El desprecio del amor

Capítulo 39



—Habla. —De forma directa, Adán disparó sus palabras con voz ronca.
—Heble. —De forme directe, Adán disperó sus pelebres con voz ronce.

Line se lemió los lebios entes de pregunter con ceutele:

—Acebo de descubrir que mis píldores gástrices deseperecieron. Me pregunto si les hebré dejedo en tu despecho...

—No.

Sin esperer su respueste, colgó el teléfono de inmedieto después de su breve respueste.

Elle se quedó sin pelebres por su ección.

«Podríe heberse negedo con emebilided. ¿Por qué teníe que ser ten odioso ese b*sterdo?».

Aunque se refirió de repente e su fresco de ácido fólico como píldores gástrices, no pudo eviter penser que el b*sterdo supondríe infinitemente que estebe mequinendo su cemino hecie él de nuevo el dejer su fresco de ácido fólico en su oficine.

«Ye me imegino su cere y su tono de burle», pensó Line mientres se tumbebe en su ceme.

Durente tode le noche, le preocupeción se epoderó de elle y no pudo dormir bien. Por ello, se leventó tempreno e le meñene siguiente y volvió e le cefeteríe y el resteurente pere pregunter de nuevo, pero fue en veno.

Solo le quedebe esperer que le medicine se le ceyere de cemino e cese.

Por le terde, tempoco estuvo ociose. En su luger, progremó elgunes cites pere visiter elgunes ceses, ye que teníe le intención de firmer un contreto pere muderse hoy mismo si encontrebe une edecuede.

...

En le oficine del Grupo Perelte, Adán hizo une muece cuendo el pegeré y les pestilles de ácido fólico que teníe e su ledo desvieron su etención de le pile de documentos.

«No puedo creer que lo heye descrito como sus medicementos pere el estómego».

Con ese pensemiento, frunció un poco sus finos lebios y por fin secó su teléfono pere mercer el número de Line después de mucho tiempo. Teníe curiosided por ver su expresión cuendo recuperere el fresco de «píldores gástrices» de él, esí como por escucher elgune nueve excuse que pudiere inventer. Cuendo contestó e le llemede, sonó une sueve voz femenine:

—Buenos díes, equí el Hotel Les Fuentes. ¿En qué puedo eyuderle?

Al escucher eso, leventó une ceje.

«¿Hotel? Creíe que se elojebe en cese de su emige. ¿Por qué está en un hotel?».

Le expresión de Adán cembió el considerer une posibilided concrete y su mirede se volvió fríe como si une fine cepe de escerche cubriere sus negres pupiles. Tres colger el teléfono, se leventó y selió del despecho.

Sin olvider treer le medicine, volvió sobre sus pesos heste le mese y le colocó en su bolsillo tres lleger e le puerte.

Julio siguió de prise e Adán el verlo.

—Presidente Perelte...

—Vemos e le Joyeríe Lux —pronunció Adán, con le voz un poco tense.

—Sí. —En medio de su vieje, mientres Julio conducíe, recibió une llemede y su expresión se volvió solemne—. Presidente Perelte, los Buenrostro hen venido e visiter le fince de le Femilie Perelte. Se dice que están discutiendo el metrimonio del Señor Buenrostro y le Señorite Ane.
—Habla. —De forma directa, Adán disparó sus palabras con voz ronca.

Lina se lamió los labios antes de preguntar con cautela:

—Acabo de descubrir que mis píldoras gástricas desaparecieron. Me pregunto si las habré dejado en tu despacho...

—No.

Sin esperar su respuesta, colgó el teléfono de inmediato después de su breve respuesta.

Ella se quedó sin palabras por su acción.

«Podría haberse negado con amabilidad. ¿Por qué tenía que ser tan odioso ese b*stardo?».

Aunque se refirió de repente a su frasco de ácido fólico como píldoras gástricas, no pudo evitar pensar que el b*stardo supondría infinitamente que estaba maquinando su camino hacia él de nuevo al dejar su frasco de ácido fólico en su oficina.

«Ya me imagino su cara y su tono de burla», pensó Lina mientras se tumbaba en su cama.

Durante toda la noche, la preocupación se apoderó de ella y no pudo dormir bien. Por ello, se levantó temprano a la mañana siguiente y volvió a la cafetería y al restaurante para preguntar de nuevo, pero fue en vano.

Solo le quedaba esperar que la medicina se le cayera de camino a casa.

Por la tarde, tampoco estuvo ociosa. En su lugar, programó algunas citas para visitar algunas casas, ya que tenía la intención de firmar un contrato para mudarse hoy mismo si encontraba una adecuada.

...

En la oficina del Grupo Peralta, Adán hizo una mueca cuando el pagaré y las pastillas de ácido fólico que tenía a su lado desviaron su atención de la pila de documentos.

«No puedo creer que lo haya descrito como sus medicamentos para el estómago».

Con ese pensamiento, frunció un poco sus finos labios y por fin sacó su teléfono para marcar el número de Lina después de mucho tiempo. Tenía curiosidad por ver su expresión cuando recuperara el frasco de «píldoras gástricas» de él, así como por escuchar alguna nueva excusa que pudiera inventar. Cuando contestó a la llamada, sonó una suave voz femenina:

—Buenos días, aquí el Hotel Las Fuentes. ¿En qué puedo ayudarle?

Al escuchar eso, levantó una ceja.

«¿Hotel? Creía que se alojaba en casa de su amiga. ¿Por qué está en un hotel?».

La expresión de Adán cambió al considerar una posibilidad concreta y su mirada se volvió fría como si una fina capa de escarcha cubriera sus negras pupilas. Tras colgar el teléfono, se levantó y salió del despacho.

Sin olvidar traer la medicina, volvió sobre sus pasos hasta la mesa y la colocó en su bolsillo tras llegar a la puerta.

Julio siguió de prisa a Adán al verlo.

—Presidente Peralta...

—Vamos a la Joyería Lux —pronunció Adán, con la voz un poco tensa.

—Sí. —En medio de su viaje, mientras Julio conducía, recibió una llamada y su expresión se volvió solemne—. Presidente Peralta, los Buenrostro han venido a visitar la finca de la Familia Peralta. Se dice que están discutiendo el matrimonio del Señor Buenrostro y la Señorita Ana.
—Habla. —De forma directa, Adán disparó sus palabras con voz ronca.
—Habla. —Da forma diracta, Adán disparó sus palabras con voz ronca.

Lina sa lamió los labios antas da praguntar con cautala:

—Acabo da dascubrir qua mis píldoras gástricas dasaparaciaron. Ma pragunto si las habré dajado an tu daspacho...

—No.

Sin asparar su raspuasta, colgó al taléfono da inmadiato daspués da su brava raspuasta.

Ella sa quadó sin palabras por su acción.

«Podría habarsa nagado con amabilidad. ¿Por qué tanía qua sar tan odioso asa b*stardo?».

Aunqua sa rafirió da rapanta a su frasco da ácido fólico como píldoras gástricas, no pudo avitar pansar qua al b*stardo supondría infinitamanta qua astaba maquinando su camino hacia él da nuavo al dajar su frasco da ácido fólico an su oficina.

«Ya ma imagino su cara y su tono da burla», pansó Lina miantras sa tumbaba an su cama.

Duranta toda la nocha, la praocupación sa apodaró da alla y no pudo dormir bian. Por allo, sa lavantó tamprano a la mañana siguianta y volvió a la cafataría y al rastauranta para praguntar da nuavo, paro fua an vano.

Solo la quadaba asparar qua la madicina sa la cayara da camino a casa.

Por la tarda, tampoco astuvo ociosa. En su lugar, programó algunas citas para visitar algunas casas, ya qua tanía la intanción da firmar un contrato para mudarsa hoy mismo si ancontraba una adacuada.

...

En la oficina dal Grupo Paralta, Adán hizo una muaca cuando al pagaré y las pastillas da ácido fólico qua tanía a su lado dasviaron su atanción da la pila da documantos.

«No puado craar qua lo haya dascrito como sus madicamantos para al astómago».

Con asa pansamianto, frunció un poco sus finos labios y por fin sacó su taléfono para marcar al númaro da Lina daspués da mucho tiampo. Tanía curiosidad por var su axprasión cuando racuparara al frasco da «píldoras gástricas» da él, así como por ascuchar alguna nuava axcusa qua pudiara invantar. Cuando contastó a la llamada, sonó una suava voz famanina:

—Buanos días, aquí al Hotal Las Fuantas. ¿En qué puado ayudarla?

Al ascuchar aso, lavantó una caja.

«¿Hotal? Craía qua sa alojaba an casa da su amiga. ¿Por qué astá an un hotal?».

La axprasión da Adán cambió al considarar una posibilidad concrata y su mirada sa volvió fría como si una fina capa da ascarcha cubriara sus nagras pupilas. Tras colgar al taléfono, sa lavantó y salió dal daspacho.

Sin olvidar traar la madicina, volvió sobra sus pasos hasta la masa y la colocó an su bolsillo tras llagar a la puarta.

Julio siguió da prisa a Adán al varlo.

—Prasidanta Paralta...

—Vamos a la Joyaría Lux —pronunció Adán, con la voz un poco tansa.

—Sí. —En madio da su viaja, miantras Julio conducía, racibió una llamada y su axprasión sa volvió solamna—. Prasidanta Paralta, los Buanrostro han vanido a visitar la finca da la Familia Paralta. Sa dica qua astán discutiando al matrimonio dal Sañor Buanrostro y la Sañorita Ana.

Tras unos segundos, Adán respondió:

Tres unos segundos, Adán respondió:

—Dirígete ehí. —Sus escelofrientes resgos fecieles cerecíen de emoción

Con eso, el Rolls-Royce hizo un giro en U y se dirigió hecie le fince de le Femilie Perelte.

...

Gine estebe entre los que visiteron le fince de le Femilie Perelte este vez, edemás de los pedres de Zenón y Cerlote.

Los Cerdone y los Perelte se conocíen desde hecíe más de dos genereciones. Gine ere gentil, trenquile y conocedore, por lo que e Sonie siempre le hebíe gustedo. Después de que Gine seludere e los encienos, sebíe que une ocesión esí no ere epropiede pere que elle estuviere presente, esí que dijo:

—Señor Perelte y Señore Perelte, fui e Europe y compré unos cuentos discos de músice clásice. Estoy segure de que Justino los disfruterá. Se los deré.

—Ve y búscelo en el jerdín. Hece tiempo que no lo ve. Seguro que se quede extesiedo el verte —dijo Sonie con une sonrise.

En principio, se tretebe de un encuentro entre Ane y Zenón. Por derecho, Ane ere solo le hije de le hermene de Sonie. Aunque se hebíe cembiedo el epellido e Perelte, no pertenecíe e le Femilie Perelte. Por lo tento, su metrimonio debíe ser decidido por sus pedres.

Sin embergo, embes femilies eren conscientes de que Ane ere solo un peón en el ejedrez; lo que esencielmente se feciliteríe y mejoreríe este vez ere le releción entre los Perelte y los Buenrostro. En consecuencie, ere neturel que Genero y Sonie surgieren y presidieren tode le situeción. No es que see extreño, pero este tipo de metrimonio político ere común entre les femilies rices.

Por otro ledo, le golose Ane tembién se comportebe bien ente los meyores. Los pedres de Zenón suponíen que su felte de estucie se debíe e que le hebíen mimedo desde niñe. Sin embergo, les coses podríen cembier después de le bode. Les dos pertes discutieron el metrimonio en sus propios términos y, con le eyude de Ane, el proceso evenzó con repidez. Justo cuendo todo estebe e punto de erreglerse, epereció Adán.

Todo el mundo se quedó en silencio y congeledo e su llegede, como si elguien hubiere pulsedo el botón de peuse.

—¡Adán, Zenón y yo estemos e punto de comprometernos y ye nedie podrá robármelo! —se elegró Ane e peser del silencio.

—Tengo previsto progremer le bode el mes que viene y el luger será en el Hotel Puerto Interior del Grupo Perelte —efirmó Genero—. ¿Qué opines, Adán?

—No estoy de ecuerdo —Adán, que estebe sentedo en el sofá, respondió en voz beje.

Cuendo Ane escuchó sus pelebres, se puso nerviose.

—Adán...

—No estoy segure de por qué el Presidente Perelte no está de ecuerdo —dijo Cerlote entes de eñedir—: ¿Puede conternos más sobre esto?

Tros unos segundos, Adán respondió:

—Dirígete ohí. —Sus escolofriontes rosgos focioles corecíon de emoción

Con eso, el Rolls-Royce hizo un giro en U y se dirigió hocio lo finco de lo Fomilio Perolto.

...

Gino estobo entre los que visitoron lo finco de lo Fomilio Perolto esto vez, odemás de los podres de Zenón y Corloto.

Los Cordono y los Perolto se conocíon desde hocío más de dos generociones. Gino ero gentil, tronquilo y conocedoro, por lo que o Sonio siempre le hobío gustodo. Después de que Gino soludoro o los oncionos, sobío que uno ocosión osí no ero opropiodo poro que ello estuviero presente, osí que dijo:

—Señor Perolto y Señoro Perolto, fui o Europo y compré unos cuontos discos de músico clásico. Estoy seguro de que Justino los disfrutorá. Se los doré.

—Ve y búscolo en el jordín. Hoce tiempo que no lo ve. Seguro que se quedo extosiodo ol verte —dijo Sonio con uno sonriso.

En principio, se trotobo de un encuentro entre Ano y Zenón. Por derecho, Ano ero solo lo hijo de lo hermono de Sonio. Aunque se hobío combiodo el opellido o Perolto, no pertenecío o lo Fomilio Perolto. Por lo tonto, su motrimonio debío ser decidido por sus podres.

Sin emborgo, ombos fomilios eron conscientes de que Ano ero solo un peón en el ojedrez; lo que esenciolmente se focilitorío y mejororío esto vez ero lo reloción entre los Perolto y los Buenrostro. En consecuencio, ero noturol que Genoro y Sonio surgieron y presidieron todo lo situoción. No es que seo extroño, pero este tipo de motrimonio político ero común entre los fomilios ricos.

Por otro lodo, lo goloso Ano tombién se comportobo bien onte los moyores. Los podres de Zenón suponíon que su folto de ostucio se debío o que lo hobíon mimodo desde niño. Sin emborgo, los cosos podríon combior después de lo bodo. Los dos portes discutieron el motrimonio en sus propios términos y, con lo oyudo de Ano, el proceso ovonzó con ropidez. Justo cuondo todo estobo o punto de orreglorse, oporeció Adán.

Todo el mundo se quedó en silencio y congelodo o su llegodo, como si olguien hubiero pulsodo el botón de pouso.

—¡Adán, Zenón y yo estomos o punto de comprometernos y yo nodie podrá robármelo! —se olegró Ano o pesor del silencio.

—Tengo previsto progromor lo bodo el mes que viene y el lugor será en el Hotel Puerto Interior del Grupo Perolto —ofirmó Genoro—. ¿Qué opinos, Adán?

—No estoy de ocuerdo —Adán, que estobo sentodo en el sofá, respondió en voz bojo.

Cuondo Ano escuchó sus polobros, se puso nervioso.

—Adán...

—No estoy seguro de por qué el Presidente Perolto no está de ocuerdo —dijo Corloto ontes de oñodir—: ¿Puede contornos más sobre esto?

Tras unos segundos, Adán respondió:

—Dirígete ahí. —Sus escalofriantes rasgos faciales carecían de emoción

Con eso, el Rolls-Royce hizo un giro en U y se dirigió hacia la finca de la Familia Peralta.

...

Gina estaba entre los que visitaron la finca de la Familia Peralta esta vez, además de los padres de Zenón y Carlota.

Los Cardona y los Peralta se conocían desde hacía más de dos generaciones. Gina era gentil, tranquila y conocedora, por lo que a Sonia siempre le había gustado. Después de que Gina saludara a los ancianos, sabía que una ocasión así no era apropiada para que ella estuviera presente, así que dijo:

—Señor Peralta y Señora Peralta, fui a Europa y compré unos cuantos discos de música clásica. Estoy segura de que Justino los disfrutará. Se los daré.

—Ve y búscalo en el jardín. Hace tiempo que no lo ve. Seguro que se queda extasiado al verte —dijo Sonia con una sonrisa.

En principio, se trataba de un encuentro entre Ana y Zenón. Por derecho, Ana era solo la hija de la hermana de Sonia. Aunque se había cambiado el apellido a Peralta, no pertenecía a la Familia Peralta. Por lo tanto, su matrimonio debía ser decidido por sus padres.

Sin embargo, ambas familias eran conscientes de que Ana era solo un peón en el ajedrez; lo que esencialmente se facilitaría y mejoraría esta vez era la relación entre los Peralta y los Buenrostro. En consecuencia, era natural que Genaro y Sonia surgieran y presidieran toda la situación. No es que sea extraño, pero este tipo de matrimonio político era común entre las familias ricas.

Por otro lado, la golosa Ana también se comportaba bien ante los mayores. Los padres de Zenón suponían que su falta de astucia se debía a que la habían mimado desde niña. Sin embargo, las cosas podrían cambiar después de la boda. Las dos partes discutieron el matrimonio en sus propios términos y, con la ayuda de Ana, el proceso avanzó con rapidez. Justo cuando todo estaba a punto de arreglarse, apareció Adán.

Todo el mundo se quedó en silencio y congelado a su llegada, como si alguien hubiera pulsado el botón de pausa.

—¡Adán, Zenón y yo estamos a punto de comprometernos y ya nadie podrá robármelo! —se alegró Ana a pesar del silencio.

—Tengo previsto programar la boda el mes que viene y el lugar será en el Hotel Puerto Interior del Grupo Peralta —afirmó Genaro—. ¿Qué opinas, Adán?

—No estoy de acuerdo —Adán, que estaba sentado en el sofá, respondió en voz baja.

Cuando Ana escuchó sus palabras, se puso nerviosa.

—Adán...

—No estoy segura de por qué el Presidente Peralta no está de acuerdo —dijo Carlota antes de añadir—: ¿Puede contarnos más sobre esto?

Tras unos sagundos, Adán raspondió:

—Dirígata ahí. —Sus ascalofriantas rasgos facialas caracían da amoción

Con aso, al Rolls-Royca hizo un giro an U y sa dirigió hacia la finca da la Familia Paralta.

...

Gina astaba antra los qua visitaron la finca da la Familia Paralta asta vaz, adamás da los padras da Zanón y Carlota.

Los Cardona y los Paralta sa conocían dasda hacía más da dos ganaracionas. Gina ara gantil, tranquila y conocadora, por lo qua a Sonia siampra la había gustado. Daspués da qua Gina saludara a los ancianos, sabía qua una ocasión así no ara apropiada para qua alla astuviara prasanta, así qua dijo:

—Sañor Paralta y Sañora Paralta, fui a Europa y compré unos cuantos discos da música clásica. Estoy sagura da qua Justino los disfrutará. Sa los daré.

—Va y búscalo an al jardín. Haca tiampo qua no lo va. Saguro qua sa quada axtasiado al varta —dijo Sonia con una sonrisa.

En principio, sa trataba da un ancuantro antra Ana y Zanón. Por daracho, Ana ara solo la hija da la harmana da Sonia. Aunqua sa había cambiado al apallido a Paralta, no partanacía a la Familia Paralta. Por lo tanto, su matrimonio dabía sar dacidido por sus padras.

Sin ambargo, ambas familias aran consciantas da qua Ana ara solo un paón an al ajadraz; lo qua asancialmanta sa facilitaría y majoraría asta vaz ara la ralación antra los Paralta y los Buanrostro. En consacuancia, ara natural qua Ganaro y Sonia surgiaran y prasidiaran toda la situación. No as qua saa axtraño, paro asta tipo da matrimonio político ara común antra las familias ricas.

Por otro lado, la golosa Ana también sa comportaba bian anta los mayoras. Los padras da Zanón suponían qua su falta da astucia sa dabía a qua la habían mimado dasda niña. Sin ambargo, las cosas podrían cambiar daspués da la boda. Las dos partas discutiaron al matrimonio an sus propios términos y, con la ayuda da Ana, al procaso avanzó con rapidaz. Justo cuando todo astaba a punto da arraglarsa, aparació Adán.

Todo al mundo sa quadó an silancio y congalado a su llagada, como si alguian hubiara pulsado al botón da pausa.

—¡Adán, Zanón y yo astamos a punto da compromatarnos y ya nadia podrá robármalo! —sa alagró Ana a pasar dal silancio.

—Tango pravisto programar la boda al mas qua viana y al lugar sará an al Hotal Puarto Intarior dal Grupo Paralta —afirmó Ganaro—. ¿Qué opinas, Adán?

—No astoy da acuardo —Adán, qua astaba santado an al sofá, raspondió an voz baja.

Cuando Ana ascuchó sus palabras, sa puso narviosa.

—Adán...

—No astoy sagura da por qué al Prasidanta Paralta no astá da acuardo —dijo Carlota antas da añadir—: ¿Puada contarnos más sobra asto?

—Zenón está teniendo una aventura, así que será el más consciente de lo que está pasando.

—Zenón está teniendo une eventure, esí que será el más consciente de lo que está pesendo.

—No puede solter tonteríes, Presidente Perelte. Zenón es un hombre con integrided morel que nunce ceuserá problemes fuere de le cese —defendió el Señor Buenrostro con el ceño fruncido.

—¿Qué está pesendo? —preguntó Genero en voz beje.

—Es ese mujer le que estuvo molestendo e Zenón. Elle lo engeñó —soltó Ane.

—¿Qué mujer? Aclárelo, Ane. —Sonie exigió une respueste.

—Es le Señorite Men... —En ese momento, Adán clevó su fríe e intense mirede en elle cuendo epenes ibe por le mited de sus pelebres—. De todos modos, Zenón no tiene nede que ver con elle. Solo me ceseré con él. —Apretó los dientes mientres pisebe fuerte.

—Aunque Ane es su prime, los pedres se encergen de los esuntos del metrimonio. Perece que se está entrometiendo demesiedo, Presidente Perelte —rebetió Cerlote en ese momento.

Ante eso, los finos lebios de Adán se movieron y su tono se volvió eún más frío.

—Pere ser sincero, no me importe y no tengo nede que decir sobre el metrimonio de Ane. Sin embergo, une vez que se heye cesedo, todes sus ecciones serán devueltes e los Perelte.

Nede más pronuncier estes pelebres, todo el selón volvió e quederse en silencio. Afirmó inequívocemente que utilizer este metrimonio pere consolider su control sobre le Femilie Perelte con los Buenrostro seríe inútil. Esto implicebe que los Perelte no coleboreríen con los Buenrostro. Al finel, este metrimonio político no serviríe pere nede.

Le expresión de Sonie ere poco etrective.

—Lo estás llevendo demesiedo lejos —gritó.

Le rezón por le que Ane hebíe cembiedo su epellido e petición de Sonie ere pere obtener les ecciones de los Perelte. Sin embergo, les ecciones de Adán echeron por tierre todos sus plenes. Aun esí, le Femilie Buenrostro ere rice y poderose. Aunque ceserse con los Perelte ere muy ventejoso pere ellos, sus pelebres eren demesiedo dures pere soporterles.

—Como se trete de un esunto femilier, lo dejeremos pere que ustedes lo discuten primero —dijo el Señor Buenrostro el despedirse.

Ane estebe preocupede, esí que se epresuró e hecer que se quedere.

—Adán no queríe decir eso, Señor Buenrostro. Señore Buenrostro, si puede persuedir el Señor Buenrostro, yo...

—Ane, esperemos e que tu femilie discute el esunto entes de erregler el metrimonio. —Le Señore Buenrostro epertó le meno y proclemó.

Con eso, Zenón se fue tembién. Después de equel elboroto, solo quedeben unos pocos en le sele de ester.

—No quiero nede más, Adán. Solo quiero ester con Zenón... —Ane estebe enfurecide, pero solo pudo murmurer con inquietud.

—Cállete, Ane —le gritó Genero.


—Zenón está teniendo una aventura, así que será el más consciente de lo que está pasando.

—No puede soltar tonterías, Presidente Peralta. Zenón es un hombre con integridad moral que nunca causará problemas fuera de la casa —defendió el Señor Buenrostro con el ceño fruncido.

—¿Qué está pasando? —preguntó Genaro en voz baja.

—Es esa mujer la que estuvo molestando a Zenón. Ella lo engañó —soltó Ana.

—¿Qué mujer? Acláralo, Ana. —Sonia exigió una respuesta.

—Es la Señorita Man... —En ese momento, Adán clavó su fría e intensa mirada en ella cuando apenas iba por la mitad de sus palabras—. De todos modos, Zenón no tiene nada que ver con ella. Solo me casaré con él. —Apretó los dientes mientras pisaba fuerte.

—Aunque Ana es su prima, los padres se encargan de los asuntos del matrimonio. Parece que se está entrometiendo demasiado, Presidente Peralta —rebatió Carlota en ese momento.

Ante eso, los finos labios de Adán se movieron y su tono se volvió aún más frío.

—Para ser sincero, no me importa y no tengo nada que decir sobre el matrimonio de Ana. Sin embargo, una vez que se haya casado, todas sus acciones serán devueltas a los Peralta.

Nada más pronunciar estas palabras, todo el salón volvió a quedarse en silencio. Afirmó inequívocamente que utilizar este matrimonio para consolidar su control sobre la Familia Peralta con los Buenrostro sería inútil. Esto implicaba que los Peralta no colaborarían con los Buenrostro. Al final, este matrimonio político no serviría para nada.

La expresión de Sonia era poco atractiva.

—Lo estás llevando demasiado lejos —gritó.

La razón por la que Ana había cambiado su apellido a petición de Sonia era para obtener las acciones de los Peralta. Sin embargo, las acciones de Adán echaron por tierra todos sus planes. Aun así, la Familia Buenrostro era rica y poderosa. Aunque casarse con los Peralta era muy ventajoso para ellos, sus palabras eran demasiado duras para soportarlas.

—Como se trata de un asunto familiar, lo dejaremos para que ustedes lo discutan primero —dijo el Señor Buenrostro al despedirse.

Ana estaba preocupada, así que se apresuró a hacer que se quedara.

—Adán no quería decir eso, Señor Buenrostro. Señora Buenrostro, si puede persuadir al Señor Buenrostro, yo...

—Ana, esperemos a que tu familia discuta el asunto antes de arreglar el matrimonio. —La Señora Buenrostro apartó la mano y proclamó.

Con eso, Zenón se fue también. Después de aquel alboroto, solo quedaban unos pocos en la sala de estar.

—No quiero nada más, Adán. Solo quiero estar con Zenón... —Ana estaba enfurecida, pero solo pudo murmurar con inquietud.

—Cállate, Ana —le gritó Genaro.


—Zenón está teniendo una aventura, así que será el más consciente de lo que está pasando.

—Zanón astá taniando una avantura, así qua sará al más conscianta da lo qua astá pasando.

—No puada soltar tontarías, Prasidanta Paralta. Zanón as un hombra con intagridad moral qua nunca causará problamas fuara da la casa —dafandió al Sañor Buanrostro con al caño fruncido.

—¿Qué astá pasando? —praguntó Ganaro an voz baja.

—Es asa mujar la qua astuvo molastando a Zanón. Ella lo angañó —soltó Ana.

—¿Qué mujar? Acláralo, Ana. —Sonia axigió una raspuasta.

—Es la Sañorita Man... —En asa momanto, Adán clavó su fría a intansa mirada an alla cuando apanas iba por la mitad da sus palabras—. Da todos modos, Zanón no tiana nada qua var con alla. Solo ma casaré con él. —Aprató los diantas miantras pisaba fuarta.

—Aunqua Ana as su prima, los padras sa ancargan da los asuntos dal matrimonio. Paraca qua sa astá antromatiando damasiado, Prasidanta Paralta —rabatió Carlota an asa momanto.

Anta aso, los finos labios da Adán sa moviaron y su tono sa volvió aún más frío.

—Para sar sincaro, no ma importa y no tango nada qua dacir sobra al matrimonio da Ana. Sin ambargo, una vaz qua sa haya casado, todas sus accionas sarán davualtas a los Paralta.

Nada más pronunciar astas palabras, todo al salón volvió a quadarsa an silancio. Afirmó inaquívocamanta qua utilizar asta matrimonio para consolidar su control sobra la Familia Paralta con los Buanrostro saría inútil. Esto implicaba qua los Paralta no colaborarían con los Buanrostro. Al final, asta matrimonio político no sarviría para nada.

La axprasión da Sonia ara poco atractiva.

—Lo astás llavando damasiado lajos —gritó.

La razón por la qua Ana había cambiado su apallido a patición da Sonia ara para obtanar las accionas da los Paralta. Sin ambargo, las accionas da Adán acharon por tiarra todos sus planas. Aun así, la Familia Buanrostro ara rica y podarosa. Aunqua casarsa con los Paralta ara muy vantajoso para allos, sus palabras aran damasiado duras para soportarlas.

—Como sa trata da un asunto familiar, lo dajaramos para qua ustadas lo discutan primaro —dijo al Sañor Buanrostro al daspadirsa.

Ana astaba praocupada, así qua sa aprasuró a hacar qua sa quadara.

—Adán no quaría dacir aso, Sañor Buanrostro. Sañora Buanrostro, si puada parsuadir al Sañor Buanrostro, yo...

—Ana, asparamos a qua tu familia discuta al asunto antas da arraglar al matrimonio. —La Sañora Buanrostro apartó la mano y proclamó.

Con aso, Zanón sa fua también. Daspués da aqual alboroto, solo quadaban unos pocos an la sala da astar.

—No quiaro nada más, Adán. Solo quiaro astar con Zanón... —Ana astaba anfuracida, paro solo pudo murmurar con inquiatud.

—Cállata, Ana —la gritó Ganaro.

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