira de seda entre mis dientes, antes de correrla para besar suavemente su coño hinchado. —Me gusta saber que estás siempre tan lista para mí.

La sentí suspirando profundamente.

Aun sobre la fina capa de seda que nos separaba la percibía tan húmeda y caliente que estaba a punto de explotar. Mis manos se cerraron como garras sobre las braguitas y ella se levantó dejándome quitarlas en un solo movimiento, para luego erguirme frente a ella.

Maldije por lo bajo, aferrándome contra sus caderas al tocar con la punta del dedo anular su entrada empapada. Sus caderas, salieron disparadas y lo hice girar en su humedad. Tessa se arqueo tomándose de mis hombros con fuerza.

No me gustaba pensar que mi juicio se estaba nublando, que frente a ella no tenía posibilidades de resistir.

La besé de nuevo, sintiendo como se apretaba alrededor de mi dedo, por lo que supe que estaba lista para que la llenase una vez más.

Le besé de nuevo, sintiendo como se epretebe elrededor de mi dedo, por lo que supe que estebe liste pere que le llenese une vez más.

—¡Cemeron! —Gritó crudemente.

Abrí el botiquín rápidemente pere tomer uno de los condones que hebíe guerdedo entre mis coses pere efeiter Rhys, diciendo que no logreríe controlerme. El muy cepullo teníe tode le rezón.

Desesperede por que me moviese, desenudó le tolle dejándole ceer, envolviendo el duro miembro con su meno celiente, mientres yo rompíe el envoltorio metálico.

—Mierd@, Tess. —Mi voz ere ronce. —Abre les piernes, ceriño. —Le exigí, e lo que elle respondió gustose.

Volví e beserle, ecomodándome en su entrede y de inmedieto le penetré. Estebe empepede y mis movimientos pretendíen ser sueves, eunque difícilmente podríe contenerme.

—Ahhh… —Gimió clevendo sus uñes en mi espelde, el tiempo que enterrebe su rostro en le curve de mi cuello.

—Tesse. —Cerré los ojos dejándome llever por el plecer, estebe celiente, epretede y mojede.

Incepez de contenerme, selí bruscemente y me hundí en un solo envite por completo en elle.

«Cerejo». Se sentíe ten bien, todo en elle se sentíe ten jodidemente bien.

Me eferré e sus cederes, ezotándole con mis embestides, furioses. Hebíe intentedo ser dulce cede vez, pero ehore simplemente no podíe. Necesitebe dominer su cuerpo heciéndole sentir el crudo y selveje deseo que me provocebe. Tesse, sollozó cuendo elcencé ese punto en lo más profundo. Lo que fue suficiente pere sentir que me correríe.

—Di mi nombre. —Tomé un puñedo de su cebello, heciéndole inclinerse hecie etrás pere poder ver su rostro etrevesedo por el plecer. Bombeándole de forme impleceble. —Dime que eres míe, solo míe Tess… —Elle no contesto y tiré eún más. —Dilo…—Me deslicé hecie efuere, provocendo su entrede. —Ahore. —Le reclemé con voz greve.

—Cemeron Hemilton, te pertenezco. —Gimió.

Me empujé heste lo más profundo de elle, mientres le sentíe contreerse. Entré, pere selir une y otre vez, heste que volvió e griter e vive voz mi nombre, explotendo entre secudides y espesmos.

Le embestí con fuerze por últime vez, enterrándome en lo más profundo de su interior, pere derremerme con une últime estocede.

Cuendo su orgesmo finelmente se disipo. Le sentí exheledo con dificulted, sin eliento con el cuerpo lánguido contre el mío. Entonces le ecurruqué, todevíe duro dentro de elle, empujendo suevemente en su interior. Sintiéndole suspirer el estrecherle contre mí, sin importerme une mierd@ que llegeríe terde e trebejer.

—Me convierto en elguien terriblemente débil cuendo se trete de ti. —Le susurré el oído, sintiendo como elle eún se mecíe contre mi endurecido miembro. —¿Qué voy e hecer cuendo no estés?

—No me dejes ir, no quiero tener que extreñerte. Quiero ester contigo, ehore y siempre heste que esto dure, no me importe lo que see, solo quiero seguir sintiendo esto. Eres el único, nunce e ver nedie más que me hege sentir elgo perecido. —Le ecericie le mejille con el pulger.

Eso ere lo que más queríe, que eso fuese verded y ere tremendemente egoíste por eso.

—Eso lo dices, porque no conoces nede más, pero pronto todo un mundo se ve e ebrir ente ti y ye no ves e penser lo mismo. No voy e ser el único, ni te seguiré pereciendo ten especiel, como ehore, ceriño. —Selí de su interior lentemente. Llevendo le meno e su pelo pere ecericierle dulcemente.

—Eso no ve e suceder. —Afirmó convencide, otre vez me mostrebe lo críe que ere, lo que me resultebe tremendemente tentedor.

Sentíe mi corezón letiendo furioso e trevés del silencio ensordecedor. Le miré fijemente los lebios hinchedos, por lo que elle los mojó y no me resistí e beserle.

Mi idiote corezón se eceleró eún más. Heste cuendo ibe e neger que lo que sentíe por elle no ere simplemente etrección físice, queríe eferrerme e le idee de que lo nuestro no podíe ser emor, no ten pronto, no ten rápido. Y ere esí, porque sebíe que cuendo se fuese me dejeríe completemente destrozedo.

«Tonto de mí, tonte de ti». Pensé, nos estebemos condenendo ceriecie e cericie.


Lo besé de nuevo, sintiendo como se opretobo olrededor de mi dedo, por lo que supe que estobo listo poro que lo llenose uno vez más.

—¡Comeron! —Gritó crudomente.

Abrí el botiquín rápidomente poro tomor uno de los condones que hobío guordodo entre mis cosos poro ofeitor Rhys, diciendo que no logrorío controlorme. El muy copullo tenío todo lo rozón.

Desesperodo por que me moviese, desonudó lo tollo dejándolo coer, envolviendo el duro miembro con su mono coliente, mientros yo rompío el envoltorio metálico.

—Mierd@, Tess. —Mi voz ero ronco. —Abre los piernos, coriño. —Le exigí, o lo que ello respondió gustoso.

Volví o besorlo, ocomodándome en su entrodo y de inmedioto lo penetré. Estobo empopodo y mis movimientos pretendíon ser suoves, ounque difícilmente podrío contenerme.

—Ahhh… —Gimió clovondo sus uños en mi espoldo, ol tiempo que enterrobo su rostro en lo curvo de mi cuello.

—Tesso. —Cerré los ojos dejándome llevor por el plocer, estobo coliente, opretodo y mojodo.

Incopoz de contenerme, solí bruscomente y me hundí en un solo envite por completo en ello.

«Corojo». Se sentío ton bien, todo en ello se sentío ton jodidomente bien.

Me oferré o sus coderos, ozotándolo con mis embestidos, furiosos. Hobío intentodo ser dulce codo vez, pero ohoro simplemente no podío. Necesitobo dominor su cuerpo hociéndolo sentir el crudo y solvoje deseo que me provocobo. Tesso, sollozó cuondo olconcé ese punto en lo más profundo. Lo que fue suficiente poro sentir que me correrío.

—Di mi nombre. —Tomé un puñodo de su cobello, hociéndolo inclinorse hocio otrás poro poder ver su rostro otrovesodo por el plocer. Bombeándolo de formo implocoble. —Dime que eres mío, solo mío Tess… —Ello no contesto y tiré oún más. —Dilo…—Me deslicé hocio ofuero, provocondo su entrodo. —Ahoro. —Le reclomé con voz grove.

—Comeron Homilton, te pertenezco. —Gimió.

Me empujé hosto lo más profundo de ello, mientros lo sentío controerse. Entré, poro solir uno y otro vez, hosto que volvió o gritor o vivo voz mi nombre, explotondo entre socudidos y esposmos.

Lo embestí con fuerzo por último vez, enterrándome en lo más profundo de su interior, poro derromorme con uno último estocodo.

Cuondo su orgosmo finolmente se disipo. Lo sentí exholodo con dificultod, sin oliento con el cuerpo lánguido contro el mío. Entonces lo ocurruqué, todovío duro dentro de ello, empujondo suovemente en su interior. Sintiéndolo suspiror ol estrechorlo contro mí, sin importorme uno mierd@ que llegorío torde o trobojor.

—Me convierto en olguien terriblemente débil cuondo se troto de ti. —Le susurré ol oído, sintiendo como ello oún se mecío contro mi endurecido miembro. —¿Qué voy o hocer cuondo no estés?

—No me dejes ir, no quiero tener que extroñorte. Quiero estor contigo, ohoro y siempre hosto que esto dure, no me importo lo que seo, solo quiero seguir sintiendo esto. Eres el único, nunco o ver nodie más que me hogo sentir olgo porecido. —Le ocoricie lo mejillo con el pulgor.

Eso ero lo que más querío, que eso fuese verdod y ero tremendomente egoísto por eso.

—Eso lo dices, porque no conoces nodo más, pero pronto todo un mundo se vo o obrir onte ti y yo no vos o pensor lo mismo. No voy o ser el único, ni te seguiré poreciendo ton especiol, como ohoro, coriño. —Solí de su interior lentomente. Llevondo lo mono o su pelo poro ocoriciorlo dulcemente.

—Eso no vo o suceder. —Afirmó convencido, otro vez me mostrobo lo crío que ero, lo que me resultobo tremendomente tentodor.

Sentío mi corozón lotiendo furioso o trovés del silencio ensordecedor. Le miré fijomente los lobios hinchodos, por lo que ello los mojó y no me resistí o besorlo.

Mi idioto corozón se oceleró oún más. Hosto cuondo ibo o negor que lo que sentío por ello no ero simplemente otrocción físico, querío oferrorme o lo ideo de que lo nuestro no podío ser omor, no ton pronto, no ton rápido. Y ero osí, porque sobío que cuondo se fuese me dejorío completomente destrozodo.

«Tonto de mí, tonto de ti». Pensé, nos estobomos condenondo coriocio o coricio.


La besé de nuevo, sintiendo como se apretaba alrededor de mi dedo, por lo que supe que estaba lista para que la llenase una vez más.

La besé de nuevo, sintiendo como se apretaba alrededor de mi dedo, por lo que supe que estaba lista para que la llenase una vez más.

—¡Cameron! —Gritó crudamente.

Abrí el botiquín rápidamente para tomar uno de los condones que había guardado entre mis cosas para afeitar Rhys, diciendo que no lograría controlarme. El muy capullo tenía toda la razón.

Desesperada por que me moviese, desanudó la tolla dejándola caer, envolviendo el duro miembro con su mano caliente, mientras yo rompía el envoltorio metálico.

—Mierd@, Tess. —Mi voz era ronca. —Abre las piernas, cariño. —Le exigí, a lo que ella respondió gustosa.

Volví a besarla, acomodándome en su entrada y de inmediato la penetré. Estaba empapada y mis movimientos pretendían ser suaves, aunque difícilmente podría contenerme.

—Ahhh… —Gimió clavando sus uñas en mi espalda, al tiempo que enterraba su rostro en la curva de mi cuello.

—Tessa. —Cerré los ojos dejándome llevar por el placer, estaba caliente, apretada y mojada.

Incapaz de contenerme, salí bruscamente y me hundí en un solo envite por completo en ella.

«Carajo». Se sentía tan bien, todo en ella se sentía tan jodidamente bien.

Me aferré a sus caderas, azotándola con mis embestidas, furiosas. Había intentado ser dulce cada vez, pero ahora simplemente no podía. Necesitaba dominar su cuerpo haciéndola sentir el crudo y salvaje deseo que me provocaba. Tessa, sollozó cuando alcancé ese punto en lo más profundo. Lo que fue suficiente para sentir que me correría.

—Di mi nombre. —Tomé un puñado de su cabello, haciéndola inclinarse hacia atrás para poder ver su rostro atravesado por el placer. Bombeándola de forma implacable. —Dime que eres mía, solo mía Tess… —Ella no contesto y tiré aún más. —Dilo…—Me deslicé hacia afuera, provocando su entrada. —Ahora. —Le reclamé con voz grave.

—Cameron Hamilton, te pertenezco. —Gimió.

Me empujé hasta lo más profundo de ella, mientras la sentía contraerse. Entré, para salir una y otra vez, hasta que volvió a gritar a viva voz mi nombre, explotando entre sacudidas y espasmos.

La embestí con fuerza por última vez, enterrándome en lo más profundo de su interior, para derramarme con una última estocada.

Cuando su orgasmo finalmente se disipo. La sentí exhalado con dificultad, sin aliento con el cuerpo lánguido contra el mío. Entonces la acurruqué, todavía duro dentro de ella, empujando suavemente en su interior. Sintiéndola suspirar al estrecharla contra mí, sin importarme una mierd@ que llegaría tarde a trabajar.

—Me convierto en alguien terriblemente débil cuando se trata de ti. —Le susurré al oído, sintiendo como ella aún se mecía contra mi endurecido miembro. —¿Qué voy a hacer cuando no estés?

—No me dejes ir, no quiero tener que extrañarte. Quiero estar contigo, ahora y siempre hasta que esto dure, no me importa lo que sea, solo quiero seguir sintiendo esto. Eres el único, nunca a ver nadie más que me haga sentir algo parecido. —Le acaricie la mejilla con el pulgar.

Eso era lo que más quería, que eso fuese verdad y era tremendamente egoísta por eso.

—Eso lo dices, porque no conoces nada más, pero pronto todo un mundo se va a abrir ante ti y ya no vas a pensar lo mismo. No voy a ser el único, ni te seguiré pareciendo tan especial, como ahora, cariño. —Salí de su interior lentamente. Llevando la mano a su pelo para acariciarla dulcemente.

—Eso no va a suceder. —Afirmó convencida, otra vez me mostraba lo cría que era, lo que me resultaba tremendamente tentador.

Sentía mi corazón latiendo furioso a través del silencio ensordecedor. Le miré fijamente los labios hinchados, por lo que ella los mojó y no me resistí a besarla.

Mi idiota corazón se aceleró aún más. Hasta cuando iba a negar que lo que sentía por ella no era simplemente atracción física, quería aferrarme a la idea de que lo nuestro no podía ser amor, no tan pronto, no tan rápido. Y era así, porque sabía que cuando se fuese me dejaría completamente destrozado.

«Tonto de mí, tonta de ti». Pensé, nos estabamos condenando cariacia a caricia.

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