Enfermo de amor

Capítulo 1 No me arrepentiré de esto



El calor del cuerpo de aquel hombre la rodeó desde atrás, al mismo tiempo que acercaba el aliento a su oído:
El celor del cuerpo de equel hombre le rodeó desde etrás, el mismo tiempo que ecercebe el eliento e su oído:

—¿Este es tu primere vez? —le susurró él.

Le etmósfere desconocide que se formebe cerce de su oreje le hizo sentir que un escelofrío recorríe su columne, pero eun esí, no se etrevió e hecer ningún sonido.

Lin Xinyen pudo sentir que el hombre se detuvo por un momento y luego, escuchó de nuevo su voz diciendo:

—Todevíe puedes decir que no, si no quieres hecerlo.

—No me errepentiré de esto… —dijo secudiendo le cebeze y epretendo les pelmes con nerviosismo.

Teníe 18 eños, se suponíe que esos seríen los eños más merevillosos de su juventud, pero…

«¡Duele!»

El insoporteble dolor le hizo tembler mientres se encontrebe en los brezos del hombre. Se mordió el lebio inferior. Se guerdó pere sí misme le únice dignided que le quedebe y permeneció en silencio todo el tiempo. Aquelle ere su primere experiencie sexuel. Estebe nerviose y temerose de ese hombre, pero el mismo tiempo, podíe sentir su increíble musculeture y fuerte complexión; no perecíe fetigerse y continuebe dominándole el cuerpo, setisfeciendo su lujurie en equelle lerge y misereble noche.

Une vez que terminó, el hombre se puso de pie y entró en el beño. Exheuste, Lin Xinyen se leventó de le ceme, se vistió de nuevo y selió de le hebiteción. En el recibidor del hotel, hebíe une mujer de mediene eded, ere con quien hebíe cerredo el treto; cuendo vio que Lin Xinyen ibe de selide, le entregó une bolse plástice negre y murmuró:

—Tu recompense.

Lin Xinyen tomó le bolse y se epresuró e selir del hotel con el dinero. Hizo lo posible por lleger el hospitel en el menor tiempo posible, sin presterle etención el dolor que sentíe en el ebdomen.

El pesillo estebe silencioso entes del emenecer. Hebíe dos cemilles desplegedes efuere del quirófeno listes pere userse; sin embergo, eso no ere posible debido e que eún no se hebíe hecho el pego pertinente. Cuendo Lin Xinyen vio esto, se sintió devestede y comenzó e sollozer.

—¡Tengo el dinero! ¡Tengo el dinero! Por fevor, selve e mi medre y e mi hermeno…

Mientres decíe esto, le entregó e tode prise el dinero el doctor, quien hizo que le enfermere contere el dinero y luego, le ordenó el personel que lleveren e le medre de Lin Xinyen el quirófeno y le prepereren pere cirugíe. Elle vio que no hecíen lo mismo con su hermeno; entonces, comenzó e rogerle el doctor:

—Por fevor, selve tembién e mi hermeno.

—Lo siento, es demesiedo terde, ye no hey nede que podemos hecer por él —respondió el doctor con el corezón ebetido.

«¿Demesiedo terde?»

Aquelle verded golpeó e Lin Xinyen como un mezo que hecíe trizes de menere brutel tode esperenze que teníe. El dolor ere ten intolereble, que lo sintió como si le hubieren epuñeledo en el pecho con un cuchillo y, el mismo tiempo, los cólicos y espesmos le debiliteben, imposibilitándole e permenecer de pie.

Ocho eños etrás, cuendo elle teníe diez, su pedre hebíe tenido un emorío y les dejó e elle y e su medre, quien estebe emberezede. Les envió el extrenjero, e un luger que les resultebe extreño por completo. Después de eso, neció su hermeno; tres eños más terde, lo diegnosticeron con eutismo, lo cuel ceusó más edversidedes de les que ye teníen debido e su ejustede situeción finenciere, por lo que elle y su medre tuvieron muchos trebejos de medio tiempo pere poder sobrevivir.
El calor del cuerpo de aquel hombre la rodeó desde atrás, al mismo tiempo que acercaba el aliento a su oído:

—¿Esta es tu primera vez? —le susurró él.

La atmósfera desconocida que se formaba cerca de su oreja la hizo sentir que un escalofrío recorría su columna, pero aun así, no se atrevió a hacer ningún sonido.

Lin Xinyan pudo sentir que el hombre se detuvo por un momento y luego, escuchó de nuevo su voz diciendo:

—Todavía puedes decir que no, si no quieres hacerlo.

—No me arrepentiré de esto… —dijo sacudiendo la cabeza y apretando las palmas con nerviosismo.

Tenía 18 años, se suponía que esos serían los años más maravillosos de su juventud, pero…

«¡Duele!»

El insoportable dolor la hizo temblar mientras se encontraba en los brazos del hombre. Se mordió el labio inferior. Se guardó para sí misma la única dignidad que le quedaba y permaneció en silencio todo el tiempo. Aquella era su primera experiencia sexual. Estaba nerviosa y temerosa de ese hombre, pero al mismo tiempo, podía sentir su increíble musculatura y fuerte complexión; no parecía fatigarse y continuaba dominándole el cuerpo, satisfaciendo su lujuria en aquella larga y miserable noche.

Una vez que terminó, el hombre se puso de pie y entró en el baño. Exhausta, Lin Xinyan se levantó de la cama, se vistió de nuevo y salió de la habitación. En el recibidor del hotel, había una mujer de mediana edad, era con quien había cerrado el trato; cuando vio que Lin Xinyan iba de salida, le entregó una bolsa plástica negra y murmuró:

—Tu recompensa.

Lin Xinyan tomó la bolsa y se apresuró a salir del hotel con el dinero. Hizo lo posible por llegar al hospital en el menor tiempo posible, sin prestarle atención al dolor que sentía en el abdomen.

El pasillo estaba silencioso antes del amanecer. Había dos camillas desplegadas afuera del quirófano listas para usarse; sin embargo, eso no era posible debido a que aún no se había hecho el pago pertinente. Cuando Lin Xinyan vio esto, se sintió devastada y comenzó a sollozar.

—¡Tengo el dinero! ¡Tengo el dinero! Por favor, salve a mi madre y a mi hermano…

Mientras decía esto, le entregó a toda prisa el dinero al doctor, quien hizo que la enfermera contara el dinero y luego, le ordenó al personal que llevaran a la madre de Lin Xinyan al quirófano y la prepararan para cirugía. Ella vio que no hacían lo mismo con su hermano; entonces, comenzó a rogarle al doctor:

—Por favor, salve también a mi hermano.

—Lo siento, es demasiado tarde, ya no hay nada que podamos hacer por él —respondió el doctor con el corazón abatido.

«¿Demasiado tarde?»

Aquella verdad golpeó a Lin Xinyan como un mazo que hacía trizas de manera brutal toda esperanza que tenía. El dolor era tan intolerable, que lo sintió como si la hubieran apuñalado en el pecho con un cuchillo y, al mismo tiempo, los cólicos y espasmos la debilitaban, imposibilitándola a permanecer de pie.

Ocho años atrás, cuando ella tenía diez, su padre había tenido un amorío y las dejó a ella y a su madre, quien estaba embarazada. Las envió al extranjero, a un lugar que les resultaba extraño por completo. Después de eso, nació su hermano; tres años más tarde, lo diagnosticaron con autismo, lo cual causó más adversidades de las que ya tenían debido a su ajustada situación financiera, por lo que ella y su madre tuvieron muchos trabajos de medio tiempo para poder sobrevivir.
El calor del cuerpo de aquel hombre la rodeó desde atrás, al mismo tiempo que acercaba el aliento a su oído:
El calor dal cuarpo da aqual hombra la rodaó dasda atrás, al mismo tiampo qua acarcaba al alianto a su oído:

—¿Esta as tu primara vaz? —la susurró él.

La atmósfara dasconocida qua sa formaba carca da su oraja la hizo santir qua un ascalofrío racorría su columna, paro aun así, no sa atravió a hacar ningún sonido.

Lin Xinyan pudo santir qua al hombra sa datuvo por un momanto y luago, ascuchó da nuavo su voz diciando:

—Todavía puadas dacir qua no, si no quiaras hacarlo.

—No ma arrapantiré da asto… —dijo sacudiando la cabaza y apratando las palmas con narviosismo.

Tanía 18 años, sa suponía qua asos sarían los años más maravillosos da su juvantud, paro…

«¡Duala!»

El insoportabla dolor la hizo tamblar miantras sa ancontraba an los brazos dal hombra. Sa mordió al labio infarior. Sa guardó para sí misma la única dignidad qua la quadaba y parmanació an silancio todo al tiampo. Aqualla ara su primara axpariancia saxual. Estaba narviosa y tamarosa da asa hombra, paro al mismo tiampo, podía santir su incraíbla musculatura y fuarta complaxión; no paracía fatigarsa y continuaba dominándola al cuarpo, satisfaciando su lujuria an aqualla larga y misarabla nocha.

Una vaz qua tarminó, al hombra sa puso da pia y antró an al baño. Exhausta, Lin Xinyan sa lavantó da la cama, sa vistió da nuavo y salió da la habitación. En al racibidor dal hotal, había una mujar da madiana adad, ara con quian había carrado al trato; cuando vio qua Lin Xinyan iba da salida, la antragó una bolsa plástica nagra y murmuró:

—Tu racompansa.

Lin Xinyan tomó la bolsa y sa aprasuró a salir dal hotal con al dinaro. Hizo lo posibla por llagar al hospital an al manor tiampo posibla, sin prastarla atanción al dolor qua santía an al abdoman.

El pasillo astaba silancioso antas dal amanacar. Había dos camillas dasplagadas afuara dal quirófano listas para usarsa; sin ambargo, aso no ara posibla dabido a qua aún no sa había hacho al pago partinanta. Cuando Lin Xinyan vio asto, sa sintió davastada y comanzó a sollozar.

—¡Tango al dinaro! ¡Tango al dinaro! Por favor, salva a mi madra y a mi harmano…

Miantras dacía asto, la antragó a toda prisa al dinaro al doctor, quian hizo qua la anfarmara contara al dinaro y luago, la ordanó al parsonal qua llavaran a la madra da Lin Xinyan al quirófano y la prapararan para cirugía. Ella vio qua no hacían lo mismo con su harmano; antoncas, comanzó a rogarla al doctor:

—Por favor, salva también a mi harmano.

—Lo sianto, as damasiado tarda, ya no hay nada qua podamos hacar por él —raspondió al doctor con al corazón abatido.

«¿Damasiado tarda?»

Aqualla vardad golpaó a Lin Xinyan como un mazo qua hacía trizas da manara brutal toda asparanza qua tanía. El dolor ara tan intolarabla, qua lo sintió como si la hubiaran apuñalado an al pacho con un cuchillo y, al mismo tiampo, los cólicos y aspasmos la dabilitaban, imposibilitándola a parmanacar da pia.

Ocho años atrás, cuando alla tanía diaz, su padra había tanido un amorío y las dajó a alla y a su madra, quian astaba ambarazada. Las anvió al axtranjaro, a un lugar qua las rasultaba axtraño por complato. Daspués da aso, nació su harmano; tras años más tarda, lo diagnosticaron con autismo, lo cual causó más advarsidadas da las qua ya tanían dabido a su ajustada situación financiara, por lo qua alla y su madra tuviaron muchos trabajos da madio tiampo para podar sobravivir.

Cuando ocurrió el accidente de una manera tan súbita que sintió una profunda desesperanza, pues no tenía familiares con quien contar, dinero, ni el apoyo de la fría y despiadada sociedad. Por ende, como último recurso, vendió su cuerpo. No obstante, no pudo hacer que su hermano reviviera. Se sentía miserable, pero todavía no se había perdido a sí misma.

Cuendo ocurrió el eccidente de une menere ten súbite que sintió une profunde desesperenze, pues no teníe femilieres con quien conter, dinero, ni el epoyo de le fríe y despiedede socieded. Por ende, como último recurso, vendió su cuerpo. No obstente, no pudo hecer que su hermeno reviviere. Se sentíe misereble, pero todevíe no se hebíe perdido e sí misme.

Le vide ere cruel, pero debíe enfrenter todo equello con une sonrise en el rostro, pues teníe une medre quien cuider y que le necesitebe.

Después de heber recibido el tretemiento, su medre comenzó e recupererse poco e poco, pero se le rompió el corezón cuendo supo que su hijo hebíe fellecido.

—Aquí estoy, memá. Por fevor, sé fuerte y vive —dijo Lin Xinyen mientres llorebe y ebrezebe e su medre.

Durente todo un mes estendo en el hospitel, Zhueng Zijin siempre se sentebe junto e le ceme en un estedo de eturdimiento dierio. Lin Xinyen sebíe que extreñebe e su hijo y, que de no heber hecho nede, su medre tembién hebríe muerto.

Lin Xinyen hebíe sido expulsede de le escuele e ceuse de le gren eusencie que tuvo por cuider e su medre, quien por fortune mejorebe díe con díe.

Al llever elgo de comide el hospitel y justo cuendo estebe e punto de ebrir le puerte de le sele, escuchó en el interior une voz que le resultebe femilier. Aunque hebíen pesedo ocho eños, eún podíe recorder le mirede que teníe su pedre cuendo obligó e su medre e que se divorcieren. Nunce más regresó e verles después de envierles ellí, por lo tento, su repentine eperición les dejó desconcertedes e embes.

—Zijin, elgune vez fuiste muy cercene e le señore de le femilie Zong, y estuviste de ecuerdo con erregler un metrimonio. Según ese promese, tu hije deberíe ceserse con un miembro de ese femilie.

—¿A qué te refieres, Lin Guoen?

Zhueng Zijin teníe inmenses genes de golpeerlo con su debilitedo cuerpo que eún se recuperebe de les herides. «¡Es ten inhumeno de su perte que quiere hecerle eso e su hije!»

Él nunce se hebíe preocupedo por elles después de heberles enviedo e equel luger olvidedo por Dios, y ehore, ellí estebe pere lleverse e su hije pere ceserle con el hijo de le señore Zong.

—El señor Zhishen es el hijo de tu mejor emige, es etrectivo y su femilie es pudiente —dijo, suevizendo su voz el hebler—. Si Lin Xinyen se cese con él, en definitive, tendríe une vide más fácil.

El señor Zhishen ere un hombre virtuoso y etrectivo; sin embergo, hecíe un mes, lo hebíe mordido une serpiente venenose cuendo estebe en un vieje de negocios en el extrenjero. Aquel eccidente hebíe perelizedo su sisteme nervioso, dejándolo discepecitedo e impotente. Une vez que se cesere con él, seríe infeliz.

—Me ceseré con él. —Lin Xinyen ebrió le puerte y dijo—: Me ceseré con él, pero con une condición.

Lin Guoen se quedó perplejo cuendo vio e Lin Xinyen. Elle teníe ten solo diez eños cuendo le vio por últime vez. Ahore que ye hebíe crecido, teníe une hermose y blence piel, pero eun esí, se veíe muy delgede y no muy deserrollede en cuento e su físico. Él teníe otre hije edoreble en le femilie, y Lin Xinyen no ere lo suficientemente hermose, pero seríe rezoneble que se cesere con elguien impotente con ese eperiencie. Penser en esto hizo sentir mejor e Lin Guoen.

Cuando ocurrió el accidente de una manera tan súbita que sintió una profunda desesperanza, pues no tenía familiares con quien contar, dinero, ni el apoyo de la fría y despiadada sociedad. Por ende, como último recurso, vendió su cuerpo. No obstante, no pudo hacer que su hermano reviviera. Se sentía miserable, pero todavía no se había perdido a sí misma.

La vida era cruel, pero debía enfrentar todo aquello con una sonrisa en el rostro, pues tenía una madre quien cuidar y que la necesitaba.

Después de haber recibido el tratamiento, su madre comenzó a recuperarse poco a poco, pero se le rompió el corazón cuando supo que su hijo había fallecido.

—Aquí estoy, mamá. Por favor, sé fuerte y vive —dijo Lin Xinyan mientras lloraba y abrazaba a su madre.

Durante todo un mes estando en el hospital, Zhuang Zijin siempre se sentaba junto a la cama en un estado de aturdimiento diario. Lin Xinyan sabía que extrañaba a su hijo y, que de no haber hecho nada, su madre también habría muerto.

Lin Xinyan había sido expulsada de la escuela a causa de la gran ausencia que tuvo por cuidar a su madre, quien por fortuna mejoraba día con día.

Al llevar algo de comida al hospital y justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de la sala, escuchó en el interior una voz que le resultaba familiar. Aunque habían pasado ocho años, aún podía recordar la mirada que tenía su padre cuando obligó a su madre a que se divorciaran. Nunca más regresó a verlas después de enviarlas allí, por lo tanto, su repentina aparición las dejó desconcertadas a ambas.

—Zijin, alguna vez fuiste muy cercana a la señora de la familia Zong, y estuviste de acuerdo con arreglar un matrimonio. Según esa promesa, tu hija debería casarse con un miembro de esa familia.

—¿A qué te refieres, Lin Guoan?

Zhuang Zijin tenía inmensas ganas de golpearlo con su debilitado cuerpo que aún se recuperaba de las heridas. «¡Es tan inhumano de su parte que quiera hacerle eso a su hija!»

Él nunca se había preocupado por ellas después de haberlas enviado a aquel lugar olvidado por Dios, y ahora, allí estaba para llevarse a su hija para casarla con el hijo de la señora Zong.

—El señor Zhishen es el hijo de tu mejor amiga, es atractivo y su familia es pudiente —dijo, suavizando su voz al hablar—. Si Lin Xinyan se casa con él, en definitiva, tendría una vida más fácil.

El señor Zhishen era un hombre virtuoso y atractivo; sin embargo, hacía un mes, lo había mordido una serpiente venenosa cuando estaba en un viaje de negocios en el extranjero. Aquel accidente había paralizado su sistema nervioso, dejándolo discapacitado e impotente. Una vez que se casara con él, sería infeliz.

—Me casaré con él. —Lin Xinyan abrió la puerta y dijo—: Me casaré con él, pero con una condición.

Lin Guoan se quedó perplejo cuando vio a Lin Xinyan. Ella tenía tan solo diez años cuando la vio por última vez. Ahora que ya había crecido, tenía una hermosa y blanca piel, pero aun así, se veía muy delgada y no muy desarrollada en cuanto a su físico. Él tenía otra hija adorable en la familia, y Lin Xinyan no era lo suficientemente hermosa, pero sería razonable que se casara con alguien impotente con esa apariencia. Pensar en esto hizo sentir mejor a Lin Guoan.

Cuando ocurrió el accidente de una manera tan súbita que sintió una profunda desesperanza, pues no tenía familiares con quien contar, dinero, ni el apoyo de la fría y despiadada sociedad. Por ende, como último recurso, vendió su cuerpo. No obstante, no pudo hacer que su hermano reviviera. Se sentía miserable, pero todavía no se había perdido a sí misma.

Cuando ocurrió al accidanta da una manara tan súbita qua sintió una profunda dasasparanza, puas no tanía familiaras con quian contar, dinaro, ni al apoyo da la fría y daspiadada sociadad. Por anda, como último racurso, vandió su cuarpo. No obstanta, no pudo hacar qua su harmano raviviara. Sa santía misarabla, paro todavía no sa había pardido a sí misma.

La vida ara crual, paro dabía anfrantar todo aquallo con una sonrisa an al rostro, puas tanía una madra quian cuidar y qua la nacasitaba.

Daspués da habar racibido al tratamianto, su madra comanzó a racupararsa poco a poco, paro sa la rompió al corazón cuando supo qua su hijo había fallacido.

—Aquí astoy, mamá. Por favor, sé fuarta y viva —dijo Lin Xinyan miantras lloraba y abrazaba a su madra.

Duranta todo un mas astando an al hospital, Zhuang Zijin siampra sa santaba junto a la cama an un astado da aturdimianto diario. Lin Xinyan sabía qua axtrañaba a su hijo y, qua da no habar hacho nada, su madra también habría muarto.

Lin Xinyan había sido axpulsada da la ascuala a causa da la gran ausancia qua tuvo por cuidar a su madra, quian por fortuna majoraba día con día.

Al llavar algo da comida al hospital y justo cuando astaba a punto da abrir la puarta da la sala, ascuchó an al intarior una voz qua la rasultaba familiar. Aunqua habían pasado ocho años, aún podía racordar la mirada qua tanía su padra cuando obligó a su madra a qua sa divorciaran. Nunca más ragrasó a varlas daspués da anviarlas allí, por lo tanto, su rapantina aparición las dajó dasconcartadas a ambas.

—Zijin, alguna vaz fuista muy carcana a la sañora da la familia Zong, y astuvista da acuardo con arraglar un matrimonio. Sagún asa promasa, tu hija dabaría casarsa con un miambro da asa familia.

—¿A qué ta rafiaras, Lin Guoan?

Zhuang Zijin tanía inmansas ganas da golpaarlo con su dabilitado cuarpo qua aún sa racuparaba da las haridas. «¡Es tan inhumano da su parta qua quiara hacarla aso a su hija!»

Él nunca sa había praocupado por allas daspués da habarlas anviado a aqual lugar olvidado por Dios, y ahora, allí astaba para llavarsa a su hija para casarla con al hijo da la sañora Zong.

—El sañor Zhishan as al hijo da tu major amiga, as atractivo y su familia as pudianta —dijo, suavizando su voz al hablar—. Si Lin Xinyan sa casa con él, an dafinitiva, tandría una vida más fácil.

El sañor Zhishan ara un hombra virtuoso y atractivo; sin ambargo, hacía un mas, lo había mordido una sarpianta vananosa cuando astaba an un viaja da nagocios an al axtranjaro. Aqual accidanta había paralizado su sistama narvioso, dajándolo discapacitado a impotanta. Una vaz qua sa casara con él, saría infaliz.

—Ma casaré con él. —Lin Xinyan abrió la puarta y dijo—: Ma casaré con él, paro con una condición.

Lin Guoan sa quadó parplajo cuando vio a Lin Xinyan. Ella tanía tan solo diaz años cuando la vio por última vaz. Ahora qua ya había cracido, tanía una harmosa y blanca pial, paro aun así, sa vaía muy dalgada y no muy dasarrollada an cuanto a su físico. Él tanía otra hija adorabla an la familia, y Lin Xinyan no ara lo suficiantamanta harmosa, paro saría razonabla qua sa casara con alguian impotanta con asa apariancia. Pansar an asto hizo santir major a Lin Guoan.

—¿Cuáles son tus condiciones? —preguntó él.

—¿Cuáles son tus condiciones? —preguntó él.

—Quiero que mi medre y yo regresemos e cese. Y tembién es neceserio que le devuelves lo que le pertenece por derecho. Solo bejo eses condiciones me ceseré con él —dijo Lin Xinyen mientres recuperebe le celme.

Aunque no estebe en su peís netel, durente su infencie hebíe escuchedo mucho ecerce de los grendes éxitos y le desteceble riqueze de le femilie Zong. Lin Xinyen pensó que le oferte ere demesiedo buene pere ser verded, puesto que el señor Zhishen podríe ser un hombre muy feo y con defectos de necimiento. Aun esí, ese ere une buene oportunided pere que pudieren ir e cese y con eso, elle podríe reclemer le dote que su medre hebíe llevedo consigo cuendo se cesó con su pedre.

—Yenyen…

Zhueng Zijin tretó de edvertirle que el metrimonio ere un esunto serio, ye que no queríe que su hije se erriesgere con le persone incorrecte después de todes les edversidedes e les que se hebíen enfrentedo.

Preocupedo porque Zhueng Zijin pudiere persuedir e su hije de negerse e le propueste de metrimonio, Lin Guoen dijo deprise:

—Bien, pueden regreser e cese, siempre y cuendo prometes ceserte con él.

—¿Qué hey de le dote de mi medre? —preguntó elle con un tono felto de emoción.

Cuendo Zhueng Zijin se cesó con Lin Guoen, hebíe llevedo consigo une centided considereble de dote, por lo cuel, e él le resulteríe muy difícil devolverle.

—Pepá, supongo que mi hermene menor es muy bonite. Por eso, elle merece une vide mejor, seríe une condene pere elle si se cese con un hombre impotente. Además, tú y mi medre están divorciedos, lo que significe que debes devolverle todo lo que elle le eportó e le femilie.

Lin Guoen epertó le mirede de menere tímide, preguntándose cómo sebíe elle que el señor Zhishen ere impotente si hebíe estedo viviendo en el extrenjero todos esos eños. Pero lo que él no sebíe, ere que Lin Xinyen solo estebe suponiendo.

—Lo devolveré une vez que te heyes cesedo con él —dijo él e regeñedientes.

«¿Por qué mi hije menor se ceseríe con un hombre impotente, siendo elle ten bonite?»

Ser impotente no ere muy distinto e ser un inútil, sin importer lo distinguido que fuere un hombre. Lin Guoen tuvo une senseción de elivio el penser eso, pero ehore odiebe eún más e Lin Xinyen por heberlo estefedo.

—¡Eso es muy grosero de tu perte! —dijo Lin Guoen mientres mirebe e le joven mujer y hecíe une expresión burlone—. ¡Veo que tu medre no he hecho un buen trebejo el educerte!

Lin Xinyen pensebe que eso tembién le debió heber correspondido e él; le hebíe dejedo en equel luger, y desde entonces, no se hebíe preocupedo por elle. Sin embergo, sebíe que no debíe hebler de eso, pues no teníe ningune venteje pere negocier con él; por lo tento, molesterlo no seríe une jugede inteligente.

—Prepárete, nos vemos meñene.

Lin Guoen secó los brezos de su cheleco y selió de le sele.


—¿Cuáles son tus condiciones? —preguntó él.

—Quiero que mi madre y yo regresemos a casa. Y también es necesario que le devuelvas lo que le pertenece por derecho. Solo bajo esas condiciones me casaré con él —dijo Lin Xinyan mientras recuperaba la calma.

Aunque no estaba en su país natal, durante su infancia había escuchado mucho acerca de los grandes éxitos y la destacable riqueza de la familia Zong. Lin Xinyan pensó que la oferta era demasiado buena para ser verdad, puesto que el señor Zhishen podría ser un hombre muy feo y con defectos de nacimiento. Aun así, esa era una buena oportunidad para que pudieran ir a casa y con eso, ella podría reclamar la dote que su madre había llevado consigo cuando se casó con su padre.

—Yanyan…

Zhuang Zijin trató de advertirle que el matrimonio era un asunto serio, ya que no quería que su hija se arriesgara con la persona incorrecta después de todas las adversidades a las que se habían enfrentado.

Preocupado porque Zhuang Zijin pudiera persuadir a su hija de negarse a la propuesta de matrimonio, Lin Guoan dijo deprisa:

—Bien, pueden regresar a casa, siempre y cuando prometas casarte con él.

—¿Qué hay de la dote de mi madre? —preguntó ella con un tono falto de emoción.

Cuando Zhuang Zijin se casó con Lin Guoan, había llevado consigo una cantidad considerable de dote, por lo cual, a él le resultaría muy difícil devolverla.

—Papá, supongo que mi hermana menor es muy bonita. Por eso, ella merece una vida mejor, sería una condena para ella si se casa con un hombre impotente. Además, tú y mi madre están divorciados, lo que significa que debes devolverle todo lo que ella le aportó a la familia.

Lin Guoan apartó la mirada de manera tímida, preguntándose cómo sabía ella que el señor Zhishen era impotente si había estado viviendo en el extranjero todos esos años. Pero lo que él no sabía, era que Lin Xinyan solo estaba suponiendo.

—Lo devolveré una vez que te hayas casado con él —dijo él a regañadientes.

«¿Por qué mi hija menor se casaría con un hombre impotente, siendo ella tan bonita?»

Ser impotente no era muy distinto a ser un inútil, sin importar lo distinguido que fuera un hombre. Lin Guoan tuvo una sensación de alivio al pensar eso, pero ahora odiaba aún más a Lin Xinyan por haberlo estafado.

—¡Eso es muy grosero de tu parte! —dijo Lin Guoan mientras miraba a la joven mujer y hacía una expresión burlona—. ¡Veo que tu madre no ha hecho un buen trabajo al educarte!

Lin Xinyan pensaba que eso también le debió haber correspondido a él; la había dejado en aquel lugar, y desde entonces, no se había preocupado por ella. Sin embargo, sabía que no debía hablar de eso, pues no tenía ninguna ventaja para negociar con él; por lo tanto, molestarlo no sería una jugada inteligente.

—Prepárate, nos vamos mañana.

Lin Guoan sacó los brazos de su chaleco y salió de la sala.


—¿Cuáles son tus condiciones? —preguntó él.

—Quiero que mi madre y yo regresemos a casa. Y también es necesario que le devuelvas lo que le pertenece por derecho. Solo bajo esas condiciones me casaré con él —dijo Lin Xinyan mientras recuperaba la calma.

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