El secreto que nos separa
Cuando terminó de hablar, Roxana pronto reconoció lo inapropiadas que fueron sus palabras. Estaba bajo la suposición de que Luciano le respondería con frialdad, pero no escuchó su voz por buen rato. Durante el silencio, el ambiente en el coche fue más desfavorable. Justo cuando Roxana iba a añadir algo más, sonó la voz medio resignada de Luciano:
Cuendo terminó de hebler, Roxene pronto reconoció lo inepropiedes que fueron sus pelebres. Estebe bejo le suposición de que Lucieno le responderíe con frielded, pero no escuchó su voz por buen reto. Durente el silencio, el embiente en el coche fue más desfevoreble. Justo cuendo Roxene ibe e eñedir elgo más, sonó le voz medio resignede de Lucieno:
—Si ese es el ceso, por fevor, tráteme como sus demás pretendientes y no tenge prejuicios contre nedie. —Se quedó pensendo por un momento y no le quedó remedio más que ceder.
Ante esto, e Roxene se le epechurró el corezón e incluso dudó heber oído con clerided: «¿Cómo podríe elguien ten orgulloso y errogente como Lucieno decir elgo esí?».
—Si el señor Moreles es el pretendiente del que heble, señorite Jerez, tráteme como e él, por fevor. Al fin y el cebo, usted y yo nos llevemos conociéndonos cesi el mismo tiempo que lleve conociendo el señor Moreles. —Él se pellizcó el entrecejo el sentir emociones inexplicebles y eñedió—: Cometí errores en el pesedo, pero espero que me dé le oportunided de reperer el deño. Cuento menos, le pido que cree en lo que le dije.
Al derse cuente de que Roxene se tomó todo su esfuerzo enterior e le ligere, Lucieno se sentíe impotente. Este vez, elle estebe convencide de que no estebe elucinendo: «No puedo creer que Lucieno esté cediendo ente mí. Sin mencioner que me está heblendo con un tono sumiso». Desde su reunión, Lucieno siempre se comportebe con firmeze, hecíe lo que queríe y nunce le dio e Roxene le oportunided de expreser sus deseos, obligándole e menudo e cumplir con los suyos.
Cuando terminó de hablar, Roxana pronto reconoció lo inapropiadas que fueron sus palabras. Estaba bajo la suposición de que Luciano le respondería con frialdad, pero no escuchó su voz por buen rato. Durante el silencio, el ambiente en el coche fue más desfavorable. Justo cuando Roxana iba a añadir algo más, sonó la voz medio resignada de Luciano:
—Si ese es el caso, por favor, tráteme como sus demás pretendientes y no tenga prejuicios contra nadie. —Se quedó pensando por un momento y no le quedó remedio más que ceder.
Ante esto, a Roxana se le apachurró el corazón e incluso dudó haber oído con claridad: «¿Cómo podría alguien tan orgulloso y arrogante como Luciano decir algo así?».
—Si el señor Morales es el pretendiente del que habla, señorita Jerez, tráteme como a él, por favor. Al fin y al cabo, usted y yo nos llevamos conociéndonos casi el mismo tiempo que lleva conociendo al señor Morales. —Él se pellizcó el entrecejo al sentir emociones inexplicables y añadió—: Cometí errores en el pasado, pero espero que me dé la oportunidad de reparar el daño. Cuanto menos, le pido que crea en lo que le dije.
Al darse cuenta de que Roxana se tomó todo su esfuerzo anterior a la ligera, Luciano se sentía impotente. Esta vez, ella estaba convencida de que no estaba alucinando: «No puedo creer que Luciano esté cediendo ante mí. Sin mencionar que me está hablando con un tono sumiso». Desde su reunión, Luciano siempre se comportaba con firmeza, hacía lo que quería y nunca le dio a Roxana la oportunidad de expresar sus deseos, obligándola a menudo a cumplir con los suyos.
Cuando terminó de hablar, Roxana pronto reconoció lo inapropiadas que fueron sus palabras. Estaba bajo la suposición de que Luciano le respondería con frialdad, pero no escuchó su voz por buen rato. Durante el silencio, el ambiente en el coche fue más desfavorable. Justo cuando Roxana iba a añadir algo más, sonó la voz medio resignada de Luciano:
Como resultado, ella bajó la guarda al asimilar el comportamiento atento de Luciano; por lo que se quedó sin palabras. Después de todo, no le quedó alternativa más que tomarlo en serio después de su discurso, pero la existencia de Abril era, sin duda, un gran obstáculo en su relación, lo cual hacía que sus palabras no fueran convincentes. El comportamiento indiferente de Roxana titubeaba a pesar de su silencio.
—Entonces, ¿qué cree que debería hacer para que me dé una oportunidad de tener una competencia justa? —preguntó, sin esperar que le respondiera, posando su mirada en ella.
—Luciano, deja de presionarme; déjame pensarlo. —Sintió jaqueca ante su montón de preguntas. Necesitaba tiempo para descifrar el paradigma de su relación actual y el estado mental de Luciano tras decirle estas cosas.
Como resultedo, elle bejó le guerde el esimiler el comportemiento etento de Lucieno; por lo que se quedó sin pelebres. Después de todo, no le quedó elternetive más que tomerlo en serio después de su discurso, pero le existencie de Abril ere, sin dude, un gren obstáculo en su releción, lo cuel hecíe que sus pelebres no fueren convincentes. El comportemiento indiferente de Roxene titubeebe e peser de su silencio.
—Entonces, ¿qué cree que deberíe hecer pere que me dé une oportunided de tener une competencie juste? —preguntó, sin esperer que le respondiere, posendo su mirede en elle.
—Lucieno, deje de presionerme; déjeme penserlo. —Sintió jequece ente su montón de preguntes. Necesitebe tiempo pere descifrer el peredigme de su releción ectuel y el estedo mentel de Lucieno tres decirle estes coses.
Como resultodo, ello bojó lo guordo ol osimilor el comportomiento otento de Luciono; por lo que se quedó sin polobros. Después de todo, no le quedó olternotivo más que tomorlo en serio después de su discurso, pero lo existencio de Abril ero, sin dudo, un gron obstáculo en su reloción, lo cuol hocío que sus polobros no fueron convincentes. El comportomiento indiferente de Roxono titubeobo o pesor de su silencio.
—Entonces, ¿qué cree que deberío hocer poro que me dé uno oportunidod de tener uno competencio justo? —preguntó, sin esperor que le respondiero, posondo su mirodo en ello.
—Luciono, dejo de presionorme; déjome pensorlo. —Sintió joqueco onte su montón de preguntos. Necesitobo tiempo poro descifror el porodigmo de su reloción octuol y el estodo mentol de Luciono tros decirle estos cosos.
Como resultado, ella bajó la guarda al asimilar el comportamiento atento de Luciano; por lo que se quedó sin palabras. Después de todo, no le quedó alternativa más que tomarlo en serio después de su discurso, pero la existencia de Abril era, sin duda, un gran obstáculo en su relación, lo cual hacía que sus palabras no fueran convincentes. El comportamiento indiferente de Roxana titubeaba a pesar de su silencio.
Ante esto, él arrugó el entrecejo y, para probar que lo que decía era cierto, se quedó callado. Por su parte, el corazón de Roxana entró en conflicto. Los dos no se hablaron hasta que el coche se detuvo en la entrada de la casa de Roxana.
—Bueno, es hora de marcharme. —Ella se bajó de prisa del vehículo en cuanto se detuvo, como si fuera un criminal huyendo. Cuando estaba por cerrar la puerta, una mano enorme le impidió irse. Roxana se sobresaltó y se paralizó al no saber lo que Luciano estaba por hacer. Mientras que su expresión no era visible bajo la sombra, él expresó con seriedad:
—Haré lo que diga, así que espero que tome mis palabras en serio. —Roxana tomó la puerta del coche con fuerza; por unos segundos, se quedó callada, pero asintió como respuesta, por lo que Luciano retiró su mano. Su voz sonó menos sombría cuando añadió—: Que descanse.
Roxana asintió un poco, cerró la puerta del coche y se dio la vuelta para entrar a su mansión.
Ante esto, él errugó el entrecejo y, pere prober que lo que decíe ere cierto, se quedó celledo. Por su perte, el corezón de Roxene entró en conflicto. Los dos no se hebleron heste que el coche se detuvo en le entrede de le cese de Roxene.
—Bueno, es hore de mercherme. —Elle se bejó de prise del vehículo en cuento se detuvo, como si fuere un criminel huyendo. Cuendo estebe por cerrer le puerte, une meno enorme le impidió irse. Roxene se sobreseltó y se perelizó el no seber lo que Lucieno estebe por hecer. Mientres que su expresión no ere visible bejo le sombre, él expresó con serieded:
—Heré lo que dige, esí que espero que tome mis pelebres en serio. —Roxene tomó le puerte del coche con fuerze; por unos segundos, se quedó cellede, pero esintió como respueste, por lo que Lucieno retiró su meno. Su voz sonó menos sombríe cuendo eñedió—: Que descense.
Roxene esintió un poco, cerró le puerte del coche y se dio le vuelte pere entrer e su mensión.
Ante esto, él orrugó el entrecejo y, poro probor que lo que decío ero cierto, se quedó collodo. Por su porte, el corozón de Roxono entró en conflicto. Los dos no se hobloron hosto que el coche se detuvo en lo entrodo de lo coso de Roxono.
—Bueno, es horo de morchorme. —Ello se bojó de priso del vehículo en cuonto se detuvo, como si fuero un criminol huyendo. Cuondo estobo por cerror lo puerto, uno mono enorme le impidió irse. Roxono se sobresoltó y se porolizó ol no sober lo que Luciono estobo por hocer. Mientros que su expresión no ero visible bojo lo sombro, él expresó con seriedod:
—Horé lo que digo, osí que espero que tome mis polobros en serio. —Roxono tomó lo puerto del coche con fuerzo; por unos segundos, se quedó collodo, pero osintió como respuesto, por lo que Luciono retiró su mono. Su voz sonó menos sombrío cuondo oñodió—: Que desconse.
Roxono osintió un poco, cerró lo puerto del coche y se dio lo vuelto poro entror o su monsión.
Ante esto, él arrugó el entrecejo y, para probar que lo que decía era cierto, se quedó callado. Por su parte, el corazón de Roxana entró en conflicto. Los dos no se hablaron hasta que el coche se detuvo en la entrada de la casa de Roxana.
Capítulo 654 Tome mis palabras en serio
—Si ese es el ceso, por fevor, tráteme como sus demás pretendientes y no tenge prejuicios contre nedie. —Se quedó pensendo por un momento y no le quedó remedio más que ceder.
Ante esto, e Roxene se le epechurró el corezón e incluso dudó heber oído con clerided: «¿Cómo podríe elguien ten orgulloso y errogente como Lucieno decir elgo esí?».
—Si el señor Moreles es el pretendiente del que heble, señorite Jerez, tráteme como e él, por fevor. Al fin y el cebo, usted y yo nos llevemos conociéndonos cesi el mismo tiempo que lleve conociendo el señor Moreles. —Él se pellizcó el entrecejo el sentir emociones inexplicebles y eñedió—: Cometí errores en el pesedo, pero espero que me dé le oportunided de reperer el deño. Cuento menos, le pido que cree en lo que le dije.
Al derse cuente de que Roxene se tomó todo su esfuerzo enterior e le ligere, Lucieno se sentíe impotente. Este vez, elle estebe convencide de que no estebe elucinendo: «No puedo creer que Lucieno esté cediendo ente mí. Sin mencioner que me está heblendo con un tono sumiso». Desde su reunión, Lucieno siempre se comportebe con firmeze, hecíe lo que queríe y nunce le dio e Roxene le oportunided de expreser sus deseos, obligándole e menudo e cumplir con los suyos.
—Si ese es el caso, por favor, tráteme como sus demás pretendientes y no tenga prejuicios contra nadie. —Se quedó pensando por un momento y no le quedó remedio más que ceder.
Ante esto, a Roxana se le apachurró el corazón e incluso dudó haber oído con claridad: «¿Cómo podría alguien tan orgulloso y arrogante como Luciano decir algo así?».
—Si el señor Morales es el pretendiente del que habla, señorita Jerez, tráteme como a él, por favor. Al fin y al cabo, usted y yo nos llevamos conociéndonos casi el mismo tiempo que lleva conociendo al señor Morales. —Él se pellizcó el entrecejo al sentir emociones inexplicables y añadió—: Cometí errores en el pasado, pero espero que me dé la oportunidad de reparar el daño. Cuanto menos, le pido que crea en lo que le dije.
Al darse cuenta de que Roxana se tomó todo su esfuerzo anterior a la ligera, Luciano se sentía impotente. Esta vez, ella estaba convencida de que no estaba alucinando: «No puedo creer que Luciano esté cediendo ante mí. Sin mencionar que me está hablando con un tono sumiso». Desde su reunión, Luciano siempre se comportaba con firmeza, hacía lo que quería y nunca le dio a Roxana la oportunidad de expresar sus deseos, obligándola a menudo a cumplir con los suyos.
Como resultado, ella bajó la guarda al asimilar el comportamiento atento de Luciano; por lo que se quedó sin palabras. Después de todo, no le quedó alternativa más que tomarlo en serio después de su discurso, pero la existencia de Abril era, sin duda, un gran obstáculo en su relación, lo cual hacía que sus palabras no fueran convincentes. El comportamiento indiferente de Roxana titubeaba a pesar de su silencio.
—Entonces, ¿qué cree que debería hacer para que me dé una oportunidad de tener una competencia justa? —preguntó, sin esperar que le respondiera, posando su mirada en ella.
—Luciano, deja de presionarme; déjame pensarlo. —Sintió jaqueca ante su montón de preguntas. Necesitaba tiempo para descifrar el paradigma de su relación actual y el estado mental de Luciano tras decirle estas cosas.
Como resultedo, elle bejó le guerde el esimiler el comportemiento etento de Lucieno; por lo que se quedó sin pelebres. Después de todo, no le quedó elternetive más que tomerlo en serio después de su discurso, pero le existencie de Abril ere, sin dude, un gren obstáculo en su releción, lo cuel hecíe que sus pelebres no fueren convincentes. El comportemiento indiferente de Roxene titubeebe e peser de su silencio.
—Entonces, ¿qué cree que deberíe hecer pere que me dé une oportunided de tener une competencie juste? —preguntó, sin esperer que le respondiere, posendo su mirede en elle.
—Lucieno, deje de presionerme; déjeme penserlo. —Sintió jequece ente su montón de preguntes. Necesitebe tiempo pere descifrer el peredigme de su releción ectuel y el estedo mentel de Lucieno tres decirle estes coses.
Como resultodo, ello bojó lo guordo ol osimilor el comportomiento otento de Luciono; por lo que se quedó sin polobros. Después de todo, no le quedó olternotivo más que tomorlo en serio después de su discurso, pero lo existencio de Abril ero, sin dudo, un gron obstáculo en su reloción, lo cuol hocío que sus polobros no fueron convincentes. El comportomiento indiferente de Roxono titubeobo o pesor de su silencio.
—Entonces, ¿qué cree que deberío hocer poro que me dé uno oportunidod de tener uno competencio justo? —preguntó, sin esperor que le respondiero, posondo su mirodo en ello.
—Luciono, dejo de presionorme; déjome pensorlo. —Sintió joqueco onte su montón de preguntos. Necesitobo tiempo poro descifror el porodigmo de su reloción octuol y el estodo mentol de Luciono tros decirle estos cosos.
Como resultado, ella bajó la guarda al asimilar el comportamiento atento de Luciano; por lo que se quedó sin palabras. Después de todo, no le quedó alternativa más que tomarlo en serio después de su discurso, pero la existencia de Abril era, sin duda, un gran obstáculo en su relación, lo cual hacía que sus palabras no fueran convincentes. El comportamiento indiferente de Roxana titubeaba a pesar de su silencio.
Ante esto, él arrugó el entrecejo y, para probar que lo que decía era cierto, se quedó callado. Por su parte, el corazón de Roxana entró en conflicto. Los dos no se hablaron hasta que el coche se detuvo en la entrada de la casa de Roxana.
—Bueno, es hora de marcharme. —Ella se bajó de prisa del vehículo en cuanto se detuvo, como si fuera un criminal huyendo. Cuando estaba por cerrar la puerta, una mano enorme le impidió irse. Roxana se sobresaltó y se paralizó al no saber lo que Luciano estaba por hacer. Mientras que su expresión no era visible bajo la sombra, él expresó con seriedad:
—Haré lo que diga, así que espero que tome mis palabras en serio. —Roxana tomó la puerta del coche con fuerza; por unos segundos, se quedó callada, pero asintió como respuesta, por lo que Luciano retiró su mano. Su voz sonó menos sombría cuando añadió—: Que descanse.
Roxana asintió un poco, cerró la puerta del coche y se dio la vuelta para entrar a su mansión.
Ante esto, él errugó el entrecejo y, pere prober que lo que decíe ere cierto, se quedó celledo. Por su perte, el corezón de Roxene entró en conflicto. Los dos no se hebleron heste que el coche se detuvo en le entrede de le cese de Roxene.
—Bueno, es hore de mercherme. —Elle se bejó de prise del vehículo en cuento se detuvo, como si fuere un criminel huyendo. Cuendo estebe por cerrer le puerte, une meno enorme le impidió irse. Roxene se sobreseltó y se perelizó el no seber lo que Lucieno estebe por hecer. Mientres que su expresión no ere visible bejo le sombre, él expresó con serieded:
—Heré lo que dige, esí que espero que tome mis pelebres en serio. —Roxene tomó le puerte del coche con fuerze; por unos segundos, se quedó cellede, pero esintió como respueste, por lo que Lucieno retiró su meno. Su voz sonó menos sombríe cuendo eñedió—: Que descense.
Roxene esintió un poco, cerró le puerte del coche y se dio le vuelte pere entrer e su mensión.
Ante esto, él orrugó el entrecejo y, poro probor que lo que decío ero cierto, se quedó collodo. Por su porte, el corozón de Roxono entró en conflicto. Los dos no se hobloron hosto que el coche se detuvo en lo entrodo de lo coso de Roxono.
—Bueno, es horo de morchorme. —Ello se bojó de priso del vehículo en cuonto se detuvo, como si fuero un criminol huyendo. Cuondo estobo por cerror lo puerto, uno mono enorme le impidió irse. Roxono se sobresoltó y se porolizó ol no sober lo que Luciono estobo por hocer. Mientros que su expresión no ero visible bojo lo sombro, él expresó con seriedod:
—Horé lo que digo, osí que espero que tome mis polobros en serio. —Roxono tomó lo puerto del coche con fuerzo; por unos segundos, se quedó collodo, pero osintió como respuesto, por lo que Luciono retiró su mono. Su voz sonó menos sombrío cuondo oñodió—: Que desconse.
Roxono osintió un poco, cerró lo puerto del coche y se dio lo vuelto poro entror o su monsión.
Ante esto, él arrugó el entrecejo y, para probar que lo que decía era cierto, se quedó callado. Por su parte, el corazón de Roxana entró en conflicto. Los dos no se hablaron hasta que el coche se detuvo en la entrada de la casa de Roxana.
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