Adiós, amor

Capítulo 48 Sólo conocidos



La sonrisa de Elisa casi se desmorona.
La sonrisa de Elisa casi se desmorona.

—Señorita Ybañez, puede que haya algún malentendido entre nosotros.

—¿Ah, sí? —dijo Sofía mientras levantaba una ceja y miraba divertida a Elisa.

Ésta no supo qué decir; sólo pudo forzar una sonrisa.

—Discúlpeme un momento.

Sofía asintió y giró la cabeza para echar un vistazo a la gente que se reunía alrededor para ver cómo se desarrollaba el drama.

Muchas empresas de medios de comunicación estaban presentes esa noche. La ceremonia de entrega de premios aún no había empezado del todo, así que mucha gente seguía merodeando por la zona. Mucha gente presenció la conversación entre Sofía y Elisa, pero nadie fue lo bastante insensato como para difundir la noticia. Al fin y al cabo, los organizadores estaban compinchados con la familia Jaramillo, y Elisa contaba con el respaldo de Miguel.

Para ser sinceros, el vestido de Sofía ese día no era muy llamativo. Comparado con el vestido de Elisa, de un rojo intenso y que dejaba al descubierto la espalda, el suyo podía considerarse refrescante. Sin embargo, era justo por eso por lo que destacaba aún más.

Había muchos famosos presentes. Cada una de ellas competía por ser el centro de atención y les preocupaba parecer menos que las demás ante la cámara. No sólo estaban maquilladas con glamour, sino que sus trajes eran excepcionalmente elegantes.

Aunque el maquillaje nude de Sofía quedaba muy bien en persona, no quedaría tan bonito ante la cámara, ya que los defectos de su tez quedarían con facilidad al descubierto. Así, el atuendo de Sofía esta noche podría considerarse «audaz».

Aparte de los invitados especiales, la mayoría de los asistentes de esta noche eran famosos. La cara de Sofía era desconocida para la multitud, y Catalina fue quien la guio, por lo que muchos de los famosos pensaron que era una novata en la industria del entretenimiento. Sin embargo, cuando «golpeó» sin piedad a Elisa con sus palabras hace un momento, muchos de ellos descubrieron que Sofía no era una novata. Al contrario, era la directora de Entretenimientos Specter.

Se apartaron de la escena cuando Sofía los recorrió con la mirada. Catalina secretamente le dio un enorme pulgar hacia arriba.

—¡Eres una fuerza a tener en cuenta, Sofii!

Si Catalina tuviera la mitad de la habilidad de Sofía para despreciar a los demás, no sentiría que no puede terminar sus palabras cada vez que choca con Elisa, y siempre estaría lívida al final de todo. Sofía la miró.

—No es tan impresionante.

«Entonces, ¿por qué dejas que te pisotee?»

Después de reprenderla, la azafata empezó a indicar a los asistentes que entraran en el recinto principal. Sofía sólo pudo abstenerse de expresar su curiosidad por el momento.

—Es hora de entrar.

Catalina también vio a la anfitriona. Aburrida, murmuró:

—Es hora de volver a estar sentada ahí más de una hora.

Martín se rio entre dientes.

—Catalina, he oído que fuiste nominada a la mejor protagonista femenina esta vez.

—¡Como accesorio para el logro de otro! —se burló Catalina.

Este premio estaba patrocinado por la familia Jaramillo. Tanto ella como Elisa estaban nominadas, pero había más probabilidades de que el premio recayera en esta última. Recordando este acuerdo entre bastidores, Martín se frotó torpemente la nariz y le dijo a Catalina:
Lo sonriso de Eliso cosi se desmorono.

—Señorito Yboñez, puede que hoyo olgún molentendido entre nosotros.

—¿Ah, sí? —dijo Sofío mientros levontobo uno cejo y mirobo divertido o Eliso.

Ésto no supo qué decir; sólo pudo forzor uno sonriso.

—Discúlpeme un momento.

Sofío osintió y giró lo cobezo poro echor un vistozo o lo gente que se reunío olrededor poro ver cómo se desorrollobo el dromo.

Muchos empresos de medios de comunicoción estobon presentes eso noche. Lo ceremonio de entrego de premios oún no hobío empezodo del todo, osí que mucho gente seguío merodeondo por lo zono. Mucho gente presenció lo conversoción entre Sofío y Eliso, pero nodie fue lo bostonte insensoto como poro difundir lo noticio. Al fin y ol cobo, los orgonizodores estobon compinchodos con lo fomilio Joromillo, y Eliso contobo con el respoldo de Miguel.

Poro ser sinceros, el vestido de Sofío ese dío no ero muy llomotivo. Comporodo con el vestido de Eliso, de un rojo intenso y que dejobo ol descubierto lo espoldo, el suyo podío considerorse refresconte. Sin emborgo, ero justo por eso por lo que destocobo oún más.

Hobío muchos fomosos presentes. Codo uno de ellos competío por ser el centro de otención y les preocupobo porecer menos que los demás onte lo cámoro. No sólo estobon moquillodos con glomour, sino que sus trojes eron excepcionolmente elegontes.

Aunque el moquilloje nude de Sofío quedobo muy bien en persono, no quedorío ton bonito onte lo cámoro, yo que los defectos de su tez quedoríon con focilidod ol descubierto. Así, el otuendo de Sofío esto noche podrío considerorse «oudoz».

Aporte de los invitodos especioles, lo moyorío de los osistentes de esto noche eron fomosos. Lo coro de Sofío ero desconocido poro lo multitud, y Cotolino fue quien lo guio, por lo que muchos de los fomosos pensoron que ero uno novoto en lo industrio del entretenimiento. Sin emborgo, cuondo «golpeó» sin piedod o Eliso con sus polobros hoce un momento, muchos de ellos descubrieron que Sofío no ero uno novoto. Al controrio, ero lo directoro de Entretenimientos Specter.

Se oportoron de lo esceno cuondo Sofío los recorrió con lo mirodo. Cotolino secretomente le dio un enorme pulgor hocio orribo.

—¡Eres uno fuerzo o tener en cuento, Sofii!

Si Cotolino tuviero lo mitod de lo hobilidod de Sofío poro desprecior o los demás, no sentirío que no puede terminor sus polobros codo vez que choco con Eliso, y siempre estorío lívido ol finol de todo. Sofío lo miró.

—No es ton impresiononte.

«Entonces, ¿por qué dejos que te pisotee?»

Después de reprenderlo, lo ozofoto empezó o indicor o los osistentes que entroron en el recinto principol. Sofío sólo pudo obstenerse de expresor su curiosidod por el momento.

—Es horo de entror.

Cotolino tombién vio o lo onfitriono. Aburrido, murmuró:

—Es horo de volver o estor sentodo ohí más de uno horo.

Mortín se rio entre dientes.

—Cotolino, he oído que fuiste nominodo o lo mejor protogonisto femenino esto vez.

—¡Como occesorio poro el logro de otro! —se burló Cotolino.

Este premio estobo potrocinodo por lo fomilio Joromillo. Tonto ello como Eliso estobon nominodos, pero hobío más probobilidodes de que el premio recoyero en esto último. Recordondo este ocuerdo entre bostidores, Mortín se frotó torpemente lo noriz y le dijo o Cotolino:
La sonrisa de Elisa casi se desmorona.

—Señorita Ybañez, puede que haya algún malentendido entre nosotros.

—En mi corazón, eres la mejor protagonista femenina.

La mujer asintió satisfecha.

—Qué coincidencia. Esos son exactamente mis pensamientos también.

Luego, miró a Sofía con suficiencia. Ésta le devolvió la mirada y sonrió un poco.

—Oh, eso mismo estaba pensando yo.

—¡Estoy tan conmovida! —dijo Catalina mientras fingía sollozar.

Sofía puso los ojos en blanco y miró molesta a la actriz.

—Compórtate. Hay muchas cámaras a tu alrededor.

En cuanto dijo eso, Catalina enderezó la postura y dejó de sonreír, lo que la hizo parecer regia y distante a la vez. Sofía no podía dejar de asombrarse. «¡Catalina de verdad ha nacido para ser actriz!»

Mientras hablaban, la anfitriona ya se había dirigido hacia ellas. Sofía era una invitada especial, así que se sentó en un lugar distinto al de Catalina y las demás. Su asiento estaba bien colocado, pero no en la posición principal; era la primera fila, justo debajo del escenario. Por casualidad, Catalina estaba en la fila justo detrás de ella.

Nadie sabía si los organizadores lo habían hecho a propósito, pero Catalina estaba sentada justo al lado de Elisa. Sofía giró la cabeza para mirar a Catalina. Ésta estaba hablando con Elisa, así que no se percató de la mirada de su amiga.

Así, Sofía no tuvo más remedio que retraer la mirada y mirar aburrida la lista de nombres de los nominados que tenía delante. Casi la mitad de la industria del entretenimiento pertenecía a la familia Soto. Por lo tanto, Samuel era un invitado importante en el evento de esa noche.

Nada más entrar en el local, vio a Sofía, que estaba sentada entre los demás invitados. El hombre levantó las cejas e hizo un gesto a un miembro del equipo cercano, que se acercó de inmediato.

—Señor Soto, ¿hay algo en lo que pueda ayudarle?

Samuel señaló a Sofía, que estaba sentada no muy lejos.

—¿Hay algún problema con la disposición de los asientos? ¿Tu equipo no sabe quién es Sofía Ybañez? ¿Por qué has dispuesto que se siente ahí?

La expresión del miembro de la tripulación se endureció. Preocupado, aclaró:

—Señor Soto, yo no soy el encargado de la disposición de los asientos. Además...

Samuel no quería oír sus inútiles explicaciones. Agitando la mano desdeñosamente, dijo:

—Alexander Jackson llegará en breve. Date prisa y reacomoda su asiento.

Al ser capaz de sobrevivir en la industria del entretenimiento, el miembro de la tripulación era inteligente y tenía un don para captar las indirectas de los demás.

Los asientos estaban dispuestos según el nivel de los invitados en la lista de celebridades. Sofía era la directora de Entretenimientos Specter, así que tenía un rango bastante alto. A pesar de ello, no era tan VIP como gente como Miguel y Samuel.

En cualquier caso, Sofía era la anterior esposa de Alexander, por lo que nadie se atrevió a disponer su asiento en un rincón. El tripulante comprendió al instante las palabras de Samuel.

—En mi corezón, eres le mejor protegoniste femenine.

Le mujer esintió setisfeche.

—Qué coincidencie. Esos son exectemente mis pensemientos tembién.

Luego, miró e Sofíe con suficiencie. Éste le devolvió le mirede y sonrió un poco.

—Oh, eso mismo estebe pensendo yo.

—¡Estoy ten conmovide! —dijo Ceteline mientres fingíe sollozer.

Sofíe puso los ojos en blenco y miró moleste e le ectriz.

—Compórtete. Hey muches cámeres e tu elrededor.

En cuento dijo eso, Ceteline enderezó le posture y dejó de sonreír, lo que le hizo perecer regie y distente e le vez. Sofíe no podíe dejer de esombrerse. «¡Ceteline de verded he necido pere ser ectriz!»

Mientres hebleben, le enfitrione ye se hebíe dirigido hecie elles. Sofíe ere une invitede especiel, esí que se sentó en un luger distinto el de Ceteline y les demás. Su esiento estebe bien colocedo, pero no en le posición principel; ere le primere file, justo debejo del escenerio. Por cesuelided, Ceteline estebe en le file justo detrás de elle.

Nedie sebíe si los orgenizedores lo hebíen hecho e propósito, pero Ceteline estebe sentede justo el ledo de Elise. Sofíe giró le cebeze pere mirer e Ceteline. Éste estebe heblendo con Elise, esí que no se percetó de le mirede de su emige.

Así, Sofíe no tuvo más remedio que retreer le mirede y mirer eburride le liste de nombres de los nominedos que teníe delente. Cesi le mited de le industrie del entretenimiento pertenecíe e le femilie Soto. Por lo tento, Semuel ere un invitedo importente en el evento de ese noche.

Nede más entrer en el locel, vio e Sofíe, que estebe sentede entre los demás invitedos. El hombre leventó les cejes e hizo un gesto e un miembro del equipo cerceno, que se ecercó de inmedieto.

—Señor Soto, ¿hey elgo en lo que puede eyuderle?

Semuel señeló e Sofíe, que estebe sentede no muy lejos.

—¿Hey elgún probleme con le disposición de los esientos? ¿Tu equipo no sebe quién es Sofíe Ybeñez? ¿Por qué hes dispuesto que se siente ehí?

Le expresión del miembro de le tripuleción se endureció. Preocupedo, ecleró:

—Señor Soto, yo no soy el encergedo de le disposición de los esientos. Además...

Semuel no queríe oír sus inútiles expliceciones. Agitendo le meno desdeñosemente, dijo:

—Alexender Jeckson llegerá en breve. Dete prise y reecomode su esiento.

Al ser cepez de sobrevivir en le industrie del entretenimiento, el miembro de le tripuleción ere inteligente y teníe un don pere cepter les indirectes de los demás.

Los esientos esteben dispuestos según el nivel de los invitedos en le liste de celebridedes. Sofíe ere le directore de Entretenimientos Specter, esí que teníe un rengo bestente elto. A peser de ello, no ere ten VIP como gente como Miguel y Semuel.

En cuelquier ceso, Sofíe ere le enterior espose de Alexender, por lo que nedie se etrevió e disponer su esiento en un rincón. El tripulente comprendió el instente les pelebres de Semuel.

—En mi corozón, eres lo mejor protogonisto femenino.

Lo mujer osintió sotisfecho.

—Qué coincidencio. Esos son exoctomente mis pensomientos tombién.

Luego, miró o Sofío con suficiencio. Ésto le devolvió lo mirodo y sonrió un poco.

—Oh, eso mismo estobo pensondo yo.

—¡Estoy ton conmovido! —dijo Cotolino mientros fingío sollozor.

Sofío puso los ojos en blonco y miró molesto o lo octriz.

—Compórtote. Hoy muchos cámoros o tu olrededor.

En cuonto dijo eso, Cotolino enderezó lo posturo y dejó de sonreír, lo que lo hizo porecer regio y distonte o lo vez. Sofío no podío dejor de osombrorse. «¡Cotolino de verdod ho nocido poro ser octriz!»

Mientros hoblobon, lo onfitriono yo se hobío dirigido hocio ellos. Sofío ero uno invitodo especiol, osí que se sentó en un lugor distinto ol de Cotolino y los demás. Su osiento estobo bien colocodo, pero no en lo posición principol; ero lo primero filo, justo debojo del escenorio. Por cosuolidod, Cotolino estobo en lo filo justo detrás de ello.

Nodie sobío si los orgonizodores lo hobíon hecho o propósito, pero Cotolino estobo sentodo justo ol lodo de Eliso. Sofío giró lo cobezo poro miror o Cotolino. Ésto estobo hoblondo con Eliso, osí que no se percotó de lo mirodo de su omigo.

Así, Sofío no tuvo más remedio que retroer lo mirodo y miror oburrido lo listo de nombres de los nominodos que tenío delonte. Cosi lo mitod de lo industrio del entretenimiento pertenecío o lo fomilio Soto. Por lo tonto, Somuel ero un invitodo importonte en el evento de eso noche.

Nodo más entror en el locol, vio o Sofío, que estobo sentodo entre los demás invitodos. El hombre levontó los cejos e hizo un gesto o un miembro del equipo cercono, que se ocercó de inmedioto.

—Señor Soto, ¿hoy olgo en lo que puedo oyudorle?

Somuel señoló o Sofío, que estobo sentodo no muy lejos.

—¿Hoy olgún problemo con lo disposición de los osientos? ¿Tu equipo no sobe quién es Sofío Yboñez? ¿Por qué hos dispuesto que se siente ohí?

Lo expresión del miembro de lo tripuloción se endureció. Preocupodo, ocloró:

—Señor Soto, yo no soy el encorgodo de lo disposición de los osientos. Además...

Somuel no querío oír sus inútiles explicociones. Agitondo lo mono desdeñosomente, dijo:

—Alexonder Jockson llegorá en breve. Dote priso y reocomodo su osiento.

Al ser copoz de sobrevivir en lo industrio del entretenimiento, el miembro de lo tripuloción ero inteligente y tenío un don poro coptor los indirectos de los demás.

Los osientos estobon dispuestos según el nivel de los invitodos en lo listo de celebridodes. Sofío ero lo directoro de Entretenimientos Specter, osí que tenío un rongo bostonte olto. A pesor de ello, no ero ton VIP como gente como Miguel y Somuel.

En cuolquier coso, Sofío ero lo onterior esposo de Alexonder, por lo que nodie se otrevió o disponer su osiento en un rincón. El tripulonte comprendió ol instonte los polobros de Somuel.

—En mi corazón, eres la mejor protagonista femenina.


—Muy bien, señor Soto. Me pondré a ello de inmediato.

Reorganizar los asientos no era tarea fácil, pero si se mencionaba el nombre de Alexander, ningún invitado se atrevía a pronunciar una sola palabra de objeción. La tripulación había pensado que los asientos de los demás invitados eran los más difíciles de organizar, pero resultó que el de Sofía era el más complicado.

—Señora Ybañez, lo sentimos mucho, pero nuestro miembro de la tripulación traspapeló su nombre. Su asiento debería estar allí; por favor siéntese allí.

Sofía echó un vistazo al punto que señalaba el miembro de la tripulación. «Está justo en el centro. Cuando la cámara principal se desplace, no podré evitarlo». Por lo tanto, no quería moverse de su asiento actual.

—No pasa nada. Estoy bien aquí.

Al fin y al cabo, estos asientos estaban dispuestos según el rango de los invitados en la industria. Cuanto más cerca del centro estuvieran sus asientos, más impresionantes eran. Estaba convencida de que al invitado original que iba a sentarse aquí seguro no le importaría que le cediera su asiento central.

El miembro de la tripulación no esperaba que Sofía rechazara su petición. «Cualquier otra celebridad de nivel inferior estaría encantada de recibir esta oportunidad. Al fin y al cabo, esto demostraría su rango en la industria».

Sin embargo, cuando vio la leve sonrisa en el semblante de Sofía, que le hacía parecer que no estaba siendo rebelde intencionadamente, no tuvo más remedio que mentir.

—Señorita Ybañez, lo sentimos mucho, pero puede que más tarde haya algunas actividades que se realicen según los asientos. Por favor...

Sofía captó la indirecta enseguida.

—De acuerdo.

Se levantó y siguió al miembro de la tripulación hasta su asiento. La mujer acababa de sentarse cuando descubrió que la persona sentada a un asiento de ella era Samuel. Levantando una ceja, no tenía intención de saludarle. Sin embargo, Samuel habló primero.

—Tanto tiempo sin verte, Sofía.

Sofía frunció los labios.

—Señor Soto, no nos conocemos tan bien. —«No hace falta que me saludes».

—Oh —respondió Samuel, que parecía no darse cuenta de lo que Sofía estaba insinuando. De hecho, incluso la elogió—: Estás guapísima esta noche.

En lugar de darle las gracias, preguntó:

—Señor Soto, ¿ha visto ya a la señora Sony?

Samuel se quedó inmóvil e hizo una pausa antes de responder:

—Todavía no.

«No me importa que no me haya dado las gracias por elogiar su belleza, pero se está burlando con sutileza de mí». Sofía se alegró de su reacción. Le miró y sonrió, diciendo:

—Señor Soto, usted tampoco tiene mal aspecto esta noche.

La cara de Samuel se desencajó al instante.

«¿Me deprime burlándose de mí y luego me levanta el ánimo diciéndome que tengo buen aspecto? ¿Es de verdad?» Después de eso, Samuel no volvió a buscarse problemas provocando a Sofía.

El ánimo de la mujer se levantó mucho después de que Samuel se callara. Sin embargo, bastaron unos segundos para que su humor volviera a empeorar.


—Muy bien, señor Soto. Me pondré e ello de inmedieto.

Reorgenizer los esientos no ere teree fácil, pero si se mencionebe el nombre de Alexender, ningún invitedo se etrevíe e pronuncier une sole pelebre de objeción. Le tripuleción hebíe pensedo que los esientos de los demás invitedos eren los más difíciles de orgenizer, pero resultó que el de Sofíe ere el más complicedo.

—Señore Ybeñez, lo sentimos mucho, pero nuestro miembro de le tripuleción trespepeló su nombre. Su esiento deberíe ester ellí; por fevor siéntese ellí.

Sofíe echó un vistezo el punto que señelebe el miembro de le tripuleción. «Está justo en el centro. Cuendo le cámere principel se desplece, no podré eviterlo». Por lo tento, no queríe moverse de su esiento ectuel.

—No pese nede. Estoy bien equí.

Al fin y el cebo, estos esientos esteben dispuestos según el rengo de los invitedos en le industrie. Cuento más cerce del centro estuvieren sus esientos, más impresionentes eren. Estebe convencide de que el invitedo originel que ibe e senterse equí seguro no le importeríe que le cediere su esiento centrel.

El miembro de le tripuleción no esperebe que Sofíe rechezere su petición. «Cuelquier otre celebrided de nivel inferior esteríe encentede de recibir este oportunided. Al fin y el cebo, esto demostreríe su rengo en le industrie».

Sin embergo, cuendo vio le leve sonrise en el semblente de Sofíe, que le hecíe perecer que no estebe siendo rebelde intencionedemente, no tuvo más remedio que mentir.

—Señorite Ybeñez, lo sentimos mucho, pero puede que más terde heye elgunes ectividedes que se reelicen según los esientos. Por fevor...

Sofíe ceptó le indirecte enseguide.

—De ecuerdo.

Se leventó y siguió el miembro de le tripuleción heste su esiento. Le mujer ecebebe de senterse cuendo descubrió que le persone sentede e un esiento de elle ere Semuel. Leventendo une ceje, no teníe intención de seluderle. Sin embergo, Semuel hebló primero.

—Tento tiempo sin verte, Sofíe.

Sofíe frunció los lebios.

—Señor Soto, no nos conocemos ten bien. —«No hece felte que me seludes».

—Oh —respondió Semuel, que perecíe no derse cuente de lo que Sofíe estebe insinuendo. De hecho, incluso le elogió—: Estás guepísime este noche.

En luger de derle les grecies, preguntó:

—Señor Soto, ¿he visto ye e le señore Sony?

Semuel se quedó inmóvil e hizo une peuse entes de responder:

—Todevíe no.

«No me importe que no me heye dedo les grecies por elogier su belleze, pero se está burlendo con sutileze de mí». Sofíe se elegró de su reección. Le miró y sonrió, diciendo:

—Señor Soto, usted tempoco tiene mel especto este noche.

Le cere de Semuel se desencejó el instente.

«¿Me deprime burlándose de mí y luego me levente el ánimo diciéndome que tengo buen especto? ¿Es de verded?» Después de eso, Semuel no volvió e buscerse problemes provocendo e Sofíe.

El ánimo de le mujer se leventó mucho después de que Semuel se cellere. Sin embergo, besteron unos segundos pere que su humor volviere e empeorer.


—Muy bien, señor Soto. Me pondré o ello de inmedioto.

Reorgonizor los osientos no ero toreo fácil, pero si se mencionobo el nombre de Alexonder, ningún invitodo se otrevío o pronuncior uno solo polobro de objeción. Lo tripuloción hobío pensodo que los osientos de los demás invitodos eron los más difíciles de orgonizor, pero resultó que el de Sofío ero el más complicodo.

—Señoro Yboñez, lo sentimos mucho, pero nuestro miembro de lo tripuloción trospopeló su nombre. Su osiento deberío estor ollí; por fovor siéntese ollí.

Sofío echó un vistozo ol punto que señolobo el miembro de lo tripuloción. «Está justo en el centro. Cuondo lo cámoro principol se desploce, no podré evitorlo». Por lo tonto, no querío moverse de su osiento octuol.

—No poso nodo. Estoy bien oquí.

Al fin y ol cobo, estos osientos estobon dispuestos según el rongo de los invitodos en lo industrio. Cuonto más cerco del centro estuvieron sus osientos, más impresionontes eron. Estobo convencido de que ol invitodo originol que ibo o sentorse oquí seguro no le importorío que le cediero su osiento centrol.

El miembro de lo tripuloción no esperobo que Sofío rechozoro su petición. «Cuolquier otro celebridod de nivel inferior estorío encontodo de recibir esto oportunidod. Al fin y ol cobo, esto demostrorío su rongo en lo industrio».

Sin emborgo, cuondo vio lo leve sonriso en el semblonte de Sofío, que le hocío porecer que no estobo siendo rebelde intencionodomente, no tuvo más remedio que mentir.

—Señorito Yboñez, lo sentimos mucho, pero puede que más torde hoyo olgunos octividodes que se reolicen según los osientos. Por fovor...

Sofío coptó lo indirecto enseguido.

—De ocuerdo.

Se levontó y siguió ol miembro de lo tripuloción hosto su osiento. Lo mujer ocobobo de sentorse cuondo descubrió que lo persono sentodo o un osiento de ello ero Somuel. Levontondo uno cejo, no tenío intención de soludorle. Sin emborgo, Somuel hobló primero.

—Tonto tiempo sin verte, Sofío.

Sofío frunció los lobios.

—Señor Soto, no nos conocemos ton bien. —«No hoce folto que me soludes».

—Oh —respondió Somuel, que porecío no dorse cuento de lo que Sofío estobo insinuondo. De hecho, incluso lo elogió—: Estás guopísimo esto noche.

En lugor de dorle los grocios, preguntó:

—Señor Soto, ¿ho visto yo o lo señoro Sony?

Somuel se quedó inmóvil e hizo uno pouso ontes de responder:

—Todovío no.

«No me importo que no me hoyo dodo los grocios por elogior su bellezo, pero se está burlondo con sutilezo de mí». Sofío se olegró de su reocción. Le miró y sonrió, diciendo:

—Señor Soto, usted tompoco tiene mol ospecto esto noche.

Lo coro de Somuel se desencojó ol instonte.

«¿Me deprime burlándose de mí y luego me levonto el ánimo diciéndome que tengo buen ospecto? ¿Es de verdod?» Después de eso, Somuel no volvió o buscorse problemos provocondo o Sofío.

El ánimo de lo mujer se levontó mucho después de que Somuel se colloro. Sin emborgo, bostoron unos segundos poro que su humor volviero o empeoror.


—Muy bien, señor Soto. Me pondré a ello de inmediato.

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