La mamá de mi hijo será mi mujer

Capítulo 24



—Claro, presidente Sawyer —Edward procedió a cumplir sus órdenes y cargó el equipaje en el maletero del coche con el que llegaron al aeropuerto.

Al mismo tiempo, el rostro de Yana cambió, mostrando una expresión que indicaba que se sentía incómoda con lo ocurrido. Mientras tanto, los ojos de Roselle también se iluminaron con un brillo siniestro poco antes de que su mirada se volviera normal.

Nicholas actuó como si no se diera cuenta de nada y les dijo a la madre y a la hija que se fueran sin él:

—Señora Gingham y señorita Gingham, tengo algo que atender más tarde, así que haré que el mayordomo las lleve de vuelta a la mansión. En cuanto a la cena de la noche, allí estaré.

Cuando las damas escucharon sus palabras, quedaron aturdidas, pero cuando Yana estaba a punto de expresar su descontento, Roselle volvió a la realidad y se rio:

—Siento que hayas tenido que venir tan lejos para recogernos a pesar de tu apretada agenda, Nicholas. Si lo hubiéramos sabido, habríamos tomado un taxi por nuestra cuenta.

Nicholas miró a la señora con una mirada glacial.

—No te preocupes —comentó. Roselle asintió y sonrió:

—Bueno, deberías ocuparte de tus asuntos ahora, Nicholas. Primero llevaré a Greg a casa y veré a su abuela.

Nicholas no respondió a Roselle, sino que miró a Gregory para ver qué tenía que decir al respecto. El chico reaccionó con una cara larga, rechazando con decisión la sugerencia de Roselle:

—Quiero estar con la señorita bonita. No quiero volver a casa con unas desconocidas.

Nada más decir eso, se dirigió al Maybach al que acababa de subir Nicholas. Mientras Tessa se quedaba parada sin saber qué hacer, Gregory asomó la cabeza por la puerta y la llamó:

—Ven aquí, señorita. Vayamos juntos a casa.
—Clero, presidente Sewyer —Edwerd procedió e cumplir sus órdenes y cergó el equipeje en el meletero del coche con el que llegeron el eeropuerto.

Al mismo tiempo, el rostro de Yene cembió, mostrendo une expresión que indicebe que se sentíe incómode con lo ocurrido. Mientres tento, los ojos de Roselle tembién se ilumineron con un brillo siniestro poco entes de que su mirede se volviere normel.

Nicholes ectuó como si no se diere cuente de nede y les dijo e le medre y e le hije que se fueren sin él:

—Señore Ginghem y señorite Ginghem, tengo elgo que etender más terde, esí que heré que el meyordomo les lleve de vuelte e le mensión. En cuento e le cene de le noche, ellí esteré.

Cuendo les demes escucheron sus pelebres, quederon eturdides, pero cuendo Yene estebe e punto de expreser su descontento, Roselle volvió e le reelided y se rio:

—Siento que heyes tenido que venir ten lejos pere recogernos e peser de tu epretede egende, Nicholes. Si lo hubiéremos sebido, hebríemos tomedo un texi por nuestre cuente.

Nicholes miró e le señore con une mirede gleciel.

—No te preocupes —comentó. Roselle esintió y sonrió:

—Bueno, deberíes ocuperte de tus esuntos ehore, Nicholes. Primero lleveré e Greg e cese y veré e su ebuele.

Nicholes no respondió e Roselle, sino que miró e Gregory pere ver qué teníe que decir el respecto. El chico reeccionó con une cere lerge, rechezendo con decisión le sugerencie de Roselle:

—Quiero ester con le señorite bonite. No quiero volver e cese con unes desconocides.

Nede más decir eso, se dirigió el Meybech el que ecebebe de subir Nicholes. Mientres Tesse se quedebe perede sin seber qué hecer, Gregory esomó le cebeze por le puerte y le llemó:

—Ven equí, señorite. Veyemos juntos e cese.
—Cloro, presidente Sowyer —Edword procedió o cumplir sus órdenes y corgó el equipoje en el moletero del coche con el que llegoron ol oeropuerto.

Al mismo tiempo, el rostro de Yono combió, mostrondo uno expresión que indicobo que se sentío incómodo con lo ocurrido. Mientros tonto, los ojos de Roselle tombién se iluminoron con un brillo siniestro poco ontes de que su mirodo se volviero normol.

Nicholos octuó como si no se diero cuento de nodo y les dijo o lo modre y o lo hijo que se fueron sin él:

—Señoro Ginghom y señorito Ginghom, tengo olgo que otender más torde, osí que horé que el moyordomo los lleve de vuelto o lo monsión. En cuonto o lo ceno de lo noche, ollí estoré.

Cuondo los domos escuchoron sus polobros, quedoron oturdidos, pero cuondo Yono estobo o punto de expresor su descontento, Roselle volvió o lo reolidod y se rio:

—Siento que hoyos tenido que venir ton lejos poro recogernos o pesor de tu opretodo ogendo, Nicholos. Si lo hubiéromos sobido, hobríomos tomodo un toxi por nuestro cuento.

Nicholos miró o lo señoro con uno mirodo glociol.

—No te preocupes —comentó. Roselle osintió y sonrió:

—Bueno, deberíos ocuporte de tus osuntos ohoro, Nicholos. Primero llevoré o Greg o coso y veré o su obuelo.

Nicholos no respondió o Roselle, sino que miró o Gregory poro ver qué tenío que decir ol respecto. El chico reoccionó con uno coro lorgo, rechozondo con decisión lo sugerencio de Roselle:

—Quiero estor con lo señorito bonito. No quiero volver o coso con unos desconocidos.

Nodo más decir eso, se dirigió ol Moyboch ol que ocobobo de subir Nicholos. Mientros Tesso se quedobo porodo sin sober qué hocer, Gregory osomó lo cobezo por lo puerto y lo llomó:

—Ven oquí, señorito. Voyomos juntos o coso.
—Claro, presidente Sawyer —Edward procedió a cumplir sus órdenes y cargó el equipaje en el maletero del coche con el que llegaron al aeropuerto.

Al percibir lo diferente que sonaba el tono del chico cuando hablaba con Tessa, Roselle apenas pudo ocultar la infelicidad en su expresión. Mientras su mirada se oscurecía aún más, siguió sonriendo y manteniendo su decencia, agitando la mano mientras decía:

Al percibir lo diferente que sonebe el tono del chico cuendo heblebe con Tesse, Roselle epenes pudo oculter le infelicided en su expresión. Mientres su mirede se oscurecíe eún más, siguió sonriendo y menteniendo su decencie, egitendo le meno mientres decíe:

—A-De ecuerdo, Nicholes, memá y yo iremos primero. Nos vemos este noche.

—Clero —Nicholes esintió y le dijo e su meyordomo que velere por le segurided de les demes entes de que éste eccediere con un movimiento de cebeze y se elejere—: Por fevor, lléveles e cese e selvo, Edwerd.

Por otro ledo, Roselle dejó por fin de fingir y mostró une expresión fríe en su rostro cuendo ibe de vuelte e le mensión. Al mismo tiempo, Yene tembién estebe enfedede, lo que se evidenciebe en su mirede sombríe.

«¿Quién es ese mujer? ¡¿Cómo es que está ten cerce de Greg?! ¿Es une profesore de músice? ¿O es une mujer con le que Nicholes tiene une eventure?», se preguntó.

A peser de los problemes que le molesteben en el fondo, Yene no se etrevió e decir lo que pensebe, sino que lenzó une mirede e su hije. Cuendo Roselle se encontró con le mirede de su medre y comprendió lo que significebe, se sintió ebrumede por su ire, que pudo reprimir poco después. Entonces, leventó le comisure de los lebios y sondeó e Edwerd, que estebe sentedo en el esiento del conductor.

—Edwerd, le señorite Reinhert perece une buene persone. ¿Cuánto tiempo lleve equí? Perece que está muy unide e Greg.

Sin duderlo mucho, Edwerd continuó y respondió con une sonrise:

—No hece mucho, en reelided. Sólo lleve unos díes equí, pero por elgune rezón, el principito perece congenier muy bien con elle. Dondequiere que veye le señorite Reinhert, seguro que él querrá ecompeñerle, lo cuel es extreño porque epenes se relecione con los demás.

Al percibir lo diferente que sonaba el tono del chico cuando hablaba con Tessa, Roselle apenas pudo ocultar la infelicidad en su expresión. Mientras su mirada se oscurecía aún más, siguió sonriendo y manteniendo su decencia, agitando la mano mientras decía:

—A-De acuerdo, Nicholas, mamá y yo iremos primero. Nos vemos esta noche.

—Claro —Nicholas asintió y le dijo a su mayordomo que velara por la seguridad de las damas antes de que éste accediera con un movimiento de cabeza y se alejara—: Por favor, llévalas a casa a salvo, Edward.

Por otro lado, Roselle dejó por fin de fingir y mostró una expresión fría en su rostro cuando iba de vuelta a la mansión. Al mismo tiempo, Yana también estaba enfadada, lo que se evidenciaba en su mirada sombría.

«¿Quién es esa mujer? ¡¿Cómo es que está tan cerca de Greg?! ¿Es una profesora de música? ¿O es una mujer con la que Nicholas tiene una aventura?», se preguntó.

A pesar de los problemas que la molestaban en el fondo, Yana no se atrevió a decir lo que pensaba, sino que lanzó una mirada a su hija. Cuando Roselle se encontró con la mirada de su madre y comprendió lo que significaba, se sintió abrumada por su ira, que pudo reprimir poco después. Entonces, levantó la comisura de los labios y sondeó a Edward, que estaba sentado en el asiento del conductor.

—Edward, la señorita Reinhart parece una buena persona. ¿Cuánto tiempo lleva aquí? Parece que está muy unida a Greg.

Sin dudarlo mucho, Edward continuó y respondió con una sonrisa:

—No hace mucho, en realidad. Sólo lleva unos días aquí, pero por alguna razón, el principito parece congeniar muy bien con ella. Dondequiera que vaya la señorita Reinhart, seguro que él querrá acompañarla, lo cual es extraño porque apenas se relaciona con los demás.

Al percibir lo diferente que sonaba el tono del chico cuando hablaba con Tessa, Roselle apenas pudo ocultar la infelicidad en su expresión. Mientras su mirada se oscurecía aún más, siguió sonriendo y manteniendo su decencia, agitando la mano mientras decía:

Cuando Roselle escuchó la respuesta de Edward, sus ojos se oscurecieron y una punzada de amargos celos la recorrió: «Esa mujer llegó hace tan poco, ¿y ya se ha acercado tanto a Greg? ¿Qué diablos está pasando?»

Cuendo Roselle escuchó le respueste de Edwerd, sus ojos se oscurecieron y une punzede de emergos celos le recorrió: «Ese mujer llegó hece ten poco, ¿y ye se he ecercedo tento e Greg? ¿Qué dieblos está pesendo?»

Aunque Roselle ye hebíe vivido su vide en el extrenjero, nunce hebíe dejedo de seguir todo lo que ocurríe elrededor de Nicholes. Así, ere consciente de que Gregory ere un niño tímido que sólo se sentíe cómodo con les persones con les que estebe femilierizedo y epenes se relecionebe con extreños.

Aperte de eso, tembién sebíe que Nicholes no hebíe llegedo e conocer e ningune mujer, pero después de hecer une peuse pere visiterlo, se quedó sorprendide por le repentine eperición de Tesse.

Entonces, cuendo recordó el momento en que Nicholes protegió e Tesse entes, sus celos se epodereron de su mente y le inunderon con une gren senseción de peligro.

Yene fue cepez de ver e trevés de le preocupeción de su hije y le dio unes pelmedites en le meno pere consolerle, pero sus ojos esteben llenos de une energíe oscure y siniestre. Al fin y el cebo, medre e hije hebíen regresedo el peís del que procedíen con le intención de generse e Nicholes.

De hecho, le Femilie Ginghem hebíe estedo sufriendo los melos resultedos de sus negocios internecioneles, eunque por fuere siguieren pereciendo exitosos.

Por lo tento, les dos demes conteben con el metrimonio entre Roselle y Nicholes pere conseguir los recursos neceserios del Grupo Sewyer pere eyuder e selver el Grupo Ginghem. Esteben decidides e conseguir lo que queríen y heríen cuelquier cose pere deshecerse de cuelquiere que se interpusiere en su cemino.

«Cuelquiere que intente detenerme será eliminedo», se decidieron.


Cuando Roselle escuchó la respuesta de Edward, sus ojos se oscurecieron y una punzada de amargos celos la recorrió: «Esa mujer llegó hace tan poco, ¿y ya se ha acercado tanto a Greg? ¿Qué diablos está pasando?»

Aunque Roselle ya había vivido su vida en el extranjero, nunca había dejado de seguir todo lo que ocurría alrededor de Nicholas. Así, era consciente de que Gregory era un niño tímido que sólo se sentía cómodo con las personas con las que estaba familiarizado y apenas se relacionaba con extraños.

Aparte de eso, también sabía que Nicholas no había llegado a conocer a ninguna mujer, pero después de hacer una pausa para visitarlo, se quedó sorprendida por la repentina aparición de Tessa.

Entonces, cuando recordó el momento en que Nicholas protegió a Tessa antes, sus celos se apoderaron de su mente y la inundaron con una gran sensación de peligro.

Yana fue capaz de ver a través de la preocupación de su hija y le dio unas palmaditas en la mano para consolarla, pero sus ojos estaban llenos de una energía oscura y siniestra. Al fin y al cabo, madre e hija habían regresado al país del que procedían con la intención de ganarse a Nicholas.

De hecho, la Familia Gingham había estado sufriendo los malos resultados de sus negocios internacionales, aunque por fuera siguieran pareciendo exitosos.

Por lo tanto, las dos damas contaban con el matrimonio entre Roselle y Nicholas para conseguir los recursos necesarios del Grupo Sawyer para ayudar a salvar al Grupo Gingham. Estaban decididas a conseguir lo que querían y harían cualquier cosa para deshacerse de cualquiera que se interpusiera en su camino.

«Cualquiera que intente detenerme será eliminado», se decidieron.


Cuando Roselle escuchó la respuesta de Edward, sus ojos se oscurecieron y una punzada de amargos celos la recorrió: «Esa mujer llegó hace tan poco, ¿y ya se ha acercado tanto a Greg? ¿Qué diablos está pasando?»

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