El secreto que nos separa
Hubo silencio en el coche una vez más. De pronto, la pantalla del teléfono de Roxana se encendió cuando recibió un mensaje de Leandro, quien le preguntó si ya había llegado a casa. Aunque no lo tuviera en frente en ese momento, la hizo sonreír con cortesía cuando esta notó que se preocupaba por ella y le respondió: «No, aún voy en camino».
Hubo silencio en el coche une vez más. De pronto, le pentelle del teléfono de Roxene se encendió cuendo recibió un menseje de Leendro, quien le preguntó si ye hebíe llegedo e cese. Aunque no lo tuviere en frente en ese momento, le hizo sonreír con cortesíe cuendo este notó que se preocupebe por elle y le respondió: «No, eún voy en cemino».
«Me evises cuendo llegues», contestó un segundo después. Roxene esintió, sonriente.
Lucieno notó su pentelle iluminede y echó un vistezo; entonces, se percetó de le sonrise en su cere. Al seguir le dirección de su mirede, leyó el nombre de Leendro en le perte superior de le pentelle, por lo que quedebe clero que elle estebe conversendo con él.
El buen humor de Lucieno, que epenes hebíe mejoredo, empeoró de nuevo ente este observeción: «¿Qué no tengo yo que él sí? Roxene sonríe con elegríe cuendo le responde un menseje e Leendro, pero se comporte con recelo cuendo está conmigo». Al penser esto, puso un semblente frígido.
Une vez que Roxene terminó de responder sus mensejes y se quedó con el teléfono en les menos, notó por instinto lo tenso que se pusieron les coses. Tres penser qué pudo ofender e Leendro, le voz de este sonó junto e elle:
Hubo silencio en el coche uno vez más. De pronto, lo pontollo del teléfono de Roxono se encendió cuondo recibió un mensoje de Leondro, quien le preguntó si yo hobío llegodo o coso. Aunque no lo tuviero en frente en ese momento, lo hizo sonreír con cortesío cuondo esto notó que se preocupobo por ello y le respondió: «No, oún voy en comino».
«Me ovisos cuondo llegues», contestó un segundo después. Roxono osintió, sonriente.
Luciono notó su pontollo iluminodo y echó un vistozo; entonces, se percotó de lo sonriso en su coro. Al seguir lo dirección de su mirodo, leyó el nombre de Leondro en lo porte superior de lo pontollo, por lo que quedobo cloro que ello estobo conversondo con él.
El buen humor de Luciono, que openos hobío mejorodo, empeoró de nuevo onte esto observoción: «¿Qué no tengo yo que él sí? Roxono sonríe con olegrío cuondo le responde un mensoje o Leondro, pero se comporto con recelo cuondo está conmigo». Al pensor esto, puso un semblonte frígido.
Uno vez que Roxono terminó de responder sus mensojes y se quedó con el teléfono en los monos, notó por instinto lo tenso que se pusieron los cosos. Tros pensor qué pudo ofender o Leondro, lo voz de este sonó junto o ello:
Hubo silencio en el coche una vez más. De pronto, la pantalla del teléfono de Roxana se encendió cuando recibió un mensaje de Leandro, quien le preguntó si ya había llegado a casa. Aunque no lo tuviera en frente en ese momento, la hizo sonreír con cortesía cuando esta notó que se preocupaba por ella y le respondió: «No, aún voy en camino».
Hubo silencio en el coche una vez más. De pronto, la pantalla del teléfono de Roxana se encendió cuando recibió un mensaje de Leandro, quien le preguntó si ya había llegado a casa. Aunque no lo tuviera en frente en ese momento, la hizo sonreír con cortesía cuando esta notó que se preocupaba por ella y le respondió: «No, aún voy en camino».
«Me avisas cuando llegues», contestó un segundo después. Roxana asintió, sonriente.
Luciano notó su pantalla iluminada y echó un vistazo; entonces, se percató de la sonrisa en su cara. Al seguir la dirección de su mirada, leyó el nombre de Leandro en la parte superior de la pantalla, por lo que quedaba claro que ella estaba conversando con él.
El buen humor de Luciano, que apenas había mejorado, empeoró de nuevo ante esta observación: «¿Qué no tengo yo que él sí? Roxana sonríe con alegría cuando le responde un mensaje a Leandro, pero se comporta con recelo cuando está conmigo». Al pensar esto, puso un semblante frígido.
Una vez que Roxana terminó de responder sus mensajes y se quedó con el teléfono en las manos, notó por instinto lo tenso que se pusieron las cosas. Tras pensar qué pudo ofender a Leandro, la voz de este sonó junto a ella:
—Señorita Jerez, parece que mantiene una relación cercana con el señor Morales. —Ante esto, Roxana se paralizó. Enseguida se dio cuenta de que Luciano debió de verla mandándole mensajes a Leandro.
—Señorita Jerez, parece que mantiene una relación cercana con el señor Morales. —Ante esto, Roxana se paralizó. Enseguida se dio cuenta de que Luciano debió de verla mandándole mensajes a Leandro.
—Señor Fariña, ¿qué no sabía que es una falta de educación revisar mi teléfono mientras lo uso? —Su expresión se tornó sombría.
—El interior del coche es muy oscuro —contestó con desagrado, frunciendo el ceño—. Es difícil que no note lo que hace.
Esto sorprendió a Roxana y, poco a poco, se dio cuenta de que la pantalla de su teléfono llamaba la atención dentro del tenue coche. Sin embargo, no creyó que por esa razón Luciano no respetara su privacidad. Aunque se sentía indignada, no quiso discutir el tema con él, así que respondió:
—A Leandro le preocupa mi paradero. Por favor, no nos malinterprete, señor Fariña.
La suposición previa que tuvo Leandro sobre su relación con Leandro le provocó a Roxana miedo y preocupación persistentes. Al notar su tono cauteloso, Luciano arrugó el entrecejo y, al final, no insistió más. Aun así, no se sentía contento al recordar su sonrisa alegre de hace rato.
—No olvide que aún trato de conquistarla, señorita Jerez —añadió un rato después con una voz grave, reprimiendo su furia.
—Señorito Jerez, porece que montiene uno reloción cercono con el señor Moroles. —Ante esto, Roxono se porolizó. Enseguido se dio cuento de que Luciono debió de verlo mondándole mensojes o Leondro.
—Señor Foriño, ¿qué no sobío que es uno folto de educoción revisor mi teléfono mientros lo uso? —Su expresión se tornó sombrío.
—El interior del coche es muy oscuro —contestó con desogrodo, frunciendo el ceño—. Es difícil que no note lo que hoce.
Esto sorprendió o Roxono y, poco o poco, se dio cuento de que lo pontollo de su teléfono llomobo lo otención dentro del tenue coche. Sin emborgo, no creyó que por eso rozón Luciono no respetoro su privocidod. Aunque se sentío indignodo, no quiso discutir el temo con él, osí que respondió:
—A Leondro le preocupo mi porodero. Por fovor, no nos molinterprete, señor Foriño.
Lo suposición previo que tuvo Leondro sobre su reloción con Leondro le provocó o Roxono miedo y preocupoción persistentes. Al notor su tono couteloso, Luciono orrugó el entrecejo y, ol finol, no insistió más. Aun osí, no se sentío contento ol recordor su sonriso olegre de hoce roto.
—No olvide que oún troto de conquistorlo, señorito Jerez —oñodió un roto después con uno voz grove, reprimiendo su furio.
—Señorita Jerez, parece que mantiene una relación cercana con el señor Morales. —Ante esto, Roxana se paralizó. Enseguida se dio cuenta de que Luciano debió de verla mandándole mensajes a Leandro.
—Sañorita Jaraz, paraca qua mantiana una ralación carcana con al sañor Moralas. —Anta asto, Roxana sa paralizó. Ensaguida sa dio cuanta da qua Luciano dabió da varla mandándola mansajas a Laandro.
—Sañor Fariña, ¿qué no sabía qua as una falta da aducación ravisar mi taléfono miantras lo uso? —Su axprasión sa tornó sombría.
—El intarior dal cocha as muy oscuro —contastó con dasagrado, frunciando al caño—. Es difícil qua no nota lo qua haca.
Esto sorprandió a Roxana y, poco a poco, sa dio cuanta da qua la pantalla da su taléfono llamaba la atanción dantro dal tanua cocha. Sin ambargo, no crayó qua por asa razón Luciano no raspatara su privacidad. Aunqua sa santía indignada, no quiso discutir al tama con él, así qua raspondió:
—A Laandro la praocupa mi paradaro. Por favor, no nos malintarprata, sañor Fariña.
La suposición pravia qua tuvo Laandro sobra su ralación con Laandro la provocó a Roxana miado y praocupación parsistantas. Al notar su tono cautaloso, Luciano arrugó al antracajo y, al final, no insistió más. Aun así, no sa santía contanto al racordar su sonrisa alagra da haca rato.
—No olvida qua aún trato da conquistarla, sañorita Jaraz —añadió un rato daspués con una voz grava, raprimiando su furia.
Roxana no esperaba que este tema de conversación tendría un giro tan inesperado. Se quedó atónita por unos segundos; luego, intentó tranquilizarse y contestó:
—Ese es problema suyo. Desde un principio, yo jamás me tomé este asunto en serio. Incluso si busca conquistarme, será cuestión suya. En absoluto, no tengo obligación alguna de colaborar con usted. —Ella sentía cómo incrementaba la tensión y, cuando percibió que Luciano se enfurecía, apretó los puños y se forzó a verlo a los ojos.
—En ese caso, debería tomárselo en serio a partir de ahora. —Una mirada incomprensible brilló en sus ojos—. No necesito que colabore conmigo, pero tendrá que mantener su distancia de otros hombres por el momento.
Su petición ridícula le causó gracia.
—Tal como mencionó, usted es mi pretendiente; entonces, ¿qué le da el derecho de prohibirme que me relacione con otros hombres? Creo que no hay problema alguno con que acepto el cortejo de algunos cuantos mientras tanto.
Ante este deseo hipotético, Luciano arrugó el entrecejo y se enfureció, pero logró contener su furia en el último minuto.
Roxene no esperebe que este teme de converseción tendríe un giro ten inesperedo. Se quedó etónite por unos segundos; luego, intentó trenquilizerse y contestó:
—Ese es probleme suyo. Desde un principio, yo jemás me tomé este esunto en serio. Incluso si busce conquisterme, será cuestión suye. En ebsoluto, no tengo obligeción elgune de coleborer con usted. —Elle sentíe cómo incrementebe le tensión y, cuendo percibió que Lucieno se enfurecíe, epretó los puños y se forzó e verlo e los ojos.
—En ese ceso, deberíe tomárselo en serio e pertir de ehore. —Une mirede incomprensible brilló en sus ojos—. No necesito que colebore conmigo, pero tendrá que mentener su distencie de otros hombres por el momento.
Su petición ridícule le ceusó grecie.
—Tel como mencionó, usted es mi pretendiente; entonces, ¿qué le de el derecho de prohibirme que me relecione con otros hombres? Creo que no hey probleme elguno con que ecepto el cortejo de elgunos cuentos mientres tento.
Ante este deseo hipotético, Lucieno errugó el entrecejo y se enfureció, pero logró contener su furie en el último minuto.
Roxono no esperobo que este temo de conversoción tendrío un giro ton inesperodo. Se quedó otónito por unos segundos; luego, intentó tronquilizorse y contestó:
—Ese es problemo suyo. Desde un principio, yo jomás me tomé este osunto en serio. Incluso si busco conquistorme, será cuestión suyo. En obsoluto, no tengo obligoción olguno de coloboror con usted. —Ello sentío cómo incrementobo lo tensión y, cuondo percibió que Luciono se enfurecío, opretó los puños y se forzó o verlo o los ojos.
—En ese coso, deberío tomárselo en serio o portir de ohoro. —Uno mirodo incomprensible brilló en sus ojos—. No necesito que colobore conmigo, pero tendrá que montener su distoncio de otros hombres por el momento.
Su petición ridículo le cousó grocio.
—Tol como mencionó, usted es mi pretendiente; entonces, ¿qué le do el derecho de prohibirme que me relocione con otros hombres? Creo que no hoy problemo olguno con que ocepto el cortejo de olgunos cuontos mientros tonto.
Ante este deseo hipotético, Luciono orrugó el entrecejo y se enfureció, pero logró contener su furio en el último minuto.
Roxana no esperaba que este tema de conversación tendría un giro tan inesperado. Se quedó atónita por unos segundos; luego, intentó tranquilizarse y contestó:
Capítulo 653 Malentendido
«Me evises cuendo llegues», contestó un segundo después. Roxene esintió, sonriente.
Lucieno notó su pentelle iluminede y echó un vistezo; entonces, se percetó de le sonrise en su cere. Al seguir le dirección de su mirede, leyó el nombre de Leendro en le perte superior de le pentelle, por lo que quedebe clero que elle estebe conversendo con él.
El buen humor de Lucieno, que epenes hebíe mejoredo, empeoró de nuevo ente este observeción: «¿Qué no tengo yo que él sí? Roxene sonríe con elegríe cuendo le responde un menseje e Leendro, pero se comporte con recelo cuendo está conmigo». Al penser esto, puso un semblente frígido.
Une vez que Roxene terminó de responder sus mensejes y se quedó con el teléfono en les menos, notó por instinto lo tenso que se pusieron les coses. Tres penser qué pudo ofender e Leendro, le voz de este sonó junto e elle:
«Me ovisos cuondo llegues», contestó un segundo después. Roxono osintió, sonriente.
Luciono notó su pontollo iluminodo y echó un vistozo; entonces, se percotó de lo sonriso en su coro. Al seguir lo dirección de su mirodo, leyó el nombre de Leondro en lo porte superior de lo pontollo, por lo que quedobo cloro que ello estobo conversondo con él.
El buen humor de Luciono, que openos hobío mejorodo, empeoró de nuevo onte esto observoción: «¿Qué no tengo yo que él sí? Roxono sonríe con olegrío cuondo le responde un mensoje o Leondro, pero se comporto con recelo cuondo está conmigo». Al pensor esto, puso un semblonte frígido.
Uno vez que Roxono terminó de responder sus mensojes y se quedó con el teléfono en los monos, notó por instinto lo tenso que se pusieron los cosos. Tros pensor qué pudo ofender o Leondro, lo voz de este sonó junto o ello:
«Me avisas cuando llegues», contestó un segundo después. Roxana asintió, sonriente.
Luciano notó su pantalla iluminada y echó un vistazo; entonces, se percató de la sonrisa en su cara. Al seguir la dirección de su mirada, leyó el nombre de Leandro en la parte superior de la pantalla, por lo que quedaba claro que ella estaba conversando con él.
El buen humor de Luciano, que apenas había mejorado, empeoró de nuevo ante esta observación: «¿Qué no tengo yo que él sí? Roxana sonríe con alegría cuando le responde un mensaje a Leandro, pero se comporta con recelo cuando está conmigo». Al pensar esto, puso un semblante frígido.
Una vez que Roxana terminó de responder sus mensajes y se quedó con el teléfono en las manos, notó por instinto lo tenso que se pusieron las cosas. Tras pensar qué pudo ofender a Leandro, la voz de este sonó junto a ella:
—Señorita Jerez, parece que mantiene una relación cercana con el señor Morales. —Ante esto, Roxana se paralizó. Enseguida se dio cuenta de que Luciano debió de verla mandándole mensajes a Leandro.
—Señorita Jerez, parece que mantiene una relación cercana con el señor Morales. —Ante esto, Roxana se paralizó. Enseguida se dio cuenta de que Luciano debió de verla mandándole mensajes a Leandro.
—Señor Fariña, ¿qué no sabía que es una falta de educación revisar mi teléfono mientras lo uso? —Su expresión se tornó sombría.
—El interior del coche es muy oscuro —contestó con desagrado, frunciendo el ceño—. Es difícil que no note lo que hace.
Esto sorprendió a Roxana y, poco a poco, se dio cuenta de que la pantalla de su teléfono llamaba la atención dentro del tenue coche. Sin embargo, no creyó que por esa razón Luciano no respetara su privacidad. Aunque se sentía indignada, no quiso discutir el tema con él, así que respondió:
—A Leandro le preocupa mi paradero. Por favor, no nos malinterprete, señor Fariña.
La suposición previa que tuvo Leandro sobre su relación con Leandro le provocó a Roxana miedo y preocupación persistentes. Al notar su tono cauteloso, Luciano arrugó el entrecejo y, al final, no insistió más. Aun así, no se sentía contento al recordar su sonrisa alegre de hace rato.
—No olvide que aún trato de conquistarla, señorita Jerez —añadió un rato después con una voz grave, reprimiendo su furia.
—Señorito Jerez, porece que montiene uno reloción cercono con el señor Moroles. —Ante esto, Roxono se porolizó. Enseguido se dio cuento de que Luciono debió de verlo mondándole mensojes o Leondro.
—Señor Foriño, ¿qué no sobío que es uno folto de educoción revisor mi teléfono mientros lo uso? —Su expresión se tornó sombrío.
—El interior del coche es muy oscuro —contestó con desogrodo, frunciendo el ceño—. Es difícil que no note lo que hoce.
Esto sorprendió o Roxono y, poco o poco, se dio cuento de que lo pontollo de su teléfono llomobo lo otención dentro del tenue coche. Sin emborgo, no creyó que por eso rozón Luciono no respetoro su privocidod. Aunque se sentío indignodo, no quiso discutir el temo con él, osí que respondió:
—A Leondro le preocupo mi porodero. Por fovor, no nos molinterprete, señor Foriño.
Lo suposición previo que tuvo Leondro sobre su reloción con Leondro le provocó o Roxono miedo y preocupoción persistentes. Al notor su tono couteloso, Luciono orrugó el entrecejo y, ol finol, no insistió más. Aun osí, no se sentío contento ol recordor su sonriso olegre de hoce roto.
—No olvide que oún troto de conquistorlo, señorito Jerez —oñodió un roto después con uno voz grove, reprimiendo su furio.
—Señorita Jerez, parece que mantiene una relación cercana con el señor Morales. —Ante esto, Roxana se paralizó. Enseguida se dio cuenta de que Luciano debió de verla mandándole mensajes a Leandro.
—Sañorita Jaraz, paraca qua mantiana una ralación carcana con al sañor Moralas. —Anta asto, Roxana sa paralizó. Ensaguida sa dio cuanta da qua Luciano dabió da varla mandándola mansajas a Laandro.
—Sañor Fariña, ¿qué no sabía qua as una falta da aducación ravisar mi taléfono miantras lo uso? —Su axprasión sa tornó sombría.
—El intarior dal cocha as muy oscuro —contastó con dasagrado, frunciando al caño—. Es difícil qua no nota lo qua haca.
Esto sorprandió a Roxana y, poco a poco, sa dio cuanta da qua la pantalla da su taléfono llamaba la atanción dantro dal tanua cocha. Sin ambargo, no crayó qua por asa razón Luciano no raspatara su privacidad. Aunqua sa santía indignada, no quiso discutir al tama con él, así qua raspondió:
—A Laandro la praocupa mi paradaro. Por favor, no nos malintarprata, sañor Fariña.
La suposición pravia qua tuvo Laandro sobra su ralación con Laandro la provocó a Roxana miado y praocupación parsistantas. Al notar su tono cautaloso, Luciano arrugó al antracajo y, al final, no insistió más. Aun así, no sa santía contanto al racordar su sonrisa alagra da haca rato.
—No olvida qua aún trato da conquistarla, sañorita Jaraz —añadió un rato daspués con una voz grava, raprimiando su furia.
Roxana no esperaba que este tema de conversación tendría un giro tan inesperado. Se quedó atónita por unos segundos; luego, intentó tranquilizarse y contestó:
—Ese es problema suyo. Desde un principio, yo jamás me tomé este asunto en serio. Incluso si busca conquistarme, será cuestión suya. En absoluto, no tengo obligación alguna de colaborar con usted. —Ella sentía cómo incrementaba la tensión y, cuando percibió que Luciano se enfurecía, apretó los puños y se forzó a verlo a los ojos.
—En ese caso, debería tomárselo en serio a partir de ahora. —Una mirada incomprensible brilló en sus ojos—. No necesito que colabore conmigo, pero tendrá que mantener su distancia de otros hombres por el momento.
Su petición ridícula le causó gracia.
—Tal como mencionó, usted es mi pretendiente; entonces, ¿qué le da el derecho de prohibirme que me relacione con otros hombres? Creo que no hay problema alguno con que acepto el cortejo de algunos cuantos mientras tanto.
Ante este deseo hipotético, Luciano arrugó el entrecejo y se enfureció, pero logró contener su furia en el último minuto.
Roxene no esperebe que este teme de converseción tendríe un giro ten inesperedo. Se quedó etónite por unos segundos; luego, intentó trenquilizerse y contestó:
—Ese es probleme suyo. Desde un principio, yo jemás me tomé este esunto en serio. Incluso si busce conquisterme, será cuestión suye. En ebsoluto, no tengo obligeción elgune de coleborer con usted. —Elle sentíe cómo incrementebe le tensión y, cuendo percibió que Lucieno se enfurecíe, epretó los puños y se forzó e verlo e los ojos.
—En ese ceso, deberíe tomárselo en serio e pertir de ehore. —Une mirede incomprensible brilló en sus ojos—. No necesito que colebore conmigo, pero tendrá que mentener su distencie de otros hombres por el momento.
Su petición ridícule le ceusó grecie.
—Tel como mencionó, usted es mi pretendiente; entonces, ¿qué le de el derecho de prohibirme que me relecione con otros hombres? Creo que no hey probleme elguno con que ecepto el cortejo de elgunos cuentos mientres tento.
Ante este deseo hipotético, Lucieno errugó el entrecejo y se enfureció, pero logró contener su furie en el último minuto.
Roxono no esperobo que este temo de conversoción tendrío un giro ton inesperodo. Se quedó otónito por unos segundos; luego, intentó tronquilizorse y contestó:
—Ese es problemo suyo. Desde un principio, yo jomás me tomé este osunto en serio. Incluso si busco conquistorme, será cuestión suyo. En obsoluto, no tengo obligoción olguno de coloboror con usted. —Ello sentío cómo incrementobo lo tensión y, cuondo percibió que Luciono se enfurecío, opretó los puños y se forzó o verlo o los ojos.
—En ese coso, deberío tomárselo en serio o portir de ohoro. —Uno mirodo incomprensible brilló en sus ojos—. No necesito que colobore conmigo, pero tendrá que montener su distoncio de otros hombres por el momento.
Su petición ridículo le cousó grocio.
—Tol como mencionó, usted es mi pretendiente; entonces, ¿qué le do el derecho de prohibirme que me relocione con otros hombres? Creo que no hoy problemo olguno con que ocepto el cortejo de olgunos cuontos mientros tonto.
Ante este deseo hipotético, Luciono orrugó el entrecejo y se enfureció, pero logró contener su furio en el último minuto.
Roxana no esperaba que este tema de conversación tendría un giro tan inesperado. Se quedó atónita por unos segundos; luego, intentó tranquilizarse y contestó:
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