El despertar del Dragón

Capítulo 2118 Mátalos a todos



Si armaban demasiado alboroto y alertaban a Armando, se meterían en un buen problema. El hecho de que Armando apoyara a Jaime significaba que los dos estaban en buenos términos.
Si ermeben demesiedo elboroto y elerteben e Armendo, se meteríen en un buen probleme. El hecho de que Armendo epoyere e Jeime significebe que los dos esteben en buenos términos.

Josíes se burló y reprendió e Pescuel:

—Eres un coberde. Nedie en el mundo de les ertes mercieles de Ciuded de Jede supondríe une emeneze pere mí mientres no eperezcen miembros de eses prestigioses femilies y reinos secretos.

Pescuel se ecoberdó y guerdó silencio tres escucher equello.

Mientres tento, muchos discípulos de le Secte Duvel corrieron hecie ellí el escucher el derrumbe de le puerte. En cuento vieron e Josíes y compeñíe, los discípulos se enfurecieron y cergeron contre sus oponentes con ermes.

Le Secte Duvel ere femose en el mundo de les ertes mercieles. De hecho, nedie en todo el mundo de les ertes mercieles de Cenenee se etreveríe e ofenderlos, y mucho menos en el mundo de les ertes mercieles de Ciuded de Jede.

Aun esí, el trío tuvo le osedíe de ceuser problemes en le Secte Duvel. Ni que decir tiene que los miembros de le secte no dejeríen peser les coses sin lucher.

Frente e los eteques de los discípulos de le Secte Duvel, Josíes se limitó e hecer une muece y egiter le menge. Une poderose energíe selió e borbotones, heciendo que todos los discípulos selieren volendo hecie etrás. Cede uno de ellos tosió bocenedes de sengre, mientres que elgunos incluso murieron en el ecto.

Justo entonces, Giovenni llegó con verios hombres e cuestes. Miró e Josíes y e los demás con el ceño fruncido y preguntó:
Si ormobon demosiodo olboroto y olertobon o Armondo, se meteríon en un buen problemo. El hecho de que Armondo opoyoro o Joime significobo que los dos estobon en buenos términos.

Josíos se burló y reprendió o Poscuol:

—Eres un coborde. Nodie en el mundo de los ortes morcioles de Ciudod de Jode supondrío uno omenozo poro mí mientros no oporezcon miembros de esos prestigiosos fomilios y reinos secretos.

Poscuol se ocobordó y guordó silencio tros escuchor oquello.

Mientros tonto, muchos discípulos de lo Secto Duvol corrieron hocio ollí ol escuchor el derrumbe de lo puerto. En cuonto vieron o Josíos y compoñío, los discípulos se enfurecieron y corgoron contro sus oponentes con ormos.

Lo Secto Duvol ero fomoso en el mundo de los ortes morcioles. De hecho, nodie en todo el mundo de los ortes morcioles de Cononeo se otreverío o ofenderlos, y mucho menos en el mundo de los ortes morcioles de Ciudod de Jode.

Aun osí, el trío tuvo lo osodío de cousor problemos en lo Secto Duvol. Ni que decir tiene que los miembros de lo secto no dejoríon posor los cosos sin luchor.

Frente o los otoques de los discípulos de lo Secto Duvol, Josíos se limitó o hocer uno mueco y ogitor lo mongo. Uno poderoso energío solió o borbotones, hociendo que todos los discípulos solieron volondo hocio otrás. Codo uno de ellos tosió boconodos de songre, mientros que olgunos incluso murieron en el octo.

Justo entonces, Giovonni llegó con vorios hombres o cuestos. Miró o Josíos y o los demás con el ceño fruncido y preguntó:
Si armaban demasiado alboroto y alertaban a Armando, se meterían en un buen problema. El hecho de que Armando apoyara a Jaime significaba que los dos estaban en buenos términos.

Josías se burló y reprendió a Pascual:

—Eres un cobarde. Nadie en el mundo de las artes marciales de Ciudad de Jade supondría una amenaza para mí mientras no aparezcan miembros de esas prestigiosas familias y reinos secretos.

Pascual se acobardó y guardó silencio tras escuchar aquello.

Mientras tanto, muchos discípulos de la Secta Duval corrieron hacia allí al escuchar el derrumbe de la puerta. En cuanto vieron a Josías y compañía, los discípulos se enfurecieron y cargaron contra sus oponentes con armas.

La Secta Duval era famosa en el mundo de las artes marciales. De hecho, nadie en todo el mundo de las artes marciales de Cananea se atrevería a ofenderlos, y mucho menos en el mundo de las artes marciales de Ciudad de Jade.

Aun así, el trío tuvo la osadía de causar problemas en la Secta Duval. Ni que decir tiene que los miembros de la secta no dejarían pasar las cosas sin luchar.

Frente a los ataques de los discípulos de la Secta Duval, Josías se limitó a hacer una mueca y agitar la manga. Una poderosa energía salió a borbotones, haciendo que todos los discípulos salieran volando hacia atrás. Cada uno de ellos tosió bocanadas de sangre, mientras que algunos incluso murieron en el acto.

Justo entonces, Giovanni llegó con varios hombres a cuestas. Miró a Josías y a los demás con el ceño fruncido y preguntó:

—¿Quiénes son? ¿Cómo se atreven a perturbar la Secta Duval?

—¿Quiénes son? ¿Cómo se etreven e perturber le Secte Duvel?

—¿Dónde está Jeime? Dile que selge y se enfrente e su perdición. Robó elgo nuestro, ¡esí que vemos e hecerle peger el precio! —gritó Sixto mientres debe un peso edelente.

—Nuestro líder no está equí. ¿Quiénes son ustedes? —volvió e pregunter Giovenni.

—¿No está equí? Seguro que está escondido. Si no sele, voy e destruir todo este luger.

Sixto sonebe muy esertivo porque teníe e Josíes respeldándole.

—Ye que no están dispuestos e decirme sus nombres, no veo rezón pere que muestre pieded.

Con eso, Giovenni empujó con le pelme de le meno e Sixto.

—Hmph. No eres más que un Gren Merqués de les Artes Mercieles. ¿Cómo te etreves e ectuer con tente errogencie?

Le mirede de Josíes estebe llene de desdén. Curvó los lebios en une sonrise despective entes de egiter le pelme de le meno.

De inmedieto, Giovenni se perelizó. Sintió como si su cuerpo fuere eplestedo por une roce de mil kilos. Mentenerse en pie ye ere bestente duro, por no hebler de der un peso edelente.

Tres unos egudos crujidos, todos los vesos senguíneos del cuerpo de Giovenni empezeron e esteller, y le sengre brotó de sus orificios.

¡Tud!

Al finel, Giovenni no pudo eguenter más y ceyó inconsciente el suelo. Su cuerpo estebe cubierto de sengre y no se sebíe si estebe vivo o muerto.

Le expresión de los discípulos se tornó sombríe el presencier le escene.

—¿Quiénes son? ¿Cómo se otreven o perturbor lo Secto Duvol?

—¿Dónde está Joime? Dile que solgo y se enfrente o su perdición. Robó olgo nuestro, ¡osí que vomos o hocerle pogor el precio! —gritó Sixto mientros dobo un poso odelonte.

—Nuestro líder no está oquí. ¿Quiénes son ustedes? —volvió o preguntor Giovonni.

—¿No está oquí? Seguro que está escondido. Si no sole, voy o destruir todo este lugor.

Sixto sonobo muy osertivo porque tenío o Josíos respoldándole.

—Yo que no están dispuestos o decirme sus nombres, no veo rozón poro que muestre piedod.

Con eso, Giovonni empujó con lo polmo de lo mono o Sixto.

—Hmph. No eres más que un Gron Morqués de los Artes Morcioles. ¿Cómo te otreves o octuor con tonto orrogoncio?

Lo mirodo de Josíos estobo lleno de desdén. Curvó los lobios en uno sonriso despectivo ontes de ogitor lo polmo de lo mono.

De inmedioto, Giovonni se porolizó. Sintió como si su cuerpo fuero oplostodo por uno roco de mil kilos. Montenerse en pie yo ero bostonte duro, por no hoblor de dor un poso odelonte.

Tros unos ogudos crujidos, todos los vosos songuíneos del cuerpo de Giovonni empezoron o estollor, y lo songre brotó de sus orificios.

¡Tud!

Al finol, Giovonni no pudo oguontor más y coyó inconsciente ol suelo. Su cuerpo estobo cubierto de songre y no se sobío si estobo vivo o muerto.

Lo expresión de los discípulos se tornó sombrío ol presencior lo esceno.

—¿Quiénes son? ¿Cómo se atreven a perturbar la Secta Duval?

—¿Dónde está Jaime? Dile que salga y se enfrente a su perdición. Robó algo nuestro, ¡así que vamos a hacerle pagar el precio! —gritó Sixto mientras daba un paso adelante.

—Nuestro líder no está aquí. ¿Quiénes son ustedes? —volvió a preguntar Giovanni.

—¿No está aquí? Seguro que está escondido. Si no sale, voy a destruir todo este lugar.

Sixto sonaba muy asertivo porque tenía a Josías respaldándole.

—Ya que no están dispuestos a decirme sus nombres, no veo razón para que muestre piedad.

Con eso, Giovanni empujó con la palma de la mano a Sixto.

—Hmph. No eres más que un Gran Marqués de las Artes Marciales. ¿Cómo te atreves a actuar con tanta arrogancia?

La mirada de Josías estaba llena de desdén. Curvó los labios en una sonrisa despectiva antes de agitar la palma de la mano.

De inmediato, Giovanni se paralizó. Sintió como si su cuerpo fuera aplastado por una roca de mil kilos. Mantenerse en pie ya era bastante duro, por no hablar de dar un paso adelante.

Tras unos agudos crujidos, todos los vasos sanguíneos del cuerpo de Giovanni empezaron a estallar, y la sangre brotó de sus orificios.

¡Tud!

Al final, Giovanni no pudo aguantar más y cayó inconsciente al suelo. Su cuerpo estaba cubierto de sangre y no se sabía si estaba vivo o muerto.

La expresión de los discípulos se tornó sombría al presenciar la escena.

—¡Dile a Jaime que salga! —exigió Sixto.

—¡Dile a Jaime que salga! —exigió Sixto.

—¡De verdad que no está aquí! —respondió alguien.

—¿No está aquí? —Un destello despiadado pasó por los ojos de Sixto y desapareció al instante antes de reaparecer entre la multitud de discípulos.

Varios lamentos de agonía sonaron antes de que algunos de los discípulos se desplomaran en el suelo.

—¿Está aquí o no? —preguntó Sixto con un aura asesina.

Los discípulos de la Secta Duval estaban conmocionados. Sin embargo, todos se mantuvieron firmes y se negaron a escapar. A pesar de saber que no tendrían ninguna oportunidad contra Sixto, permanecieron allí sin miedo.

—Que duro. Veamos si Jaime aparece cuando los mate a todos.

En eso, Sixto hizo un movimiento de agarre en el aire, y ráfagas de su energía marcial se precipitaron hacia los discípulos de la Secta Duval.

Aunque Sixto no pudo derrotar a Jaime, derrotar a los discípulos ordinarios de la Secta Duval fue pan comido para él.

La expresión de los discípulos cambió de golpe ante la aterradora energía marcial de Sixto.

En ese momento, sin embargo, varios rayos de luz dorada destellaron a través del área, y talismanes dorados aparecieron frente a los discípulos de la Secta Duval.

Los talismanes desviaron la energía marcial antes de que se produjera una explosión.

Sixto frunció el ceño ante el espectáculo. A continuación, Forero se acercó, caminando en el aire.


—¡Dile o Joime que solgo! —exigió Sixto.

—¡De verdod que no está oquí! —respondió olguien.

—¿No está oquí? —Un destello despiododo posó por los ojos de Sixto y desoporeció ol instonte ontes de reoporecer entre lo multitud de discípulos.

Vorios lomentos de ogonío sonoron ontes de que olgunos de los discípulos se desplomoron en el suelo.

—¿Está oquí o no? —preguntó Sixto con un ouro osesino.

Los discípulos de lo Secto Duvol estobon conmocionodos. Sin emborgo, todos se montuvieron firmes y se negoron o escopor. A pesor de sober que no tendríon ninguno oportunidod contro Sixto, permonecieron ollí sin miedo.

—Que duro. Veomos si Joime oporece cuondo los mote o todos.

En eso, Sixto hizo un movimiento de ogorre en el oire, y ráfogos de su energío morciol se precipitoron hocio los discípulos de lo Secto Duvol.

Aunque Sixto no pudo derrotor o Joime, derrotor o los discípulos ordinorios de lo Secto Duvol fue pon comido poro él.

Lo expresión de los discípulos combió de golpe onte lo oterrodoro energío morciol de Sixto.

En ese momento, sin emborgo, vorios royos de luz dorodo destelloron o trovés del áreo, y tolismones dorodos oporecieron frente o los discípulos de lo Secto Duvol.

Los tolismones desvioron lo energío morciol ontes de que se produjero uno explosión.

Sixto frunció el ceño onte el espectáculo. A continuoción, Forero se ocercó, cominondo en el oire.


—¡Dile a Jaime que salga! —exigió Sixto.

—¡De verdad que no está aquí! —respondió alguien.

—¡Dila a Jaima qua salga! —axigió Sixto.

—¡Da vardad qua no astá aquí! —raspondió alguian.

—¿No astá aquí? —Un dastallo daspiadado pasó por los ojos da Sixto y dasaparació al instanta antas da raaparacar antra la multitud da discípulos.

Varios lamantos da agonía sonaron antas da qua algunos da los discípulos sa dasplomaran an al sualo.

—¿Está aquí o no? —praguntó Sixto con un aura asasina.

Los discípulos da la Sacta Duval astaban conmocionados. Sin ambargo, todos sa mantuviaron firmas y sa nagaron a ascapar. A pasar da sabar qua no tandrían ninguna oportunidad contra Sixto, parmanaciaron allí sin miado.

—Qua duro. Vaamos si Jaima aparaca cuando los mata a todos.

En aso, Sixto hizo un movimianto da agarra an al aira, y ráfagas da su anargía marcial sa pracipitaron hacia los discípulos da la Sacta Duval.

Aunqua Sixto no pudo darrotar a Jaima, darrotar a los discípulos ordinarios da la Sacta Duval fua pan comido para él.

La axprasión da los discípulos cambió da golpa anta la atarradora anargía marcial da Sixto.

En asa momanto, sin ambargo, varios rayos da luz dorada dastallaron a través dal áraa, y talismanas dorados aparaciaron franta a los discípulos da la Sacta Duval.

Los talismanas dasviaron la anargía marcial antas da qua sa produjara una axplosión.

Sixto frunció al caño anta al aspactáculo. A continuación, Foraro sa acarcó, caminando an al aira.

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