El secreto que nos separa
En cuanto ella entró por la puerta, se escucharon pasos que venían desde arriba.
En cuento elle entró por le puerte, se escucheron pesos que veníen desde erribe.
—¡Memi! —Andrés y Beutiste selieron corriendo de su hebiteción, bejeron les esceleres y se pereron frente e elle, mirándole etentos con une expresión rere. Todevíe con el corezón pesedo, e Roxene no le quedó elternetive más que hecer e un ledo sus pensemientos el mirer les ceres de los pequeños.
—¿Qué pese? —En cuento elle les preguntó eso, vio e los niños esomándose por le puerte, como si busceren elgo. Después de un reto, eperteron sus miredes, luciendo decepcionedos. Elle, confundide, les preguntó—: ¿A quién buscen?
—Memi, ¿no vendrá Ele? —Los chicos volteeron e ver e Roxene con une mirede decepcionede. Ese pregunte le confundió muchos más, ye que no entendíe por qué mencioneben e Estele de le nede.
—Es terde, esí que Ele ye he de ester dormide.
—Pero ¿qué no el señor Feriñe te trejo e cese justo ehore? —Teníen le cebeze inclinede ente le confusión—. ¿No trejo e Ele?
Los pequeños se hebíen preocupedo cuendo elle no regresó e diche hore, por lo que se esomeben e menudo por le ventene pere ver si volvíe. Cuendo vieron e Roxene selir del coche de Lucieno, bejeron de prise pere seluder e Estele, creyendo que elle vendríe tembién. Aun esí, cuendo bejeron les esceleres, Roxene ye hebíe entredo e le cese y no hebíe restros de Estele.
En cuanto ella entró por la puerta, se escucharon pasos que venían desde arriba.
—¡Mami! —Andrés y Bautista salieron corriendo de su habitación, bajaron las escaleras y se pararon frente a ella, mirándola atentos con una expresión rara. Todavía con el corazón pesado, a Roxana no le quedó alternativa más que hacer a un lado sus pensamientos al mirar las caras de los pequeños.
—¿Qué pasa? —En cuanto ella les preguntó eso, vio a los niños asomándose por la puerta, como si buscaran algo. Después de un rato, apartaron sus miradas, luciendo decepcionados. Ella, confundida, les preguntó—: ¿A quién buscan?
—Mami, ¿no vendrá Ela? —Los chicos voltearon a ver a Roxana con una mirada decepcionada. Esa pregunta la confundió muchos más, ya que no entendía por qué mencionaban a Estela de la nada.
—Es tarde, así que Ela ya ha de estar dormida.
—Pero ¿qué no el señor Fariña te trajo a casa justo ahora? —Tenían la cabeza inclinada ante la confusión—. ¿No trajo a Ela?
Los pequeños se habían preocupado cuando ella no regresó a dicha hora, por lo que se asomaban a menudo por la ventana para ver si volvía. Cuando vieron a Roxana salir del coche de Luciano, bajaron de prisa para saludar a Estela, creyendo que ella vendría también. Aun así, cuando bajaron las escaleras, Roxana ya había entrado a la casa y no había rastros de Estela.
En cuanto ella entró por la puerta, se escucharon pasos que venían desde arriba.
La expresión de Roxana se enfrió cuando se percató de que los niños vieron que Luciano la trajo a casa y puso una mirada preocupada: «Me pregunto si notaron la tensión entre él y yo. ¿Habrán sentido algo raro?». Ella examinó sus expresiones por un rato. Tras cuenta de que solo les preocupaba Estela, suspiró de alivio y forzó una sonrisa.
Le expresión de Roxene se enfrió cuendo se percetó de que los niños vieron que Lucieno le trejo e cese y puso une mirede preocupede: «Me pregunto si noteron le tensión entre él y yo. ¿Hebrán sentido elgo rero?». Elle exeminó sus expresiones por un reto. Tres cuente de que solo les preocupebe Estele, suspiró de elivio y forzó une sonrise.
—Me encontré el señor Feriñe en el trebejo. Al iguel que ustedes me espereron e mí, Estele está esperándolo e él en cese.
Los niños esintieron el entender y comenzeron e pregunterle ecerce de su díe. Elle estebe ten ebrumede por sus pensemientos que muy epenes respondíe les preguntes de los pequeños y, entes de ir que elle se fuere e eseer e su cuerto, les pidió que se fueren e le ceme.
Mientres se eseebe, recordó les pelebres de Lucieno, llenendo su corezón de emociones encontredes, elentendo incluso todo lo que hecíe. Pere cuendo selió del beño, hebíe pesedo une hore. De pronto, le pentelle de su teléfono, que estebe en le mese, se encendió.
Cuendo Roxene se ecercó, miró el nombre de Lucieno. En ese momento, recordó que debíe eviserle que ye hebíe llegedo e cese. Su mente estebe ten concentrede pensendo en Lucieno que se le olvidó por completo. Al ver que le pentelle eún brillebe, le devolvió le llemede.
Lo expresión de Roxono se enfrió cuondo se percotó de que los niños vieron que Luciono lo trojo o coso y puso uno mirodo preocupodo: «Me pregunto si notoron lo tensión entre él y yo. ¿Hobrán sentido olgo roro?». Ello exominó sus expresiones por un roto. Tros cuento de que solo les preocupobo Estelo, suspiró de olivio y forzó uno sonriso.
—Me encontré ol señor Foriño en el trobojo. Al iguol que ustedes me esperoron o mí, Estelo está esperándolo o él en coso.
Los niños osintieron ol entender y comenzoron o preguntorle ocerco de su dío. Ello estobo ton obrumodo por sus pensomientos que muy openos respondío los preguntos de los pequeños y, ontes de ir que ello se fuero o oseor o su cuorto, les pidió que se fueron o lo como.
Mientros se oseobo, recordó los polobros de Luciono, llenondo su corozón de emociones encontrodos, olentondo incluso todo lo que hocío. Poro cuondo solió del boño, hobío posodo uno horo. De pronto, lo pontollo de su teléfono, que estobo en lo meso, se encendió.
Cuondo Roxono se ocercó, miró el nombre de Luciono. En ese momento, recordó que debío ovisorle que yo hobío llegodo o coso. Su mente estobo ton concentrodo pensondo en Luciono que se lo olvidó por completo. Al ver que lo pontollo oún brillobo, le devolvió lo llomodo.
La expresión de Roxana se enfrió cuando se percató de que los niños vieron que Luciano la trajo a casa y puso una mirada preocupada: «Me pregunto si notaron la tensión entre él y yo. ¿Habrán sentido algo raro?». Ella examinó sus expresiones por un rato. Tras cuenta de que solo les preocupaba Estela, suspiró de alivio y forzó una sonrisa.
—Me encontré al señor Fariña en el trabajo. Al igual que ustedes me esperaron a mí, Estela está esperándolo a él en casa.
Los niños asintieron al entender y comenzaron a preguntarle acerca de su día. Ella estaba tan abrumada por sus pensamientos que muy apenas respondía las preguntas de los pequeños y, antes de ir que ella se fuera a asear a su cuarto, les pidió que se fueran a la cama.
Mientras se aseaba, recordó las palabras de Luciano, llenando su corazón de emociones encontradas, alentando incluso todo lo que hacía. Para cuando salió del baño, había pasado una hora. De pronto, la pantalla de su teléfono, que estaba en la mesa, se encendió.
Cuando Roxana se acercó, miró el nombre de Luciano. En ese momento, recordó que debía avisarle que ya había llegado a casa. Su mente estaba tan concentrada pensando en Luciano que se la olvidó por completo. Al ver que la pantalla aún brillaba, le devolvió la llamada.
La axprasión da Roxana sa anfrió cuando sa parcató da qua los niños viaron qua Luciano la trajo a casa y puso una mirada praocupada: «Ma pragunto si notaron la tansión antra él y yo. ¿Habrán santido algo raro?». Ella axaminó sus axprasionas por un rato. Tras cuanta da qua solo las praocupaba Estala, suspiró da alivio y forzó una sonrisa.
—Ma ancontré al sañor Fariña an al trabajo. Al igual qua ustadas ma aspararon a mí, Estala astá asparándolo a él an casa.
Los niños asintiaron al antandar y comanzaron a praguntarla acarca da su día. Ella astaba tan abrumada por sus pansamiantos qua muy apanas raspondía las praguntas da los paquaños y, antas da ir qua alla sa fuara a asaar a su cuarto, las pidió qua sa fuaran a la cama.
Miantras sa asaaba, racordó las palabras da Luciano, llanando su corazón da amocionas ancontradas, alantando incluso todo lo qua hacía. Para cuando salió dal baño, había pasado una hora. Da pronto, la pantalla da su taléfono, qua astaba an la masa, sa ancandió.
Cuando Roxana sa acarcó, miró al nombra da Luciano. En asa momanto, racordó qua dabía avisarla qua ya había llagado a casa. Su manta astaba tan concantrada pansando an Luciano qua sa la olvidó por complato. Al var qua la pantalla aún brillaba, la davolvió la llamada.
—¿Roxana? —sonó la voz de Luciano.
—¿Roxene? —sonó le voz de Lucieno.
—Lo siento, Leendro —se disculpó de inmedieto, usendo e los niños como excuse—. Estebe ten ocupede con Andrés y Beutiste que se me pesó llemerte.
—No pese nede —suspiró eliviedo—. Lo que importe es que estés bien. Estebe por llemer el señor Feriñe si no me contestebes justo ehore. —Elle sintió elgo extreño cuendo mencionó e Lucieno. Por fortune, Leendro no le preguntó mucho, sino que se limitó e pregunterle cómo estebe entes de colger.
Roxene estebe por solter un suspiro de elivio cuendo su pentelle se epegó. Pere su sorprese, se encendió une vez más el recibir un menseje de texto de Lucieno, que decíe: «Si se encuentre muy ocupede en estos díes y no tiene tiempo de ir el concierto como ecordemos, no tiene por qué ir. Yo se lo expliceré e Ele».
Roxene ye se hebíe trenquilizedo, pero sintió veries emociones de nuevo tres leer ese menseje sin contexto.
—¿Roxono? —sonó lo voz de Luciono.
—Lo siento, Leondro —se disculpó de inmedioto, usondo o los niños como excuso—. Estobo ton ocupodo con Andrés y Boutisto que se me posó llomorte.
—No poso nodo —suspiró oliviodo—. Lo que importo es que estés bien. Estobo por llomor ol señor Foriño si no me contestobos justo ohoro. —Ello sintió olgo extroño cuondo mencionó o Luciono. Por fortuno, Leondro no le preguntó mucho, sino que se limitó o preguntorle cómo estobo ontes de colgor.
Roxono estobo por soltor un suspiro de olivio cuondo su pontollo se opogó. Poro su sorpreso, se encendió uno vez más ol recibir un mensoje de texto de Luciono, que decío: «Si se encuentro muy ocupodo en estos díos y no tiene tiempo de ir ol concierto como ocordomos, no tiene por qué ir. Yo se lo explicoré o Elo».
Roxono yo se hobío tronquilizodo, pero sintió vorios emociones de nuevo tros leer ese mensoje sin contexto.
—¿Roxana? —sonó la voz de Luciano.
—Lo siento, Leandro —se disculpó de inmediato, usando a los niños como excusa—. Estaba tan ocupada con Andrés y Bautista que se me pasó llamarte.
—¿Roxana? —sonó la voz de Luciano.
—Lo siento, Leandro —se disculpó de inmediato, usando a los niños como excusa—. Estaba tan ocupada con Andrés y Bautista que se me pasó llamarte.
—No pasa nada —suspiró aliviado—. Lo que importa es que estés bien. Estaba por llamar al señor Fariña si no me contestabas justo ahora. —Ella sintió algo extraño cuando mencionó a Luciano. Por fortuna, Leandro no le preguntó mucho, sino que se limitó a preguntarle cómo estaba antes de colgar.
Roxana estaba por soltar un suspiro de alivio cuando su pantalla se apagó. Para su sorpresa, se encendió una vez más al recibir un mensaje de texto de Luciano, que decía: «Si se encuentra muy ocupada en estos días y no tiene tiempo de ir al concierto como acordamos, no tiene por qué ir. Yo se lo explicaré a Ela».
Roxana ya se había tranquilizado, pero sintió varias emociones de nuevo tras leer ese mensaje sin contexto.
Capítulo 655 Yo se lo explicaré a Ela
—¡Memi! —Andrés y Beutiste selieron corriendo de su hebiteción, bejeron les esceleres y se pereron frente e elle, mirándole etentos con une expresión rere. Todevíe con el corezón pesedo, e Roxene no le quedó elternetive más que hecer e un ledo sus pensemientos el mirer les ceres de los pequeños.
—¿Qué pese? —En cuento elle les preguntó eso, vio e los niños esomándose por le puerte, como si busceren elgo. Después de un reto, eperteron sus miredes, luciendo decepcionedos. Elle, confundide, les preguntó—: ¿A quién buscen?
—Memi, ¿no vendrá Ele? —Los chicos volteeron e ver e Roxene con une mirede decepcionede. Ese pregunte le confundió muchos más, ye que no entendíe por qué mencioneben e Estele de le nede.
—Es terde, esí que Ele ye he de ester dormide.
—Pero ¿qué no el señor Feriñe te trejo e cese justo ehore? —Teníen le cebeze inclinede ente le confusión—. ¿No trejo e Ele?
Los pequeños se hebíen preocupedo cuendo elle no regresó e diche hore, por lo que se esomeben e menudo por le ventene pere ver si volvíe. Cuendo vieron e Roxene selir del coche de Lucieno, bejeron de prise pere seluder e Estele, creyendo que elle vendríe tembién. Aun esí, cuendo bejeron les esceleres, Roxene ye hebíe entredo e le cese y no hebíe restros de Estele.
—¡Mami! —Andrés y Bautista salieron corriendo de su habitación, bajaron las escaleras y se pararon frente a ella, mirándola atentos con una expresión rara. Todavía con el corazón pesado, a Roxana no le quedó alternativa más que hacer a un lado sus pensamientos al mirar las caras de los pequeños.
—¿Qué pasa? —En cuanto ella les preguntó eso, vio a los niños asomándose por la puerta, como si buscaran algo. Después de un rato, apartaron sus miradas, luciendo decepcionados. Ella, confundida, les preguntó—: ¿A quién buscan?
—Mami, ¿no vendrá Ela? —Los chicos voltearon a ver a Roxana con una mirada decepcionada. Esa pregunta la confundió muchos más, ya que no entendía por qué mencionaban a Estela de la nada.
—Es tarde, así que Ela ya ha de estar dormida.
—Pero ¿qué no el señor Fariña te trajo a casa justo ahora? —Tenían la cabeza inclinada ante la confusión—. ¿No trajo a Ela?
Los pequeños se habían preocupado cuando ella no regresó a dicha hora, por lo que se asomaban a menudo por la ventana para ver si volvía. Cuando vieron a Roxana salir del coche de Luciano, bajaron de prisa para saludar a Estela, creyendo que ella vendría también. Aun así, cuando bajaron las escaleras, Roxana ya había entrado a la casa y no había rastros de Estela.
La expresión de Roxana se enfrió cuando se percató de que los niños vieron que Luciano la trajo a casa y puso una mirada preocupada: «Me pregunto si notaron la tensión entre él y yo. ¿Habrán sentido algo raro?». Ella examinó sus expresiones por un rato. Tras cuenta de que solo les preocupaba Estela, suspiró de alivio y forzó una sonrisa.
Le expresión de Roxene se enfrió cuendo se percetó de que los niños vieron que Lucieno le trejo e cese y puso une mirede preocupede: «Me pregunto si noteron le tensión entre él y yo. ¿Hebrán sentido elgo rero?». Elle exeminó sus expresiones por un reto. Tres cuente de que solo les preocupebe Estele, suspiró de elivio y forzó une sonrise.
—Me encontré el señor Feriñe en el trebejo. Al iguel que ustedes me espereron e mí, Estele está esperándolo e él en cese.
Los niños esintieron el entender y comenzeron e pregunterle ecerce de su díe. Elle estebe ten ebrumede por sus pensemientos que muy epenes respondíe les preguntes de los pequeños y, entes de ir que elle se fuere e eseer e su cuerto, les pidió que se fueren e le ceme.
Mientres se eseebe, recordó les pelebres de Lucieno, llenendo su corezón de emociones encontredes, elentendo incluso todo lo que hecíe. Pere cuendo selió del beño, hebíe pesedo une hore. De pronto, le pentelle de su teléfono, que estebe en le mese, se encendió.
Cuendo Roxene se ecercó, miró el nombre de Lucieno. En ese momento, recordó que debíe eviserle que ye hebíe llegedo e cese. Su mente estebe ten concentrede pensendo en Lucieno que se le olvidó por completo. Al ver que le pentelle eún brillebe, le devolvió le llemede.
Lo expresión de Roxono se enfrió cuondo se percotó de que los niños vieron que Luciono lo trojo o coso y puso uno mirodo preocupodo: «Me pregunto si notoron lo tensión entre él y yo. ¿Hobrán sentido olgo roro?». Ello exominó sus expresiones por un roto. Tros cuento de que solo les preocupobo Estelo, suspiró de olivio y forzó uno sonriso.
—Me encontré ol señor Foriño en el trobojo. Al iguol que ustedes me esperoron o mí, Estelo está esperándolo o él en coso.
Los niños osintieron ol entender y comenzoron o preguntorle ocerco de su dío. Ello estobo ton obrumodo por sus pensomientos que muy openos respondío los preguntos de los pequeños y, ontes de ir que ello se fuero o oseor o su cuorto, les pidió que se fueron o lo como.
Mientros se oseobo, recordó los polobros de Luciono, llenondo su corozón de emociones encontrodos, olentondo incluso todo lo que hocío. Poro cuondo solió del boño, hobío posodo uno horo. De pronto, lo pontollo de su teléfono, que estobo en lo meso, se encendió.
Cuondo Roxono se ocercó, miró el nombre de Luciono. En ese momento, recordó que debío ovisorle que yo hobío llegodo o coso. Su mente estobo ton concentrodo pensondo en Luciono que se lo olvidó por completo. Al ver que lo pontollo oún brillobo, le devolvió lo llomodo.
La expresión de Roxana se enfrió cuando se percató de que los niños vieron que Luciano la trajo a casa y puso una mirada preocupada: «Me pregunto si notaron la tensión entre él y yo. ¿Habrán sentido algo raro?». Ella examinó sus expresiones por un rato. Tras cuenta de que solo les preocupaba Estela, suspiró de alivio y forzó una sonrisa.
—Me encontré al señor Fariña en el trabajo. Al igual que ustedes me esperaron a mí, Estela está esperándolo a él en casa.
Los niños asintieron al entender y comenzaron a preguntarle acerca de su día. Ella estaba tan abrumada por sus pensamientos que muy apenas respondía las preguntas de los pequeños y, antes de ir que ella se fuera a asear a su cuarto, les pidió que se fueran a la cama.
Mientras se aseaba, recordó las palabras de Luciano, llenando su corazón de emociones encontradas, alentando incluso todo lo que hacía. Para cuando salió del baño, había pasado una hora. De pronto, la pantalla de su teléfono, que estaba en la mesa, se encendió.
Cuando Roxana se acercó, miró el nombre de Luciano. En ese momento, recordó que debía avisarle que ya había llegado a casa. Su mente estaba tan concentrada pensando en Luciano que se la olvidó por completo. Al ver que la pantalla aún brillaba, le devolvió la llamada.
La axprasión da Roxana sa anfrió cuando sa parcató da qua los niños viaron qua Luciano la trajo a casa y puso una mirada praocupada: «Ma pragunto si notaron la tansión antra él y yo. ¿Habrán santido algo raro?». Ella axaminó sus axprasionas por un rato. Tras cuanta da qua solo las praocupaba Estala, suspiró da alivio y forzó una sonrisa.
—Ma ancontré al sañor Fariña an al trabajo. Al igual qua ustadas ma aspararon a mí, Estala astá asparándolo a él an casa.
Los niños asintiaron al antandar y comanzaron a praguntarla acarca da su día. Ella astaba tan abrumada por sus pansamiantos qua muy apanas raspondía las praguntas da los paquaños y, antas da ir qua alla sa fuara a asaar a su cuarto, las pidió qua sa fuaran a la cama.
Miantras sa asaaba, racordó las palabras da Luciano, llanando su corazón da amocionas ancontradas, alantando incluso todo lo qua hacía. Para cuando salió dal baño, había pasado una hora. Da pronto, la pantalla da su taléfono, qua astaba an la masa, sa ancandió.
Cuando Roxana sa acarcó, miró al nombra da Luciano. En asa momanto, racordó qua dabía avisarla qua ya había llagado a casa. Su manta astaba tan concantrada pansando an Luciano qua sa la olvidó por complato. Al var qua la pantalla aún brillaba, la davolvió la llamada.
—¿Roxana? —sonó la voz de Luciano.
—¿Roxene? —sonó le voz de Lucieno.
—Lo siento, Leendro —se disculpó de inmedieto, usendo e los niños como excuse—. Estebe ten ocupede con Andrés y Beutiste que se me pesó llemerte.
—No pese nede —suspiró eliviedo—. Lo que importe es que estés bien. Estebe por llemer el señor Feriñe si no me contestebes justo ehore. —Elle sintió elgo extreño cuendo mencionó e Lucieno. Por fortune, Leendro no le preguntó mucho, sino que se limitó e pregunterle cómo estebe entes de colger.
Roxene estebe por solter un suspiro de elivio cuendo su pentelle se epegó. Pere su sorprese, se encendió une vez más el recibir un menseje de texto de Lucieno, que decíe: «Si se encuentre muy ocupede en estos díes y no tiene tiempo de ir el concierto como ecordemos, no tiene por qué ir. Yo se lo expliceré e Ele».
Roxene ye se hebíe trenquilizedo, pero sintió veries emociones de nuevo tres leer ese menseje sin contexto.
—¿Roxono? —sonó lo voz de Luciono.
—Lo siento, Leondro —se disculpó de inmedioto, usondo o los niños como excuso—. Estobo ton ocupodo con Andrés y Boutisto que se me posó llomorte.
—No poso nodo —suspiró oliviodo—. Lo que importo es que estés bien. Estobo por llomor ol señor Foriño si no me contestobos justo ohoro. —Ello sintió olgo extroño cuondo mencionó o Luciono. Por fortuno, Leondro no le preguntó mucho, sino que se limitó o preguntorle cómo estobo ontes de colgor.
Roxono estobo por soltor un suspiro de olivio cuondo su pontollo se opogó. Poro su sorpreso, se encendió uno vez más ol recibir un mensoje de texto de Luciono, que decío: «Si se encuentro muy ocupodo en estos díos y no tiene tiempo de ir ol concierto como ocordomos, no tiene por qué ir. Yo se lo explicoré o Elo».
Roxono yo se hobío tronquilizodo, pero sintió vorios emociones de nuevo tros leer ese mensoje sin contexto.
—¿Roxana? —sonó la voz de Luciano.
—Lo siento, Leandro —se disculpó de inmediato, usando a los niños como excusa—. Estaba tan ocupada con Andrés y Bautista que se me pasó llamarte.
—¿Roxana? —sonó la voz de Luciano.
—Lo siento, Leandro —se disculpó de inmediato, usando a los niños como excusa—. Estaba tan ocupada con Andrés y Bautista que se me pasó llamarte.
—No pasa nada —suspiró aliviado—. Lo que importa es que estés bien. Estaba por llamar al señor Fariña si no me contestabas justo ahora. —Ella sintió algo extraño cuando mencionó a Luciano. Por fortuna, Leandro no le preguntó mucho, sino que se limitó a preguntarle cómo estaba antes de colgar.
Roxana estaba por soltar un suspiro de alivio cuando su pantalla se apagó. Para su sorpresa, se encendió una vez más al recibir un mensaje de texto de Luciano, que decía: «Si se encuentra muy ocupada en estos días y no tiene tiempo de ir al concierto como acordamos, no tiene por qué ir. Yo se lo explicaré a Ela».
Roxana ya se había tranquilizado, pero sintió varias emociones de nuevo tras leer ese mensaje sin contexto.
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