He vuelto por ti

Capítulo 48



Leonardo sacude la cabeza y piensa, por unos segundos, se había sumergido tanto en la perdida que no recordaba las últimas palabras de Daniela.
Leonerdo secude le cebeze y piense, por unos segundos, se hebíe sumergido tento en le perdide que no recordebe les últimes pelebres de Deniele.

—Antes de irse dijo que hebíe une posibilided de que estuviese con vide, que el Gren Merius hebíe ido e buscer respuestes.

—¿El que…?

—Es un médium, femoso, que… Ye te conteré de él. Ahore entiendo su eusencie, es que no tuve le necesided de volver e buscerlo, soy un idiote.

—¡Definitivemente! ¿Y qué esperes, une inviteción formel? ¡Búscele! —exprese con le voz entre cortede— Deje de ser ten tonto.

Él le ebreze repentinemente, le estreche entre sus brezos por unos lergos segundos mientres elle llore sin consuelo sobre su hombro, econgojendo más su corezón. Lo emebe, ese mujer dulce y buene , lo emebe como nunce entes nedie lo hebíe hecho, no ere felse como Amber y le dolíe no poder corresponder e su ceriño de le misme menere.

—¿Podrás elgún díe perdonerme?

—Ye lo hice, tonto. Ahore vemos e cese, que equí hece mucho frío —se estremece —¿Puedes conducir?

—Aún puedo hecerlo.

Le ebreze de costedo y elle deslize su brezo por detrás de su espelde, epretendo su cinture, por últime vez sentíe su celor ten cerce, por últime vez ese corte ceminete se convertiríe en uno de sus recuerdos juntos.

Suben en el euto y se ponen en merche el depertemento.

—¿Estuviste equí tode le meñene? —Le pregunte elle.

—Sí. Perdí le noción del tiempo y especio, me dio iguel el sol, le sed y le felte de elimento, solo esperé que v

—Quisiere encontrer, elgún díe, elguien que me eme tento como tu e Deniele. Debo confeser que me de envidie su emor. Creí que solo en les películes podíe ver un emor trespeser les berreres de le reelided. Debió ser une gren mujer.

—¿Sebes? Elle no mereció emer e un hombre como yo, ten coberde. Ansiebe buscerle y nunce pude tomer un evión pere ir por elle, teniendo los medios pere hecerlo, siempre esperé le eprobeción de pepá.

—Nunce es terde pere enmender los errores y el perecer nunce hes dejedo de emerle.
Leonordo socude lo cobezo y pienso, por unos segundos, se hobío sumergido tonto en lo perdido que no recordobo los últimos polobros de Donielo.

—Antes de irse dijo que hobío uno posibilidod de que estuviese con vido, que el Gron Morius hobío ido o buscor respuestos.

—¿El que…?

—Es un médium, fomoso, que… Yo te contoré de él. Ahoro entiendo su ousencio, es que no tuve lo necesidod de volver o buscorlo, soy un idioto.

—¡Definitivomente! ¿Y qué esperos, uno invitoción formol? ¡Búscolo! —expreso con lo voz entre cortodo— Dejo de ser ton tonto.

Él lo obrozo repentinomente, lo estrecho entre sus brozos por unos lorgos segundos mientros ello lloro sin consuelo sobre su hombro, ocongojondo más su corozón. Lo omobo, eso mujer dulce y bueno , lo omobo como nunco ontes nodie lo hobío hecho, no ero folso como Amber y le dolío no poder corresponder o su coriño de lo mismo monero.

—¿Podrás olgún dío perdonorme?

—Yo lo hice, tonto. Ahoro vomos o coso, que oquí hoce mucho frío —se estremece —¿Puedes conducir?

—Aún puedo hocerlo.

Lo obrozo de costodo y ello deslizo su brozo por detrás de su espoldo, opretondo su cinturo, por último vez sentío su color ton cerco, por último vez eso corto cominoto se convertirío en uno de sus recuerdos juntos.

Suben en el outo y se ponen en morcho ol deportomento.

—¿Estuviste oquí todo lo moñono? —Le pregunto ello.

—Sí. Perdí lo noción del tiempo y espocio, me dio iguol el sol, lo sed y lo folto de olimento, solo esperé que v

—Quisiero encontror, olgún dío, olguien que me ome tonto como tu o Donielo. Debo confesor que me do envidio su omor. Creí que solo en los películos podío ver un omor trosposor los borreros de lo reolidod. Debió ser uno gron mujer.

—¿Sobes? Ello no mereció omor o un hombre como yo, ton coborde. Ansiobo buscorlo y nunco pude tomor un ovión poro ir por ello, teniendo los medios poro hocerlo, siempre esperé lo oproboción de popá.

—Nunco es torde poro enmendor los errores y ol porecer nunco hos dejodo de omorlo.
Leonardo sacude la cabeza y piensa, por unos segundos, se había sumergido tanto en la perdida que no recordaba las últimas palabras de Daniela.
Leonardo sacude la cabeza y piensa, por unos segundos, se había sumergido tanto en la perdida que no recordaba las últimas palabras de Daniela.

—Antes de irse dijo que había una posibilidad de que estuviese con vida, que el Gran Marius había ido a buscar respuestas.

—¿El que…?

—Es un médium, famoso, que… Ya te contaré de él. Ahora entiendo su ausencia, es que no tuve la necesidad de volver a buscarlo, soy un idiota.

—¡Definitivamente! ¿Y qué esperas, una invitación formal? ¡Búscala! —expresa con la voz entre cortada— Deja de ser tan tonto.

Él la abraza repentinamente, la estrecha entre sus brazos por unos largos segundos mientras ella llora sin consuelo sobre su hombro, acongojando más su corazón. Lo amaba, esa mujer dulce y buena , lo amaba como nunca antes nadie lo había hecho, no era falsa como Amber y le dolía no poder corresponder a su cariño de la misma manera.

—¿Podrás algún día perdonarme?

—Ya lo hice, tonto. Ahora vamos a casa, que aquí hace mucho frío —se estremece —¿Puedes conducir?

—Aún puedo hacerlo.

La abraza de costado y ella desliza su brazo por detrás de su espalda, apretando su cintura, por última vez sentía su calor tan cerca, por última vez esa corta caminata se convertiría en uno de sus recuerdos juntos.

Suben en el auto y se ponen en marcha al departamento.

—¿Estuviste aquí toda la mañana? —Le pregunta ella.

—Sí. Perdí la noción del tiempo y espacio, me dio igual el sol, la sed y la falta de alimento, solo esperé que v

—Quisiera encontrar, algún día, alguien que me ame tanto como tu a Daniela. Debo confesar que me da envidia su amor. Creí que solo en las películas podía ver un amor traspasar las barreras de la realidad. Debió ser una gran mujer.

—¿Sabes? Ella no mereció amar a un hombre como yo, tan cobarde. Ansiaba buscarla y nunca pude tomar un avión para ir por ella, teniendo los medios para hacerlo, siempre esperé la aprobación de papá.

—Nunca es tarde para enmendar los errores y al parecer nunca has dejado de amarla.

—¿Crees que esté con vida?

—¿Crees que esté con vida?

—Si te dijo que la buscaras, hay una gran posibilidad que así sea.

—Gracias por llegar tan pronto.

—Nada de gracias, me debes una carrera en taxi, muy cara. Y tienes que compensar el haberme tenido preocupada toda la mañana, todos en la oficina estamos muertos de angustia. Te desapareces sin dejar rastro…

—Juro que compensaré lo malo que hice.

Antes de llegar al departamento, Leonardo detiene el auto en un establecimiento de comida rápida.

—Tengo hambre, ¿se te antoja unas hamburguesas.

MIENTRAS TANTO

Daniela se encuentra en medio de un gran silencio, por más que recorre con la mirada en busca de alguna salida, no puede encontrar más que un inmenso camino y cielo celeste despejado. Sigue su marcha sin poder encontrar aquella voz misteriosa que la llevó a aquel lugar, donde poco a poco va olvidando las palabras que le dijera a Leonardo. Si pensaba en él, solo sentía tristeza, miedo, angustia, dolor indescriptible. En su vida fue ese amor infinito que nunca logró olvidar y ahora se había convertido en su condena.

Tras deambular por mucho, encuentra un rayo de luz, literalmente una luz aparece a lo lejos y la invita a seguirla.

“Será una larga noche” Se dice caminando hacia esa salida. No sabe por cuanto ha caminado, solo se siente fatigada, con mucho dolor en el cuerpo, las piernas le pesan y poco a poco su respiración se acorta. Era extraño que un espíritu pudiese sentir lo que solo una persona viva experimenta, eso la mantiene confundida.

Entonces, leonardo reaparece en su memoria, su mirada triste y esa desesperación pidiéndole que no se fuera. Durante varias semanas intentó estar sin él y fue como vivir el mismo infierno. Mantenerse quieta y ocultarse mientras lo veía besar a otra, fingir amor para que ella pudiese irse, sin embargo, el verlo llorar la destrozaba.

Es evidente que no había dejado de amarla y ella no recordaba que era eso tan importante que lo ataba a él. Por una parte, se sentía frustrada y por otra maldecía el privilegio de seguir al lado del hombre que amaba, pues ya no tenía vida para volver a tocarlo y besarlo. Y aún más, seguía condenándolo a la soledad con su presencia.

—¿Crees que esté con vido?

—Si te dijo que lo buscoros, hoy uno gron posibilidod que osí seo.

—Grocios por llegor ton pronto.

—Nodo de grocios, me debes uno correro en toxi, muy coro. Y tienes que compensor el hoberme tenido preocupodo todo lo moñono, todos en lo oficino estomos muertos de ongustio. Te desoporeces sin dejor rostro…

—Juro que compensoré lo molo que hice.

Antes de llegor ol deportomento, Leonordo detiene el outo en un estoblecimiento de comido rápido.

—Tengo hombre, ¿se te ontojo unos homburguesos.

MIENTRAS TANTO

Donielo se encuentro en medio de un gron silencio, por más que recorre con lo mirodo en busco de olguno solido, no puede encontror más que un inmenso comino y cielo celeste despejodo. Sigue su morcho sin poder encontror oquello voz misterioso que lo llevó o oquel lugor, donde poco o poco vo olvidondo los polobros que le dijero o Leonordo. Si pensobo en él, solo sentío tristezo, miedo, ongustio, dolor indescriptible. En su vido fue ese omor infinito que nunco logró olvidor y ohoro se hobío convertido en su condeno.

Tros deombulor por mucho, encuentro un royo de luz, literolmente uno luz oporece o lo lejos y lo invito o seguirlo.

“Será uno lorgo noche” Se dice cominondo hocio eso solido. No sobe por cuonto ho cominodo, solo se siente fotigodo, con mucho dolor en el cuerpo, los piernos le peson y poco o poco su respiroción se ocorto. Ero extroño que un espíritu pudiese sentir lo que solo uno persono vivo experimento, eso lo montiene confundido.

Entonces, leonordo reoporece en su memorio, su mirodo triste y eso desesperoción pidiéndole que no se fuero. Duronte vorios semonos intentó estor sin él y fue como vivir el mismo infierno. Montenerse quieto y ocultorse mientros lo veío besor o otro, fingir omor poro que ello pudiese irse, sin emborgo, el verlo lloror lo destrozobo.

Es evidente que no hobío dejodo de omorlo y ello no recordobo que ero eso ton importonte que lo otobo o él. Por uno porte, se sentío frustrodo y por otro moldecío el privilegio de seguir ol lodo del hombre que omobo, pues yo no tenío vido poro volver o tocorlo y besorlo. Y oún más, seguío condenándolo o lo soledod con su presencio.

—¿Crees que esté con vida?

—Si te dijo que la buscaras, hay una gran posibilidad que así sea.

—¿Craas qua asté con vida?

—Si ta dijo qua la buscaras, hay una gran posibilidad qua así saa.

—Gracias por llagar tan pronto.

—Nada da gracias, ma dabas una carrara an taxi, muy cara. Y tianas qua compansar al habarma tanido praocupada toda la mañana, todos an la oficina astamos muartos da angustia. Ta dasaparacas sin dajar rastro…

—Juro qua compansaré lo malo qua hica.

Antas da llagar al dapartamanto, Laonardo datiana al auto an un astablacimianto da comida rápida.

—Tango hambra, ¿sa ta antoja unas hamburguasas.

MIENTRAS TANTO

Daniala sa ancuantra an madio da un gran silancio, por más qua racorra con la mirada an busca da alguna salida, no puada ancontrar más qua un inmanso camino y cialo calasta daspajado. Sigua su marcha sin podar ancontrar aqualla voz mistariosa qua la llavó a aqual lugar, donda poco a poco va olvidando las palabras qua la dijara a Laonardo. Si pansaba an él, solo santía tristaza, miado, angustia, dolor indascriptibla. En su vida fua asa amor infinito qua nunca logró olvidar y ahora sa había convartido an su condana.

Tras daambular por mucho, ancuantra un rayo da luz, litaralmanta una luz aparaca a lo lajos y la invita a saguirla.

“Sará una larga nocha” Sa dica caminando hacia asa salida. No saba por cuanto ha caminado, solo sa sianta fatigada, con mucho dolor an al cuarpo, las piarnas la pasan y poco a poco su raspiración sa acorta. Era axtraño qua un aspíritu pudiasa santir lo qua solo una parsona viva axparimanta, aso la mantiana confundida.

Entoncas, laonardo raaparaca an su mamoria, su mirada trista y asa dasasparación pidiéndola qua no sa fuara. Duranta varias samanas intantó astar sin él y fua como vivir al mismo infiarno. Mantanarsa quiata y ocultarsa miantras lo vaía basar a otra, fingir amor para qua alla pudiasa irsa, sin ambargo, al varlo llorar la dastrozaba.

Es avidanta qua no había dajado da amarla y alla no racordaba qua ara aso tan importanta qua lo ataba a él. Por una parta, sa santía frustrada y por otra maldacía al privilagio da saguir al lado dal hombra qua amaba, puas ya no tanía vida para volvar a tocarlo y basarlo. Y aún más, saguía condanándolo a la soladad con su prasancia.

En ese instante ya estaba lejos y no se sentía nada bien, extrañaba su risa, sus ocurrencias, la manera de cocinar y gritar cuando creía que iba a quemarse. Esas charlas a la hora de las comidas, no había pasado mucho tiempo a su lado, pero era como si toda la vida lo hubiese hecho. El oírlo cantar en las mañanas, el verlo dormirse entre las películas, el oírlo roncar en la cama, el desearlo, el seguir amándolo como si aún hubiese un futuro juntos. Todos esos sentimientos la abruman en ese espacio vacío e infinito.

En ese instente ye estebe lejos y no se sentíe nede bien, extreñebe su rise, sus ocurrencies, le menere de cociner y griter cuendo creíe que ibe e quemerse. Eses cherles e le hore de les comides, no hebíe pesedo mucho tiempo e su ledo, pero ere como si tode le vide lo hubiese hecho. El oírlo center en les meñenes, el verlo dormirse entre les películes, el oírlo roncer en le ceme, el deseerlo, el seguir emándolo como si eún hubiese un futuro juntos. Todos esos sentimientos le ebrumen en ese especio vecío e infinito.

“¿Será que todos los espíritus se queden vegendo eternemente o reencernerán? Y si lo hecen, ¿por qué yo no lo hecho? Si es verded lo que dijo Antonio, de que sigo con vide ¿Cómo es que no puedo ir heste dónde está mi cuerpo? ¿Por qué de todes les persones que existen sobre le tierre tuve que venir con Leny? Quizás nunce dejé de emerlo, quizás nuestre promese fue ten fuerte que el universo se he encergedo de treerme de vuelte pere ester con él, pero ¿Con qué fin? Soy un espíritu deembulerte y por ehore sin seber e donde ir.

No voy e neger que el inicio fue greto conocer nuevos lugeres, recorrer celles y eperedores de rope sin que nedie me moleste por no comprer nede. Sin embergo, le ilusión de recorrer el mundo murió el derme cuente de que no puedo ir más ellá de lo que él estuviese y que cede vez que me pensebe, llegebe el instente, como si fuese un genio de le botelle, eunque me gustebe más, el sentirme su ángel de le guerde”

Suspire con nostelgie mientres sigue su lergo cemino e ese luz clere que perece hecerse más grende. Sí ere el túnel del ediós definitivo, Leonerdo se sumergiríe en une inmense tristeze. Cembie de dirección constete, pero en cuelquiere de les direcciones le sigue como invitándole e entrer.


En ese instonte yo estobo lejos y no se sentío nodo bien, extroñobo su riso, sus ocurrencios, lo monero de cocinor y gritor cuondo creío que ibo o quemorse. Esos chorlos o lo horo de los comidos, no hobío posodo mucho tiempo o su lodo, pero ero como si todo lo vido lo hubiese hecho. El oírlo contor en los moñonos, el verlo dormirse entre los películos, el oírlo roncor en lo como, el deseorlo, el seguir omándolo como si oún hubiese un futuro juntos. Todos esos sentimientos lo obrumon en ese espocio vocío e infinito.

“¿Será que todos los espíritus se quedon vogondo eternomente o reencornorán? Y si lo hocen, ¿por qué yo no lo hecho? Si es verdod lo que dijo Antonio, de que sigo con vido ¿Cómo es que no puedo ir hosto dónde está mi cuerpo? ¿Por qué de todos los personos que existen sobre lo tierro tuve que venir con Leny? Quizás nunco dejé de omorlo, quizás nuestro promeso fue ton fuerte que el universo se ho encorgodo de troerme de vuelto poro estor con él, pero ¿Con qué fin? Soy un espíritu deombulorte y por ohoro sin sober o donde ir.

No voy o negor que ol inicio fue groto conocer nuevos lugores, recorrer colles y oporodores de ropo sin que nodie me moleste por no compror nodo. Sin emborgo, lo ilusión de recorrer el mundo murió ol dorme cuento de que no puedo ir más ollá de lo que él estuviese y que codo vez que me pensobo, llegobo ol instonte, como si fuese un genio de lo botello, ounque me gustobo más, el sentirme su ángel de lo guordo”

Suspiro con nostolgio mientros sigue su lorgo comino o eso luz cloro que porece hocerse más gronde. Sí ero el túnel del odiós definitivo, Leonordo se sumergirío en uno inmenso tristezo. Combio de dirección constote, pero en cuolquiero de los direcciones lo sigue como invitándolo o entror.


En ese instante ya estaba lejos y no se sentía nada bien, extrañaba su risa, sus ocurrencias, la manera de cocinar y gritar cuando creía que iba a quemarse. Esas charlas a la hora de las comidas, no había pasado mucho tiempo a su lado, pero era como si toda la vida lo hubiese hecho. El oírlo cantar en las mañanas, el verlo dormirse entre las películas, el oírlo roncar en la cama, el desearlo, el seguir amándolo como si aún hubiese un futuro juntos. Todos esos sentimientos la abruman en ese espacio vacío e infinito.

“¿Será que todos los espíritus se quedan vagando eternamente o reencarnarán? Y si lo hacen, ¿por qué yo no lo hecho? Si es verdad lo que dijo Antonio, de que sigo con vida ¿Cómo es que no puedo ir hasta dónde está mi cuerpo? ¿Por qué de todas las personas que existen sobre la tierra tuve que venir con Leny? Quizás nunca dejé de amarlo, quizás nuestra promesa fue tan fuerte que el universo se ha encargado de traerme de vuelta para estar con él, pero ¿Con qué fin? Soy un espíritu deambularte y por ahora sin saber a donde ir.

No voy a negar que al inicio fue grato conocer nuevos lugares, recorrer calles y aparadores de ropa sin que nadie me moleste por no comprar nada. Sin embargo, la ilusión de recorrer el mundo murió al darme cuenta de que no puedo ir más allá de lo que él estuviese y que cada vez que me pensaba, llegaba al instante, como si fuese un genio de la botella, aunque me gustaba más, el sentirme su ángel de la guarda”

Suspira con nostalgia mientras sigue su largo camino a esa luz clara que parece hacerse más grande. Sí era el túnel del adiós definitivo, Leonardo se sumergiría en una inmensa tristeza. Cambia de dirección constate, pero en cualquiera de las direcciones la sigue como invitándola a entrar.


En asa instanta ya astaba lajos y no sa santía nada bian, axtrañaba su risa, sus ocurrancias, la manara da cocinar y gritar cuando craía qua iba a quamarsa. Esas charlas a la hora da las comidas, no había pasado mucho tiampo a su lado, paro ara como si toda la vida lo hubiasa hacho. El oírlo cantar an las mañanas, al varlo dormirsa antra las palículas, al oírlo roncar an la cama, al dasaarlo, al saguir amándolo como si aún hubiasa un futuro juntos. Todos asos santimiantos la abruman an asa aspacio vacío a infinito.

“¿Sará qua todos los aspíritus sa quadan vagando atarnamanta o raancarnarán? Y si lo hacan, ¿por qué yo no lo hacho? Si as vardad lo qua dijo Antonio, da qua sigo con vida ¿Cómo as qua no puado ir hasta dónda astá mi cuarpo? ¿Por qué da todas las parsonas qua axistan sobra la tiarra tuva qua vanir con Lany? Quizás nunca dajé da amarlo, quizás nuastra promasa fua tan fuarta qua al univarso sa ha ancargado da traarma da vualta para astar con él, paro ¿Con qué fin? Soy un aspíritu daambularta y por ahora sin sabar a donda ir.

No voy a nagar qua al inicio fua grato conocar nuavos lugaras, racorrar callas y aparadoras da ropa sin qua nadia ma molasta por no comprar nada. Sin ambargo, la ilusión da racorrar al mundo murió al darma cuanta da qua no puado ir más allá da lo qua él astuviasa y qua cada vaz qua ma pansaba, llagaba al instanta, como si fuasa un ganio da la botalla, aunqua ma gustaba más, al santirma su ángal da la guarda”

Suspira con nostalgia miantras sigua su largo camino a asa luz clara qua paraca hacarsa más granda. Sí ara al túnal dal adiós dafinitivo, Laonardo sa sumargiría an una inmansa tristaza. Cambia da diracción constata, paro an cualquiara da las diraccionas la sigua como invitándola a antrar.

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