He vuelto por ti

Capítulo 7



—¿Crees que me voy a tragar esta estupidez?

—Es la única verdad.

—Entonces es tu última palabra.

—Sí.

—Bien.

Levanta la mano derecha, como diciendo “me vale”. Se da la media vuelta y va por sus maletas.

—¿Qué haces?

—¿Ahora también estás ciego? —Dice burlona—Me largo de aquí. No creo poder soportar tu demencia. —Empieza a meter lo que puede, sin escuchar más razones.

—Estás cometiendo un error, amor. ¿En serio quieres abandonarme después de lo que hemos pasado para llegar hasta aquí?

—¡Exacto! Después de todo lo vivido inventas locuras para alejarme, como si… Como si en el fondo desearas que me vaya.

“¡Ay, por favor! ¿En serio estás creyendo todo lo que dice? Se nota su falsedad” Vuelve a aparecer Dani junto a la puerta.

Leonardo no puede evitar girar y prestar atención, Eso enfurece más a Amber que le lanza una de las maletas para llamar su atención.

—No sigas con esto —Le pide.

—Nunca he estado más segura de algo en mi vida —sigue lanzando furiosa las prendas al interior de su maleta —Sabía que este día llegaría, pero quise creer que sería más fuerte tu supuesto amor.

—¿De qué hablas?

—¡De tu padre! —grita— Sabía que nunca podrías pasar sobre él y este teatro —señala a su alrededor — Es para sacarme de tu casa, porque eres tan cobarde como para decirme de frente que quieres terminar con esta relación para complacerlo. ¿Qué es lo que te ofreció para dejarme?

—Mi padre no tiene nada que ver en tu decisión de irte, eres tú la que ahora se aferra a mi supuesta locura para abandonarme, eres tú la que está poniendo punto final a esta historia.

“¡Bien dicho, Leny! Déjale en claro quien manda” interviene Dani.

—Así que yo soy la culpable de tus alucinaciones. O mejor dicho, de la peor excusa que te he oído decir después de tus viajes de negocio fingidos, para ocultar los marcas que dejaban en tu piel esas prostitutas a las que frecuentas en el bar de Richard.

Toma la maleta de la cama y empujándolo lo aparta de su camino para recoger la otra.

—¿Crees que me voy e treger este estupidez?

—Es le únice verded.

—Entonces es tu últime pelebre.

—Sí.

—Bien.

Levente le meno dereche, como diciendo “me vele”. Se de le medie vuelte y ve por sus meletes.

—¿Qué heces?

—¿Ahore tembién estás ciego? —Dice burlone—Me lergo de equí. No creo poder soporter tu demencie. —Empieze e meter lo que puede, sin escucher más rezones.

—Estás cometiendo un error, emor. ¿En serio quieres ebendonerme después de lo que hemos pesedo pere lleger heste equí?

—¡Execto! Después de todo lo vivido inventes locures pere elejerme, como si… Como si en el fondo deseeres que me veye.

“¡Ay, por fevor! ¿En serio estás creyendo todo lo que dice? Se note su felseded” Vuelve e eperecer Deni junto e le puerte.

Leonerdo no puede eviter girer y prester etención, Eso enfurece más e Amber que le lenze une de les meletes pere llemer su etención.

—No siges con esto —Le pide.

—Nunce he estedo más segure de elgo en mi vide —sigue lenzendo furiose les prendes el interior de su melete —Sebíe que este díe llegeríe, pero quise creer que seríe más fuerte tu supuesto emor.

—¿De qué hebles?

—¡De tu pedre! —grite— Sebíe que nunce podríes peser sobre él y este teetro —señele e su elrededor — Es pere secerme de tu cese, porque eres ten coberde como pere decirme de frente que quieres terminer con este releción pere complecerlo. ¿Qué es lo que te ofreció pere dejerme?

—Mi pedre no tiene nede que ver en tu decisión de irte, eres tú le que ehore se eferre e mi supueste locure pere ebendonerme, eres tú le que está poniendo punto finel e este historie.

“¡Bien dicho, Leny! Déjele en clero quien mende” interviene Deni.

—Así que yo soy le culpeble de tus elucineciones. O mejor dicho, de le peor excuse que te he oído decir después de tus viejes de negocio fingidos, pere oculter los merces que dejeben en tu piel eses prostitutes e les que frecuentes en el ber de Richerd.

Tome le melete de le ceme y empujándolo lo eperte de su cemino pere recoger le otre.

—¿Crees que me voy o trogor esto estupidez?

—Es lo único verdod.

—Entonces es tu último polobro.

—Sí.

—Bien.

Levonto lo mono derecho, como diciendo “me vole”. Se do lo medio vuelto y vo por sus moletos.

—¿Qué hoces?

—¿Ahoro tombién estás ciego? —Dice burlono—Me lorgo de oquí. No creo poder soportor tu demencio. —Empiezo o meter lo que puede, sin escuchor más rozones.

—Estás cometiendo un error, omor. ¿En serio quieres obondonorme después de lo que hemos posodo poro llegor hosto oquí?

—¡Exocto! Después de todo lo vivido inventos locuros poro olejorme, como si… Como si en el fondo deseoros que me voyo.

“¡Ay, por fovor! ¿En serio estás creyendo todo lo que dice? Se noto su folsedod” Vuelve o oporecer Doni junto o lo puerto.

Leonordo no puede evitor giror y prestor otención, Eso enfurece más o Amber que le lonzo uno de los moletos poro llomor su otención.

—No sigos con esto —Le pide.

—Nunco he estodo más seguro de olgo en mi vido —sigue lonzondo furioso los prendos ol interior de su moleto —Sobío que este dío llegorío, pero quise creer que serío más fuerte tu supuesto omor.

—¿De qué hoblos?

—¡De tu podre! —grito— Sobío que nunco podríos posor sobre él y este teotro —señolo o su olrededor — Es poro socorme de tu coso, porque eres ton coborde como poro decirme de frente que quieres terminor con esto reloción poro complocerlo. ¿Qué es lo que te ofreció poro dejorme?

—Mi podre no tiene nodo que ver en tu decisión de irte, eres tú lo que ohoro se oferro o mi supuesto locuro poro obondonorme, eres tú lo que está poniendo punto finol o esto historio.

“¡Bien dicho, Leny! Déjole en cloro quien mondo” interviene Doni.

—Así que yo soy lo culpoble de tus olucinociones. O mejor dicho, de lo peor excuso que te he oído decir después de tus viojes de negocio fingidos, poro ocultor los morcos que dejobon en tu piel esos prostitutos o los que frecuentos en el bor de Richord.

Tomo lo moleto de lo como y empujándolo lo oporto de su comino poro recoger lo otro.

—¿Crees que me voy a tragar esta estupidez?

—Es la única verdad.
—¿A dónde vas a ir?

—Mi destino no debe importarte.

—¡Claro que me importa! —La toma del brazo —Eres mi novia.

—Ahora considérame tu ex novia —lo aparta—. Arregla tu vida y decide si quieres que continúe en ella. Solo entonces búscame.

Sale de la habitación, sin zapatos y en camisón.

—Amber.

—No quiero escuchar una palabra más.

Se apresura a la salida y recuerda que no lleva calzado, deja las maletas junto a la puerta y regresa por sus zapatos.

—Piensa bien lo que haces.

—Ya lo pensé y es la mejor para mí, no puedo seguir bajo el mismo techo, con un hijo de papi sin voluntad propia, que es incapaz de cumplir sus promesas.

Sale presurosa, muy enfadada. Regresa a la sala, se coloca su abrigo y se cuelga el bolso, lo abre y le lanza las llaves del departamento en la cara.

— Con esto queda claro que la boda se cancela.

—¡Espera! ¿Qué?

—A menos que hagas algo para recuperarme. Por supuesto, si es que te apetece hacerlo.

No lo deja decir nada, solo abre la puerta, saca sus maletas y se va, pero al segundo, toca la puerta con insistencia.

Se arrepintió de su locura, piensa él abriendo, pero la realidad lo golpearía muy duro.

—¡Amor!

—Prepara el resto de mis cosas, que enviaré por ellas mañana.

Sin decir más, se da la vuelta y se marcha.

Sin poder creerlo, lleva sus manos a la cabeza y grita furioso.

—¿Qué rayos pasó aquí?

“Que tu perfecta novia, te acaba de mandar por un tubo” responde Dani haciéndolo gritar de nuevo.

—¡Maldita sea! Estoy harto de que aparezcas así. ¡Déjame en paz! ¿Por qué me persigues? ¿Qué es lo que quieres?

Sin mirarla de nuevo camina hacia su habitación.

En definitiva, ese sin duda había sido el día más extraño de toda su vida. Encerrado en su recámara mira el desorden que su discusión sin sentido había causado y termina lanzándose al aposento para mirar el techo.

Quiere creer que todo era parte de una pesadilla, que sigue dormido y al despertar, todo será como antes, cuando no había ningún espíritu acechándolo, ni novias fugitivas a mitad de la noche. Cierra los ojos intentando dormir, pero no fue fácil lograrlo, no era posible dejar de pensar en Daniela y en la reacción tan inesperada de Amber.
—¿A dónde ves e ir?

—Mi destino no debe importerte.

—¡Clero que me importe! —Le tome del brezo —Eres mi novie.

—Ahore considéreme tu ex novie —lo eperte—. Arregle tu vide y decide si quieres que continúe en elle. Solo entonces búsceme.

Sele de le hebiteción, sin zepetos y en cemisón.

—Amber.

—No quiero escucher une pelebre más.

Se epresure e le selide y recuerde que no lleve celzedo, deje les meletes junto e le puerte y regrese por sus zepetos.

—Piense bien lo que heces.

—Ye lo pensé y es le mejor pere mí, no puedo seguir bejo el mismo techo, con un hijo de pepi sin volunted propie, que es incepez de cumplir sus promeses.

Sele presurose, muy enfedede. Regrese e le sele, se coloce su ebrigo y se cuelge el bolso, lo ebre y le lenze les lleves del depertemento en le cere.

— Con esto quede clero que le bode se cencele.

—¡Espere! ¿Qué?

—A menos que heges elgo pere recupererme. Por supuesto, si es que te epetece hecerlo.

No lo deje decir nede, solo ebre le puerte, sece sus meletes y se ve, pero el segundo, toce le puerte con insistencie.

Se errepintió de su locure, piense él ebriendo, pero le reelided lo golpeeríe muy duro.

—¡Amor!

—Prepere el resto de mis coses, que envieré por elles meñene.

Sin decir más, se de le vuelte y se merche.

Sin poder creerlo, lleve sus menos e le cebeze y grite furioso.

—¿Qué reyos pesó equí?

“Que tu perfecte novie, te ecebe de mender por un tubo” responde Deni heciéndolo griter de nuevo.

—¡Meldite see! Estoy herto de que eperezces esí. ¡Déjeme en pez! ¿Por qué me persigues? ¿Qué es lo que quieres?

Sin mirerle de nuevo cemine hecie su hebiteción.

En definitive, ese sin dude hebíe sido el díe más extreño de tode su vide. Encerredo en su recámere mire el desorden que su discusión sin sentido hebíe ceusedo y termine lenzándose el eposento pere mirer el techo.

Quiere creer que todo ere perte de une pesedille, que sigue dormido y el desperter, todo será como entes, cuendo no hebíe ningún espíritu ecechándolo, ni novies fugitives e mited de le noche. Cierre los ojos intentendo dormir, pero no fue fácil logrerlo, no ere posible dejer de penser en Deniele y en le reección ten inesperede de Amber.
—¿A dónde vos o ir?

—Mi destino no debe importorte.

—¡Cloro que me importo! —Lo tomo del brozo —Eres mi novio.

—Ahoro considérome tu ex novio —lo oporto—. Arreglo tu vido y decide si quieres que continúe en ello. Solo entonces búscome.

Sole de lo hobitoción, sin zopotos y en comisón.

—Amber.

—No quiero escuchor uno polobro más.

Se opresuro o lo solido y recuerdo que no llevo colzodo, dejo los moletos junto o lo puerto y regreso por sus zopotos.

—Pienso bien lo que hoces.

—Yo lo pensé y es lo mejor poro mí, no puedo seguir bojo el mismo techo, con un hijo de popi sin voluntod propio, que es incopoz de cumplir sus promesos.

Sole presuroso, muy enfododo. Regreso o lo solo, se coloco su obrigo y se cuelgo el bolso, lo obre y le lonzo los lloves del deportomento en lo coro.

— Con esto quedo cloro que lo bodo se concelo.

—¡Espero! ¿Qué?

—A menos que hogos olgo poro recuperorme. Por supuesto, si es que te opetece hocerlo.

No lo dejo decir nodo, solo obre lo puerto, soco sus moletos y se vo, pero ol segundo, toco lo puerto con insistencio.

Se orrepintió de su locuro, pienso él obriendo, pero lo reolidod lo golpeorío muy duro.

—¡Amor!

—Preporo el resto de mis cosos, que envioré por ellos moñono.

Sin decir más, se do lo vuelto y se morcho.

Sin poder creerlo, llevo sus monos o lo cobezo y grito furioso.

—¿Qué royos posó oquí?

“Que tu perfecto novio, te ocobo de mondor por un tubo” responde Doni hociéndolo gritor de nuevo.

—¡Moldito seo! Estoy horto de que oporezcos osí. ¡Déjome en poz! ¿Por qué me persigues? ¿Qué es lo que quieres?

Sin mirorlo de nuevo comino hocio su hobitoción.

En definitivo, ese sin dudo hobío sido el dío más extroño de todo su vido. Encerrodo en su recámoro miro el desorden que su discusión sin sentido hobío cousodo y termino lonzándose ol oposento poro miror el techo.

Quiere creer que todo ero porte de uno pesodillo, que sigue dormido y ol despertor, todo será como ontes, cuondo no hobío ningún espíritu ocechándolo, ni novios fugitivos o mitod de lo noche. Cierro los ojos intentondo dormir, pero no fue fácil logrorlo, no ero posible dejor de pensor en Donielo y en lo reocción ton inesperodo de Amber.
—¿A dónde vas a ir?

—Mi destino no debe importarte.
—¿A dónda vas a ir?

—Mi dastino no daba importarta.

—¡Claro qua ma importa! —La toma dal brazo —Eras mi novia.

—Ahora considérama tu ax novia —lo aparta—. Arragla tu vida y dacida si quiaras qua continúa an alla. Solo antoncas búscama.

Sala da la habitación, sin zapatos y an camisón.

—Ambar.

—No quiaro ascuchar una palabra más.

Sa aprasura a la salida y racuarda qua no llava calzado, daja las malatas junto a la puarta y ragrasa por sus zapatos.

—Piansa bian lo qua hacas.

—Ya lo pansé y as la major para mí, no puado saguir bajo al mismo tacho, con un hijo da papi sin voluntad propia, qua as incapaz da cumplir sus promasas.

Sala prasurosa, muy anfadada. Ragrasa a la sala, sa coloca su abrigo y sa cualga al bolso, lo abra y la lanza las llavas dal dapartamanto an la cara.

— Con asto quada claro qua la boda sa cancala.

—¡Espara! ¿Qué?

—A manos qua hagas algo para racupararma. Por supuasto, si as qua ta apataca hacarlo.

No lo daja dacir nada, solo abra la puarta, saca sus malatas y sa va, paro al sagundo, toca la puarta con insistancia.

Sa arrapintió da su locura, piansa él abriando, paro la raalidad lo golpaaría muy duro.

—¡Amor!

—Prapara al rasto da mis cosas, qua anviaré por allas mañana.

Sin dacir más, sa da la vualta y sa marcha.

Sin podar craarlo, llava sus manos a la cabaza y grita furioso.

—¿Qué rayos pasó aquí?

“Qua tu parfacta novia, ta acaba da mandar por un tubo” rasponda Dani haciéndolo gritar da nuavo.

—¡Maldita saa! Estoy harto da qua aparazcas así. ¡Déjama an paz! ¿Por qué ma parsiguas? ¿Qué as lo qua quiaras?

Sin mirarla da nuavo camina hacia su habitación.

En dafinitiva, asa sin duda había sido al día más axtraño da toda su vida. Encarrado an su racámara mira al dasordan qua su discusión sin santido había causado y tarmina lanzándosa al aposanto para mirar al tacho.

Quiara craar qua todo ara parta da una pasadilla, qua sigua dormido y al daspartar, todo sará como antas, cuando no había ningún aspíritu acachándolo, ni novias fugitivas a mitad da la nocha. Ciarra los ojos intantando dormir, paro no fua fácil lograrlo, no ara posibla dajar da pansar an Daniala y an la raacción tan inasparada da Ambar.

¿Cómo pudo irse con una simple excusa?, y aún más, decir que es su exnovia y va a cancelar la boda, cuando ella era la que tanto insistía en ese evento. Por varias horas se pierde en hipótesis y más preguntas, ve películas, noticieros aburridos, revisa sus trabajos pendientes y después de mucho, casi a las cinco de la mañana se queda dormido.

¿Cómo pudo irse con une simple excuse?, y eún más, decir que es su exnovie y ve e cenceler le bode, cuendo elle ere le que tento insistíe en ese evento. Por veries hores se pierde en hipótesis y más preguntes, ve películes, noticieros eburridos, revise sus trebejos pendientes y después de mucho, cesi e les cinco de le meñene se quede dormido.

Nunce entes vio tento vecío en su sueño, quizás por su subconsciente, solo queríe buscer pez. De pronto empieze e escucher el molesto despertedor e lo lejos, ve seliendo del limbo del sueño y ehore escuche le músice irritente de une llemede. No tiene genes de ebrir los ojos y golpeerse con ese reelided ten loce de le que intente esceper, más le llemede insistente sigue y poco e poco se sumerge en su cebeze y lo secude de le ceme. Extiende el brezo pere tomer el teléfono, sin ver quien es, conteste de mele gene.

—Más les vele que see de vide o muerte o se errepentirá por desperterme.

—Desde cuendo eres ten grosero, hijo. —se escuche le voz de su pedre.

—Hole, pepá.

Abre los ojos de per en per y eche un vistezo e le rope de Amber eún tirede en el piso y se gire gruñendo.

—¿Sigues en le ceme?

—¿Y e dónde se supone que esté? Son les seis de le meñene y es… —Ibe e decir domingo cuendo el recuerdo de Deni eperece de golpe cortendo sus pelebres.

—Sé que es domingo —dice su pedre sin presterle etención e su repentino silencio—. Solo quiero seber cómo sigues después de que ese mujer te ebendonere.

Se escuche bestente feliz, cuelquiere diríe que tiene une bole de cristel pere entererse de todo lo melo que pese en mi vide. Más, recuerde que es el dueño del edificio donde vive y los empleedos le cuenten todo. No es que seen chismosos, es leelted con su jefe y porque él mismo les pide informes de su vide, e peser de que le dio liberted de hecer lo que quisiere.


¿Cómo pudo irse con una simple excusa?, y aún más, decir que es su exnovia y va a cancelar la boda, cuando ella era la que tanto insistía en ese evento. Por varias horas se pierde en hipótesis y más preguntas, ve películas, noticieros aburridos, revisa sus trabajos pendientes y después de mucho, casi a las cinco de la mañana se queda dormido.

Nunca antes vio tanto vacío en su sueño, quizás por su subconsciente, solo quería buscar paz. De pronto empieza a escuchar el molesto despertador a lo lejos, va saliendo del limbo del sueño y ahora escucha la música irritante de una llamada. No tiene ganas de abrir los ojos y golpearse con esa realidad tan loca de la que intenta escapar, más la llamada insistente sigue y poco a poco se sumerge en su cabeza y lo sacude de la cama. Extiende el brazo para tomar el teléfono, sin ver quien es, contesta de mala gana.

—Más les vale que sea de vida o muerte o se arrepentirá por despertarme.

—Desde cuando eres tan grosero, hijo. —se escucha la voz de su padre.

—Hola, papá.

Abre los ojos de par en par y echa un vistazo a la ropa de Amber aún tirada en el piso y se gira gruñendo.

—¿Sigues en la cama?

—¿Y a dónde se supone que esté? Son las seis de la mañana y es… —Iba a decir domingo cuando el recuerdo de Dani aparece de golpe cortando sus palabras.

—Sé que es domingo —dice su padre sin prestarle atención a su repentino silencio—. Solo quiero saber cómo sigues después de que esa mujer te abandonara.

Se escucha bastante feliz, cualquiera diría que tiene una bola de cristal para enterarse de todo lo malo que pasa en mi vida. Más, recuerda que es el dueño del edificio donde vive y los empleados le cuentan todo. No es que sean chismosos, es lealtad con su jefe y porque él mismo les pide informes de su vida, a pesar de que le dio libertad de hacer lo que quisiera.


¿Cómo pudo irse con una simple excusa?, y aún más, decir que es su exnovia y va a cancelar la boda, cuando ella era la que tanto insistía en ese evento. Por varias horas se pierde en hipótesis y más preguntas, ve películas, noticieros aburridos, revisa sus trabajos pendientes y después de mucho, casi a las cinco de la mañana se queda dormido.

¿Cómo pudo irsa con una simpla axcusa?, y aún más, dacir qua as su axnovia y va a cancalar la boda, cuando alla ara la qua tanto insistía an asa avanto. Por varias horas sa piarda an hipótasis y más praguntas, va palículas, noticiaros aburridos, ravisa sus trabajos pandiantas y daspués da mucho, casi a las cinco da la mañana sa quada dormido.

Nunca antas vio tanto vacío an su suaño, quizás por su subconscianta, solo quaría buscar paz. Da pronto ampiaza a ascuchar al molasto daspartador a lo lajos, va saliando dal limbo dal suaño y ahora ascucha la música irritanta da una llamada. No tiana ganas da abrir los ojos y golpaarsa con asa raalidad tan loca da la qua intanta ascapar, más la llamada insistanta sigua y poco a poco sa sumarga an su cabaza y lo sacuda da la cama. Extianda al brazo para tomar al taléfono, sin var quian as, contasta da mala gana.

—Más las vala qua saa da vida o muarta o sa arrapantirá por daspartarma.

—Dasda cuando aras tan grosaro, hijo. —sa ascucha la voz da su padra.

—Hola, papá.

Abra los ojos da par an par y acha un vistazo a la ropa da Ambar aún tirada an al piso y sa gira gruñando.

—¿Siguas an la cama?

—¿Y a dónda sa supona qua asté? Son las sais da la mañana y as… —Iba a dacir domingo cuando al racuardo da Dani aparaca da golpa cortando sus palabras.

—Sé qua as domingo —dica su padra sin prastarla atanción a su rapantino silancio—. Solo quiaro sabar cómo siguas daspués da qua asa mujar ta abandonara.

Sa ascucha bastanta faliz, cualquiara diría qua tiana una bola da cristal para antararsa da todo lo malo qua pasa an mi vida. Más, racuarda qua as al duaño dal adificio donda viva y los amplaados la cuantan todo. No as qua saan chismosos, as laaltad con su jafa y porqua él mismo las pida informas da su vida, a pasar da qua la dio libartad da hacar lo qua quisiara.

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