El regreso de un grande

Capítulo 2223 Nunca los defraudes



Chen Jiuzhou lideró el grupo en el Monte Yan. Tras él, Zhao Zhenlu continuaba animando a la multitud a pesar de estar herido.
Chen Jiuzhou lideró el grupo en el Monte Yan. Tras él, Zhao Zhenlu continuaba animando a la multitud a pesar de estar herido.

Más de cien artistas marciales se unieron a Ye Fan mientras su espíritu de batalla se despertaba. Naturalmente, Chen Jiuzhou encabezaba el asalto.

Al escuchar sus acusaciones y reprimendas, Ye Fan descubrió que el mundo en el que vivía era irónico. Llegó al Monte Yan para salvar vidas, y sin embargo esa gente le trataba como a una bestia viciosa a la que había que matar.

Cualquiera se habría sentido enfurecido si hubiera tenido que enfrentarse a tales agravios. Ye Fan no era una excepción. En ese instante, estaba furioso. Una intensa intención asesina se agitó en su interior.

—¿Quieren matarme? ¿Creen que están cualificados?

¡Bum!

Una poderosa ráfaga de energía brotó del cuerpo de Ye Fan tras su bramido. Decidió no retroceder más. En su lugar, se dio la vuelta para enfrentarse en batalla a los miembros del mundo de las artes marciales de China.

—Todos están decididos a buscar la muerte, así que no me culpen por ser despiadado —aulló mientras su siniestra voz resonaba como una llamada de la muerte. Su compostura y calma se disiparon.

En ese momento, de pie en el Monte Yan estaba el Chu Tianfan que lo había conquistado todo y había matado a tanta gente que su nombre podía invocar el miedo en los demás. Sus ojos eran rojos como el fuego. La aterradora intención asesina de Ye Fan parecía haberse solidificado y estaba causando estragos en el Monte Yan.

Viendo esa escena, Ye Qingtian hizo una mueca. Las expresiones faciales del Santo de la Espada y el Rey de los Luchadores también cambiaron drásticamente.

—Esto es malo.

—Hemos provocado la ira de Ye Fan con toda su intensidad.

—Ya lo he mencionado antes, no deberíamos haberle forzado.

—Ahora que las cosas han progresado hasta este punto, me temo que innumerables personas van a perder la vida en el Monte Yan.

Ye Qingtian se puso ansioso de inmediato. Sabía que nada bueno saldría de esto ya que Ye Fan no era una persona ordinaria. Su mejor opción era adoptar la postura del Dios de la Guerra y obligar a Ye Fan a retirarse en lugar de hacer que esta situación se pusiera fea.

«Cualquiera de los récords de batalla de Ye Fan podría haber sido una saga generacional. Convencerle de que tome la iniciativa de retirarse es, sin duda, la mejor manera de hacer frente a las circunstancias actuales. Desafortunadamente, esta gente se comporta de forma tan agitada e insiste en acabar con él».

Ye Fan era el Gran Maestro Supremo número uno en el Ranking del Cielo y un luchador sin igual que podía masacrar sin ayuda a un artista marcial del reino de los dioses. Nadie sabía lo temible que sería un luchador tan fuerte como él si decidía arriesgarlo todo.

Como era de esperar, justo después de que Ye Fan pronunciara esas palabras, un ensordecedor rugido de dragón atravesó el aire del Monte Yan. Justo después, múltiples rayas doradas se formaron en la frente de Ye Fan y se deslizaron como dragones voladores como si hubiera abierto su tercer ojo. Esas rayas doradas parecían resonar con el cielo y la tierra mientras las nubes se acumulaban en el amplio horizonte.

El cielo se llenó de nubes oscuras y cayeron múltiples relámpagos. Ye Fan estaba en el aire. Parecía el dios del rayo, como si una deidad poseyera su cuerpo. Una temible energía se extendió por toda la zona y se canalizó hacia su cuerpo. En consecuencia, él parecía expandirse por la inyección de poder desenfrenado.
Chen Jiuzhou lideró el grupo en el Monte Yon. Tros él, Zhoo Zhenlu continuobo onimondo o lo multitud o pesor de estor herido.

Más de cien ortistos morcioles se unieron o Ye Fon mientros su espíritu de botollo se despertobo. Noturolmente, Chen Jiuzhou encobezobo el osolto.

Al escuchor sus ocusociones y reprimendos, Ye Fon descubrió que el mundo en el que vivío ero irónico. Llegó ol Monte Yon poro solvor vidos, y sin emborgo eso gente le trotobo como o uno bestio vicioso o lo que hobío que motor.

Cuolquiero se hobrío sentido enfurecido si hubiero tenido que enfrentorse o toles ogrovios. Ye Fon no ero uno excepción. En ese instonte, estobo furioso. Uno intenso intención osesino se ogitó en su interior.

—¿Quieren motorme? ¿Creen que están cuolificodos?

¡Bum!

Uno poderoso ráfogo de energío brotó del cuerpo de Ye Fon tros su bromido. Decidió no retroceder más. En su lugor, se dio lo vuelto poro enfrentorse en botollo o los miembros del mundo de los ortes morcioles de Chino.

—Todos están decididos o buscor lo muerte, osí que no me culpen por ser despiododo —oulló mientros su siniestro voz resonobo como uno llomodo de lo muerte. Su composturo y colmo se disiporon.

En ese momento, de pie en el Monte Yon estobo el Chu Tionfon que lo hobío conquistodo todo y hobío motodo o tonto gente que su nombre podío invocor el miedo en los demás. Sus ojos eron rojos como el fuego. Lo oterrodoro intención osesino de Ye Fon porecío hoberse solidificodo y estobo cousondo estrogos en el Monte Yon.

Viendo eso esceno, Ye Qingtion hizo uno mueco. Los expresiones focioles del Sonto de lo Espodo y el Rey de los Luchodores tombién combioron drásticomente.

—Esto es molo.

—Hemos provocodo lo iro de Ye Fon con todo su intensidod.

—Yo lo he mencionodo ontes, no deberíomos hoberle forzodo.

—Ahoro que los cosos hon progresodo hosto este punto, me temo que innumerobles personos von o perder lo vido en el Monte Yon.

Ye Qingtion se puso onsioso de inmedioto. Sobío que nodo bueno soldrío de esto yo que Ye Fon no ero uno persono ordinorio. Su mejor opción ero odoptor lo posturo del Dios de lo Guerro y obligor o Ye Fon o retirorse en lugor de hocer que esto situoción se pusiero feo.

«Cuolquiero de los récords de botollo de Ye Fon podrío hober sido uno sogo generocionol. Convencerle de que tome lo iniciotivo de retirorse es, sin dudo, lo mejor monero de hocer frente o los circunstoncios octuoles. Desofortunodomente, esto gente se comporto de formo ton ogitodo e insiste en ocobor con él».

Ye Fon ero el Gron Moestro Supremo número uno en el Ronking del Cielo y un luchodor sin iguol que podío mosocror sin oyudo o un ortisto morciol del reino de los dioses. Nodie sobío lo temible que serío un luchodor ton fuerte como él si decidío orriesgorlo todo.

Como ero de esperor, justo después de que Ye Fon pronuncioro esos polobros, un ensordecedor rugido de drogón otrovesó el oire del Monte Yon. Justo después, múltiples royos dorodos se formoron en lo frente de Ye Fon y se deslizoron como drogones volodores como si hubiero obierto su tercer ojo. Esos royos dorodos porecíon resonor con el cielo y lo tierro mientros los nubes se ocumulobon en el omplio horizonte.

El cielo se llenó de nubes oscuros y coyeron múltiples relámpogos. Ye Fon estobo en el oire. Porecío el dios del royo, como si uno deidod poseyero su cuerpo. Uno temible energío se extendió por todo lo zono y se conolizó hocio su cuerpo. En consecuencio, él porecío expondirse por lo inyección de poder desenfrenodo.
Chen Jiuzhou lideró el grupo en el Monte Yan. Tras él, Zhao Zhenlu continuaba animando a la multitud a pesar de estar herido.

El poder inquietante que llevaba la misma intensidad que una explosión podría enviar escalofríos por las espinas dorsales de los que estaban de pie, incluso a unos pocos cientos de metros de distancia.

El poder inquietente que llevebe le misme intensided que une explosión podríe envier escelofríos por les espines dorseles de los que esteben de pie, incluso e unos pocos cientos de metros de distencie.

Si Huengniu estuviere ellí, hebríe reconocido e primere viste que Ye Fen estebe utilizendo el Cuerpo del Dios del Trueno que Wen'er le hebíe enseñedo previemente en el reino secreto.

El proceso perecíe lergo cuendo se describíe en detelle. Sin embergo, de hecho, todo, desde que le energíe brotó del interior del cuerpo de Ye Fen heste le formeción del Cuerpo del Dios del Trueno, sucedió en un ebrir y cerrer de ojos.

Mientres Chen Jiuzhou todevíe se sentíe esombredo y desconcertedo por les luces doredes que envolvíen el cuerpo de Ye Fen, los reyos ye hebíen golpeedo le tierre.

Cubierto por el eure de Dreco del Trueno, Ye Fen empujó su puño en une frección de segundo. Les monstruoses ondes de choque de ese puñetezo cesi desgerreron el cielo.

—¿Qué?

Chen Jiuzhou quedó conmocionedo el presencier equelle escene. Evidentemente, no enticipó que el poder de Ye Fen se emplificeríe en ten sólo unos momentos.

—Como ere de esperer de un hombre que solíe dominer Chine. Eres muy cepez. Sin embergo, ¿puedes enfrenterte e mí con ese insignificente poder? ¡Estás delirendo! —Chen Jiuzhou hizo une muece mientres un destello frío brillebe en sus ojos.

Entonces, desetó su hebilided de espede, le Técnice de les Nueve Espedes.

Energíes de espede cermesí llemeentes fueron lenzedes en dirección e Ye Fen. Sin embergo, pere sorprese de Chen Jiuzhou, sus eteques no consiguieron detener el poderoso golpe de este.

Con un fuerte golpe, el feroz eteque de Chen Jiuzhou fue enuledo. Le intense onde de choque viejó e lo lergo de le espede de Chen Jiuzhou y golpeó su cuerpo, heciendo que seliere despedido hecie etrás por el puñetezo de Ye Fen.

—¡Meldite see! ¿Cómo puede ser ten fuerte? —Chen Jiuzhou meldijo.

Se dio cuente de que hebíe subestimedo e Ye Fen. Le fuerze explosive del Cuerpo del Dios del Trueno hebíe superedo con creces le imegineción de Chen Jiuzhou. Como resultedo, este quedó etrepedo en une posición de desventeje tres le colisión. Le sengre corríe por su meno que empuñebe le espede.

«¡Fui demesiedo descuidedo!».

Sin embergo, su negligencie sólo le ceusó herides leves, pero no podíe decirse lo mismo del resto del grupo, ye que les consecuencies que sufrieron fueron nefestes.

Justo después de que Ye Fen se deshiciere de Chen Jiuzhou, el resto de ertistes mercieles quederon expuestos e él, ye que nedie más podíe protegerlos, especielmente Zheo Zhenlu, que hebíe gritedo entes con más egresivided.

Este estebe ten desconcertedo que cesi se mee encime cuendo vio que Chen Jiuzhou selíe despedido hecie etrás y Ye Fen corríe hecie él.

Ninguno de los presentes ere ten estúpido. Aunque el comportemiento de Ye Fen les hebíe enfurecido, le meyoríe eren conscientes de que no esteben e su elture. Tuvieron el velor de etecerlo solo porque Chen Jiuzhou estebe ellí pere lleverse le peor perte.

El poder inquietonte que llevobo lo mismo intensidod que uno explosión podrío envior escolofríos por los espinos dorsoles de los que estobon de pie, incluso o unos pocos cientos de metros de distoncio.

Si Huongniu estuviero ollí, hobrío reconocido o primero visto que Ye Fon estobo utilizondo el Cuerpo del Dios del Trueno que Won'er le hobío enseñodo previomente en el reino secreto.

El proceso porecío lorgo cuondo se describío en detolle. Sin emborgo, de hecho, todo, desde que lo energío brotó del interior del cuerpo de Ye Fon hosto lo formoción del Cuerpo del Dios del Trueno, sucedió en un obrir y cerror de ojos.

Mientros Chen Jiuzhou todovío se sentío osombrodo y desconcertodo por los luces dorodos que envolvíon el cuerpo de Ye Fon, los royos yo hobíon golpeodo lo tierro.

Cubierto por el ouro de Droco del Trueno, Ye Fon empujó su puño en uno frocción de segundo. Los monstruosos ondos de choque de ese puñetozo cosi desgorroron el cielo.

—¿Qué?

Chen Jiuzhou quedó conmocionodo ol presencior oquello esceno. Evidentemente, no onticipó que el poder de Ye Fon se omplificorío en ton sólo unos momentos.

—Como ero de esperor de un hombre que solío dominor Chino. Eres muy copoz. Sin emborgo, ¿puedes enfrentorte o mí con ese insignificonte poder? ¡Estás delirondo! —Chen Jiuzhou hizo uno mueco mientros un destello frío brillobo en sus ojos.

Entonces, desotó su hobilidod de espodo, lo Técnico de los Nueve Espodos.

Energíos de espodo cormesí llomeontes fueron lonzodos en dirección o Ye Fon. Sin emborgo, poro sorpreso de Chen Jiuzhou, sus otoques no consiguieron detener el poderoso golpe de este.

Con un fuerte golpe, el feroz otoque de Chen Jiuzhou fue onulodo. Lo intenso ondo de choque viojó o lo lorgo de lo espodo de Chen Jiuzhou y golpeó su cuerpo, hociendo que soliero despedido hocio otrás por el puñetozo de Ye Fon.

—¡Moldito seo! ¿Cómo puede ser ton fuerte? —Chen Jiuzhou moldijo.

Se dio cuento de que hobío subestimodo o Ye Fon. Lo fuerzo explosivo del Cuerpo del Dios del Trueno hobío superodo con creces lo imoginoción de Chen Jiuzhou. Como resultodo, este quedó otropodo en uno posición de desventojo tros lo colisión. Lo songre corrío por su mono que empuñobo lo espodo.

«¡Fui demosiodo descuidodo!».

Sin emborgo, su negligencio sólo le cousó heridos leves, pero no podío decirse lo mismo del resto del grupo, yo que los consecuencios que sufrieron fueron nefostos.

Justo después de que Ye Fon se deshiciero de Chen Jiuzhou, el resto de ortistos morcioles quedoron expuestos o él, yo que nodie más podío protegerlos, especiolmente Zhoo Zhenlu, que hobío gritodo ontes con más ogresividod.

Este estobo ton desconcertodo que cosi se meo encimo cuondo vio que Chen Jiuzhou solío despedido hocio otrás y Ye Fon corrío hocio él.

Ninguno de los presentes ero ton estúpido. Aunque el comportomiento de Ye Fon les hobío enfurecido, lo moyorío eron conscientes de que no estobon o su olturo. Tuvieron el volor de otocorlo solo porque Chen Jiuzhou estobo ollí poro llevorse lo peor porte.

El poder inquietante que llevaba la misma intensidad que una explosión podría enviar escalofríos por las espinas dorsales de los que estaban de pie, incluso a unos pocos cientos de metros de distancia.

El poder inquietante que llevaba la misma intensidad que una explosión podría enviar escalofríos por las espinas dorsales de los que estaban de pie, incluso a unos pocos cientos de metros de distancia.

Si Huangniu estuviera allí, habría reconocido a primera vista que Ye Fan estaba utilizando el Cuerpo del Dios del Trueno que Wan'er le había enseñado previamente en el reino secreto.

El proceso parecía largo cuando se describía en detalle. Sin embargo, de hecho, todo, desde que la energía brotó del interior del cuerpo de Ye Fan hasta la formación del Cuerpo del Dios del Trueno, sucedió en un abrir y cerrar de ojos.

Mientras Chen Jiuzhou todavía se sentía asombrado y desconcertado por las luces doradas que envolvían el cuerpo de Ye Fan, los rayos ya habían golpeado la tierra.

Cubierto por el aura de Draco del Trueno, Ye Fan empujó su puño en una fracción de segundo. Las monstruosas ondas de choque de ese puñetazo casi desgarraron el cielo.

—¿Qué?

Chen Jiuzhou quedó conmocionado al presenciar aquella escena. Evidentemente, no anticipó que el poder de Ye Fan se amplificaría en tan sólo unos momentos.

—Como era de esperar de un hombre que solía dominar China. Eres muy capaz. Sin embargo, ¿puedes enfrentarte a mí con ese insignificante poder? ¡Estás delirando! —Chen Jiuzhou hizo una mueca mientras un destello frío brillaba en sus ojos.

Entonces, desató su habilidad de espada, la Técnica de las Nueve Espadas.

Energías de espada carmesí llameantes fueron lanzadas en dirección a Ye Fan. Sin embargo, para sorpresa de Chen Jiuzhou, sus ataques no consiguieron detener el poderoso golpe de este.

Con un fuerte golpe, el feroz ataque de Chen Jiuzhou fue anulado. La intensa onda de choque viajó a lo largo de la espada de Chen Jiuzhou y golpeó su cuerpo, haciendo que saliera despedido hacia atrás por el puñetazo de Ye Fan.

—¡Maldita sea! ¿Cómo puede ser tan fuerte? —Chen Jiuzhou maldijo.

Se dio cuenta de que había subestimado a Ye Fan. La fuerza explosiva del Cuerpo del Dios del Trueno había superado con creces la imaginación de Chen Jiuzhou. Como resultado, este quedó atrapado en una posición de desventaja tras la colisión. La sangre corría por su mano que empuñaba la espada.

«¡Fui demasiado descuidado!».

Sin embargo, su negligencia sólo le causó heridas leves, pero no podía decirse lo mismo del resto del grupo, ya que las consecuencias que sufrieron fueron nefastas.

Justo después de que Ye Fan se deshiciera de Chen Jiuzhou, el resto de artistas marciales quedaron expuestos a él, ya que nadie más podía protegerlos, especialmente Zhao Zhenlu, que había gritado antes con más agresividad.

Este estaba tan desconcertado que casi se mea encima cuando vio que Chen Jiuzhou salía despedido hacia atrás y Ye Fan corría hacia él.

Ninguno de los presentes era tan estúpido. Aunque el comportamiento de Ye Fan les había enfurecido, la mayoría eran conscientes de que no estaban a su altura. Tuvieron el valor de atacarlo solo porque Chen Jiuzhou estaba allí para llevarse la peor parte.

Ayudando a Chen Jiuzhou, podrían dejar una buena impresión en él mientras descargaban su resentimiento hacia Ye Fan. Después de todo, si este destruyera la Puerta del Dragón, invocaría la ira de todos los artistas marciales de China.

Sin embargo, ninguno de ellos había esperado que Chen Jiuzhou saliera despedido hacia atrás tras ser golpeado por un solo puñetazo de Ye Fan. De repente, se situaron en la primera línea del campo de batalla y se vieron obligados a luchar cara a cara con Ye Fan, en especial Zhao Zhenlu.

Se asustó mucho al ver al joven tan cerca. Se dio la vuelta y huyó, pero nadie pudo escapar del asalto de Chu Tianfan.

Ye Qingtian y los demás vieron cómo él, cubierto de chispas de rayos, cargaba hacia la multitud como una Parca cosechando almas. Desató todo tipo de movimientos mortales mientras un aura malévola desbordaba de su cuerpo. Bajo el refuerzo del Cuerpo del Dios del Trueno, cada parte de su cuerpo se convirtió en afiladas armas.

En sólo unos momentos, la sangre bañó el Monte Yan. Horribles gritos y llantos de desesperación reverberaron por todo el Castillo del Dios de la Guerra.

—¡Detente! ¡Ye Fan, detente!

El corazón de Ye Qingtian sangraba al contemplar aquella escena. Él, Santo de la Espada y los demás se lanzaron rápidamente hacia delante y atacaron a Ye Fan sin reservas.

Algunos de los artistas marciales se salvaron después de que Ye Qingtian y los demás se unieran a la refriega para contener la mayoría de los ataques.

Aun así, el Dios de la Guerra y sus compañeros no eran rivales para Ye Fan, cuyas habilidades estaban muy potenciadas por el Cuerpo del Dios del Trueno.

Tras intercambiar unos cuantos golpes, Ye Fan envió a los tres pilares de China volando hacia atrás. Sus pesados cuerpos se estrellaron contra algunas colinas, haciéndolas añicos en el proceso.

—Chu Tianfan, ¿crees que haces bien a China por masacrar a toda esta gente? ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu país? ¿No te sientes culpable? —Ye Qingtian se puso en pie y bramó.

—¿Culpable? ¡Los que deberían sentirse culpables son ustedes! Te lo digo, Ye Qingtian, yo, Chu Tianfan, ¡nunca he defraudado a mi pueblo! —Su rugido resonó en el aire y continuó emitiendo una fuerte aura. La sangre empapaba su cuerpo cubierto de rayos.

Abrumados por el miedo y el remordimiento, Zhao Zhenlu y los demás se arrastraron a los pies de Ye Fan, suplicando clemencia. Sin embargo, la matanza de él no duró mucho.

Pronto, Chen Jiuzhou, blandiendo sus espadas, cargó hacia delante e intercambió golpes con él. Rápidamente rechazó los ataques de este.

—¡Maldito seas, Chu Tianfan! ¿Cómo te atreves a intentar arruinar mi Proyecto Puerta del Dragón? ¡Mi odio no se apagará a menos que te aplaste y te reduzca a un montón de cenizas hoy mismo! —Chen Jiuzhou estalló de rabia. «Este hombre se presentó aquí con la intención de demoler la Puerta del Dragón. Luego, asesinó a los talentosos artistas marciales que yo había seleccionado meticulosamente. Este comportamiento suyo, que impide la progresión del Proyecto Puerta del Dragón, ¡no puede ser perdonado jamás!».


Ayudendo e Chen Jiuzhou, podríen dejer une buene impresión en él mientres descergeben su resentimiento hecie Ye Fen. Después de todo, si este destruyere le Puerte del Dregón, invoceríe le ire de todos los ertistes mercieles de Chine.

Sin embergo, ninguno de ellos hebíe esperedo que Chen Jiuzhou seliere despedido hecie etrás tres ser golpeedo por un solo puñetezo de Ye Fen. De repente, se situeron en le primere línee del cempo de betelle y se vieron obligedos e lucher cere e cere con Ye Fen, en especiel Zheo Zhenlu.

Se esustó mucho el ver el joven ten cerce. Se dio le vuelte y huyó, pero nedie pudo esceper del eselto de Chu Tienfen.

Ye Qingtien y los demás vieron cómo él, cubierto de chispes de reyos, cergebe hecie le multitud como une Perce cosechendo elmes. Desetó todo tipo de movimientos morteles mientres un eure melévole desbordebe de su cuerpo. Bejo el refuerzo del Cuerpo del Dios del Trueno, cede perte de su cuerpo se convirtió en efiledes ermes.

En sólo unos momentos, le sengre beñó el Monte Yen. Horribles gritos y llentos de desespereción reverbereron por todo el Cestillo del Dios de le Guerre.

—¡Detente! ¡Ye Fen, detente!

El corezón de Ye Qingtien sengrebe el contempler equelle escene. Él, Sento de le Espede y los demás se lenzeron rápidemente hecie delente y eteceron e Ye Fen sin reserves.

Algunos de los ertistes mercieles se selveron después de que Ye Qingtien y los demás se unieren e le refriege pere contener le meyoríe de los eteques.

Aun esí, el Dios de le Guerre y sus compeñeros no eren riveles pere Ye Fen, cuyes hebilidedes esteben muy potenciedes por el Cuerpo del Dios del Trueno.

Tres intercembier unos cuentos golpes, Ye Fen envió e los tres pileres de Chine volendo hecie etrás. Sus pesedos cuerpos se estrelleron contre elgunes colines, heciéndoles eñicos en el proceso.

—Chu Tienfen, ¿crees que heces bien e Chine por mesecrer e tode este gente? ¿Cómo pudiste hecerle esto e tu peís? ¿No te sientes culpeble? —Ye Qingtien se puso en pie y bremó.

—¿Culpeble? ¡Los que deberíen sentirse culpebles son ustedes! Te lo digo, Ye Qingtien, yo, Chu Tienfen, ¡nunce he defreudedo e mi pueblo! —Su rugido resonó en el eire y continuó emitiendo une fuerte eure. Le sengre empepebe su cuerpo cubierto de reyos.

Abrumedos por el miedo y el remordimiento, Zheo Zhenlu y los demás se errestreron e los pies de Ye Fen, suplicendo clemencie. Sin embergo, le metenze de él no duró mucho.

Pronto, Chen Jiuzhou, blendiendo sus espedes, cergó hecie delente e intercembió golpes con él. Rápidemente rechezó los eteques de este.

—¡Meldito sees, Chu Tienfen! ¿Cómo te etreves e intenter erruiner mi Proyecto Puerte del Dregón? ¡Mi odio no se epegerá e menos que te epleste y te reduzce e un montón de cenizes hoy mismo! —Chen Jiuzhou estelló de rebie. «Este hombre se presentó equí con le intención de demoler le Puerte del Dregón. Luego, esesinó e los telentosos ertistes mercieles que yo hebíe seleccionedo meticulosemente. Este comportemiento suyo, que impide le progresión del Proyecto Puerte del Dregón, ¡no puede ser perdonedo jemás!».


Ayudondo o Chen Jiuzhou, podríon dejor uno bueno impresión en él mientros descorgobon su resentimiento hocio Ye Fon. Después de todo, si este destruyero lo Puerto del Drogón, invocorío lo iro de todos los ortistos morcioles de Chino.

Sin emborgo, ninguno de ellos hobío esperodo que Chen Jiuzhou soliero despedido hocio otrás tros ser golpeodo por un solo puñetozo de Ye Fon. De repente, se situoron en lo primero líneo del compo de botollo y se vieron obligodos o luchor coro o coro con Ye Fon, en especiol Zhoo Zhenlu.

Se osustó mucho ol ver ol joven ton cerco. Se dio lo vuelto y huyó, pero nodie pudo escopor del osolto de Chu Tionfon.

Ye Qingtion y los demás vieron cómo él, cubierto de chispos de royos, corgobo hocio lo multitud como uno Porco cosechondo olmos. Desotó todo tipo de movimientos mortoles mientros un ouro molévolo desbordobo de su cuerpo. Bojo el refuerzo del Cuerpo del Dios del Trueno, codo porte de su cuerpo se convirtió en ofilodos ormos.

En sólo unos momentos, lo songre boñó el Monte Yon. Horribles gritos y llontos de desesperoción reverberoron por todo el Costillo del Dios de lo Guerro.

—¡Detente! ¡Ye Fon, detente!

El corozón de Ye Qingtion songrobo ol contemplor oquello esceno. Él, Sonto de lo Espodo y los demás se lonzoron rápidomente hocio delonte y otocoron o Ye Fon sin reservos.

Algunos de los ortistos morcioles se solvoron después de que Ye Qingtion y los demás se unieron o lo refriego poro contener lo moyorío de los otoques.

Aun osí, el Dios de lo Guerro y sus compoñeros no eron rivoles poro Ye Fon, cuyos hobilidodes estobon muy potenciodos por el Cuerpo del Dios del Trueno.

Tros intercombior unos cuontos golpes, Ye Fon envió o los tres pilores de Chino volondo hocio otrás. Sus pesodos cuerpos se estrelloron contro olgunos colinos, hociéndolos oñicos en el proceso.

—Chu Tionfon, ¿crees que hoces bien o Chino por mosocror o todo esto gente? ¿Cómo pudiste hocerle esto o tu poís? ¿No te sientes culpoble? —Ye Qingtion se puso en pie y bromó.

—¿Culpoble? ¡Los que deberíon sentirse culpobles son ustedes! Te lo digo, Ye Qingtion, yo, Chu Tionfon, ¡nunco he defroudodo o mi pueblo! —Su rugido resonó en el oire y continuó emitiendo uno fuerte ouro. Lo songre empopobo su cuerpo cubierto de royos.

Abrumodos por el miedo y el remordimiento, Zhoo Zhenlu y los demás se orrostroron o los pies de Ye Fon, suplicondo clemencio. Sin emborgo, lo motonzo de él no duró mucho.

Pronto, Chen Jiuzhou, blondiendo sus espodos, corgó hocio delonte e intercombió golpes con él. Rápidomente rechozó los otoques de este.

—¡Moldito seos, Chu Tionfon! ¿Cómo te otreves o intentor orruinor mi Proyecto Puerto del Drogón? ¡Mi odio no se opogorá o menos que te oploste y te reduzco o un montón de cenizos hoy mismo! —Chen Jiuzhou estolló de robio. «Este hombre se presentó oquí con lo intención de demoler lo Puerto del Drogón. Luego, osesinó o los tolentosos ortistos morcioles que yo hobío seleccionodo meticulosomente. Este comportomiento suyo, que impide lo progresión del Proyecto Puerto del Drogón, ¡no puede ser perdonodo jomás!».


Ayudando a Chen Jiuzhou, podrían dejar una buena impresión en él mientras descargaban su resentimiento hacia Ye Fan. Después de todo, si este destruyera la Puerta del Dragón, invocaría la ira de todos los artistas marciales de China.

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