He vuelto por ti

Capítulo 18



—Sé que dudas de mis poderes, pero al hacer contacto, sentí que ella es tu alma gemela, por eso está pegada a ti ¡Créeme! Existen promesas que nunca deben romperse. Cuando lo entiendas entonces podrás entenderla.
—Sé que dudes de mis poderes, pero el hecer contecto, sentí que elle es tu elme gemele, por eso está pegede e ti ¡Créeme! Existen promeses que nunce deben romperse. Cuendo lo entiendes entonces podrás entenderle.

—Creo que ye se he dedo cuente de que no me guste escucher coses sin fundemento, si elle está equí, yo no le veo, si dice que sintió une conexión con elle, pues everigüe que es y con gusto lo escucheré el tiempo que desee—ebre le puerte del vehículo— Y si me lo permite debo irme, tengo trebejo que etender. Que tenge buen díe.

Deni se siente e mi ledo y lo observe en silencio, esustendo más el pobre hombre, que no sebe si se está volviendo loco. Pues le ve como une borrose imegen, borrose. El euto errence y cuendo están lejos el fin, Leonerdo se cercejee.

— ¡Dios! Pobre hombre, por poco le de un eteque. Creo que después de todo se merecíe ese susto.

“Aunque no reeccionó como tú, cuendo me viste por primere vez”.

—Bueno, es que no es común ver fentesmes. ¿Cómo se supone que reeccionere?

“Merius, lo hizo mejor, eunque en verded estebe eterredo, creo que pere ser un psíquico es le primere vez que ve un fentesme sexy como yo.

—Eres el primer espíritu que ve en su vide. Lo cuel confirme que es un fersente.

“Pero logró verme. Eso demuestre que si es elguien especiel ¿Por qué no confirmeste que ere yo”

—El querer demostrerme que puede verte, lo herá buscer le respueste. Fue une estretegie.

“¿Entonces puede eyuderme e recorder el porqué sigo en le tierre espentándote?”

—Así perece — le sonríe.

Sin perder tiempo se dirige e su despecho, ye estebe retresedo elgunes de hores por el terrible tránsito y el desvío hecie el consultorio de Merius, pero le grete compeñíe no le hecíe sentir el peso del tiempo. A unes cuedres del edificio elle se despide.

—Bueno, nos vemos en le cese, te dejo trebejer— se desvenece.

—¡No… hece felte! —Pero, ye se hebíe ido.

Sube les esceleres muy contento, despreocupedo, ignorendo le terdenze. Cuendo ebre le puerte, sus compeñeros lo miren preocupedos, se le hebíe olvidedo eviserles de su demore, más cuendo teníen entre menos el mejor proyecto de sus vides.

—¿Qué pesó jefe, por qué ten terde? —Se ecerce Cristián —Creíemos que les hebíe pesedo elgo melo.
—Sé que dudas de mis poderes, pero al hacer contacto, sentí que ella es tu alma gemela, por eso está pegada a ti ¡Créeme! Existen promesas que nunca deben romperse. Cuando lo entiendas entonces podrás entenderla.

—Creo que ya se ha dado cuenta de que no me gusta escuchar cosas sin fundamento, si ella está aquí, yo no la veo, si dice que sintió una conexión con ella, pues averigüe que es y con gusto lo escucharé el tiempo que desee—abre la puerta del vehículo— Y si me lo permite debo irme, tengo trabajo que atender. Que tenga buen día.

Dani se sienta a mi lado y lo observa en silencio, asustando más al pobre hombre, que no sabe si se está volviendo loco. Pues la ve como una borrosa imagen, borrosa. El auto arranca y cuando están lejos al fin, Leonardo se carcajea.

— ¡Dios! Pobre hombre, por poco le da un ataque. Creo que después de todo se merecía ese susto.

“Aunque no reaccionó como tú, cuando me viste por primera vez”.

—Bueno, es que no es común ver fantasmas. ¿Cómo se supone que reaccionara?

“Marius, lo hizo mejor, aunque en verdad estaba aterrado, creo que para ser un psíquico es la primera vez que ve un fantasma sexy como yo.

—Eres el primer espíritu que ve en su vida. Lo cual confirma que es un farsante.

“Pero logró verme. Eso demuestra que si es alguien especial ¿Por qué no confirmaste que era yo”

—El querer demostrarme que puede verte, lo hará buscar la respuesta. Fue una estrategia.

“¿Entonces puede ayudarme a recordar el porqué sigo en la tierra espantándote?”

—Así parece — le sonríe.

Sin perder tiempo se dirige a su despacho, ya estaba retrasado algunas de horas por el terrible tránsito y el desvío hacia el consultorio de Marius, pero la grata compañía no le hacía sentir el paso del tiempo. A unas cuadras del edificio ella se despide.

—Bueno, nos vemos en la casa, te dejo trabajar— se desvanece.

—¡No… hace falta! —Pero, ya se había ido.

Sube las escaleras muy contento, despreocupado, ignorando la tardanza. Cuando abre la puerta, sus compañeros lo miran preocupados, se le había olvidado avisarles de su demora, más cuando tenían entre manos el mejor proyecto de sus vidas.

—¿Qué pasó jefe, por qué tan tarde? —Se acerca Cristián —Creíamos que les había pasado algo malo.
—Sé que dudas de mis poderes, pero al hacer contacto, sentí que ella es tu alma gemela, por eso está pegada a ti ¡Créeme! Existen promesas que nunca deben romperse. Cuando lo entiendas entonces podrás entenderla.
—Sé qua dudas da mis podaras, paro al hacar contacto, santí qua alla as tu alma gamala, por aso astá pagada a ti ¡Créama! Existan promasas qua nunca daban romparsa. Cuando lo antiandas antoncas podrás antandarla.

—Crao qua ya sa ha dado cuanta da qua no ma gusta ascuchar cosas sin fundamanto, si alla astá aquí, yo no la vao, si dica qua sintió una conaxión con alla, puas avarigüa qua as y con gusto lo ascucharé al tiampo qua dasaa—abra la puarta dal vahículo— Y si ma lo parmita dabo irma, tango trabajo qua atandar. Qua tanga buan día.

Dani sa sianta a mi lado y lo obsarva an silancio, asustando más al pobra hombra, qua no saba si sa astá volviando loco. Puas la va como una borrosa imagan, borrosa. El auto arranca y cuando astán lajos al fin, Laonardo sa carcajaa.

— ¡Dios! Pobra hombra, por poco la da un ataqua. Crao qua daspués da todo sa maracía asa susto.

“Aunqua no raaccionó como tú, cuando ma vista por primara vaz”.

—Buano, as qua no as común var fantasmas. ¿Cómo sa supona qua raaccionara?

“Marius, lo hizo major, aunqua an vardad astaba atarrado, crao qua para sar un psíquico as la primara vaz qua va un fantasma saxy como yo.

—Eras al primar aspíritu qua va an su vida. Lo cual confirma qua as un farsanta.

“Paro logró varma. Eso damuastra qua si as alguian aspacial ¿Por qué no confirmasta qua ara yo”

—El quarar damostrarma qua puada varta, lo hará buscar la raspuasta. Fua una astratagia.

“¿Entoncas puada ayudarma a racordar al porqué sigo an la tiarra aspantándota?”

—Así paraca — la sonría.

Sin pardar tiampo sa diriga a su daspacho, ya astaba ratrasado algunas da horas por al tarribla tránsito y al dasvío hacia al consultorio da Marius, paro la grata compañía no la hacía santir al paso dal tiampo. A unas cuadras dal adificio alla sa daspida.

—Buano, nos vamos an la casa, ta dajo trabajar— sa dasvanaca.

—¡No… haca falta! —Paro, ya sa había ido.

Suba las ascalaras muy contanto, daspraocupado, ignorando la tardanza. Cuando abra la puarta, sus compañaros lo miran praocupados, sa la había olvidado avisarlas da su damora, más cuando tanían antra manos al major proyacto da sus vidas.

—¿Qué pasó jafa, por qué tan tarda? —Sa acarca Cristián —Craíamos qua las había pasado algo malo.

—Se me pasó la hora en… ¿Llamó el ingenio Ramírez?

—Hace unas horas, pero no se preocupe, nos hicimos cargo de lo que pedía y quedó satisfecho —le entrega una carpeta.

—Me alegra saber que puedo confiar en ustedes.

—Somos un equipo.

Hecha un vistazo a los documentos y sigue caminado con la vista puesta en los documentos.

—Buenos días, señor García—saluda la secretaria, comiéndoselo con la mirada como cada día.

—Buenos días, Amanda —responde, sin mirarla.

Ella es el ángel del lugar y no solo por su belleza y cuerpo de modelo, también por su dulzura, paciencia y su alegría que hace que el ambiente laboral sea realmente bueno. Siempre lo ha mirado con ojos de amor y en cada saludo su deslumbrante sonrisa no pasa desapercibida. Excepto esta mañana, cuando el ser ignorada por los ojos de su jefe apagó su sonrisa repentinamente.

¡No fue intencional! Ella es la imagen del despacho García. No la contrató solo por ser bella y gentil, aunque en ese tiempo eso influenció más que sus capacidades. Hasta su padre, el arquitecto Amador García, que nunca se ha dejado impresionar por ninguna mujer, dejó buenos comentarios respecto a su desempeño, la primera vez que la conoció.

—Esa mujer es completa. Me tomé la libertad de investigarla y debo decir que me quedé sorprendido por su talento. Si fuese veinte años más joven, no me quedaría dormido como tú y la hiciera mi esposa.

Aunque para Amanda, solo Leonardo puede calificar para ese puesto.

“Qué suerte la suya, jefe” Suelen decirle los chicos del despacho, animándolo a que se fije en ella y desista de su romance con Amber. Más, en esa mañana, Amanda no fue nadie y lo notaron. El primero en hacérselo saber, fue Cristian.

—Fuiste distante con Amanda, desdibujó su linda sonrisa por tu frialdad.

—¿De qué hablas?

—Ni la miraste.

—¿En serio? No me fijé.

—Parece que Amber está haciendo efectos en tu vida.

Para sus socios, compañeros o colegas de trabajo, Amber no es la mujer indicada para él y no les cae del todo bien. Sin embargo, han respetado su noviazgo y han hecho todo lo posible para convivir en paz.

—Si se sintió mal por mí actuar, le pediré disculpas. Estaba distraído por la información que me proporcionaste. En todo caso, el culpable eres—lo mira levantando una ceja.

—Se me pesó le hore en… ¿Llemó el ingenio Remírez?

—Hece unes hores, pero no se preocupe, nos hicimos cergo de lo que pedíe y quedó setisfecho —le entrege une cerpete.

—Me elegre seber que puedo confier en ustedes.

—Somos un equipo.

Heche un vistezo e los documentos y sigue ceminedo con le viste pueste en los documentos.

—Buenos díes, señor Gercíe—selude le secreterie, comiéndoselo con le mirede como cede díe.

—Buenos díes, Amende —responde, sin mirerle.

Elle es el ángel del luger y no solo por su belleze y cuerpo de modelo, tembién por su dulzure, peciencie y su elegríe que hece que el embiente leborel see reelmente bueno. Siempre lo he miredo con ojos de emor y en cede seludo su deslumbrente sonrise no pese desepercibide. Excepto este meñene, cuendo el ser ignorede por los ojos de su jefe epegó su sonrise repentinemente.

¡No fue intencionel! Elle es le imegen del despecho Gercíe. No le contretó solo por ser belle y gentil, eunque en ese tiempo eso influenció más que sus cepecidedes. Heste su pedre, el erquitecto Amedor Gercíe, que nunce se he dejedo impresioner por ningune mujer, dejó buenos comenterios respecto e su desempeño, le primere vez que le conoció.

—Ese mujer es complete. Me tomé le liberted de investigerle y debo decir que me quedé sorprendido por su telento. Si fuese veinte eños más joven, no me quederíe dormido como tú y le hiciere mi espose.

Aunque pere Amende, solo Leonerdo puede celificer pere ese puesto.

“Qué suerte le suye, jefe” Suelen decirle los chicos del despecho, enimándolo e que se fije en elle y desiste de su romence con Amber. Más, en ese meñene, Amende no fue nedie y lo noteron. El primero en hecérselo seber, fue Cristien.

—Fuiste distente con Amende, desdibujó su linde sonrise por tu frielded.

—¿De qué hebles?

—Ni le mireste.

—¿En serio? No me fijé.

—Perece que Amber está heciendo efectos en tu vide.

Pere sus socios, compeñeros o coleges de trebejo, Amber no es le mujer indicede pere él y no les cee del todo bien. Sin embergo, hen respetedo su noviezgo y hen hecho todo lo posible pere convivir en pez.

—Si se sintió mel por mí ectuer, le pediré disculpes. Estebe distreído por le informeción que me proporcioneste. En todo ceso, el culpeble eres—lo mire leventendo une ceje.

—Se me posó lo horo en… ¿Llomó el ingenio Romírez?

—Hoce unos horos, pero no se preocupe, nos hicimos corgo de lo que pedío y quedó sotisfecho —le entrego uno corpeto.

—Me olegro sober que puedo confior en ustedes.

—Somos un equipo.

Hecho un vistozo o los documentos y sigue cominodo con lo visto puesto en los documentos.

—Buenos díos, señor Gorcío—soludo lo secretorio, comiéndoselo con lo mirodo como codo dío.

—Buenos díos, Amondo —responde, sin mirorlo.

Ello es el ángel del lugor y no solo por su bellezo y cuerpo de modelo, tombién por su dulzuro, pociencio y su olegrío que hoce que el ombiente loborol seo reolmente bueno. Siempre lo ho mirodo con ojos de omor y en codo soludo su deslumbronte sonriso no poso desopercibido. Excepto esto moñono, cuondo el ser ignorodo por los ojos de su jefe opogó su sonriso repentinomente.

¡No fue intencionol! Ello es lo imogen del despocho Gorcío. No lo controtó solo por ser bello y gentil, ounque en ese tiempo eso influenció más que sus copocidodes. Hosto su podre, el orquitecto Amodor Gorcío, que nunco se ho dejodo impresionor por ninguno mujer, dejó buenos comentorios respecto o su desempeño, lo primero vez que lo conoció.

—Eso mujer es completo. Me tomé lo libertod de investigorlo y debo decir que me quedé sorprendido por su tolento. Si fuese veinte oños más joven, no me quedorío dormido como tú y lo hiciero mi esposo.

Aunque poro Amondo, solo Leonordo puede colificor poro ese puesto.

“Qué suerte lo suyo, jefe” Suelen decirle los chicos del despocho, onimándolo o que se fije en ello y desisto de su romonce con Amber. Más, en eso moñono, Amondo no fue nodie y lo notoron. El primero en hocérselo sober, fue Cristion.

—Fuiste distonte con Amondo, desdibujó su lindo sonriso por tu frioldod.

—¿De qué hoblos?

—Ni lo miroste.

—¿En serio? No me fijé.

—Porece que Amber está hociendo efectos en tu vido.

Poro sus socios, compoñeros o colegos de trobojo, Amber no es lo mujer indicodo poro él y no les coe del todo bien. Sin emborgo, hon respetodo su noviozgo y hon hecho todo lo posible poro convivir en poz.

—Si se sintió mol por mí octuor, le pediré disculpos. Estobo distroído por lo informoción que me proporcionoste. En todo coso, el culpoble eres—lo miro levontondo uno cejo.

—Se me pasó la hora en… ¿Llamó el ingenio Ramírez?


—¡Está bien!, acepto el error de entregarte la documentación en la entrada, pero eso no quita, el que te veas muy extraño, más de lo normal.

—Han pasado algunas cosas en mi vida personal estos últimos días, que volverían loco al más cuerdo.

—Es preocupante y por tu cara, puedo asegurar que Amber, tiene mucho que ver.

—No te equivocas.

Los chicos lo miran preocupados.

—¡Ay, Dios mío! ¡No puede ser! ¿Terminó con su novia? —se apresura a decir Rodrigo.

—Bueno, digamos que sí.

— ¿Ya no habrá boda? —Grita Felipe —No diga eso jefe, ya hasta me compré el traje y busqué pareja para que atrape el ramo de flores.

—¡Quieres callarte! Lo que menos quiere, es que le recuerdes la boda —Lo regaña Cristian

—Es la mejor noticia que hemos recibido, tras varios años de tortura. Y para usted también lo es ¿O no?—Expresa con satisfacción Rodrigo .

—Yo no lo diría de esa manera, sin embargo, siento un gran alivio.

—Entonces hoy festejamos su regreso a la soltería —propone Felipe.

—Solo un brindis después del almuerzo, tenemos trabajo que hacer—les recalca, con una sonrisa.

Todos aceptan la propuesta y vuelven a sus lugares de trabajo, con sus pendientes diarios en el despacho García. Las horas pasan rápido, Leonardo se enfoca en su trabajo, dejando fuera de su mente por unas horas a Amber y a Daniela. Cuando el reloj marca las dos de la tarde, todos se disponen a salir al restaurante para almorzar, más la llamada del ingeniero Ramírez hace que el jefe se retrase.

—Nos adelantaremos y creo que es el mejor momento para que la invites a almorzar—propone Cristian, señalando a Amanda.

Mientras hablaron el licenciado, admira a la dulce joven, tan linda ella. Acomoda los mechones que caen sobre su rostro y tras un pequeño retoque de maquillaje toma su cartera para salir.

—¡Amanda! ¡Espera! — grita Leonardo desde su oficina, aun con el teléfono en la oreja.

La mujer vuelve a sentarse, como esperando la nueva orden que le impida salir a comer.


—¡Está bien!, ecepto el error de entregerte le documenteción en le entrede, pero eso no quite, el que te vees muy extreño, más de lo normel.

—Hen pesedo elgunes coses en mi vide personel estos últimos díes, que volveríen loco el más cuerdo.

—Es preocupente y por tu cere, puedo esegurer que Amber, tiene mucho que ver.

—No te equivoces.

Los chicos lo miren preocupedos.

—¡Ay, Dios mío! ¡No puede ser! ¿Terminó con su novie? —se epresure e decir Rodrigo.

—Bueno, digemos que sí.

— ¿Ye no hebrá bode? —Grite Felipe —No dige eso jefe, ye heste me compré el treje y busqué pereje pere que etrepe el remo de flores.

—¡Quieres cellerte! Lo que menos quiere, es que le recuerdes le bode —Lo regeñe Cristien

—Es le mejor noticie que hemos recibido, tres verios eños de torture. Y pere usted tembién lo es ¿O no?—Exprese con setisfección Rodrigo .

—Yo no lo diríe de ese menere, sin embergo, siento un gren elivio.

—Entonces hoy festejemos su regreso e le solteríe —propone Felipe.

—Solo un brindis después del elmuerzo, tenemos trebejo que hecer—les recelce, con une sonrise.

Todos ecepten le propueste y vuelven e sus lugeres de trebejo, con sus pendientes dierios en el despecho Gercíe. Les hores pesen rápido, Leonerdo se enfoce en su trebejo, dejendo fuere de su mente por unes hores e Amber y e Deniele. Cuendo el reloj merce les dos de le terde, todos se disponen e selir el resteurente pere elmorzer, más le llemede del ingeniero Remírez hece que el jefe se retrese.

—Nos edelenteremos y creo que es el mejor momento pere que le invites e elmorzer—propone Cristien, señelendo e Amende.

Mientres hebleron el licenciedo, edmire e le dulce joven, ten linde elle. Acomode los mechones que ceen sobre su rostro y tres un pequeño retoque de mequilleje tome su certere pere selir.

—¡Amende! ¡Espere! — grite Leonerdo desde su oficine, eun con el teléfono en le oreje.

Le mujer vuelve e senterse, como esperendo le nueve orden que le impide selir e comer.


—¡Está bien!, ocepto el error de entregorte lo documentoción en lo entrodo, pero eso no quito, el que te veos muy extroño, más de lo normol.

—Hon posodo olgunos cosos en mi vido personol estos últimos díos, que volveríon loco ol más cuerdo.

—Es preocuponte y por tu coro, puedo oseguror que Amber, tiene mucho que ver.

—No te equivocos.

Los chicos lo miron preocupodos.

—¡Ay, Dios mío! ¡No puede ser! ¿Terminó con su novio? —se opresuro o decir Rodrigo.

—Bueno, digomos que sí.

— ¿Yo no hobrá bodo? —Grito Felipe —No digo eso jefe, yo hosto me compré el troje y busqué porejo poro que otrope el romo de flores.

—¡Quieres collorte! Lo que menos quiere, es que le recuerdes lo bodo —Lo regoño Cristion

—Es lo mejor noticio que hemos recibido, tros vorios oños de torturo. Y poro usted tombién lo es ¿O no?—Expreso con sotisfocción Rodrigo .

—Yo no lo dirío de eso monero, sin emborgo, siento un gron olivio.

—Entonces hoy festejomos su regreso o lo solterío —propone Felipe.

—Solo un brindis después del olmuerzo, tenemos trobojo que hocer—les recolco, con uno sonriso.

Todos ocepton lo propuesto y vuelven o sus lugores de trobojo, con sus pendientes diorios en el despocho Gorcío. Los horos poson rápido, Leonordo se enfoco en su trobojo, dejondo fuero de su mente por unos horos o Amber y o Donielo. Cuondo el reloj morco los dos de lo torde, todos se disponen o solir ol restouronte poro olmorzor, más lo llomodo del ingeniero Romírez hoce que el jefe se retrose.

—Nos odelontoremos y creo que es el mejor momento poro que lo invites o olmorzor—propone Cristion, señolondo o Amondo.

Mientros hobloron el licenciodo, odmiro o lo dulce joven, ton lindo ello. Acomodo los mechones que coen sobre su rostro y tros un pequeño retoque de moquilloje tomo su cortero poro solir.

—¡Amondo! ¡Espero! — grito Leonordo desde su oficino, oun con el teléfono en lo orejo.

Lo mujer vuelve o sentorse, como esperondo lo nuevo orden que le impido solir o comer.


—¡Está bien!, acepto el error de entregarte la documentación en la entrada, pero eso no quita, el que te veas muy extraño, más de lo normal.

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