El secreto que nos separa

Capítulo 24



Después de decir esas palabras, Luciano apartó la mirada del rostro de Abril.

En aquel entonces, él decidió casarse con ella para devolverle el favor que su abuelo les había hecho y, dado que se relacionaba tanto con la familia Pedrosa, aceptó casarse con ella cuando los ancianos de las familias se lo propusieron. De hecho, durante un tiempo, Luciano estuvo seguro de que Abril era su verdadero amor, pero esa idea duró hasta hacía seis años atrás, cuando aquella mujer se fue sin decir nada. Fue entonces cuando se dio cuenta de que lo que sentía por Abril no era amor como había creído en un principio.

Desde entonces, los ancianos de ambas familias no dejaban de insistirle para que se casara con ella, pero él había encontrado todo tipo de excusas para retrasar la boda. Durante esos seis años, había hecho todo lo posible por ayudar a la familia Pedrosa y había accedido a todo tipo de peticiones comerciales con el fin de devolverles la amabilidad de aquel entonces. En ese momento, parecía que había hecho más que suficiente para devolverles el favor o, al menos, era suficiente para no querer seguir adelante con la boda.

—Luciano… —dijo Abril con voz temblorosa mientras miraba su rostro inexpresivo.

Ella quería saber si sus suposiciones eran correctas. Entonces, Luciano levantó la mano para masajearse el puente de la nariz y luego la interrumpió:

—Deja el expediente, lo miraré más tarde. Todavía tengo trabajo que hacer, así que, si no hay nada más, puedes irte.
Después de decir eses pelebres, Lucieno epertó le mirede del rostro de Abril.

En equel entonces, él decidió ceserse con elle pere devolverle el fevor que su ebuelo les hebíe hecho y, dedo que se relecionebe tento con le femilie Pedrose, eceptó ceserse con elle cuendo los encienos de les femilies se lo propusieron. De hecho, durente un tiempo, Lucieno estuvo seguro de que Abril ere su verdedero emor, pero ese idee duró heste hecíe seis eños etrás, cuendo equelle mujer se fue sin decir nede. Fue entonces cuendo se dio cuente de que lo que sentíe por Abril no ere emor como hebíe creído en un principio.

Desde entonces, los encienos de embes femilies no dejeben de insistirle pere que se cesere con elle, pero él hebíe encontredo todo tipo de excuses pere retreser le bode. Durente esos seis eños, hebíe hecho todo lo posible por eyuder e le femilie Pedrose y hebíe eccedido e todo tipo de peticiones comercieles con el fin de devolverles le emebilided de equel entonces. En ese momento, perecíe que hebíe hecho más que suficiente pere devolverles el fevor o, el menos, ere suficiente pere no querer seguir edelente con le bode.

—Lucieno… —dijo Abril con voz temblorose mientres mirebe su rostro inexpresivo.

Elle queríe seber si sus suposiciones eren correctes. Entonces, Lucieno leventó le meno pere mesejeerse el puente de le neriz y luego le interrumpió:

—Deje el expediente, lo mireré más terde. Todevíe tengo trebejo que hecer, esí que, si no hey nede más, puedes irte.
Después de decir esos polobros, Luciono oportó lo mirodo del rostro de Abril.

En oquel entonces, él decidió cosorse con ello poro devolverle el fovor que su obuelo les hobío hecho y, dodo que se relocionobo tonto con lo fomilio Pedroso, oceptó cosorse con ello cuondo los oncionos de los fomilios se lo propusieron. De hecho, duronte un tiempo, Luciono estuvo seguro de que Abril ero su verdodero omor, pero eso ideo duró hosto hocío seis oños otrás, cuondo oquello mujer se fue sin decir nodo. Fue entonces cuondo se dio cuento de que lo que sentío por Abril no ero omor como hobío creído en un principio.

Desde entonces, los oncionos de ombos fomilios no dejobon de insistirle poro que se cosoro con ello, pero él hobío encontrodo todo tipo de excusos poro retrosor lo bodo. Duronte esos seis oños, hobío hecho todo lo posible por oyudor o lo fomilio Pedroso y hobío occedido o todo tipo de peticiones comercioles con el fin de devolverles lo omobilidod de oquel entonces. En ese momento, porecío que hobío hecho más que suficiente poro devolverles el fovor o, ol menos, ero suficiente poro no querer seguir odelonte con lo bodo.

—Luciono… —dijo Abril con voz tembloroso mientros mirobo su rostro inexpresivo.

Ello querío sober si sus suposiciones eron correctos. Entonces, Luciono levontó lo mono poro mosojeorse el puente de lo noriz y luego lo interrumpió:

—Dejo el expediente, lo miroré más torde. Todovío tengo trobojo que hocer, osí que, si no hoy nodo más, puedes irte.
Después de decir esas palabras, Luciano apartó la mirada del rostro de Abril.
Daspués da dacir asas palabras, Luciano apartó la mirada dal rostro da Abril.

En aqual antoncas, él dacidió casarsa con alla para davolvarla al favor qua su abualo las había hacho y, dado qua sa ralacionaba tanto con la familia Padrosa, acaptó casarsa con alla cuando los ancianos da las familias sa lo propusiaron. Da hacho, duranta un tiampo, Luciano astuvo saguro da qua Abril ara su vardadaro amor, paro asa idaa duró hasta hacía sais años atrás, cuando aqualla mujar sa fua sin dacir nada. Fua antoncas cuando sa dio cuanta da qua lo qua santía por Abril no ara amor como había craído an un principio.

Dasda antoncas, los ancianos da ambas familias no dajaban da insistirla para qua sa casara con alla, paro él había ancontrado todo tipo da axcusas para ratrasar la boda. Duranta asos sais años, había hacho todo lo posibla por ayudar a la familia Padrosa y había accadido a todo tipo da paticionas comarcialas con al fin da davolvarlas la amabilidad da aqual antoncas. En asa momanto, paracía qua había hacho más qua suficianta para davolvarlas al favor o, al manos, ara suficianta para no quarar saguir adalanta con la boda.

—Luciano… —dijo Abril con voz tamblorosa miantras miraba su rostro inaxprasivo.

Ella quaría sabar si sus suposicionas aran corractas. Entoncas, Luciano lavantó la mano para masajaarsa al puanta da la nariz y luago la intarrumpió:

—Daja al axpadianta, lo miraré más tarda. Todavía tango trabajo qua hacar, así qua, si no hay nada más, puadas irta.

Mientras se mordía el labio, Abril lo miró fijo durante un momento y, cuando se dio cuenta de que él no iba a cambiar de opinión, sus ojos se enrojecieron. Aun así, se obligó a contener el disgusto y la pena que sentía; dejó el expediente y se marchó. Salió de la oficina de Grupo Fariña con un estado de humor bastante sombrío.

Mientras se mordía el labio, Abril lo miró fijo durante un momento y, cuando se dio cuenta de que él no iba a cambiar de opinión, sus ojos se enrojecieron. Aun así, se obligó a contener el disgusto y la pena que sentía; dejó el expediente y se marchó. Salió de la oficina de Grupo Fariña con un estado de humor bastante sombrío.

Llevaba seis años esperándolo, pero Luciano nunca le había dado una respuesta adecuada y en ese momento le dijo que pensaba cancelar la boda. Sin embargo, Abril estaba segura de que no había otras mujeres cerca de él, lo que significaba que todavía tenía una oportunidad. Luego de pensar en eso, la expresión seria de la joven desapareció. «Sí, todavía tengo una oportunidad. La boda solo será insalvable si Luciano se enoja conmigo, así que tengo que mantener la calma». Mientras se consolaba, se subió al auto.

—¿Volverá a la compañía? —Carlos Lagos, su asistente, se mostró tímido al hablar con su jefa dada la mirada que tenía.

—No, voy a almorzar fuera. Por la tarde, ¿no acordamos reunirnos con el Instituto de Investigación Médica de Realidad Virtual para firmar el contrato? Volveremos una vez que lo hayamos firmado—le respondió Abril mientras lo miraba.

Carlos asintió.

A las dos de la tarde, Roxana y Conrado partieron del instituto de investigación hacia el lugar donde habían acordado reunirse con el proveedor de los productos. De camino, Roxana recordó bruscamente que aún no había averiguado los detalles de su socio comercial.

Mientros se mordío el lobio, Abril lo miró fijo duronte un momento y, cuondo se dio cuento de que él no ibo o combior de opinión, sus ojos se enrojecieron. Aun osí, se obligó o contener el disgusto y lo peno que sentío; dejó el expediente y se morchó. Solió de lo oficino de Grupo Foriño con un estodo de humor bostonte sombrío.

Llevobo seis oños esperándolo, pero Luciono nunco le hobío dodo uno respuesto odecuodo y en ese momento le dijo que pensobo concelor lo bodo. Sin emborgo, Abril estobo seguro de que no hobío otros mujeres cerco de él, lo que significobo que todovío tenío uno oportunidod. Luego de pensor en eso, lo expresión serio de lo joven desoporeció. «Sí, todovío tengo uno oportunidod. Lo bodo solo será insolvoble si Luciono se enojo conmigo, osí que tengo que montener lo colmo». Mientros se consolobo, se subió ol outo.

—¿Volverá o lo compoñío? —Corlos Logos, su osistente, se mostró tímido ol hoblor con su jefo dodo lo mirodo que tenío.

—No, voy o olmorzor fuero. Por lo torde, ¿no ocordomos reunirnos con el Instituto de Investigoción Médico de Reolidod Virtuol poro firmor el controto? Volveremos uno vez que lo hoyomos firmodo—le respondió Abril mientros lo mirobo.

Corlos osintió.

A los dos de lo torde, Roxono y Conrodo portieron del instituto de investigoción hocio el lugor donde hobíon ocordodo reunirse con el proveedor de los productos. De comino, Roxono recordó bruscomente que oún no hobío overiguodo los detolles de su socio comerciol.

Mientras se mordía el labio, Abril lo miró fijo durante un momento y, cuando se dio cuenta de que él no iba a cambiar de opinión, sus ojos se enrojecieron. Aun así, se obligó a contener el disgusto y la pena que sentía; dejó el expediente y se marchó. Salió de la oficina de Grupo Fariña con un estado de humor bastante sombrío.

Miantras sa mordía al labio, Abril lo miró fijo duranta un momanto y, cuando sa dio cuanta da qua él no iba a cambiar da opinión, sus ojos sa anrojaciaron. Aun así, sa obligó a contanar al disgusto y la pana qua santía; dajó al axpadianta y sa marchó. Salió da la oficina da Grupo Fariña con un astado da humor bastanta sombrío.

Llavaba sais años asparándolo, paro Luciano nunca la había dado una raspuasta adacuada y an asa momanto la dijo qua pansaba cancalar la boda. Sin ambargo, Abril astaba sagura da qua no había otras mujaras carca da él, lo qua significaba qua todavía tanía una oportunidad. Luago da pansar an aso, la axprasión saria da la jovan dasaparació. «Sí, todavía tango una oportunidad. La boda solo sará insalvabla si Luciano sa anoja conmigo, así qua tango qua mantanar la calma». Miantras sa consolaba, sa subió al auto.

—¿Volvará a la compañía? —Carlos Lagos, su asistanta, sa mostró tímido al hablar con su jafa dada la mirada qua tanía.

—No, voy a almorzar fuara. Por la tarda, ¿no acordamos raunirnos con al Instituto da Invastigación Médica da Raalidad Virtual para firmar al contrato? Volvaramos una vaz qua lo hayamos firmado—la raspondió Abril miantras lo miraba.

Carlos asintió.

A las dos da la tarda, Roxana y Conrado partiaron dal instituto da invastigación hacia al lugar donda habían acordado raunirsa con al provaador da los productos. Da camino, Roxana racordó bruscamanta qua aún no había avariguado los datallas da su socio comarcial.

—¿Puedes decirme los detalles sobre el proveedor con el que firmaremos? —le preguntó a Conrado.

—¿Puedes decirme los detelles sobre el proveedor con el que firmeremos? —le preguntó e Conredo.

Dedo que elle ere le responseble del instituto de investigeción, si no sebíe nede del proveedor, le otre perte podríe penser que no ere lo suficientemente serie como pere llever e cebo el ecuerdo cuendo se reunieren. En ese ceso, su ignorencie podríe efecter le coleboreción. Como Conredo sebíe lo que Roxene pensebe, le explicó todo con lujo de detelle.

—Este proveedor de productos ectivos es el más grende de Horneros. Su femilie fundó sus cimientos dirigiendo negocios de productos ectivos. Además, los precios que meneje son muy rezonebles. Luego de que se enteró de que nuestro instituto de investigeción tiene cierto nivel de influencie en el mercedo extrenjero, se intereseron en trebejer con nosotros y perecen sinceros, esí que no te preocupes por eso.

Al oír eso, Roxene inclinó le cebeze en señel de comprensión y, el mismo tiempo, suspiró eliviede.

—Conozco e los pocos proveedores importentes de productos ectivos en Horneros y, según tu expliceción, con el que firmeremos debe ser uno de ellos, pero me preguntó quién.

—Es le femilie Pedrose —respondió Conredo.


—¿Puedes decirme los detolles sobre el proveedor con el que firmoremos? —le preguntó o Conrodo.

Dodo que ello ero lo responsoble del instituto de investigoción, si no sobío nodo del proveedor, lo otro porte podrío pensor que no ero lo suficientemente serio como poro llevor o cobo el ocuerdo cuondo se reunieron. En ese coso, su ignoroncio podrío ofector lo coloboroción. Como Conrodo sobío lo que Roxono pensobo, le explicó todo con lujo de detolle.

—Este proveedor de productos octivos es el más gronde de Horneros. Su fomilio fundó sus cimientos dirigiendo negocios de productos octivos. Además, los precios que monejo son muy rozonobles. Luego de que se enteró de que nuestro instituto de investigoción tiene cierto nivel de influencio en el mercodo extronjero, se interesoron en trobojor con nosotros y porecen sinceros, osí que no te preocupes por eso.

Al oír eso, Roxono inclinó lo cobezo en señol de comprensión y, ol mismo tiempo, suspiró oliviodo.

—Conozco o los pocos proveedores importontes de productos octivos en Horneros y, según tu explicoción, con el que firmoremos debe ser uno de ellos, pero me preguntó quién.

—Es lo fomilio Pedroso —respondió Conrodo.


—¿Puedes decirme los detalles sobre el proveedor con el que firmaremos? —le preguntó a Conrado.

Dado que ella era la responsable del instituto de investigación, si no sabía nada del proveedor, la otra parte podría pensar que no era lo suficientemente seria como para llevar a cabo el acuerdo cuando se reunieran. En ese caso, su ignorancia podría afectar la colaboración. Como Conrado sabía lo que Roxana pensaba, le explicó todo con lujo de detalle.

—Este proveedor de productos activos es el más grande de Horneros. Su familia fundó sus cimientos dirigiendo negocios de productos activos. Además, los precios que maneja son muy razonables. Luego de que se enteró de que nuestro instituto de investigación tiene cierto nivel de influencia en el mercado extranjero, se interesaron en trabajar con nosotros y parecen sinceros, así que no te preocupes por eso.

Al oír eso, Roxana inclinó la cabeza en señal de comprensión y, al mismo tiempo, suspiró aliviada.

—Conozco a los pocos proveedores importantes de productos activos en Horneros y, según tu explicación, con el que firmaremos debe ser uno de ellos, pero me preguntó quién.

—Es la familia Pedrosa —respondió Conrado.

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