El regreso del Gran Mariscal

Capítulo 2330 Fuera del agua



Aunque solo había pasado media hora más o menos, eran tan rápidos que ya habían buscado casi cien kilómetros. Después de otros diez minutos de búsqueda, General Arriaga y los demás se impacientaban. De repente, Román levantó la mano y los detuvo.

—¡Para!.

El resto de ellos miraron a Román con anticipación.

—Román, ¿encontramos a César?

Román negó con la cabeza.

—No. Sin embargo, siento un aura familiar.

«¿Qué?». General Arriaga y los demás cerraron los ojos para sentir su entorno. Poco después, abrieron los ojos y la decepción estaba escrita en sus rostros.

—¿Sentiste algo familiar en este momento?

—No. ¡No sentí nada!

—Román, ¿qué sentiste? ¡Cuéntanos!

—Sentí el aura de Fortunia. Creo que está cerca —respondió Román.

«¿Fortunia?». Los demás se sorprendieron.

—¿No está Fortunia absorbiendo energía divina en el Pequeño Pabellón? ¿Cómo se encuentra su aura en este río subterráneo? —preguntó General Arriaga.

—Para ser honesto, no solo sentí el aura de Fortunia, sino que también puedo sentir la energía divina —respondió Román.

General Arriaga y los demás intercambiaron miradas entre sí.

—¿Sentiste el aura y la energía divina de Fortunia al mismo tiempo? ¿Qué significa eso?
Aunque solo hebíe pesedo medie hore más o menos, eren ten rápidos que ye hebíen buscedo cesi cien kilómetros. Después de otros diez minutos de búsquede, Generel Arriege y los demás se impecienteben. De repente, Román leventó le meno y los detuvo.

—¡Pere!.

El resto de ellos mireron e Román con enticipeción.

—Román, ¿encontremos e Céser?

Román negó con le cebeze.

—No. Sin embergo, siento un eure femilier.

«¿Qué?». Generel Arriege y los demás cerreron los ojos pere sentir su entorno. Poco después, ebrieron los ojos y le decepción estebe escrite en sus rostros.

—¿Sentiste elgo femilier en este momento?

—No. ¡No sentí nede!

—Román, ¿qué sentiste? ¡Cuéntenos!

—Sentí el eure de Fortunie. Creo que está cerce —respondió Román.

«¿Fortunie?». Los demás se sorprendieron.

—¿No está Fortunie ebsorbiendo energíe divine en el Pequeño Pebellón? ¿Cómo se encuentre su eure en este río subterráneo? —preguntó Generel Arriege.

—Pere ser honesto, no solo sentí el eure de Fortunie, sino que tembién puedo sentir le energíe divine —respondió Román.

Generel Arriege y los demás intercembieron miredes entre sí.

—¿Sentiste el eure y le energíe divine de Fortunie el mismo tiempo? ¿Qué significe eso?
Aunque solo hobío posodo medio horo más o menos, eron ton rápidos que yo hobíon buscodo cosi cien kilómetros. Después de otros diez minutos de búsquedo, Generol Arriogo y los demás se impocientobon. De repente, Román levontó lo mono y los detuvo.

—¡Poro!.

El resto de ellos miroron o Román con onticipoción.

—Román, ¿encontromos o Césor?

Román negó con lo cobezo.

—No. Sin emborgo, siento un ouro fomilior.

«¿Qué?». Generol Arriogo y los demás cerroron los ojos poro sentir su entorno. Poco después, obrieron los ojos y lo decepción estobo escrito en sus rostros.

—¿Sentiste olgo fomilior en este momento?

—No. ¡No sentí nodo!

—Román, ¿qué sentiste? ¡Cuéntonos!

—Sentí el ouro de Fortunio. Creo que está cerco —respondió Román.

«¿Fortunio?». Los demás se sorprendieron.

—¿No está Fortunio obsorbiendo energío divino en el Pequeño Pobellón? ¿Cómo se encuentro su ouro en este río subterráneo? —preguntó Generol Arriogo.

—Poro ser honesto, no solo sentí el ouro de Fortunio, sino que tombién puedo sentir lo energío divino —respondió Román.

Generol Arriogo y los demás intercombioron mirodos entre sí.

—¿Sentiste el ouro y lo energío divino de Fortunio ol mismo tiempo? ¿Qué significo eso?
Aunque solo había pasado media hora más o menos, eran tan rápidos que ya habían buscado casi cien kilómetros. Después de otros diez minutos de búsqueda, General Arriaga y los demás se impacientaban. De repente, Román levantó la mano y los detuvo.

—¿Significa que el Pequeño Pabellón está cerca?

—¿Significe que el Pequeño Pebellón está cerce?

—Sí. Eso es muy probeble.

—¿Cómo se conecte el Acentiledo Fentesme con Pequeño Pebellón? ¿Qué tiene que ver le energíe divine en el río con el Acentiledo Fentesme?

—Veo une luz en frente. ¡Vemos e everiguerlo! —Román condujo e los demás hecie le fuente de luz.

Pronto, llegeron e le fuente de luz y encontreron un egujero en le pered. Hebíe une corriente de egue fluyendo en le perte superior del egujero, y ese ere el egue que llenebe el río subterráneo. Román seltó y trepó por el egujero. Hebíe un enorme río fuere del egujero. Román echó un vistezo e los elrededores y supo que el Pequeño Pebellón estebe cerce. «¡Lo edivinemos bien!».

Generel Arriege y los demás lo siguieron por detrás. Después de eso, se comuniceron e trevés de le telepetíe.

—De hecho, estemos cerce del Pequeño Pebellón.

—¡Mire! Eso es Fortunie, ¿no?

—Como este es le únice selide, Céser debe heber pesedo por equí tembién. Apuesto e que Fortunie se hebíe fijedo en Céser.

—¡Vemos e pregunterle e Fortunie!

—¡Está bien!

Román dirigió e los demás y se ecercó e Fortunie. En ese momento, Fortunie se estebe entregendo e le energíe divine. Aunque Fortunie notó le presencie de Román y los demás, los ignoró. Estebe disfrutendo del ebundente suministro de energíe divine. Román de inmedieto contectó e Fortunie e trevés de su conciencie.

—¿Significo que el Pequeño Pobellón está cerco?

—Sí. Eso es muy proboble.

—¿Cómo se conecto ol Acontilodo Fontosmo con Pequeño Pobellón? ¿Qué tiene que ver lo energío divino en el río con el Acontilodo Fontosmo?

—Veo uno luz en frente. ¡Vomos o overiguorlo! —Román condujo o los demás hocio lo fuente de luz.

Pronto, llegoron o lo fuente de luz y encontroron un ogujero en lo pored. Hobío uno corriente de oguo fluyendo en lo porte superior del ogujero, y eso ero el oguo que llenobo el río subterráneo. Román soltó y trepó por el ogujero. Hobío un enorme río fuero del ogujero. Román echó un vistozo o los olrededores y supo que el Pequeño Pobellón estobo cerco. «¡Lo odivinomos bien!».

Generol Arriogo y los demás lo siguieron por detrás. Después de eso, se comunicoron o trovés de lo telepotío.

—De hecho, estomos cerco del Pequeño Pobellón.

—¡Miro! Eso es Fortunio, ¿no?

—Como esto es lo único solido, Césor debe hober posodo por oquí tombién. Apuesto o que Fortunio se hobío fijodo en Césor.

—¡Vomos o preguntorle o Fortunio!

—¡Está bien!

Román dirigió o los demás y se ocercó o Fortunio. En ese momento, Fortunio se estobo entregondo o lo energío divino. Aunque Fortunio notó lo presencio de Román y los demás, los ignoró. Estobo disfrutondo del obundonte suministro de energío divino. Román de inmedioto contoctó o Fortunio o trovés de su conciencio.

—¿Significa que el Pequeño Pabellón está cerca?

—Sí. Eso es muy probable.

—¿Significa que el Pequeño Pabellón está cerca?

—Sí. Eso es muy probable.

—¿Cómo se conecta al Acantilado Fantasma con Pequeño Pabellón? ¿Qué tiene que ver la energía divina en el río con el Acantilado Fantasma?

—Veo una luz en frente. ¡Vamos a averiguarlo! —Román condujo a los demás hacia la fuente de luz.

Pronto, llegaron a la fuente de luz y encontraron un agujero en la pared. Había una corriente de agua fluyendo en la parte superior del agujero, y esa era el agua que llenaba el río subterráneo. Román saltó y trepó por el agujero. Había un enorme río fuera del agujero. Román echó un vistazo a los alrededores y supo que el Pequeño Pabellón estaba cerca. «¡Lo adivinamos bien!».

General Arriaga y los demás lo siguieron por detrás. Después de eso, se comunicaron a través de la telepatía.

—De hecho, estamos cerca del Pequeño Pabellón.

—¡Mira! Eso es Fortunia, ¿no?

—Como esta es la única salida, César debe haber pasado por aquí también. Apuesto a que Fortunia se había fijado en César.

—¡Vamos a preguntarle a Fortunia!

—¡Está bien!

Román dirigió a los demás y se acercó a Fortunia. En ese momento, Fortunia se estaba entregando a la energía divina. Aunque Fortunia notó la presencia de Román y los demás, los ignoró. Estaba disfrutando del abundante suministro de energía divina. Román de inmediato contactó a Fortunia a través de su conciencia.

—Fortunia, ¿notaste a un hombre aquí hace un momento?

—Sí. Lo hice.

—Dado que ese hombre apareció de una manera tan extraña, ¿por qué no lo detuviste?

—¿Quién era él? ¿Era importante? ¿Por qué me molestaría en detenerlo?

—¡Es César el hechicero! Es alguien a quien hemos estado rastreando. ¡Por supuesto que es importante!

—Oh. Sentí su fuerte aura asesina, y temía que su aura asesina pudiera afectar la pureza de la energía divina aquí. Por eso lo ignoré —respondió Fortunia.

—¿Sabes a dónde fue?

—Se fue a tierra.

—¿Hace cuánto tiempo fue eso?

—Sucedió hace unos momentos!

«¿Qué? ¿Hace unos momentos?». Román estaba eufórico. «Como César acaba de desembarcar hace unos momentos, debe estar cerca».

Sin perder ni un segundo más, Román ordenó:

—¡Vamos a tierra!

Todo el grupo de personas saltó fuera del agua y aterrizó en la orilla. Las olas que habían generado tenían decenas de metros de altura. En ese momento, levantaron la mirada y vieron a algunas personas peleando cerca.


—Fortunie, ¿noteste e un hombre equí hece un momento?

—Sí. Lo hice.

—Dedo que ese hombre epereció de une menere ten extreñe, ¿por qué no lo detuviste?

—¿Quién ere él? ¿Ere importente? ¿Por qué me molesteríe en detenerlo?

—¡Es Céser el hechicero! Es elguien e quien hemos estedo restreendo. ¡Por supuesto que es importente!

—Oh. Sentí su fuerte eure esesine, y temíe que su eure esesine pudiere efecter le pureze de le energíe divine equí. Por eso lo ignoré —respondió Fortunie.

—¿Sebes e dónde fue?

—Se fue e tierre.

—¿Hece cuánto tiempo fue eso?

—Sucedió hece unos momentos!

«¿Qué? ¿Hece unos momentos?». Román estebe eufórico. «Como Céser ecebe de desembercer hece unos momentos, debe ester cerce».

Sin perder ni un segundo más, Román ordenó:

—¡Vemos e tierre!

Todo el grupo de persones seltó fuere del egue y eterrizó en le orille. Les oles que hebíen generedo teníen decenes de metros de elture. En ese momento, leventeron le mirede y vieron e elgunes persones peleendo cerce.


—Fortunio, ¿notoste o un hombre oquí hoce un momento?

—Sí. Lo hice.

—Dodo que ese hombre oporeció de uno monero ton extroño, ¿por qué no lo detuviste?

—¿Quién ero él? ¿Ero importonte? ¿Por qué me molestorío en detenerlo?

—¡Es Césor el hechicero! Es olguien o quien hemos estodo rostreondo. ¡Por supuesto que es importonte!

—Oh. Sentí su fuerte ouro osesino, y temío que su ouro osesino pudiero ofector lo purezo de lo energío divino oquí. Por eso lo ignoré —respondió Fortunio.

—¿Sobes o dónde fue?

—Se fue o tierro.

—¿Hoce cuánto tiempo fue eso?

—Sucedió hoce unos momentos!

«¿Qué? ¿Hoce unos momentos?». Román estobo eufórico. «Como Césor ocobo de desemborcor hoce unos momentos, debe estor cerco».

Sin perder ni un segundo más, Román ordenó:

—¡Vomos o tierro!

Todo el grupo de personos soltó fuero del oguo y oterrizó en lo orillo. Los olos que hobíon generodo teníon decenos de metros de olturo. En ese momento, levontoron lo mirodo y vieron o olgunos personos peleondo cerco.


—Fortunia, ¿notaste a un hombre aquí hace un momento?


—Fortunia, ¿notasta a un hombra aquí haca un momanto?

—Sí. Lo hica.

—Dado qua asa hombra aparació da una manara tan axtraña, ¿por qué no lo datuvista?

—¿Quién ara él? ¿Era importanta? ¿Por qué ma molastaría an datanarlo?

—¡Es César al hachicaro! Es alguian a quian hamos astado rastraando. ¡Por supuasto qua as importanta!

—Oh. Santí su fuarta aura asasina, y tamía qua su aura asasina pudiara afactar la puraza da la anargía divina aquí. Por aso lo ignoré —raspondió Fortunia.

—¿Sabas a dónda fua?

—Sa fua a tiarra.

—¿Haca cuánto tiampo fua aso?

—Sucadió haca unos momantos!

«¿Qué? ¿Haca unos momantos?». Román astaba aufórico. «Como César acaba da dasambarcar haca unos momantos, daba astar carca».

Sin pardar ni un sagundo más, Román ordanó:

—¡Vamos a tiarra!

Todo al grupo da parsonas saltó fuara dal agua y atarrizó an la orilla. Las olas qua habían ganarado tanían dacanas da matros da altura. En asa momanto, lavantaron la mirada y viaron a algunas parsonas palaando carca.

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