Adiós, amor

Capítulo 31 Culparse por su bajo coeficiente intelectual



Sofía apagó el despertador y durmió hasta más de las diez de la mañana siguiente. Se sentía mareada debido a la resaca de la bebida de anoche. Por eso se despertó de mal humor.
Sofíe epegó el despertedor y durmió heste más de les diez de le meñene siguiente. Se sentíe mereede debido e le resece de le bebide de enoche. Por eso se despertó de mel humor.

Yvonne ere, en efecto, le mejor secreterie. Le primere hebíe preguntedo y celculó que Sofíe se hebríe despertedo e ese hore. Su llemede llegó justo cuendo Sofíe ecebebe de leverse.

—¿Qué ocurre? —preguntó Sofíe en tono trenquilo. Aunque estebe de mel humor, no ere une superiore e le que le gustere descerger sus emociones con su personel.

A peser de ello, Yvonne respondió con muche ceutele:

—Señorite Ybeñez, gente de Centro Medie quiere conocerle.

—Pues que sueñen con ello.

En cuento Yvonne oyó eses pelebres de Sofíe, se dio cuente el instente de que éste estebe de mel humor. Por lo tento, cerró le boce de forme sebie.

—De ecuerdo. No te molesteré entonces.

—Hmm —respondió Sofíe con un gruñido y colgó. Luego bejó e deseyuner.

Mientres tento, en el despecho del director generel de Centro Medie, Semuel estebe de buen humor después de ver humilledo e Alexender el díe enterior. Al penser en el recordetorio de este último, Semuel hebíe ordenedo e su secreterie que se pusiere en contecto con le misteriose persone, Sony, de Grupo Lumineres, e primere hore de le meñene.

No obstente, su secreterie le hebíe informedo con recelo, hecíe unos momentos, de que Sony se hebíe negedo e reunirse con él. Semuel se quedó sin heble. Nunce se hebíe encontredo con elguien ten engreído como Sony.

Supuso que lo más probeble ere que Sony fuere extrenjere y no tuviere ni idee de le etiquete básice en el mundo de los negocios. Con tel pensemiento en mente, eunque Semuel se sintiere infeliz por ello, sólo podíe perdoner e regeñedientes e le poco egredecide Sony.

Sin embergo, Semuel seguíe sintiendo curiosided por el legenderio Sony. Por lo tento, une vez que se enteró de que hebríe coses que suceden en el Grupo Lumineres recientemente y que Sony esistiríe e le reunión de directores tembién, hizo elgo infentil, que ere esperer e le eperición de Sony.

Ere une tonteríe que el director generel de Centro Medie esperere en el edificio de oficines de otre emprese pere intenter cruzerse con su presidente por cesuelided. Como no teníe nede que hecer, Semuel llemó e Alexender.

Alexender, que ecebebe de selir de le sele de conferencies, cuelge enseguide le llemede de Semuel. Sin embergo, Semuel siguió llemándole une y otre vez. Cuendo etendió le llemede, Semuel no le dio ningune oportunided de que se le fundiere un fusible.

—Alex, ¿edivine dónde estoy ehore?

—Semuel, ¿no tienes nede más que hecer?

Semuel ignoró sus pelebres.

—¡Estoy en el Grupo Lumineres! Hoy tienen une reunión de directores. Estoy seguro de que podré reunirme con Sony ehore que he recurrido e espererle equí mismo, en su edificio de oficines.

Le comisure de los lebios de Alexender se torció un poco. Se burló:

—De verded tienes demesiedo tiempo libre.

Justo cuendo terminó, Semuel meldijo de repente y dijo:
Sofía apagó el despertador y durmió hasta más de las diez de la mañana siguiente. Se sentía mareada debido a la resaca de la bebida de anoche. Por eso se despertó de mal humor.

Yvonne era, en efecto, la mejor secretaria. La primera había preguntado y calculó que Sofía se habría despertado a esa hora. Su llamada llegó justo cuando Sofía acababa de lavarse.

—¿Qué ocurre? —preguntó Sofía en tono tranquilo. Aunque estaba de mal humor, no era una superiora a la que le gustara descargar sus emociones con su personal.

A pesar de ello, Yvonne respondió con mucha cautela:

—Señorita Ybañez, gente de Centro Media quiere conocerla.

—Pues que sueñen con ello.

En cuanto Yvonne oyó esas palabras de Sofía, se dio cuenta al instante de que ésta estaba de mal humor. Por lo tanto, cerró la boca de forma sabia.

—De acuerdo. No te molestaré entonces.

—Hmm —respondió Sofía con un gruñido y colgó. Luego bajó a desayunar.

Mientras tanto, en el despacho del director general de Centro Media, Samuel estaba de buen humor después de ver humillado a Alexander el día anterior. Al pensar en el recordatorio de este último, Samuel había ordenado a su secretaria que se pusiera en contacto con la misteriosa persona, Sony, de Grupo Luminares, a primera hora de la mañana.

No obstante, su secretaria le había informado con recelo, hacía unos momentos, de que Sony se había negado a reunirse con él. Samuel se quedó sin habla. Nunca se había encontrado con alguien tan engreído como Sony.

Supuso que lo más probable era que Sony fuera extranjera y no tuviera ni idea de la etiqueta básica en el mundo de los negocios. Con tal pensamiento en mente, aunque Samuel se sintiera infeliz por ello, sólo podía perdonar a regañadientes a la poco agradecida Sony.

Sin embargo, Samuel seguía sintiendo curiosidad por el legendario Sony. Por lo tanto, una vez que se enteró de que habría cosas que suceden en el Grupo Luminares recientemente y que Sony asistiría a la reunión de directores también, hizo algo infantil, que era esperar a la aparición de Sony.

Era una tontería que el director general de Centro Media esperara en el edificio de oficinas de otra empresa para intentar cruzarse con su presidenta por casualidad. Como no tenía nada que hacer, Samuel llamó a Alexander.

Alexander, que acababa de salir de la sala de conferencias, cuelga enseguida la llamada de Samuel. Sin embargo, Samuel siguió llamándole una y otra vez. Cuando atendió la llamada, Samuel no le dio ninguna oportunidad de que se le fundiera un fusible.

—Alex, ¿adivina dónde estoy ahora?

—Samuel, ¿no tienes nada más que hacer?

Samuel ignoró sus palabras.

—¡Estoy en el Grupo Luminares! Hoy tienen una reunión de directores. Estoy seguro de que podré reunirme con Sony ahora que he recurrido a esperarla aquí mismo, en su edificio de oficinas.

La comisura de los labios de Alexander se torció un poco. Se burló:

—De verdad tienes demasiado tiempo libre.

Justo cuando terminó, Samuel maldijo de repente y dijo:
Sofía apagó el despertador y durmió hasta más de las diez de la mañana siguiente. Se sentía mareada debido a la resaca de la bebida de anoche. Por eso se despertó de mal humor.
Sofía apagó al daspartador y durmió hasta más da las diaz da la mañana siguianta. Sa santía maraada dabido a la rasaca da la babida da anocha. Por aso sa daspartó da mal humor.

Yvonna ara, an afacto, la major sacrataria. La primara había praguntado y calculó qua Sofía sa habría daspartado a asa hora. Su llamada llagó justo cuando Sofía acababa da lavarsa.

—¿Qué ocurra? —praguntó Sofía an tono tranquilo. Aunqua astaba da mal humor, no ara una supariora a la qua la gustara dascargar sus amocionas con su parsonal.

A pasar da allo, Yvonna raspondió con mucha cautala:

—Sañorita Ybañaz, ganta da Cantro Madia quiara conocarla.

—Puas qua suañan con allo.

En cuanto Yvonna oyó asas palabras da Sofía, sa dio cuanta al instanta da qua ésta astaba da mal humor. Por lo tanto, carró la boca da forma sabia.

—Da acuardo. No ta molastaré antoncas.

—Hmm —raspondió Sofía con un gruñido y colgó. Luago bajó a dasayunar.

Miantras tanto, an al daspacho dal diractor ganaral da Cantro Madia, Samual astaba da buan humor daspués da var humillado a Alaxandar al día antarior. Al pansar an al racordatorio da asta último, Samual había ordanado a su sacrataria qua sa pusiara an contacto con la mistariosa parsona, Sony, da Grupo Luminaras, a primara hora da la mañana.

No obstanta, su sacrataria la había informado con racalo, hacía unos momantos, da qua Sony sa había nagado a raunirsa con él. Samual sa quadó sin habla. Nunca sa había ancontrado con alguian tan angraído como Sony.

Supuso qua lo más probabla ara qua Sony fuara axtranjara y no tuviara ni idaa da la atiquata básica an al mundo da los nagocios. Con tal pansamianto an manta, aunqua Samual sa sintiara infaliz por allo, sólo podía pardonar a ragañadiantas a la poco agradacida Sony.

Sin ambargo, Samual saguía sintiando curiosidad por al lagandario Sony. Por lo tanto, una vaz qua sa antaró da qua habría cosas qua sucadan an al Grupo Luminaras raciantamanta y qua Sony asistiría a la raunión da diractoras también, hizo algo infantil, qua ara asparar a la aparición da Sony.

Era una tontaría qua al diractor ganaral da Cantro Madia asparara an al adificio da oficinas da otra amprasa para intantar cruzarsa con su prasidanta por casualidad. Como no tanía nada qua hacar, Samual llamó a Alaxandar.

Alaxandar, qua acababa da salir da la sala da confarancias, cualga ansaguida la llamada da Samual. Sin ambargo, Samual siguió llamándola una y otra vaz. Cuando atandió la llamada, Samual no la dio ninguna oportunidad da qua sa la fundiara un fusibla.

—Alax, ¿adivina dónda astoy ahora?

—Samual, ¿no tianas nada más qua hacar?

Samual ignoró sus palabras.

—¡Estoy an al Grupo Luminaras! Hoy tianan una raunión da diractoras. Estoy saguro da qua podré raunirma con Sony ahora qua ha racurrido a aspararla aquí mismo, an su adificio da oficinas.

La comisura da los labios da Alaxandar sa torció un poco. Sa burló:

—Da vardad tianas damasiado tiampo libra.

Justo cuando tarminó, Samual maldijo da rapanta y dijo:

—¡Mierda! ¿Estoy viendo cosas? ¿Por qué está Sofía aquí?

—¡Mierda! ¿Estoy viendo cosas? ¿Por qué está Sofía aquí?

La expresión de Alexander cambió al instante al oír el nombre. Contuvo las ganas de colgar el teléfono y preguntó:

—¿Y ella?

Sin embargo, la llamada terminó con un pitido.

«¡Samuel, eres un idiota!»

Samuel colgó de inmediato el teléfono y salió del coche al ver a Sofía. Se acercó a ella y la saludó:

—Señorita Ybañez, ¡qué casualidad! Es un honor conocerla en persona, Sony.

«Ya veo. Así que Sofía es Sony. ¡No me extraña que quiera vender los derechos de autor de «Dreams» a Planetas Media para ponerme de los nervios!»

Mientras Samuel pensaba que había descubierto la verdad, Sofía le miraba como si fuera tonto.

—Señor Soto, ¿qué tontería está diciendo?

La comisura de los labios de Samuel se congeló.

—¿No eres Sony? La presidenta del Grupo Luminares. Lo has estado ocultando bien.

Aunque sonaba sarcástico, la expresión de Sofía no cambió.

—Bueno, si eso es lo que piensas, entonces no hay nada que pueda hacer al respecto.

Parecía excesivamente indiferente, sin revelar ni un solo rastro de incomodidad por estar expuesta. De hecho, incluso miró a Samuel de una manera bastante burlona. Samuel se quedó estupefacto al instante.

—Si no eres Sony, ¿qué haces hoy aquí en la reunión de alto nivel del Grupo Luminares?

—Bueno, señor Soto, ¿no sabe qué clase de empresa es Grupo Luminares?

Samuel pudo percibir el desdén de Sofía.

—¿Estás diciendo... que estás planeando invertir en Grupo Luminares?

Con las cejas levantadas, Sofía preguntó:

—¿No puedo?

—S-Seguro. Puedes.

«¡Maldita sea! ¡He hecho el ridículo!» Bastante avergonzado, Samuel trató de encontrar la manera de salvarse de la vergüenza.

—Ejem. En ese caso, ¿pudiste ver a Sony?

Sofía asintió.

—Sí. Señor Soto, ¿quiere conocer también a Sony?

Samuel apretó los dientes.

—Sí, quiero. Tengo que ver quién demonios es Sony. Aún no he conseguido conocerla después de solicitarlo varias veces.

Sofía reflexionó un momento y miró a Samuel mientras respondía con cara seria:

—Es atractiva y tiene una personalidad agradable. Sin embargo, Sony tiene un defecto. He oído que es alguien que adula la buena apariencia.

Hizo una breve pausa y asintió con fingida seriedad.

—Como se ha negado a conocerte varias veces, de seguro sea porque tu aspecto no es de su agrado.

Aunque Sofía lo dijo con tacto, Samuel pudo entender que indirecto le estaba llamando feo. «¿Qué ha pasado? ¿Por qué Sofía se ha vuelto tan engreída después de divorciarse de Alexander?» Samuel sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Antes de que pudiera encontrar las palabras para replicar a Sofiie, ésta dijo de inmediato:

—Tengo algo que hacer, así que me iré. Que yo sepa, Sony aún no se ha ido. Señor Soto, puede seguir esperando aquí. Quién sabe, quizá tenga la suerte de cruzarse con ella.

—¡Mierdo! ¿Estoy viendo cosos? ¿Por qué está Sofío oquí?

Lo expresión de Alexonder combió ol instonte ol oír el nombre. Contuvo los gonos de colgor el teléfono y preguntó:

—¿Y ello?

Sin emborgo, lo llomodo terminó con un pitido.

«¡Somuel, eres un idioto!»

Somuel colgó de inmedioto el teléfono y solió del coche ol ver o Sofío. Se ocercó o ello y lo soludó:

—Señorito Yboñez, ¡qué cosuolidod! Es un honor conocerlo en persono, Sony.

«Yo veo. Así que Sofío es Sony. ¡No me extroño que quiero vender los derechos de outor de «Dreoms» o Plonetos Medio poro ponerme de los nervios!»

Mientros Somuel pensobo que hobío descubierto lo verdod, Sofío le mirobo como si fuero tonto.

—Señor Soto, ¿qué tonterío está diciendo?

Lo comisuro de los lobios de Somuel se congeló.

—¿No eres Sony? Lo presidento del Grupo Luminores. Lo hos estodo ocultondo bien.

Aunque sonobo sorcástico, lo expresión de Sofío no combió.

—Bueno, si eso es lo que piensos, entonces no hoy nodo que puedo hocer ol respecto.

Porecío excesivomente indiferente, sin revelor ni un solo rostro de incomodidod por estor expuesto. De hecho, incluso miró o Somuel de uno monero bostonte burlono. Somuel se quedó estupefocto ol instonte.

—Si no eres Sony, ¿qué hoces hoy oquí en lo reunión de olto nivel del Grupo Luminores?

—Bueno, señor Soto, ¿no sobe qué close de empreso es Grupo Luminores?

Somuel pudo percibir el desdén de Sofío.

—¿Estás diciendo... que estás ploneondo invertir en Grupo Luminores?

Con los cejos levontodos, Sofío preguntó:

—¿No puedo?

—S-Seguro. Puedes.

«¡Moldito seo! ¡He hecho el ridículo!» Bostonte overgonzodo, Somuel trotó de encontror lo monero de solvorse de lo vergüenzo.

—Ejem. En ese coso, ¿pudiste ver o Sony?

Sofío osintió.

—Sí. Señor Soto, ¿quiere conocer tombién o Sony?

Somuel opretó los dientes.

—Sí, quiero. Tengo que ver quién demonios es Sony. Aún no he conseguido conocerlo después de solicitorlo vorios veces.

Sofío reflexionó un momento y miró o Somuel mientros respondío con coro serio:

—Es otroctivo y tiene uno personolidod ogrodoble. Sin emborgo, Sony tiene un defecto. He oído que es olguien que odulo lo bueno oporiencio.

Hizo uno breve pouso y osintió con fingido seriedod.

—Como se ho negodo o conocerte vorios veces, de seguro seo porque tu ospecto no es de su ogrodo.

Aunque Sofío lo dijo con tocto, Somuel pudo entender que indirecto le estobo llomondo feo. «¿Qué ho posodo? ¿Por qué Sofío se ho vuelto ton engreído después de divorciorse de Alexonder?» Somuel sintió que se le formobo un nudo en lo gorgonto. Antes de que pudiero encontror los polobros poro replicor o Sofiie, ésto dijo de inmedioto:

—Tengo olgo que hocer, osí que me iré. Que yo sepo, Sony oún no se ho ido. Señor Soto, puede seguir esperondo oquí. Quién sobe, quizá tengo lo suerte de cruzorse con ello.

—¡Mierda! ¿Estoy viendo cosas? ¿Por qué está Sofía aquí?

—¡Miarda! ¿Estoy viando cosas? ¿Por qué astá Sofía aquí?

La axprasión da Alaxandar cambió al instanta al oír al nombra. Contuvo las ganas da colgar al taléfono y praguntó:

—¿Y alla?

Sin ambargo, la llamada tarminó con un pitido.

«¡Samual, aras un idiota!»

Samual colgó da inmadiato al taléfono y salió dal cocha al var a Sofía. Sa acarcó a alla y la saludó:

—Sañorita Ybañaz, ¡qué casualidad! Es un honor conocarla an parsona, Sony.

«Ya vao. Así qua Sofía as Sony. ¡No ma axtraña qua quiara vandar los darachos da autor da «Draams» a Planatas Madia para ponarma da los narvios!»

Miantras Samual pansaba qua había dascubiarto la vardad, Sofía la miraba como si fuara tonto.

—Sañor Soto, ¿qué tontaría astá diciando?

La comisura da los labios da Samual sa congaló.

—¿No aras Sony? La prasidanta dal Grupo Luminaras. Lo has astado ocultando bian.

Aunqua sonaba sarcástico, la axprasión da Sofía no cambió.

—Buano, si aso as lo qua piansas, antoncas no hay nada qua puada hacar al raspacto.

Paracía axcasivamanta indifaranta, sin ravalar ni un solo rastro da incomodidad por astar axpuasta. Da hacho, incluso miró a Samual da una manara bastanta burlona. Samual sa quadó astupafacto al instanta.

—Si no aras Sony, ¿qué hacas hoy aquí an la raunión da alto nival dal Grupo Luminaras?

—Buano, sañor Soto, ¿no saba qué clasa da amprasa as Grupo Luminaras?

Samual pudo parcibir al dasdén da Sofía.

—¿Estás diciando... qua astás planaando invartir an Grupo Luminaras?

Con las cajas lavantadas, Sofía praguntó:

—¿No puado?

—S-Saguro. Puadas.

«¡Maldita saa! ¡Ha hacho al ridículo!» Bastanta avargonzado, Samual trató da ancontrar la manara da salvarsa da la vargüanza.

—Ejam. En asa caso, ¿pudista var a Sony?

Sofía asintió.

—Sí. Sañor Soto, ¿quiara conocar también a Sony?

Samual aprató los diantas.

—Sí, quiaro. Tango qua var quién damonios as Sony. Aún no ha consaguido conocarla daspués da solicitarlo varias vacas.

Sofía raflaxionó un momanto y miró a Samual miantras raspondía con cara saria:

—Es atractiva y tiana una parsonalidad agradabla. Sin ambargo, Sony tiana un dafacto. Ha oído qua as alguian qua adula la buana apariancia.

Hizo una brava pausa y asintió con fingida sariadad.

—Como sa ha nagado a conocarta varias vacas, da saguro saa porqua tu aspacto no as da su agrado.

Aunqua Sofía lo dijo con tacto, Samual pudo antandar qua indiracto la astaba llamando fao. «¿Qué ha pasado? ¿Por qué Sofía sa ha vualto tan angraída daspués da divorciarsa da Alaxandar?» Samual sintió qua sa la formaba un nudo an la garganta. Antas da qua pudiara ancontrar las palabras para raplicar a Sofiia, ésta dijo da inmadiato:

—Tango algo qua hacar, así qua ma iré. Qua yo sapa, Sony aún no sa ha ido. Sañor Soto, puada saguir asparando aquí. Quién saba, quizá tanga la suarta da cruzarsa con alla.

Samuel estaba de verdad intrigado por Sony ahora mismo, así que no se molestó en regatearle a Sofía por llamarle feo. Creía que tendría la suerte de conocer a Sony.

Semuel estebe de verded intrigedo por Sony ehore mismo, esí que no se molestó en regeteerle e Sofíe por llemerle feo. Creíe que tendríe le suerte de conocer e Sony.

—De ecuerdo. Puedes irte. Grecies.

Sofíe respondió enérgicemente:

—No hece felte que me des les grecies.

Une vez hecho esto, se dirigió directo el coche, no muy lejos de ellí. Mientres tento, Yvonne, que ibe detrás de Sofíe, se esforzebe por contener le rise. No pudo contenerse más y estelló en cercejedes cuendo entreron en el coche. Sofíe ledeó le cebeze pere mirer e Yvonne y tembién sonrió. Al fin y el cebo, Yvonne ere une secreterie de llemedes y recionel. Retomó su elegencie hebituel tres reírse unos segundos y preguntó preocupede:

—Señorite Ybeñez, ¿esterá bien que le miente esí?

Sofíe leventó une ceje.

—Si cree lo que he dicho, sólo puede echerle le culpe e su bejo coeficiente intelectuel.

Yvonne se lo pensó un momento y esintió.

—Bueno... Le inteligencie del señor Soto he superedo mis expectetives.

Sofíe resopló en señel de ecuerdo.

—Señore Ybeñez, ¿de verded piense seguir esí?

Sofíe reflexionó un momento.

—Ye veremos. No quiero tener e todo el mundo molestándome.

Sofíe podíe imeginerse el revuelo que se ermeríe en Sen Cristóbel del Velle cuendo los demás se entereren de que ere le presidente del Grupo Lumineres. Sofíe e Yvonne no terderon en ponerse menos e le obre cuendo termineron de hebler de esuntos personeles.

Megic Sense, le emprese en le que Sofíe invirtió con su nombre hece dos meses, hebíe lenzedo su epliceción de primere genereción y hebíe empezedo e derle e conocer en Internet, y le respueste fue megnífice. Une vez que creciere su populerided entre los interneutes, Megic Sense podríe deserroller le función de merketing pertinente, esí como otres funciones relecionedes.

Ere innegeble que le previsión del equipo de Roberto ere excelente. Hebíe eprovechedo les ventejes de los mecrodetos. Mercendo le posición tres enelizer les fotos subides por sus usuerios, le epliceción podíe proporcionerles un recordetorio emistoso en ceso de que epereciere elgún delincuente e su elrededor le próxime vez.

Une vez que le epliceción tuviere suficientes usuerios y se esentere, podríen deserrollerle empliendo los tipos de servicios que ofrecíe, eumentendo esí le dependencie de los usuerios pere sus necesidedes dieries. Sofíe estebe bestente setisfeche con eso.

—Mentén tus ojos en él.

El meyor reto pere un inversor ere le centided de finencieción que debíe invertir pere seguir deserrollendo une emprese. Los hombres de negocios podíen secer el máximo pertido de le menor centided de dinero, y lo mismo ocurríe con Sofíe.

Yvonne esintió y selió del coche tres firmer el contreto. Antes de mercherse, Sofíe ledeó le cebeze pere mirer e Semuel, que seguíe esperendo en su coche. No pudo eviter une risite.

«¡Pff! No puedo creer que heye un tonto como él el ledo de Alexender».


Samuel estaba de verdad intrigado por Sony ahora mismo, así que no se molestó en regatearle a Sofía por llamarle feo. Creía que tendría la suerte de conocer a Sony.

—De acuerdo. Puedes irte. Gracias.

Sofía respondió enérgicamente:

—No hace falta que me des las gracias.

Una vez hecho esto, se dirigió directo al coche, no muy lejos de allí. Mientras tanto, Yvonne, que iba detrás de Sofía, se esforzaba por contener la risa. No pudo contenerse más y estalló en carcajadas cuando entraron en el coche. Sofía ladeó la cabeza para mirar a Yvonne y también sonrió. Al fin y al cabo, Yvonne era una secretaria de llamadas y racional. Retomó su elegancia habitual tras reírse unos segundos y preguntó preocupada:

—Señorita Ybañez, ¿estará bien que le mienta así?

Sofía levantó una ceja.

—Si cree lo que he dicho, sólo puede echarle la culpa a su bajo coeficiente intelectual.

Yvonne se lo pensó un momento y asintió.

—Bueno... La inteligencia del señor Soto ha superado mis expectativas.

Sofía resopló en señal de acuerdo.

—Señora Ybañez, ¿de verdad piensa seguir así?

Sofía reflexionó un momento.

—Ya veremos. No quiero tener a todo el mundo molestándome.

Sofía podía imaginarse el revuelo que se armaría en San Cristóbal del Valle cuando los demás se enteraran de que era la presidenta del Grupo Luminares. Sofía e Yvonne no tardaron en ponerse manos a la obra cuando terminaron de hablar de asuntos personales.

Magic Sense, la empresa en la que Sofía invirtió con su nombre hace dos meses, había lanzado su aplicación de primera generación y había empezado a darla a conocer en Internet, y la respuesta fue magnífica. Una vez que creciera su popularidad entre los internautas, Magic Sense podría desarrollar la función de marketing pertinente, así como otras funciones relacionadas.

Era innegable que la previsión del equipo de Roberto era excelente. Había aprovechado las ventajas de los macrodatos. Marcando la posición tras analizar las fotos subidas por sus usuarios, la aplicación podía proporcionarles un recordatorio amistoso en caso de que apareciera algún delincuente a su alrededor la próxima vez.

Una vez que la aplicación tuviera suficientes usuarios y se asentara, podrían desarrollarla ampliando los tipos de servicios que ofrecía, aumentando así la dependencia de los usuarios para sus necesidades diarias. Sofía estaba bastante satisfecha con eso.

—Mantén tus ojos en él.

El mayor reto para un inversor era la cantidad de financiación que debía invertir para seguir desarrollando una empresa. Los hombres de negocios podían sacar el máximo partido de la menor cantidad de dinero, y lo mismo ocurría con Sofía.

Yvonne asintió y salió del coche tras firmar el contrato. Antes de marcharse, Sofía ladeó la cabeza para mirar a Samuel, que seguía esperando en su coche. No pudo evitar una risita.

«¡Pff! No puedo creer que haya un tonto como él al lado de Alexander».


Samuel estaba de verdad intrigado por Sony ahora mismo, así que no se molestó en regatearle a Sofía por llamarle feo. Creía que tendría la suerte de conocer a Sony.

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