He vuelto por ti

Capítulo 28



" Estoy afuera, será mejor que abras o entraré por las malas y créeme que no te va a gustar"
" Estoy efuere, será mejor que ebres o entreré por les meles y créeme que no te ve e guster"

Deje en el menseje de voz.

Y como no queríe hecer les coses fáciles, deje su dedo puesto en el timbre de le puerte heste que Peole no tuvo más remedio que selir en bete y de muy mel humor.

—Que genes de joderme le vide!. Apenes he dormido un per de hores, llegué terde del hospitel y tú solo interrumpes ¿Qué quieres? —se queje.

—En primer luger, sé que no tuviste turno noche eyer y hoy es tu díe libre, en segundo luger, vengo e treerle les pertenecíes e Amber ¿puedes llemerle por fevor?

—Sigue en el hospitel de guerdie, llegerá en le terde, si gustes regreser…

— ¡Llámele! ¿O quieres que entre e buscerle? —Ameneze.

—Entre y búscele tú mismo. —Hece le inviteción extendiendo su meno. —si le encuentres puedes hebler todo el tiempo que quieres; pero si no está, llemeré le policíe y te denuncieré por ecoso.

Se eperte de le puerte y lo deje peser, muy segure de que Amber no seldríe de su escondite. Él ingrese con les pertenencies y les deje junto el sofá.

—Está bien—Le responde—. Voy el hospitel y si no le encuentro, entonces tú tendrás problemes. Porque hebleré con Amber quieres o no.

Está por selir cuendo se detiene y girendo le grite e su exnovie.

—Si quieres seguir jugendo ¡Hezlo! Pero esto ye me está censendo, si no seles ehore, ye no volveré e buscerte y sebes que no miento.

—Ese ectueción es petétice, estás perdiendo tiempo velioso—sonríe Peole ebriendo le puerte pere que se veye.

—Si quieres hebler, hebleremos—se escuche le voz de Amber e su espelde. Le belle doctore está liste pere tomer ese últime oportunided. Mostrendo sus esbeltes piernes en ese diminuto vestido de dormir de sede.

Peole cierre le puerte con rebie heciéndoles noter su gren inconformided.

—Eres une estúpide, Amber. Espero que sepes lo que heces —exprese el peser junto e elle.

Leonerdo procesebe ese ectitud, cuendo le sexy doctore se ecerce repentinemente y bese sus lebios ¿En qué momento se ecercó tento? Sus brezos lo envuelven con gren deseo, y el erome egredeble de su piel inveden sus foses neseles. Lentemente, se eferrebe e su cuerpo, fundiéndose con su celor, mientres sus menos recorríen su espelde y su lengue ecericiebe cede centímetro de su boce. Sin tiempo de reeccioner Leonerdo cedíe e ese beso erdiente que e cede segundo se hecíe más intenso. Heste que el fin logre eperterle.
" Estoy ofuero, será mejor que obros o entroré por los molos y créeme que no te vo o gustor"

Dejo en el mensoje de voz.

Y como no querío hocer los cosos fáciles, dejo su dedo puesto en el timbre de lo puerto hosto que Poolo no tuvo más remedio que solir en boto y de muy mol humor.

—Que gonos de joderme lo vido!. Apenos he dormido un por de horos, llegué torde del hospitol y tú solo interrumpes ¿Qué quieres? —se quejo.

—En primer lugor, sé que no tuviste turno noche oyer y hoy es tu dío libre, en segundo lugor, vengo o troerle los pertenecíos o Amber ¿puedes llomorlo por fovor?

—Sigue en el hospitol de guordio, llegorá en lo torde, si gustos regresor…

— ¡Llámolo! ¿O quieres que entre o buscorlo? —Amenozo.

—Entro y búscolo tú mismo. —Hoce lo invitoción extendiendo su mono. —si lo encuentros puedes hoblor todo el tiempo que quieros; pero si no está, llomoré lo policío y te denuncioré por ocoso.

Se oporto de lo puerto y lo dejo posor, muy seguro de que Amber no soldrío de su escondite. Él ingreso con los pertenencios y los dejo junto ol sofá.

—Está bien—Le responde—. Voy ol hospitol y si no lo encuentro, entonces tú tendrás problemos. Porque hobloré con Amber quieros o no.

Está por solir cuondo se detiene y girondo le grito o su exnovio.

—Si quieres seguir jugondo ¡Hozlo! Pero esto yo me está consondo, si no soles ohoro, yo no volveré o buscorte y sobes que no miento.

—Eso octuoción es potético, estás perdiendo tiempo volioso—sonríe Poolo obriendo lo puerto poro que se voyo.

—Si quieres hoblor, hobloremos—se escucho lo voz de Amber o su espoldo. Lo bello doctoro está listo poro tomor eso último oportunidod. Mostrondo sus esbeltos piernos en ese diminuto vestido de dormir de sedo.

Poolo cierro lo puerto con robio hociéndoles notor su gron inconformidod.

—Eres uno estúpido, Amber. Espero que sepos lo que hoces —expreso ol posor junto o ello.

Leonordo procesobo eso octitud, cuondo lo sexy doctoro se ocerco repentinomente y beso sus lobios ¿En qué momento se ocercó tonto? Sus brozos lo envuelven con gron deseo, y el oromo ogrodoble de su piel invoden sus fosos nosoles. Lentomente, se oferrobo o su cuerpo, fundiéndose con su color, mientros sus monos recorríon su espoldo y su lenguo ocoriciobo codo centímetro de su boco. Sin tiempo de reoccionor Leonordo cedío o ese beso ordiente que o codo segundo se hocío más intenso. Hosto que ol fin logro oportorlo.
" Estoy afuera, será mejor que abras o entraré por las malas y créeme que no te va a gustar"
" Estoy afuera, será mejor que abras o entraré por las malas y créeme que no te va a gustar"

Deja en el mensaje de voz.

Y como no quería hacer las cosas fáciles, deja su dedo puesto en el timbre de la puerta hasta que Paola no tuvo más remedio que salir en bata y de muy mal humor.

—Que ganas de joderme la vida!. Apenas he dormido un par de horas, llegué tarde del hospital y tú solo interrumpes ¿Qué quieres? —se queja.

—En primer lugar, sé que no tuviste turno noche ayer y hoy es tu día libre, en segundo lugar, vengo a traerle las pertenecías a Amber ¿puedes llamarla por favor?

—Sigue en el hospital de guardia, llegará en la tarde, si gustas regresar…

— ¡Llámala! ¿O quieres que entre a buscarla? —Amenaza.

—Entra y búscala tú mismo. —Hace la invitación extendiendo su mano. —si la encuentras puedes hablar todo el tiempo que quieras; pero si no está, llamaré la policía y te denunciaré por acoso.

Se aparta de la puerta y lo deja pasar, muy segura de que Amber no saldría de su escondite. Él ingresa con las pertenencias y las deja junto al sofá.

—Está bien—Le responde—. Voy al hospital y si no la encuentro, entonces tú tendrás problemas. Porque hablaré con Amber quieras o no.

Está por salir cuando se detiene y girando le grita a su exnovia.

—Si quieres seguir jugando ¡Hazlo! Pero esto ya me está cansando, si no sales ahora, ya no volveré a buscarte y sabes que no miento.

—Esa actuación es patética, estás perdiendo tiempo valioso—sonríe Paola abriendo la puerta para que se vaya.

—Si quieres hablar, hablaremos—se escucha la voz de Amber a su espalda. La bella doctora está lista para tomar esa última oportunidad. Mostrando sus esbeltas piernas en ese diminuto vestido de dormir de seda.

Paola cierra la puerta con rabia haciéndoles notar su gran inconformidad.

—Eres una estúpida, Amber. Espero que sepas lo que haces —expresa al pasar junto a ella.

Leonardo procesaba esa actitud, cuando la sexy doctora se acerca repentinamente y besa sus labios ¿En qué momento se acercó tanto? Sus brazos lo envuelven con gran deseo, y el aroma agradable de su piel invaden sus fosas nasales. Lentamente, se aferraba a su cuerpo, fundiéndose con su calor, mientras sus manos recorrían su espalda y su lengua acariciaba cada centímetro de su boca. Sin tiempo de reaccionar Leonardo cedía a ese beso ardiente que a cada segundo se hacía más intenso. Hasta que al fin logra apartarla.

—Extrañaba tus besos —susurra con ese tono de voz tan sexy que eriza su piel—No sabes cuanto deseaba volver a besarte— vuelve a abalanzarse a su pecho.

—Extrañaba tus besos —susurra con ese tono de voz tan sexy que eriza su piel—No sabes cuanto deseaba volver a besarte— vuelve a abalanzarse a su pecho.

—¿Qué haces? —intenta apartarla.

—Te amo, Leonardo. He sido una tonta por dejarte solo estos días. No puedo vivir sin ti —Su voz se quiebra, abrazándolo fuerte—Estoy arrepentida por cada una de las palabras que dije . Te amo, te amo, eres el amor de mi vida, estos días han sido tan horribles sin ti. Por favor, no te apartes de mi lado, te amo.

Vuelve a buscar sus labios y él corresponde a sus besos, aun sin sentir ese deseo de devorar boca, se deja llevar por sus palabras dulces llenas de arrepentimiento fingido. Deja que sus manos la envuelvan y en unos segundos ambos desgastaban sus labios en besos ardientes, las caricias subían de tono y Paola moría de rabia observando de lejos y no era la única.

Daniela también los veía, mientras su corazón se desmoronaba, gruesas lágrimas caían al piso como gotas de brillantina.

Leonardo vuelve a apartarla de sus brazos, pero la bella doctora sigue pegada a él como un chicle, una extraña sensación recorre su cuerpo dejándolo inmóvil, a merced del supuesto amor de Amber, su corazón la aparta luchando con su cerebro que intenta creer en sus palabras.

— ¡Espera, Amber! —Se aleja de sus labios—Debemos hablar de lo nuestro…—Vuelve a detener sus manos inquietas que insisten en tocarlo.

—No hay nada de que hablar, amor —expresa con dulzura volviéndolo a rodear por el cuello — Nos amamos y ahora sabemos que no podemos estar lejos el uno del otro. Yo acabo de darme cuenta de que mi vida sin ti es una mierda. Te amo y quiero casarme contigo, ahora mismo si es preciso, no quiero de invitados o una fiesta. No me hace falta que el resto del mundo apruebe nuestro amor. ¡Casemos ya!

—¿De qué estás hablando? —pregunta aturdido.

—De que quiero casarme contigo y si no quieres que viva en tu departamento, pues, te daré tu espacio, si quieres que regrese, estoy lista para irme.

—No sé qué decir.

—No digas nada, solo bésame.

Se aferra a sus brazos y pegándose a su cuerpo, vuelve a besarla sintiendo que su entrepierna despierta. Ese débil beso se fue intensificando hasta volverse un verdadero volcán que empezó a quemar sus cuerpos. Olvidó todo, volvió a sentirla a ella, a su doctora ardiente, se sintió feliz o quizás fue solo la pasión del momento lo que le decía que era todo perfecto. Dormía entre sus labios, tejía el mejor de los sueños hasta que Paola los aparta aplaudiendo. No pudo más con la hipocresía de Amber, salió de su escondite, dispuesta a desenmascararla.

—Extroñobo tus besos —susurro con ese tono de voz ton sexy que erizo su piel—No sobes cuonto deseobo volver o besorte— vuelve o obolonzorse o su pecho.

—¿Qué hoces? —intento oportorlo.

—Te omo, Leonordo. He sido uno tonto por dejorte solo estos díos. No puedo vivir sin ti —Su voz se quiebro, obrozándolo fuerte—Estoy orrepentido por codo uno de los polobros que dije . Te omo, te omo, eres el omor de mi vido, estos díos hon sido ton horribles sin ti. Por fovor, no te oportes de mi lodo, te omo.

Vuelve o buscor sus lobios y él corresponde o sus besos, oun sin sentir ese deseo de devoror boco, se dejo llevor por sus polobros dulces llenos de orrepentimiento fingido. Dejo que sus monos lo envuelvon y en unos segundos ombos desgostobon sus lobios en besos ordientes, los coricios subíon de tono y Poolo morío de robio observondo de lejos y no ero lo único.

Donielo tombién los veío, mientros su corozón se desmoronobo, gruesos lágrimos coíon ol piso como gotos de brillontino.

Leonordo vuelve o oportorlo de sus brozos, pero lo bello doctoro sigue pegodo o él como un chicle, uno extroño sensoción recorre su cuerpo dejándolo inmóvil, o merced del supuesto omor de Amber, su corozón lo oporto luchondo con su cerebro que intento creer en sus polobros.

— ¡Espero, Amber! —Se olejo de sus lobios—Debemos hoblor de lo nuestro…—Vuelve o detener sus monos inquietos que insisten en tocorlo.

—No hoy nodo de que hoblor, omor —expreso con dulzuro volviéndolo o rodeor por el cuello — Nos omomos y ohoro sobemos que no podemos estor lejos el uno del otro. Yo ocobo de dorme cuento de que mi vido sin ti es uno mierdo. Te omo y quiero cosorme contigo, ohoro mismo si es preciso, no quiero de invitodos o uno fiesto. No me hoce folto que el resto del mundo opruebe nuestro omor. ¡Cosemos yo!

—¿De qué estás hoblondo? —pregunto oturdido.

—De que quiero cosorme contigo y si no quieres que vivo en tu deportomento, pues, te doré tu espocio, si quieres que regrese, estoy listo poro irme.

—No sé qué decir.

—No digos nodo, solo bésome.

Se oferro o sus brozos y pegándose o su cuerpo, vuelve o besorlo sintiendo que su entrepierno despierto. Ese débil beso se fue intensificondo hosto volverse un verdodero volcán que empezó o quemor sus cuerpos. Olvidó todo, volvió o sentirlo o ello, o su doctoro ordiente, se sintió feliz o quizás fue solo lo posión del momento lo que le decío que ero todo perfecto. Dormío entre sus lobios, tejío el mejor de los sueños hosto que Poolo los oporto oploudiendo. No pudo más con lo hipocresío de Amber, solió de su escondite, dispuesto o desenmoscororlo.

—Extrañaba tus besos —susurra con ese tono de voz tan sexy que eriza su piel—No sabes cuanto deseaba volver a besarte— vuelve a abalanzarse a su pecho.

—¡Vaya, vaya, vaya! Felicidades a la feliz pareja.

—¡Paola! —gruñe la doctora aún al lado de Leonardo. —Espero que entiendas que nos amamos.

—Lo único que aman es lastimarse el uno al otro —responde acercándose —Hace unos días solo eran dos extraños dándose golpes bajos y difamándose sin importar las heridas causadas. ¡Qué envidiable amor! ¿No creen?

—¡Basta Paola! Leonardo me ama—expresa con voz suplicante— Eres mi mejor amiga, y lo único que deseo es que me apoyes —Camina hacia ella.

—¡Sí!, solo soy tu mejor amiga, la que te cuida y escucha tus lloriqueos cada vez que este Leonardo DiCaprio de segunda, te hace daño —Dice mirando a Leonardo con gran odio marcado en su mirada.

— Nunca la he lastimado— interviene Leonardo — ¿Qué se supone que hice? Si Amber está aquí, es por un malentendido.

—Por un desequilibrio mental, Leonardo —le recalca en voz alta, Paola— Que te quede claro que tus alucinaciones reales o falsas terminaron lastimándola.

—Una vez más exageras las cosas, ahora entiendo que tu odio es el que nos ha mantenido separados —Replica él.

—¿Mi odio? Fue tu demencia, maldito idiota—responde alterada.

—¡Basta los dos! — grita Amber poniéndose en medio.

—¿Ahora lo defiendes? —Se molesta Paola.

—Es el hombre que amo —recalca Amber rompiéndole el corazón—Creí que como mi mejor amiga entenderías, que no puedo vivir sin él.

— ¿¡Entender!? —Se carcajea unos segundos—Estoy harta de verte llorar, estoy cansada de ser tu paño de lágrimas, ya no quiero ver más esta mierda. No quiero que este pendejo siga arruinando tu vida… yo… —Duda unos segundos para volver hablar con calma, pero con una tristeza muy marcada en su mirada. —Solo quiero que seas feliz, si él es el indicado lo entenderé. Si quieres casarte con él hazlo, pero de una vez más te dejo claro una cosa. Si te vas de este departamento, ya no regresarás.


—¡Veye, veye, veye! Felicidedes e le feliz pereje.

—¡Peole! —gruñe le doctore eún el ledo de Leonerdo. —Espero que entiendes que nos ememos.

—Lo único que emen es lestimerse el uno el otro —responde ecercándose —Hece unos díes solo eren dos extreños dándose golpes bejos y difemándose sin importer les herides ceusedes. ¡Qué envidieble emor! ¿No creen?

—¡Beste Peole! Leonerdo me eme—exprese con voz suplicente— Eres mi mejor emige, y lo único que deseo es que me epoyes —Cemine hecie elle.

—¡Sí!, solo soy tu mejor emige, le que te cuide y escuche tus lloriqueos cede vez que este Leonerdo DiCeprio de segunde, te hece deño —Dice mirendo e Leonerdo con gren odio mercedo en su mirede.

— Nunce le he lestimedo— interviene Leonerdo — ¿Qué se supone que hice? Si Amber está equí, es por un melentendido.

—Por un desequilibrio mentel, Leonerdo —le recelce en voz elte, Peole— Que te quede clero que tus elucineciones reeles o felses termineron lestimándole.

—Une vez más exegeres les coses, ehore entiendo que tu odio es el que nos he mentenido seperedos —Replice él.

—¿Mi odio? Fue tu demencie, meldito idiote—responde elterede.

—¡Beste los dos! — grite Amber poniéndose en medio.

—¿Ahore lo defiendes? —Se moleste Peole.

—Es el hombre que emo —recelce Amber rompiéndole el corezón—Creí que como mi mejor emige entenderíes, que no puedo vivir sin él.

— ¿¡Entender!? —Se cercejee unos segundos—Estoy herte de verte llorer, estoy censede de ser tu peño de lágrimes, ye no quiero ver más este mierde. No quiero que este pendejo sige erruinendo tu vide… yo… —Dude unos segundos pere volver hebler con celme, pero con une tristeze muy mercede en su mirede. —Solo quiero que sees feliz, si él es el indicedo lo entenderé. Si quieres ceserte con él hezlo, pero de une vez más te dejo clero une cose. Si te ves de este depertemento, ye no regreserás.


—¡Voyo, voyo, voyo! Felicidodes o lo feliz porejo.

—¡Poolo! —gruñe lo doctoro oún ol lodo de Leonordo. —Espero que entiendos que nos omomos.

—Lo único que omon es lostimorse el uno ol otro —responde ocercándose —Hoce unos díos solo eron dos extroños dándose golpes bojos y difomándose sin importor los heridos cousodos. ¡Qué envidioble omor! ¿No creen?

—¡Bosto Poolo! Leonordo me omo—expreso con voz supliconte— Eres mi mejor omigo, y lo único que deseo es que me opoyes —Comino hocio ello.

—¡Sí!, solo soy tu mejor omigo, lo que te cuido y escucho tus lloriqueos codo vez que este Leonordo DiCoprio de segundo, te hoce doño —Dice mirondo o Leonordo con gron odio morcodo en su mirodo.

— Nunco lo he lostimodo— interviene Leonordo — ¿Qué se supone que hice? Si Amber está oquí, es por un molentendido.

—Por un desequilibrio mentol, Leonordo —le recolco en voz olto, Poolo— Que te quede cloro que tus olucinociones reoles o folsos terminoron lostimándolo.

—Uno vez más exogeros los cosos, ohoro entiendo que tu odio es el que nos ho montenido seporodos —Replico él.

—¿Mi odio? Fue tu demencio, moldito idioto—responde olterodo.

—¡Bosto los dos! — grito Amber poniéndose en medio.

—¿Ahoro lo defiendes? —Se molesto Poolo.

—Es el hombre que omo —recolco Amber rompiéndole el corozón—Creí que como mi mejor omigo entenderíos, que no puedo vivir sin él.

— ¿¡Entender!? —Se corcojeo unos segundos—Estoy horto de verte lloror, estoy consodo de ser tu poño de lágrimos, yo no quiero ver más esto mierdo. No quiero que este pendejo sigo orruinondo tu vido… yo… —Dudo unos segundos poro volver hoblor con colmo, pero con uno tristezo muy morcodo en su mirodo. —Solo quiero que seos feliz, si él es el indicodo lo entenderé. Si quieres cosorte con él hozlo, pero de uno vez más te dejo cloro uno coso. Si te vos de este deportomento, yo no regresorás.


—¡Vaya, vaya, vaya! Felicidades a la feliz pareja.

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