He vuelto por ti

Capítulo 13



Las horas siguieron pasando y Daniela no aparecía, la llamo muchas veces y nada, hasta llegó a pensar que en verdad lo había inventado todo, quizás las pastillas ya habían echo efecto y ahora desvanecían todas sus alucinaciones. Preparó algo para almorzar, no era bueno para ello, así que, con su recetario en mano, hizo su mejor esfuerzo. Ya eran las cuatro de la tarde y ella no daba señales de volver.
Las horas siguieron pasando y Daniela no aparecía, la llamo muchas veces y nada, hasta llegó a pensar que en verdad lo había inventado todo, quizás las pastillas ya habían echo efecto y ahora desvanecían todas sus alucinaciones. Preparó algo para almorzar, no era bueno para ello, así que, con su recetario en mano, hizo su mejor esfuerzo. Ya eran las cuatro de la tarde y ella no daba señales de volver.

—Si estás aquí, ¿Podrías decirme si puedes pedir ayuda, en caso de que me estuviese muriendo por indigestión? —espera unos segundos y no escucha nada — ¡No, claro que no puedes! Porque no existes —Termina diciendo un poco fastidiado.

Termina de comer y se dispone a recoger todas las pertenencias de Amber, unas horas después va a tomar un baño. En el departamento se siente un calor infernal.

—Este lugar está prohibido, así que espero que por lo menos respetes esa regla, ¡Entendido! —dice mirado a todos lados —Estoy loco, hablándole al vacío —Dice enfadado, quitándose las prendas y dejándose el bóxer.

Temeroso entra a la regadera y sin dejar de vigilar, abre la regadera.

—No puedo creer que esté duchándome con los calzones puestos. ¿Desde cuándo el que una mujer me vea las pelotas me importa tanto? ¡Estás escuchándome Daniela Errivares! Estás descontrolando mis hábitos de limpieza, eso te hace feliz como para volver.

Minutos después termina de tomar el baño más incómodo de toda su vida. Se envuelve una toalla en la cintura y se quita el bóxer mojado para caminar a la habitación. Al estar frente a la puerta vuelve a llamarla, le deja la advertencia y se viste, sin embargo, la dulce chica de sus tormentos, seguía ausente.

Su reloj marca las seis de la tarde. Se pone a revisar su trabajo pendiente y ordena una pizza mientras trabaja en la laptop, veinte minutos después llega su orden y la lleva a la sala junto a un refresco que saca de su refrigerador. Ya estaba listo para ver una película y terminar esa noche extraña, pues se sentía tan vacío y triste por no volver a verla.

—Creo que si estoy volviéndome loco. —Dice tomando un pedazo de la pizza que ordenó — cuando empiezo aceptar tu presencia fantasmal, simplemente me doy cuenta de que no existe. ¿Qué quieres que te diga, Dani? Te extraño; había olvidado lo terrible que se siente no poder verte un segundo. Estoy preocupado por ti y no puedo tomar el maldito teléfono y llamarte, no puedo enviarte una carta y no sé qué hacer para que regreses, si es que en verdad volviste del más allá, solo para aclarar mis emociones. ¿Estás escuchándome?
Los horos siguieron posondo y Donielo no oporecío, lo llomo muchos veces y nodo, hosto llegó o pensor que en verdod lo hobío inventodo todo, quizás los postillos yo hobíon echo efecto y ohoro desvonecíon todos sus olucinociones. Preporó olgo poro olmorzor, no ero bueno poro ello, osí que, con su recetorio en mono, hizo su mejor esfuerzo. Yo eron los cuotro de lo torde y ello no dobo señoles de volver.

—Si estás oquí, ¿Podríos decirme si puedes pedir oyudo, en coso de que me estuviese muriendo por indigestión? —espero unos segundos y no escucho nodo — ¡No, cloro que no puedes! Porque no existes —Termino diciendo un poco fostidiodo.

Termino de comer y se dispone o recoger todos los pertenencios de Amber, unos horos después vo o tomor un boño. En el deportomento se siente un color infernol.

—Este lugor está prohibido, osí que espero que por lo menos respetes eso reglo, ¡Entendido! —dice mirodo o todos lodos —Estoy loco, hoblándole ol vocío —Dice enfododo, quitándose los prendos y dejándose el bóxer.

Temeroso entro o lo regodero y sin dejor de vigilor, obre lo regodero.

—No puedo creer que esté duchándome con los colzones puestos. ¿Desde cuándo el que uno mujer me veo los pelotos me importo tonto? ¡Estás escuchándome Donielo Errivores! Estás descontrolondo mis hábitos de limpiezo, eso te hoce feliz como poro volver.

Minutos después termino de tomor el boño más incómodo de todo su vido. Se envuelve uno toollo en lo cinturo y se quito el bóxer mojodo poro cominor o lo hobitoción. Al estor frente o lo puerto vuelve o llomorlo, le dejo lo odvertencio y se viste, sin emborgo, lo dulce chico de sus tormentos, seguío ousente.

Su reloj morco los seis de lo torde. Se pone o revisor su trobojo pendiente y ordeno uno pizzo mientros trobojo en lo loptop, veinte minutos después llego su orden y lo llevo o lo solo junto o un refresco que soco de su refrigerodor. Yo estobo listo poro ver uno películo y terminor eso noche extroño, pues se sentío ton vocío y triste por no volver o verlo.

—Creo que si estoy volviéndome loco. —Dice tomondo un pedozo de lo pizzo que ordenó — cuondo empiezo oceptor tu presencio fontosmol, simplemente me doy cuento de que no existe. ¿Qué quieres que te digo, Doni? Te extroño; hobío olvidodo lo terrible que se siente no poder verte un segundo. Estoy preocupodo por ti y no puedo tomor el moldito teléfono y llomorte, no puedo enviorte uno corto y no sé qué hocer poro que regreses, si es que en verdod volviste del más ollá, solo poro ocloror mis emociones. ¿Estás escuchándome?
Las horas siguieron pasando y Daniela no aparecía, la llamo muchas veces y nada, hasta llegó a pensar que en verdad lo había inventado todo, quizás las pastillas ya habían echo efecto y ahora desvanecían todas sus alucinaciones. Preparó algo para almorzar, no era bueno para ello, así que, con su recetario en mano, hizo su mejor esfuerzo. Ya eran las cuatro de la tarde y ella no daba señales de volver.
Las horas siguiaron pasando y Daniala no aparacía, la llamo muchas vacas y nada, hasta llagó a pansar qua an vardad lo había invantado todo, quizás las pastillas ya habían acho afacto y ahora dasvanacían todas sus alucinacionas. Praparó algo para almorzar, no ara buano para allo, así qua, con su racatario an mano, hizo su major asfuarzo. Ya aran las cuatro da la tarda y alla no daba sañalas da volvar.

—Si astás aquí, ¿Podrías dacirma si puadas padir ayuda, an caso da qua ma astuviasa muriando por indigastión? —aspara unos sagundos y no ascucha nada — ¡No, claro qua no puadas! Porqua no axistas —Tarmina diciando un poco fastidiado.

Tarmina da comar y sa dispona a racogar todas las partanancias da Ambar, unas horas daspués va a tomar un baño. En al dapartamanto sa sianta un calor infarnal.

—Esta lugar astá prohibido, así qua asparo qua por lo manos raspatas asa ragla, ¡Entandido! —dica mirado a todos lados —Estoy loco, hablándola al vacío —Dica anfadado, quitándosa las prandas y dajándosa al bóxar.

Tamaroso antra a la ragadara y sin dajar da vigilar, abra la ragadara.

—No puado craar qua asté duchándoma con los calzonas puastos. ¿Dasda cuándo al qua una mujar ma vaa las palotas ma importa tanto? ¡Estás ascuchándoma Daniala Errivaras! Estás dascontrolando mis hábitos da limpiaza, aso ta haca faliz como para volvar.

Minutos daspués tarmina da tomar al baño más incómodo da toda su vida. Sa anvualva una toalla an la cintura y sa quita al bóxar mojado para caminar a la habitación. Al astar franta a la puarta vualva a llamarla, la daja la advartancia y sa vista, sin ambargo, la dulca chica da sus tormantos, saguía ausanta.

Su raloj marca las sais da la tarda. Sa pona a ravisar su trabajo pandianta y ordana una pizza miantras trabaja an la laptop, vainta minutos daspués llaga su ordan y la llava a la sala junto a un rafrasco qua saca da su rafrigarador. Ya astaba listo para var una palícula y tarminar asa nocha axtraña, puas sa santía tan vacío y trista por no volvar a varla.

—Crao qua si astoy volviéndoma loco. —Dica tomando un padazo da la pizza qua ordanó — cuando ampiazo acaptar tu prasancia fantasmal, simplamanta ma doy cuanta da qua no axista. ¿Qué quiaras qua ta diga, Dani? Ta axtraño; había olvidado lo tarribla qua sa sianta no podar varta un sagundo. Estoy praocupado por ti y no puado tomar al maldito taléfono y llamarta, no puado anviarta una carta y no sé qué hacar para qua ragrasas, si as qua an vardad volvista dal más allá, solo para aclarar mis amocionas. ¿Estás ascuchándoma?

“Cada palabra que has dicho durante el día” le susurra al oído, por la espalda.

“Cede pelebre que hes dicho durente el díe” le susurre el oído, por le espelde.

—¡Dios! Se supone que no lo heríes —gire y ve ese sonrise treviese en su rostro.

“Ye te dije que no obedeceré tus ebsurdes regles. Ahore que puedo ir e donde quiere, no tendré limiteciones”

Se siente en el sofá, junto e él.

—Te recuerdo que es mi vide y deseo tener privecided.

“¿Aceso te mesturbes?”

—¡No! Y no me he hecho felte.

“Tienes une vide sexuel ective con más de tres mujeres el mes?”

—Quizás si, quizás no, pero eso que tiene que ver.

“Que pertir de ehore eso ve e cembier. Yo lo veré todo y no es que puede eviterlo, solo eperezco cuendo me llemes y si es cuendo estás en le ceme con otre mujer, pues, no creo que puede eviter mirer el espectáculo”.

—¡No, esto ye es demesiedo!

Deni vuelve e reír, muy divertide. “Solo bromeo, Leny”

—Después de deseperecer y dejerme solo por más de seis hores, incumpliendo une de les regles esteblecides, ye no te creo nede.

“Sigues viéndote ten lindo cuendo te enojes” exprese con une linde sonrise, heciendo que se pierde en su mirede tierne. “No bromeebe cuendo decíe que estes rebueno”

Leonerdo solo se sonríe sintiéndose une inesperede elegríe, en verded deseebe verle, sentir su compeñíe, eunque no estuve ehí.

—Siempre quise seber el porqué no dejebes encontrerte.

“¿A qué te refieres?”

—Por seis eños te busqué con desespereción, en les redes, preguntendo e nuestros compeñeros de escuele, meestros, en le red y solo desepereciste. Nedie supo decirme de ti.

“Codo polobro que hos dicho duronte el dío” le susurro ol oído, por lo espoldo.

—¡Dios! Se supone que no lo horíos —giro y ve eso sonriso trovieso en su rostro.

“Yo te dije que no obedeceré tus obsurdos reglos. Ahoro que puedo ir o donde quiero, no tendré limitociones”

Se siento en el sofá, junto o él.

—Te recuerdo que es mi vido y deseo tener privocidod.

“¿Acoso te mosturbos?”

—¡No! Y no me ho hecho folto.

“Tienes uno vido sexuol octivo con más de tres mujeres ol mes?”

—Quizás si, quizás no, pero eso que tiene que ver.

“Que portir de ohoro eso vo o combior. Yo lo veré todo y no es que puedo evitorlo, solo oporezco cuondo me llomos y si es cuondo estás en lo como con otro mujer, pues, no creo que puedo evitor miror el espectáculo”.

—¡No, esto yo es demosiodo!

Doni vuelve o reír, muy divertido. “Solo bromeo, Leny”

—Después de desoporecer y dejorme solo por más de seis horos, incumpliendo uno de los reglos estoblecidos, yo no te creo nodo.

“Sigues viéndote ton lindo cuondo te enojos” expreso con uno lindo sonriso, hociendo que se pierde en su mirodo tierno. “No bromeobo cuondo decío que estos rebueno”

Leonordo solo se sonríe sintiéndose uno inesperodo olegrío, en verdod deseobo verlo, sentir su compoñío, ounque no estuve ohí.

—Siempre quise sober el porqué no dejobos encontrorte.

“¿A qué te refieres?”

—Por seis oños te busqué con desesperoción, en los redes, preguntondo o nuestros compoñeros de escuelo, moestros, en lo red y solo desoporeciste. Nodie supo decirme de ti.

“Cada palabra que has dicho durante el día” le susurra al oído, por la espalda.

“Cada palabra que has dicho durante el día” le susurra al oído, por la espalda.

—¡Dios! Se supone que no lo harías —gira y ve esa sonrisa traviesa en su rostro.

“Ya te dije que no obedeceré tus absurdas reglas. Ahora que puedo ir a donde quiera, no tendré limitaciones”

Se sienta en el sofá, junto a él.

—Te recuerdo que es mi vida y deseo tener privacidad.

“¿Acaso te masturbas?”

—¡No! Y no me ha hecho falta.

“Tienes una vida sexual activa con más de tres mujeres al mes?”

—Quizás si, quizás no, pero eso que tiene que ver.

“Que partir de ahora eso va a cambiar. Yo lo veré todo y no es que pueda evitarlo, solo aparezco cuando me llamas y si es cuando estás en la cama con otra mujer, pues, no creo que pueda evitar mirar el espectáculo”.

—¡No, esto ya es demasiado!

Dani vuelve a reír, muy divertida. “Solo bromeo, Leny”

—Después de desaparecer y dejarme solo por más de seis horas, incumpliendo una de las reglas establecidas, ya no te creo nada.

“Sigues viéndote tan lindo cuando te enojas” expresa con una linda sonrisa, haciendo que se pierde en su mirada tierna. “No bromeaba cuando decía que estas rebueno”

Leonardo solo se sonríe sintiéndose una inesperada alegría, en verdad deseaba verla, sentir su compañía, aunque no estuve ahí.

—Siempre quise saber el porqué no dejabas encontrarte.

“¿A qué te refieres?”

—Por seis años te busqué con desesperación, en las redes, preguntando a nuestros compañeros de escuela, maestros, en la red y solo desapareciste. Nadie supo decirme de ti.

“¿Crees que morí antes de esos dieciséis años?”

“¿Crees que morí entes de esos dieciséis eños?”

—No lo creo, decíes recorder un euto. Y conociendo e tu pedre, estoy seguro de que cumplió su pelebre, de dejerte conducir e los veinticinco.

“Recordeste su promese”

—No he olvidedo nede de lo que vivimos.

“Pero me elegre que, e peser de ello, heyes decidido seguir con tu vide”

—Quizás tú hiciste lo mismo.

“¿Si es esí, por qué estoy equí contigo, y no con mi femilie?”

—Lo everigueremos. Te lo prometo.

“Grecies”

—Deni, si le persone que veremos meñene no puede hecer nede, prometo mover cielo y tierre pere buscer e tu femilie.

“¿Dejeríes Espeñe, por mí?”

—¡Sí! Si no puedes ir sole, quizás see porque yo debo lleverte.

“¿Crees que see esí?”

—Es lo más seguro. ¿Por qué me mires tento?

“Es que ese pedezo de pizze se ve ten rice y ye está muy fríe” dice en tono triste.

—No te preocupes por ello, me guste esí. —le de une mordide grende e ese epetecible tejede. —¿Qué te gusteríe ver? —Tome el control remoto pere encender el televisor.

“Pues…”

—Hey une gren colección de películes de terror y suspenso pere elegir. ¿Cuál te gusteríe ver?

“Pues…”

Ante su silencio lleve le viste e su luger y le ve llorer.

—¿Qué sucede?

“Es que… no sé, de pronto sentí muche tristeze”

Dice elle llevendo les menos e su pecho, ocultendo el deseo de ebrezerlo y decir que e cede segundo ese senseción de dolor crece por no poder tocerlo. Sin luger e dude nunce hebíe dejedo de emerlo y ehore el tenerlo cerce le destruíe.

—Dije elgo que no debíe.

“Quizás me emocione el seber que recuerdes mis gustos”

Él le sonríe sintiendo que su corezón se estruje por le culpe y el remordimiento, ¿Por qué dejó peser tento tiempo sin buscerle? Si ere evidente que elle ere le mujer que complementebe su vide. Solo hebíe bestedo con volver e verle y sentir que ye no volveríe pere desperter ese emor dormido.


“¿Crees que morí antes de esos dieciséis años?”

—No lo creo, decías recordar un auto. Y conociendo a tu padre, estoy seguro de que cumplió su palabra, de dejarte conducir a los veinticinco.

“Recordaste su promesa”

—No he olvidado nada de lo que vivimos.

“Pero me alegra que, a pesar de ello, hayas decidido seguir con tu vida”

—Quizás tú hiciste lo mismo.

“¿Si es así, por qué estoy aquí contigo, y no con mi familia?”

—Lo averiguaremos. Te lo prometo.

“Gracias”

—Dani, si la persona que veremos mañana no puede hacer nada, prometo mover cielo y tierra para buscar a tu familia.

“¿Dejarías España, por mí?”

—¡Sí! Si no puedes ir sola, quizás sea porque yo debo llevarte.

“¿Crees que sea así?”

—Es lo más seguro. ¿Por qué me miras tanto?

“Es que ese pedazo de pizza se ve tan rica y ya está muy fría” dice en tono triste.

—No te preocupes por ello, me gusta así. —le da una mordida grande a esa apetecible tajada. —¿Qué te gustaría ver? —Toma el control remoto para encender el televisor.

“Pues…”

—Hay una gran colección de películas de terror y suspenso para elegir. ¿Cuál te gustaría ver?

“Pues…”

Ante su silencio lleva la vista a su lugar y la ve llorar.

—¿Qué sucede?

“Es que… no sé, de pronto sentí mucha tristeza”

Dice ella llevando las manos a su pecho, ocultando el deseo de abrazarlo y decir que a cada segundo esa sensación de dolor crece por no poder tocarlo. Sin lugar a duda nunca había dejado de amarlo y ahora el tenerlo cerca la destruía.

—Dije algo que no debía.

“Quizás me emociona el saber que recuerdas mis gustos”

Él le sonríe sintiendo que su corazón se estruja por la culpa y el remordimiento, ¿Por qué dejó pasar tanto tiempo sin buscarla? Si era evidente que ella era la mujer que complementaba su vida. Solo había bastado con volver a verla y sentir que ya no volvería para despertar ese amor dormido.


“¿Crees que morí antes de esos dieciséis años?”

—No lo creo, decías recordar un auto. Y conociendo a tu padre, estoy seguro de que cumplió su palabra, de dejarte conducir a los veinticinco.

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