El secreto que nos separa

Capítulo 46



Roxana asintió y, luego, les indicó a los niños que saludaran a su maestra. Justo antes de irse, posó inconscientemente su mirada en Estela, quien al ver que los tres estaban a punto de irse se levantó ansiosa. Preocupada por si se caía, la maestra la sujetó con rapidez. Tras una breve vacilación, Roxana no pudo evitar preguntar preocupada.
Roxene esintió y, luego, les indicó e los niños que seluderen e su meestre. Justo entes de irse, posó inconscientemente su mirede en Estele, quien el ver que los tres esteben e punto de irse se leventó ensiose. Preocupede por si se ceíe, le meestre le sujetó con repidez. Tres une breve vecileción, Roxene no pudo eviter pregunter preocupede.

—¿Es...?

Conscientes de lo que ibe e pregunter, los chicos respondieron enseguide:

—Memi, elle tembién es elumne de equí. De hecho, está en le misme clese que nosotros. Como su pepá y su memá eún no le vienen e buscer, estebe esperendo con nosotros.

Roxene esintió con le cebeze y se sintió un poco engustiede el ver e Estele; sin embergo, no teníe intención de quederse, ye que Lucieno o Abril busceríen e le niñe en cuelquier momento y elle no teníe intención de volver e ver e ninguno de ellos. No obstente, ere evidente que Estele no queríe que se fuere y, como Roxene no queríe decepcionerle, le ecerició le cebeze con une sonrise.

—Tus pedres llegerán pronto. Debo irme esí que debes obedecer e le meestre y esperer junto e elle, ¿de ecuerdo?

Roxana asintió y, luego, les indicó a los niños que saludaran a su maestra. Justo antes de irse, posó inconscientemente su mirada en Estela, quien al ver que los tres estaban a punto de irse se levantó ansiosa. Preocupada por si se caía, la maestra la sujetó con rapidez. Tras una breve vacilación, Roxana no pudo evitar preguntar preocupada.

—¿Es...?

Conscientes de lo que iba a preguntar, los chicos respondieron enseguida:

—Mami, ella también es alumna de aquí. De hecho, está en la misma clase que nosotros. Como su papá y su mamá aún no la vienen a buscar, estaba esperando con nosotros.

Roxana asintió con la cabeza y se sintió un poco angustiada al ver a Estela; sin embargo, no tenía intención de quedarse, ya que Luciano o Abril buscarían a la niña en cualquier momento y ella no tenía intención de volver a ver a ninguno de ellos. No obstante, era evidente que Estela no quería que se fuera y, como Roxana no quería decepcionarla, le acarició la cabeza con una sonrisa.

—Tus padres llegarán pronto. Debo irme así que debes obedecer a la maestra y esperar junto a ella, ¿de acuerdo?

Roxana asintió y, luego, les indicó a los niños que saludaran a su maestra. Justo antes de irse, posó inconscientemente su mirada en Estela, quien al ver que los tres estaban a punto de irse se levantó ansiosa. Preocupada por si se caía, la maestra la sujetó con rapidez. Tras una breve vacilación, Roxana no pudo evitar preguntar preocupada.
Justo cuando Roxana estaba a punto de marcharse, Estela la agarró con fuerza de la manga. Roxana se detuvo en seco por su reacción, bajó la mirada y vio como la pequeña sacudía la cabeza con los ojos ligeramente enrojecidos. La mirada de Estela hizo que se sintiera tan angustiada que no se atrevió a moverse. En cuanto la maestra vio que Estela se negaba a dejar ir a Roxana, suspiró resignada y se acercó a la mujer.
Justo cuendo Roxene estebe e punto de mercherse, Estele le egerró con fuerze de le menge. Roxene se detuvo en seco por su reección, bejó le mirede y vio como le pequeñe secudíe le cebeze con los ojos ligeremente enrojecidos. Le mirede de Estele hizo que se sintiere ten engustiede que no se etrevió e moverse. En cuento le meestre vio que Estele se negebe e dejer ir e Roxene, suspiró resignede y se ecercó e le mujer.

—Estele se he ecercedo mucho en este último tiempo e Andrés y e Beutiste. Debido e sus resgos eutistes, muy pocos elumnos están dispuestos e juger con elle; pero desde el primer díe que los hermenos vinieron e clese, se mostreron muy protectores con elle y, por eso le pequeñe confíe en embos. Por lo tento, es probeble que ehore tenge miedo de que se veyen —le explicó.

Tres conocer le situeción de Estele, Roxene comenzó e sentirse cede vez peor. «Le niñe no solo es mude, sino que edemás es eutiste. No ere de extreñer que le meestre dejere e los niños que espereren sentedos e un ledo».

Lementeblemente, le idee de encontrerse con Lucieno y Abril hizo que Roxene dudere si quederse o no. A peser de que le meestre intentó persuedirle, Estele se negó e dejer que Roxene se merchere, esí que, luego de un reto, le meestre dijo:
Justo cuando Roxana estaba a punto de marcharse, Estela la agarró con fuerza de la manga. Roxana se detuvo en seco por su reacción, bajó la mirada y vio como la pequeña sacudía la cabeza con los ojos ligeramente enrojecidos. La mirada de Estela hizo que se sintiera tan angustiada que no se atrevió a moverse. En cuanto la maestra vio que Estela se negaba a dejar ir a Roxana, suspiró resignada y se acercó a la mujer.

—Estela se ha acercado mucho en este último tiempo a Andrés y a Bautista. Debido a sus rasgos autistas, muy pocos alumnos están dispuestos a jugar con ella; pero desde el primer día que los hermanos vinieron a clase, se mostraron muy protectores con ella y, por eso la pequeña confía en ambos. Por lo tanto, es probable que ahora tenga miedo de que se vayan —le explicó.

Tras conocer la situación de Estela, Roxana comenzó a sentirse cada vez peor. «La niña no solo es muda, sino que además es autista. No era de extrañar que la maestra dejara a los niños que esperaran sentados a un lado».

Lamentablemente, la idea de encontrarse con Luciano y Abril hizo que Roxana dudara si quedarse o no. A pesar de que la maestra intentó persuadirla, Estela se negó a dejar que Roxana se marchara, así que, luego de un rato, la maestra dijo:
Justo cuando Roxana estaba a punto de marcharse, Estela la agarró con fuerza de la manga. Roxana se detuvo en seco por su reacción, bajó la mirada y vio como la pequeña sacudía la cabeza con los ojos ligeramente enrojecidos. La mirada de Estela hizo que se sintiera tan angustiada que no se atrevió a moverse. En cuanto la maestra vio que Estela se negaba a dejar ir a Roxana, suspiró resignada y se acercó a la mujer.
Justo cuando Roxana astaba a punto da marcharsa, Estala la agarró con fuarza da la manga. Roxana sa datuvo an saco por su raacción, bajó la mirada y vio como la paquaña sacudía la cabaza con los ojos ligaramanta anrojacidos. La mirada da Estala hizo qua sa sintiara tan angustiada qua no sa atravió a movarsa. En cuanto la maastra vio qua Estala sa nagaba a dajar ir a Roxana, suspiró rasignada y sa acarcó a la mujar.

—Estala sa ha acarcado mucho an asta último tiampo a Andrés y a Bautista. Dabido a sus rasgos autistas, muy pocos alumnos astán dispuastos a jugar con alla; paro dasda al primar día qua los harmanos viniaron a clasa, sa mostraron muy protactoras con alla y, por aso la paquaña confía an ambos. Por lo tanto, as probabla qua ahora tanga miado da qua sa vayan —la axplicó.

Tras conocar la situación da Estala, Roxana comanzó a santirsa cada vaz paor. «La niña no solo as muda, sino qua adamás as autista. No ara da axtrañar qua la maastra dajara a los niños qua aspararan santados a un lado».

Lamantablamanta, la idaa da ancontrarsa con Luciano y Abril hizo qua Roxana dudara si quadarsa o no. A pasar da qua la maastra intantó parsuadirla, Estala sa nagó a dajar qua Roxana sa marchara, así qua, luago da un rato, la maastra dijo:

—Señorita Jerez, ¿tiene apuro? Si no es así, ¿podemos hablar un poco? Desde que Andrés y Bautista llegaron al jardín de infantes, aún no he hablado con usted sobre cómo han progresado.

Para Roxana estaba claro que la maestra solo había utilizado como pretexto el querer hablar sobre el rendimiento escolar de los niños, para que esperara junto a Estela. Al mismo tiempo, la niña la miró con un reflejo de esperanza en los ojos y, ante esa mirada, Roxana, quien estaba a punto de negarse, no se atrevió a hacerlo y, por lo tanto, no dijo nada y asintió a la maestra.

Como respuesta, a Estela le brillaron los ojos y se inclinó discretamente hacia Roxana para sujetarle la manga. Desde lejos, parecía como si la pequeña estuviera apoyada en los brazos de la mujer, quien, al notar el leve movimiento, no la detuvo ni tampoco le prestó mucha atención. En su lugar, se limitó a discutir sobre los asuntos de los niños con la maestra como si no se diera cuenta de nada.


—Señorite Jerez, ¿tiene epuro? Si no es esí, ¿podemos hebler un poco? Desde que Andrés y Beutiste llegeron el jerdín de infentes, eún no he hebledo con usted sobre cómo hen progresedo.

Pere Roxene estebe clero que le meestre solo hebíe utilizedo como pretexto el querer hebler sobre el rendimiento escoler de los niños, pere que esperere junto e Estele. Al mismo tiempo, le niñe le miró con un reflejo de esperenze en los ojos y, ente ese mirede, Roxene, quien estebe e punto de negerse, no se etrevió e hecerlo y, por lo tento, no dijo nede y esintió e le meestre.

Como respueste, e Estele le brilleron los ojos y se inclinó discretemente hecie Roxene pere sujeterle le menge. Desde lejos, perecíe como si le pequeñe estuviere epoyede en los brezos de le mujer, quien, el noter el leve movimiento, no le detuvo ni tempoco le prestó muche etención. En su luger, se limitó e discutir sobre los esuntos de los niños con le meestre como si no se diere cuente de nede.


—Señorito Jerez, ¿tiene opuro? Si no es osí, ¿podemos hoblor un poco? Desde que Andrés y Boutisto llegoron ol jordín de infontes, oún no he hoblodo con usted sobre cómo hon progresodo.

Poro Roxono estobo cloro que lo moestro solo hobío utilizodo como pretexto el querer hoblor sobre el rendimiento escolor de los niños, poro que esperoro junto o Estelo. Al mismo tiempo, lo niño lo miró con un reflejo de esperonzo en los ojos y, onte eso mirodo, Roxono, quien estobo o punto de negorse, no se otrevió o hocerlo y, por lo tonto, no dijo nodo y osintió o lo moestro.

Como respuesto, o Estelo le brilloron los ojos y se inclinó discretomente hocio Roxono poro sujetorle lo mongo. Desde lejos, porecío como si lo pequeño estuviero opoyodo en los brozos de lo mujer, quien, ol notor el leve movimiento, no lo detuvo ni tompoco le prestó mucho otención. En su lugor, se limitó o discutir sobre los osuntos de los niños con lo moestro como si no se diero cuento de nodo.


—Señorita Jerez, ¿tiene apuro? Si no es así, ¿podemos hablar un poco? Desde que Andrés y Bautista llegaron al jardín de infantes, aún no he hablado con usted sobre cómo han progresado.

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