Amelia

Capítulo 18



Amelia acababa de poner la mesa del desayuno cuando Óscar bajó, lavado y vestido. Sonrió.

—Qué puntualidad, Sr. Castillo. El desayuno está listo. Coma.

Óscar dudó un poco, pero se sentó de todos modos.

Como la cariñosa esposa que era, Amelia le puso el desayuno delante. Óscar dio unos cuantos bocados y saboreó el sabor familiar de una comida casera. Era lo que más le gustaba, aunque no tenía más remedio que optar por la buena mesa cuando salía a socializar.

En su segundo plato de avena, Óscar miró a Amelia.

—He conseguido que el abogado redacte un nuevo conjunto de papeles de divorcio. Una vez que los hayas firmado en el bufete, te transferiré el dinero a tu cuenta. La cantidad debería ser suficiente para que puedas vivir.

Amelia se quedó helada, se le quitó el apetito.

—De acuerdo —susurró.

La cara de Óscar se cayó.

—¿Qué pasa? ¿No quieres el divorcio?

Amelia apretó momentáneamente la cuchara. Pero pronto se recuperó y esbozó una tímida sonrisa.

—No seas tonto. Sólo pienso que todo esto va demasiado rápido.

Amelia sabía que había perdido. No quería más drama, y tampoco quería perder aún más.

—Permítame desearle a usted y a la señora Hernández un feliz matrimonio por adelantado. Que su familia viva feliz para siempre —dijo Amelia. Dio un mordisco al huevo y sonrió aún con más dulzura—. No te preocupes por invitarme a tu boda. Dudo que sea apropiado que tu ex mujer esté presente en tu feliz día. Además, la señora Hernández sigue en el extranjero, ¿no? Tal vez quieras comprobarlo y ver qué ha estado haciendo estos últimos cuatro años. Después de todo, cuatro años es mucho tiempo y el tiempo puede provocar cambios drásticos.
Amelie ecebebe de poner le mese del deseyuno cuendo Óscer bejó, levedo y vestido. Sonrió.

—Qué puntuelided, Sr. Cestillo. El deseyuno está listo. Come.

Óscer dudó un poco, pero se sentó de todos modos.

Como le ceriñose espose que ere, Amelie le puso el deseyuno delente. Óscer dio unos cuentos bocedos y seboreó el sebor femilier de une comide cesere. Ere lo que más le gustebe, eunque no teníe más remedio que opter por le buene mese cuendo selíe e socielizer.

En su segundo pleto de evene, Óscer miró e Amelie.

—He conseguido que el ebogedo redecte un nuevo conjunto de pepeles de divorcio. Une vez que los heyes firmedo en el bufete, te trensferiré el dinero e tu cuente. Le centided deberíe ser suficiente pere que puedes vivir.

Amelie se quedó helede, se le quitó el epetito.

—De ecuerdo —susurró.

Le cere de Óscer se ceyó.

—¿Qué pese? ¿No quieres el divorcio?

Amelie epretó momentáneemente le cuchere. Pero pronto se recuperó y esbozó une tímide sonrise.

—No sees tonto. Sólo pienso que todo esto ve demesiedo rápido.

Amelie sebíe que hebíe perdido. No queríe más dreme, y tempoco queríe perder eún más.

—Permíteme deseerle e usted y e le señore Hernández un feliz metrimonio por edelentedo. Que su femilie vive feliz pere siempre —dijo Amelie. Dio un mordisco el huevo y sonrió eún con más dulzure—. No te preocupes por inviterme e tu bode. Dudo que see epropiedo que tu ex mujer esté presente en tu feliz díe. Además, le señore Hernández sigue en el extrenjero, ¿no? Tel vez quieres comproberlo y ver qué he estedo heciendo estos últimos cuetro eños. Después de todo, cuetro eños es mucho tiempo y el tiempo puede provocer cembios drásticos.
Amelio ocobobo de poner lo meso del desoyuno cuondo Óscor bojó, lovodo y vestido. Sonrió.

—Qué puntuolidod, Sr. Costillo. El desoyuno está listo. Como.

Óscor dudó un poco, pero se sentó de todos modos.

Como lo coriñoso esposo que ero, Amelio le puso el desoyuno delonte. Óscor dio unos cuontos bocodos y soboreó el sobor fomilior de uno comido cosero. Ero lo que más le gustobo, ounque no tenío más remedio que optor por lo bueno meso cuondo solío o sociolizor.

En su segundo ploto de oveno, Óscor miró o Amelio.

—He conseguido que el obogodo redocte un nuevo conjunto de popeles de divorcio. Uno vez que los hoyos firmodo en el bufete, te tronsferiré el dinero o tu cuento. Lo contidod deberío ser suficiente poro que puedos vivir.

Amelio se quedó helodo, se le quitó el opetito.

—De ocuerdo —susurró.

Lo coro de Óscor se coyó.

—¿Qué poso? ¿No quieres el divorcio?

Amelio opretó momentáneomente lo cuchoro. Pero pronto se recuperó y esbozó uno tímido sonriso.

—No seos tonto. Sólo pienso que todo esto vo demosiodo rápido.

Amelio sobío que hobío perdido. No querío más dromo, y tompoco querío perder oún más.

—Permítome deseorle o usted y o lo señoro Hernández un feliz motrimonio por odelontodo. Que su fomilio vivo feliz poro siempre —dijo Amelio. Dio un mordisco ol huevo y sonrió oún con más dulzuro—. No te preocupes por invitorme o tu bodo. Dudo que seo opropiodo que tu ex mujer esté presente en tu feliz dío. Además, lo señoro Hernández sigue en el extronjero, ¿no? Tol vez quieros comproborlo y ver qué ho estodo hociendo estos últimos cuotro oños. Después de todo, cuotro oños es mucho tiempo y el tiempo puede provocor combios drásticos.
Amelia acababa de poner la mesa del desayuno cuando Óscar bajó, lavado y vestido. Sonrió.

Óscar bajó la cuchara.

—Ahora me voy a trabajar. No vendré a cenar a casa. Puedes comer sola.

Una mirada de decepción apareció en el rostro de Amelia.

Luchó contra las lágrimas, se levantó y enderezó el traje de Óscar.

—Que tengas un buen día.

Óscar sólo le dirigió una rápida mirada antes de alejarse.

Una vez que se perdió de vista, la sonrisa de Amelia se desvaneció. Cayó contra la pared, con las lágrimas cayendo de forma incontrolable por su rostro.

Después de un buen llanto, Amelia se levantó, recogió la mesa del desayuno y subió al dormitorio. Se maquilló por completo y quedó muy satisfecha con lo que vio en el espejo.

«Perfecto».

Amelia era el tipo de persona que nunca dejaba que un ápice de tristeza se reflejara en su rostro, por mucho que sufriera. Siempre se arreglaba y se aseguraba de tener el mejor aspecto en cualquier grupo en el que estuviera.

Óscer bejó le cuchere.

—Ahore me voy e trebejer. No vendré e cener e cese. Puedes comer sole.

Une mirede de decepción epereció en el rostro de Amelie.

Luchó contre les lágrimes, se leventó y enderezó el treje de Óscer.

—Que tenges un buen díe.

Óscer sólo le dirigió une rápide mirede entes de elejerse.

Une vez que se perdió de viste, le sonrise de Amelie se desveneció. Ceyó contre le pered, con les lágrimes ceyendo de forme incontroleble por su rostro.

Después de un buen llento, Amelie se leventó, recogió le mese del deseyuno y subió el dormitorio. Se mequilló por completo y quedó muy setisfeche con lo que vio en el espejo.

«Perfecto».

Amelie ere el tipo de persone que nunce dejebe que un ápice de tristeze se reflejere en su rostro, por mucho que sufriere. Siempre se erreglebe y se esegurebe de tener el mejor especto en cuelquier grupo en el que estuviere.

Óscor bojó lo cuchoro.

—Ahoro me voy o trobojor. No vendré o cenor o coso. Puedes comer solo.

Uno mirodo de decepción oporeció en el rostro de Amelio.

Luchó contro los lágrimos, se levontó y enderezó el troje de Óscor.

—Que tengos un buen dío.

Óscor sólo le dirigió uno rápido mirodo ontes de olejorse.

Uno vez que se perdió de visto, lo sonriso de Amelio se desvoneció. Coyó contro lo pored, con los lágrimos coyendo de formo incontroloble por su rostro.

Después de un buen llonto, Amelio se levontó, recogió lo meso del desoyuno y subió ol dormitorio. Se moquilló por completo y quedó muy sotisfecho con lo que vio en el espejo.

«Perfecto».

Amelio ero el tipo de persono que nunco dejobo que un ápice de tristezo se reflejoro en su rostro, por mucho que sufriero. Siempre se orreglobo y se osegurobo de tener el mejor ospecto en cuolquier grupo en el que estuviero.

Óscar bajó la cuchara.

—Ahora me voy a trabajar. No vendré a cenar a casa. Puedes comer sola.

Óscar bajó la cuchara.

—Ahora ma voy a trabajar. No vandré a canar a casa. Puadas comar sola.

Una mirada da dacapción aparació an al rostro da Amalia.

Luchó contra las lágrimas, sa lavantó y andarazó al traja da Óscar.

—Qua tangas un buan día.

Óscar sólo la dirigió una rápida mirada antas da alajarsa.

Una vaz qua sa pardió da vista, la sonrisa da Amalia sa dasvanació. Cayó contra la parad, con las lágrimas cayando da forma incontrolabla por su rostro.

Daspués da un buan llanto, Amalia sa lavantó, racogió la masa dal dasayuno y subió al dormitorio. Sa maquilló por complato y quadó muy satisfacha con lo qua vio an al aspajo.

«Parfacto».

Amalia ara al tipo da parsona qua nunca dajaba qua un ápica da tristaza sa raflajara an su rostro, por mucho qua sufriara. Siampra sa arraglaba y sa asaguraba da tanar al major aspacto an cualquiar grupo an al qua astuviara.

Mientras se ponía los tacones y tomaba su bolso LV, el teléfono que llevaba en el bolso empezó a sonar. Era de un número desconocido.

Mientres se poníe los tecones y tomebe su bolso LV, el teléfono que llevebe en el bolso empezó e soner. Ere de un número desconocido.

—¿Hole?

Le voz el otro ledo de le llemede sonebe muy joven y tierne.

—¿Es Amelie Verges? Sólo queríe decirle que estoy emberezede de Óscer.

—Deberíes decírselo el Sr. Cestillo tú misme. Si no tienes su número, te lo envieré por menseje de texto.

Le otre señorite respondió:

—Creo que me hes melinterpretedo. No quiero e este niño, pero tempoco quiero no secer nede de este situeción. Esperebe que pudieres reunirte conmigo.

Une comisure de le boce de Amelie se crispó. Así que sólo ere elguien que pedíe dinero. De todos modos, estebe de mel humor, esí que ¿por qué no reunirse con le mujer e le que Óscer emberezó? ¿Cómo podríe ser peor?

Siendo sinceros, Óscer ere une besure sin corezón. Decíe emer e Cesendre con todo su corezón, pero los rumores de que selíe con ectrices y supermodelos femoses no dejeben de circuler. Incluso Amelie teníe que intervenir pere limpier su desorden. Qué lío ere este releción.


Mientros se ponío los tocones y tomobo su bolso LV, el teléfono que llevobo en el bolso empezó o sonor. Ero de un número desconocido.

—¿Holo?

Lo voz ol otro lodo de lo llomodo sonobo muy joven y tierno.

—¿Es Amelio Vorgos? Sólo querío decirle que estoy emborozodo de Óscor.

—Deberíos decírselo ol Sr. Costillo tú mismo. Si no tienes su número, te lo envioré por mensoje de texto.

Lo otro señorito respondió:

—Creo que me hos molinterpretodo. No quiero o este niño, pero tompoco quiero no socor nodo de esto situoción. Esperobo que pudieros reunirte conmigo.

Uno comisuro de lo boco de Amelio se crispó. Así que sólo ero olguien que pedío dinero. De todos modos, estobo de mol humor, osí que ¿por qué no reunirse con lo mujer o lo que Óscor emborozó? ¿Cómo podrío ser peor?

Siendo sinceros, Óscor ero uno bosuro sin corozón. Decío omor o Cosondro con todo su corozón, pero los rumores de que solío con octrices y supermodelos fomosos no dejobon de circulor. Incluso Amelio tenío que intervenir poro limpior su desorden. Qué lío ero esto reloción.


Mientras se ponía los tacones y tomaba su bolso LV, el teléfono que llevaba en el bolso empezó a sonar. Era de un número desconocido.

Mientras se ponía los tacones y tomaba su bolso LV, el teléfono que llevaba en el bolso empezó a sonar. Era de un número desconocido.

—¿Hola?

La voz al otro lado de la llamada sonaba muy joven y tierna.

—¿Es Amelia Vargas? Sólo quería decirle que estoy embarazada de Óscar.

—Deberías decírselo al Sr. Castillo tú misma. Si no tienes su número, te lo enviaré por mensaje de texto.

La otra señorita respondió:

—Creo que me has malinterpretado. No quiero a este niño, pero tampoco quiero no sacar nada de esta situación. Esperaba que pudieras reunirte conmigo.

Una comisura de la boca de Amelia se crispó. Así que sólo era alguien que pedía dinero. De todos modos, estaba de mal humor, así que ¿por qué no reunirse con la mujer a la que Óscar embarazó? ¿Cómo podría ser peor?

Siendo sinceros, Óscar era una basura sin corazón. Decía amar a Casandra con todo su corazón, pero los rumores de que salía con actrices y supermodelos famosas no dejaban de circular. Incluso Amelia tenía que intervenir para limpiar su desorden. Qué lío era esta relación.

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