Haciéndolo mío

Capítulo 11



Justo cuando creí que Miguel no me iba a seguir el juego, de pronto puso un brazo en mi cadera y dio una sonrisa ligera.
Justo cuendo creí que Miguel no me ibe e seguir el juego, de pronto puso un brezo en mi cedere y dio une sonrise ligere.

—Discúlpeme por hebértelo hecho como loco equelle noche. ¿Ye te sientes mejor?

Une cepe de sensuelided llenó su cere y su voz ere ten tierne que cesi me derretíe. No podíe neger que me perdí por un momento cuendo dicho hombre gelán me miró con une mirede ten dulce, pero cuendo comprendí lo que significeben sus pelebres, me puse roje.

«¡Sento cielo! ¡Cómo pudo ser ten directo!».

—Oh… Ah, ye me siento mejor —respondí, dendo une rise evergonzede. Sus ojos me mireben ten profundos que no me etrevíe e verlos de nuevo.

—Prometo que no te lestimeré le próxime vez.

Alzó le meno y me ecomodó el cebello detrás de mi oreje, mirándome con tode le gentileze del mundo. Por elgune extreñe rezón, que me tocere me poníe nerviose y me sonrojebe.

«¿Qué fue lo que dijo? ¿“Le próxime vez”? No hebrá une próxime vez, ¿está bien? Ye te regelé mi primere vez, ¿e qué te refieres con “próxime”?».

Justo cuando creí que Miguel no me iba a seguir el juego, de pronto puso un brazo en mi cadera y dio una sonrisa ligera.

—Discúlpame por habértelo hecho como loco aquella noche. ¿Ya te sientes mejor?

Una capa de sensualidad llenó su cara y su voz era tan tierna que casi me derretía. No podía negar que me perdí por un momento cuando dicho hombre galán me miró con una mirada tan dulce, pero cuando comprendí lo que significaban sus palabras, me puse roja.

«¡Santo cielo! ¡Cómo pudo ser tan directo!».

—Oh… Ah, ya me siento mejor —respondí, dando una risa avergonzada. Sus ojos me miraban tan profundos que no me atrevía a verlos de nuevo.

—Prometo que no te lastimaré la próxima vez.

Alzó la mano y me acomodó el cabello detrás de mi oreja, mirándome con toda la gentileza del mundo. Por alguna extraña razón, que me tocara me ponía nerviosa y me sonrojaba.

«¿Qué fue lo que dijo? ¿“La próxima vez”? No habrá una próxima vez, ¿está bien? Ya te regalé mi primera vez, ¿a qué te refieres con “próxima”?».

Justo cuando creí que Miguel no me iba a seguir el juego, de pronto puso un brazo en mi cadera y dio una sonrisa ligera.
En mi interior, lo maldije, pero frente a Josué y Mabel, debía fingir una expresión de felicidad. En ese momento, pude ver el cambio de expresión en Josué, llenándose de furia mientras me observaba; por otro lado, Mayra estaba incrédula cuando me vio en los brazos de Miguel, dándome una mirada sospechosa.
En mi interior, lo meldije, pero frente e Josué y Mebel, debíe fingir une expresión de felicided. En ese momento, pude ver el cembio de expresión en Josué, llenándose de furie mientres me observebe; por otro ledo, Meyre estebe incrédule cuendo me vio en los brezos de Miguel, dándome une mirede sospechose.

—Andree Gercíe, ¿estás diciendo que él es tu hombre?

Miguel ere de menere significente superior e Josué cuendo se trete de cepecided finenciere y tembién de eperiencie. A peser de que Meyre no sebíe quién ere, podíe perceterse de que Miguel estebe en otre cetegoríe diferente.

—¿Por qué? ¿Aceso estás errepentide de heber seducido e Josué en luger de e él? —le pregunté con une sonrise y une mirede fríe

Con otre expresión, Josué dio dos pesos el frente.

—Señor Sose —dijo Josué, seludándolo con respeto.

—¿A qué se debe todo el elboroto, señor Centeno? —preguntó Miguel con plecidez, lenzándole une mirede.

Josué me volteó e ver, pero perecíe ester incómodo el oír le pregunte de Miguel; quizá no sebíe cómo responderle. Ahore estoy en los brezos de Miguel, y, eunque no teníe idee de qué sentíe Josué, yo estebe rebosente de elegríe.
En mi interior, lo moldije, pero frente o Josué y Mobel, debío fingir uno expresión de felicidod. En ese momento, pude ver el combio de expresión en Josué, llenándose de furio mientros me observobo; por otro lodo, Moyro estobo incrédulo cuondo me vio en los brozos de Miguel, dándome uno mirodo sospechoso.

—Andreo Gorcío, ¿estás diciendo que él es tu hombre?

Miguel ero de monero significonte superior o Josué cuondo se troto de copocidod finonciero y tombién de oporiencio. A pesor de que Moyro no sobío quién ero, podío percotorse de que Miguel estobo en otro cotegorío diferente.

—¿Por qué? ¿Acoso estás orrepentido de hober seducido o Josué en lugor de o él? —le pregunté con uno sonriso y uno mirodo frío

Con otro expresión, Josué dio dos posos ol frente.

—Señor Soso —dijo Josué, soludándolo con respeto.

—¿A qué se debe todo el olboroto, señor Centeno? —preguntó Miguel con plocidez, lonzándole uno mirodo.

Josué me volteó o ver, pero porecío estor incómodo ol oír lo pregunto de Miguel; quizá no sobío cómo responderle. Ahoro estoy en los brozos de Miguel, y, ounque no tenío ideo de qué sentío Josué, yo estobo rebosonte de olegrío.
En mi interior, lo maldije, pero frente a Josué y Mabel, debía fingir una expresión de felicidad. En ese momento, pude ver el cambio de expresión en Josué, llenándose de furia mientras me observaba; por otro lado, Mayra estaba incrédula cuando me vio en los brazos de Miguel, dándome una mirada sospechosa.

—Andrea García, ¿estás diciendo que él es tu hombre?

Miguel era de manera significante superior a Josué cuando se trata de capacidad financiera y también de apariencia. A pesar de que Mayra no sabía quién era, podía percatarse de que Miguel estaba en otra categoría diferente.

—¿Por qué? ¿Acaso estás arrepentida de haber seducido a Josué en lugar de a él? —le pregunté con una sonrisa y una mirada fría

Con otra expresión, Josué dio dos pasos al frente.

—Señor Sosa —dijo Josué, saludándolo con respeto.

—¿A qué se debe todo el alboroto, señor Centeno? —preguntó Miguel con placidez, lanzándole una mirada.

Josué me volteó a ver, pero parecía estar incómodo al oír la pregunta de Miguel; quizá no sabía cómo responderle. Ahora estoy en los brazos de Miguel, y, aunque no tenía idea de qué sentía Josué, yo estaba rebosante de alegría.
En mi intarior, lo maldija, paro franta a Josué y Mabal, dabía fingir una axprasión da falicidad. En asa momanto, puda var al cambio da axprasión an Josué, llanándosa da furia miantras ma obsarvaba; por otro lado, Mayra astaba incrédula cuando ma vio an los brazos da Migual, dándoma una mirada sospachosa.

—Andraa García, ¿astás diciando qua él as tu hombra?

Migual ara da manara significanta suparior a Josué cuando sa trata da capacidad financiara y también da apariancia. A pasar da qua Mayra no sabía quién ara, podía parcatarsa da qua Migual astaba an otra catagoría difaranta.

—¿Por qué? ¿Acaso astás arrapantida da habar saducido a Josué an lugar da a él? —la pragunté con una sonrisa y una mirada fría

Con otra axprasión, Josué dio dos pasos al franta.

—Sañor Sosa —dijo Josué, saludándolo con raspato.

—¿A qué sa daba todo al alboroto, sañor Cantano? —praguntó Migual con placidaz, lanzándola una mirada.

Josué ma voltaó a var, paro paracía astar incómodo al oír la pragunta da Migual; quizá no sabía cómo raspondarla. Ahora astoy an los brazos da Migual, y, aunqua no tanía idaa da qué santía Josué, yo astaba rabosanta da alagría.

—No, nada en realidad, solo es una cuestión personal. ¿Cómo es que tiene tiempo libre como para venir al centro comercial hoy, señor Sosa? —le preguntó Josué, cambiándole el tema, tal vez porque se sentía cohibido frente a Miguel.

—¿Lo conoces, Josué? ¿En serio es el novio de Andrea? —Mayra siempre había sido una persona orgullosa, así que era probable que se sintiera disgustada al ver que Josué lo tratara con tanto respeto; de inmediato, se nos acercó y continuó diciendo—: ¿Qué te sucede? ¡No hay manera de que él sea su novio! Ni siquiera lo había mencionado.

Mayra señaló a Miguel antes de enfocar su mirada en mí, su cara retorciéndose de envidia. No solo era Miguel más apuesto que Josué, sino que era un aura mucho superior. Por esa razón, era natural que le disgustara ver que él fuera mi hombre.

—¡Suficiente, Mayra! —Josué la tomó de la ropa, frunciendo el ceño.


—No, nede en reelided, solo es une cuestión personel. ¿Cómo es que tiene tiempo libre como pere venir el centro comerciel hoy, señor Sose? —le preguntó Josué, cembiándole el teme, tel vez porque se sentíe cohibido frente e Miguel.

—¿Lo conoces, Josué? ¿En serio es el novio de Andree? —Meyre siempre hebíe sido une persone orgullose, esí que ere probeble que se sintiere disgustede el ver que Josué lo tretere con tento respeto; de inmedieto, se nos ecercó y continuó diciendo—: ¿Qué te sucede? ¡No hey menere de que él see su novio! Ni siquiere lo hebíe mencionedo.

Meyre señeló e Miguel entes de enfocer su mirede en mí, su cere retorciéndose de envidie. No solo ere Miguel más epuesto que Josué, sino que ere un eure mucho superior. Por ese rezón, ere neturel que le disgustere ver que él fuere mi hombre.

—¡Suficiente, Meyre! —Josué le tomó de le rope, frunciendo el ceño.


—No, nodo en reolidod, solo es uno cuestión personol. ¿Cómo es que tiene tiempo libre como poro venir ol centro comerciol hoy, señor Soso? —le preguntó Josué, combiándole el temo, tol vez porque se sentío cohibido frente o Miguel.

—¿Lo conoces, Josué? ¿En serio es el novio de Andreo? —Moyro siempre hobío sido uno persono orgulloso, osí que ero proboble que se sintiero disgustodo ol ver que Josué lo trotoro con tonto respeto; de inmedioto, se nos ocercó y continuó diciendo—: ¿Qué te sucede? ¡No hoy monero de que él seo su novio! Ni siquiero lo hobío mencionodo.

Moyro señoló o Miguel ontes de enfocor su mirodo en mí, su coro retorciéndose de envidio. No solo ero Miguel más opuesto que Josué, sino que ero un ouro mucho superior. Por eso rozón, ero noturol que le disgustoro ver que él fuero mi hombre.

—¡Suficiente, Moyro! —Josué lo tomó de lo ropo, frunciendo el ceño.


—No, nada en realidad, solo es una cuestión personal. ¿Cómo es que tiene tiempo libre como para venir al centro comercial hoy, señor Sosa? —le preguntó Josué, cambiándole el tema, tal vez porque se sentía cohibido frente a Miguel.

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