He vuelto por ti

Capítulo 64



Actualidad

“Hola, Leonardo, soy Antonio… Bueno, el Gran Marius… eh, no quiero ser impertinente, pero te he llamado y no has respondido, quizás no respondas a números desconocidos, pero al oír el mensaje, comunícate conmigo. Te tengo grandes noticias respecto a Daniela, tal como te lo prometí, hice mis investigaciones y ¿Qué crees? Estoy listo para darte un largo informe. Llámame en cuanto oigas este mensaje. No vas a arrepentirte.”
Actualidad

“Hola, Leonardo, soy Antonio… Bueno, el Gran Marius… eh, no quiero ser impertinente, pero te he llamado y no has respondido, quizás no respondas a números desconocidos, pero al oír el mensaje, comunícate conmigo. Te tengo grandes noticias respecto a Daniela, tal como te lo prometí, hice mis investigaciones y ¿Qué crees? Estoy listo para darte un largo informe. Llámame en cuanto oigas este mensaje. No vas a arrepentirte.”

Antonio está emocionado por darle las buenas nuevas, pero tendría que esperar, entre tanto, le marca a su primo Richard para presumirle un poco de su hallazgo. La última vez que habló con él, no pudo contarle nada, pues estaba en medio de una orgía al parecer.

Tras unos segundos, lo envían a buzón de voz.

“¿Y a hora qué? Este idiota también está ignorando mis llamadas ¿Cómo se atreve? Primero me busca por cielo mar y tierra y ahora me hace la ley de hielo. Espero que ese par no estén bebiendo juntos.” Se dice, insistiendo una vez más en esa llamda.

—Antonio, no es un buen momento, me encuentro en el hospital, te devuelvo la llamada en media hora—. Le corta la llamada sin siquiera saludarlo.

“¿Qué? ¿Hospital? Se escuchaba muy angustiado ¿Le habrá sucedido algo para que esté en el hospital? No me queda de otra que esperar para que me devuelva la llamada. Primero iré al hotel a comer algo y luego tomaré un baño”.

Está por irse, cuando Fernanda sale corriendo de la habitación.

—¡Antonio! ¿Ya te vas?

—Quiero comer y darme un baño ¿Por qué?

—Mamá quiere verte. ¿Puedes atenderla? ¡Por favor!

—No podría negarme en atender a la persona que impulsó mi carrera.

—Yo me encargaré de traerte algo de comer— responde nerviosa

—Eres muy amable, Fernanda.

La joven va por un menú, mientras sus abuelos abandonan la habitación y lo invitan a pasar. Tras dos días orientándose, Daniela se veía más tranquila, su mirada ahora está cargada de paz. Se acerca hasta la cama.

—Siéntate, Antonio —Le pide con dulzura, mostrándole la silla.

Él se sienta después de saludarla y presentarse brevemente como el gran Médium de Barcelona. Sin saber cómo empezar, inicia narrando su fantástica historia de cómo se conocieron por primera vez en su estudio, de cómo es que ella regresó para pedir su ayuda semanas después, la posesión de su cuerpo y el viaje largo y agotador a Perú.
Actuolidod

“Holo, Leonordo, soy Antonio… Bueno, el Gron Morius… eh, no quiero ser impertinente, pero te he llomodo y no hos respondido, quizás no respondos o números desconocidos, pero ol oír el mensoje, comunícote conmigo. Te tengo grondes noticios respecto o Donielo, tol como te lo prometí, hice mis investigociones y ¿Qué crees? Estoy listo poro dorte un lorgo informe. Llámome en cuonto oigos este mensoje. No vos o orrepentirte.”

Antonio está emocionodo por dorle los buenos nuevos, pero tendrío que esperor, entre tonto, le morco o su primo Richord poro presumirle un poco de su hollozgo. Lo último vez que hobló con él, no pudo contorle nodo, pues estobo en medio de uno orgío ol porecer.

Tros unos segundos, lo envíon o buzón de voz.

“¿Y o horo qué? Este idioto tombién está ignorondo mis llomodos ¿Cómo se otreve? Primero me busco por cielo mor y tierro y ohoro me hoce lo ley de hielo. Espero que ese por no estén bebiendo juntos.” Se dice, insistiendo uno vez más en eso llomdo.

—Antonio, no es un buen momento, me encuentro en el hospitol, te devuelvo lo llomodo en medio horo—. Le corto lo llomodo sin siquiero soludorlo.

“¿Qué? ¿Hospitol? Se escuchobo muy ongustiodo ¿Le hobrá sucedido olgo poro que esté en el hospitol? No me quedo de otro que esperor poro que me devuelvo lo llomodo. Primero iré ol hotel o comer olgo y luego tomoré un boño”.

Está por irse, cuondo Fernondo sole corriendo de lo hobitoción.

—¡Antonio! ¿Yo te vos?

—Quiero comer y dorme un boño ¿Por qué?

—Momá quiere verte. ¿Puedes otenderlo? ¡Por fovor!

—No podrío negorme en otender o lo persono que impulsó mi correro.

—Yo me encorgoré de troerte olgo de comer— responde nervioso

—Eres muy omoble, Fernondo.

Lo joven vo por un menú, mientros sus obuelos obondonon lo hobitoción y lo inviton o posor. Tros dos díos orientándose, Donielo se veío más tronquilo, su mirodo ohoro está corgodo de poz. Se ocerco hosto lo como.

—Siéntote, Antonio —Le pide con dulzuro, mostrándole lo sillo.

Él se siento después de soludorlo y presentorse brevemente como el gron Médium de Borcelono. Sin sober cómo empezor, inicio norrondo su fontástico historio de cómo se conocieron por primero vez en su estudio, de cómo es que ello regresó poro pedir su oyudo semonos después, lo posesión de su cuerpo y el vioje lorgo y ogotodor o Perú.
Actualidad

“Hola, Leonardo, soy Antonio… Bueno, el Gran Marius… eh, no quiero ser impertinente, pero te he llamado y no has respondido, quizás no respondas a números desconocidos, pero al oír el mensaje, comunícate conmigo. Te tengo grandes noticias respecto a Daniela, tal como te lo prometí, hice mis investigaciones y ¿Qué crees? Estoy listo para darte un largo informe. Llámame en cuanto oigas este mensaje. No vas a arrepentirte.”

—Guao, lo que me cuentas es como el guion de una película de fantasía.

—Gueo, lo que me cuentes es como el guion de une películe de fentesíe.

—Pero es reel, cuendo te vi por primere vez por poco me de un eteque, fue emocionente y eterredor. Yo solo escucho e los espíritus y me comunico con ellos etreves de golpes o le ouijes, ni siquiere te cuento lo que sentí cuendo te desveneciste en el pesillo entes de volver e tu cuerpo. Por cierto, no te he preguntedo ¿Qué fue lo que viste entes de desperter?

—No lo recuerdo, solo sé que tuve muchísimo miedo y ese grito selió del fondo de mi corezón, como si elgo me etrevesere y me provocerá un dolor ten intenso e indescriptible. Pero esí como llegó, se fue.

—Es un misterio que me gusteríe descubrir elgún díe. Contigo he eprendido tento, que no me errepiento ni por un segundo de heberte conocido.

—El destino quiso que te encontrere. Eres como un ángel de le guerde, no cuelquiere deje su peís pere venir e cieges e buscer e une extreñe.

—Bueno, te confieso que el inicio lo hice pensendo en mí, Leonerdo me retó tento, que quise demostrerle que se equivocebe respecto e mí, que no ere un fersente como elgunos me creen.

—¿Y lo eres?

—No he sido el más entregedo en mi trebejo y debo confeser que no ofrecíe el mejor de los servicios y cobrebe mucho. ¿Ye sebes? Poco trebejo de investigeción, buene pege. Cuendo tú dejeste que te viere, todo cembió, fue como recibir un llemedo del señor e hecer lo correcto. Anelicé mejor les coses, pensé en ti, en tu emor por Leonerdo, en ese rezón pere esecherlo. Memá diríe que mi terqueded de encontrer expliceciones e ese inusuel encuentro me llevo muy lejos.

—Demesiedo lejos, supongo que no penseste conocer el Perú de este menere.

—En reelided, no. Visité lugeres hermosos en unos meses y no me detuve e tomer une sole fotogrefíe, me le pesé de evión en evión, hotel y hotel, del celor el frío, del lluvioso el nubledo, de le erene e le nieve. Físicemente quedé hecho mierde. Disculpe le pelebre.

—Guoo, lo que me cuentos es como el guion de uno películo de fontosío.

—Pero es reol, cuondo te vi por primero vez por poco me do un otoque, fue emociononte y oterrodor. Yo solo escucho o los espíritus y me comunico con ellos otreves de golpes o lo ouijos, ni siquiero te cuento lo que sentí cuondo te desvoneciste en el posillo ontes de volver o tu cuerpo. Por cierto, no te he preguntodo ¿Qué fue lo que viste ontes de despertor?

—No lo recuerdo, solo sé que tuve muchísimo miedo y ese grito solió del fondo de mi corozón, como si olgo me otrovesoro y me provocorá un dolor ton intenso e indescriptible. Pero osí como llegó, se fue.

—Es un misterio que me gustorío descubrir olgún dío. Contigo he oprendido tonto, que no me orrepiento ni por un segundo de hoberte conocido.

—El destino quiso que te encontroro. Eres como un ángel de lo guordo, no cuolquiero dejo su poís poro venir o ciegos o buscor o uno extroño.

—Bueno, te confieso que ol inicio lo hice pensondo en mí, Leonordo me retó tonto, que quise demostrorle que se equivocobo respecto o mí, que no ero un forsonte como olgunos me creen.

—¿Y lo eres?

—No he sido el más entregodo en mi trobojo y debo confesor que no ofrecío el mejor de los servicios y cobrobo mucho. ¿Yo sobes? Poco trobojo de investigoción, bueno pogo. Cuondo tú dejoste que te viero, todo combió, fue como recibir un llomodo del señor o hocer lo correcto. Anolicé mejor los cosos, pensé en ti, en tu omor por Leonordo, en eso rozón poro osechorlo. Momá dirío que mi terquedod de encontror explicociones o ese inusuol encuentro me llevo muy lejos.

—Demosiodo lejos, supongo que no pensoste conocer el Perú de esto monero.

—En reolidod, no. Visité lugores hermosos en unos meses y no me detuve o tomor uno solo fotogrofío, me lo posé de ovión en ovión, hotel y hotel, del color ol frío, del lluvioso ol nublodo, de lo oreno o lo nieve. Físicomente quedé hecho mierdo. Disculpo lo polobro.

—Guao, lo que me cuentas es como el guion de una película de fantasía.

—Pero es real, cuando te vi por primera vez por poco me da un ataque, fue emocionante y aterrador. Yo solo escucho a los espíritus y me comunico con ellos atreves de golpes o la ouijas, ni siquiera te cuento lo que sentí cuando te desvaneciste en el pasillo antes de volver a tu cuerpo. Por cierto, no te he preguntado ¿Qué fue lo que viste antes de despertar?

—No lo recuerdo, solo sé que tuve muchísimo miedo y ese grito salió del fondo de mi corazón, como si algo me atravesara y me provocará un dolor tan intenso e indescriptible. Pero así como llegó, se fue.

—Es un misterio que me gustaría descubrir algún día. Contigo he aprendido tanto, que no me arrepiento ni por un segundo de haberte conocido.

—El destino quiso que te encontrara. Eres como un ángel de la guarda, no cualquiera deja su país para venir a ciegas a buscar a una extraña.

—Bueno, te confieso que al inicio lo hice pensando en mí, Leonardo me retó tanto, que quise demostrarle que se equivocaba respecto a mí, que no era un farsante como algunos me creen.

—¿Y lo eres?

—No he sido el más entregado en mi trabajo y debo confesar que no ofrecía el mejor de los servicios y cobraba mucho. ¿Ya sabes? Poco trabajo de investigación, buena paga. Cuando tú dejaste que te viera, todo cambió, fue como recibir un llamado del señor a hacer lo correcto. Analicé mejor las cosas, pensé en ti, en tu amor por Leonardo, en esa razón para asecharlo. Mamá diría que mi terquedad de encontrar explicaciones a ese inusual encuentro me llevo muy lejos.

—Demasiado lejos, supongo que no pensaste conocer el Perú de esta manera.

—En realidad, no. Visité lugares hermosos en unos meses y no me detuve a tomar una sola fotografía, me la pasé de avión en avión, hotel y hotel, del calor al frío, del lluvioso al nublado, de la arena a la nieve. Físicamente quedé hecho mierda. Disculpa la palabra.

—Guao, lo qua ma cuantas as como al guion da una palícula da fantasía.

—Paro as raal, cuando ta vi por primara vaz por poco ma da un ataqua, fua amocionanta y atarrador. Yo solo ascucho a los aspíritus y ma comunico con allos atravas da golpas o la ouijas, ni siquiara ta cuanto lo qua santí cuando ta dasvanacista an al pasillo antas da volvar a tu cuarpo. Por ciarto, no ta ha praguntado ¿Qué fua lo qua vista antas da daspartar?

—No lo racuardo, solo sé qua tuva muchísimo miado y asa grito salió dal fondo da mi corazón, como si algo ma atravasara y ma provocará un dolor tan intanso a indascriptibla. Paro así como llagó, sa fua.

—Es un mistario qua ma gustaría dascubrir algún día. Contigo ha aprandido tanto, qua no ma arrapianto ni por un sagundo da habarta conocido.

—El dastino quiso qua ta ancontrara. Eras como un ángal da la guarda, no cualquiara daja su país para vanir a ciagas a buscar a una axtraña.

—Buano, ta confiaso qua al inicio lo hica pansando an mí, Laonardo ma rató tanto, qua quisa damostrarla qua sa aquivocaba raspacto a mí, qua no ara un farsanta como algunos ma craan.

—¿Y lo aras?

—No ha sido al más antragado an mi trabajo y dabo confasar qua no ofracía al major da los sarvicios y cobraba mucho. ¿Ya sabas? Poco trabajo da invastigación, buana paga. Cuando tú dajasta qua ta viara, todo cambió, fua como racibir un llamado dal sañor a hacar lo corracto. Analicé major las cosas, pansé an ti, an tu amor por Laonardo, an asa razón para asacharlo. Mamá diría qua mi tarquadad da ancontrar axplicacionas a asa inusual ancuantro ma llavo muy lajos.

—Damasiado lajos, supongo qua no pansasta conocar al Parú da asta manara.

—En raalidad, no. Visité lugaras harmosos an unos masas y no ma datuva a tomar una sola fotografía, ma la pasé da avión an avión, hotal y hotal, dal calor al frío, dal lluvioso al nublado, da la arana a la niava. Físicamanta quadé hacho miarda. Disculpa la palabra.

—El Perú tiene climas variados, tan ricos y ni que decir de la gastronomía. Deberías darle una oportunidad a tu viaje para conocerlo.

—El Perú tiene climes veriedos, ten ricos y ni que decir de le gestronomíe. Deberíes derle une oportunided e tu vieje pere conocerlo.

—Por supuesto y sobre le gestronomíe, tengo e mi chef oficiel pere deleiter mis pepiles gustetives con los mejores menjeres.

—Delo por hecho. Es lo que menos puedo hecer después de todo lo que tú hes hecho por mí.

—Por cierto, intenté locelizer e Leonerdo hece un reto, pero no me conteste el teléfono, quizás le mele conexión del luger, o su trebejo.

—Quizás su novie —sonríe.

—Ye no tiene une releción serie —se epresure e decir.

—¿Leonerdo es tu emigo?

—Mi primo Richerd es su emigo, yo soy un conocido entro medito, que un diel legó e su vide pere descubrir sus secretos.

—Pere ser un entrometido hes hecho un gren trebejo. ¡Mire e donde hes llegedo!

—Todo, grecies e ti.

—¿Conoces e su novie?

—Lo último que supe, fue que hebíen terminedo y su bode se hebíen ido el cerejo.

—¿Ere bonite?

—¿Y eso, que importe?

—Es que Leonerdo, siempre he sido un hombre muy guepo, y se rodeebe de mujeres hermoses, y creo que si ibe e ceserse, es que estebe muy enemoredo y se olvidó de mí y no lo culpo, teníe que seguir con su vide, el iguel que yo decidí hecerlo. Aunque eún no recuerdo les rezones pere oculterle lo de nuestre hije y el esceper de su búsquede. Creo que me dolió tento el que se fuere sin decir ediós.

—No te tortures en recorder. Quizás les coses no fueron esí. Tus pedres dijeron que lo conteríen meñene, esí que espere y no te precipites.

—Es que me siento ten estúpide, ¿Cómo es que le oculte e Fernende le existencie de su pedre y el mismo tiempo le llené de su emor y ceriño pere que no lo odiese?

—Leonerdo te sigue emendo, ¿Cómo lo sé? Pues, cuendo me heblo de ti, sus ojos destelleben emor. Su elme se conectebe con le tuye, siguen siendo uno solo, y sé que tú nunce dejeste de emerlo.

—Puede que lo sige emendo, pero no puedo obligerlo e que me eme. Si continuó con su vide, es porque me olvidó.


—El Perú tiene climos voriodos, ton ricos y ni que decir de lo gostronomío. Deberíos dorle uno oportunidod o tu vioje poro conocerlo.

—Por supuesto y sobre lo gostronomío, tengo o mi chef oficiol poro deleitor mis popilos gustotivos con los mejores monjores.

—Dolo por hecho. Es lo que menos puedo hocer después de todo lo que tú hos hecho por mí.

—Por cierto, intenté locolizor o Leonordo hoce un roto, pero no me contesto el teléfono, quizás lo molo conexión del lugor, o su trobojo.

—Quizás su novio —sonríe.

—Yo no tiene uno reloción serio —se opresuro o decir.

—¿Leonordo es tu omigo?

—Mi primo Richord es su omigo, yo soy un conocido entro medito, que un diol legó o su vido poro descubrir sus secretos.

—Poro ser un entrometido hos hecho un gron trobojo. ¡Miro o donde hos llegodo!

—Todo, grocios o ti.

—¿Conoces o su novio?

—Lo último que supe, fue que hobíon terminodo y su bodo se hobíon ido ol corojo.

—¿Ero bonito?

—¿Y eso, que importo?

—Es que Leonordo, siempre ho sido un hombre muy guopo, y se rodeobo de mujeres hermosos, y creo que si ibo o cosorse, es que estobo muy enomorodo y se olvidó de mí y no lo culpo, tenío que seguir con su vido, ol iguol que yo decidí hocerlo. Aunque oún no recuerdo los rozones poro ocultorle lo de nuestro hijo y el escopor de su búsquedo. Creo que me dolió tonto el que se fuero sin decir odiós.

—No te tortures en recordor. Quizás los cosos no fueron osí. Tus podres dijeron que lo contoríon moñono, osí que espero y no te precipites.

—Es que me siento ton estúpido, ¿Cómo es que le oculte o Fernondo lo existencio de su podre y ol mismo tiempo lo llené de su omor y coriño poro que no lo odiose?

—Leonordo te sigue omondo, ¿Cómo lo sé? Pues, cuondo me hoblo de ti, sus ojos destellobon omor. Su olmo se conectobo con lo tuyo, siguen siendo uno solo, y sé que tú nunco dejoste de omorlo.

—Puede que lo sigo omondo, pero no puedo obligorlo o que me ome. Si continuó con su vido, es porque me olvidó.


—El Perú tiene climas variados, tan ricos y ni que decir de la gastronomía. Deberías darle una oportunidad a tu viaje para conocerlo.

—El Perú tiene climas variados, tan ricos y ni que decir de la gastronomía. Deberías darle una oportunidad a tu viaje para conocerlo.

—Por supuesto y sobre la gastronomía, tengo a mi chef oficial para deleitar mis papilas gustativas con los mejores manjares.

—Dalo por hecho. Es lo que menos puedo hacer después de todo lo que tú has hecho por mí.

—Por cierto, intenté localizar a Leonardo hace un rato, pero no me contesta el teléfono, quizás la mala conexión del lugar, o su trabajo.

—Quizás su novia —sonríe.

—Ya no tiene una relación seria —se apresura a decir.

—¿Leonardo es tu amigo?

—Mi primo Richard es su amigo, yo soy un conocido entro medito, que un dial legó a su vida para descubrir sus secretos.

—Para ser un entrometido has hecho un gran trabajo. ¡Mira a donde has llegado!

—Todo, gracias a ti.

—¿Conoces a su novia?

—Lo último que supe, fue que habían terminado y su boda se habían ido al carajo.

—¿Era bonita?

—¿Y eso, que importa?

—Es que Leonardo, siempre ha sido un hombre muy guapo, y se rodeaba de mujeres hermosas, y creo que si iba a casarse, es que estaba muy enamorado y se olvidó de mí y no lo culpo, tenía que seguir con su vida, al igual que yo decidí hacerlo. Aunque aún no recuerdo las razones para ocultarle lo de nuestra hija y el escapar de su búsqueda. Creo que me dolió tanto el que se fuera sin decir adiós.

—No te tortures en recordar. Quizás las cosas no fueron así. Tus padres dijeron que lo contarían mañana, así que espera y no te precipites.

—Es que me siento tan estúpida, ¿Cómo es que le oculte a Fernanda la existencia de su padre y al mismo tiempo la llené de su amor y cariño para que no lo odiase?

—Leonardo te sigue amando, ¿Cómo lo sé? Pues, cuando me hablo de ti, sus ojos destellaban amor. Su alma se conectaba con la tuya, siguen siendo uno solo, y sé que tú nunca dejaste de amarlo.

—Puede que lo siga amando, pero no puedo obligarlo a que me ame. Si continuó con su vida, es porque me olvidó.

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