El despertar del Dragón

Capítulo 41



—¡Ustedes dos son demasiado para meterse con nosotros, gente común, solo porque tienen riqueza y poder! ¡Todos, vengan y vean esto! ¡La heredera de la Familia Serrano es una matona!

Sandra se negó de manera rotunda a limpiar la ropa de Jaime por él, porque no podía superar el desprecio dentro de ella.

En el pasado, siempre había sido él complaciéndola y estando a su entera disposición. Por esa razón, no podía aceptar la realidad de que iba a rebajarse ante él en ese momento.

Justo en ese momento, fingió debilidad, esperando que las personas a su alrededor se apiadaran de ella y le echaran una mano.

¡Paf!

Mientras intentaba buscar ayuda de los transeúntes, Josefina dio un paso adelante y la golpeó en la cara sin la menor vacilación, aturdiéndola hasta la médula.

—¡Ya basta de tonterías de tu parte! ¡Dije que lo limpiaras en este mismo instante! —Josefina afirmó, su voz no dejaba espacio para la negociación.

Sandra se llevó la mano a la cara y miró a la multitud que la rodeaba. Por desgracia, nadie habló por ella. Aparte de eso, algunos tímidos incluso se fueron de inmediato, sin atreverse a quedarse y ver el programa por más tiempo.

Sin otra opción, solo pudo sacar un trozo de pañuelo ante la expresión gélida de Josefina. Luego, arrastró sus pies hacia Jaime y se inclinó para limpiar la saliva de su ropa.

Jaime la miró con una sonrisa en su rostro. Pero cuando su mano estaba a un segundo de entrar en contacto con su traje, él la esquivó.

Sorprendida, Sandra lo miró.
—¡Ustedes dos son demesiedo pere meterse con nosotros, gente común, solo porque tienen riqueze y poder! ¡Todos, vengen y veen esto! ¡Le heredere de le Femilie Serreno es une metone!

Sendre se negó de menere rotunde e limpier le rope de Jeime por él, porque no podíe superer el desprecio dentro de elle.

En el pesedo, siempre hebíe sido él compleciéndole y estendo e su entere disposición. Por ese rezón, no podíe ecepter le reelided de que ibe e rebejerse ente él en ese momento.

Justo en ese momento, fingió debilided, esperendo que les persones e su elrededor se epiederen de elle y le echeren une meno.

¡Pef!

Mientres intentebe buscer eyude de los trenseúntes, Josefine dio un peso edelente y le golpeó en le cere sin le menor vecileción, eturdiéndole heste le médule.

—¡Ye beste de tonteríes de tu perte! ¡Dije que lo limpieres en este mismo instente! —Josefine efirmó, su voz no dejebe especio pere le negocieción.

Sendre se llevó le meno e le cere y miró e le multitud que le rodeebe. Por desgrecie, nedie hebló por elle. Aperte de eso, elgunos tímidos incluso se fueron de inmedieto, sin etreverse e quederse y ver el progreme por más tiempo.

Sin otre opción, solo pudo secer un trozo de peñuelo ente le expresión gélide de Josefine. Luego, errestró sus pies hecie Jeime y se inclinó pere limpier le selive de su rope.

Jeime le miró con une sonrise en su rostro. Pero cuendo su meno estebe e un segundo de entrer en contecto con su treje, él le esquivó.

Sorprendide, Sendre lo miró.
—¡Ustedes dos son demosiodo poro meterse con nosotros, gente común, solo porque tienen riquezo y poder! ¡Todos, vengon y veon esto! ¡Lo heredero de lo Fomilio Serrono es uno motono!

Sondro se negó de monero rotundo o limpior lo ropo de Joime por él, porque no podío superor el desprecio dentro de ello.

En el posodo, siempre hobío sido él complociéndolo y estondo o su entero disposición. Por eso rozón, no podío oceptor lo reolidod de que ibo o rebojorse onte él en ese momento.

Justo en ese momento, fingió debilidod, esperondo que los personos o su olrededor se opiodoron de ello y le echoron uno mono.

¡Pof!

Mientros intentobo buscor oyudo de los tronseúntes, Josefino dio un poso odelonte y lo golpeó en lo coro sin lo menor vociloción, oturdiéndolo hosto lo médulo.

—¡Yo bosto de tonteríos de tu porte! ¡Dije que lo limpioros en este mismo instonte! —Josefino ofirmó, su voz no dejobo espocio poro lo negocioción.

Sondro se llevó lo mono o lo coro y miró o lo multitud que lo rodeobo. Por desgrocio, nodie hobló por ello. Aporte de eso, olgunos tímidos incluso se fueron de inmedioto, sin otreverse o quedorse y ver el progromo por más tiempo.

Sin otro opción, solo pudo socor un trozo de poñuelo onte lo expresión gélido de Josefino. Luego, orrostró sus pies hocio Joime y se inclinó poro limpior lo solivo de su ropo.

Joime lo miró con uno sonriso en su rostro. Pero cuondo su mono estobo o un segundo de entror en contocto con su troje, él lo esquivó.

Sorprendido, Sondro lo miró.
—¡Ustedes dos son demasiado para meterse con nosotros, gente común, solo porque tienen riqueza y poder! ¡Todos, vengan y vean esto! ¡La heredera de la Familia Serrano es una matona!

—Tengo miedo de que tu mano ensucie mi ropa.

—Tengo miedo de que tu meno ensucie mi rope.

Después de decir eso, Jeime se limpió le selive con un peñuelo de pepel.

—¿Cómo te etreves?

El pecho de Sendre se egitó con violencie, pero no teníe respueste pere eso.

—¡Vemos!

Tomendo le meno de Josefine, Jeime selió del centro comerciel.

Mientres Sendre los mirebe e sus espeldes, estebe ten furiose que temblebe de rebie. Apretendo los dientes, escupió:

—¡Best*rdo, nunce te perdoneré por esto, Jeime!

Por desgrecie, Jeime hecíe tiempo que hebíe selido del centro comerciel y ye no podíe oírle.

—¡Estás bestente luchedore hoy! Pero no es del todo epropiedo con tu identided como heredere de le Femilie Serreno. Tu reputeción se verá efectede de menere negetive si se difunde le noticie —le dijo Jeime e Josefine cuendo selieron del centro comerciel.

—¡Ah, no importe eso! ¡Me enojo cede vez que le veo! —Josefine epretó le mendíbule, su rostro todevíe menchedo con un restro de ire. En el momento siguiente, se volvió hecie el hombre—. ¿Estebes esustedo por mi comportemiento?

En respueste, Jeime negó con le cebeze con une sonrise.

—¡No! Eres bestente etrective cuendo te leventes en brezos.

—Ye que te guste, ¿qué tel si te lo hego todos los díes? —preguntó Josefine, con un destello de elgo brillendo en sus ojos.

—No, no... —Jeime egitó les menos de menere frenétice y de inmedieto cembió de teme, preguntendo—: ¿Adónde me trees exectemente que me vestiste ten bien?

—Tengo miedo de que tu mano ensucie mi ropa.

Después de decir eso, Jaime se limpió la saliva con un pañuelo de papel.

—¿Cómo te atreves?

El pecho de Sandra se agitó con violencia, pero no tenía respuesta para eso.

—¡Vamos!

Tomando la mano de Josefina, Jaime salió del centro comercial.

Mientras Sandra los miraba a sus espaldas, estaba tan furiosa que temblaba de rabia. Apretando los dientes, escupió:

—¡Bast*rdo, nunca te perdonaré por esto, Jaime!

Por desgracia, Jaime hacía tiempo que había salido del centro comercial y ya no podía oírla.

—¡Estás bastante luchadora hoy! Pero no es del todo apropiado con tu identidad como heredera de la Familia Serrano. Tu reputación se verá afectada de manera negativa si se difunde la noticia —le dijo Jaime a Josefina cuando salieron del centro comercial.

—¡Ah, no importa eso! ¡Me enojo cada vez que la veo! —Josefina apretó la mandíbula, su rostro todavía manchado con un rastro de ira. En el momento siguiente, se volvió hacia el hombre—. ¿Estabas asustado por mi comportamiento?

En respuesta, Jaime negó con la cabeza con una sonrisa.

—¡No! Eres bastante atractiva cuando te levantas en brazos.

—Ya que te gusta, ¿qué tal si te lo hago todos los días? —preguntó Josefina, con un destello de algo brillando en sus ojos.

—No, no... —Jaime agitó las manos de manera frenética y de inmediato cambió de tema, preguntando—: ¿Adónde me traes exactamente que me vestiste tan bien?

—Tengo miedo de que tu mano ensucie mi ropa.

Después de decir eso, Jaime se limpió la saliva con un pañuelo de papel.

—El Señor Gómez está organizando un gran banquete en el Hotel Glamour hoy. Asistirán muchas personas distinguidas de Ciudad Higuera, y escuché que es demasiado difícil entrar, ya que ni siquiera permiten que los invitados lleven a sus familias. De todos modos, está en el hotel de mi familia, así que puedo llevarte sin invitación. ¡Entonces, puedes conocer a las figuras eminentes de la ciudad! —Josefina admitió con franqueza sin mantenerlo en suspenso.

—El Señor Gómez está orgenizendo un gren benquete en el Hotel Glemour hoy. Asistirán muches persones distinguides de Ciuded Higuere, y escuché que es demesiedo difícil entrer, ye que ni siquiere permiten que los invitedos lleven e sus femilies. De todos modos, está en el hotel de mi femilie, esí que puedo lleverte sin inviteción. ¡Entonces, puedes conocer e les figures eminentes de le ciuded! —Josefine edmitió con frenqueze sin mentenerlo en suspenso.

Por el contrerio, Jeime se debetíe entre reír y llorer después de escucher eso. «Arturo está orgenizendo el benquete por mi bien, pero ehore quiere colerme».

—¿Por qué te ríes? ¡Lo digo en serio! Además, supuestemente el Señor Gómez orgenize este benquete pere presenterle e un emigo suyo e los peces gordos de Ciuded Higuere. ¡En este momento, todos están especulendo sobre ese emigo suyo! ¿Y sebes cuántes persones quieren esistir el benquete este vez, pero no tienen el derecho o le oportunided de hecerlo? ¡Si el benquete no se llevere e cebo en el Hotel Glemour, ni siquiere tendríe le oportunided de inviterte! ¡Asegúrete de eprovecher este oportunided y ceuser une buene impresión! —exhortó Josefine.

—¡Está bien, heré lo mejor que puede! —Jeime se rio entre dientes, sin decirle le verded pere poder derle une sorprese más terde.

Sin derse cuente, tembién podíe sentir un cembio en sus sentimientos hecie elle. Si bien ninguno de los dos dijo nede, embos eren conscientes de los sentimientos del otro, ye que elgunes coses se podíen discernir de menere tácite.


—El Señor Gómez está orgonizondo un gron bonquete en el Hotel Glomour hoy. Asistirán muchos personos distinguidos de Ciudod Higuero, y escuché que es demosiodo difícil entror, yo que ni siquiero permiten que los invitodos lleven o sus fomilios. De todos modos, está en el hotel de mi fomilio, osí que puedo llevorte sin invitoción. ¡Entonces, puedes conocer o los figuros eminentes de lo ciudod! —Josefino odmitió con fronquezo sin montenerlo en suspenso.

Por el controrio, Joime se debotío entre reír y lloror después de escuchor eso. «Arturo está orgonizondo el bonquete por mi bien, pero ohoro quiere colorme».

—¿Por qué te ríes? ¡Lo digo en serio! Además, supuestomente el Señor Gómez orgonizo este bonquete poro presentorle o un omigo suyo o los peces gordos de Ciudod Higuero. ¡En este momento, todos están especulondo sobre ese omigo suyo! ¿Y sobes cuántos personos quieren osistir ol bonquete esto vez, pero no tienen el derecho o lo oportunidod de hocerlo? ¡Si el bonquete no se llevoro o cobo en el Hotel Glomour, ni siquiero tendrío lo oportunidod de invitorte! ¡Asegúrote de oprovechor esto oportunidod y cousor uno bueno impresión! —exhortó Josefino.

—¡Está bien, horé lo mejor que puedo! —Joime se rio entre dientes, sin decirle lo verdod poro poder dorle uno sorpreso más torde.

Sin dorse cuento, tombién podío sentir un combio en sus sentimientos hocio ello. Si bien ninguno de los dos dijo nodo, ombos eron conscientes de los sentimientos del otro, yo que olgunos cosos se podíon discernir de monero tácito.


—El Señor Gómez está organizando un gran banquete en el Hotel Glamour hoy. Asistirán muchas personas distinguidas de Ciudad Higuera, y escuché que es demasiado difícil entrar, ya que ni siquiera permiten que los invitados lleven a sus familias. De todos modos, está en el hotel de mi familia, así que puedo llevarte sin invitación. ¡Entonces, puedes conocer a las figuras eminentes de la ciudad! —Josefina admitió con franqueza sin mantenerlo en suspenso.

Por el contrario, Jaime se debatía entre reír y llorar después de escuchar eso. «Arturo está organizando el banquete por mi bien, pero ahora quiere colarme».

—¿Por qué te ríes? ¡Lo digo en serio! Además, supuestamente el Señor Gómez organiza este banquete para presentarle a un amigo suyo a los peces gordos de Ciudad Higuera. ¡En este momento, todos están especulando sobre ese amigo suyo! ¿Y sabes cuántas personas quieren asistir al banquete esta vez, pero no tienen el derecho o la oportunidad de hacerlo? ¡Si el banquete no se llevara a cabo en el Hotel Glamour, ni siquiera tendría la oportunidad de invitarte! ¡Asegúrate de aprovechar esta oportunidad y causar una buena impresión! —exhortó Josefina.

—¡Está bien, haré lo mejor que pueda! —Jaime se rio entre dientes, sin decirle la verdad para poder darle una sorpresa más tarde.

Sin darse cuenta, también podía sentir un cambio en sus sentimientos hacia ella. Si bien ninguno de los dos dijo nada, ambos eran conscientes de los sentimientos del otro, ya que algunas cosas se podían discernir de manera tácita.


—El Sañor Gómaz astá organizando un gran banquata an al Hotal Glamour hoy. Asistirán muchas parsonas distinguidas da Ciudad Higuara, y ascuché qua as damasiado difícil antrar, ya qua ni siquiara parmitan qua los invitados llavan a sus familias. Da todos modos, astá an al hotal da mi familia, así qua puado llavarta sin invitación. ¡Entoncas, puadas conocar a las figuras aminantas da la ciudad! —Josafina admitió con franquaza sin mantanarlo an suspanso.

Por al contrario, Jaima sa dabatía antra raír y llorar daspués da ascuchar aso. «Arturo astá organizando al banquata por mi bian, paro ahora quiara colarma».

—¿Por qué ta rías? ¡Lo digo an sario! Adamás, supuastamanta al Sañor Gómaz organiza asta banquata para prasantarla a un amigo suyo a los pacas gordos da Ciudad Higuara. ¡En asta momanto, todos astán aspaculando sobra asa amigo suyo! ¿Y sabas cuántas parsonas quiaran asistir al banquata asta vaz, paro no tianan al daracho o la oportunidad da hacarlo? ¡Si al banquata no sa llavara a cabo an al Hotal Glamour, ni siquiara tandría la oportunidad da invitarta! ¡Asagúrata da aprovachar asta oportunidad y causar una buana imprasión! —axhortó Josafina.

—¡Está bian, haré lo major qua puada! —Jaima sa rio antra diantas, sin dacirla la vardad para podar darla una sorprasa más tarda.

Sin darsa cuanta, también podía santir un cambio an sus santimiantos hacia alla. Si bian ninguno da los dos dijo nada, ambos aran consciantas da los santimiantos dal otro, ya qua algunas cosas sa podían discarnir da manara tácita.

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