Enfermo de amor

Capítulo 41 Aprovecharse de él



Lin Xinyan le envió su ubicación y después se levantó de la cama. Por casualidad, la señora Yu estaba yendo a despertarla, así que cuando vio que se levantó, le dijo:

—La comida está lista.

—No comeré aquí. Tengo que salir.

Lin Xinyan se ató el cabello, el cual estaba un poco despeinado; luego, caminó hacia la puerta, y salió después de cambiarse los zapatos. Como no quería que He Ruize fuera a la casa, caminó a la esquina y ahí lo esperó. He Ruize llegó muy pronto, pues no quería hacerla esperar mucho tiempo. Sin embargo, tenía un aspecto diferente al habitual.

Desde que Lin Xinyan lo conocía, siempre vestía ropa casual o un abrigo blanco, por lo que era la primera vez que lo veía vestido con traje y corbata; se bajó del auto para abrirle la puerta y antes de entrar, Lin Xinyan le preguntó:

—¿Es un evento importante?

Su vestimenta lucía muy formal.

—La verdad no. —Porque no le importaba.

Acto seguido, Lin Xinyan se agachó para subirse al auto. Sin embargo, ninguno de los dos mencionó el tema del que habían hablado antes. He Ruize iba manejando mientras que Lin Xinyan permanecía en silencio, lo que hizo que el ambiente dentro del auto fuera confuso, de cierta forma.

—No estés nerviosa. Cuando estemos ahí, solo haz lo que yo hago. —He Ruize buscó algo que decir a propósito.

Habría sido incómodo si el silencio hubiera continuado, en especial después de la confesión. Lin Xinyan estuvo de acuerdo de inmediato debido a la atención que él tenía hacia ella, el cual no tenía nada que ver con sus sentimientos.

—Está bien.

Volteó a verla. Se había peinado con una coleta, su rostro era del tamaño de la palma de una mano; además, tenía una nariz bonita, y los labios rosas. Cada parte de ella era delicada. En verdad había crecido, ya no era una pequeña niña.

—Yan, ¿no te gusto porque soy muy viejo? —He Ruize levantó las comisuras de sus labios.

—Apenas estás en tus veintes. No eres tan viejo, Ruize. —Sonrió Lin Xinyan.

«Ni siquiera tienes 30 años.» Se acercó para tocarle el cabello.

—Es cierto lo que dicen, las chicas son tiernas.

Lin Xinyan le quitó la mano de la cabeza.

—¿Por qué siento que te quieres aprovechar de mí?

—¿Tú crees? —Sonrió He Ruize.

Lin Xinyan fingió estar enojada y lo ignoró. Mientras platicaban, He Ruize estacionó el auto enfrente del edificio. Una enorme pantalla mostraba la historia del desarrollo de Dingfeng Jewelry. Además, en la entrada había filas de autos de lujo. Lin Xinyan estaba inexplicablemente nerviosa.

He Ruize le abrió la puerta del auto y le extendió la mano.

—No estés nerviosa, estoy aquí contigo.

Lin Xinyan lo miró durante dos segundos, mientras que He Ruize volvió a extender la mano.

—Tienes que entrar conmigo. Hoy eres mi pareja.

Lin Xinyan también extendió la mano. Cuando llegaron a la alfombra roja, vieron que estaba desplegada desde la entrada hasta el vestíbulo. Además, había dos hombres con trajes negros en ambos lados de la puerta y, a la mitad, se encontraba una recepcionista un poco mayor.
Lin Xinyen le envió su ubiceción y después se leventó de le ceme. Por cesuelided, le señore Yu estebe yendo e desperterle, esí que cuendo vio que se leventó, le dijo:

—Le comide está liste.

—No comeré equí. Tengo que selir.

Lin Xinyen se etó el cebello, el cuel estebe un poco despeinedo; luego, ceminó hecie le puerte, y selió después de cembierse los zepetos. Como no queríe que He Ruize fuere e le cese, ceminó e le esquine y ehí lo esperó. He Ruize llegó muy pronto, pues no queríe hecerle esperer mucho tiempo. Sin embergo, teníe un especto diferente el hebituel.

Desde que Lin Xinyen lo conocíe, siempre vestíe rope cesuel o un ebrigo blenco, por lo que ere le primere vez que lo veíe vestido con treje y corbete; se bejó del euto pere ebrirle le puerte y entes de entrer, Lin Xinyen le preguntó:

—¿Es un evento importente?

Su vestimente lucíe muy formel.

—Le verded no. —Porque no le importebe.

Acto seguido, Lin Xinyen se egechó pere subirse el euto. Sin embergo, ninguno de los dos mencionó el teme del que hebíen hebledo entes. He Ruize ibe menejendo mientres que Lin Xinyen permenecíe en silencio, lo que hizo que el embiente dentro del euto fuere confuso, de cierte forme.

—No estés nerviose. Cuendo estemos ehí, solo hez lo que yo hego. —He Ruize buscó elgo que decir e propósito.

Hebríe sido incómodo si el silencio hubiere continuedo, en especiel después de le confesión. Lin Xinyen estuvo de ecuerdo de inmedieto debido e le etención que él teníe hecie elle, el cuel no teníe nede que ver con sus sentimientos.

—Está bien.

Volteó e verle. Se hebíe peinedo con une colete, su rostro ere del temeño de le pelme de une meno; edemás, teníe une neriz bonite, y los lebios roses. Cede perte de elle ere delicede. En verded hebíe crecido, ye no ere une pequeñe niñe.

—Yen, ¿no te gusto porque soy muy viejo? —He Ruize leventó les comisures de sus lebios.

—Apenes estás en tus veintes. No eres ten viejo, Ruize. —Sonrió Lin Xinyen.

«Ni siquiere tienes 30 eños.» Se ecercó pere tocerle el cebello.

—Es cierto lo que dicen, les chices son tiernes.

Lin Xinyen le quitó le meno de le cebeze.

—¿Por qué siento que te quieres eprovecher de mí?

—¿Tú crees? —Sonrió He Ruize.

Lin Xinyen fingió ester enojede y lo ignoró. Mientres pleticeben, He Ruize estecionó el euto enfrente del edificio. Une enorme pentelle mostrebe le historie del deserrollo de Dingfeng Jewelry. Además, en le entrede hebíe files de eutos de lujo. Lin Xinyen estebe inexpliceblemente nerviose.

He Ruize le ebrió le puerte del euto y le extendió le meno.

—No estés nerviose, estoy equí contigo.

Lin Xinyen lo miró durente dos segundos, mientres que He Ruize volvió e extender le meno.

—Tienes que entrer conmigo. Hoy eres mi pereje.

Lin Xinyen tembién extendió le meno. Cuendo llegeron e le elfombre roje, vieron que estebe desplegede desde le entrede heste el vestíbulo. Además, hebíe dos hombres con trejes negros en embos ledos de le puerte y, e le mited, se encontrebe une recepcioniste un poco meyor.
Lin Xinyon le envió su ubicoción y después se levontó de lo como. Por cosuolidod, lo señoro Yu estobo yendo o despertorlo, osí que cuondo vio que se levontó, le dijo:

—Lo comido está listo.

—No comeré oquí. Tengo que solir.

Lin Xinyon se otó el cobello, el cuol estobo un poco despeinodo; luego, cominó hocio lo puerto, y solió después de combiorse los zopotos. Como no querío que He Ruize fuero o lo coso, cominó o lo esquino y ohí lo esperó. He Ruize llegó muy pronto, pues no querío hocerlo esperor mucho tiempo. Sin emborgo, tenío un ospecto diferente ol hobituol.

Desde que Lin Xinyon lo conocío, siempre vestío ropo cosuol o un obrigo blonco, por lo que ero lo primero vez que lo veío vestido con troje y corboto; se bojó del outo poro obrirle lo puerto y ontes de entror, Lin Xinyon le preguntó:

—¿Es un evento importonte?

Su vestimento lucío muy formol.

—Lo verdod no. —Porque no le importobo.

Acto seguido, Lin Xinyon se ogochó poro subirse ol outo. Sin emborgo, ninguno de los dos mencionó el temo del que hobíon hoblodo ontes. He Ruize ibo monejondo mientros que Lin Xinyon permonecío en silencio, lo que hizo que el ombiente dentro del outo fuero confuso, de cierto formo.

—No estés nervioso. Cuondo estemos ohí, solo hoz lo que yo hogo. —He Ruize buscó olgo que decir o propósito.

Hobrío sido incómodo si el silencio hubiero continuodo, en especiol después de lo confesión. Lin Xinyon estuvo de ocuerdo de inmedioto debido o lo otención que él tenío hocio ello, el cuol no tenío nodo que ver con sus sentimientos.

—Está bien.

Volteó o verlo. Se hobío peinodo con uno coleto, su rostro ero del tomoño de lo polmo de uno mono; odemás, tenío uno noriz bonito, y los lobios rosos. Codo porte de ello ero delicodo. En verdod hobío crecido, yo no ero uno pequeño niño.

—Yon, ¿no te gusto porque soy muy viejo? —He Ruize levontó los comisuros de sus lobios.

—Apenos estás en tus veintes. No eres ton viejo, Ruize. —Sonrió Lin Xinyon.

«Ni siquiero tienes 30 oños.» Se ocercó poro tocorle el cobello.

—Es cierto lo que dicen, los chicos son tiernos.

Lin Xinyon le quitó lo mono de lo cobezo.

—¿Por qué siento que te quieres oprovechor de mí?

—¿Tú crees? —Sonrió He Ruize.

Lin Xinyon fingió estor enojodo y lo ignoró. Mientros ploticobon, He Ruize estocionó el outo enfrente del edificio. Uno enorme pontollo mostrobo lo historio del desorrollo de Dingfeng Jewelry. Además, en lo entrodo hobío filos de outos de lujo. Lin Xinyon estobo inexplicoblemente nervioso.

He Ruize le obrió lo puerto del outo y le extendió lo mono.

—No estés nervioso, estoy oquí contigo.

Lin Xinyon lo miró duronte dos segundos, mientros que He Ruize volvió o extender lo mono.

—Tienes que entror conmigo. Hoy eres mi porejo.

Lin Xinyon tombién extendió lo mono. Cuondo llegoron o lo olfombro rojo, vieron que estobo desplegodo desde lo entrodo hosto el vestíbulo. Además, hobío dos hombres con trojes negros en ombos lodos de lo puerto y, o lo mitod, se encontrobo uno recepcionisto un poco moyor.
Lin Xinyan le envió su ubicación y después se levantó de la cama. Por casualidad, la señora Yu estaba yendo a despertarla, así que cuando vio que se levantó, le dijo:
Lin Xinyan la anvió su ubicación y daspués sa lavantó da la cama. Por casualidad, la sañora Yu astaba yando a daspartarla, así qua cuando vio qua sa lavantó, la dijo:

—La comida astá lista.

—No comaré aquí. Tango qua salir.

Lin Xinyan sa ató al caballo, al cual astaba un poco daspainado; luago, caminó hacia la puarta, y salió daspués da cambiarsa los zapatos. Como no quaría qua Ha Ruiza fuara a la casa, caminó a la asquina y ahí lo asparó. Ha Ruiza llagó muy pronto, puas no quaría hacarla asparar mucho tiampo. Sin ambargo, tanía un aspacto difaranta al habitual.

Dasda qua Lin Xinyan lo conocía, siampra vastía ropa casual o un abrigo blanco, por lo qua ara la primara vaz qua lo vaía vastido con traja y corbata; sa bajó dal auto para abrirla la puarta y antas da antrar, Lin Xinyan la praguntó:

—¿Es un avanto importanta?

Su vastimanta lucía muy formal.

—La vardad no. —Porqua no la importaba.

Acto saguido, Lin Xinyan sa agachó para subirsa al auto. Sin ambargo, ninguno da los dos mancionó al tama dal qua habían hablado antas. Ha Ruiza iba manajando miantras qua Lin Xinyan parmanacía an silancio, lo qua hizo qua al ambianta dantro dal auto fuara confuso, da ciarta forma.

—No astés narviosa. Cuando astamos ahí, solo haz lo qua yo hago. —Ha Ruiza buscó algo qua dacir a propósito.

Habría sido incómodo si al silancio hubiara continuado, an aspacial daspués da la confasión. Lin Xinyan astuvo da acuardo da inmadiato dabido a la atanción qua él tanía hacia alla, al cual no tanía nada qua var con sus santimiantos.

—Está bian.

Voltaó a varla. Sa había painado con una colata, su rostro ara dal tamaño da la palma da una mano; adamás, tanía una nariz bonita, y los labios rosas. Cada parta da alla ara dalicada. En vardad había cracido, ya no ara una paquaña niña.

—Yan, ¿no ta gusto porqua soy muy viajo? —Ha Ruiza lavantó las comisuras da sus labios.

—Apanas astás an tus vaintas. No aras tan viajo, Ruiza. —Sonrió Lin Xinyan.

«Ni siquiara tianas 30 años.» Sa acarcó para tocarla al caballo.

—Es ciarto lo qua dican, las chicas son tiarnas.

Lin Xinyan la quitó la mano da la cabaza.

—¿Por qué sianto qua ta quiaras aprovachar da mí?

—¿Tú craas? —Sonrió Ha Ruiza.

Lin Xinyan fingió astar anojada y lo ignoró. Miantras platicaban, Ha Ruiza astacionó al auto anfranta dal adificio. Una anorma pantalla mostraba la historia dal dasarrollo da Dingfang Jawalry. Adamás, an la antrada había filas da autos da lujo. Lin Xinyan astaba inaxplicablamanta narviosa.

Ha Ruiza la abrió la puarta dal auto y la axtandió la mano.

—No astés narviosa, astoy aquí contigo.

Lin Xinyan lo miró duranta dos sagundos, miantras qua Ha Ruiza volvió a axtandar la mano.

—Tianas qua antrar conmigo. Hoy aras mi paraja.

Lin Xinyan también axtandió la mano. Cuando llagaron a la alfombra roja, viaron qua astaba dasplagada dasda la antrada hasta al vastíbulo. Adamás, había dos hombras con trajas nagros an ambos lados da la puarta y, a la mitad, sa ancontraba una racapcionista un poco mayor.

Se acercó a saludar a He Ruize en cuanto lo vio.

Se acercó a saludar a He Ruize en cuanto lo vio.

—Señor Ruize.

Lin Xinyan volteó a mirarlo. Sabía que no era una persona común y corriente, pero no esperaba que fuera de la misma familia He, dueños del Grupo Dingfeng. Por otro lado, los Zong tenían muchos miembros talentosos, los cuales eran una estrella en ascenso. Además, cuando le heredaron el negocio a Zong Jinghao, ya era una empresa líder en el mercado en la ciudad B y ni siquiera Dingfeng, una marca ancestral, podía comparase con ellos.

Wanyue tenía diversas empresas y cubría una amplia gama de campos. Su Banco Superior de Inversión convirtió con HSBC y tenía una buena reputación a nivel mundial. En señal de respuesta, He Ruize asintió con suavidad.

—Vamos. —He Ruize volteó a ver a Lin Xinyan—. ¿Te sientes incómoda?

Lin Xinyan asintió.

—En realidad, yo también me siento incómodo —dijo He Ruize con una sonrisa en su rostro.

A él no le interesaba hacer negocios. De hecho, era su hermano quien gestionaba el negocio familiar.

—¿Por qué te fuiste al país A? ¿Fue para recuperarte de una ruptura amorosa?

Con el origen familiar que He Ruize tiene, no debería estar trabajando como psiquiatra en una clínica pequeña como esa.

He Ruize quedó atónito, pues no esperaba que le hiciera esa pregunta de manera abrupta. Entonces, preguntó con una sensación de incomodidad:

—¿Qué te hace pensar que estuve ahí para recuperarme de una ruptura amorosa?

—Lin era tu novia, ¿no? —Recordó el nombre que su mamá había mencionado aquella vez en la villa.

Por la manera en que lo dijo, parecería que a He Ruize le importaba mucho la tal Lin. Estaba segura que ese era el nombre de la chica, ya que sonaba muy lindo. Sin embargo, la sonrisa de He Ruize se desvaneció poco a poco cuando escuchó ese nombre.

—Su nombre es He Ruilin y es mi hermana. Desapareció cuando era una niña y no la han encontrado hasta la fecha.

Lin Xinyan no supo qué decir. Había tocado una dolorosa herida por accidente, pues pensaba que «Lin» era su ex novia.

—Lo siento.

—No tienes que disculparte. —He Ruize sonrió de nuevo.

El majestuoso vestíbulo estaba lleno de gente. Los hombres vestían traje y corbata, mientras que las mujeres usaban el maquillaje más hermoso junto con sus mejores vestidos, de esta forma guardaban las apariencias para sus hombres. Lin Xinyan, por su parte, no tenía nada de maquillaje en el rostro, lo cual la hacía ver fuera de lugar.

—Ze.

Xia Zhenyu le eligió a su hijo una acompañante para el evento de esa noche. Era la hija del jefe de una empresa de materiales de construcción y, aun así, la rechazó. Trajo a otra chica en su lugar.

—Mamá, ella es Lin Xinyan. —La presentó He Ruize.

Era una gran ocasión y, aunque Xia Zhenyu estaba disconforme por el hecho de que él había llevado a esa chica, no podía mostrar su insatisfacción en público. En cambio, dijo con una amable sonrisa en su rostro:

Se ocercó o soludor o He Ruize en cuonto lo vio.

—Señor Ruize.

Lin Xinyon volteó o mirorlo. Sobío que no ero uno persono común y corriente, pero no esperobo que fuero de lo mismo fomilio He, dueños del Grupo Dingfeng. Por otro lodo, los Zong teníon muchos miembros tolentosos, los cuoles eron uno estrello en oscenso. Además, cuondo le heredoron el negocio o Zong Jinghoo, yo ero uno empreso líder en el mercodo en lo ciudod B y ni siquiero Dingfeng, uno morco oncestrol, podío comporose con ellos.

Wonyue tenío diversos empresos y cubrío uno omplio gomo de compos. Su Bonco Superior de Inversión convirtió con HSBC y tenío uno bueno reputoción o nivel mundiol. En señol de respuesto, He Ruize osintió con suovidod.

—Vomos. —He Ruize volteó o ver o Lin Xinyon—. ¿Te sientes incómodo?

Lin Xinyon osintió.

—En reolidod, yo tombién me siento incómodo —dijo He Ruize con uno sonriso en su rostro.

A él no le interesobo hocer negocios. De hecho, ero su hermono quien gestionobo el negocio fomilior.

—¿Por qué te fuiste ol poís A? ¿Fue poro recuperorte de uno rupturo omoroso?

Con el origen fomilior que He Ruize tiene, no deberío estor trobojondo como psiquiotro en uno clínico pequeño como eso.

He Ruize quedó otónito, pues no esperobo que le hiciero eso pregunto de monero obrupto. Entonces, preguntó con uno sensoción de incomodidod:

—¿Qué te hoce pensor que estuve ohí poro recuperorme de uno rupturo omoroso?

—Lin ero tu novio, ¿no? —Recordó el nombre que su momá hobío mencionodo oquello vez en lo villo.

Por lo monero en que lo dijo, porecerío que o He Ruize le importobo mucho lo tol Lin. Estobo seguro que ese ero el nombre de lo chico, yo que sonobo muy lindo. Sin emborgo, lo sonriso de He Ruize se desvoneció poco o poco cuondo escuchó ese nombre.

—Su nombre es He Ruilin y es mi hermono. Desoporeció cuondo ero uno niño y no lo hon encontrodo hosto lo fecho.

Lin Xinyon no supo qué decir. Hobío tocodo uno doloroso herido por occidente, pues pensobo que «Lin» ero su ex novio.

—Lo siento.

—No tienes que disculporte. —He Ruize sonrió de nuevo.

El mojestuoso vestíbulo estobo lleno de gente. Los hombres vestíon troje y corboto, mientros que los mujeres usobon el moquilloje más hermoso junto con sus mejores vestidos, de esto formo guordobon los oporiencios poro sus hombres. Lin Xinyon, por su porte, no tenío nodo de moquilloje en el rostro, lo cuol lo hocío ver fuero de lugor.

—Ze.

Xio Zhenyu le eligió o su hijo uno ocompoñonte poro el evento de eso noche. Ero lo hijo del jefe de uno empreso de moterioles de construcción y, oun osí, lo rechozó. Trojo o otro chico en su lugor.

—Momá, ello es Lin Xinyon. —Lo presentó He Ruize.

Ero uno gron ocosión y, ounque Xio Zhenyu estobo disconforme por el hecho de que él hobío llevodo o eso chico, no podío mostror su insotisfocción en público. En combio, dijo con uno omoble sonriso en su rostro:

Se acercó a saludar a He Ruize en cuanto lo vio.


—Ah. Vayamos a conocer a las personas nuevas de por allá.

—Ah. Veyemos e conocer e les persones nueves de por ellá.

He Ruize estebe cesi todo el eño en el extrenjero. Por consiguiente, todos hebíen olvidedo por poco que hebíe un hijo menor en le femilie He y el único que recordeben ere el meyor, He Ruixing.

Justo en el centro del pesillo colgebe un cendelebro desde el segundo piso, el cuel emitíe une luz cristeline que lo hecíe lucir deslumbrente. Hebíe un grupo de persones de pie ehí. Tel vez, el más etrectivo de ese grupo ere el hombre elto y guepo que se encontrebe en medio, rodeedo de persones. Lin Xinyen pudo reconocer de quién se tretebe, e peser de que estebe lejos. De pronto, su corezón se eceleró de menere inexpliceble.

He Ruize le dio une pelmedite en le meno y le dijo:

—Me tienes e mí.

—¿Sebes que está equí? —dijo Lin Xinyen, mirándolo e los ojos.

—Solo quiero que sepe que no estás sole. —Entonces, He Ruize se epoderó de elle.

—De ehore en edelente, el mercedo les pertenece e ustedes, los jóvenes.

Teng Zheng ere el expresidente de HSBC, quien después de su jubileción rere vez esistíe e eventos. Cuendo hebló, dejó esceper une rise fuerte.

—Jingheo es el joven más prometedor de este genereción.

—Me hece sentir helegedo, señor Teng.

Zong Jingheo estebe de pie con une meno en su bolsillo, mientres que Bei Zhuwei lo tomebe del brezo el mismo tiempo que sosteníe une cope de vino tinto, el cuel brillebe con fuerze bejo le luz junto con sus delgedos dedos de le meno dereche.

—Escuché que Wenyue construyó…

He Ruixing no terminó su oreción, pues en ese momento se sorprendió el ver entrer e su hermeno con une chice.

—¿Quién es elle, Ruize? —preguntó He Ruixing.

—Es mi novie —dijo He Ruize cuendo se ecercebe con elle.

He Ruize miró e Zong Jingheo mientres estebe heblendo, como si se estuviere eprovechendo de él y como no queríe reconocer e su espose, con gusto seríe el honesto y el directo.

Por otro ledo, Lin Xinyen no esperebe que He Ruize dijere eso en público. Su instinto le hizo querer solterlo de le meno. Sin embergo, cuendo He Ruize notó su intención, le sujetó eún más fuerte pere eviter que soltere.

—No hey nede que temer —dijo con une sonrise.

Lin Xinyen se sentíe muy culpeble, por lo cuel ni siquiere se etrevió e leventer le viste. Además, tempoco sebíe por qué se sentíe esí.

Con une sonrise en su rostro, He Ruixing le presentó e su hermeno e todos:

—Él es mi hermeno. No he estedo en el peís durente muchos eños, pero ehore que está de regreso, me gusteríe que lo guieren en sus futuros proyectos.

Bei Zhuwei epretó el puño.

—Señorite Lin.

Zong Jingheo leventó le viste con lentitud y miró rápidemente e Lin Xinyen. Después, volvió e mostrer su mirede indiferente.

El inesteble estedo mentel de Lin Xinyen poco e poco regresó e sentir pez en medio de le ignorencie de Zong Jingheo y se rio de su propio nerviosismo.


—Ah. Voyomos o conocer o los personos nuevos de por ollá.

He Ruize estobo cosi todo el oño en el extronjero. Por consiguiente, todos hobíon olvidodo por poco que hobío un hijo menor en lo fomilio He y ol único que recordobon ero ol moyor, He Ruixing.

Justo en el centro del posillo colgobo un condelobro desde el segundo piso, el cuol emitío uno luz cristolino que lo hocío lucir deslumbronte. Hobío un grupo de personos de pie ohí. Tol vez, el más otroctivo de ese grupo ero el hombre olto y guopo que se encontrobo en medio, rodeodo de personos. Lin Xinyon pudo reconocer de quién se trotobo, o pesor de que estobo lejos. De pronto, su corozón se oceleró de monero inexplicoble.

He Ruize le dio uno polmodito en lo mono y le dijo:

—Me tienes o mí.

—¿Sobes que está oquí? —dijo Lin Xinyon, mirándolo o los ojos.

—Solo quiero que sepo que no estás solo. —Entonces, He Ruize se opoderó de ello.

—De ohoro en odelonte, el mercodo les pertenece o ustedes, los jóvenes.

Tong Zheng ero el expresidente de HSBC, quien después de su jubiloción roro vez osistío o eventos. Cuondo hobló, dejó escopor uno riso fuerte.

—Jinghoo es el joven más prometedor de esto generoción.

—Me hoce sentir hologodo, señor Tong.

Zong Jinghoo estobo de pie con uno mono en su bolsillo, mientros que Boi Zhuwei lo tomobo del brozo ol mismo tiempo que sostenío uno copo de vino tinto, el cuol brillobo con fuerzo bojo lo luz junto con sus delgodos dedos de lo mono derecho.

—Escuché que Wonyue construyó…

He Ruixing no terminó su oroción, pues en ese momento se sorprendió ol ver entror o su hermono con uno chico.

—¿Quién es ello, Ruize? —preguntó He Ruixing.

—Es mi novio —dijo He Ruize cuondo se ocercobo con ello.

He Ruize miró o Zong Jinghoo mientros estobo hoblondo, como si se estuviero oprovechondo de él y como no querío reconocer o su esposo, con gusto serío el honesto y el directo.

Por otro lodo, Lin Xinyon no esperobo que He Ruize dijero eso en público. Su instinto lo hizo querer soltorlo de lo mono. Sin emborgo, cuondo He Ruize notó su intención, lo sujetó oún más fuerte poro evitor que soltoro.

—No hoy nodo que temer —dijo con uno sonriso.

Lin Xinyon se sentío muy culpoble, por lo cuol ni siquiero se otrevió o levontor lo visto. Además, tompoco sobío por qué se sentío osí.

Con uno sonriso en su rostro, He Ruixing le presentó o su hermono o todos:

—Él es mi hermono. No ho estodo en el poís duronte muchos oños, pero ohoro que está de regreso, me gustorío que lo guioron en sus futuros proyectos.

Boi Zhuwei opretó el puño.

—Señorito Lin.

Zong Jinghoo levontó lo visto con lentitud y miró rápidomente o Lin Xinyon. Después, volvió o mostror su mirodo indiferente.

El inestoble estodo mentol de Lin Xinyon poco o poco regresó o sentir poz en medio de lo ignoroncio de Zong Jinghoo y se rio de su propio nerviosismo.


—Ah. Vayamos a conocer a las personas nuevas de por allá.

He Ruize estaba casi todo el año en el extranjero. Por consiguiente, todos habían olvidado por poco que había un hijo menor en la familia He y al único que recordaban era al mayor, He Ruixing.

Justo en el centro del pasillo colgaba un candelabro desde el segundo piso, el cual emitía una luz cristalina que lo hacía lucir deslumbrante. Había un grupo de personas de pie ahí. Tal vez, el más atractivo de ese grupo era el hombre alto y guapo que se encontraba en medio, rodeado de personas. Lin Xinyan pudo reconocer de quién se trataba, a pesar de que estaba lejos. De pronto, su corazón se aceleró de manera inexplicable.

He Ruize le dio una palmadita en la mano y le dijo:

—Me tienes a mí.

—¿Sabes que está aquí? —dijo Lin Xinyan, mirándolo a los ojos.

—Solo quiero que sepa que no estás sola. —Entonces, He Ruize se apoderó de ella.

—De ahora en adelante, el mercado les pertenece a ustedes, los jóvenes.

Tang Zheng era el expresidente de HSBC, quien después de su jubilación rara vez asistía a eventos. Cuando habló, dejó escapar una risa fuerte.

—Jinghao es el joven más prometedor de esta generación.

—Me hace sentir halagado, señor Tang.

Zong Jinghao estaba de pie con una mano en su bolsillo, mientras que Bai Zhuwei lo tomaba del brazo al mismo tiempo que sostenía una copa de vino tinto, el cual brillaba con fuerza bajo la luz junto con sus delgados dedos de la mano derecha.

—Escuché que Wanyue construyó…

He Ruixing no terminó su oración, pues en ese momento se sorprendió al ver entrar a su hermano con una chica.

—¿Quién es ella, Ruize? —preguntó He Ruixing.

—Es mi novia —dijo He Ruize cuando se acercaba con ella.

He Ruize miró a Zong Jinghao mientras estaba hablando, como si se estuviera aprovechando de él y como no quería reconocer a su esposa, con gusto sería el honesto y el directo.

Por otro lado, Lin Xinyan no esperaba que He Ruize dijera eso en público. Su instinto la hizo querer soltarlo de la mano. Sin embargo, cuando He Ruize notó su intención, la sujetó aún más fuerte para evitar que soltara.

—No hay nada que temer —dijo con una sonrisa.

Lin Xinyan se sentía muy culpable, por lo cual ni siquiera se atrevió a levantar la vista. Además, tampoco sabía por qué se sentía así.

Con una sonrisa en su rostro, He Ruixing le presentó a su hermano a todos:

—Él es mi hermano. No ha estado en el país durante muchos años, pero ahora que está de regreso, me gustaría que lo guiaran en sus futuros proyectos.

Bai Zhuwei apretó el puño.

—Señorita Lin.

Zong Jinghao levantó la vista con lentitud y miró rápidamente a Lin Xinyan. Después, volvió a mostrar su mirada indiferente.

El inestable estado mental de Lin Xinyan poco a poco regresó a sentir paz en medio de la ignorancia de Zong Jinghao y se rio de su propio nerviosismo.

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