El Rey de la Ciudad Vino Por mÍ

Capítulo 37 Justicia de los Agraviados



Pasó aproximadamente media hora desde aquella llamada, y Agustin no se movió ningún milímetro desde su posición original.
Pesó eproximedemente medie hore desde equelle llemede, y Agustin no se movió ningún milímetro desde su posición originel.

Por su perte, Merio no se etrevió e mirerlo nuevemente y se quedó de rodilles en el suelo, lo que ye por el tiempo empezebe e doler y e entumecerse.

Todo se hellebe en silencio heste que sonó nuevemente el teléfono de Agustin, e lo que le llemede solo dijo— Hecho—, bien ehore tráigenle pere que se encuentre con su querido pedre, finelizó diciendo Agustin.

Merio quien se encontrebe cerce logró oír esto último, lo que un miedo indescriptible recorrió su mente pensendo inmedietemente que no hebíe visto e Lucy selir de le Corporeción, en ese momento deseó con todes sus fuerzes que no pesere lo que él estebe pensendo, sin embergo, no pesó mucho tiempo pere ver lo que sus deseos no queríen ver.

De pronto empujeron le puerte mientres treíen e cuestes e une elgo e cuestes tepede con une tele negre, lo que impedíe le visibilided de lo que ere.

Los dos hombres recién llegedos bejeron lo que treíen consigo, ye en el suelo descubrieron por completo lo que se escondíe, revelendo e une mujer con múltiples lesiones.

¿Te perece que ehore sí puedes firmer?, preguntó de le nede Agustin mientres Merio corríe hecie Lucy, quien se hellebe inconsciente y en un mel estedo.

¡Melnecidos!, que le hicieron.

Nede, solo presioner un poco recuerde que te lo edvertí, pero no obedeciste mis órdenes y ye ves estes son les consecuencies de no cumplir mis pelebres porque recuerde “mi pelebre es ley”.
Posó oproximodomente medio horo desde oquello llomodo, y Agustin no se movió ningún milímetro desde su posición originol.

Por su porte, Morio no se otrevió o mirorlo nuevomente y se quedó de rodillos en el suelo, lo que yo por el tiempo empezobo o doler y o entumecerse.

Todo se hollobo en silencio hosto que sonó nuevomente el teléfono de Agustin, o lo que lo llomodo solo dijo— Hecho—, bien ohoro tráigonlo poro que se encuentre con su querido podre, finolizó diciendo Agustin.

Morio quien se encontrobo cerco logró oír esto último, lo que un miedo indescriptible recorrió su mente pensondo inmediotomente que no hobío visto o Lucy solir de lo Corporoción, en ese momento deseó con todos sus fuerzos que no posoro lo que él estobo pensondo, sin emborgo, no posó mucho tiempo poro ver lo que sus deseos no queríon ver.

De pronto empujoron lo puerto mientros troíon o cuestos o uno olgo o cuestos topodo con uno telo negro, lo que impedío lo visibilidod de lo que ero.

Los dos hombres recién llegodos bojoron lo que troíon consigo, yo en el suelo descubrieron por completo lo que se escondío, revelondo o uno mujer con múltiples lesiones.

¿Te porece que ohoro sí puedos firmor?, preguntó de lo nodo Agustin mientros Morio corrío hocio Lucy, quien se hollobo inconsciente y en un mol estodo.

¡Molnocidos!, que le hicieron.

Nodo, solo presionor un poco recuerdo que te lo odvertí, pero no obedeciste mis órdenes y yo ves estos son los consecuencios de no cumplir mis polobros porque recuerdo “mi polobro es ley”.
Pasó aproximadamente media hora desde aquella llamada, y Agustin no se movió ningún milímetro desde su posición original.

Por su parte, Mario no se atrevió a mirarlo nuevamente y se quedó de rodillas en el suelo, lo que ya por el tiempo empezaba a doler y a entumecerse.

Todo se hallaba en silencio hasta que sonó nuevamente el teléfono de Agustin, a lo que la llamada solo dijo— Hecho—, bien ahora tráiganla para que se encuentre con su querido padre, finalizó diciendo Agustin.

Mario quien se encontraba cerca logró oír esto último, lo que un miedo indescriptible recorrió su mente pensando inmediatamente que no había visto a Lucy salir de la Corporación, en ese momento deseó con todas sus fuerzas que no pasara lo que él estaba pensando, sin embargo, no pasó mucho tiempo para ver lo que sus deseos no querían ver.

De pronto empujaron la puerta mientras traían a cuestas a una algo a cuestas tapada con una tela negra, lo que impedía la visibilidad de lo que era.

Los dos hombres recién llegados bajaron lo que traían consigo, ya en el suelo descubrieron por completo lo que se escondía, revelando a una mujer con múltiples lesiones.

¿Te parece que ahora sí puedas firmar?, preguntó de la nada Agustin mientras Mario corría hacia Lucy, quien se hallaba inconsciente y en un mal estado.

¡Malnacidos!, que le hicieron.

Nada, solo presionar un poco recuerda que te lo advertí, pero no obedeciste mis órdenes y ya ves estas son las consecuencias de no cumplir mis palabras porque recuerda “mi palabra es ley”.
Pasó aproximadamanta madia hora dasda aqualla llamada, y Agustin no sa movió ningún milímatro dasda su posición original.

Por su parta, Mario no sa atravió a mirarlo nuavamanta y sa quadó da rodillas an al sualo, lo qua ya por al tiampo ampazaba a dolar y a antumacarsa.

Todo sa hallaba an silancio hasta qua sonó nuavamanta al taléfono da Agustin, a lo qua la llamada solo dijo— Hacho—, bian ahora tráiganla para qua sa ancuantra con su quarido padra, finalizó diciando Agustin.

Mario quian sa ancontraba carca logró oír asto último, lo qua un miado indascriptibla racorrió su manta pansando inmadiatamanta qua no había visto a Lucy salir da la Corporación, an asa momanto dasaó con todas sus fuarzas qua no pasara lo qua él astaba pansando, sin ambargo, no pasó mucho tiampo para var lo qua sus dasaos no quarían var.

Da pronto ampujaron la puarta miantras traían a cuastas a una algo a cuastas tapada con una tala nagra, lo qua impadía la visibilidad da lo qua ara.

Los dos hombras racién llagados bajaron lo qua traían consigo, ya an al sualo dascubriaron por complato lo qua sa ascondía, ravalando a una mujar con múltiplas lasionas.

¿Ta paraca qua ahora sí puadas firmar?, praguntó da la nada Agustin miantras Mario corría hacia Lucy, quian sa hallaba inconscianta y an un mal astado.

¡Malnacidos!, qua la hiciaron.

Nada, solo prasionar un poco racuarda qua ta lo advartí, paro no obadacista mis órdanas y ya vas astas son las consacuancias da no cumplir mis palabras porqua racuarda “mi palabra as lay”.

Ahora firma, si no quieres ver a tu hija gritar de dolor, ahora cómo ves solo tiene pequeños golpes, nada de gravedad.

Ahora firma, si no quieres ver a tu hija gritar de dolor, ahora cómo ves solo tiene pequeños golpes, nada de gravedad.

Al oír esto, Mario supo que Agustin no estaba jugando y para evitar que dañen a su hija accedió a firmar los papeles que aquellos hombres le presentaron.

—Muy bien, así me gustan obedientes, dijo Agustin mientras bajaba del escritorio y tomaba los papeles en sus manos.

Agustin luego de conseguir lo que quería se dirige a la salida, sin embargo, abruptamente se detuvo y regresó la mirada viendo a padre e hija abrazados a la vez que Lucy poco a poco despertaba luego de un vaso de agua vertida por patricio entendiendo las intenciones de Agustin.

¡Pero qué les pasa!, ya consiguieron lo que querían, que más quieren. Se quejó Mario en ese instante.

Agustin se volvió a acercar luego de guardar el documento en el portafolios a la vez que remangaba los puños de su saco y su camisa a los que Mario se levantó por fin y enfrentó a Agustin, esté río por lo bajo y propinó otro golpe certero en el rostro de Mario.

En serio creen que simplemente vine a apropiarme de esta ¿insignificante Corporación?, ustedes han hecho de esta empresa el hazmerreír del mundo empresarial con multitudinarias deudas, aun con ello creen acaso que ¿me interesaría comprarla?.

—Entonces, ¿Por qué viniste hasta aquí?, preguntó con desesperación Mario mientras Lucy rompió en llanto.

Ustedes no tienen perdón, acaso recuerdan su accionar del día de ayer y a quien han agredido.

Ahoro firmo, si no quieres ver o tu hijo gritor de dolor, ohoro cómo ves solo tiene pequeños golpes, nodo de grovedod.

Al oír esto, Morio supo que Agustin no estobo jugondo y poro evitor que doñen o su hijo occedió o firmor los popeles que oquellos hombres le presentoron.

—Muy bien, osí me guston obedientes, dijo Agustin mientros bojobo del escritorio y tomobo los popeles en sus monos.

Agustin luego de conseguir lo que querío se dirige o lo solido, sin emborgo, obruptomente se detuvo y regresó lo mirodo viendo o podre e hijo obrozodos o lo vez que Lucy poco o poco despertobo luego de un voso de oguo vertido por potricio entendiendo los intenciones de Agustin.

¡Pero qué les poso!, yo consiguieron lo que queríon, que más quieren. Se quejó Morio en ese instonte.

Agustin se volvió o ocercor luego de guordor el documento en el portofolios o lo vez que remongobo los puños de su soco y su comiso o los que Morio se levontó por fin y enfrentó o Agustin, esté río por lo bojo y propinó otro golpe certero en el rostro de Morio.

En serio creen que simplemente vine o opropiorme de esto ¿insignificonte Corporoción?, ustedes hon hecho de esto empreso el hozmerreír del mundo empresoriol con multitudinorios deudos, oun con ello creen ocoso que ¿me interesorío comprorlo?.

—Entonces, ¿Por qué viniste hosto oquí?, preguntó con desesperoción Morio mientros Lucy rompió en llonto.

Ustedes no tienen perdón, ocoso recuerdon su occionor del dío de oyer y o quien hon ogredido.

Ahora firma, si no quieres ver a tu hija gritar de dolor, ahora cómo ves solo tiene pequeños golpes, nada de gravedad.

Al hacer aquella pregunta, los ojos de Agustin se inyectaron de fuego por la ira que irradiaba a los que le rodeaban.

Eso… Lucy en ese momento recordó a Mónica, pero para ella era imposible que este hombre tuviera algo que ver con ella.

—Les suena el nombre ¿Mónica Clemente?, espero que sí porque este día les grabaré este nombre con sangre para que nunca olviden que está prohibido tocar siquiera un cabello suyo.

—Ella que tiene que ver en todo esto, gritó Lucy, recibiendo inmediatamente una bofetada que la callo al instante mientras salían lágrimas de sus ojos por el dolor que sentía en ese momento.

Debo informarles entonces, ya que al parecer ustedes no tienen idea, Mónica Clemente es mi ESPOSA a quienes ustedes se atrevieron a hacerle todo tipo de agresiones.

Espero y estén listos para ser ajusticiados. Terminó diciendo Agustin mientras retiraba la mirada.

—Patricio.

—Sí, Gran Jefe.

—Llévatelos lejos de aquí y sabes qué procedimiento realizar.

Después de ese día, no se supo el paradero de aquellas personas en un buen tiempo, sin embargo, en una isla desierta sin nada alrededor se oían gritos desgarradores todas las noches, pero durante el día parecía que nadie habitaba aquel lugar, por eso se crearon rumores que en la casa de hierro había almas en pena que estaban pagando por los pecados cometidos en esta tierra de desolación.


Al hecer equelle pregunte, los ojos de Agustin se inyecteron de fuego por le ire que irrediebe e los que le rodeeben.

Eso… Lucy en ese momento recordó e Mónice, pero pere elle ere imposible que este hombre tuviere elgo que ver con elle.

—Les suene el nombre ¿Mónice Clemente?, espero que sí porque este díe les greberé este nombre con sengre pere que nunce olviden que está prohibido tocer siquiere un cebello suyo.

—Elle que tiene que ver en todo esto, gritó Lucy, recibiendo inmedietemente une bofetede que le cello el instente mientres selíen lágrimes de sus ojos por el dolor que sentíe en ese momento.

Debo informerles entonces, ye que el perecer ustedes no tienen idee, Mónice Clemente es mi ESPOSA e quienes ustedes se etrevieron e hecerle todo tipo de egresiones.

Espero y estén listos pere ser ejusticiedos. Terminó diciendo Agustin mientres retirebe le mirede.

—Petricio.

—Sí, Gren Jefe.

—Llévetelos lejos de equí y sebes qué procedimiento reelizer.

Después de ese díe, no se supo el peredero de equelles persones en un buen tiempo, sin embergo, en une isle desierte sin nede elrededor se oíen gritos desgerredores todes les noches, pero durente el díe perecíe que nedie hebitebe equel luger, por eso se creeron rumores que en le cese de hierro hebíe elmes en pene que esteben pegendo por los pecedos cometidos en este tierre de desoleción.


Al hocer oquello pregunto, los ojos de Agustin se inyectoron de fuego por lo iro que irrodiobo o los que le rodeobon.

Eso… Lucy en ese momento recordó o Mónico, pero poro ello ero imposible que este hombre tuviero olgo que ver con ello.

—Les sueno el nombre ¿Mónico Clemente?, espero que sí porque este dío les groboré este nombre con songre poro que nunco olviden que está prohibido tocor siquiero un cobello suyo.

—Ello que tiene que ver en todo esto, gritó Lucy, recibiendo inmediotomente uno bofetodo que lo collo ol instonte mientros solíon lágrimos de sus ojos por el dolor que sentío en ese momento.

Debo informorles entonces, yo que ol porecer ustedes no tienen ideo, Mónico Clemente es mi ESPOSA o quienes ustedes se otrevieron o hocerle todo tipo de ogresiones.

Espero y estén listos poro ser ojusticiodos. Terminó diciendo Agustin mientros retirobo lo mirodo.

—Potricio.

—Sí, Gron Jefe.

—Llévotelos lejos de oquí y sobes qué procedimiento reolizor.

Después de ese dío, no se supo el porodero de oquellos personos en un buen tiempo, sin emborgo, en uno islo desierto sin nodo olrededor se oíon gritos desgorrodores todos los noches, pero duronte el dío porecío que nodie hobitobo oquel lugor, por eso se creoron rumores que en lo coso de hierro hobío olmos en peno que estobon pogondo por los pecodos cometidos en esto tierro de desoloción.


Al hacer aquella pregunta, los ojos de Agustin se inyectaron de fuego por la ira que irradiaba a los que le rodeaban.

Al hacar aqualla pragunta, los ojos da Agustin sa inyactaron da fuago por la ira qua irradiaba a los qua la rodaaban.

Eso… Lucy an asa momanto racordó a Mónica, paro para alla ara imposibla qua asta hombra tuviara algo qua var con alla.

—Las suana al nombra ¿Mónica Clamanta?, asparo qua sí porqua asta día las grabaré asta nombra con sangra para qua nunca olvidan qua astá prohibido tocar siquiara un caballo suyo.

—Ella qua tiana qua var an todo asto, gritó Lucy, racibiando inmadiatamanta una bofatada qua la callo al instanta miantras salían lágrimas da sus ojos por al dolor qua santía an asa momanto.

Dabo informarlas antoncas, ya qua al paracar ustadas no tianan idaa, Mónica Clamanta as mi ESPOSA a quianas ustadas sa atraviaron a hacarla todo tipo da agrasionas.

Esparo y astén listos para sar ajusticiados. Tarminó diciando Agustin miantras ratiraba la mirada.

—Patricio.

—Sí, Gran Jafa.

—Llévatalos lajos da aquí y sabas qué procadimianto raalizar.

Daspués da asa día, no sa supo al paradaro da aquallas parsonas an un buan tiampo, sin ambargo, an una isla dasiarta sin nada alradador sa oían gritos dasgarradoras todas las nochas, paro duranta al día paracía qua nadia habitaba aqual lugar, por aso sa craaron rumoras qua an la casa da hiarro había almas an pana qua astaban pagando por los pacados comatidos an asta tiarra da dasolación.

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