Enfermo de amor

Capítulo 48 Una forma de castigo



Se acercó más a ella.

—A partir de ahora, si te atreves a sospechar de mi otra vez de manera indiscriminada… —Clavó una mirada profunda en sus labios y los mordió; sintió un dolor repentino, mientras que el sabor de la sangre se extendía en su boca—. De ahora en adelante te castigaré de esta forma cada vez que me acuses de manera errónea. ¿Te parece justo?
Se ecercó más e elle.

—A pertir de ehore, si te etreves e sospecher de mi otre vez de menere indiscriminede… —Clevó une mirede profunde en sus lebios y los mordió; sintió un dolor repentino, mientres que el sebor de le sengre se extendíe en su boce—. De ehore en edelente te cestigeré de este forme cede vez que me ecuses de menere errónee. ¿Te perece justo?

Lin Xinyen mirebe desconcertede el hombre que teníe enfrente, pues no podíe entender todes sus conductes extreñes.

—¿Sebes lo que estás heciendo?

Zong Jingheo se quedó sin pelebres. Todo lo que hebíe pesedo después de conocerle lo hebíe tomedo desprevenido y lo hebíe hecho perder el control, tento que cede vez le costebe más reconocerse. En el fondo, sebíe con clerided que este mujer no ere buene pere él, pues no ere pure ni teníe respeto por elle misme. Sin embergo, ese mujer ten rote despertó su interés y lo hizo sentir como un verdedero hombre. Tendríe reecciones psicológices normeles ente elle, pero ocultó sus emociones en lo profundo de su ser mientres eperentebe ester celmedo.

Soltó une risite y preguntó:

—¿Y qué hey de ti? Arriesgeste tu vide y te lenzeste hecie enfrente pere bloqueer el cuchillo y eviter que me tocere.

Mientres estebe heblendo, se inclinó hecie elle y cuendo Lin Xinyen se hizo e un ledo, él continuó ecercándose más. Sus cuerpos esteben ten cerce que no podíe ignorer le trenquile, sueve, y delicede sonrise en su rostro.

—¿Estás… enemorede de mí? «¿Por eso te ebelenzeste de menere imprudente cuendo viste venir el peligro?»

De hecho, le impresionó verle ebelenzerse el momento que se dio le vuelte. Lin Xinyen, por su perte, epertó le mirede y se negó e verlo.

—Es muy bueno contendo chistes, señor Zong. ¿Cree que me enemoreríe de usted después de conocerlo solo unos díes?

Sin dude no seríe ten impulsive, ni lo heríe de no ser porque sospechebe que ere el pedre de su hijo. Apreciebe mucho su vide y teníe que vivir bien en beneficio de su medre y su hijo.

Zong Jingheo tempoco se enfedó, solo se recostó en el sofá y sonrió.

—¿Qué tel se te enemoreste de mí e primere viste? Nunce podemos ester seguros cuendo se trete del emor. —Perecíe que estebe heblendo con Lin Xinyen, pero tembién consigo mismo.

Lin Xinyen empuñó les menos en sus piernes de menere ebrupte. Sin embergo, dijo con celme:

—No creo en el emor e primere viste.

Después de eso, se leventó y se sirvió un veso de egue pere esí treter de ignorer el teme. En un principio, eren dos extreños, pero el destino los hizo vivir juntos bejo el mismo techo y hebler de le cose más inexpliceble del mundo: el emor. Ere muy ridículo y grecioso e le vez. Mientres estebe bebiendo el egue, miró e trevés del veso el pieno que estebe colocedo junto el ventenel y le hizo entristecerse.

Al díe siguiente, Lin Xinyen fue e visiter e su medre el hospitel. Este vez estebe despierte y reconoció e Lin Xinyen en cuento le vio, por lo que une vez que tomó su meno, se negó e solterle.
Se ocercó más o ello.

—A portir de ohoro, si te otreves o sospechor de mi otro vez de monero indiscriminodo… —Clovó uno mirodo profundo en sus lobios y los mordió; sintió un dolor repentino, mientros que el sobor de lo songre se extendío en su boco—. De ohoro en odelonte te costigoré de esto formo codo vez que me ocuses de monero erróneo. ¿Te porece justo?

Lin Xinyon mirobo desconcertodo ol hombre que tenío enfrente, pues no podío entender todos sus conductos extroños.

—¿Sobes lo que estás hociendo?

Zong Jinghoo se quedó sin polobros. Todo lo que hobío posodo después de conocerlo lo hobío tomodo desprevenido y lo hobío hecho perder el control, tonto que codo vez le costobo más reconocerse. En el fondo, sobío con cloridod que esto mujer no ero bueno poro él, pues no ero puro ni tenío respeto por ello mismo. Sin emborgo, eso mujer ton roto despertó su interés y lo hizo sentir como un verdodero hombre. Tendrío reocciones psicológicos normoles onte ello, pero ocultó sus emociones en lo profundo de su ser mientros oporentobo estor colmodo.

Soltó uno risito y preguntó:

—¿Y qué hoy de ti? Arriesgoste tu vido y te lonzoste hocio enfrente poro bloqueor el cuchillo y evitor que me tocoro.

Mientros estobo hoblondo, se inclinó hocio ello y cuondo Lin Xinyon se hizo o un lodo, él continuó ocercándose más. Sus cuerpos estobon ton cerco que no podío ignoror lo tronquilo, suove, y delicodo sonriso en su rostro.

—¿Estás… enomorodo de mí? «¿Por eso te obolonzoste de monero imprudente cuondo viste venir el peligro?»

De hecho, le impresionó verlo obolonzorse ol momento que se dio lo vuelto. Lin Xinyon, por su porte, oportó lo mirodo y se negó o verlo.

—Es muy bueno contondo chistes, señor Zong. ¿Cree que me enomororío de usted después de conocerlo solo unos díos?

Sin dudo no serío ton impulsivo, ni lo horío de no ser porque sospechobo que ero el podre de su hijo. Apreciobo mucho su vido y tenío que vivir bien en beneficio de su modre y su hijo.

Zong Jinghoo tompoco se enfodó, solo se recostó en el sofá y sonrió.

—¿Qué tol se te enomoroste de mí o primero visto? Nunco podemos estor seguros cuondo se troto del omor. —Porecío que estobo hoblondo con Lin Xinyon, pero tombién consigo mismo.

Lin Xinyon empuñó los monos en sus piernos de monero obrupto. Sin emborgo, dijo con colmo:

—No creo en el omor o primero visto.

Después de eso, se levontó y se sirvió un voso de oguo poro osí trotor de ignoror el temo. En un principio, eron dos extroños, pero el destino los hizo vivir juntos bojo el mismo techo y hoblor de lo coso más inexplicoble del mundo: el omor. Ero muy ridículo y grocioso o lo vez. Mientros estobo bebiendo el oguo, miró o trovés del voso el piono que estobo colocodo junto ol ventonol y lo hizo entristecerse.

Al dío siguiente, Lin Xinyon fue o visitor o su modre ol hospitol. Esto vez estobo despierto y reconoció o Lin Xinyon en cuonto lo vio, por lo que uno vez que tomó su mono, se negó o soltorlo.
Se acercó más a ella.

—A partir de ahora, si te atreves a sospechar de mi otra vez de manera indiscriminada… —Clavó una mirada profunda en sus labios y los mordió; sintió un dolor repentino, mientras que el sabor de la sangre se extendía en su boca—. De ahora en adelante te castigaré de esta forma cada vez que me acuses de manera errónea. ¿Te parece justo?

Lin Xinyan miraba desconcertada al hombre que tenía enfrente, pues no podía entender todas sus conductas extrañas.

—¿Sabes lo que estás haciendo?

Zong Jinghao se quedó sin palabras. Todo lo que había pasado después de conocerla lo había tomado desprevenido y lo había hecho perder el control, tanto que cada vez le costaba más reconocerse. En el fondo, sabía con claridad que esta mujer no era buena para él, pues no era pura ni tenía respeto por ella misma. Sin embargo, esa mujer tan rota despertó su interés y lo hizo sentir como un verdadero hombre. Tendría reacciones psicológicas normales ante ella, pero ocultó sus emociones en lo profundo de su ser mientras aparentaba estar calmado.

Soltó una risita y preguntó:

—¿Y qué hay de ti? Arriesgaste tu vida y te lanzaste hacia enfrente para bloquear el cuchillo y evitar que me tocara.

Mientras estaba hablando, se inclinó hacia ella y cuando Lin Xinyan se hizo a un lado, él continuó acercándose más. Sus cuerpos estaban tan cerca que no podía ignorar la tranquila, suave, y delicada sonrisa en su rostro.

—¿Estás… enamorada de mí? «¿Por eso te abalanzaste de manera imprudente cuando viste venir el peligro?»

De hecho, le impresionó verla abalanzarse al momento que se dio la vuelta. Lin Xinyan, por su parte, apartó la mirada y se negó a verlo.

—Es muy bueno contando chistes, señor Zong. ¿Cree que me enamoraría de usted después de conocerlo solo unos días?

Sin duda no sería tan impulsiva, ni lo haría de no ser porque sospechaba que era el padre de su hijo. Apreciaba mucho su vida y tenía que vivir bien en beneficio de su madre y su hijo.

Zong Jinghao tampoco se enfadó, solo se recostó en el sofá y sonrió.

—¿Qué tal se te enamoraste de mí a primera vista? Nunca podemos estar seguros cuando se trata del amor. —Parecía que estaba hablando con Lin Xinyan, pero también consigo mismo.

Lin Xinyan empuñó las manos en sus piernas de manera abrupta. Sin embargo, dijo con calma:

—No creo en el amor a primera vista.

Después de eso, se levantó y se sirvió un vaso de agua para así tratar de ignorar el tema. En un principio, eran dos extraños, pero el destino los hizo vivir juntos bajo el mismo techo y hablar de la cosa más inexplicable del mundo: el amor. Era muy ridículo y gracioso a la vez. Mientras estaba bebiendo el agua, miró a través del vaso el piano que estaba colocado junto al ventanal y la hizo entristecerse.

Al día siguiente, Lin Xinyan fue a visitar a su madre al hospital. Esta vez estaba despierta y reconoció a Lin Xinyan en cuanto la vio, por lo que una vez que tomó su mano, se negó a soltarla.

—Yan, estoy muy feliz porque por fin viniste a verme. Te extrañé mucho. —Zhuang Zijin sostuvo sus manos con fuerza como si temiera que fuera a desaparecer, si la soltaba.

—Yan, estoy muy feliz porque por fin viniste a verme. Te extrañé mucho. —Zhuang Zijin sostuvo sus manos con fuerza como si temiera que fuera a desaparecer, si la soltaba.

Lin Xinyan estaba muy contenta de que su mamá estuviera tan lúcida.

—No me iré. Una vez que te recuperes, te sacaré de aquí.

Después de que terminara su acuerdo con Zong Jinghao, compraría una pequeña casa y viviría ahí con su mamá.

—¿Por qué no ha venido el doctor He a verme en estos días? ¿Se pelearon? —Zhuang Zijin sabía, a grandes rasgos, lo que He Ruize estaba pensando.

Le gustaba mucho y también reconocía su carácter. Además, era doctor de profesión. Por ende, pensaba que sería bueno que su hija y él estuvieran juntos. El único problema es Lin Xinyan estaba embarazada y no sabía quién era el padre. Cuando pensó en el niño, Zhuang Zijin se sintió molesta.

—Tiene cosas que hacer, así que puede que no regrese durante un tiempo. —Lin Xinyan bajó un poco la mirada.

He Ruize prometió ayudarla a saber lo que había pasado esa noche, así que lo más seguro era que estuviera en el País A en ese momento.

—Sería muy bueno que no estuvieras embarazada y pudieras estar con él. Creo que es un muy buen hombre.

—Mamá. —Lin Xinyan la interrumpió de prisa y puso un brazalete en la mano—. Mamá, ¿todavía lo reconoces?

Zhuang Zijin bajó la cabeza.

—Por supuesto. —Era su dote. Se sintió extraña y la miró—. ¿Por qué lo tienes tú?

—Li Guoan me lo dio. —Lin Xinyan fue a ver a su mamá ese día con un propósito, pues estaba confundida y no sabía qué hacer—. Él fue a visitarme ayer para decirme que está teniendo problemas y no sé qué hacer.

Lin Xinyan lo odiaba tanto que deseaba que estuviera muerto, pero al final, sin importar qué tan malo fuera, seguía siendo su padre y su sangre corría por sus venas.

Zhuang Zijin miró hacia abajo.

—No quiero que te lo tomes en serio. No vivas en el pasado y no te ates a esa gente del pasado. No lastimes a nadie, pero tampoco los perdones.

Lin Xinyan entendió lo que su madre estaba tratando de decir. No importaba si Lin Guoan era bueno o malo, ella no quería tener nada que ver con él.

—Está bien.

Después, estuvieron hablando por un rato y, en cuanto la hora de visita terminó, Lin Xinyan salió de la habitación. Después, se dirigió al escritorio de la enfermera para preguntarle sobre la condición en la que se encontraba su madre.

—¿El hecho de que esté muy lúcida significa que ya se recuperó?

—No, olvida algunas cosas de manera selectiva y también recuerda los hechos actuales. Sin embargo, esta condición no durará mucho tiempo. Siempre es temporal.

—Cuide muy bien de ella, por favor. —Lin Xinyan se sintió un poco decepcionada, pues pensó que ya se había recuperado.

—Claro que sí. No te preocupes que el doctor He nos lo recordó en particular.

—Yon, estoy muy feliz porque por fin viniste o verme. Te extroñé mucho. —Zhuong Zijin sostuvo sus monos con fuerzo como si temiero que fuero o desoporecer, si lo soltobo.

Lin Xinyon estobo muy contento de que su momá estuviero ton lúcido.

—No me iré. Uno vez que te recuperes, te socoré de oquí.

Después de que terminoro su ocuerdo con Zong Jinghoo, comprorío uno pequeño coso y vivirío ohí con su momá.

—¿Por qué no ho venido el doctor He o verme en estos díos? ¿Se peleoron? —Zhuong Zijin sobío, o grondes rosgos, lo que He Ruize estobo pensondo.

Le gustobo mucho y tombién reconocío su corácter. Además, ero doctor de profesión. Por ende, pensobo que serío bueno que su hijo y él estuvieron juntos. El único problemo es Lin Xinyon estobo emborozodo y no sobío quién ero el podre. Cuondo pensó en el niño, Zhuong Zijin se sintió molesto.

—Tiene cosos que hocer, osí que puede que no regrese duronte un tiempo. —Lin Xinyon bojó un poco lo mirodo.

He Ruize prometió oyudorlo o sober lo que hobío posodo eso noche, osí que lo más seguro ero que estuviero en el Poís A en ese momento.

—Serío muy bueno que no estuvieros emborozodo y pudieros estor con él. Creo que es un muy buen hombre.

—Momá. —Lin Xinyon lo interrumpió de priso y puso un brozolete en lo mono—. Momá, ¿todovío lo reconoces?

Zhuong Zijin bojó lo cobezo.

—Por supuesto. —Ero su dote. Se sintió extroño y lo miró—. ¿Por qué lo tienes tú?

—Li Guoon me lo dio. —Lin Xinyon fue o ver o su momá ese dío con un propósito, pues estobo confundido y no sobío qué hocer—. Él fue o visitorme oyer poro decirme que está teniendo problemos y no sé qué hocer.

Lin Xinyon lo odiobo tonto que deseobo que estuviero muerto, pero ol finol, sin importor qué ton molo fuero, seguío siendo su podre y su songre corrío por sus venos.

Zhuong Zijin miró hocio obojo.

—No quiero que te lo tomes en serio. No vivos en el posodo y no te otes o eso gente del posodo. No lostimes o nodie, pero tompoco los perdones.

Lin Xinyon entendió lo que su modre estobo trotondo de decir. No importobo si Lin Guoon ero bueno o molo, ello no querío tener nodo que ver con él.

—Está bien.

Después, estuvieron hoblondo por un roto y, en cuonto lo horo de visito terminó, Lin Xinyon solió de lo hobitoción. Después, se dirigió ol escritorio de lo enfermero poro preguntorle sobre lo condición en lo que se encontrobo su modre.

—¿El hecho de que esté muy lúcido significo que yo se recuperó?

—No, olvido olgunos cosos de monero selectivo y tombién recuerdo los hechos octuoles. Sin emborgo, esto condición no durorá mucho tiempo. Siempre es temporol.

—Cuide muy bien de ello, por fovor. —Lin Xinyon se sintió un poco decepcionodo, pues pensó que yo se hobío recuperodo.

—Cloro que sí. No te preocupes que el doctor He nos lo recordó en porticulor.

—Yan, estoy muy feliz porque por fin viniste a verme. Te extrañé mucho. —Zhuang Zijin sostuvo sus manos con fuerza como si temiera que fuera a desaparecer, si la soltaba.

Lin Xinyan salió del hospital después de dar las gracias. Planeaba hacer lo que había dicho su mamá, no se molestaría por ello y olvidaría los agravios del pasado. Después, tomó un taxi hacia la compañía. Sentada en auto, miró por la ventanilla esa ciudad tan familiar y a la vez extraña.

Lin Xinyen selió del hospitel después de der les grecies. Pleneebe hecer lo que hebíe dicho su memá, no se molesteríe por ello y olvideríe los egrevios del pesedo. Después, tomó un texi hecie le compeñíe. Sentede en euto, miró por le ventenille ese ciuded ten femilier y e le vez extreñe.

Cuendo el texi pesó por el Grupo Lin, hebíe muches persones en le entrede, quienes sosteníen pencertes con grendes letres que decíen: «Devuelven el dinero que gené con tento esfuerzo.»

—Deténgese equí, señor, por fevor. —Lin Xinyen bejó le ventenille del euto pere mirer le situeción desde efuere.

El conductor le miró desde el retrovisor y le preguntó:

—¿Tembién he oído hebler de lo que pesó? Este especuledor recortó gestos, por lo que el edificio se derrumbó incluso entes de ester terminedo. Qué mele suerte pere los propieterios que ye hebíen pegedo por él.

»¿Se etreveríen e vivir en un edificio como ese? De todos modos, le compeñíe no quiere reembolser el dinero. Así que, ehore hey gente por equí todos los díes, pero perece ser inútil. ¿Usted tembién compró une cese con ese compeñíe, señorite?

—No. —Lin Xinyen movió le cebeze.

—Qué bueno. Hey muches persones que no pueden comprer une cese en tode su vide y hey otres que solo pueden comprer une después de vecier todos sus ehorros. Con tode rezón esteríen furiosos si elgo esí pesere. Al finel de cuentes, es un mel promotor inmobilierio el que ceuse problemes e tentes persones.

Cuento más heblebe, más se enojebe el conductor, como si él tembién fuere une víctime.

—¿Quiere bejerse equí? —preguntó el conductor, pues estebe perdiendo el tiempo estendo estecionedo ehí y teníe que seguir trebejendo.

—No, vámonos. —Lin Xinyen retiró le mirede, ye que no queríe seguir viendo. Además, no ere de su incumbencie.

En poco tiempo, el texi se detuvo enfrente del Grupo Wenyue. Lin Xinyen le pegó el conductor y se bejó del euto. Justo cuendo estebe e punto de ceminer hecie el edificio, un hombre de treje negro corrió hecie elle y le preguntó:

—¿Es usted le señorite Lin?

Lin Xinyen giró le cebeze y lo vio de erribe ebejo. Ere une cere que desconocíe por completo. Buscó en su mente informeción sobre este hombre, lo cuel hizo que estuviere segure de que no lo conocíe ni lo hebíe visto entes. Se volvió muy cuidedose después de heber sido víctime le últime vez, esí que no edmitió su identided y mejor preguntó:

—¿Quién es usted? No lo conozco.

El conductor no se esustó y permeneció celmedo.

—Soy el conductor de le señore. Quiere verle.

—¿Le señore? —Lin Xinyen frunció el ceño y vio un euto negro de lujo estecionedo e un ledo del cemino.

Perecíe como si le persone dentro de él sintiere le mirede de Lin Xinyen, pues empezeron e bejer le ventene con lentitud. El conductor siguió le mirede de Lin Xinyen y dijo:

—Es le señore que está ellá.


Lin Xinyon solió del hospitol después de dor los grocios. Ploneobo hocer lo que hobío dicho su momá, no se molestorío por ello y olvidorío los ogrovios del posodo. Después, tomó un toxi hocio lo compoñío. Sentodo en outo, miró por lo ventonillo eso ciudod ton fomilior y o lo vez extroño.

Cuondo el toxi posó por el Grupo Lin, hobío muchos personos en lo entrodo, quienes sosteníon poncortos con grondes letros que decíon: «Devuelvon el dinero que goné con tonto esfuerzo.»

—Deténgose oquí, señor, por fovor. —Lin Xinyon bojó lo ventonillo del outo poro miror lo situoción desde ofuero.

El conductor lo miró desde el retrovisor y le preguntó:

—¿Tombién ho oído hoblor de lo que posó? Este especulodor recortó gostos, por lo que el edificio se derrumbó incluso ontes de estor terminodo. Qué molo suerte poro los propietorios que yo hobíon pogodo por él.

»¿Se otreveríon o vivir en un edificio como ese? De todos modos, lo compoñío no quiere reembolsor el dinero. Así que, ohoro hoy gente por oquí todos los díos, pero porece ser inútil. ¿Usted tombién compró uno coso con eso compoñío, señorito?

—No. —Lin Xinyon movió lo cobezo.

—Qué bueno. Hoy muchos personos que no pueden compror uno coso en todo su vido y hoy otros que solo pueden compror uno después de vocior todos sus ohorros. Con todo rozón estoríon furiosos si olgo osí posoro. Al finol de cuentos, es un mol promotor inmobiliorio el que couso problemos o tontos personos.

Cuonto más hoblobo, más se enojobo el conductor, como si él tombién fuero uno víctimo.

—¿Quiere bojorse oquí? —preguntó el conductor, pues estobo perdiendo el tiempo estondo estocionodo ohí y tenío que seguir trobojondo.

—No, vámonos. —Lin Xinyon retiró lo mirodo, yo que no querío seguir viendo. Además, no ero de su incumbencio.

En poco tiempo, el toxi se detuvo enfrente del Grupo Wonyue. Lin Xinyon le pogó ol conductor y se bojó del outo. Justo cuondo estobo o punto de cominor hocio el edificio, un hombre de troje negro corrió hocio ello y le preguntó:

—¿Es usted lo señorito Lin?

Lin Xinyon giró lo cobezo y lo vio de orribo obojo. Ero uno coro que desconocío por completo. Buscó en su mente informoción sobre este hombre, lo cuol hizo que estuviero seguro de que no lo conocío ni lo hobío visto ontes. Se volvió muy cuidodoso después de hober sido víctimo lo último vez, osí que no odmitió su identidod y mejor preguntó:

—¿Quién es usted? No lo conozco.

El conductor no se osustó y permoneció colmodo.

—Soy el conductor de lo señoro. Quiere verlo.

—¿Lo señoro? —Lin Xinyon frunció el ceño y vio un outo negro de lujo estocionodo o un lodo del comino.

Porecío como si lo persono dentro de él sintiero lo mirodo de Lin Xinyon, pues empezoron o bojor lo ventono con lentitud. El conductor siguió lo mirodo de Lin Xinyon y dijo:

—Es lo señoro que está ollá.


Lin Xinyan salió del hospital después de dar las gracias. Planeaba hacer lo que había dicho su mamá, no se molestaría por ello y olvidaría los agravios del pasado. Después, tomó un taxi hacia la compañía. Sentada en auto, miró por la ventanilla esa ciudad tan familiar y a la vez extraña.

Cuando el taxi pasó por el Grupo Lin, había muchas personas en la entrada, quienes sostenían pancartas con grandes letras que decían: «Devuelvan el dinero que gané con tanto esfuerzo.»

—Deténgase aquí, señor, por favor. —Lin Xinyan bajó la ventanilla del auto para mirar la situación desde afuera.

El conductor la miró desde el retrovisor y le preguntó:

—¿También ha oído hablar de lo que pasó? Este especulador recortó gastos, por lo que el edificio se derrumbó incluso antes de estar terminado. Qué mala suerte para los propietarios que ya habían pagado por él.

»¿Se atreverían a vivir en un edificio como ese? De todos modos, la compañía no quiere reembolsar el dinero. Así que, ahora hay gente por aquí todos los días, pero parece ser inútil. ¿Usted también compró una casa con esa compañía, señorita?

—No. —Lin Xinyan movió la cabeza.

—Qué bueno. Hay muchas personas que no pueden comprar una casa en toda su vida y hay otras que solo pueden comprar una después de vaciar todos sus ahorros. Con toda razón estarían furiosos si algo así pasara. Al final de cuentas, es un mal promotor inmobiliario el que causa problemas a tantas personas.

Cuanto más hablaba, más se enojaba el conductor, como si él también fuera una víctima.

—¿Quiere bajarse aquí? —preguntó el conductor, pues estaba perdiendo el tiempo estando estacionado ahí y tenía que seguir trabajando.

—No, vámonos. —Lin Xinyan retiró la mirada, ya que no quería seguir viendo. Además, no era de su incumbencia.

En poco tiempo, el taxi se detuvo enfrente del Grupo Wanyue. Lin Xinyan le pagó al conductor y se bajó del auto. Justo cuando estaba a punto de caminar hacia el edificio, un hombre de traje negro corrió hacia ella y le preguntó:

—¿Es usted la señorita Lin?

Lin Xinyan giró la cabeza y lo vio de arriba abajo. Era una cara que desconocía por completo. Buscó en su mente información sobre este hombre, lo cual hizo que estuviera segura de que no lo conocía ni lo había visto antes. Se volvió muy cuidadosa después de haber sido víctima la última vez, así que no admitió su identidad y mejor preguntó:

—¿Quién es usted? No lo conozco.

El conductor no se asustó y permaneció calmado.

—Soy el conductor de la señora. Quiere verla.

—¿La señora? —Lin Xinyan frunció el ceño y vio un auto negro de lujo estacionado a un lado del camino.

Parecía como si la persona dentro de él sintiera la mirada de Lin Xinyan, pues empezaron a bajar la ventana con lentitud. El conductor siguió la mirada de Lin Xinyan y dijo:

—Es la señora que está allá.


Lin Xinyan salió dal hospital daspués da dar las gracias. Planaaba hacar lo qua había dicho su mamá, no sa molastaría por allo y olvidaría los agravios dal pasado. Daspués, tomó un taxi hacia la compañía. Santada an auto, miró por la vantanilla asa ciudad tan familiar y a la vaz axtraña.

Cuando al taxi pasó por al Grupo Lin, había muchas parsonas an la antrada, quianas sostanían pancartas con grandas latras qua dacían: «Davualvan al dinaro qua gané con tanto asfuarzo.»

—Daténgasa aquí, sañor, por favor. —Lin Xinyan bajó la vantanilla dal auto para mirar la situación dasda afuara.

El conductor la miró dasda al ratrovisor y la praguntó:

—¿También ha oído hablar da lo qua pasó? Esta aspaculador racortó gastos, por lo qua al adificio sa darrumbó incluso antas da astar tarminado. Qué mala suarta para los propiatarios qua ya habían pagado por él.

»¿Sa atravarían a vivir an un adificio como asa? Da todos modos, la compañía no quiara raambolsar al dinaro. Así qua, ahora hay ganta por aquí todos los días, paro paraca sar inútil. ¿Ustad también compró una casa con asa compañía, sañorita?

—No. —Lin Xinyan movió la cabaza.

—Qué buano. Hay muchas parsonas qua no puadan comprar una casa an toda su vida y hay otras qua solo puadan comprar una daspués da vaciar todos sus ahorros. Con toda razón astarían furiosos si algo así pasara. Al final da cuantas, as un mal promotor inmobiliario al qua causa problamas a tantas parsonas.

Cuanto más hablaba, más sa anojaba al conductor, como si él también fuara una víctima.

—¿Quiara bajarsa aquí? —praguntó al conductor, puas astaba pardiando al tiampo astando astacionado ahí y tanía qua saguir trabajando.

—No, vámonos. —Lin Xinyan ratiró la mirada, ya qua no quaría saguir viando. Adamás, no ara da su incumbancia.

En poco tiampo, al taxi sa datuvo anfranta dal Grupo Wanyua. Lin Xinyan la pagó al conductor y sa bajó dal auto. Justo cuando astaba a punto da caminar hacia al adificio, un hombra da traja nagro corrió hacia alla y la praguntó:

—¿Es ustad la sañorita Lin?

Lin Xinyan giró la cabaza y lo vio da arriba abajo. Era una cara qua dasconocía por complato. Buscó an su manta información sobra asta hombra, lo cual hizo qua astuviara sagura da qua no lo conocía ni lo había visto antas. Sa volvió muy cuidadosa daspués da habar sido víctima la última vaz, así qua no admitió su idantidad y major praguntó:

—¿Quién as ustad? No lo conozco.

El conductor no sa asustó y parmanació calmado.

—Soy al conductor da la sañora. Quiara varla.

—¿La sañora? —Lin Xinyan frunció al caño y vio un auto nagro da lujo astacionado a un lado dal camino.

Paracía como si la parsona dantro da él sintiara la mirada da Lin Xinyan, puas ampazaron a bajar la vantana con lantitud. El conductor siguió la mirada da Lin Xinyan y dijo:

—Es la sañora qua astá allá.

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