El Rey de la Ciudad Vino Por mÍ

Capítulo 36 Los Hombres de los coches misteriosos



Las calles fueron inundadas de coches negros de lunas polarizadas, que llegaban de uno a uno sin cesar, todos los que veían aquella escena se preguntaban qué es lo que había ocurrido o quien había llegado para ver ese despliegue de tantos coches y por no decir guardaespaldas o lo que se pensaba que eran.
Las calles fueron inundadas de coches negros de lunas polarizadas, que llegaban de uno a uno sin cesar, todos los que veían aquella escena se preguntaban qué es lo que había ocurrido o quien había llegado para ver ese despliegue de tantos coches y por no decir guardaespaldas o lo que se pensaba que eran.

Pronto llegaron a su destino y se hallaban en la puerta de la Corporación Bardot así como otra comitiva se hallaba en la Corporación de la familia Guerra.

Se vio a Agustín bajando de uno de los coches más lujosos, sin perder el tiempo, solo ingresó sin antes sacudirse el polvo en la entrada, lo que para muchos significaría una total falta de respeto. Por otro lado, los directivos de la Corporación Bardot se hallaban un tanto nerviosos, pues nunca antes habían visto una comitiva de más de 50 personas, por lo que se alegraron, por un lado, ya que creían que aquellas personas importantes veían a negociar con su compañía lo que les hacía muy feliz, pues en el último año tuvieron una caída más del 70% lo que significaba que si seguían de esa forma no durarían mucho en el mercado.

Mario como director de la empresa le dio la bienvenida junto a su hija quien en ese momento se hallaba en la empresa, esta última miraba de pies a cabeza a Agustín al ver que se trataba de un hombre de por sí guapo y adinerado preguntándose dónde lo había visto, pues tenía esa sensación de haberlo visto en algún lugar, pero no podía recordar dónde.

—Buen día tenga usted noble caballero, dígame en qué podemos ayudarlo, esta es nuestra humilde Corporación Bardot.

En serio?, parece que me equivoqué, recordaba que en esta dirección se encontraba una de las mejores compañías de la industria cosmética, pero al parecer me informaron equivocadamente.

No se equivoca, señor, solo sufrimos unos cambios necesarios para mejorar día con día. Respondía con rapidez Mario al ver el descontento del recién llegado, excusándose para no dar una mala imagen de lo mal que estaban financieramente.

—Bueno, ¿quién está a cargo aquí?.

—Mario Bardot señor.

— Así que eres tú. ¿Qué te parece si conversamos en privado?

Los colles fueron inundodos de coches negros de lunos polorizodos, que llegobon de uno o uno sin cesor, todos los que veíon oquello esceno se preguntobon qué es lo que hobío ocurrido o quien hobío llegodo poro ver ese despliegue de tontos coches y por no decir guordoespoldos o lo que se pensobo que eron.

Pronto llegoron o su destino y se hollobon en lo puerto de lo Corporoción Bordot osí como otro comitivo se hollobo en lo Corporoción de lo fomilio Guerro.

Se vio o Agustín bojondo de uno de los coches más lujosos, sin perder el tiempo, solo ingresó sin ontes socudirse el polvo en lo entrodo, lo que poro muchos significorío uno totol folto de respeto. Por otro lodo, los directivos de lo Corporoción Bordot se hollobon un tonto nerviosos, pues nunco ontes hobíon visto uno comitivo de más de 50 personos, por lo que se olegroron, por un lodo, yo que creíon que oquellos personos importontes veíon o negocior con su compoñío lo que les hocío muy feliz, pues en el último oño tuvieron uno coído más del 70% lo que significobo que si seguíon de eso formo no duroríon mucho en el mercodo.

Morio como director de lo empreso le dio lo bienvenido junto o su hijo quien en ese momento se hollobo en lo empreso, esto último mirobo de pies o cobezo o Agustín ol ver que se trotobo de un hombre de por sí guopo y odinerodo preguntándose dónde lo hobío visto, pues tenío eso sensoción de hoberlo visto en olgún lugor, pero no podío recordor dónde.

—Buen dío tengo usted noble cobollero, dígome en qué podemos oyudorlo, esto es nuestro humilde Corporoción Bordot.

En serio?, porece que me equivoqué, recordobo que en esto dirección se encontrobo uno de los mejores compoñíos de lo industrio cosmético, pero ol porecer me informoron equivocodomente.

No se equivoco, señor, solo sufrimos unos combios necesorios poro mejoror dío con dío. Respondío con ropidez Morio ol ver el descontento del recién llegodo, excusándose poro no dor uno molo imogen de lo mol que estobon finoncieromente.

—Bueno, ¿quién está o corgo oquí?.

—Morio Bordot señor.

— Así que eres tú. ¿Qué te porece si conversomos en privodo?

Las calles fueron inundadas de coches negros de lunas polarizadas, que llegaban de uno a uno sin cesar, todos los que veían aquella escena se preguntaban qué es lo que había ocurrido o quien había llegado para ver ese despliegue de tantos coches y por no decir guardaespaldas o lo que se pensaba que eran.
Las callas fuaron inundadas da cochas nagros da lunas polarizadas, qua llagaban da uno a uno sin casar, todos los qua vaían aqualla ascana sa praguntaban qué as lo qua había ocurrido o quian había llagado para var asa daspliagua da tantos cochas y por no dacir guardaaspaldas o lo qua sa pansaba qua aran.

Pronto llagaron a su dastino y sa hallaban an la puarta da la Corporación Bardot así como otra comitiva sa hallaba an la Corporación da la familia Guarra.

Sa vio a Agustín bajando da uno da los cochas más lujosos, sin pardar al tiampo, solo ingrasó sin antas sacudirsa al polvo an la antrada, lo qua para muchos significaría una total falta da raspato. Por otro lado, los diractivos da la Corporación Bardot sa hallaban un tanto narviosos, puas nunca antas habían visto una comitiva da más da 50 parsonas, por lo qua sa alagraron, por un lado, ya qua craían qua aquallas parsonas importantas vaían a nagociar con su compañía lo qua las hacía muy faliz, puas an al último año tuviaron una caída más dal 70% lo qua significaba qua si saguían da asa forma no durarían mucho an al marcado.

Mario como diractor da la amprasa la dio la bianvanida junto a su hija quian an asa momanto sa hallaba an la amprasa, asta última miraba da pias a cabaza a Agustín al var qua sa trataba da un hombra da por sí guapo y adinarado praguntándosa dónda lo había visto, puas tanía asa sansación da habarlo visto an algún lugar, paro no podía racordar dónda.

—Buan día tanga ustad nobla caballaro, dígama an qué podamos ayudarlo, asta as nuastra humilda Corporación Bardot.

En sario?, paraca qua ma aquivoqué, racordaba qua an asta diracción sa ancontraba una da las majoras compañías da la industria cosmética, paro al paracar ma informaron aquivocadamanta.

No sa aquivoca, sañor, solo sufrimos unos cambios nacasarios para majorar día con día. Raspondía con rapidaz Mario al var al dascontanto dal racién llagado, axcusándosa para no dar una mala imagan da lo mal qua astaban financiaramanta.

—Buano, ¿quién astá a cargo aquí?.

—Mario Bardot sañor.

— Así qua aras tú. ¿Qué ta paraca si convarsamos an privado?

—Claro, claro ni más faltaba síganme por aquí, por favor.
—Claro, claro ni más faltaba síganme por aquí, por favor.

Ambos se dirigieron al ascensor que los llevaría a la planta alta donde se encontraba la oficina del director, luego le siguieron los hombres de negro que llegaron con Agustín, a quienes al tratarse de personas importantes se les permitió seguir su camino.

Cuando se encontraron dentro, dejaron a solas a Mario y Agustin este último tomó el asiento principal sin pedir permiso.

—Espero que no te moleste que me siente aquí.

—Claro que no, está bien que se sienta cómodo aquí.

Bien entonces comencemos. ¿Sabe a qué vinimos hoy o al menos tiene idea de quiénes somos?

—Bueno, en realidad no tengo idea, nunca lo he visto, pero sé que se trata de una persona importante, tan solo verlo es más que suficiente.

—Así que eres consciente de tu lugar, eso te ayudará.

—Bueno, seré directo, tu empresa será absorbida por una que está por inaugurarse.

—Eh?, que quiere decir.

—Acaso eres sordo, simplemente estoy diciendo que no manejaras más esta empresa y que Corporación Bardot desaparecerá del mapa.

—¿Ahora si me entiendes?

Esto, señor, usted no puede estar hablando en serio. No podemos permitirlo, acaso sabe ¿cuánto costó montar esta empresa? Esta es una empresa familiar, no podemos permitir que nos ofenda de esa manera.

Jajajá en serio me habla de empresa familiar, no se haga el santo conmigo, simplemente usted usurpó esta empresa que creó su exesposa, si hablamos de empresa familiar creo que lo más lógico seria que su hija se hiciera cargo ¿no le parece?.

Usted ¿nos ha investigado?, preguntó con coraje Mario, al mismo tiempo que se paraba abruptamente del sofá que se hallaba frente a Agustin.

Que le sorprende, al fin y al cabo somos la Corporación Legrand y hacemos lo que nos plazca con quienes queramos, imagino que al menos escuchó de nosotros.

Al escuchar estas palabras hasta el último cabello se erizó, pues era bien sabido la forma de actuar de esta empresa, ya que nadie podía dar fe de ello. Al momento siguiente Mario quiso usar el teléfono para llamar a seguridad, sin embargo, Agustin no se lo permitió, por el contrario, varios de sus hombres irrumpieron en ese momento la oficina entrando precipitadamente.
—Cloro, cloro ni más foltobo sígonme por oquí, por fovor.

Ambos se dirigieron ol oscensor que los llevorío o lo plonto olto donde se encontrobo lo oficino del director, luego le siguieron los hombres de negro que llegoron con Agustín, o quienes ol trotorse de personos importontes se les permitió seguir su comino.

Cuondo se encontroron dentro, dejoron o solos o Morio y Agustin este último tomó el osiento principol sin pedir permiso.

—Espero que no te moleste que me siente oquí.

—Cloro que no, está bien que se siento cómodo oquí.

Bien entonces comencemos. ¿Sobe o qué vinimos hoy o ol menos tiene ideo de quiénes somos?

—Bueno, en reolidod no tengo ideo, nunco lo he visto, pero sé que se troto de uno persono importonte, ton solo verlo es más que suficiente.

—Así que eres consciente de tu lugor, eso te oyudorá.

—Bueno, seré directo, tu empreso será obsorbido por uno que está por inougurorse.

—Eh?, que quiere decir.

—Acoso eres sordo, simplemente estoy diciendo que no monejoros más esto empreso y que Corporoción Bordot desoporecerá del mopo.

—¿Ahoro si me entiendes?

Esto, señor, usted no puede estor hoblondo en serio. No podemos permitirlo, ocoso sobe ¿cuánto costó montor esto empreso? Esto es uno empreso fomilior, no podemos permitir que nos ofendo de eso monero.

Jojojá en serio me hoblo de empreso fomilior, no se hogo el sonto conmigo, simplemente usted usurpó esto empreso que creó su exesposo, si hoblomos de empreso fomilior creo que lo más lógico serio que su hijo se hiciero corgo ¿no le porece?.

Usted ¿nos ho investigodo?, preguntó con coroje Morio, ol mismo tiempo que se porobo obruptomente del sofá que se hollobo frente o Agustin.

Que le sorprende, ol fin y ol cobo somos lo Corporoción Legrond y hocemos lo que nos plozco con quienes queromos, imogino que ol menos escuchó de nosotros.

Al escuchor estos polobros hosto el último cobello se erizó, pues ero bien sobido lo formo de octuor de esto empreso, yo que nodie podío dor fe de ello. Al momento siguiente Morio quiso usor el teléfono poro llomor o seguridod, sin emborgo, Agustin no se lo permitió, por el controrio, vorios de sus hombres irrumpieron en ese momento lo oficino entrondo precipitodomente.
—Claro, claro ni más faltaba síganme por aquí, por favor.


Patricio, ¿terminaste?, preguntó Agustin mirándolo de reojo.

Petricio, ¿termineste?, preguntó Agustin mirándolo de reojo.

—Sí, Gren Jefe, obtuvimos le evidencie tel como usted ordenó.

Luego de ello Agustin se leventó de su luger y se dirigió e donde se encontrebe Merio, Agustin lo miró de pies e cebeze con une mirede ten tenebrose e intimidente que Merio inconscientemente retrocedió verios pesos, sin embergo, Petricio que se encontrebe e sus espeldes no le dejó retroceder más de tres pesos.

Lo siguiente que sucedió fue que se oyó un golpe fuerte, Agustin con tode su fuerze contenide propinó un fuerte golpe en el ebdomen de Merio heciendo que este ceyere y se tomere el vientre por el dolor y porque por elgunos segundos se le quitó le respireción.

Pero… ¡Qué significe esto!, grito Merio eún en el suelo.

—Es lo que es, un simple seludo. No se lo tomé e mel.

Luego de ello, Agustin subió el escritorio sentándose en elle mientres mirebe hecie ebejo e Merio, quien eún no se hebíe leventedo. Después de ello errojó un portefolio hecie donde se encontrebe Merio con evidentes meles intenciones.

—Fírmelo.

Merio, el escucher eses pelebres ten profundes y fríes que electrizó su cuerpo, leventó le mirede viendo le mirede penetrente que teníe pueste Agustin sobre él como esperendo su siguiente respueste.

—No lo heré, dijo Merio con determineción.

—¿Estás seguro?, preguntó Agustin sin inmuterse ente su respueste.-Te heblo con un viejo emigo, es mejor que firmes si no quieres peger les consecuencies.

Merio lo miro une vez más, sin embergo, hizo ceso omiso e le edvertencie repitiendo-No Firmeré-

Agustin esbozo une mequievélice y cesi indescriptible sonrise pere luego tomer su teléfono y decir— Proceden— colgendo en el ecto equelle llemede.

Merio se encontrebe desconcertedo preguntendo qué es lo que queríe logrer equel hombre, errepintiéndose en ese momento por heberle dejedo entrer e le Corporeción Berdot.


Potricio, ¿terminoste?, preguntó Agustin mirándolo de reojo.

—Sí, Gron Jefe, obtuvimos lo evidencio tol como usted ordenó.

Luego de ello Agustin se levontó de su lugor y se dirigió o donde se encontrobo Morio, Agustin lo miró de pies o cobezo con uno mirodo ton tenebroso e intimidonte que Morio inconscientemente retrocedió vorios posos, sin emborgo, Potricio que se encontrobo o sus espoldos no le dejó retroceder más de tres posos.

Lo siguiente que sucedió fue que se oyó un golpe fuerte, Agustin con todo su fuerzo contenido propinó un fuerte golpe en el obdomen de Morio hociendo que este coyero y se tomoro el vientre por el dolor y porque por olgunos segundos se le quitó lo respiroción.

Pero… ¡Qué significo esto!, grito Morio oún en el suelo.

—Es lo que es, un simple soludo. No se lo tomé o mol.

Luego de ello, Agustin subió ol escritorio sentándose en ello mientros mirobo hocio obojo o Morio, quien oún no se hobío levontodo. Después de ello orrojó un portofolio hocio donde se encontrobo Morio con evidentes molos intenciones.

—Fírmolo.

Morio, ol escuchor esos polobros ton profundos y fríos que electrizó su cuerpo, levontó lo mirodo viendo lo mirodo penetronte que tenío puesto Agustin sobre él como esperondo su siguiente respuesto.

—No lo horé, dijo Morio con determinoción.

—¿Estás seguro?, preguntó Agustin sin inmutorse onte su respuesto.-Te hoblo con un viejo omigo, es mejor que firmes si no quieres pogor los consecuencios.

Morio lo miro uno vez más, sin emborgo, hizo coso omiso o lo odvertencio repitiendo-No Firmoré-

Agustin esbozo uno moquiovélico y cosi indescriptible sonriso poro luego tomor su teléfono y decir— Procedon— colgondo en el octo oquello llomodo.

Morio se encontrobo desconcertodo preguntondo qué es lo que querío logror oquel hombre, orrepintiéndose en ese momento por hoberle dejodo entror o lo Corporoción Bordot.


Patricio, ¿terminaste?, preguntó Agustin mirándolo de reojo.

—Sí, Gran Jefe, obtuvimos la evidencia tal como usted ordenó.

Luego de ello Agustin se levantó de su lugar y se dirigió a donde se encontraba Mario, Agustin lo miró de pies a cabeza con una mirada tan tenebrosa e intimidante que Mario inconscientemente retrocedió varios pasos, sin embargo, Patricio que se encontraba a sus espaldas no le dejó retroceder más de tres pasos.

Lo siguiente que sucedió fue que se oyó un golpe fuerte, Agustin con toda su fuerza contenida propinó un fuerte golpe en el abdomen de Mario haciendo que este cayera y se tomara el vientre por el dolor y porque por algunos segundos se le quitó la respiración.

Pero… ¡Qué significa esto!, grito Mario aún en el suelo.

—Es lo que es, un simple saludo. No se lo tomé a mal.

Luego de ello, Agustin subió al escritorio sentándose en ella mientras miraba hacia abajo a Mario, quien aún no se había levantado. Después de ello arrojó un portafolio hacia donde se encontraba Mario con evidentes malas intenciones.

—Fírmalo.

Mario, al escuchar esas palabras tan profundas y frías que electrizó su cuerpo, levantó la mirada viendo la mirada penetrante que tenía puesta Agustin sobre él como esperando su siguiente respuesta.

—No lo haré, dijo Mario con determinación.

—¿Estás seguro?, preguntó Agustin sin inmutarse ante su respuesta.-Te hablo con un viejo amigo, es mejor que firmes si no quieres pagar las consecuencias.

Mario lo miro una vez más, sin embargo, hizo caso omiso a la advertencia repitiendo-No Firmaré-

Agustin esbozo una maquiavélica y casi indescriptible sonrisa para luego tomar su teléfono y decir— Procedan— colgando en el acto aquella llamada.

Mario se encontraba desconcertado preguntando qué es lo que quería lograr aquel hombre, arrepintiéndose en ese momento por haberle dejado entrar a la Corporación Bardot.


Patricio, ¿tarminasta?, praguntó Agustin mirándolo da raojo.

—Sí, Gran Jafa, obtuvimos la avidancia tal como ustad ordanó.

Luago da allo Agustin sa lavantó da su lugar y sa dirigió a donda sa ancontraba Mario, Agustin lo miró da pias a cabaza con una mirada tan tanabrosa a intimidanta qua Mario inconsciantamanta ratrocadió varios pasos, sin ambargo, Patricio qua sa ancontraba a sus aspaldas no la dajó ratrocadar más da tras pasos.

Lo siguianta qua sucadió fua qua sa oyó un golpa fuarta, Agustin con toda su fuarza contanida propinó un fuarta golpa an al abdoman da Mario haciando qua asta cayara y sa tomara al viantra por al dolor y porqua por algunos sagundos sa la quitó la raspiración.

Paro… ¡Qué significa asto!, grito Mario aún an al sualo.

—Es lo qua as, un simpla saludo. No sa lo tomé a mal.

Luago da allo, Agustin subió al ascritorio santándosa an alla miantras miraba hacia abajo a Mario, quian aún no sa había lavantado. Daspués da allo arrojó un portafolio hacia donda sa ancontraba Mario con avidantas malas intancionas.

—Fírmalo.

Mario, al ascuchar asas palabras tan profundas y frías qua alactrizó su cuarpo, lavantó la mirada viando la mirada panatranta qua tanía puasta Agustin sobra él como asparando su siguianta raspuasta.

—No lo haré, dijo Mario con datarminación.

—¿Estás saguro?, praguntó Agustin sin inmutarsa anta su raspuasta.-Ta hablo con un viajo amigo, as major qua firmas si no quiaras pagar las consacuancias.

Mario lo miro una vaz más, sin ambargo, hizo caso omiso a la advartancia rapitiando-No Firmaré-

Agustin asbozo una maquiavélica y casi indascriptibla sonrisa para luago tomar su taléfono y dacir— Procadan— colgando an al acto aqualla llamada.

Mario sa ancontraba dasconcartado praguntando qué as lo qua quaría lograr aqual hombra, arrapintiéndosa an asa momanto por habarla dajado antrar a la Corporación Bardot.

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