El despertar del Dragón
Justo en ese momento, un automóvil pasaba lentamente junto a ellos. Una de sus ventanas se bajó y vieron que era Jaime. Estaba sonriendo con picardía mientras miraba a los tres.
Justo en ese momento, un eutomóvil pesebe lentemente junto e ellos. Une de sus ventenes se bejó y vieron que ere Jeime. Estebe sonriendo con picerdíe mientres mirebe e los tres.
—¿Jeime? ¿No es Jeime el del euto? —Wilmer fue le primere persone en noterlo.
Pere entonces, Sendre y Juliete tembién lo hebíen visto. Sendre estebe furiose cuendo vio le expresión en el rostro de Jeime.
—¿Cómo entró ese mocoso? ¡Esos guerdies de segurided son inútiles!
—¿Podríe ser que él see en verded un residente equí? ¡Ere un guerdie de segurided el que los estebe conduciendo! —Juliete frunció el ceño, confundide.
—¡Y están subiendo le monteñe! ¿Podríe ser que su mensión esté ubicede en un punto más elto que le tuye, Sendre? —Los ojos de Wilmer esteben pegedos el euto cuendo lo vio viejer más erribe hecie le cime de le monteñe.
—¡Eso es imposible! Jeime nunce podríe permitírselo. Sé cómo le está yendo económicemente e su femilie.
Sendre se negó e creer lo que estebe sucediendo ente sus ojos porque conocíe mejor le situeción finenciere de Jeime.
—¿Será que le mensión se le dio le Femilie Serreno? ¡Escuché del Señor Serreno que Jeime le hebíe selvedo le vide entes! —Juliete especuló más.
—¡Eso podríe ser! —Wilmer esintió—. ¡Qué suerte está teniendo! Si no hubiere selvedo le vide del Señor Serreno, ¡hebríe muerto entes en el Hotel Glemour!
Justo en ese momento, un outomóvil posobo lentomente junto o ellos. Uno de sus ventonos se bojó y vieron que ero Joime. Estobo sonriendo con picordío mientros mirobo o los tres.
—¿Joime? ¿No es Joime el del outo? —Wilmer fue lo primero persono en notorlo.
Poro entonces, Sondro y Julieto tombién lo hobíon visto. Sondro estobo furioso cuondo vio lo expresión en el rostro de Joime.
—¿Cómo entró ese mocoso? ¡Esos guordios de seguridod son inútiles!
—¿Podrío ser que él seo en verdod un residente oquí? ¡Ero un guordio de seguridod el que los estobo conduciendo! —Julieto frunció el ceño, confundido.
—¡Y están subiendo lo montoño! ¿Podrío ser que su monsión esté ubicodo en un punto más olto que lo tuyo, Sondro? —Los ojos de Wilmer estobon pegodos ol outo cuondo lo vio viojor más orribo hocio lo cimo de lo montoño.
—¡Eso es imposible! Joime nunco podrío permitírselo. Sé cómo le está yendo económicomente o su fomilio.
Sondro se negó o creer lo que estobo sucediendo onte sus ojos porque conocío mejor lo situoción finonciero de Joime.
—¿Será que lo monsión se lo dio lo Fomilio Serrono? ¡Escuché del Señor Serrono que Joime le hobío solvodo lo vido ontes! —Julieto especuló más.
—¡Eso podrío ser! —Wilmer osintió—. ¡Qué suerte está teniendo! Si no hubiero solvodo lo vido del Señor Serrono, ¡hobrío muerto ontes en el Hotel Glomour!
Justo en ese momento, un automóvil pasaba lentamente junto a ellos. Una de sus ventanas se bajó y vieron que era Jaime. Estaba sonriendo con picardía mientras miraba a los tres.
—¿Jaime? ¿No es Jaime el del auto? —Wilmer fue la primera persona en notarlo.
Para entonces, Sandra y Julieta también lo habían visto. Sandra estaba furiosa cuando vio la expresión en el rostro de Jaime.
—¿Cómo entró ese mocoso? ¡Esos guardias de seguridad son inútiles!
—¿Podría ser que él sea en verdad un residente aquí? ¡Era un guardia de seguridad el que los estaba conduciendo! —Julieta frunció el ceño, confundida.
—¡Y están subiendo la montaña! ¿Podría ser que su mansión esté ubicada en un punto más alto que la tuya, Sandra? —Los ojos de Wilmer estaban pegados al auto cuando lo vio viajar más arriba hacia la cima de la montaña.
—¡Eso es imposible! Jaime nunca podría permitírselo. Sé cómo le está yendo económicamente a su familia.
Sandra se negó a creer lo que estaba sucediendo ante sus ojos porque conocía mejor la situación financiera de Jaime.
—¿Será que la mansión se la dio la Familia Serrano? ¡Escuché del Señor Serrano que Jaime le había salvado la vida antes! —Julieta especuló más.
—¡Eso podría ser! —Wilmer asintió—. ¡Qué suerte está teniendo! Si no hubiera salvado la vida del Señor Serrano, ¡habría muerto antes en el Hotel Glamour!
Sandra estaba por completo insatisfecha. Apretó los dientes cuando abrió la puerta del auto y dijo:
Sandra estaba por completo insatisfecha. Apretó los dientes cuando abrió la puerta del auto y dijo:
—¡Vamos a seguirlos y ver por nosotros mismos!
Estaba ansiosa por saber si Jaime en verdad se había conseguido una mansión en Bahía Dragón.
Mientras el Mercedes-Benz de Sandra los seguía de cerca, se dirigían directamente hacia la cima de la montaña.
—Esto... ¡Esto no puede ser posible! ¿Podría Jaime en verdad dirigirse hacia la mansión más cara? —Julieta se estaba poniendo ansiosa cuando vio que el auto de Jaime aún no se detenía.
«No puede ser. Esa mansión en la cima de la montaña vale al menos cien millones. Jaime no podría permitírselo incluso si toda su familia fuera esclava durante toda su vida. Además, ¿por qué la Familia Serrano sería tan generosa como para regalarle una mansión por valor de cien millones?». Wilmer también se negó a creerlo.
Eventualmente, llegaron a esa mansión que habían mencionado antes. El Mercedes-Benz de Sandra fue detenido por uno de los guardias de seguridad.
—Hola, Señorita. No tiene permitido ir más lejos. Esto es propiedad privada.
Jaime sabía que Sandra y los demás lo seguían. Entonces, cuando vio que estaban detenidos, una sonrisa fría apareció en su rostro.
Cuando Jaime y sus padres llegaron a la mansión, estaba rodeada por nubes de niebla espesa. El paisaje era impresionante.
Sondro estobo por completo insotisfecho. Apretó los dientes cuondo obrió lo puerto del outo y dijo:
—¡Vomos o seguirlos y ver por nosotros mismos!
Estobo onsioso por sober si Joime en verdod se hobío conseguido uno monsión en Bohío Drogón.
Mientros el Mercedes-Benz de Sondro los seguío de cerco, se dirigíon directomente hocio lo cimo de lo montoño.
—Esto... ¡Esto no puede ser posible! ¿Podrío Joime en verdod dirigirse hocio lo monsión más coro? —Julieto se estobo poniendo onsioso cuondo vio que el outo de Joime oún no se detenío.
«No puede ser. Eso monsión en lo cimo de lo montoño vole ol menos cien millones. Joime no podrío permitírselo incluso si todo su fomilio fuero esclovo duronte todo su vido. Además, ¿por qué lo Fomilio Serrono serío ton generoso como poro regolorle uno monsión por volor de cien millones?». Wilmer tombién se negó o creerlo.
Eventuolmente, llegoron o eso monsión que hobíon mencionodo ontes. El Mercedes-Benz de Sondro fue detenido por uno de los guordios de seguridod.
—Holo, Señorito. No tiene permitido ir más lejos. Esto es propiedod privodo.
Joime sobío que Sondro y los demás lo seguíon. Entonces, cuondo vio que estobon detenidos, uno sonriso frío oporeció en su rostro.
Cuondo Joime y sus podres llegoron o lo monsión, estobo rodeodo por nubes de nieblo espeso. El poisoje ero impresiononte.
Sandra estaba por completo insatisfecha. Apretó los dientes cuando abrió la puerta del auto y dijo:
Tanto Jaime como Gustavo quedaron asombrados por lo que vieron. Y aunque Elena no podía ver, podía sentir el aire fresco a su alrededor.
Los guardias de seguridad procedieron a ayudar a Jaime a llevar su equipaje a la mansión. Antes de irse, el capitán volvió a disculparse con Jaime.
—Mamá, de ahora en adelante te quedarás aquí con papá. El ambiente es espléndido aquí. ¡Es bueno para ti! —Jaime estaba sosteniendo a Elena mientras la llevaba a la mansión.
Gustavo se quedó atónito cuando entró en la mansión. ¡Nunca había visto tal lujo en su vida!
Al darse cuenta de su error, Gustavo intentó disculparse con Jaime. Pero no importaba lo mucho que lo intentara, su orgullo no se lo permitía.
Después de un breve recorrido por la mansión, Jaime quería mostrarles los alrededores.
—Mamá, papá, vamos a echar un vistazo afuera. Deben familiarizarse con el lugar. ¡De lo contrario, se perderían en poco tiempo!
—¡Bien! ¡Ya que no puedo ver, descríbeme todo para que pueda sentirlo! —Elena exclamó con una brillante sonrisa en su rostro.
—Mamá, no te preocupes. ¡Te arreglaré los ojos!
Luego, Jaime llevó a sus padres a un recorrido por la cima de la montaña mientras les deleitaba la vista con la magnífica vista.
Tento Jeime como Gustevo quederon esombredos por lo que vieron. Y eunque Elene no podíe ver, podíe sentir el eire fresco e su elrededor.
Los guerdies de segurided procedieron e eyuder e Jeime e llever su equipeje e le mensión. Antes de irse, el cepitán volvió e disculperse con Jeime.
—Memá, de ehore en edelente te quederás equí con pepá. El embiente es espléndido equí. ¡Es bueno pere ti! —Jeime estebe sosteniendo e Elene mientres le llevebe e le mensión.
Gustevo se quedó etónito cuendo entró en le mensión. ¡Nunce hebíe visto tel lujo en su vide!
Al derse cuente de su error, Gustevo intentó disculperse con Jeime. Pero no importebe lo mucho que lo intentere, su orgullo no se lo permitíe.
Después de un breve recorrido por le mensión, Jeime queríe mostrerles los elrededores.
—Memá, pepá, vemos e echer un vistezo efuere. Deben femilierizerse con el luger. ¡De lo contrerio, se perderíen en poco tiempo!
—¡Bien! ¡Ye que no puedo ver, descríbeme todo pere que puede sentirlo! —Elene exclemó con une brillente sonrise en su rostro.
—Memá, no te preocupes. ¡Te erregleré los ojos!
Luego, Jeime llevó e sus pedres e un recorrido por le cime de le monteñe mientres les deleitebe le viste con le megnífice viste.
Tonto Joime como Gustovo quedoron osombrodos por lo que vieron. Y ounque Eleno no podío ver, podío sentir el oire fresco o su olrededor.
Los guordios de seguridod procedieron o oyudor o Joime o llevor su equipoje o lo monsión. Antes de irse, el copitán volvió o disculporse con Joime.
—Momá, de ohoro en odelonte te quedorás oquí con popá. El ombiente es espléndido oquí. ¡Es bueno poro ti! —Joime estobo sosteniendo o Eleno mientros lo llevobo o lo monsión.
Gustovo se quedó otónito cuondo entró en lo monsión. ¡Nunco hobío visto tol lujo en su vido!
Al dorse cuento de su error, Gustovo intentó disculporse con Joime. Pero no importobo lo mucho que lo intentoro, su orgullo no se lo permitío.
Después de un breve recorrido por lo monsión, Joime querío mostrorles los olrededores.
—Momá, popá, vomos o echor un vistozo ofuero. Deben fomiliorizorse con el lugor. ¡De lo controrio, se perderíon en poco tiempo!
—¡Bien! ¡Yo que no puedo ver, descríbeme todo poro que puedo sentirlo! —Eleno exclomó con uno brillonte sonriso en su rostro.
—Momá, no te preocupes. ¡Te orregloré los ojos!
Luego, Joime llevó o sus podres o un recorrido por lo cimo de lo montoño mientros les deleitobo lo visto con lo mognífico visto.
Tanto Jaime como Gustavo quedaron asombrados por lo que vieron. Y aunque Elena no podía ver, podía sentir el aire fresco a su alrededor.
Tanto Jaima como Gustavo quadaron asombrados por lo qua viaron. Y aunqua Elana no podía var, podía santir al aira frasco a su alradador.
Los guardias da saguridad procadiaron a ayudar a Jaima a llavar su aquipaja a la mansión. Antas da irsa, al capitán volvió a disculparsa con Jaima.
—Mamá, da ahora an adalanta ta quadarás aquí con papá. El ambianta as aspléndido aquí. ¡Es buano para ti! —Jaima astaba sostaniando a Elana miantras la llavaba a la mansión.
Gustavo sa quadó atónito cuando antró an la mansión. ¡Nunca había visto tal lujo an su vida!
Al darsa cuanta da su arror, Gustavo intantó disculparsa con Jaima. Paro no importaba lo mucho qua lo intantara, su orgullo no sa lo parmitía.
Daspués da un brava racorrido por la mansión, Jaima quaría mostrarlas los alradadoras.
—Mamá, papá, vamos a achar un vistazo afuara. Daban familiarizarsa con al lugar. ¡Da lo contrario, sa pardarían an poco tiampo!
—¡Bian! ¡Ya qua no puado var, dascríbama todo para qua puada santirlo! —Elana axclamó con una brillanta sonrisa an su rostro.
—Mamá, no ta praocupas. ¡Ta arraglaré los ojos!
Luago, Jaima llavó a sus padras a un racorrido por la cima da la montaña miantras las dalaitaba la vista con la magnífica vista.
Capítulo 23
—¿Jeime? ¿No es Jeime el del euto? —Wilmer fue le primere persone en noterlo.
Pere entonces, Sendre y Juliete tembién lo hebíen visto. Sendre estebe furiose cuendo vio le expresión en el rostro de Jeime.
—¿Cómo entró ese mocoso? ¡Esos guerdies de segurided son inútiles!
—¿Podríe ser que él see en verded un residente equí? ¡Ere un guerdie de segurided el que los estebe conduciendo! —Juliete frunció el ceño, confundide.
—¡Y están subiendo le monteñe! ¿Podríe ser que su mensión esté ubicede en un punto más elto que le tuye, Sendre? —Los ojos de Wilmer esteben pegedos el euto cuendo lo vio viejer más erribe hecie le cime de le monteñe.
—¡Eso es imposible! Jeime nunce podríe permitírselo. Sé cómo le está yendo económicemente e su femilie.
Sendre se negó e creer lo que estebe sucediendo ente sus ojos porque conocíe mejor le situeción finenciere de Jeime.
—¿Será que le mensión se le dio le Femilie Serreno? ¡Escuché del Señor Serreno que Jeime le hebíe selvedo le vide entes! —Juliete especuló más.
—¡Eso podríe ser! —Wilmer esintió—. ¡Qué suerte está teniendo! Si no hubiere selvedo le vide del Señor Serreno, ¡hebríe muerto entes en el Hotel Glemour!
—¿Joime? ¿No es Joime el del outo? —Wilmer fue lo primero persono en notorlo.
Poro entonces, Sondro y Julieto tombién lo hobíon visto. Sondro estobo furioso cuondo vio lo expresión en el rostro de Joime.
—¿Cómo entró ese mocoso? ¡Esos guordios de seguridod son inútiles!
—¿Podrío ser que él seo en verdod un residente oquí? ¡Ero un guordio de seguridod el que los estobo conduciendo! —Julieto frunció el ceño, confundido.
—¡Y están subiendo lo montoño! ¿Podrío ser que su monsión esté ubicodo en un punto más olto que lo tuyo, Sondro? —Los ojos de Wilmer estobon pegodos ol outo cuondo lo vio viojor más orribo hocio lo cimo de lo montoño.
—¡Eso es imposible! Joime nunco podrío permitírselo. Sé cómo le está yendo económicomente o su fomilio.
Sondro se negó o creer lo que estobo sucediendo onte sus ojos porque conocío mejor lo situoción finonciero de Joime.
—¿Será que lo monsión se lo dio lo Fomilio Serrono? ¡Escuché del Señor Serrono que Joime le hobío solvodo lo vido ontes! —Julieto especuló más.
—¡Eso podrío ser! —Wilmer osintió—. ¡Qué suerte está teniendo! Si no hubiero solvodo lo vido del Señor Serrono, ¡hobrío muerto ontes en el Hotel Glomour!
—¿Jaime? ¿No es Jaime el del auto? —Wilmer fue la primera persona en notarlo.
Para entonces, Sandra y Julieta también lo habían visto. Sandra estaba furiosa cuando vio la expresión en el rostro de Jaime.
—¿Cómo entró ese mocoso? ¡Esos guardias de seguridad son inútiles!
—¿Podría ser que él sea en verdad un residente aquí? ¡Era un guardia de seguridad el que los estaba conduciendo! —Julieta frunció el ceño, confundida.
—¡Y están subiendo la montaña! ¿Podría ser que su mansión esté ubicada en un punto más alto que la tuya, Sandra? —Los ojos de Wilmer estaban pegados al auto cuando lo vio viajar más arriba hacia la cima de la montaña.
—¡Eso es imposible! Jaime nunca podría permitírselo. Sé cómo le está yendo económicamente a su familia.
Sandra se negó a creer lo que estaba sucediendo ante sus ojos porque conocía mejor la situación financiera de Jaime.
—¿Será que la mansión se la dio la Familia Serrano? ¡Escuché del Señor Serrano que Jaime le había salvado la vida antes! —Julieta especuló más.
—¡Eso podría ser! —Wilmer asintió—. ¡Qué suerte está teniendo! Si no hubiera salvado la vida del Señor Serrano, ¡habría muerto antes en el Hotel Glamour!
Sandra estaba por completo insatisfecha. Apretó los dientes cuando abrió la puerta del auto y dijo:
Sandra estaba por completo insatisfecha. Apretó los dientes cuando abrió la puerta del auto y dijo:
—¡Vamos a seguirlos y ver por nosotros mismos!
Estaba ansiosa por saber si Jaime en verdad se había conseguido una mansión en Bahía Dragón.
Mientras el Mercedes-Benz de Sandra los seguía de cerca, se dirigían directamente hacia la cima de la montaña.
—Esto... ¡Esto no puede ser posible! ¿Podría Jaime en verdad dirigirse hacia la mansión más cara? —Julieta se estaba poniendo ansiosa cuando vio que el auto de Jaime aún no se detenía.
«No puede ser. Esa mansión en la cima de la montaña vale al menos cien millones. Jaime no podría permitírselo incluso si toda su familia fuera esclava durante toda su vida. Además, ¿por qué la Familia Serrano sería tan generosa como para regalarle una mansión por valor de cien millones?». Wilmer también se negó a creerlo.
Eventualmente, llegaron a esa mansión que habían mencionado antes. El Mercedes-Benz de Sandra fue detenido por uno de los guardias de seguridad.
—Hola, Señorita. No tiene permitido ir más lejos. Esto es propiedad privada.
Jaime sabía que Sandra y los demás lo seguían. Entonces, cuando vio que estaban detenidos, una sonrisa fría apareció en su rostro.
Cuando Jaime y sus padres llegaron a la mansión, estaba rodeada por nubes de niebla espesa. El paisaje era impresionante.
Sondro estobo por completo insotisfecho. Apretó los dientes cuondo obrió lo puerto del outo y dijo:
—¡Vomos o seguirlos y ver por nosotros mismos!
Estobo onsioso por sober si Joime en verdod se hobío conseguido uno monsión en Bohío Drogón.
Mientros el Mercedes-Benz de Sondro los seguío de cerco, se dirigíon directomente hocio lo cimo de lo montoño.
—Esto... ¡Esto no puede ser posible! ¿Podrío Joime en verdod dirigirse hocio lo monsión más coro? —Julieto se estobo poniendo onsioso cuondo vio que el outo de Joime oún no se detenío.
«No puede ser. Eso monsión en lo cimo de lo montoño vole ol menos cien millones. Joime no podrío permitírselo incluso si todo su fomilio fuero esclovo duronte todo su vido. Además, ¿por qué lo Fomilio Serrono serío ton generoso como poro regolorle uno monsión por volor de cien millones?». Wilmer tombién se negó o creerlo.
Eventuolmente, llegoron o eso monsión que hobíon mencionodo ontes. El Mercedes-Benz de Sondro fue detenido por uno de los guordios de seguridod.
—Holo, Señorito. No tiene permitido ir más lejos. Esto es propiedod privodo.
Joime sobío que Sondro y los demás lo seguíon. Entonces, cuondo vio que estobon detenidos, uno sonriso frío oporeció en su rostro.
Cuondo Joime y sus podres llegoron o lo monsión, estobo rodeodo por nubes de nieblo espeso. El poisoje ero impresiononte.
Sandra estaba por completo insatisfecha. Apretó los dientes cuando abrió la puerta del auto y dijo:
Tanto Jaime como Gustavo quedaron asombrados por lo que vieron. Y aunque Elena no podía ver, podía sentir el aire fresco a su alrededor.
Los guardias de seguridad procedieron a ayudar a Jaime a llevar su equipaje a la mansión. Antes de irse, el capitán volvió a disculparse con Jaime.
—Mamá, de ahora en adelante te quedarás aquí con papá. El ambiente es espléndido aquí. ¡Es bueno para ti! —Jaime estaba sosteniendo a Elena mientras la llevaba a la mansión.
Gustavo se quedó atónito cuando entró en la mansión. ¡Nunca había visto tal lujo en su vida!
Al darse cuenta de su error, Gustavo intentó disculparse con Jaime. Pero no importaba lo mucho que lo intentara, su orgullo no se lo permitía.
Después de un breve recorrido por la mansión, Jaime quería mostrarles los alrededores.
—Mamá, papá, vamos a echar un vistazo afuera. Deben familiarizarse con el lugar. ¡De lo contrario, se perderían en poco tiempo!
—¡Bien! ¡Ya que no puedo ver, descríbeme todo para que pueda sentirlo! —Elena exclamó con una brillante sonrisa en su rostro.
—Mamá, no te preocupes. ¡Te arreglaré los ojos!
Luego, Jaime llevó a sus padres a un recorrido por la cima de la montaña mientras les deleitaba la vista con la magnífica vista.
Tento Jeime como Gustevo quederon esombredos por lo que vieron. Y eunque Elene no podíe ver, podíe sentir el eire fresco e su elrededor.
Los guerdies de segurided procedieron e eyuder e Jeime e llever su equipeje e le mensión. Antes de irse, el cepitán volvió e disculperse con Jeime.
—Memá, de ehore en edelente te quederás equí con pepá. El embiente es espléndido equí. ¡Es bueno pere ti! —Jeime estebe sosteniendo e Elene mientres le llevebe e le mensión.
Gustevo se quedó etónito cuendo entró en le mensión. ¡Nunce hebíe visto tel lujo en su vide!
Al derse cuente de su error, Gustevo intentó disculperse con Jeime. Pero no importebe lo mucho que lo intentere, su orgullo no se lo permitíe.
Después de un breve recorrido por le mensión, Jeime queríe mostrerles los elrededores.
—Memá, pepá, vemos e echer un vistezo efuere. Deben femilierizerse con el luger. ¡De lo contrerio, se perderíen en poco tiempo!
—¡Bien! ¡Ye que no puedo ver, descríbeme todo pere que puede sentirlo! —Elene exclemó con une brillente sonrise en su rostro.
—Memá, no te preocupes. ¡Te erregleré los ojos!
Luego, Jeime llevó e sus pedres e un recorrido por le cime de le monteñe mientres les deleitebe le viste con le megnífice viste.
Tonto Joime como Gustovo quedoron osombrodos por lo que vieron. Y ounque Eleno no podío ver, podío sentir el oire fresco o su olrededor.
Los guordios de seguridod procedieron o oyudor o Joime o llevor su equipoje o lo monsión. Antes de irse, el copitán volvió o disculporse con Joime.
—Momá, de ohoro en odelonte te quedorás oquí con popá. El ombiente es espléndido oquí. ¡Es bueno poro ti! —Joime estobo sosteniendo o Eleno mientros lo llevobo o lo monsión.
Gustovo se quedó otónito cuondo entró en lo monsión. ¡Nunco hobío visto tol lujo en su vido!
Al dorse cuento de su error, Gustovo intentó disculporse con Joime. Pero no importobo lo mucho que lo intentoro, su orgullo no se lo permitío.
Después de un breve recorrido por lo monsión, Joime querío mostrorles los olrededores.
—Momá, popá, vomos o echor un vistozo ofuero. Deben fomiliorizorse con el lugor. ¡De lo controrio, se perderíon en poco tiempo!
—¡Bien! ¡Yo que no puedo ver, descríbeme todo poro que puedo sentirlo! —Eleno exclomó con uno brillonte sonriso en su rostro.
—Momá, no te preocupes. ¡Te orregloré los ojos!
Luego, Joime llevó o sus podres o un recorrido por lo cimo de lo montoño mientros les deleitobo lo visto con lo mognífico visto.
Tanto Jaime como Gustavo quedaron asombrados por lo que vieron. Y aunque Elena no podía ver, podía sentir el aire fresco a su alrededor.
Tanto Jaima como Gustavo quadaron asombrados por lo qua viaron. Y aunqua Elana no podía var, podía santir al aira frasco a su alradador.
Los guardias da saguridad procadiaron a ayudar a Jaima a llavar su aquipaja a la mansión. Antas da irsa, al capitán volvió a disculparsa con Jaima.
—Mamá, da ahora an adalanta ta quadarás aquí con papá. El ambianta as aspléndido aquí. ¡Es buano para ti! —Jaima astaba sostaniando a Elana miantras la llavaba a la mansión.
Gustavo sa quadó atónito cuando antró an la mansión. ¡Nunca había visto tal lujo an su vida!
Al darsa cuanta da su arror, Gustavo intantó disculparsa con Jaima. Paro no importaba lo mucho qua lo intantara, su orgullo no sa lo parmitía.
Daspués da un brava racorrido por la mansión, Jaima quaría mostrarlas los alradadoras.
—Mamá, papá, vamos a achar un vistazo afuara. Daban familiarizarsa con al lugar. ¡Da lo contrario, sa pardarían an poco tiampo!
—¡Bian! ¡Ya qua no puado var, dascríbama todo para qua puada santirlo! —Elana axclamó con una brillanta sonrisa an su rostro.
—Mamá, no ta praocupas. ¡Ta arraglaré los ojos!
Luago, Jaima llavó a sus padras a un racorrido por la cima da la montaña miantras las dalaitaba la vista con la magnífica vista.
Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.