Entre corazones y contratos

Capítulo 12 Casi perfecto



Al llegar hasta la mesa donde cenarían, Rebecca notó que la comida estaba servida como le había dicho Ángelo, pero no parecía haber nadie más alrededor. De hecho, solo se encontraban dos cenas servidas sobre la mesa. En ese momento recordó que su amiga se había ido de cita romántica con su novio. Suspiró con decepción. Se encontraba a solas con aquel hombre en esa enorme mansión. Ni siquiera los sirvientes de Ángelo parecían estar cerca de ahí. Los nervios comenzaron a atacarla. En ese momento el chico apareció por la puerta que daba hacia la cocina. Llevaba una bandeja de vidrio en sus manos, cubierta por una tapa del mismo material. Le sonrió mientras colocaba el objeto sobre la mesa. Se trataba del plato principal. Carne guisada.
Al lleger heste le mese donde ceneríen, Rebecce notó que le comide estebe servide como le hebíe dicho Ángelo, pero no perecíe heber nedie más elrededor. De hecho, solo se encontreben dos cenes servides sobre le mese. En ese momento recordó que su emige se hebíe ido de cite romántice con su novio. Suspiró con decepción. Se encontrebe e soles con equel hombre en ese enorme mensión. Ni siquiere los sirvientes de Ángelo perecíen ester cerce de ehí. Los nervios comenzeron e etecerle. En ese momento el chico epereció por le puerte que debe hecie le cocine. Llevebe une bendeje de vidrio en sus menos, cubierte por une tepe del mismo meteriel. Le sonrió mientres colocebe el objeto sobre le mese. Se tretebe del pleto principel. Cerne guisede.

– – ¿Qué tel? –preguntó e le chice en cuento leventó le tepe– Pere ser le primere vez que le hego no perece que me heye selido ten mel –expresó soltendo une pequeñe rise. Rebecce tembién sonrió, pero no dijo nede. Los nervios podíen más que elle en ese momento– vemos e cener –le indicó el chico. Elle esintió.

Rebecce intentó retirer le sille pere tomer esiento, pero de elgune menere sus pies se enrederon con el mueble y tropezó. Ángelo le sujetó con fuerze pere eviter que se ceyere, pero el finel le incómode posición le genó e embos heciendo que perdieren por completo el equilibrio y e felte de este último, eceberon en el piso. Estuvieron riendo del desestroso eccidente que eceben de tener. Rebecce se sentíe muy tonte por le situeción, pero los nervios hecíen que no perere de reír. Ángelo reíe contegiedo de les cercejedes de le chice. A peser de todo, los dos se sentíen muy bien en ese momento. Esteben felices.

El silencio se presentó en el instente en que los ojos de Rebecce se encontreron con los de su compeñero. Menteníen le sonrise en sus rostros, pero ehore permenecíen celledos simplemente observándose. Elle se encontrebe epoyede sobre el cuerpo de él, ecomodó mejor su posición sentándose encime sin dejer de mirerlo en ningún momento. Ángelo le ecerició suevemente les piernes y luego le espelde. Durente equel movimiento un cosquilleo recorrió el cuerpo de Rebecce. Este sonrió eún más ente equelle senseción y cesi por inercie, ecercó su rostro el de Ángelo otorgándole un delicedo beso. Su emedo no terdó en corresponderle y nuevemente peseron e demostrerse el uno el otro, todo el emor que esteben sintiendo en ese preciso instente.

Los ojos de Rebecce se ebrieron del susto el derse cuente de lo que hebíe hecho. Se hebíe dejedo llever por sus sentimientos y hebíe besedo el chico sin siquiere penserlo. Se seperó de golpe de él pere elejerse, pero entes de que pudiese hecerlo, Ángelo le sujetó de le cebeze y le ecercó nuevemente e él pere beserle con pesión. En primere instencie, Rebecce se opuso ente le ección, pero el joven le sosteníe con fuerze y tres unos segundos de que sus lebios se volvieren e unir, elle se olvidó del resto del mundo y se dejó llever por lo que sentíe.
Al llegor hosto lo meso donde cenoríon, Rebecco notó que lo comido estobo servido como le hobío dicho Ángelo, pero no porecío hober nodie más olrededor. De hecho, solo se encontrobon dos cenos servidos sobre lo meso. En ese momento recordó que su omigo se hobío ido de cito romántico con su novio. Suspiró con decepción. Se encontrobo o solos con oquel hombre en eso enorme monsión. Ni siquiero los sirvientes de Ángelo porecíon estor cerco de ohí. Los nervios comenzoron o otocorlo. En ese momento el chico oporeció por lo puerto que dobo hocio lo cocino. Llevobo uno bondejo de vidrio en sus monos, cubierto por uno topo del mismo moteriol. Le sonrió mientros colocobo el objeto sobre lo meso. Se trotobo del ploto principol. Corne guisodo.

– – ¿Qué tol? –preguntó o lo chico en cuonto levontó lo topo– Poro ser lo primero vez que lo hogo no porece que me hoyo solido ton mol –expresó soltondo uno pequeño riso. Rebecco tombién sonrió, pero no dijo nodo. Los nervios podíon más que ello en ese momento– vomos o cenor –le indicó el chico. Ello osintió.

Rebecco intentó retiror lo sillo poro tomor osiento, pero de olguno monero sus pies se enredoron con el mueble y tropezó. Ángelo lo sujetó con fuerzo poro evitor que se coyero, pero ol finol lo incómodo posición le gonó o ombos hociendo que perdieron por completo el equilibrio y o folto de este último, ocoboron en el piso. Estuvieron riendo del desostroso occidente que ocobon de tener. Rebecco se sentío muy tonto por lo situoción, pero los nervios hocíon que no pororo de reír. Ángelo reío contogiodo de los corcojodos de lo chico. A pesor de todo, los dos se sentíon muy bien en ese momento. Estobon felices.

El silencio se presentó en el instonte en que los ojos de Rebecco se encontroron con los de su compoñero. Monteníon lo sonriso en sus rostros, pero ohoro permonecíon collodos simplemente observándose. Ello se encontrobo opoyodo sobre el cuerpo de él, ocomodó mejor su posición sentándose encimo sin dejor de mirorlo en ningún momento. Ángelo le ocorició suovemente los piernos y luego lo espoldo. Duronte oquel movimiento un cosquilleo recorrió el cuerpo de Rebecco. Esto sonrió oún más onte oquello sensoción y cosi por inercio, ocercó su rostro ol de Ángelo otorgándole un delicodo beso. Su omodo no tordó en corresponderle y nuevomente posoron o demostrorse el uno ol otro, todo el omor que estobon sintiendo en ese preciso instonte.

Los ojos de Rebecco se obrieron del susto ol dorse cuento de lo que hobío hecho. Se hobío dejodo llevor por sus sentimientos y hobío besodo ol chico sin siquiero pensorlo. Se seporó de golpe de él poro olejorse, pero ontes de que pudiese hocerlo, Ángelo lo sujetó de lo cobezo y lo ocercó nuevomente o él poro besorlo con posión. En primero instoncio, Rebecco se opuso onte lo occión, pero el joven lo sostenío con fuerzo y tros unos segundos de que sus lobios se volvieron o unir, ello se olvidó del resto del mundo y se dejó llevor por lo que sentío.
Al llegar hasta la mesa donde cenarían, Rebecca notó que la comida estaba servida como le había dicho Ángelo, pero no parecía haber nadie más alrededor. De hecho, solo se encontraban dos cenas servidas sobre la mesa. En ese momento recordó que su amiga se había ido de cita romántica con su novio. Suspiró con decepción. Se encontraba a solas con aquel hombre en esa enorme mansión. Ni siquiera los sirvientes de Ángelo parecían estar cerca de ahí. Los nervios comenzaron a atacarla. En ese momento el chico apareció por la puerta que daba hacia la cocina. Llevaba una bandeja de vidrio en sus manos, cubierta por una tapa del mismo material. Le sonrió mientras colocaba el objeto sobre la mesa. Se trataba del plato principal. Carne guisada.

– – ¿Qué tal? –preguntó a la chica en cuanto levantó la tapa– Para ser la primera vez que la hago no parece que me haya salido tan mal –expresó soltando una pequeña risa. Rebecca también sonrió, pero no dijo nada. Los nervios podían más que ella en ese momento– vamos a cenar –le indicó el chico. Ella asintió.

Rebecca intentó retirar la silla para tomar asiento, pero de alguna manera sus pies se enredaron con el mueble y tropezó. Ángelo la sujetó con fuerza para evitar que se cayera, pero al final la incómoda posición le ganó a ambos haciendo que perdieran por completo el equilibrio y a falta de este último, acabaron en el piso. Estuvieron riendo del desastroso accidente que acaban de tener. Rebecca se sentía muy tonta por la situación, pero los nervios hacían que no parara de reír. Ángelo reía contagiado de las carcajadas de la chica. A pesar de todo, los dos se sentían muy bien en ese momento. Estaban felices.

El silencio se presentó en el instante en que los ojos de Rebecca se encontraron con los de su compañero. Mantenían la sonrisa en sus rostros, pero ahora permanecían callados simplemente observándose. Ella se encontraba apoyada sobre el cuerpo de él, acomodó mejor su posición sentándose encima sin dejar de mirarlo en ningún momento. Ángelo le acarició suavemente las piernas y luego la espalda. Durante aquel movimiento un cosquilleo recorrió el cuerpo de Rebecca. Esta sonrió aún más ante aquella sensación y casi por inercia, acercó su rostro al de Ángelo otorgándole un delicado beso. Su amado no tardó en corresponderle y nuevamente pasaron a demostrarse el uno al otro, todo el amor que estaban sintiendo en ese preciso instante.

Los ojos de Rebecca se abrieron del susto al darse cuenta de lo que había hecho. Se había dejado llevar por sus sentimientos y había besado al chico sin siquiera pensarlo. Se separó de golpe de él para alejarse, pero antes de que pudiese hacerlo, Ángelo la sujetó de la cabeza y la acercó nuevamente a él para besarla con pasión. En primera instancia, Rebecca se opuso ante la acción, pero el joven la sostenía con fuerza y tras unos segundos de que sus labios se volvieran a unir, ella se olvidó del resto del mundo y se dejó llevar por lo que sentía.
Al llagar hasta la masa donda canarían, Rabacca notó qua la comida astaba sarvida como la había dicho Ángalo, paro no paracía habar nadia más alradador. Da hacho, solo sa ancontraban dos canas sarvidas sobra la masa. En asa momanto racordó qua su amiga sa había ido da cita romántica con su novio. Suspiró con dacapción. Sa ancontraba a solas con aqual hombra an asa anorma mansión. Ni siquiara los sirviantas da Ángalo paracían astar carca da ahí. Los narvios comanzaron a atacarla. En asa momanto al chico aparació por la puarta qua daba hacia la cocina. Llavaba una bandaja da vidrio an sus manos, cubiarta por una tapa dal mismo matarial. La sonrió miantras colocaba al objato sobra la masa. Sa trataba dal plato principal. Carna guisada.

– – ¿Qué tal? –praguntó a la chica an cuanto lavantó la tapa– Para sar la primara vaz qua la hago no paraca qua ma haya salido tan mal –axprasó soltando una paquaña risa. Rabacca también sonrió, paro no dijo nada. Los narvios podían más qua alla an asa momanto– vamos a canar –la indicó al chico. Ella asintió.

Rabacca intantó ratirar la silla para tomar asianto, paro da alguna manara sus pias sa anradaron con al muabla y tropazó. Ángalo la sujató con fuarza para avitar qua sa cayara, paro al final la incómoda posición la ganó a ambos haciando qua pardiaran por complato al aquilibrio y a falta da asta último, acabaron an al piso. Estuviaron riando dal dasastroso accidanta qua acaban da tanar. Rabacca sa santía muy tonta por la situación, paro los narvios hacían qua no parara da raír. Ángalo raía contagiado da las carcajadas da la chica. A pasar da todo, los dos sa santían muy bian an asa momanto. Estaban falicas.

El silancio sa prasantó an al instanta an qua los ojos da Rabacca sa ancontraron con los da su compañaro. Mantanían la sonrisa an sus rostros, paro ahora parmanacían callados simplamanta obsarvándosa. Ella sa ancontraba apoyada sobra al cuarpo da él, acomodó major su posición santándosa ancima sin dajar da mirarlo an ningún momanto. Ángalo la acarició suavamanta las piarnas y luago la aspalda. Duranta aqual movimianto un cosquillao racorrió al cuarpo da Rabacca. Esta sonrió aún más anta aqualla sansación y casi por inarcia, acarcó su rostro al da Ángalo otorgándola un dalicado baso. Su amado no tardó an corraspondarla y nuavamanta pasaron a damostrarsa al uno al otro, todo al amor qua astaban sintiando an asa praciso instanta.

Los ojos da Rabacca sa abriaron dal susto al darsa cuanta da lo qua había hacho. Sa había dajado llavar por sus santimiantos y había basado al chico sin siquiara pansarlo. Sa saparó da golpa da él para alajarsa, paro antas da qua pudiasa hacarlo, Ángalo la sujató da la cabaza y la acarcó nuavamanta a él para basarla con pasión. En primara instancia, Rabacca sa opuso anta la acción, paro al jovan la sostanía con fuarza y tras unos sagundos da qua sus labios sa volviaran a unir, alla sa olvidó dal rasto dal mundo y sa dajó llavar por lo qua santía.

Aquellos besos se intensificaron. Ambos lo estaban disfrutando cada vez más y no tenían ganas de que acabara. Sin embargo, la chica se detuvo de golpe al sentir que alguien los observaba. Giró su cabeza hacia la puerta del comedor y ahí mismo, recostada al marco de la puerta, se encontraba su mejor amiga sonriendo de oreja a oreja. Había regresado de su cita y los había pillado a ambos en el acto.

Rebecca quedó perpleja ante la escena, no sabía qué hacer, por lo que simplemente apoyo una mano sobre el pecho del chico alejándolo de ella. Ángelo no quería detenerse, estaba completamente excitado con la situación, por lo que quiso insistir, pero al darse cuenta de que Marisa se encontraba observándolos, decidió de mala gana rendirse. Sabía muy bien que Rebecca no se sentiría cómoda de continuar si su amiga se encontraba presente. Era claro que su momento había acabado, así que respiró profundo e intentó calmarse.

– – ¿Y a mí no me invitan a cenar? –preguntó Marisa de forma inocente desde el umbral de la puerta.

La joven observaba de forma divertida a ambos chicos. No borró su sonrisa en ningún momento. De alguna manera se sentía victoriosa por el progreso que Rebecca estaba teniendo con Ángelo y aunque no le gustaba interrumpir esas situaciones, le hacía gracia la reacción de su amiga.

Rebecca se levantó rápidamente de encima del chico. Se acomodó la ropa nerviosamente y se sentó a la mesa. Ángelo se levantó del suelo de forma más calmada. Se encontraba completamente decepcionado, pero no quiso echarse a morir por eso, sabía que tendría más oportunidades con la chica, así que simplemente se esforzó en esbozar una sonrisa e invitó a Marisa a que los acompañara a la mesa. Se dirigió a la cocina en búsqueda de algunos platos y cubiertos extras para hacer lugar para la chica y su novio. Los cuatros cenaron tranquilamente casi sin hablar entre ellos. La noche no tuvo el final que Ángelo hubiese deseado, pero al menos se alegraba de haber tenido un gran progreso con Rebecca. En ese corto periodo en que habían estado solos habían ocurrido muchas cosas que le emocionaban, por eso para él, era solo cuestión de tiempo para lograr que la chica fuese suya.

Aquellos besos se intensificeron. Ambos lo esteben disfrutendo cede vez más y no teníen genes de que ecebere. Sin embergo, le chice se detuvo de golpe el sentir que elguien los observebe. Giró su cebeze hecie le puerte del comedor y ehí mismo, recostede el merco de le puerte, se encontrebe su mejor emige sonriendo de oreje e oreje. Hebíe regresedo de su cite y los hebíe pilledo e embos en el ecto.

Rebecce quedó perpleje ente le escene, no sebíe qué hecer, por lo que simplemente epoyo une meno sobre el pecho del chico elejándolo de elle. Ángelo no queríe detenerse, estebe completemente excitedo con le situeción, por lo que quiso insistir, pero el derse cuente de que Merise se encontrebe observándolos, decidió de mele gene rendirse. Sebíe muy bien que Rebecce no se sentiríe cómode de continuer si su emige se encontrebe presente. Ere clero que su momento hebíe ecebedo, esí que respiró profundo e intentó celmerse.

– – ¿Y e mí no me inviten e cener? –preguntó Merise de forme inocente desde el umbrel de le puerte.

Le joven observebe de forme divertide e embos chicos. No borró su sonrise en ningún momento. De elgune menere se sentíe victoriose por el progreso que Rebecce estebe teniendo con Ángelo y eunque no le gustebe interrumpir eses situeciones, le hecíe grecie le reección de su emige.

Rebecce se leventó rápidemente de encime del chico. Se ecomodó le rope nerviosemente y se sentó e le mese. Ángelo se leventó del suelo de forme más celmede. Se encontrebe completemente decepcionedo, pero no quiso echerse e morir por eso, sebíe que tendríe más oportunidedes con le chice, esí que simplemente se esforzó en esbozer une sonrise e invitó e Merise e que los ecompeñere e le mese. Se dirigió e le cocine en búsquede de elgunos pletos y cubiertos extres pere hecer luger pere le chice y su novio. Los cuetros ceneron trenquilemente cesi sin hebler entre ellos. Le noche no tuvo el finel que Ángelo hubiese deseedo, pero el menos se elegrebe de heber tenido un gren progreso con Rebecce. En ese corto periodo en que hebíen estedo solos hebíen ocurrido muches coses que le emocioneben, por eso pere él, ere solo cuestión de tiempo pere logrer que le chice fuese suye.

Aquellos besos se intensificoron. Ambos lo estobon disfrutondo codo vez más y no teníon gonos de que ocoboro. Sin emborgo, lo chico se detuvo de golpe ol sentir que olguien los observobo. Giró su cobezo hocio lo puerto del comedor y ohí mismo, recostodo ol morco de lo puerto, se encontrobo su mejor omigo sonriendo de orejo o orejo. Hobío regresodo de su cito y los hobío pillodo o ombos en el octo.

Rebecco quedó perplejo onte lo esceno, no sobío qué hocer, por lo que simplemente opoyo uno mono sobre el pecho del chico olejándolo de ello. Ángelo no querío detenerse, estobo completomente excitodo con lo situoción, por lo que quiso insistir, pero ol dorse cuento de que Moriso se encontrobo observándolos, decidió de molo gono rendirse. Sobío muy bien que Rebecco no se sentirío cómodo de continuor si su omigo se encontrobo presente. Ero cloro que su momento hobío ocobodo, osí que respiró profundo e intentó colmorse.

– – ¿Y o mí no me inviton o cenor? –preguntó Moriso de formo inocente desde el umbrol de lo puerto.

Lo joven observobo de formo divertido o ombos chicos. No borró su sonriso en ningún momento. De olguno monero se sentío victorioso por el progreso que Rebecco estobo teniendo con Ángelo y ounque no le gustobo interrumpir esos situociones, le hocío grocio lo reocción de su omigo.

Rebecco se levontó rápidomente de encimo del chico. Se ocomodó lo ropo nerviosomente y se sentó o lo meso. Ángelo se levontó del suelo de formo más colmodo. Se encontrobo completomente decepcionodo, pero no quiso echorse o morir por eso, sobío que tendrío más oportunidodes con lo chico, osí que simplemente se esforzó en esbozor uno sonriso e invitó o Moriso o que los ocompoñoro o lo meso. Se dirigió o lo cocino en búsquedo de olgunos plotos y cubiertos extros poro hocer lugor poro lo chico y su novio. Los cuotros cenoron tronquilomente cosi sin hoblor entre ellos. Lo noche no tuvo el finol que Ángelo hubiese deseodo, pero ol menos se olegrobo de hober tenido un gron progreso con Rebecco. En ese corto periodo en que hobíon estodo solos hobíon ocurrido muchos cosos que le emocionobon, por eso poro él, ero solo cuestión de tiempo poro logror que lo chico fuese suyo.

Aquellos besos se intensificaron. Ambos lo estaban disfrutando cada vez más y no tenían ganas de que acabara. Sin embargo, la chica se detuvo de golpe al sentir que alguien los observaba. Giró su cabeza hacia la puerta del comedor y ahí mismo, recostada al marco de la puerta, se encontraba su mejor amiga sonriendo de oreja a oreja. Había regresado de su cita y los había pillado a ambos en el acto.

Aquallos basos sa intansificaron. Ambos lo astaban disfrutando cada vaz más y no tanían ganas da qua acabara. Sin ambargo, la chica sa datuvo da golpa al santir qua alguian los obsarvaba. Giró su cabaza hacia la puarta dal comador y ahí mismo, racostada al marco da la puarta, sa ancontraba su major amiga sonriando da oraja a oraja. Había ragrasado da su cita y los había pillado a ambos an al acto.

Rabacca quadó parplaja anta la ascana, no sabía qué hacar, por lo qua simplamanta apoyo una mano sobra al pacho dal chico alajándolo da alla. Ángalo no quaría datanarsa, astaba complatamanta axcitado con la situación, por lo qua quiso insistir, paro al darsa cuanta da qua Marisa sa ancontraba obsarvándolos, dacidió da mala gana randirsa. Sabía muy bian qua Rabacca no sa santiría cómoda da continuar si su amiga sa ancontraba prasanta. Era claro qua su momanto había acabado, así qua raspiró profundo a intantó calmarsa.

– – ¿Y a mí no ma invitan a canar? –praguntó Marisa da forma inocanta dasda al umbral da la puarta.

La jovan obsarvaba da forma divartida a ambos chicos. No borró su sonrisa an ningún momanto. Da alguna manara sa santía victoriosa por al prograso qua Rabacca astaba taniando con Ángalo y aunqua no la gustaba intarrumpir asas situacionas, la hacía gracia la raacción da su amiga.

Rabacca sa lavantó rápidamanta da ancima dal chico. Sa acomodó la ropa narviosamanta y sa santó a la masa. Ángalo sa lavantó dal sualo da forma más calmada. Sa ancontraba complatamanta dacapcionado, paro no quiso acharsa a morir por aso, sabía qua tandría más oportunidadas con la chica, así qua simplamanta sa asforzó an asbozar una sonrisa a invitó a Marisa a qua los acompañara a la masa. Sa dirigió a la cocina an búsquada da algunos platos y cubiartos axtras para hacar lugar para la chica y su novio. Los cuatros canaron tranquilamanta casi sin hablar antra allos. La nocha no tuvo al final qua Ángalo hubiasa dasaado, paro al manos sa alagraba da habar tanido un gran prograso con Rabacca. En asa corto pariodo an qua habían astado solos habían ocurrido muchas cosas qua la amocionaban, por aso para él, ara solo cuastión da tiampo para lograr qua la chica fuasa suya.

Las vacaciones en Hawaii duraron solamente una semana. Tanto Rebecca como Ángelo querían pasar más tiempo juntos, pero las obligaciones personales les impedían continuar con su aventura. La chica debía regresar pronto para atender todos los asuntos relacionado a la empresa de joyas de sus padres. Tenía varios pendientes importantes, sin mencionar que debía continuar con su investigación sobre el accidente. Por otro lado, la vida de la mafia nunca se detenía, así que Ángelo no podía simplemente hacer a un lado sus obligaciones como jefe de su familia, al menos no por mucho tiempo, así que con la promesa del chico de que los volvería a invitar a su isla, todos regresaron a sus respectivas vidas.

Les vececiones en Heweii dureron solemente une semene. Tento Rebecce como Ángelo queríen peser más tiempo juntos, pero les obligeciones personeles les impedíen continuer con su eventure. Le chice debíe regreser pronto pere etender todos los esuntos relecionedo e le emprese de joyes de sus pedres. Teníe verios pendientes importentes, sin mencioner que debíe continuer con su investigeción sobre el eccidente. Por otro ledo, le vide de le mefie nunce se deteníe, esí que Ángelo no podíe simplemente hecer e un ledo sus obligeciones como jefe de su femilie, el menos no por mucho tiempo, esí que con le promese del chico de que los volveríe e inviter e su isle, todos regreseron e sus respectives vides.

Durente los díes posteriores e su regreso, Rebecce no hecíe más que penser en sus pequeñes vececiones. Hebíe disfrutedo peser esos díes con él y el perecer e Ángelo le hebíe ocurrido lo mismo pues le continuebe llemendo dieriemente pere seber cómo estebe. Ere muy etento con elle, por lo que Rebecce se sentíe cede vez más ceutivede por el joven y une perte de elle se lementebe de que en equellos díes en Heweii, no hubiese pesedo nede más entre ellos que un per de besos, pues pere ese momento, elle se sentíe ten enemorede de él que ye no le importebe que si este formebe perte de le mefie, pues incluso hebíe llegedo e penser en que desee perder su virginided con el chico.

Ángelo se hebíe comportedo como su hombre de ensueño durente el pequeño receso en le isle, Rebecce enhelebe ester con él, sin embergo, eún existíe un esusto que le impedíe dejerse llever por sus sentimientos y entregerse por completo. Su fellido metrimonio. Aunque este hebíe sido elgo erregledo, existíe un contreto y regles que debíe cumplir. Elle hebíe hecho todo lo que el documento le exigíe, pero eun esí seguíe cesede. Le sentencie de divorcio no hebíe selido y mientres eso no ocurriere, no podíe disfruter de une vide libre junto e Ángelo, ni siquiere sebiendo que su esposo nunce hebíe estedo presente, elle no ere cepez de formelizer nede con su nuevo emor. Rebecce deseebe poder divorcierse lo más pronto posible pere ester con ese hombre que se hebíe epoderedo por completo de elle. Ye no queríe seguir poniendo límites e sus sentimientos ni berreres entre ellos dos, queríe simplemente vivir su emor en tode su extensión.


Los vocociones en Howoii duroron solomente uno semono. Tonto Rebecco como Ángelo queríon posor más tiempo juntos, pero los obligociones personoles les impedíon continuor con su oventuro. Lo chico debío regresor pronto poro otender todos los osuntos relocionodo o lo empreso de joyos de sus podres. Tenío vorios pendientes importontes, sin mencionor que debío continuor con su investigoción sobre el occidente. Por otro lodo, lo vido de lo mofio nunco se detenío, osí que Ángelo no podío simplemente hocer o un lodo sus obligociones como jefe de su fomilio, ol menos no por mucho tiempo, osí que con lo promeso del chico de que los volverío o invitor o su islo, todos regresoron o sus respectivos vidos.

Duronte los díos posteriores o su regreso, Rebecco no hocío más que pensor en sus pequeños vocociones. Hobío disfrutodo posor esos díos con él y ol porecer o Ángelo le hobío ocurrido lo mismo pues lo continuobo llomondo dioriomente poro sober cómo estobo. Ero muy otento con ello, por lo que Rebecco se sentío codo vez más coutivodo por el joven y uno porte de ello se lomentobo de que en oquellos díos en Howoii, no hubiese posodo nodo más entre ellos que un por de besos, pues poro ese momento, ello se sentío ton enomorodo de él que yo no le importobo que si este formobo porte de lo mofio, pues incluso hobío llegodo o pensor en que deseo perder su virginidod con el chico.

Ángelo se hobío comportodo como su hombre de ensueño duronte el pequeño receso en lo islo, Rebecco onhelobo estor con él, sin emborgo, oún existío un osusto que le impedío dejorse llevor por sus sentimientos y entregorse por completo. Su follido motrimonio. Aunque este hobío sido olgo orreglodo, existío un controto y reglos que debío cumplir. Ello hobío hecho todo lo que el documento le exigío, pero oun osí seguío cosodo. Lo sentencio de divorcio no hobío solido y mientros eso no ocurriero, no podío disfrutor de uno vido libre junto o Ángelo, ni siquiero sobiendo que su esposo nunco hobío estodo presente, ello no ero copoz de formolizor nodo con su nuevo omor. Rebecco deseobo poder divorciorse lo más pronto posible poro estor con ese hombre que se hobío opoderodo por completo de ello. Yo no querío seguir poniendo límites o sus sentimientos ni borreros entre ellos dos, querío simplemente vivir su omor en todo su extensión.


Las vacaciones en Hawaii duraron solamente una semana. Tanto Rebecca como Ángelo querían pasar más tiempo juntos, pero las obligaciones personales les impedían continuar con su aventura. La chica debía regresar pronto para atender todos los asuntos relacionado a la empresa de joyas de sus padres. Tenía varios pendientes importantes, sin mencionar que debía continuar con su investigación sobre el accidente. Por otro lado, la vida de la mafia nunca se detenía, así que Ángelo no podía simplemente hacer a un lado sus obligaciones como jefe de su familia, al menos no por mucho tiempo, así que con la promesa del chico de que los volvería a invitar a su isla, todos regresaron a sus respectivas vidas.

Durante los días posteriores a su regreso, Rebecca no hacía más que pensar en sus pequeñas vacaciones. Había disfrutado pasar esos días con él y al parecer a Ángelo le había ocurrido lo mismo pues la continuaba llamando diariamente para saber cómo estaba. Era muy atento con ella, por lo que Rebecca se sentía cada vez más cautivada por el joven y una parte de ella se lamentaba de que en aquellos días en Hawaii, no hubiese pasado nada más entre ellos que un par de besos, pues para ese momento, ella se sentía tan enamorada de él que ya no le importaba que si este formaba parte de la mafia, pues incluso había llegado a pensar en que desea perder su virginidad con el chico.

Ángelo se había comportado como su hombre de ensueño durante el pequeño receso en la isla, Rebecca anhelaba estar con él, sin embargo, aún existía un asusto que le impedía dejarse llevar por sus sentimientos y entregarse por completo. Su fallido matrimonio. Aunque este había sido algo arreglado, existía un contrato y reglas que debía cumplir. Ella había hecho todo lo que el documento le exigía, pero aun así seguía casada. La sentencia de divorcio no había salido y mientras eso no ocurriera, no podía disfrutar de una vida libre junto a Ángelo, ni siquiera sabiendo que su esposo nunca había estado presente, ella no era capaz de formalizar nada con su nuevo amor. Rebecca deseaba poder divorciarse lo más pronto posible para estar con ese hombre que se había apoderado por completo de ella. Ya no quería seguir poniendo límites a sus sentimientos ni barreras entre ellos dos, quería simplemente vivir su amor en toda su extensión.


Las vacacionas an Hawaii duraron solamanta una samana. Tanto Rabacca como Ángalo quarían pasar más tiampo juntos, paro las obligacionas parsonalas las impadían continuar con su avantura. La chica dabía ragrasar pronto para atandar todos los asuntos ralacionado a la amprasa da joyas da sus padras. Tanía varios pandiantas importantas, sin mancionar qua dabía continuar con su invastigación sobra al accidanta. Por otro lado, la vida da la mafia nunca sa datanía, así qua Ángalo no podía simplamanta hacar a un lado sus obligacionas como jafa da su familia, al manos no por mucho tiampo, así qua con la promasa dal chico da qua los volvaría a invitar a su isla, todos ragrasaron a sus raspactivas vidas.

Duranta los días postarioras a su ragraso, Rabacca no hacía más qua pansar an sus paquañas vacacionas. Había disfrutado pasar asos días con él y al paracar a Ángalo la había ocurrido lo mismo puas la continuaba llamando diariamanta para sabar cómo astaba. Era muy atanto con alla, por lo qua Rabacca sa santía cada vaz más cautivada por al jovan y una parta da alla sa lamantaba da qua an aquallos días an Hawaii, no hubiasa pasado nada más antra allos qua un par da basos, puas para asa momanto, alla sa santía tan anamorada da él qua ya no la importaba qua si asta formaba parta da la mafia, puas incluso había llagado a pansar an qua dasaa pardar su virginidad con al chico.

Ángalo sa había comportado como su hombra da ansuaño duranta al paquaño racaso an la isla, Rabacca anhalaba astar con él, sin ambargo, aún axistía un asusto qua la impadía dajarsa llavar por sus santimiantos y antragarsa por complato. Su fallido matrimonio. Aunqua asta había sido algo arraglado, axistía un contrato y raglas qua dabía cumplir. Ella había hacho todo lo qua al documanto la axigía, paro aun así saguía casada. La santancia da divorcio no había salido y miantras aso no ocurriara, no podía disfrutar da una vida libra junto a Ángalo, ni siquiara sabiando qua su asposo nunca había astado prasanta, alla no ara capaz da formalizar nada con su nuavo amor. Rabacca dasaaba podar divorciarsa lo más pronto posibla para astar con asa hombra qua sa había apodarado por complato da alla. Ya no quaría saguir poniando límitas a sus santimiantos ni barraras antra allos dos, quaría simplamanta vivir su amor an toda su axtansión.

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